Bolivia: "Imperialismo" Venezolano
Bolivia: misiles contra la dignidad nacional
El documento de la tercera cumbre de los pueblos de América, suscrito el 4-XI-05 en Mar del Plata, Argentina, paralelo a la reunión de presidentes del continente, resume las respuestas a la opresión imperial. En ese sentido, rechaza al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la deuda externa, el terrorismo de Estado, la detención política de ciudadanos cubanos en EE.UU. y la protección de Bush al terrorista Posada Carriles, defiende los derechos humanos, la integración Latinoamérica, una mejor distribución de la riqueza y seguridad hemisférica frente al neoliberalismo genocida.
Como todo en la vida es perfectible, el analista Enrique Oliva, en "Rebanadas de la Realidad", del 8-XI-05 (distribuido por Internet), indica que la declaración debió exigir también el retiro de enclaves coloniales en las Malvinas, en las Guayanas y en islas del Caribe, convertidas en paraísos financieros. Admite, sin embargo, que el tema Malvinas fue subsanado en el vigoroso discurso del Presiente Hugo Chávez, quien concluyó vitoreando a las Malvinas argentinas.
Desde nuestro punto de vista, el documento de Mar del Plata debió denunciar, además, los desembozados intentos de desmembrar a Bolivia, en beneficio de las petroleras. En momentos en que concluía el evento contestatario, el ex canciller boliviano, Juan Ignacio Siles del Valle, revelaba que Chile promovió una invasión armada en Bolivia, el 24 de junio de 2004. Ese día se produjo la renuncia del Jefe de Estado, Carlos Mesa, quien dejó el cargo al Presidente de la Corte Suprema. Eduardo Rodríguez Veltzé. La sugerencia fue presentada por José Miguel Insulza, delegado de Santiago ante la asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), razón por la que Bolivia, explicó Siles, no apoyó su designación como secretario general de ese organismo. ("El Diario", de La Paz, 5-X-05).
Insulza, según Siles, explicó que no estaba pidiendo la intervención de "cascos azules", de las Naciones Unidas, sino una incursión internacional, basada en el artículo 20 de la "Carta Democrática" de la OEA, que justifica esa acción en caso de riesgo para la democracia en la región. Añadió que, felizmente, ningún país respaldo esa moción. En la misma publicación, otro ex canciller boliviano, Javier Murillo de la Rocha, acusa a Insulza de actuar "como un vulgar invasor".
El analista Juan Ramón Quintana recordó que Chile se ha convertido en el aliado estratégico de EE.UU. en la región, que gastó, en los últimos años, más de 8.000 millones de dólares en armamentos, con lo que rompió el equilibrio militar en la zona, que envió tropas a Haití, vendió armas a Ecuador y permitió que su territorio sea utilizado por Inglaterra en la guerra con Argentina ("La Prensa", 7-XI-05). Las transnacionales asentadas en Chile necesitan las reservas bolivianas de gas y agua dulce y han logrado que importantes empresarios chilenos se asocien a oligarcas de Santa Cruz, en rubros importantes como la Banca y la agroindustria.
Los acosos a la integridad de Bolivia no tienen pausa. Esa oligarquía, que deseaba designar un gobernador para Santa Cruz, impuso, mediante la manipulación de los grandes medios de comunicación masiva, la elección de prefectos desvinculados del Estado nacional, a realizarse en próximas semanas. El presidente de sus industriales, Gabriel Dabdoub, demandó la inmediata venta de gas a Chile, en lugar de que esta materia prima sea utilizada como elemento de negociación de Bolivia para recuperar su salida marítima y en contra de lo decidido por un referéndum nacional.
Esa oligarquía acoge en su seno a las petroleras que urgen las ventas de gas a sus filiales asentadas en Argentina y Brasil, vetando la industrialización interna el gas. Ya circulan libros pidiendo la "independencia" de Santa Cruz. En forma previa, el Ministro de Defensa argentino, Jorge Pampuro, declaró que Bolivia ya está libanizada. El prófugo Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL) pronosticó que Bolivia será invadida como Afganistán. Mark Falcoff, asesor de Dick Cheney, aseguró que Bolivia será "borrada del mapa". Bush insiste en que el país firme el tratado de inmunidad para sus tropas, ya instaladas en Paraguay. Tantos antecedentes ameritaban una advertencia en la cumbre de los pueblos de América.
Bolivia: "Imperialismo" Venezolano
"Sólo los necios hablan de establecer relaciones perdurables, sin el empleo de la fuerza, entre la raza americana pura, tal como existe en los Estados Unidos, y la raza mestiza hispano india, tal como se encuentra en México y Centro América" .William Walter: "Autobiografía".1855 ("Guía del Tercer Mundo". Editorial Bodoni. México, 1979. Página 315).
En las campañas electorales de todo el mundo existen exageraciones y falsedades. Sin embargo, es demasiado que Hernán Terrazas, representante de la candidatura presidencial de Jorge Quiroga, hubiera indicado a Juan Ramón Quintana, delegado de Evo Morales, que este último apoyaba al "Imperialismo Venezolano", de Hugo Chávez, en respuesta a la crítica que recibió de coincidir con la política de EE.UU.
La frase del filibustero norteamericano que inicia esta nota, quien, con apoyo de Washington, se proclamó, en 1856, presidente de Nicaragua, a fin de extender el esclavismo que estaba a punto de ser abolido en su país, se anticipó a la diferencia que establecieron los clásicos del marxismo, sobre todo a partir de Lenin, entre países opresores y oprimidos, caracterizada por la succión del excedente económico que, en mayor o menor grado, sufren las colonias y semicolonias por los imperios, no exenta de invasiones y mutilaciones territoriales.
Sobre el particular, Carlos Montenegro, en su libro "Las Inversiones Extranjeras en América Latina", desnuda la brutalidad con que EEUU se anexó la mitad de México, dividió a Colombia para crear la República de Panamá, los desembarcos de marines en Centro América, la prepotencia con que la CIA derrocó a Jacobo Arbenz, en Guatemala, o las matanzas de la United Fruit, en países "bananeros" insumisos al coloso norteamericano. Lo anterior no sólo es historia. Es también presente. No han pasado muchos años desde el bombardeo a Panamá, las invasiones a Granada o la República Dominicana, las imposiciones de dictaduras inhumanas en la región o los genocidios en Irak o Afganistán, sin olvidar los innecesarios bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki, sus cárceles en Bagdad o Guantánamo o los actuales centros de tortura de la CIA en Europa oriental.
Venezuela, en cambio, es una más de las provincias balcanizadas de la Patria Grande. Sufrió todas las consecuencias de esa disgregación, desde la succión petrolera y la mono producción, recordada por Sergio Almaraz en su "Petróleo en Bolivia". A fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX, sufrió el bombardeo de sus puertos, por barcos ingleses, alemanes e italianos, por el no pago de la deuda externa.
Todos los intentos de las semicolonias por detener la humillación han sido denostados por las metrópolis y sus agentes internos. Perón fue tildado de fascista, Villarroel de nazi, el MNR de comunista, al igual que el gobierno del general Alfredo Ovando y Marcelo Quiroga Santa Cruz, por nacionalizar el petróleo.
Con todos los defectos que se quiera encontrar al Presidente venezolano, Hugo Chávez es un referente de la liberación nacional en América Latina, sobre todo por pretender articular a las empresas estatales en América del Sur y Centroamérica. Lo anterior es intolerable para las transnacionales europeas y norteamericanas del oro negro.
En la política cotidiana, no siempre coinciden las visiones de Venezuela y Bolivia, menos si esta se halla gobernada por los continuadores de la política de Gonzalo Sánchez de Lozada. Desde luego que nos alegró que Chavez apoyara la causa marítima de Bolivia y no compartimos su apoyo a José Miguel Insulza para la Secretaría General de la OEA. Hubiéramos preferido que siga comprando soja boliviana y no la de EEUU. Quisiéramos que rompa el anillo energético que busca succionar el gas boliviano.
Sin embargo, una es la política concreta de Chávez que tiene que buscar las formas de detener los intentos de la CIA por derrocarlo y asesinarlo, y otra utilizar esos matices para calificar a su régimen de "imperialista", como los que presiden los Bush, los Cheney o los Tony Blair.
Bolivia: misiles contra la dignidad nacional
Dentro de las acepciones de la palabra "dignidad", el "respeto de sí mismo" es la que más se ha perdido en Bolivia. Y si alguien no se respeta así mismo, no puede pedir respeto de los demás. El tema tiene relación con la entrega a EE.UU. de la ridícula cifra de 28 misiles, donados por China Popular, en 1993, cuyo costo, incluyendo el transporte, no llega a 10 millones de dólares, lo que daba al país la ilusión de contar con capacidad defensiva, frente a posibles agresores foráneas. Tales misiles han sido entregados "voluntariamente" a fin de "garantizar la seguridad nacional".
El peregrino argumento ha sido usado por el comandante del Ejército, general Marcelo Antezana, quien destacó que la decisión garantiza que no se producirán "accidentes" que podrían causar daños personales. A su vez, el Ministro de Defensa, Gonzalo Méndez Gutiérrez, explicó que, de acuerdo a compromiso suscrito con los norteamericanos, los misiles no podían ser desactivados dentro del territorio nacional, por falta de tecnología apropiada, pero que, sin embargo, obtuvo un triunfo increíble: Los misiles, una vez desactivados. serán devueltos al país.
La afrenta de llevarse un armamento de escaso valor era suficiente. ¿Para qué añadir la burla y el desprecio a una Bolivia cuya disgregación avanza cada día? ¿Para qué gastar en la reimportación de un material desactivado? ¿Es que se piensa abrir un museo con las incesantes afrentas a Bolivia? La falta de veracidad alcanzó al Presidente de la República, Eduardo Rodríguez Veltzé, quien, en discurso ante los militares y en conversación con el candidato presidencial del MAS, Evo Morales, aseguró que los misiles nunca salieron del país. Como complemento, el Ministro Méndez Gutiérrez aseguró en la Cámara de Diputados que los misiles habían sido dañados por la "humedad" del altiplano. El perspicaz burócrata olvidó que el altiplano boliviano es una de las zonas más secas del planeta y que, por tanto, casi carece de humedad.
El trasfondo de tanta incoherencia es muy simple: EE.UU. exigió a Bolivia destruir su minúscula defensa antiaérea para no tener el mínimo problema en caso de ejecutar sus plantes de intervención militar. En días pasados, la Embajada de EE.UU. ha anunciado que volverá a exigir que Bolivia ratifique el Tratado de Inmunidad para sus tropas, ya aprobado por el Senado de la República, pero aún no ratificación por los diputados. La instalación de una base militar estadounidense en Paraguay, a 200 kilómetros de la frontera, es otro indicio en la misma dirección
En mayo de 2004, José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, promovió una intervención militar a Bolivia, en cumplimiento de la "Carta Democrática" de ese organismo, la que se lleva a cabo a pedido de un gobierno democrático en riesgo de ser derrocado. La denuncia fue formulada por el Canciller del Presidente Carlos Mesa, José Ignacio Siles del Valle ("El Diario", 5-X-05)
La dignidad de Bolivia ha sido globalmente desmantelada, a partir de las políticas neoliberales que destruyeron al Estado Nacional. Sólo el gobierno del general Aldredo Ovando y Marcelo Quiroga Santa Cruz (1969-1971), logró fortalecerlo con la nacionalización del petróleo y la instalación de fundiciones estatales de minerales. A partir de entonces, nada se hizo sin permiso de los centros de poder mundial y los organismos internacionales.
La donación de los misiles fue un descuidado que EE.UU. acaba de subsanar. Si eso sucedió con las decisiones "macro", las "micro" quedaron en manos de cientos de ONGs que no reúnen cuentas de lo que hacen. Un intento por hacer aprobar una "Ley de Ongs. provocó el rezado airado rechazo que se inició en la Embajada de EE.UU. y terminó en la jerarquía eclesiástica y en las iglesias evangélicas. La mayor indignación provino de las representaciones diplomáticas europeas. Como puede advertirse, el episodio de los misiles es sólo un eslabón en la cadena de indignidades que cotidianamente sufre el país.
Por: Andrés Soliz Rada