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Las relaciones internacionales: El debate modernidad-postmodernidad (página 2)

Enviado por Estuardo Meneses


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Uno de los enfoques tiene que ver con los modelos posmodernistas en el análisis de las relaciones internacionales. Algunos de los conceptos que se debaten tienen que ver con poder, conocimiento, soberanía, entre otros. En particular los conceptos poder/conocimiento han sido, generalmente divorciados en las teorías científico/ortodoxas tradicionales pero, como señala Devetak, "…tal como afirman los posmodernistas, están dialécticamente relacionados, son mutuamente constitutivos: el conocimiento es moldeado por las realidades del poder y, a su vez, éste es moldeador de las mismas. En este sentido los posmodernista emplean la llamada "genealogía", forma de pensamiento histórico que expone la importancia de las relaciones entre poder y conocimiento, y que se preocupa por aquellos aspectos que han sido encubiertos o excluidos de la construcción histórica"[4]

El objetivo de la orientación genealógica es demostrar que no existe en los fenómenos una esencia básica que al ser aprehendida permita elaborar un conocimiento transhistòrico, imperecedero; por el contrarió, los sujetos que elaboran el conocimiento se desenvuelven en un contexto histórico y político particular, de manera que las categorías que emplean están influenciadas por el mismo.

Introduciendo el concepto de "descontrucción", los posmodernistas intentan demostrar que las oposiciones dicotòmicas propias del positivismo de la ciencia moderna son insostenible por la sencilla razón de que ambos conceptos están implicados mutuamente y por tanto no tiene sentido privilegiar a uno de ellos por encima del otro. En función de esta premisa se retoma la noción de "régimen de verdad" de Foucault y se procura esclarecer qué factores han intervenido para que determinadas representaciones de la realidad hayan adquirido una posición dominante, para presentarlas como "la verdad" y excluir otras formas de explicación alternativas.

Se aproximan a los posmodernistas los enfoques provenientes de la Teoría Critica cuando afirman que "las teorías siempre están embuidas en la vida social y política"[5], de manera que responden siempre al contexto en el cual se desarrollan. En función de esto, los teórico críticos imprimen a la teorización una finalidad diferente, pues si bien reconocen esa importancia del contexto social, propician la emancipación, el mejoramiento de la existencia humana, lo que es posible en la medida que las teorías no son empleadas para justificar una determinada realidad.

La teoría "feminista" de las relaciones internacionales incorporan al elemento critico la noción de genero y enfatiza la importancia de los roles sexuales, para llegar a comprender cómo se establece la política exterior y por qué las naciones se comportan del modo que lo hacen.

Estos enfoques tratan de demostrar, que las construcciones acerca de lo femenino y lo masculino influyen en la auto identificación de las personas como hombres y mujeres, lo cual tiene un impacto en su manera de desenvolverse el mundo. Según los feministas "los estudios feministas han establecido que la identidad del sujeto moderno (…) no es neutral en género, sino que es masculina. El privilegio no reconocido de la experiencia y perspectiva masculina –androcentrismo- ha estructurado profundamente nuestras categorías conceptuales y actividades concretas"[6]

Se reconoce por la comunidad científica que estudian las relaciones internacionales que, los presupuestos teóricos de los feministas en los aspectos relativos a la identificación, la identidad y el género han constituido un paso adelante en la forma de teorizar, pues incorporan elementos que usualmente han sido ignorados.

Así como el resto de las orientaciones paradigmáticas los feministas producen una revisión crítica de las dicotomías, que han servido de base a las explicaciones tradicionales. Si postmodernistas y críticos señalan que estas dicotomías tienen su fuente en la jerarquización de dos términos considerados opuestos, los feministas van mas allá y afirman que los términos que han sido privilegiados en cada uno de estos pares dicotómicos son normalmente asociados con los atributos masculinos, racionalidad, autonomía, objetividad y otros.

Por las razones anteriores se han construido explicaciones no solo reduccionistas y unilaterales, sino sobre todo se han dado determinadas interpretaciones que han favorecido a la exclusión y denigración de lo femenino. Contrariamente a lo que pueda parecer erróneamente, este enfoque no busca la sustitución de lo masculino por lo femenino sino el reconocimiento de la interacción de ambos elementos.

La realidad mundial que aparece tan compleja provoca la interrogante de la posibilidad real de identificar un patrón dentro de tanta complejidad. Uno que se introduce en el análisis de esta situación de cambio es el teórico Rosenau, que con su modelo "paradigma de la política postinternacional" o de la ("turbulencia"), intenta ordenar una serie de fenómenos con la intención de demostrar que en medio del desorden, que parece caracterizar los asuntos mundiales en el fin de siglo es posible identificar al menos un conjunto de patrones que nos permitan, aunque sea parcialmente, ese proceso de transformación que sacude al sistema global. Su propuesta no es perfecta y está sujeta a la crítica, pero no cabe duda de que signifique un paso hacia la comprensión de la realidad contemporánea.

El calificativo pos internacional obedece al hecho de que las transacciones e interacciones en el mundo de hoy no se realizan exclusiva ni siquiera principalmente entre Estados–Naciones. Este modelo es también llamado paradigma de la turbulencia, en virtud de que el sistema mundial experimenta todavía una situación de cambio dinámico, de alteración de sus parámetros fundamentales, y cuya configuración final aún no podemos precisar.

Rosenau define así estos parámetros: a) Parámetro individual, orientacional o micro parámetro integrado por las relaciones y habilidades individuales que son sacudidos hoy por una revolución de las habilidades, o incremento de las capacidades cognoscitivas y emocionales de los individuos b) parámetros relacional, consiste en las relaciones de autoridad que se establecen entre los individuos en el nivel micro y las colectividades en el nivel macro a los cuales aquellos están ligados.

En este caso, la transformación se traduce en una crisis global de la autoridad, el paso de una concepción tradicional de legitimidad fundamentada en criterios normativos a otra basada en el desempeño y la reestructuración de las lealtades individuales. c) Parámetro estructural o macro parámetro que hace referencia a la estructura de la política mundial, a la distribución del poder prevaleciente en la misma. Se caracteriza actualmente por una bifurcación en esa estructura que se evidencia en la coexistencia de dos mundos claramente identificables, aunque solapados y en permanente interacción; el estado céntrico y el multicentrico.

La turbulencia proviene de dos factores básicos. En primer lugar, de una alta complejidad y dinamismo, complejidad que está dada por la existencia de gran cantidad de actores en el sistema, en situación desordenada y altamente interdependiente entre si, el dinamismo es definido como una gran variabilidad en la conducta de tales autores. En segundo lugar, la turbulencia es consecuencia de las transformaciones que experimentan lo que Rosenau ha definido como los tres parámetros básicos de la vida internacional producto de la acción de un conjuntos de causas entre las cuales señala; proliferación de autores, impactos de las tecnologías dinámicas, la globalización de las economías nacionales, el advenimiento de los temas de la interdependencia, el debilitamiento de los estados y la reestructuración de lealtades y la expansión de la pobreza en el tercer mundo.

Otras propuestas de los que pudiera ser el escenario mundial futuro elaborada recientemente y que ha logrado atención dentro de la comunidad académica y política las encontramos en las tesis de F. Fukuyama sobre el pretendido "Fin de la historia" , las tesis S. Huntington y su "Choque de civilizaciones" y las de R. Kaplan con ""La anarquía futura"

Para Fukuyama la caída del Comunismo y el fin de la Guerra Fría significaron el triunfo incuestionable del liberalismo político y económico a nivel mundial. Occidente triunfó y la historia entendida como la evolución de las ideas de la humanidad había llegado a su fin y la aceptación de las ideas de la democracia liberal constituía la última etapa en esta evolución de las ideas.

Dos elementos sustentan la idea de este autor acerca de una "historia orientada":

  • 1. El avance la Ciencia natural moderna, que se traduce en un desarrollo económico uniforme y la posibilidad de acumulación ilimitada, con un efecto unificador que conduce a que los Estados tiendan a parecerse cada vez más, independientemente de sus herencias culturales o históricas, a medida que avanzan en su modernización económicas. El punto de esta ultima estaría, entonces, en la aceptación del liberalismo económico.

  • 2. "La lucha por el reconocimiento", un concepto basado en la noción platónica de thymos, según la cual los hombres luchan por lograr su reconocimiento en tanto seres humanos con dignidad, algo que el liberalismo económico no puede garantizar y que solo la democracia está en posición de ofrecer.

Aunque resulta atractiva la idea de la lucha "por el reconocimiento" la argumentación es errónea en varios aspectos. Por una parte no puede afirmarse que en el futuro no surgirán ideologías contrapuestas a la democracia liberal ni que en el seno de ésta última no se producirá contradicciones. Incluso, porqué hablar de un triunfo de Occidente a partir de la supuesta victoria de la democracia liberal como si esta fuera la ultima del desarrollo humano representante del orden más acabado y perfecto posible. ¿Acaso solo pueden ser exitosas las democracias al estilo de occidente?

Fukuyama afirma que "en el fin de la historia no es necesario que todas las sociedades se conviertan en democracias exitosas, simplemente que acaben sus pretensiones ideológicas de representar formas de sociedad humana diferentes y superiores"[7] , lo cual equivale prácticamente a decir que basta la mera aceptación de las ideas democráticas para hablar del triunfo de la democracia liberal y del fin de la historia.

Después de todo, la democracia liberal, como estadía de máxima perfección a que arriban los hombres en el fin de la historia, parece llevar en sus seno el germen de su propia destrucción pues después de garantizar la libertad y la igualdad los hombres se sienten todavía insatisfecho con este novel estadio y pueden poner en marcha la rueda de la historia. En palabras del autor "la experiencia sugiere que si no existe una causa justa por la cual combatir, porque esta causa justa salió triunfante en generaciones anteriores, entonces los hombres lucharán contra esa causa justa. Lucharán meramente por luchar. Lucharán, en otras palabras, debido a cierto aburrimiento, pues no pueden imaginar la vida en un mundo sin lucha"[8]

Para Huntington la fuente fundamental del conflicto en el nuevo orden mundial serán las divisiones de la humanidad en diversas civilizaciones y culturas. Al igual que Fukuyama cae en el mismo error de lo que podríamos llamar "culminismo" al señalar que "el conflicto intercivilizacional constituye la ultima fase de la evolución del mundo moderno"[9] El mayor contacto intercivilizacional producto del desarrollo de las tecnologías de comunicaciones agudizará las diferencias entre ellas y las inducirá al conflicto.

Las tesis de Huntington pueden ser rebatibles en diferentes aspectos. Ante todo no se puede compartir la afirmación que hace cuando señala que los conflictos más violentos de la historia han sido intercivilizacionales. En segundo lugar, su división de las civilizaciones es bastante cuestionable al colocar por ejemplo, a nuestro continente fuera de la civilización occidental. A esto se agrega el hecho de que en el contexto contemporáneo determinados intereses económicos y comerciales pueden ser puesto por encima de las diferencias culturales y las fuerzas de la interdependencia pueden conducir a una necesidad de incrementar la cooperación ante problemas que afectan a todas las civilizaciones por igual.

Una lectura cuidadosa de la tesis de Huntington revela lo que realmente esconde; el temor de de los Estados Unidos ante el "otro", así como el enorme poderío que viene alcanzando China. Basta detenerse en que el autor hace referencia a siete u ocho civilizaciones mayores sin hacer comentarios sobre la mayoría de ellas y solo se centra en la civilización islámica.

Por último, y no menos influyente, nos encontramos con las tesis R. Kaplan acerca de la anarquía que debemos esperar que caracterice el futuro sistema mundial. A partir de la experiencia aislada de Sierra Leona afirma que el desorden, el desequilibrio interno y el atraso evidenciado en ese país constituyen una buena muestra de lo que sucederá en África occidental primero, y el resto del mundo después. [10]el futuro de África occidental será, eventualmente, el futuro del resto del mundo" Una lectura de su obra pone al descubierto la tendencia del autor a atribuir a los países subdesarrollados toda suerte de manifestaciones anárquicas, desastres ambientales, debilidad política, enfrentamientos tribales y guerras de las cuales parecen estar exentos los países desarrollados.

De hecho recurre a lo señalado por Fukuyama cuando habla de "Estados en el fin de la historia" y Estados dentro de la Historia" para contrastar la situación de los países desarrollados o los subdesarrollados. Mientras los primeros podrán disfrutar de altos niveles de protección y bienestar, al punto de "domesticar" el medio ambiente, los segundos se hundirán cada vez más en una situación indeseable y perniciosa. En última instancia lo que está detrás del ensayo de Kaplan no se diferencia de las ideas de Huntington.

Este proceso de reelaboración teórica, que viene manifestándose en la dinámica de las relaciones internacionales es la reflexión que caracteriza el tercer debate, el cual no ocurre en abstracto sino que es reflejo de transformación real que representa un segundo nivel de exigencia para América Latina.

La gran mayoría de los nuevos paradigmas coinciden al señalar el proceso de globalización neoliberal como fuente de cambio y como clara tendencia en la escena mundial. Por las características de estos procesos y sus posibles efectos, resulta imprescindible estudiarlos y considerar las consecuencias que ellos pudieran acarrear para nuestra región.

Particularmente acertada es la valoración de Ake cuando señala que en lugar de homogenización se refiere a un proceso hegemonizacion; "La Globalización articula la estructuración y dinámica del poder (…) Como un proceso de hegemonizacion, la globalización uniforma y jerarquiza; la hegemonía no entraña la radicalización de la diversidad, ella la articula y relaciona las diferencias sin eliminarlas"[11]

Recogiendo los aspectos que hemos mencionados hasta ahora, no resulta muy difícil darse cuenta de importante que es para Latinoamérica tomar notas de todas las trasformaciones teóricas y empíricas que se pone de manifiesto en el sistema mundial del fin de milenio. En efecto, sin temor a ser exagerados, consideramos que América Latina se encuentra hoy en una coyuntura histórica crucial, cuyo desenlacé positivo y negativo dependerá de la capacidad de respuesta que nuestra región exhiba para hacer frente a las exigencias que se plantean tanto en el ámbito de la consecuencias, que procesos como la globalización, la interdependencia y la transnacionalizacion pueden tener sobre la misma.

Lamentablemente, hasta ahora el estudio de las relaciones internacionales se ha realizado fundamentalmente en la comunidad académica norteamericana y europea. Latinoamérica ha permanecido prácticamente ausente del debate teórico en materia de relaciones internacionales, salvo por algunas visiones como la teoría de la Dependencia, elaboradas en contextos históricos muy particulares, pero que han tenido un bajo impactó en el desarrollo y la compresión de la política mundial.

Esto no solo nos ha colocado en una posición marginal a nivel académico, si no que además nos ha convertido en receptores pasivos de las consecuencias derivadas de la aplicación de los enfoques elaborados en otras latitudes.

Podemos concluir sin temor a equivocarnos que América Latina, junto con otras regiones del mundo, sufrió los impactos negativos de los modelos legitimadores de un orden internacional que fue concebido como anárquico, basado en la lucha, la desigualdad y el privilegio de los ¨poderosos¨. Dentro de ese juego político mundial sustentado por las imágenes político- estratégicas de jerarquía y violencia interestatal contenidas en los modelos que en su mayoría aceptamos pasivamente, a Latinoamérica le correspondió sentarse en la bancada de los "desfavorecidos", de aquellos dotados de menores capacidades¨, para utilizar los términos de Kennerh Waltz, nuestro papel en las relaciones internacionales se redujo prácticamente a aquel que nos fue asignado, y que nosotros decidimos aceptar, dentro de las visiones del mundo elaboradas en los grandes centros de construcción de teoría sobre la política mundial.

Creemos que América Latina tiene hoy una oportunidad incomparable y en extremo interesante para darle una respuesta a esta situación. La riqueza de enfoques teóricos que forman parte del Tercer Debate y de los intentos por comprender el proceso de transformación mundial debe ser reconocida y estudiada en Latinoamérica, con la finalidad de rescatar los numerosos elementos valiosos que se plantean en tales propuestas y que en algunos casos tiene como ambición expresa la de propiciar un cambio en la dinámica que hasta ahora caracterizó las relaciones internacionales.

Pero el esfuerzo no debe terminar allí; consideramos imprescindible que la comunidad académica latinoamericana complemente esos elementos valiosos con aportes originales en los que se ofrezcan nuestra propia óptica acerca de las relaciones internacionales y se planteen sugerencias para propiciar un mejoramiento en las condiciones de vida y en las posibilidades de inserción internacional de toda la América Latina.

La tarea es también impostergable, pues al analizar enfoques como los de Fukuyama, Huntington o Kaplan no podemos menos que sentir temor ante las implicaciones que tales visiones del mundo pueden tener para nosotros. En este sentido debemos tener presente que la ideas y los modelos discutidos en las comunidades epistémicas trascienden las paredes de la Academia y pernean el proceso de toma de decisiones, imprimiendo su huella en el tipo de relación que los diferentes Estados se plantean con el mundo que les rodea.

Analistas como los que hemos mencionado han sido- y muy probablemente continuaran siendo influyentes en el proceso de formación de la política exterior norteamericana y podemos esperar, que sus particulares concepciones acerca de lo que ocurre más allá de las frontera de Estados Unidos y de los que Huntington denomina civilización occidental (Huntington, 1993) se traduzcan en orientaciones de política no siempre beneficiosas para Latinoamérica. Ciertamente no podemos seguir aceptando visiones como estas, cuyas implicaciones pudiera ser tan nefasta como las que nos tocó experimentar durante la etapa de preeminencia del realismo político.

Nos encontramos, entonces, en un contexto adecuado para impulsar la participación creciente de la academia latinoamericana en las grandes discusiones teóricas y en los diversos foros internacionales, en los que se debate acerca de la política mundial, aspecto en el cual se observan ya síntomas muy alentadores, los estudiosos de las relaciones internacionales latinoamericanas debemos preocuparnos cada vez más por abrirnos un espacio en estos círculos y por prestar nuestras propias conclusiones, en torno a la dinámica de las relaciones internacionales.

Al interior de las fronteras regionales le corresponde a la Universidad latinoamericana y en general, a todos los centros de estudios regionales propiciar la discusión de los temas internacionales y crear los mecanismo de incentivo adecuados, para que los miembros de la comunidad epistémica regional se sienta motivados a investigar sobre estos temas y a construir teorías y modelos para la toma de decisiones en este campo.

El hecho de que hoy nos encontramos defendiendo una tesis de doctorado sobre las relaciones internacionales en Cuba constituye un indicio positivo de la gran preocupación e inquietud intelectual e interés así como interés que los temas internacionales están cobrando a nivel regional.

Junto con la necesidad de comprender lo que sucede a nuestro alrededor y cómo ello se manifiesta dentro de las fronteras regionales consideramos que, el debate teórico, sobre las relaciones internacionales que esperamos tenga lugar en América latina de manera creciente en los años venideros sea amplio y orientador.

Es impostergable la elaboración de lo que A. George (1995) denomina conocimiento políticamente relevante, es decir, conocimiento que no se restrinja a los más abstractos niveles de reflexión teórica si no que constituya una orientación adecuada, para la elaboración de políticas concretas que nos permitan hacer frente a los complejos retos, que el mundo de la globalización y la interdependencia nos plantean.

En este orden de idea así como resulta imperativo que en Latinoamérica se impulse el estudio de las relaciones internacionales, también estimamos necesario que se propicie al cierre de esa brecha, que existe entre la academia y los círculos de tomas de decisiones y formación de políticas.

Por otra parte, los aspectos mencionados aquí en relación con la globalización y regionalización, características del contexto mundial contemporáneo, ciertamente motivan profundas reflexiones acerca de los retos empíricos de los cuales deberá enfrentarse una región como América latina. En cada uno de tales aspectos hemos visto como las características de estos procesos conllevan una serie de exigencia para los países subdesarrollados en general y para Latinoamérica en particular.

Junto con ese impulso en pro de la construcción de teorías latinoamericanas en el ámbito de las relaciones internacionales, deben propiciarse un análisis de procesos a nivel regional. Por ahora intento presentar algunos aspectos que estimamos conveniente explorar en detalles, como parte de retos empíricos a lo que deberá hacerle frente Latinoamérica en el futuro próximo.

 

 

 

 

Autor:

Dr. C. Estuardo Meneses

[1] Ferguson, y Mansbach, R. “Between Celebration and Dispair; constructive Suggestions for future international Theory.” International Studie Quarterly,No. 35,1991 P.365.

[2] Burchill, S./ Linklater, A Theories of Internacional Relations, St. Martin´Press, New York, 1996

[3] Ver: Ltttle, R. “Internacional Relations and the Triumph of Capitalism.” The Pennsylvania State University Press, University Park,1995

[4] Devetak, R. Tjhories of Internacional Relations, St. Martin`s Press. New York,1996, p. 181

[5] Devetak, oc. pp.188-190

[6] Paterson, V. Spike, S. Globalization; Theory and Practice, Pinter, New Cork,1996, p. 18

[7] Fukuyama, F. “El fin de la Historia y el ultimo hombre” Editorial Planeta. Buenos Aires. Argentina. 1992, p. 18

[8] Fukuyama, F. oc. p.443

[9] Huntington, S. “No exit; The errors of Endism” Foreign Affair Agenda, The new Shape of World Politics New York, 1997. p. 5

[10] Kaplan, R. “La Anarquía futura , separata, El Libro Actual, No. 19,1996

[11] Ake C. The New World Order Avew from Africa. Foreign Affais. Volumen 72 No. 4 1993. p.23

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