- Francisco García – Calderón y Díaz
- Manuela de Jesús Garaycoa y Llaguno
- María de las Mercedes Calderón Garaycoa
- Baltazara Josefa Calderón Garaycoa
- María del Carmen Calderón Garaycoa
- Francisco Calderón Garaycoa
- Abdón Senén Calderón Garaycoa
La gloria de Abdón Calderón está en su valentía, coraje y heroísmo infinito, en su amor a la patria, a la libertad emancipadora, pues, cual David venciendo al gigante Goliat, así, hizo su ingreso a los altares de la eternidad.- Luis Pacheco
Antes de empezar con la biografía del "Héroe Niño", es necesario indicar que para esta labor me he visto obligado a realizar consultas en varios textos, debido a la fragilidad de memoria y no poder guardar tantas fechas históricas y sucesos muy importantes en el desenvolvimiento de este trabajo.
La historia no se la puede cambiar, se la debe respetar. Durante varias décadas se ha discutido sobre cómo murió verdaderamente Abdón Calderón Garaycoa, más conocido como el "Héroe Niño". He investigado su descendencia, su trayectoria y los últimos días de uno de los ecuatorianos que pasaron a la inmortalidad por su valentía y coraje al defender la tierra que lo vio nacer. Calderón traspasó la barrera entre el mito y la realidad y se quedó en la memoria y corazón de los ecuatorianos.
Con esta breve introducción, empezaré por el génesis de esta Estirpe Gloriosa, el padre de nuestro héroe.
Francisco García – Calderón y Díaz
De los ancestros del padre de Abdón Calderón, tenemos muy poca información, debido quizás a que su familia procede de tierras Caribeñas, Cuba.
Francisco García Calderón, padre de nuestro "Héroe Niño", vio las primeras lucen en la Patria de José Martí, La Habana-Cuba, en 1773, bautizado en la Parroquia de San Cristóbal, de tres días de nacido, el 17 de Diciembre de 1770. Fue educado esmeradamente en moral y cívica; éste se dedicó desde los dieciséis años de edad a la noble carrera de las armas, sirviendo por el lapso de dos años cuatro meses como Cadete en un Regimiento y después durante ocho años en la Guardia de Corps, en la campaña española con excelente desempeño, en virtud de lo cual y en recompensa se le confirió el cargo de Contador de las Cajas Reales de la ciudad de Cuenca. A los veintiséis años arribó a nuestra patria, específicamente a la ciudad de Guayaquil.
Instalado Calderón en Guayaquil, contrajo matrimonio con la hermosa y aristocrática damita Manuela Garaycoa y Llaguno, oriunda de ese bello puerto ecuatoriano, trasladándose la pareja al poco tiempo a la Atenas del Ecuador, la apacible Cuenca. Para contraer matrimonio, Calderón como empleado público que era, debió solicitar licencia al Jefe del Distrito, con cargo de hacerla confirmar por el Rey de España; recibió el permiso del Presidente de Quito, Barón de Carondelet y más tarde la de Su Majestad.
En 1801, a los 28 años de edad, Calderón de establece en Cuenca con el cargo arriba indicado, entrando al servicio previa fianza rendida por don Gabriel García Gómez (padre de Gabriel García Moreno) y de Juan Bautista Elizalde. La casa en donde funcionaban las oficinas de la Contaduría de Hacienda, estaba ubicada en la intersección de las calles Bolívar y Presidente Borrero, esquina suroeste, de propiedad fiscal y se hallaba destinada para habitación de los Gobernadores y despacho de la Real Tesorería.
Para 1802 vivía con su esposo y tierna hija en Cuenca, hospedada en unas piezas situadas en la casa de Margarita Torres, mujer de Francisco Paulino Ordóñez, en la esquina suroeste de las calles Bolívar y Presidente Borrero, hoy Banco del Azuay, ocupando una excelente posición en el seno de la sociedad azuaya.
Durante su permanencia en Cuenca hasta 1809, un total de ocho años, antes de ser proscrito a Guayaquil, realizó grandes amistades con la culta sociedad azuaya, con quienes estrechó relaciones políticas secretas de índole republicana, que desde 1797, germinaba ya el polen fecundo del legendario árbol de las libertades ciudadanas y tras un año de silenciosa y paciente lucha, llegó a realizar sus aspiraciones de cooperar con la obra excelsa de emancipación de América.
Debido a la administración honorable del contador Calderón, a su honradez intachable y docta probidad en el manejo de los dineros del gobierno, el Gobernador Melchor Aymerich y el Administrador de Correos Antonio García Trelles le hicieron blanco de sus intrigas ante el Virrey de Bogotá, por que aquel no permitía defraudación alguna al Tesoro Real.
Entre los asiduos defensores del Rey de España se encontraba, como era lógico, el Gobernador Aymerich, quien por venganza persiguió a los patriotas hasta sepultarlos en tenebrosos calabozos de Guayaquil, a Francisco García – Calderón, Contador Real; Fernando Guerrero de Salazar Y Piedra, Alcalde de Primer Voto, Vicente Melo, Manuel Ribadeneira, Joaquín Tobar, Antonio Terán, Miguel Fernández de Córdoba, Blas Santos, José María Borrero y Baca, Francisco Paulino Ordoñez y otros conjurados, a los cuales les enjuició por crimen de lesa majestad.
La prisión de Calderón se ejecutó el 26 de Agosto de 1809, a causa de que el Cabildo y la Junta Auxiliar, le solicitaron los causales para oponerse a la revolución de Quito, y éste por contestación, dirigió enérgica protesta a dicha Junta, así como también dio cuenta de las cartas enviadas al Marqués de Selva Alegre, en las cuales Calderón lo llamaba "insurgente por ambición del mando", las mismas que fueron agregadas al proceso y en sesión del 22 de Agosto del mismo año, se dio lectura al oficio irrespetuoso y subversivo, que aprobaba tácitamente el Gobierno de Quito. Entonces, por el grave delito cometido, se ordenó encerrar al Contador en la cárcel pública, incomunicarle y proceder al embargo de la totalidad de sus bienes, consistentes en el Hato de Saucay y otros semovientes, todos los cuales fueron vendidos en subasta pública.
El Teniente General, don Melchor Aymerich y Villajuana y más autoridades realistas, llevados por el odio a los presos, resolvieron enviarlos a los calabozos de la ciudad de Guayaquil, a fin de que sean juzgados allí por el tirano Gobernador Bartolomé Cucalón; el traslado se realizó el 5 de septiembre de 1809 a las 23:00 horas. Calderón tuvo que dejar en Cuenca a su querida esposa y cinco hijos, teniendo el último de estos, Francisco sólo días de nacido.
Vale la pena resaltar la crueldad del Gobernador Cucalón, quien mantenía a los presos con grillos y cepos, sin permitirles ningún tipo de comunicación, cama y peor aún alimento, "El cepo en que se mantenían los presos se habían colocado muy alto, de modo que se los veía colgados de los pies, apoyadas las espaldas en tierra, con llagas el cuerpo y las piernas…dormían en el suelo y sin camisa…los grillos y el cepo no les permitía movimiento alguno ni para las necesidades biológicas". Al enfermarse gravemente uno de los prisioneros, el Dr. Joaquín Tobar, no se le permitió que le quitasen los grillos y cepos, es más, ya casi muerto, se lo trasladó al hospital donde murió, sin el alivio siquiera de habérsele quitado los grillos, los cuales se lo sacaron ¡a las cinco horas de haber fallecido!.
El Fiscal, Dr. Joaquín Montesdeoca, solicitó la pena de muerte para el Contador Francisco Calderón y tres más. El Conde Ruiz de Castilla, que se encontraba nuevamente al frente del Gobierno de Quito, ordenó el 14 de diciembre de 1809, que se acumulasen todas las "causas de estado" y, en virtud de ésta, fueron trasladadas las órdenes de Guayaquil a la ciudad de Cuenca. Es así que en 1810, nuestros próceres son trasladados a los calabozos de Quito, excepto Calderón, pues de lo contrario habría sido victima de la masacre del 2 de agosto de 1810.
Debido a las grandes influencias sociales y al prestigio de la familia de su esposa en las esferas del gobierno, se logró la libertad de Calderón y éste en lugar de retirarse a una vida de tranquilidad, continúo su lucha con talento y prestigio, con valor y arrojo, acompañando a excelentes camaradas, gestores de la independencia ecuatoriana.
El ilustre General José Villamil describe a Francisco García Calderón como: "un hombre de cuerpo de hierro, de corazón de león, cabeza volcánica y alma indomable; un verdadero republicano que no pretendía ser superior a nadie, ni consentía en ser inferior a ninguno".
Como jefe de la agrupación política denominada los "Sanchistas", reaparece la figura de Francisco García Calderón; la causa de la independencia se hubiera cimentado desde entonces, pero por desgracia, los patriotas se dividieron en dos bandos diametralmente opuestos: el del Marqués de Selva Alegre, don Juan Pío Montúfar, apoyado por su hijo Carlos, denominados "Montufaristas" y el de don José Sánchez, Marqués de Villa Orellana, llamados "Sanchista" apoyados por Calderón.
Por divergencias políticas y fútiles motivos escaparon de llegar a un enfrentamiento armado entre estos dos bandos, ventajosamente se evitó una guerra civil, porque los "Montufaristas" carecían de fuerzas suficientes para contrarrestar a los "Sanchistas". Se llegó a un acuerdo entre los dos partidos y una paz aparente llegó a apaciguar los caldeados ánimos.
A fin de hacer frente a los realistas, en Cuenca, la Junta Directiva confirió al intrépido jefe Calderón, el grado de Coronel de los Ejércitos. El 1º de abril de 1812 salió de Quito hacia Cuenca con 1.500 hombres, sumándose en el camino otros 1.500 hombres, logrando un total de 3.000 hombres.
El 24 de junio de 1812 se dio el combate denominado "Primer Verdeloma", el encuentro tuvo un saldo aproximado de cien muertos y decenas de heridos de ambos bandos. Más en todo caso el triunfo de Calderón no fue nada esplendoroso pero en cambio se foguearon los novicios combatientes, convirtiéndose en el primer laurel que conquistó el lábaro patrio.
Luego de continuas disputas internas en el Ejército de Calderón, éstas sufrieron tres derrotas: "Pazguaz" primero, "Mocha" después, y por último el combate del Panecillo en Quito. Al frente del Ejército realista se encontraba don Toribio Montes, quien hizo su entrada triunfal en Quito el día 8 de noviembre de 1812.
El Ejército patriota al mando del Coronel Montúfar con 600 hombres se retiró a Ibarra. Calderón como Jefe de Operaciones del Norte, había combatido en Atar, el 11 de julio de 1812 y cuando arribaron a Ibarra contaba ya con un Ejército Republicano de 600 soldados.
El Presidente Toribio Montes designó para perseguir a los patriotas al sanguinario y astuto Coronel Juan Sámano, de funesta memoria por sus latrocinios y crueldades para con los patriotas; este Sámano llegó a ocupar altos cargos e incluso se desempeñó como Virrey del Nuevo Reino de Granada.
Montúfar y Calderón al conocer que Sámano se encontraba ya en Atuntaqui en persecución de ellos, depusieron sus antiguas enemistades con un cordial abrazo a fin de hacer frente al enemigo común.
El astuto Sámano, viéndose en inferioridad de condiciones y rodeado de numerosos enemigos: "adelantó una bandera blanca y propuso la firma de un Tratado de Paz"; el mismo que debía firmarse en Ibarra. El preliminar se firmó en Loma de Paila. Por disposición de Montúfar, Sámano y su ejército quedaron consignados y acuartelados en Ibarra.
Retomando el tema, y en virtud de estos solemnes y al parecer sinceros juramentos, marcharon juntos los ejércitos patriotas y realistas hasta San Antonio de Ibarra, donde Sámano, obtuvo permiso de quedarse, bajo pretexto de descansar y alimentar a su tropa. En dicha población Sámano se fortificó, cerrando las bocacalles, montando piezas de artillería, haciendo cartuchos y esperando a la escolta atrasada que traía abastecimientos y municiones, pues solo por la falta de éstos, firmó Sámano los acuerdos preliminares de paz indicados anteriormente, sin la menor intención de cumplirlos. Al principio los patriotas no creyeron que Sámano faltase de una manera tan descarada a los acuerdos firmados, pero el 1º de diciembre de 1812 tuvieron que convencerse, pues, Calderón tuvo un encuentro con las fuerzas de Sámano en las cercanías del Lago de Yaguarcocha, donde luego de un corto pero recio combate, las fuerzas de Calderón fueron derrotadas y éste hecho prisionero por un soldado de Cañar de apellido Guerrilla, siendo trasladado inmediatamente a Ibarra e instaurado el mismo día, un breve juicio sumario por orden verbal de Sámano, ante el Fiscal Ignacio Asín, Capitán del Regimiento de Infantería Real de Lima y del Secretario, Juan Antonio Jáuregui.
Los principales considerandos emitidos por el Fiscal el 2 de diciembre de 1812 en contra del Coronel Francisco Calderón, fueron:
a. Ser Comandante en Jefe del Ejército insurgente
b. Haber acometido contra el Ejército Real en San Antonio de Ibarra contra todo derecho, luego de haber pretendido sitiarlos por hambre, teniéndose ya cortada el agua; y,
c. Ser más tenaz y obstinado en sostener las perniciosas máximas de los insurgentes en Quito.
Como resultado de todas estas acusaciones, se resolvió que el Coronel Francisco Calderón sufra la pena de ser pasado por las armas, El sanguinario Coronel Juan Sámano, Comandante General de las Fuerzas Reales firmó la sentencia de muerte. En virtud de ella, Calderón fue ajusticiado, en un patíbulo levantado en la plaza mayor de Ibarra, el 03 de diciembre de 1812.
De esta manera, terminó su existencia uno de los héroes más ilustres de nuestra independencia.
Manuela de Jesús Garaycoa y Llaguno
Doña Manuela de Jesús de Garaycoa y Llaguno, bella y gallarda madre de los "Macabeos Americanos", Abdón y Francisco, nació en Guayaquil en 1783, y fue bautizada el 8 de Junio de 1784, dueña de un corazón de grandes energías. Sus padres fueron: don Francisco Ventura de Garaycoa Romay y Bermúdez, natural de La Coruña, antiguo reino de Galicia (España) y doña María Eufemia de Llaguno Larrea y Lavayen Santisteban, guayaquileña.
El matrimonio Garaycoa – Llaguno fue muy fecundo, llegando a procrear 20 hijos, nueve varones y once mujeres. De los veinte vástagos, cuatro murieron impúberes, diez solteros y seis casados.
La educación que los padres de doña Manuela le prodigaron a ella como a sus demás hijos fue sumamente esmerada, basada en el conocimiento de letras y arte, creencia en Dios, educación científica, patriótica y moral.
Someramente resaltaré los méritos patrióticos de los tíos maternos de don Abdón Calderón que llegaron a desempeñar un papel predominante en las luchas de la independencia: Lorenzo, José, Anita, Francisca y Francisco Javier Garaycoa y Llaguno.
a. Lorenzo de Garaycoa Llaguno
Ingresó desde temprana edad al servicio de la Patria, comprometido con los patriotas del 9 de octubre de 1820, acompañó al Capitán Urdaneta a la toma del Cuartel "Daule" y con Francisco Urdaneta a la toma de la batería "Las Cruces" al sur de Guayaquil.
Contrajo matrimonio con doña Rafaela de Elizondo y Erazo, procreando nueve hijos. De esta rama genealógica existen dos ex-Presidentes Constitucionales de la República: los doctores, Carlos Julio Arosemena Tola y Carlos Julio Arosemena Monroy.
Una vez logrado el triunfo de la revolución octubrina se embarcó junto a José de Villamil en la famosa Goleta "Alcance" en busca de la Escuadra chilena, misión que cumplió esmeradamente. A su retorno, se enroló en la fuerza terrestre y combatió heroicamente en todas las acciones de armas que presidieron a la Batalla de Pichincha, por lo cual se le reconoció el grado de Coronel. En la jornada de Pichincha se cubrió de gloria y tuvo la dicha de combatir junto a su sobrino Abdón y a su vez ser el mensajero de la dolorosa muerte a la madre del héroe. Murió en su residencia en Yaguachi el 1º de noviembre de 1880.
b. José de Garaycoa Llaguno
Representa el valor guerrero, el patriotismo apasionado y el carácter inquebrantable por la defensa de las libertades ciudadanas. Contrajo matrimonio con doña Antonia Vivero y Fernández de Urbina. No dejó descendencia.
Militó al igual que sus hermanos en la causa de la revolución del 09 de octubre de 1820 y ulterior participó en cuantas acciones bélicas se libraron en nuestro territorio hasta alcanzar el triunfo glorioso de Pichincha.
c. Anita María Juana de Garaycoa Llaguno
Fue una de las heroínas de la Revolución del 9 de octubre de 1820, siendo su hogar el sitio en donde se reunían todos los comprometidos con la causa de la independencia de Guayaquil, además, en su domicilio se realizó el 01 de octubre de 1820 a las doce de la noche el juramento solemne de los conjurados de liberar a la Patria de la tiranía española.
Doña Ana contrajo nupcias en la iglesia matriz de guayaquil, el 11 de enero de 1793, fue esposa de otro prócer de la independencia, el General José Villamil, con quien procreó nueve hijos (Ana María, Juana María de las Mercedes, Colombia, María Carolina, Simón, Bolívar Francisco, María Catalina, María Bolivia y Sofía Manuela de Jesús Villamil Garaycoa).
d. Francisca de Garaycoa Llaguno
Tuvo las mismas virtudes patrióticas que su hermana Ana, pero además poseía extraordinarios dotes intelectuales y un privilegiado criterio. Casada con el jurisconsulto latacungueño, Dr. Luis Fernando Vivero y Toledo, con quien llegó a procrear seis hijos. Formaron una célebre pareja, prestos a la noble causa de la independencia hasta el feliz momento de la revolución del 09 de octubre de 1820.
Organizada la primera Junta de Patriótica de Gobierno, el Dr. Vivero fue nombrado Secretario y más tarde desempeñó importantes cargos públicos con esmero y probidad, como Legislador en varios Congresos y Rector de colegios de Guayaquil.
e. Francisco Javier de Garaycoa Llaguno
Desde muy joven se destacó en sus estudios, gracias a su privilegiada memoria, sólida inteligencia y una inimitable piedad cristiana, llegó a abrazar el estado eclesiástico, desde donde dio pruebas de las virtudes evangélicas, de las cuales, hallábase dotado su espíritu.
Dedicado a la enseñanza de los evangelios, para lo cual con verdadero ejemplo, practicó la caridad, a la que rendía entrañable afecto y en tal virtud se debe el interés que tomó por el cuidado y atención a sus huérfanos sobrinos, Abdón, Francisco y las hermanas de éstos. Fue el maestro abnegado, el eclesiástico docto y el patriota sin revés, sus sobrinos aprendieron de él, aliar la virtud, al valor guerrero y a la disciplina de las ciencias. Años más tarde, en reconocimiento a las altísimas cualidades morales y dotes científicas, fue designado Obispo de la Diócesis de Guayaquil y más tarde, Arzobispo de Quito, lugar en donde falleció en 1859 en ejercicio de su alto cargo.
Continuando con Doña Manuela, madre de Abdón, ésta contrajo matrimonio en Guayaquil en 1800 con don Francisco García Calderón, por entonces Contador de las Reales cajas de Cuenca. En 1801 se trasladaron a dicha ciudad para recibir el cargo de Ministro Contador. Hasta 1809 la pareja tuvo cinco hijos; dos varones y tres mujeres; los primeros: Abdón Senén y Francisco; las segundas: Mercedes, Baltazara y Carmen. En los ocho primeros años de residencia en la apacible Cuenca, hicieron algunas economías y cristalizaron con honrado trabajo la adquisición de una hacienda y semovientes.
Doña Manuela, comienza su Vía – Crusis, el aciago 26 de agosto de 1809, que marca la injusta prisión de su esposo, ordenado por el Gobernador Aymerich; fue trasladado prisionero a Guayaquil, le fueron embargados todos los bienes, dejándoles en extrema pobreza, teniendo aún por delante la ardua tarea de educar a sus hijos, para lo cual tuvo que recurrir a la ayuda piadosa de grandes personalidades eclesiásticas.
A los tres años de tan profunda soledad, doña Manuela en Cuenca recibió la noticia de la muerte de su esposo en San Antonio de Ibarra, el 03 de diciembre de 1812. Ante lo cual retornó a su tierra natal en 1813, a los doce años de haber residido en los Jardines del Tomebamba.
Como epílogo para el excelso nombre de la familia de nuestro héroe, rememoraremos la brillante constelación de ilustres apellidos, que por lazos de sangre pertenecen a ella:
a) José Joaquín Olmedo
Nació en Guayaquil el 20 de marzo de 1780, figura consagrada de la revolución del 09 de octubre de 1820, hombre de letras, orgullo de nuestra nación, inmortalizado por sus obras: La Victoria de Junín, canto dedicado al Libertador Bolívar. Al General Flores, Vencedor de Miñarica, Alfabeto de Consejos, etc. Por sus cualidades morales y patrióticas fue designado para ocupar altos cargos, como Presidente de la Junta Patriótica, Prefecto del Guayas, Miembro del Gobierno Provisional de 1845, luego de la Revolución Marcista, entre otros.
b) Vicente Rocafuerte Bejarano
Nació en Guayaquil el 1º de mayo de 1783, primer Presidente ecuatoriano de la República del Ecuador de 1835 al 1839, durante su gobierno se mejoró la educación y organizó la economía nacional, engrandeció con el prestigio de su nombre a toda la República. En 1817 dictó sabias enseñanzas al adalid de Pichincha como maestro de Abdón Calderón.
c) Mariscal José Domingo Mercedes La Mar y Cortázar
Nació en Cuenca en 1776, su padre era un alto burócrata en la corte del Virrey de Santa Fé de Bogotá, su madre, una bien entroncada matrona guayaquileña. Educado en el Colegio de Nobles de Madrid-España, a los dieciocho años empezó a luchar contra los franceses. Luego de la abdicación de los Reyes españoles: Carlos IV y Fernando VII ante Napoleón Bonaparte, y producida la insurrección del pueblo español contra los franceses invasores, comandó con honor las tropas españolas hasta caer prisionero en Francia, desde donde logró fugar a Suiza.
En 1816 fue a Lima como Subinspector General del Virreinato del Perú, con el grado de General de Brigada y más tarde como Mariscal de Campo. Fue leal a la causa española hasta la capitulación y entrega del Callao al General San Martín en 1821. Con la venia de Sucre, el Presidente de la Junta de Gobierno de Guayaquil independiente, José Joaquín Olmedo le nombró Comandante General de Armas de Guayaquil.
Luego de la Batalla de Pichincha, Guayaquil fue anexada a Colombia, entonces el Libertador, que sabía las gestiones de La Mar en pro de la anexión al Perú, le pidió que abandonase el suelo de Colombia. La Mar combatió junto a Sucre y Bolívar por la independencia del Perú y cuando San Martín se retiró, se hizo elegir Presidente del Perú en 1827 y declaró la guerra a la Gran Colombia. Vencido por los Ejércitos patrios en Portete de Tarqui el 27 de febrero de 1829.
Murió desterrado en Costa Rica el 11 de diciembre de 1830 (una semana antes que el Libertador), sus restos fueron repatriados a Piura en 1844 y desde allí a Lima en 1847.
d) Francisco Cortázar
Ilustrado jurisconsulto de la magistratura americana, por sus relevantes servicios llegó a ser Oidor de la Real Audiencia de Bogotá y Regente de la de Quito.
e) Antonio y Ramón Borrero Cortázar
Ambos nacidos en Cuenca; Antonio, "El Catón ecuatoriano" nació en 1827 y por sus méritos llegó a ser Presidente de la República. Su hermano, Ramón, "Larra ecuatoriano" escritor erudito y periodista destacado.
f) Ilustrísimo José Ignacio Cortazar y Lavayen
Oriundo de Guayaquil y Obispo de Cuenca. Gracias a sus gestiones personales ante el Rey de España, logró que la madre de nuestro héroe recibiera en 1815, el montepío por la muerte de su esposo el Coronel Francisco García – Calderón. Murió en Girón el 16 de junio de 1818.
g) Manuel María y Alfonso María Borrero Moscoso
Hijos del Dr. Antonio Borrero, ambos naturales de Cuenca, Manuel María defensor de los derechos del hombre, murió el 10 de enero de 1883 en Quito, batallando contra la dictadura del General Ignacio de Veintimilla. Alfonso María, de patriotismo acendrado, de notable inteligencia y de ilustración enciclopédica, entró al mundo de la inmortalidad con sus valiosas obras "Cuenca en Pichincha", "Ayacucho" y "Décadas Municipales".
Luego de la revolución del 09 de octubre de 1820, la legendaria madre de los "Macabeos Americanos", alistó a sus hijos Abdón y Francisco en la sacrosanta cruzada de las batallas de la libertad; al primero lo enroló en las tropas de la Infantería y al segundo, al "Soldado Niño", en calidad de Marino. Desde entonces sus dos hijos, airosos recogen lauros en el Campo de Marte y depositan en las sienes de la madre, que les orientó en la vocación de las armas.
Para doña Manuela, el glorioso nombre de Simón Bolívar, era venerado, casi sagrado, ídolo en el altar de su corazón, y él a su vez, conocía a fondo la voluntad de acero y la vocación de mártir y patriota, que tenía tan meritísima matrona. Como corona de laureles a sus virtudes, transcribiré dos cartas preciosas dirigidas a ella por el Genio de América, Simón Bolívar.
La primera la dirige a consecuencia de la sublevación de la Tercera División colombiana, acantonada en Lima, por el traidor Bustamante: "Bogotá, a 6 de diciembre de 1827.-A la Sra. Manuela Garaycoa.-Mi amiga: Usted siempre se excede a si misma en bondades para conmigo y me prodiga elogios que ellos solos bastarán para saciar la codicia del más ambicioso de gloria: y ¿qué otra cosa podría yo esperar de las Garaycoa, de esas amigas fieles, de esas colombianas constantes, de esa Gloriosa sin rival?.-refiérese a la bellísima Carmela, hija de doña Manuela-. Yo les doy las gracias a todas, y séame también permitido congratularme a mi mismo, ya que de algún modo ha podido restituir la paz y la tranquilidad al corazón de los guayaquileños; un sacrificio me ha costado: el de mi reposo; pero ¿qué importa que padezca yo para que Uds. goce?; qué yo perezca para que viva un pueblo?.
Tenga Ud. señora, la bondad de corresponder a las expresiones de toda buena y amable familia. Dígale mil cosas a Pepe,-habla de José Garaycoa, hermano de Manuela, militar que destacó en Pichincha-ese Pepe tan bueno, tan patriota y de quien no esperaba yo nada menos de lo que ha hecho por su país; y créame como he sido siempre, su más afectísimo de corazón".-Bolívar.
La segunda le escribe enfermo y triste, desde su amargo ostracismo, faltándole pocos meses para descender al sepulcro: "Cartagena, a 31 de julio de 1830.-Sra. Manuela Garaycoa de Calderón.-Mi apreciada amiga:-He tenido la gran satisfacción de recibir la muy grata de Ud. que me ha causado los sentimientos mas vivos de placer y gratitud. La bondad ilimitada que Ud. me dispensa y el desinteresado afecto que me ha profesado siempre, me trae con frecuencia a la memoria recuerdos de Ud. los más agradables, que nunca permitirán que me olvide de su amistad, aunque la fortuna me conduzca a los países mas remotos. Todavía no se si las circunstancias me obligan a dejar a Colombia para siempre, sin embargo, aquí y en todas partes, puede estar Ud. cierta que el fino aprecio con que distingo a Ud. siempre lo conservará mi corazón. Sírvase Ud. saludar de mi parte afectuosamente a su señora mamá y a las niñas y entre tanto, reciba Ud. un tierno adiós de su afmo. amigo. Q.S.P.B".-Bolívar.
A continuación realizaré resumen sucinto de cada uno de los hijos de la familia Calderón-Garaycoa, no necesariamente en orden cronológico, sino más bien de trascendencia, dejando el último lugar para nuestro "Héroe Niño", a fin de poder manejar de una mejor manera el tema.
María de las Mercedes Calderón Garaycoa
María Mercedes, la primera hija del matrimonio, nacida el 06 de enero de 1801 en Guayaquil y bautizada al siguiente día. A ella no se le colocó uno de los tres nombres de los Reyes Magos, fue por que su padre se encontraba ausente en el bautizo, ya que la costumbre de la época era que los hijos llevasen los nombres del santo del día del nacimiento. Sólo dos veces y en ausencia de su esposo, doña Manuela se atrevió a contrariar la voluntad de aquel, con sus hijos Mercedes y Francisco. Los demás llevaron los nombres de sus santos: Baltazara, Abdón y la Bellísima Carmen, admiradora del Libertador Simón Bolívar.
Doña Mercedes contrajo nupcias el 03 de mayo de 1824 con Bartolomé María Francisco Ayluardo Azpilcueta, Regidor del Ayuntamiento de Guayaquil, de este matrimonio nacieron cuatro hijos, tres varones: Francisco, Simón, Atahualpa y una hembra: Simona, dama de una gran inteligencia y singular intrepidez, a quien Gabriel García Moreno, la sacó del país, por su tenacidad conspiradora.
Al enterarse el Libertador de este matrimonio, hizo llegar una afectuosa y culta esquela de felicitación, que dice: "Trujillo, 29 de marzo de 1824.-Señora Manuela Garaycoa de Calderón.-Mi estimable y distinguida amiga: He tenido la mayor satisfacción al saber por Ud. mismo el enlace de la señorita Mercedes con tan amable esposo; doy después a Ud. la enhorabuena por ese plausible suceso. Espero tenga Ud. la bondad de felicitar de mi parte a los felices recién casados, lo mismo que al resto de la familia y muy particularmente a la venerable madre de Ud.-Eufemia Llaguno.-Tenga Ud. la bondad igualmente de decir a mi querida Lola que yo no la he olvidado jamás, ni a Viverita, ni a Carmen, ni a Baltita, ni a la señora Josefa; en fin, a nadie de esa casa de bendición. Sólo, si, estaba algo resentido por la publicación de la carta del Abate de Pradt; pero ya ha pasado este sentimiento, y la amistad y el aprecio sólo queda.
Al señor Vicario, su dignísimo hermano,-refiérese a Francisco Javier, más tarde Obispo de Guayaquil y Arzobispo de Quito.-me atrevo a saludarlo y a recomendarle mi memoria. Me pongo a los pies de todas esas señoras, y ofrezco a Ud. mi particular estimación y distinguido aprecio.-Bolívar.-P.D.-A la señora Vivero, mil expresiones y cariños, y un beso a mi querido José María".-Bolívar.
La carta del Abate Pradt dirigida a Bolívar, es una merecida apoteosis del Libertador, en reconocimiento a la valía del ilustre genio de América. Bolívar, de la citada comunicación, hizo sacar varias copias para enviar a sus íntimos amigos, pero recomendándoles que no la publicaran, sin duda una copia les hizo llegar a la familia Garaycoa, a quien tanto estimaba, y ésta sin su voluntad la hizo publicar, por lo cual Bolívar se resintió.
Mercedes fue la única hermana del héroe de Pichincha que conservó el verdadero retrato de Abdón, el mismo que a la muerte de su propietaria pasó a manos de la H. Junta de Beneficencia de Guayaquil, desgraciadamente el retrato original de Calderón fue devorado por el incendio de 1896, que casi destruyó Guayaquil.
Falleció en Guayaquil, el 20 de octubre de 1892, a la edad de 91 años
Baltazara Josefa Calderón Garaycoa
Baltazara Josefa, nació en Cuenca el 06 de enero de 1806, día de los reyes, razón por la cual, su padre la bautizó con aquel nombre bíblico. En 1813 marchó a Guayaquil con su familia; en este puerto recibió una esmerada educación por parte de los mismos maestros de su hermano Abdón, entre otros, tenemos: Francisco Garaycoa, sacerdote, su tío materno, José Joaquín Olmedo y Vicente Rocafuerte que había retornado de Europa en 1817.
Contrajo nupcias en la Capilla del Palacio Episcopal el 10 de febrero de 1842 con el Gobernador de la Provincia de Guayaquil, don Vicente Rocafuerte y Bejarano.
Simón Bolívar apreciaba grandemente los méritos intelectuales de Baltazara, su privilegiada memoria y una brillante vocalización de su habla. El Libertador le hizo llegar con una hermosa comunicación, un ejemplar de la "Constitución Bolivariana", a que ella sea una de las primeras en leerla en el Ecuador, por esta brillante Carta Política, sus enemigos le combatieron injustamente, he aquí el texto del mensaje "Lima, 1 de junio de 1826.-Señora Manuela Garaycoa.-Mi amable amiga: Se me han dado las expresiones de Ud. y toda su familia, que tanto quiero y aprecio. Las he recibido con mucho placer y reconocimiento. A fines de este año iré a Colombia; y tendré el gusto de pasar un mes entre Uds. en medio de ese pueblo de mi predilección, en Guayaquil en fin. Si mis grandes negocios no me lo impidieran, Guayaquil sería ciertamente la parte de Colombia, en la que con mucho agrado fijaría la mayor parte de mi residencia".
"Envío a Baltita, un ejemplar de mi proyecto de Constitución para Bolivia y otro de mi discurso a los Legisladores de ese Estado naciente, para que leyendo ambas cosas con su acostumbrada atención y haciendo uso de su feliz memoria, tenga yo el gusto a mi llegada a esa, de oír de su bella boca la reproducción de mis ideas, póngame Ud. a los pies de las señoras y señoritas de esa familia querida: a mi gloriosa Carmencita, mil recuerdos tan agradables como ella; y Ud. mi señora y amiga, cuente con la amistad sincera con que soy de Ud. atento servidor. Q.B.S.P.-Bolívar.-Pos data. Al señor Vicario y demás señoras mil consideraciones".-Bolívar.
Como se puede apreciar, el Libertador mantenía un amor infinito por Guayaquil y estimaba grandemente los valores patrióticos de sus hijos, es más el Código Fundamental de Bolivia y el Discurso de Presentación a los Legisladores, le envió con una carta transcrita más adelante, al vate excelso José Joaquín Olmedo, pariente cercano de Manuela Garaycoa para que los corrigiera y publique en Europa, haciendo la traducción respectiva al inglés y francés.
"Lima, a 2 de junio de 1826.-Sr. Don José Joaquín Olmedo. Mi querido amigo: Véame Ud. dictando la Ley fundamental de un Estado, que acaba de nacer. Esta empresa, ¿no le parece a Ud. mas ardua que la de libertarlo?. El camino de la gloria militar está erizado, es verdad, de picas que pueden dar la muerte, pero el que guía al de la Sabiduría, está cubierto de las más densas tinieblas, donde es preciso a fuerza de estudios leer en la oscuridad, y recoger lo que haya de cierto y de útil. Se necesita una exclusiva dedicación. Yo he dado pocos pasos en esta pacífica senda: la guerra, la destrucción de los enemigos, la libertad de mi patria han absorbido todo mi atención. Por este mismo amor a los americanos, me ha lanzado en esta nueva carrera, y ha disipado en parte el temor de exponerme a la crítica de los que se han encanecido en el estudio de la ciencia de gobernar a los hombres. Puede ser que mi ejemplo estimule a otros americanos a imitar mi arrojo, y al fin tendremos todo propio, sin mendigar modelo.
Tenga Ud. la bondad de leer el proyecto y la alocución y de decirme con toda franqueza cuantos defectos encuentre. Acuérdese Ud. que yo tuve la de indicarle los defectos, que no tenía su bello poema. ¡Qué más podría yo desear que haber cometido en mi bosquejo de Constitución los que yo atribuía a Ud.!. Deseo mucho que Ud. se interese en que sea traducida al francés y al inglés, después que Ud. haya pulido este miserable trabajo. Podría también hacerse insertar en los diarios de esa capital y en los de Francia. Pero lo que más me interesa es la corrección de Ud. Sé que su amable familia de Guayaquil, está buena y sin más disgusto, que el de la ausencia de Ud. Pero ella se consuela considerando la importancia del servicio que Ud. está haciéndonos a todos. Muy pronto tendré el gusto de verla en su propia casa y de darle desde allí noticias más circunstanciadas de objetos tan queridos. Deseo a Ud. mucha salud".-Bolívar.
María del Carmen Calderón Garaycoa
María del Carmen, la tercera y más hermosa de la familia, nació en 1807 en la apacible ciudad de Cuenca. A los dos años de edad fue separada de su padre, quien por orden del Gobernador de Cuenca, Melchor Aymerich fue privado de su libertad y posteriormente muerto en San Antonio de Ibarra en 1812.
A los siete años de edad se trasladó con su familia a Guayaquil en donde recibió una educación cristiana y sus primeros conocimientos.
En julio de 1822, después del triunfo de Pichincha, antes de entrevistarse con el General San Martín, el Libertador Simón Bolívar, que se hospedaba por primera vez en Guayaquil, logró conquistar el amor de la bellísima Carmen, a quien amó inmensamente.
¡Oh coincidencias!, los tres héroes de la independencia de América: El Libertador Simón Bolívar, el Mariscal Antonio José de Sucre y el General José de San Martín fueron aprisionados por el amor de preciosisimas beldades, cuyos nombres viven en el romanticismo y son: Carmela Calderón, Pepita Gaenza y Rosa Campuzano, respectivamente, todas ellas hermosas joyas de la "Perla del Pacífico".
Bolívar la llamaba "La Gloriosa" o "La Amable Loca", fue la mujer a quien amó tiernamente, con una pasión recóndita. A los pocos días de permanecer Bolívar en Guayaquil, la sociedad costeña le brindó un solemne baile, al que concurrió entre las invitadas Carmela Calderón, belleza que cautivó el corazón del Libertador. Bolívar al ritmo de un vals tomó una corona simbólica que a él le obsequiaron, dijo en voz alta, dirigiéndose a Carmela: "Que los laureles de la gloria, orlen vuestras sienes, pues eres, la Gloriosa de la Patria", por esta razón desde entonces le conocieron con el nombre de "La Gloriosa".
El Libertador se dirigió a Cuenca, en donde fue atendido espléndidamente, las tardes paseaba por las márgenes del Tomebamba, quizás divagando al recordar el bello rostro de su adorada Carmela, a quien escribió esta preciosa carta. "Cuenca, setiembre 14 de 1822.-A las señoras Garaycoas.-Mis amabilísimas damas: La Gloriosa, (Carmela) me ha proporcionado la dicha de ser saludado por Ustedes. Yo no esperaba una satisfacción tan grande para mi corazón, porque no las creía a Ustedes tan buenas con un ingrato como yo que no escribo a nadie por indolente y también por ocupado. A la Gloriosa, que las serranas (cuencanas y paisanas de ella), me han gustado mucho, aunque todavía no las he visto; que no las tenga envidia, como decía, porque no tiene causa con unas personas tan modestas que se esconden a la presencia del primer militar. La iglesia se ha apoderado de mi vida en su oratorio; las monjas me mandan comida, los canónicos me dan de refrescar. El Tedeum es mi canto, y la oración mental mi sueño, meditando en las bellezas de la Providencia, dotadas a Guayaquil y en la modestia de las serranas que no quieren ver a nadie por miedo del pecado. En fin, amigas, mi vida es toda espiritual, y cuando Ustedes me vuelvan a ver yo estaré angelicado. No hay más tiempo; pero soy el más humilde que besa los pies de las damas Garaycoas, Llagunos y Calderones.-Bolívar.-A la Gloriosa, que soy el más ingrato de sus enamorados. El mismo.-El amanuense saluda a Ustedes".
En enero de 1824 se instala en Pativilca, puerto ubicado al norte de Lima, en donde sufre una gravísima enfermedad que lo coloca al borde de la muerte, recuperado a medias continúo hasta Trujillo, recibiendo desde Cuenca y Guayaquil los útiles más necesarios para la guerra, así como noticias de su amada, por comunicación de la madre de ésta.
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