Descargar

Cuestionamientos a las religiones (página 2)


Partes: 1, 2

Sexo

Las normas y tabúes sobre la vida sexual demuestran con exceso que las religiones son de origen machista. Las religiones nunca podrán olvidar la vergüenza, ni podrán purgar la culpa de haber manchado el sexo y de haber destrozado la fase formativa de los niños con normas y tabúes propias de mentes enfermas, como: Las extrañas obsesiones por la virginidad, la fidelidad, el horror a la sangre menstrual, la mezcla de asco y fascinación que han despertado por la homosexualidad, por las mutilaciones genitales y por la masturbación, hasta el miedo y las ficciones horribles de culpa e infierno implantadas en las personas desde niños. Por la vía del humor y del ingenio, varios escritores y científicos han logrado rescatar a muchas personas del perverso vínculo entre represión sexual y fervor religioso. Entre ellos los más famosos, Voltaire, Bertrand Russel, Chapman Cohen, Richard Dawking y Carl Sagan. Hacen humor con el hecho de que los dioses creadores dan la impresión de no saber, ni entender, qué han creado, y solo reconocen como personas a quienes les rinden adoración.

Dictadura celestial

La religión amonesta que, sin temor a dios no somos capaces de diferenciar el bien del mal y nada nos impedirá recurrir al robo, al asesinato, a la violación y al perjurio. No admite que muchos creyentes hayan sido y continúen siendo culpables de delitos atroces. Mucho menos acepta que haya habido y haya no creyentes con vidas éticas ejemplares. Quienes no están sometidos a la dictadura celestial inalterable e incuestionable, carecen de brújula moral. Sin embargo la biología evolutiva demuestra, que sociedades que toleran el robo, el perjuicio y el asesinato, o las que practican el incesto o el canibalismo duran poco y se extinguen por sí mismas. Una agresión radical al respeto humano constituye la aseveración de que no se puede actuar bien, ni evitar actuar mal, sin la seguridad de una recompensa o el miedo a un castigo divino. La mayoría de la gente aspira a algo mejor, actuando por su propia cuenta y no bajo la presión religiosa. Si alguien dona sangre, algo prohibido por algunas religiones, lo hace pensando, no en que pierde medio litro de sangre, sino en que lo gana la otra persona. Lo hace con la seguridad o esperanza de que si algún día necesita una trasfusión de sangre, otra persona pensará y actuará en igual forma. Las religiones han intentado prohibir y reprimir cruelmente los conocimientos y descubrimientos, que cada vez cuestionan más a los dioses diseñadores y creadores por ellas propuestos.

Imposición de un manto de ignorancia y miedo

Creíamos que la atmosfera que nos rodea estaba poblada de espíritus buenos y malos, que los truenos y los relámpagos eran las voces y las presencias de dioses invisibles. Aun no hemos podido quitarnos este aciago manto de ignorancia y miedo. Todavía hay instituciones y personas que intentan obligarnos a que lo conservemos.

Somos animales mamíferos racionales que necesitamos pautas para nuestras vidas y preferimos cualquier explicación a ninguna. Así la alquimia fue el preludio de la química, la astrología el preludio de la astronomía y las religiones el preludio de las filosofías. Las religiones deben estudiarse, no imponerse, porque la educación y la cultura implican respeto a las tradiciones y a sus orígenes, y porque como literariamente se dice, las flores de los arboles provienen de lo que tienen sepultado en sus raíces. Religiones, santerías y brujerías, insisten y persisten en fenómenos celestes o extraños, en sueños y visiones, porque satisfacen nuestra estupidez innata, nuestra disposición a dejarnos convencer de algo. A pesar de pruebas en su contra aceptamos el planteamiento de que somos el centro del universo, donde todo está dispuesto a favor nuestro.

Ahora disponemos de explicaciones científicas sencillas, comprobables y coherentes sobre el origen del universo y de las especies. Las religiones argumentan que los conocimientos actuales son la demostración de que el creador de todo lo que existe es más ingenioso de lo que pensábamos. Las descripciones en los libros sagrados no son verdades reveladas por un dios, al cual no podemos ni imaginarlo, sino anécdotas con las que se trataba de dar alguna explicación a las gentes en esos tiempos, son creencias obsoletas. ¿Cómo explicarán, por ejemplo, que la explosión del big bang fue diseñada y realizada, miles de millones de años antes, con el fin de que los humanos del planeta tierra fueran el centro del universo? ¿Qué las inundaciones del norte de Inglaterra serían el castigo por haber permitido la aprobación de leyes a favor de los homosexuales? ¿Qué la desaparición masiva de tantas especies a lo largo del tiempo geológico tuviera como finalidad la presencia de los humanos?

Diseñador y creador absoluto y omnipotente

¿Se puede aceptar en un diseñador y creador divino, tanto derroche, tanto capricho, tanta imprecisión, tanta crueldad, tanta indiferencia en la evolución del universo? ¿Por qué este diseñador creador se aparece principalmente a campesinos analfabetos y en regiones desérticas? ¿Es cierto que los sacerdotes pueden reencarnar este dios en pan y vino y distribuirlo como alimento espiritual a sus feligreses? Después de más 2000 años estos feligreses deberían ser semidioses, o existir en ellos solo virtudes y amor. ¿O será esta una componenda más para que unos cuantos avivatos ejerzan poder sobre la gran mayoría de los seres humanos, pobres de espíritu?

Agnosticismo

Los agnósticos son personas que no repudian de manera absoluta a dios ni a la religión y no hacen manifestaciones de fe.

Ateísmo

Algunos ateos ponen en duda la existencia de un dios interviniente, otros demuestran los efectos perjudiciales de la religión. Entendiendo como religión la fe en un ser supremo, la creencia en sus deseos, que nos han sido revelados, y el culto que se debe tributar al ser supremo. Los ateos no niegan la existencia de deidades sino que afirman que no es posible probar su existencia. Los creyentes no religiosos como Thomas Jefferson y Thomas Pain, aceptaron que la magnificencia del orden natural exige la existencia de una fuerza ordenadora. Pero los religiosos van más allá y aseguran que la fuerza creadora interviene además en todos los asuntos humanos, en sus diseños, desarrollos y desenlaces. Hubo épocas en que los paganos denunciaron como ateos a los cristianos y lo cristianos a los musulmanes. Destruían sus santuarios y prohibían sus rituales. Hoy en día aun continúa la profanación religiosa. Los cristianos de hoy violan la santidad de los templos ajenos desde Bamiyán hasta Bagdad, pasando por Belfast. Ateo es quien no cree en algún dios. Los monoteístas afirman que ateos son quienes no creen en el dios de ellos. Este concepto persiste de forma aterradora, los creyentes se pelean y hasta se matan por estas luchas de doctrinas. Estas reyertas religiosas han entorpecido el desarrollo de la civilización y en la actualidad ponen en peligro la existencia de toda la humanidad y podrían llegar a destruirla. A las personas inteligentes no se les ocurre que tengan que creer en cualquier dios para no ser considerados ateos por alguna de las religiones. Existe la necesidad del ateísmo, por ejemplo, para quienes atribuyen la existencia del universo a las leyes de la física y la biología y no a un plan divino. A muchos ateos les gustaría que fueran verdad los mitos, porque no pueden sostener la incredulidad como es debido y les entristece haber perdido la fe.

Credulidad religiosa

¿Por qué creemos y muchas veces con fanatismo tantas cosas que racionalmente son absurdas y nocivas?

Porque la religión fue la primera tentativa de nuestra especie para explicar la realidad en una época donde no había nociones de ninguna ciencia. Ignorábamos las leyes físicas, las fuerzas naturales, no sabíamos de transformaciones químicas, de microorganismos, ni la causa de las enfermedades. Creíamos que el aire que nos rodea estaba poblado por duendes, ángeles y demonios.

Aceptábamos que había un dios que se comunicaba a través de truenos y relámpagos. No sabíamos que nuestro planeta era esférico y menos que vivíamos en un universo de magnitud inconcebible. Ignorábamos nuestra procedencia por evolución en la cadena animal y también nuestro estrecho parentesco con ellos. Los más hábiles impusieron un manto de ignorancia y miedo para aprovecharlo en su favor e impidieron por todos los medios que nos despojásemos de él. Por la estupidez humana estamos siempre en disposición de dejarnos convencer. Las religiones insisten en los fenómenos celestes extraños y otros fenómenos difícilmente cuantificables como los sueños y las visiones. Todo ello satisface nuestra estupidez innata y nuestra disposición a dejarnos convencer a pesar de pruebas en su contra. Somos animales que buscamos pautas y nuestra inteligencia inquieta, nuestra gran curiosidad, nos lleva a preferir cualquier teoría a ninguna. Las religiones desde siempre nos han tenido convencidos de que somos el centro del universo y de que todo está dispuesto pensando solo en nosotros.

Los monoteístas

Van de puerta en puerta intentando convencer a los demás de que las únicas verdades reveladas por dios son las que ellos creen. Se empecinan que sus seudociencia es la única que debe ser enseñada. Que el universo y todos los seres fueron creados directamente por su dios. Que tenemos que creer y venerar incondicionalmente a todos sus legítimos representantes en la tierra. Que se debe eliminar en guerra santa a quienes no crean en su religión, no cumplan con los mandamientos o con las órdenes de su iglesia. Predican que toda moral y ética proviene sólo de su dios y que sin ella se elimina la propiedad privada, se fornica en las calles, se impone el crimen y el pecado. Condenan a la muerte eterna y al infierno a los creyentes de otras religiones.

Ética y moral

¿Ahora que ha decaído tanto la religión, que pasa con la ética y la moral? Como fuente de reflexión ética y espejo en que se reflejan los dilemas humanos, la tradición literaria es infinitamente superior a las parábolas y moralejas infantiles de los libros sagrados, a las admoniciones sanguinarias y sectarias de algunos predicadores. Para revisar el mundo desnudo, estrecho, estreñido y temeroso de Agustín, Tomás de Aquino, Lutero, Calvino y Osama Bin Laden, nadie mejor que los novelistas y poetas serios que tratan este tema densamente, como George Eliot, James Joyce y Joseph Conrad.

Ahora disponemos de explicaciones coherentes sobre el origen del universo y de las especies. ¿Pero las explicaciones anteriores no son acaso una demostración de que el creador de todo lo que existe es más ingenioso de lo que pensábamos? ¿Alguien o algo dio la orden de que la materia explotara (el big bang) y más tarde de que empezara el proceso evolutivo de las especies en el planea tierra? Stephen Hawking ha demostrado que la fuerza de gravedad originó el big bang y varios científicos han demostrado que cuando los componentes y las condiciones necesarias se reúnen, se forman las células e inician sus procesos vitales

¿Cómo podemos demostrar que desde el big bang todo estuviera planeado para que miles de millones de años más tarde en el minúsculo planeta tierra apareciera la especie humana. Y peor aún como lo afirman varios obispos, que algunos pueblos fueron castigados por escándalos sexuales? ¿Quién trazó ese inconcebible plan? ¿Cómo justificar que la inmensa extinción de especies, un número más o menos igual al de las especies que existen, tuvieran que desaparecer para que apareciera la especie humana? ¿No es ésta una posición extrema e inaceptable de egocentrismo y autoestima de las religiones para el ser humano, que por otra parte tratan de imponerle una modestia casi masoquista ante el mismo creador? ¿Por qué las religiones han tratado de prohibir y reprimir con tanta crueldad cualquier descubrimiento?

¿Por qué ese diseñador y creador es tan derrochador, caprichoso, impreciso, cruel e indiferente? ¿Y por qué se aparece solo a persona ignorante, solitaria y no a personas capacitadas? ¿Esas fanáticas ideas no tendrán como objetivo que los más afortunados ejerzan poder sobre los más desfavorecidos? No se puede afirmar, como lo hacen las personas religiosas, que esa fuerza creadora conoce por anticipado e interviene en todos los asuntos humanos. Saber por anticipado por ejemplo lo que comeremos, las relaciones sexuales que tendremos, el desenlace de las peleas y guerras.

Hay cosas en que se puede creer, pero no en absurdos naturales y científicos, como nacimientos sin pérdida del himen de la virginidad, resurrección de personas científicamente muertas, humanos que simultáneamente son dioses. Muchos científicos y filósofos sostienen que no puede haber milagros, ni que los habrá jamás. Según Einstein el verdadero milagro consiste en que no se pueden cambiar los procesos naturales ni sus resultados. Los milagros pertenecen a leyendas de magos y chamanes capaces, según ellos mismos, de obrar prodigios por medio de la hechicería. La especie humana lleva existiendo más de 150.000 años, un instante en el calendario geológico o evolutivo, pero un tiempo muy largo en la historia humana. Durante más de 140.000 años nacieron, vivieron, murieron, no tuvieron premio ni castigo, multitud de seres humanos. Durante todo ese tiempo los dioses observaron con indiferencia su historia. Solo hace unos 6.000 años decidieron intervenir y redimir a la especie humana a través de las religiones. ¿Cómo es posible aceptar o creer una leyenda con tanta insensatez? Nos han antecedido muchas creencias religiosas. Nuestros antepasados fueron también religiosos, erigieron templos y altares e hicieron ofrendas y sacrificios con el debido temor. Sus religiones fueron de origen humano, como lo han sido todas. El debate sobre ética y moral continuará. Hay cosas, que por naturaleza repugnan al ser humano como las anteriores. Hay prácticas espirituales donde engañosamente hacen aparecer pruebas para entusiasmo de bobos.

Todavía hay científicos convencidos de que sus descubrimientos son compatibles con el plan del creador. Esto demuestra la extrema tozudez con que personas inteligentes se aferran a opiniones religiosas. Isaac Newton creyó en la alquimia. Joseph Priestley en la teoría del flojisto. Alfred Russel Wallac frecuentaba sesiones de espiritismo. Mientras no se rechace a los dictadores cuya autoridad dicen se apoya en lo sobre natural, nunca se derrotará del todo el absolutismo o la arbitrariedad, la tiranía del hombre sobre el hombre o sobre el pensamiento de los demás. A muchos les parece deseable la hipoteca de su existencia a un despotismo permanente e inalterable, que los sometan a una vigilancia continua, puedan condenarlos por delitos de pensamiento y los consideren propiedad privada después de la muerte. Cuanto nos alegra de que no haya ninguna prueba en apoyo de esta horrible tesis, que constituye una negación absoluta de la libertad humana. Cuanta gratitud debemos sentir por muchos valientes como Galileo, Darwin y Einstein, que no se dejaron engañar por rabinos, curas e imanes. Decir que creemos, que somos una especie animal con defectos, puede traernos consecuencias desagradables y hasta vergonzosas. Es perjudicial también negarse a ver los efectos de la realidad. Ninguna postura ética seria se basa en negarse a ver las cosas porque sí. Hubo una época en que imperaba la religión y obligaba a estar de acuerdo con maldades como la esclavitud, la tortura o la crueldad.

Problemas

Las religiones enfrentan en la actualidad graves problemas:

Son valederas solo donde puede imponerse el miedo y mantenerse la ignorancia. Luchan por conservar su antigua ventaja de ser las únicas que pueden educar a los niños. Se ven obligadas a competir en el mercado libre de las ideas, donde han pasado a ser una opinión más entre varias. Se ven sometidas continuamente a un debate abierto y a un análisis libre. No son obedecidas como antes en los parlamentos, colegios y medios de comunicación. Están desacreditadas y en decadencia. Sus prohibiciones del divorcio, el aborto, algunas publicaciones y opiniones no son aceptadas masivamente. Sus doctrinas absolutas aparecen ridículas y las van eliminando, como sucedió con el limbo y el infierno.

Los escándalos como la violación de niños y del celibato por los clérigos ha cobrado fuerza. La falta de fe bien argumentada se extiende por la amplia difusión de los descubrimientos de la ciencia y la razón. Las personas civilizadas cada vez tienen más claro que sus principales problemas son de origen religioso. Los partidos de dios y los guerreros religiosos cada vez son más agresivos al tratar de detener los avances de la sociedad moderna. Refuerzan sus discursos y acciones apocalípticos sobre la consecución de armas modernas capaces de destruir a todos los enemigos de su religión. Intentan cambiar la enseñanza de la ciencia en los colegios por una seudociencia embrutecedora.

Criminalizan la homosexualidad, prohíben la investigación con células madres e intentan mantener la ley mosaica en los juzgados. Desde Roma el Papa pontifica que son peores los condones que el sida. Los talibanes, los mulás, los rabinos y los cardenales no pierden oportunidad para condenar manifestaciones culturales o científicas que contradigan sus dogmas. Es urgente el compromiso, la resistencia contra los guerreros de la fe, aunque sean los enemigos más antiguos de la humanidad.

Vivir con temor religioso

El rechazo del concepto de dios no es suficiente para la emancipación intelectual o moral. Es solo el abandono de la infancia religiosa y la renuncia a un lugar especial en el plan divino. Hay muchos sádicos y asesinos que aseguran oír voces celestiales que les ordenan cometer los crímenes.

Muchas personas no renuncian al dogma religioso por el temor a convertirse en nihilistas o sádicos, libres de hacer lo que les venga en gana. La religión pide conservar los antiguos temores y prohibiciones y vivir en guardia, armados y en fortalezas.

Falsas afirmaciones

Algunos sostienen que la religión forma parte de nuestra naturaleza humana y por ello no se puede erradicar. Pero si la religión es innata, también lo será dudar de ella y aceptar nuestras debilidades. Mientras tengamos miedo de la muerte o de la oscuridad y persistamos en nuestro egocentrismo, no dejaremos de fabricar dioses e inventar ceremonias que les agraden. Al mismo tiempo seguiremos encontrando invenciones ingeniosas, ironía o escepticismo. Se dice que no creer en el despotismo celestial tentador y terrible, convierte la vida en árida, tediosa y cínica. Una existencia sin ningún consuelo, sin conciencia de lo divino y trascendental.

Vivir felices

Para el ser humano vale la pena vivir, rechazar con estoicismo las ilusiones y embellecer el panorama de la vida con cosas bellas y placenteras, como las maravillas de la naturaleza, los descubrimientos de la ciencia, el consuelo y la ironía de la filosofía, los esplendores infinitos de la literatura, la poesía, la música y la arquitectura. Estas actividades nos proporcionan durante toda la vida un sentido de sobrecogimiento y magnificencia, sin necesidad de ninguna invocación a lo sobre natural. A las personas armadas de arte, cultura, literatura y filosofía, les ocasiona aburrimiento y hasta nauseas, los cuentos de fantasmas, ovnis, experiencias espirituales y balbuceos del más allá. Muchos por ejemplo, se han prendado de la simetría y grandeza del Partenón, sin necesidad de participar en los cultos de Atenea o Eulises, o en los imperativos del imperialismo ateniense.

Otros escuchan a Mozart o admiran a Chartres y Durham sin ninguna nostalgia del feudalismo, del monarquismo o la venta de indulgencias.

 

 

Autor:

Rafael Bolívar Grimaldos

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente