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El capitalismo neurótico (página 2)

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CAPÍTULO II

LOS MEDIOS DE INFORMACIÓN MASIVOS-IDEOLÓGICOS

En virtud de que la clase social dominante en el modo de producción capitalista ha ideologizado el concepto de comunicación, iniciaremos este capítulo precisando la diferencia entre información y comunicación.

Son tres los elementos que componen la información; la fuente, el mensaje y el destino.

ESQUEMA DE INFORMACIÓN

FUENTE —–MENSAJE — DESTINO

La comunicación, contraria y complementaria de la información, postula una relación simétrica en la que un transmisor-receptor se relaciona, a través de un saber común, con otro transmisor-receptor.

ESQUEMA DE LA COMUNICACIÓN.

TRANSMISOR-SABER COMÚN-RECEPTOR-TRANSMISOR TRANSMISOR " " " "

TRANSMISOR " " " "

TRANSMISOR " " " "

TRANSMISOR " " " "

La diferencia es que en la comunicación los receptores se convierten en transmisores, por medio de un saber común.

Mientras la información conviene a una clase explotadora para controlar a sus dominados, la comunicación es la más adecuada para una verdadera relación entre seres humanos libres.

En el capitalismo decadente ("neoliberal"), la información se ha convertido en masiva:

RECEPTOR

RECEPTOR

RECEPTOR

FUENTE -MENSAJE- RECEPTOR

(EMISOR) RECEPTOR

RECEPTOR

RECEPTOR

La fuente, el emisor o transmisor en la actualidad, se ha institucionalizado.

Es un instrumento de control ideológico al servicio de los capitalistas, dueños de los medios de información.

La información es autoritaria por dos razones: por ser instrumento ideológico de la burguesía y por su estructura vertical de arriba hacia abajo.

Es decir, desde un transmisor que dicta órdenes a un receptor o receptores que escuchan, leen o ven callada y sumisamente.

Así como un soldado raso no se comunica con sus jefes, quienes le ordenan lo que debe realizar, un televidente se reduce a recibir toda la ideología informativa que los capitalistas inoculan en su cerebro.

La relación entre el receptor sumiso y mudo y el medio informativo autoritario burgués, es como un diálogo entre un sordo y un charlatán.

Aparentemente los medios de información burgueses se presentan como medios de diversión y entretenimiento, cuando en realidad, detrás de la cáscara ideológica, encontramos su meollo capitalista: obtener más y más ganancias.

Los medios de información de la clase dominante, no sólo obtienen grandes ganancias y alienan a sus clientes, sino también premian a los adaptados y sumisos, castigan conductas desviadas y reducen la vida humana.

Los taravidentes, por ejemplo, pasan inútilmente gran parte de su existencia frente a la "caja idiota".

Los medios masivos de información, aparatos ideológicos del Estado burgués, sirven para informar, deformar, formar, transformar y conformar la mentalidad de las masas.

  1. Con su lenguaje autoritario los medios de información burguesa amasan los acontecimientos, aburguesan las noticias.
  2. Al apropiarnos las noticias utilizamos palabras que no son nuestras, pronunciamos palabras de nuestros amos capitalistas.
  3. Ejemplificando: Los noticieros por medio de sus locutores utilizan el lenguaje del amo (la clase dominante), falseando, ideologizando la realidad, acomodan la información de los hechos a sus intereses de clase.
  4. Otro ejemplo: Los noticieros no sólo aíslan las noticias de su contexto socio-político, sino también hacen un revoltijo con ellas, junto a hechos deportivos se informa de asaltos de bancos, declaraciones oficiales, etc.
  5. Esta confusión beneficia a los capitalistas quienes desorientan e hipnotizan a la masa proletaria, por esto la noticia es ideología.

CAPÍTULO III

LA PRENSA ESCRITA

Desde su nacimiento la prensa ha servido a las clases dominantes, quienes con su aparato jurídico y su violencia física, han impedido la expresión periodística proletaria.

Con la publicidad comercial, los periódicos alcanzaron una relativa dependencia de los gobiernos capitalistas, para caer en los brazos de los industriales y grandes comerciantes.

La publicidad por su parte, enriquecida con la aportaciones del conductismo (control de la conducta) y el psicoanálisis (control del inconsciente) adaptan a los hombres al smog de la sociedad de consumo.

Ordena aspiraciones y satisface escapes y evasiones.

Su función es doble: utiliza los medios de información como medios de presión sobre la sociedad consumidora y con su aportación económica, presiona políticamente a la información a fin de poder controlarla y adecuarla a los intereses de los capitalistas.

La publicidad, el amarillismo y la plusvalía van de la mano.

Publican encabezados sensacionalistas para ganar la atención del público comprador, aumentan la circulación del periódico y llegan a los altares de las grandes empresas con una cifra suficientemente impresionante para inclinar a los anunciantes a adquirir mayor espacio.

Los periódicos especializan a sus reporteros en el lenguaje de cada grupo de lectores, evitándoles a éstos cualquier esfuerzo mental y entregándoles una información totalmente elaborada, digerida y muchas veces hasta defecada.

La información periodística autoritaria, solo deja a los lectores el desahogo catártico de los chistes políticos, sobre la vida personal de los gobernantes.

Los intereses económicos y políticos que dominan a la prensa y a la información en general son:

  1. Las compañías transnacionales.

2.-El aparato estatal burgués del país.

3.-Las oligarquías nacionales.

4.-Los conductores corruptos y oportunistas de programas noticiosos de radio y TV.

5.-Los directores corruptos de periódicos y revistas.

Otra función de la prensa burguesa es neutralizar el potencial explosivo de la prensa proletaria.

Como el caso del grito lanzado por el patrón al rostro del esclavo, no le quita a éste el uso de la voz, pero lo obliga a enmudecer en su presencia inhibiéndolo para usarla en la protesta o en el combate.

La prensa burguesa prestigia a sus propios líderes, destruyendo así, la memoria histórica de los proletarios, proyecta los intereses narcisistas de la clase dominante en sus páginas sociales, dejándoles a los trabajadores la crónica roja, que resulta ser, la página social proletaria.

LA TELEVISÓN

La TV. funciona como las historietas, revistas, radio, prensa, etc., esparcen los mitos, imágenes y sonidos, etc., que integran el smog propio de la cultura de masas.

No sólo incrementan las ganancias sino también refuerzan los valores de la sociedad burguesa y enajenan e idiotizan a sus televidentes.

Consume tal cantidad de vida humana, que un cálculo conservador arrojó el resultado de 3 años perdidos, 3 años hipnotizados que han tenido los tara-videntes, que durante veinticinco años han estado abobados, con la boca abierta, cuatro horas diarias frente a la "caja idiota".

Su función ideológica esencial es reforzar pautas de conducta sumisa, aprendidas por reflejos condicionados, desde la infancia.

La información autoritaria de la TV. impide el desarrollo de la conciencia crítica de los televidentes, haciéndolos vivir en las novelas, y partidos de fútbol, logran hacerlos morir en la vida real.

La energía mental y el tiempo de trabajo psíquico consumidos frente a la "caja idiota" constituye un verdadero excedente de trabajo inmaterial, una plusvalía ideológica cuyo beneficiario es el sistema de dominación material.

Los técnicos e ideólogos manipulan el inconsciente de las masas para vender sus productos.

Ya Wilhelm Reich había afirmado que la publicidad comercial, se basa en los deseos sexuales reprimidos de los consumidores.

Prueba de ello son los anuncios de cervezas, pinturas, carros, etc., que utilizan mujeres semidesnudas y excitantes para atraer a los compradores.

En cuanto a las telenovelas, su mensaje oculto es lograr que los televidentes acepten sumisa y resignadamente la miseria económica y sexual producida por la sociedad burguesa autoritaria.

CAPÍTULO IV

LA FAMILIA AUTORITARIA

Según el humanismo realista de Marx, el actor decisivo en la historia es la producción y reproducción de la vida inmediata

Esta producción de medios de subsistencia (alimentos, ropa, instrumentos laborales etc.). Se combina con la producción del hombre mismo, la continuación de la especie.

Estos dos factores dan lugar a el trabajo y la familia.

El trabajo, en la comunidad animal, junto con la alimentación de carne combinada con vegetales, fue el principal factor de la transformación del mono en hombre.

Este mismo trabajo, desde la aparición de la propiedad privada en poder de una clase dominante, ha sido el principal factor deshumanizante.

Pues con la actividad laboral alienada en beneficio de los que detentan las riquezas sociales, ha hundido al trabajador, creador de esas riquezas, en un guiñapo humano, miserable en lo económico y en lo sexual.

La familia, también ha cumplido y continúa cumpliendo un papel contradictorio, pues si bien funciona como reproductora de la raza humana, transmite a las nuevas generaciones la ideología de las clases dominantes.

Al reproducir a los hombres, reproduce la organización social que destruyen inhumanamente a las nuevas generaciones.

El primer componente de la familia autoritaria fue el autoritarismo y el segundo es la prohibición sexual.

Desde el surgimiento del primer grupo familiar encontramos ya una prohibición sexual: la relación íntima entre padres e hijos.

La familia consanguínea estaba integrada por hermanos y hermanas, por primos y primas de todos los grados.

La comunidad ya no era una sola familia, se había dividido horizontalmente en varios grupos familiares.

El destino histórico-psicológico de Edipo ya estaba escrito.

En la familia primitiva, aparece otra prohibición sexual: la relación entre hermanos uterinos, primos y primas carnales de todos los grados.

Tanto la familia consanguínea como en la de afinidad estuvieron inmersas en la organización social matrilineal.

La GENS, linaje de descendencia común, fue primero matriarcal y surgió directamente de la familia por afinidad.

La última forma familiar que sirvió de transición entre el matriarcado (propio del comunismo primitivo) y el patriarcado (propio de las sociedades basadas en la propiedad privada), entre las familias de grupo y la familia monogámica autoritaria, fue la familia sindiásmica.

Que estaba formada por parejas conyugales de carácter inestable, en virtud de que no existían fuerzas económicas, morales y jurídicas que asegurasen dicha relación matrimonial.

Al disolverse el vínculo conyugal, los hijos como antes, se quedaban con la madre.

El paso del matriarcado al patriarcado no fue tan fácil y sencillo como dice Engels, sino que fue resultado de la concentración de dotes matrimoniales femeninas en pocas manos masculinas.

El casamiento fue la palanca patriarcal que inclinó la balanza por el lado masculino.

El jefe político de la tribu, con derecho poligámico, concentró riquezas no sólo con las dotes de sus mujeres, sino con las dotes femeninas aportadas a sus hijos y primos.

Con la aparición de la familia monogámica, propia de las sociedades basadas en la propiedad privada en pocas manos, el concepto familia adquirió su verdadera esencia, la de ser FAMULIA, proveniente de FAMULUS, que quiere decir esclavo doméstico y FAMILIA conjunto de esclavos pertenecientes a un mismo hombre.

La mujer se convirtió en la criada (esclava) principal de su esposo.

El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo.

Cuando el hombre empuñó también las riendas en la casa, la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de producción.

Con la familia monogámica, la humanidad conoce la primera forma familiar basada en intereses económicos de una clase dominante, los esclavistas y de un solo sexo: el hombre.

Su objetivo principal fue procrear hijos cuya paternidad sea indiscutible para que hereden, directamente, los bienes de su padre.

El esclavista se adjudicó la poligamia y redujo a su mujer a la monogamia.

La virginidad prematrimonial y la fidelidad conyugal hasta nuestros días siguen siendo requisitos machistas para el matrimonio.

La familia monogámica, basada en intereses económicos prostituyó al amor, convirtiendo a la esposa en prostituta a largo plazo y a la prostituta en esposa a corto plazo.

Hemos visto un elemento de la familia, su monogamia, ahora veremos su segundo componente: el autoritarismo.

Desde la aparición de la propiedad privada en pocas manos, es decir, desde el modo de producción esclavista ha existido el autoritarismo, factor indispensable entre la relación amo-esclavo, explotador-explotado, dominante-dominado.

Todas las formas de explotación del hombre por el hombre, en particular tanto religiosa como económica, tanto del colonizado, de la mujer como del niño, se han aprovechado del fenómeno de la autoridad.

Aparentemente la propiedad se manifiesta como un poder que requiere, sin violencia, un determinado comportamiento.

Desgarrando el velo ideológico que encubre la realidad, notamos que la autoridad no es más que una máscara encubridora de la violencia de la clase dominante.

Al disfrazar su esencia violenta y presentarse como un concepto pacífico, la autoridad se ahorra la utilización de la fuerza represora economizando gastos y obteniendo, al mismo tiempo, una actitud de sumisión.

Mientras que los matrimonios grupales se hallaban en armonía con la naturaleza y con los instintos humanos, la familia autoritaria monogámica obstaculiza y reprime los impulsos naturales del hombre, produciendo una serie infinita de enfermedades de todo tipo.

En tanto que en las familias grupales, el padre era un amigo amoroso, protector y tierno camarada de su hijo, en la familia autoritaria, el padre es el tirano, el Pinochet que representa los intereses de la clase dominante.

En tanto que la mujer, en las familias anteriores a la autoritaria-monogámica no era sumisa ante su marido, su poder social y familiar era igual que la de los hombres.

En la familia patriarcal, como hemos visto, ha sido reducida a la virtud doméstica y a la cosificación sexual.

Mientras que en los matrimonios de grupo existía la libertad sexual y la salud mental, en la familia coercitiva la represión sexual produce enfermedades de todo tipo.

La familia autoritaria, cimentada en la explotación del trabajador por el explotador, es parte integrante, producto y reproductor del Estado autoritario burgués y de la sociedad capitalista autoritaria.

La familia coercitiva produce no sólo las mentalidades autoritarias de la clase dominante, sino también las mentalidades sumisas de los explotados.

No es por casualidad que los conservadores y reaccionarios idolatren a la familia y los rebeldes anarquistas odien conscientemente a la familia, institución burguesa que produce sumisión en los proletarios.

La educación sexual del aparato ideológico estatal familiar no solo daña la sexualidad del individuo y le produce todo tipo de enfermedades como la neurosis, el cáncer y el sida, sino también condiciona a los explotados a ser sumisos frente a todo tipo de autoridad burguesa.

En suma las funciones esenciales burguesas de la familia autoritaria son las siguientes:

  1. Se produce a sí misma, mutilando sexualmente a los individuos; perpetuando la familia patriarcal, también perpetúa la represión sexual y sus derivados: trastornos sexuales, neurosis, alineaciones mentales, perversiones y crímenes sexuales.
  2. Es el semillero de individuos amedrentados ante la vida y temerosos de la autoridad. Así sin cesar se continúa la posibilidad de que un puñado de dirigentes imponga su voluntad a las masas.

Por eso la familia tiene para el conservador esa significación peculiar de fortaleza del orden social en el cual él cree.

Es por esta misma razón, una de las posiciones más encarnizadamente defendidas por la sexología conservadora.

Es que la familia garantiza el mantenimiento del Estado y del orden social en el sentido reaccionario.

CAPÍTULO VI

LA ADAPTACIÓN SOCIAL PARA LA SUMISIÓN

La función de la familia y escuela autoritarias, no solo es producir sumisos trabajadores y autoritarios burgueses, sino también adaptar (socializar) a los niños proletarios al modo de producción capitalista, a fin de que produzcan (cuando sean mayores de edad) plusvalía para los capitalistas.

La familia y la escuela producen los sujetos (sumisos) que necesita la sociedad burguesa.

Este proceso de sujetación (socialización) represiva, proporciona un cimiento sólido a la autoridad burguesa al adaptar y condicionar a los niños a la tiranía paterna, representante en miniatura de la autoridad capitalista.

El condicionamiento familiar y escolar para la sumisión a todo tipo de autoridad, no sólo consiste en la transmisión de ideas y objetivos de la clase dominante a los niños sino también en estructurarlos, lo que deben o no sentir, lo que deben o no hacer o pensar.

Cumple paso a paso la programación cibernética que la moral burguesa ha destinado a cada recién nacido.

La adaptación sumisa a la sociedad burguesa inhumana, basada en la explotación económica de los trabajadores por los capitalistas, ha sido tanto ontogenéticamente (origen del individuo reprimido y sumiso), como filogenéticamente (origen de la civilización represora y autoritaria).

Este segundo origen, como hemos visto, se dio con la aparición de la propiedad privada en manos de una minoría explotadora, la clase esclavista.

En cuanto al primer origen, sucede día a día, con cada recién nacido, desde el esclavismo hasta el neoliberalismo.

El individuo al crecer dentro de las instituciones burguesas (AIE), familia, escuela, etc., aprende los requerimientos de la ideología dominante.

Aprende la esencia ideológica burguesa como si fuera lo más natural y humano y lo transmite ciegamente a sus descendientes.

Nacido y criado en la esclavitud, el proletariado, descendiente de una larga progenie de esclavos, cuando ha comenzado a pensar, la libertad le ha parecido un imposible.

El sacerdote, el maestro, etc., le predican que el gobierno y los amos son necesarios y hasta indispensables.

El juez y el policía se encargan de reducirlo al silencio en caso de que se rebele.

La adaptación o sujetación del individuo a la sociedad burguesa se produce a través del complejo de Edipo, propio de los modos de producción basados en la propiedad privada en manos de una clase dominante y organizada con la familia patriarcal-autoritaria.

A través del Edipo, el niño al reprimir su deseo hacia la madre, así como la inhibición de su instinto sexual, se ve obligado a aceptar sumisamente la autoridad paterna, introduciéndola en su mente en forma de superyó y, con ello, adaptándose a la sociedad burguesa autoritaria.

Cuando el niño acepta la prohibición de su figura paterna más cercana, acepta la Ley de la clase dominante.

El deseo reprimido del niño hacia la madre, es el deseo del otro, del padre autoritario, de la burguesía autoritaria.

La superación del Edipo, el superyó, identificación con el Pinochet doméstico, (la moral social) es al mismo tiempo, la conservación de la vida del esclavo (niño) a costa de su sumisión ante el amo que simboliza y representa la autoridad capitalista.

El superyó, es la incorporación de la ideología de la clase dominante en el cerebro de cada niño que crece en el capitalismo.

Es la internalización de la autoridad paterna, así como la incorporación de la moral burguesa dominante.

Su función es vigilar al yo y, por medio de éste, controlar al ello, (los instintos) impidiendo que se transgreda o viole la Ley Burguesa.

Es la autoridad represiva de la clase dominante, ejerciendo sus funciones de gendarme dentro de cada sujeto, fiscalizando sus conductas y sus pensamientos.

En el Edipo también se manifiesta la contradicción humana principal de la sociedad burguesa.

La contradicción entre los instintos y necesidades biológicas del individuo y la moral sexual (represora de esos instintos) de la clase dominante.

Mientras los Edipos expresan a los primeros, el padre defiende e impone violentamente la segunda.

En virtud de que todos hemos sido Edipos, todos somos insatisfechos sexualmente y lo seguiremos siendo durante toda nuestra vida.

Por tanto, todos somos neuróticos, adaptados y sumisos a la sociedad burguesa.

La neurosis, producida por la represión de energía sexual por un superyó autoritario, (la moral represiva trasmitida por los padres) se manifiesta por la irrupción de dicha energía en forma patológica (síntomas, lapsus, sueños, etc.).

El origen ontológico de la neurosis tiene lugar durante la conformación del yo (aparato psíquico de control) en la infancia.

El bebé, puro instinto, regido por el instinto de placer, con el yo se adaptará a la realidad antiinstintiva.

El yo resulta ser un árbitro entre las dos fuerzas contrarias, un árbitro insuficiente y descontrolado que no puede equilibrar las fuerzas en lucha.

Su insuficiencia es por la estructura económica y social inhumana del capitalismo que provoca, y se alimenta, de la neurosis de los sumisos productores de plusvalía.

La regresión a etapas infantiles de dependencia de los trabajadores neuróticos, sirve al autoritarismo paterno de la clase dominante.

La sociedad autoritaria burguesa, vive de la plusvalía que le producen las masas trabajadoras neuróticas, y no de las minorías esquizofrénicas, pues si la neurosis es sufrimiento humano con realidad burguesa, la esquizofrenia es goce sin realidad.

Mientras que la sublimación de las energías sexuales pregenitales (oral y anal), han producido la cultura y han conservado, relativamente, la salud mental de los individuos, la represión sexual, producto de la ideología y moral conservadora de la clase dominante, han producido sumisión política y castración sexual y toda clase de enfermedades psíquicas y somáticas, es decir, BIOPATÍAS.

Los neuróticos, frente al conflicto Edipiano, permanecen sometidos a la autoridad paterna, capitalista, toda su vida.

La inhibición moral de la sexualidad natural del niño, cuya última etapa es la limitación característica a la sexualidad hace del niño un ser angustiado, salvaje, sumiso, obediente, "amable" y "dócil" en el sentido autoritario de la palabra.

De este modo, todo gesto vital y libre está cargado de una fuerte dosis de angustia que paraliza las fuerzas rebeldes en el hombre y deteriora su potencia intelectual y su sentido crítico, imponiéndole la prohibición de pensar en cosas sexuales (o políticas).

En una palabra, su fin es la creación del sujeto adaptado al orden autoritario, que acepta a despecho de todas las miserias y humillaciones, el orden establecido que le ha sido impuesto.

La historia del hombre trabajador explotado y oprimido, es la historia de su represión sexual y política.

Mientras las clases y capas dominantes, desde el esclavismo hasta el socialismo burocratizado, ha gozado del libertinaje y perversiones sexuales, los trabajadores obreros, reprimidos sexualmente por la moral burguesa, han sufrido enfermedades de todo tipo.

En suma la historia del hombre ha sido la historia de sus neurosis.

En fin, la adaptación social también sirve para delimitar la línea entre la salud y la enfermedad mental.

El loco es definido como "desordenado" incapaz de mantener un orden normativo en sus actos, hábitos y costumbres.

Por lo que en su aislamiento manicomial, se le debe imponer una rígida ordenación de su vida cotidiana.

Negándole, a través de ella, toda libertad de iniciativa y toda espontaneidad que por "tender al desorden", serían "perjudiciales" para la sociedad burguesa.

El loco, es por definición, un ser capaz de violar los principios y reglas de la moral sexual….incapaz de relacionarse… actor de toda una serie de extravíos, abusos y perversiones sexuales.

En consecuencia, la organización del espacio manicomial, que para él se construye, debe incluir la estricta separación de los sexos y, con ello, la negación de su libertad sexual.

Por último, el loco queda definido como directo e inmediatamente improductivo, bien porque rechaza de plano el trabajo, bien porque su desorden le hace escasamente eficaz.

La cárcel y el espacio manicomial están organizados acorde con la ideología del trabajo.

En suma, el "sano" mentalmente, es aquel adaptado neurótico, sumiso, productor de plusvalía para los capitalistas.

El individuo, castrado psíquicamente, es el que se somete como un toro castrado, a toda forma de autoridad burguesa.

CAPÍTULO VII

LA REPRODUCCIÓN AMPLIADA DE LA SUMISIÓN POLÍTICA.

Hemos visto:

La reproducción ampliada del capital, que tiene como objetivo la capitalización de la plusvalía económica.

La función económica y socio-política de la ideología, los medios de información masivos-ideológicos burgueses, la familia autoritaria, fábrica de sumisos proletarios y autoritarios burgueses y la adaptación para la sumisión a todo tipo de autoridad.

En este capítulo integramos cada una de las partes estudiadas en el todo social, a fin de exponer cómo se realiza la reproducción ampliada de la sumisión política.

Para que exista una reproducción ampliada de la sumisión política es necesario que existan formas de plusvalía que, capitalizadas ideológica y políticamente, reproduzcan, en forma ampliada, la organización social en su conjunto.

Son cinco formas ideológicas las que analizaremos:

  1. PLUSVALÍA ECONÓMICA.
  2. PLUSVALÍA IDEOLOGÍCA.
  3. PLUSVALIA DE PODER.
  4. PLUSVALÍA SEXUAL.
  5. PLUSVALÍA HUMANA.

La primera forma de plusvalía elaborada y explicada por Marx, es aquella cantidad de trabajo no pagada al obrero.

Es el primer y básico robo legal que posibilita la existencia de las otras formas plusvalísticas.

La plusvalía económica reforzada por las otras formas plusvalísticas, se complementa con ellas y, todas juntas, incrementan el poder económico, ideológico y político de la clase dominante.

Así como los capitalistas roban tiempo de trabajo a los trabajadores, también roban energía psíquica, poder, sexualidad y capacidad humana a los proletarios.

La plusvalía ideológica también funciona como justificadora de la plusvalía económica, reforzándose y complementándose mutuamente, a fin de cumplir un mismo objetivo: incrementar el poder económico e ideológico de la clase dominante, reproduciéndose así toda la maquinaria económico-social capitalista.

La energía y el tiempo de trabajo psíquico que pasivamente consumimos en la recepción profunda y continua de mensajes de todo tipo, (en los que se nos transmite como óptima la concepción del mundo que justifica la sociedad autoritaria, por la cual tenemos relaciones de dependencia y somos explotados), constituye un verdadero excedente de trabajo inmaterial, una peculiar plusvalía ideológica cuyo beneficiario directo es el sistema de dominación material.

Esta dependencia a la autoridad burguesa, combinada con la enajenación económica fue creando en la mente de los proletarios la enajenación ideológica, gran reservorio ideal de lealtad y sumisión hacia el sistema mismo.

Capital ideológico siempre dispuesto a traicionar cualquier impulso subversivo y siempre al servicio del capital material.

Junto a la plusvalía material, extraída de la fuerza del trabajo, el sistema de dependencia mental fue formando progresivamente un mecanismo de producción de plusvalía ideológica mediante el cual, el inconsciente de los seres humanos, pasa a formar parte del capital ideológico burgués, a sustentarlo, a preservarlo, a perpetuarlo.

La ideología, producida industrialmente, no sólo contribuye al incremento del capital material sino también a la constitución de un capital ideológico cuyo portador es el hombre de la calle y cuyos dueños son los mismos del capital, los que dirigen a distancia los hilos del complejo social.

Esta pertenencia no consciente, o preconsciente del hombre común al sistema de producción, condiciona sin cesar su mente, a través de toda suerte de mensajes, y que genera no sólo una radical dependencia espiritual o "lealtad" frente al sistema, sino también un excedente real de trabajo psíquico, que se separa o aliena del productor.

Es lo que llamamos proceso de producción de la plusvalía ideológica.

Los técnicos y prácticos aplicadores de plusvalía ideológica son los psicólogos publicistas y los "analistas motivacionales", que explotan el inconsciente de los consumidores para vender sus productos.

Los medios masivos d e información, autoritarios, y principalmente la TV, son los más importantes extractores eficaces que sustraen plusvalía material y plusvalía ideológica a las masas trabajadoras.

Los autoritarios capitalistas al robar poder a los sumisos lo acumulan a fin de perpetuar, en forma ampliada, su autoridad capital, su capital autoritario.

La sumisión política de los proletarios crea cierta cantidad de poder, de autoridad, del cual se extrae un excedente, una plusvalía política, que incrementa la autoridad burguesa.

La utilización burguesa del poder, robado a los obreros, la dominación de los sumisos, debe ser considerada también una explotación.

El autoritarismo burgués es poder proletario acumulado en las manos de la clase dominante, para su control y dominio.

La energía sexual utilizada neuróticamente por los proletarios incrementa el capital y el poder autoritario de la moral sexual burguesa.

A mayor miseria sexual de las masas, mayor riqueza para la moral sexual conservadora.

Las clases dominantes han enriquecido su moral sexual con la extracción de ese excedente, esa plusvalía libidinosa arrebatada a las masas sumisas y productoras de riquezas materiales.

Por último, la plusvalía humana es el excedente sentimental y racional que los burgueses extraen a la mayoría de la humanidad.

La deshumanización de la sociedad es acumulación de plusvalía humana, robada legalmente a la inmensa mayoría de la población, a los proletarios.

En suma, la extracción y robo de las formas plusvalistícas analizadas, reproducen en forma ampliada el sistema económico-político y social capitalista.

Con la sumisión política neurótica, los trabajadores reproducen ciegamente, las condiciones históricas que posibilitan y necesitan de dicha sumisión.

La vida cotidiana, neurótica y sumisa de los obreros y de los pequeños burgueses, retroalimenta, revitaliza, a la organización social burguesa.

 

Humberto Escobedo Cetina

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