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Los hipócritas, el proxenetismo y sus dilemas filosóficos y morales, y, ¿de por qué los hombres procuran a las prostitutas?

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

  1. La hipocresía
  2. Disminuyendo la autoridad
  3. De la duplicidad y de su entendimiento
  4. La sexualidad: Instinto básico
  5. Emolumentos debidos, ¿por la pasión y el amor?
  6. Sexo y la oralidad humana
  7. En conclusión
  8. Bibliografía

Cuando era muy joven mi papá nos hablaba de un buen señor, cuya humilde y sencilla morada, la que viviera toda su vida, disimulaba a todos el enorme alcance de sus riquezas reales.

La persona en cuestión era fervorosa en sus deberes con la parroquia local, la que piadosamente visitara todas las mañanas para asistir, como acólito, en la celebración de la misa, donde recibía, acompañado de su esposa, la comunión cotidiana.

Todos decían que era "un santo"…

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¿Quién tirará la primera piedra?

Hasta que un día, cuando este servidor de los siervos de Dios, muriera, se descubrió que había amasado un fortuna extravagante, tras muchos años de prestar dinero a los pobres. Lo que hiciera imponiendo a sus víctimas sumas usurarias de intereses, cuyos pagos demandaba en retorno, con el uso de la fuerza, si ésta era necesaria.

La hipocresía

La hipocresía es perversión muy arraigada. De la misma, François duc de La Rochefoucauld (1613-1680) nos dice: "La hipocresía es el tributo que el vicio paga a la virtud".

La duplicidad, como atributo personal, es, como la mentira, algo de lo que nadie procura vanagloriarse; pero que, sin embargo, muchos practican con desenfreno.

¿Por qué es así?

Por muchas razones. Acusaciones de hipocresía pueden ser tan irrelevantes, como anodinas, ya que, como sucede con quienes mienten, casi nadie es tan limpio de pecados para ser quien arroje la, "primera piedra", proverbial.

Otras razones se encuentran en ejemplos actuales de la hipocresía institucionalizada que a todos nos resultan familiares

El ex vicepresidente norteamericano, y ganador del Premio Nobel de la Paz, Al Gore, nos conmina constantemente a reducir el uso de hidrocarburos, a no depender tanto en el petróleo para llenar los tanques de combustible de nuestros vehículos y a disminuir el consumo eléctrico. Sin embargo, para viajar, Gore lo hace, en la manera inmoderada de volar en un jet privado, es dueño de varias mansiones, donde las cuentas del uso doméstico de la energía eléctrica se estiman en los miles de dólares mensuales, y exagera la relevancia de sus argumentos para resplandecer como campeón mundial de la preservación límpida de nuestro planeta.

Pero, estoy cierto de que, cuando Gore tiene que justificar sus acciones, puede utilizar la excusa estupenda que nuestro párroco usaba en la Iglesia Mayor de Santiago en los años infaustos de la Era de Trujillo: "Haz, siempre, como yo digo y nunca, como yo hago…"

El cura en cuestión vivía borracho.

Casos de hipocresía abundan

Uno de los previos directores de la Agencia Norteamericana del Control de las Drogas, William Bennett, destacaba, cuando la oportunidad se diera, la importancia de la sobriedad y temperancia, mientras que todos sus amigos íntimos reconocen que por muchos años ha sido jugador de póquer inveterado.

El famoso pastor norteamericano, Ted Haggard, predicaba las virtudes de vivir "la vida limpia" — lo que, en apariencias, hiciera — hasta que se registraran alegatos de su adicción a la metanfetamina y de sus envolvimientos homosexuales con prostitutos, a quienes solicitara como camaradas de lecho carnal.

Mientras tanto que, recientemente, Eliot Spitzer, cuando fuera Procurador General del estado de NY, encausaba casas de prostitución. Pero, más tarde, cuando fuera gobernador del estado, se descubrió que era cliente habitual de uno de esos mismos establecimientos en Washington DC, lo que ocasionaría su caída del estado de "gracia política" en que viviera.

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Eliot Spitzer

Todas estas acusaciones palmarias contra figures públicas envuelven y, esencialmente definen, mucho de lo que, de la hipocresía, conocemos.

Hipocresía, acordamos, existe, cuando un individuo falla en el propósito de vivir su vida de acuerdo a los preceptos que quiere imponer en los demás.

Las campañas políticas

Acusaciones de ser hipócrita en debates entre, adversarios candidatos, a posiciones públicas — como harto viéramos en la cruzada presidencial de los Estados Unidos en el 2008 — se usan continuamente, porque éstas son estrategias muy efectivas. La razón para esto siendo muy simple: Nosotros tenemos una tendencia natural a rechazar los puntos de vista de quienes se creen ser farsantes.

Sin embargo, aunque veamos la hipocresía como vicio y, asimismo como un síntoma de incompetencia o de insinceridad, debemos de actuar con cautela, antes de dejar que nuestras emociones coloren nuestro juicio en asuntos de importancia.

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