El café llegó a América hacia los años 1700, así en diversa literatura se indica que fue el oficial de infantería Gabriel Mathieu de Clieu en el año de 1723 trajo hasta la isla francesa de Martinica, así se recoge una narración de este hecho: "Más fuerte que Tántalo, ahogo y reprimo mis deseos para poder esparcir cada día sobre la tierra que contiene mi tesoro una cucharada de agua, que, en unos instantes, a la temperatura que reina en estas latitudes, se había evaporado", se refería a varios esquejes de cafeto que llevaba escondidos, finalmente logró su cometido y 18 meses después del arribo las plantas fructificaron e inició su propia conquista de América.
Así el café va siendo introducido en América en este período, en la publicación "Zonificación del Cultivo del Café", realizado por el Programa Nacional del Café en 1988 se cita: "En el Ecuador, se comienza a cultivar café por los años 1830 en la provincia de Manabí, lo que dio lugar a la multiplicación en el resto del país. Se conoce históricamente que en los recintos «Mamey y las Maravillas» se efectuaron las primeras siembras. Para los años 1940 – 1950, la superficie del café es significativa y por ende su importancia crece."
En el sur del Ecuador no se ha podido encontrar registros exactos de la llegada del café, sin embargo Ives Saint-Geours en su artículo "La provincia de Loja en el siglo XIX (desde la Audiencia de Quito al Ecuador Independiente)", cita en sus anexos dos censos económicos de los años 1826 y 1827 recuperados en el Archivo Nacional de Historia en la Ciudad de Cuenca, en los que está registrado una escasa producción de café.
En dicha publicación se cita que en los actuales cantones de Cariamanga para el año 1826 y Zaruma y Catacocha para el año 1827, se cita la presencia de Café, 1 quintal para el año 1826 y 8 quintales en 1827.
En base a estos antecedentes históricos, se afirma que desde el siglo 19 hasta la actualidad el sector productor cafetalero juega un rol muy importante en Región 7 del Ecuador, comprendida por las provincias de Zamora Chinchipe, El Oro y Loja, tiene especial importancia desde hace, prácticamente, dos siglos atrás, ya que debido a la historia agraria y la estructura de la tenencia de la tierra, buena parte del espacio productivo sureño se dedicó a un cultivo, que por sus características, se adaptó a las laderas escarpadas, la concentración de las lluvias, los períodos de sequedad y a la migración de la mano de obra.
Con los diferentes cafés a su vez conviven campesinos/as cuyos rasgos socioculturales de un valle a otro son diversos, con lo que conocer las diferentes tipologías productores/as a lo largo de este eje transversal que forman las tres provincias de la Región 7, puede aportar valiosa información al entendimiento de su desarrollo productivo y organizacional, como de su influencia desde el nuevo marco jurídico del país, el cual les plantea la posibilidad de construir autonomía para su desarrollo endógeno y exógeno.
Según el III Censo Nacional Agropecuario del año 2000 se estiman unas 96.746 UPAs[1]que comprenden 1"898.781 ha, de las cuales entre cultivos solos y asociados existen 30.199 UPAs que disponen de cultivos de café lo que representa el 31% del total regional, el área de cultivo es de 52.346 ha que es el 3% de la superficie, lo que se considera de importancia frente a la agreste orografía regional y lo limitado de los suelos con potencial de cultivo.
El Consejo Cafetalero Superior COFENAC (2011) en su diagnóstico del sector cafetalero ecuatoriano, actualmente en la región sur existen 45.425 ha plantadas de las que 34.070 ha están en producción. En la misma publicación, el COFENAC, estima que para el año 2010 el promedio de productividad fue de 5,02 qq/ha[2]lo que implicaría que la región produce, aproximadamente, 171.000 quintales al año,
Considerando que, según la información de la Federación Regional de Asociaciones de Pequeños Cafetaleros Ecológicos del Sur del Ecuador – FAPECAFES en promedio los intermediarios en el año 2011 pagaron $170 por quintal, se estima que, aproximadamente, ingresaron a las economías familiares de los cafetaleros y cafetaleras, 29 millones de dólares.
Ospina et al. (2010) indica que el 60% de los ingresos de los cafetaleros y cafetaleras se emplea en el pago de la mano de obra, lo que da cuenta de la redistribución que genera este cultivo entre la población local.
Los cafetales del sur del Ecuador tienen una baja competitividad debido la debilitada capacidad productiva, altos costos de producción y mala calidad del café. Las causas son múltiples como la baja densidad por hectárea, cafetales envejecidos, poco o ningún control de plagas y enfermedades y el escaso o ninguna reposición de la fertilidad a los suelos.
En parte la mala de calidad del café se debe a la poca infraestructura e ineficiente proceso postcosecha, además que debido a que el mercado local no estimula la calidad, los productores no siguen protocolos o itinerarios técnicos para mejorarla. A esta situación se suman los altos costos de las maquinarias y equipos, escasez de la mano de obra y la mala administración de las fincas cafetaleras.
Los sistemas productivos se han debilitado, ya que en general la tecnología no responde a los reales requerimientos de los productores, existen escasas alternativas de diversificación, y limitadas opciones de mercado para otros productos, lo que en algunos casos genera una dependencia económica al café, sumado a esto el difícil acceso al crédito productivo.
La diversidad de ecosistemas, producto de los altibajos de la cordillera, de la transición desde la costa a la sierra y a la amazonia, y a la depresión denominada "Andes Bajos"[3], genera diferentes agroecosistemas que a su vez producen diferentes cafés[4]
En la implementación de los cultivos se generan daños ambientales debido a que en ocasiones se establecen en zonas inadecuadas, las prácticas de manejo que se realizan en los agroecosistemas cafetaleros de la región no son los más adecuados, lo que puede determinarse, en algunos casos, porque se continúa utilizando en forma indiscriminada los agroquímicos, por los procesos de erosión, destrucción y contaminación de vertientes con la consiguiente disminución del agua y su calidad, pérdida de biodiversidad y de la agrobiodiversidad, así como la introducción de nuevas especies sin evaluar de las consecuencias ambientales, sociales y económicas.
Existe un deficiente sistema de comercialización, ya que por cuestiones culturales, históricas y geográficas se han constituido largas cadenas de intermediación, que se han asentado en cada uno de los cantones que trazan la ruta del café, la débil organización genera una limitada cobertura de los sistemas de comercio asociativo, además de la falta de acceso a mercados especiales, principalmente por la mala imagen del café de origen Ecuador.
El Estado a través de Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca – MAGAP y el COFENAC así como una serie de ONGs[5]desde hace unos 20 años vienen prestando una serie de servicios a las y los cafetaleros, además apoyaron la conformación de asociaciones de productores, asistencia técnica, procesos de comercialización y certificación de sellos como el orgánico y Fairtrade[6]sin embargo estos procesos no se han masificado, debido principalmente a las limitadas intervenciones y a que no se han constituido en políticas permanentes.
Si bien se estima alrededor de 30.000 productores/as cafetaleros/as, según los registros de FAPECAFES y el COFENAC, los cafetaleros organizados no llegan al 10%, con lo que se genera una débil representación de los productores productoras en los espacios de actividad política del país.
En el pasado varios programas del estado y de las ONGs colaboraron con los productores y productoras cafetaleros, en los años sesentas crecieron y tuvieron su apogeo las cooperativas cafetaleras.
A mediados de los noventas se conforman las primeras asociaciones de productores sin fines de lucro, surge entonces un nuevo tipo de organización de cafetaleros y cafetaleras, vinculada a la exportación de café de calidad certificado, que iniciaron motivados por el mejoramiento de la producción y el proceso postcosecha, hasta que a inicios del siglo XXI, se conforma la Federación de Asociaciones de Pequeños Cafetaleros Ecológicos del Sur – FAPECAFES.
Luego de más de una década de desarrollo productivo, comercial y organizativo, FAPECAFES y sus siete organizaciones de base se han constituido en una de las experiencias más importantes de producción y comercialización asociativa de pequeños productores a nivel nacional, alcanzando certificados como el orgánico y el Fairtrade, además de prestigio internacional.
Según Ramón et al. (2012), las organizaciones cafetaleras por su parte tienen una serie de inconvenientes debido a que sus débiles estructuras organizativas no les permiten brindar bienes y servicios de calidad a sus socios y socias, tampoco han logrado estructurar propuestas tecnológicas y metodológicas adecuadas a sus contextos y necesidades, los recursos propios son escasos y no se gestiona adecuadamente los medios de financiamiento, existe escasa participación de sus socios, estatutos y reglamentos que no siempre reflejan sus aspiraciones y requerimientos, por lo que su cumplimiento es limitado.
Entonces las organizaciones se han debilitado y se han encasillado en la solución de sus problemas comerciales, confundiendo en ocasiones, sus orientaciones y fines fundamentales, sin prestar mayor atención a los procesos de participación ciudadana que implican las nuevas leyes que rigen al país.
Bajo estas consideraciones las organizaciones deberían estar en posibilidades de analizar, aplicar y evaluar los apoyos estatales, por medio de su participación en la política pública a nivel parroquial, cantonal provincial y regional, sin embargo las organizaciones se han debilitado y se han encasillado en la solución de sus problemas comerciales, sin prestar mayor atención a los procesos de participación ciudadana que exige el nuevo marco jurídico estatal.
Con la llegada del Econ. Rafael Correa Delgado al poder en el año 2007, se inicia una restructuración del marco normativo del estado (que se concreta en la Constitución del 2008), y una reconformación de las instituciones estatales; así, lo que en otra hora fue una oposición[7]a FAPECAFES, que se enfrentaba con las estructuras estatales dominadas por los comerciantes e industriales, hoy son una posibilidad de apoyo y promoción.
El Ecuador entero vive un época en la cual la participación ciudadana es necesaria para romper los esquemas tradicionales, pero si los cafetaleros y cafetaleras y sus organizaciones, no participan conscientemente de estos procesos, pueden relegarse y perder esta gran oportunidad.
Con en nuevo marco jurídico del estado ecuatoriano, encabezado por la Constitución Política de la República del Ecuador aprobada en el 2008, se está generando un nuevo contexto de participación ciudadana, en el que desde los territorios se tiene la capacidad de influir sobre la planificación nacional, así el artículo 223 de la constitución indica que los Gobiernos Autónomos Descentralizados – GAD "…gozarán de autonomía política, administrativa y financiera, y se regirán por los principios de solidaridad, subsidiariedad, equidad interterritorial, integración y participación ciudadana.", obligación acentuada por los artículos 41 al 50 del Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización – COOTAD, y por los artículos 9, 12, 17 y 18 del Código Orgánico de Planificación y Finanzas Públicas – COPFP.
Bajo esta legislación todos los GADs del País deben realizar sus Planes de Desarrollo y Ordenamiento Territorial – PDyOT, sin embargo, según Ramón et al. (2012) la participación de las organizaciones cafetaleras en la construcción de estos planes es limitada, existiendo la posibilidad de que no se implementen políticas públicas que apoyen a la consecución del Buen Vivir para las y los productores, ni fortalezcan sus organizaciones.
Esto se acentúa con el escaso conocimiento del nuevo marco normativo por parte de las y los directivos de las organizaciones cafetaleras, la escasa experiencia en los ámbitos políticos, estructura del estado, gestiones y trámites (Ramón et al. 2012)
Frente a este actualizado contexto, se describen algunas características de los cafetaleros y cafetaleras del Sur del Ecuador:
El campesino y campesina del sur del Ecuador, se formó bajo un sistema esclavizante de hacienda, en el cual la ley del hacendado se sobreponía incluso a las leyes nacionales, es recién a partir de las reformas agrarias en las décadas de los 60s y 70s que los campesinos pasan a ser propietarios de la tierra.
El malogrado o inexistente sistema vial aisló a los productores y productoras del sur, relegándolos del desarrollo agrícola propuesto por la revolución verde, así el uso de agroquímicos y semillas mejoras es reciente y se limita, en la mayoría de los casos, a zonas aptas y a productores con recursos económicos.
La agricultura empresarial, hasta recientemente se limitaba al cultivo de la caña para el ingenio azucarero, y tal vez, actualmente, se pueda considerar al cultivo de Maíz en la zona de Pindal. El desarrollo de la ganadería es considerable, sistema heredado y vinculados a las haciendas, es un importante rubro productivo y generador de ingresos. En medio de este contexto el café se convirtió en la mejor o única opción para los pequeños productores.
El aislamiento vial, ha sido crucial para el desarrollo de cultivos que actualmente se pueden certificar como orgánicos sin mayores inconvenientes, entre estos el café, frutales, hortalizas, plantas medicinales, etc. en contraste los cultivos comerciales de ciclo corto en lo que se usan indiscriminadamente agroquímicos.
La migración ha marcado a la región, especialmente la provincia de Loja, ya que gran parte de la mano de obra agrícola ha migrado a nivel nacional e internacional, así muchos barrios no tienen gente joven que apoye las labores del cultivo del café, en especial la cosecha que requiere ingente cantidad de jornales.
La disminuida o inexistente presencia estatal en el crédito, asistencia técnica, equipamiento, investigación, formación socio-organizativa, infraestructura productiva como canales de riego o mecanización agrícola, vialidad, etc. ha hecho que los cafetaleros y cafetaleras surjan por sus propios medios.
Las experiencias socio-organizativas no han sido del todo buenas, si bien las cooperativas cafetaleras tuvieron su época de apogeo, estas luego se descompusieron y perdieron vigencia, demoró años, que la incredulidad mermará, hasta que en 1995 inició otro modelo organizativo, que si bien no está lejos de tener problemas, se mantiene ya 15 años. Pero esta situación se tiene que dimensionar, ya que el 94% de los productores prefieren, por muchos motivos, no agremiarse, y mantenerse en las cadenas tradicionales de comercialización.
A manera de conclusiones
Frente a esta problemática, es necesario que el estado y las instituciones de educación superior enfrenten la situación, y se realicen las investigaciones necesarias para ofrecer a las y los productores organizados soluciones viables, adaptadas al contexto sureño, y que posteriormente, cuenten con la voluntad política para implementarlas y fomentar la actividad productiva del cultivo de café que genera ingresos para una buena parte de la población rural.
Las nuevas organizaciones cafetaleras nacieron fuertes y con mucho apoyo, pero luego de una década son débiles, y requieren la mayor participación de sus socios y socias, así como la asistencia de las instituciones del estado.
Una oportunidad viable para las organizaciones cafetaleras es la incidencia política ciudadana, la que aprovechando el nuevo marco jurídico del estado, puede consolidar políticas permanentes de fomento del agro sureño, con la renovada institucionalidad estatal, esto es el MAGAP, MIPRO, MIES o los ministerios coordinadores, permite un abanico de oportunidades, que en buena parte son desconocidos por los directivos y directivas cafetaleros.
De la misma forma, los nuevos procesos de planificación planteados en la Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización y en el Código Orgánico de Planificación y Finanzas Públicas, permiten a las organizaciones de productores, incluir en las agendas locales al sector cafetalero, sin embargo, es deber de esta dirigencia realizar la suficiente presión y veeduría para que, efectivamente, el apoyo llegue a los sectores que representan, y no se queden en los discursos de los políticos de elección popular o la burocracia de los Gobiernos Autónomos Descentralizados.
Bibliografía
BANCO CENTRAL DEL ECUADOR. (1.983). CULTURA, Revista del Banco Central del Ecuador. Edición monográfica dedicada a la Provincia de Loja. Volumen V, número 15.
Constitución Política del Ecuador. Registro Oficial No. 449. Quito, Ecuador. Lunes 20 de Octubre de 2008.
COFENAC. 2011. El sector cafetalero ecuatoriano. Diagnóstico. Portoviejo, Ecuador. 53p.
Hocquenghem A. M. 2004. ¿Una posible macro región binacional andina? Memorias del Seminario Taller: Hacia la elaboración de una imagen compartida de la Región Sur. Quito, Ecuador. Ediciones Abya – Ayala, Universidad Nacional de Loja. p. 23 – 55.
INEC, MAG, SICA. 2000. III Censo Nacional Agropecuario. Resultados Nacionales y Provinciales. Vol. 1. Quito, Ecuador. 255p.
OFIAGRO. 2.003. Diagnóstico de la Cadena de Café del Ecuador. Documento Borrador. Quito, Ecuador. 137p.
Ospina Pablo, et al. 2010. Dinámicas económicas territoriales en Loja, Ecuador: ¿crecimiento sustentable o pasajero? (En línea). Documento de Trabajo N° 76. Programa Dinámicas Territoriales Rurales. RIMISP, Santiago, Chile. Consultado el 7 de marzo del 2012. Disponible en http://www.rimisp.org/FCKeditor/UserFiles/File/documentos/docs/pdf/DTR/N76-2011-Ospina-Andrade-Castro-Chiriboga-Hollenstein-etal-Dinamicas-Loja-Ecuador.pdf
Poma, José. Valarezo, Carlos. El espacio físico de la región sur del ecuador.
PROGRAMA NACIONAL DEL CAFÉ – MAG. (1.988). Zonificación del Cultivo del Café en el Ecuador. Mayo 1988. Portoviejo, Manabí, Ecuador.
Ramón Jamill, et al. 2012. Informe de Diagnóstico Informe de Diagnóstico de la "Consultoría de Asesoría Gerencial para las organizaciones de pequeños productores de café orgánico vinculados al negocio inclusivo de café especial con la Federación Regional de Asociaciones de Pequeños Cafetaleros Ecológicos del Sur (FAPECAFES)". PRONERI – MAGAP. 274p.
Autor:
Ángel Jamill Ramón Vivanco
[1] UPA: Unidad Productiva Agropecuaria
[2] qq/ha: quintales por hectárea
[3] Depresión entre el nudo del Azuay en Ecuador hasta el abra de Porculla en Perú, denominada así por varios Autores, entre ellos: Poma y Valarezo, Hocquenghen (2004), Ramón Galo (2010)
[4] Si bien en región solo se produce café arábigo, las diferencias de los agroecosistemas producen diferentes atributos en el café, como acentuada acidez, cuerpo, aroma, etc.
[5] Organismos No Gubernamentales.
[6] Sello Fairtrade o Comercio Justo.
[7] En memoria a eventos anteriores al 2007 en los que el MAGAP y el COFENAC no apoyaron a FAPECAFES.