- Resumen
- A modo de introducción
- Metodología de trabajo
- Historia barrial
- Las fronteras y los límites
- Representatividad histórica del material
- El proceso de escritura
- La transcendencia de la obra
- Un recorrido personal
- Bibliografía
Al recrear en el presente trabajo algunos pormenores de la investigación llevada a cabo en la obra Villa Mitre, la reina de las villas y relacionarla con el proceso de escritura, tuvo la impronta de presentarse como un desafío, ya que había transcurrido un largo período que va desde su publicación (1997) hasta el presente. En este recorrido personal, pude reconstruir un enfoque teórico aplicable de una metodología de investigación histórica barrial, con el propósito de hacer explícito un mecanismo interpretativo que en su momento estuvo implícito. De este modo, al realizar ese traslado a la estructura formal de la obra, citada como ejemplo, es posible corroborar su vinculación con la escritura, en la compilación de datos, la aplicación de los géneros, el trabajo de campo, entre otros.
Abstract
By recreating in this paper some details of the research conducted in the work Villa Mitre, the queen of the villas and relate it to the writing process, had the impression to stand as a challenge, as it had been a long period Leading from its publication (1997) to the present. In this personal journey, I could reconstruct a theoretical approach applies a methodology of neighborhood historical research, in order to make explicit an interpretive mechanism that once was implied. Thus, to make the move to the formal structure of the work, cited as an example, it is possible to corroborate his relationship with writing, data collection, implementation of gender, field work, among others.
Palabras claves: historia barrial, metodología de investigación, proceso de escritura, barrio, identidad.
Keywords: neighborhood history, research methodology, writing process, neighborhood identity.
Una historia barrial refleja un mundo cotidiano y familiar por todos conocidos. A partir de esta impronta, podemos pensar que la tarea de un recopilador resulta sencilla, ya que lo asociamos con un mero registro de datos o de anécdotas. Esta apreciación particular resulta errónea, puesto que el mundo cotidiano y familia está poblado de significaciones y símbolos relacionados con la identidad colectiva forjada por los habitantes de una comunidad barrial.
Con el aporte de ambas visiones ha surgido la historia barrial Villa Mitre, la reina de las villas, logrando una transformación de un pequeño proyecto hasta llegar a alcanzar una dimensión inusual, que superó todas mis expectativas.
Retomar el tema después de un largo período implicó realizar un trabajo de reflexión, a fin de establecer dos enfoques: por un lado, narrar los pormenores generales llevados a cabo en la investigación histórica, y por el otro, relacionarlo con el proceso de escritura, que se formulan como objetivo del presente trabajo.
Villa Mitre, la reina de las villas surgió en 1989, de un proyecto impulsado por el Museo Histórico y de Ciencias Naturales de la Municipalidad de Bahía Blanca: "La historia de un barrio contada por sus habitantes", el cual consistía en recopilar una serie de artículos, que se publicarían en un folleto.
Al tomar como modelo la historia del barrio de Villa Harding Green, me pareció una idea atractiva, fácil de armar, pero cuando efectuó la consulta del material bibliográfico, me di cuenta de que era una historia amplia, si tomaba como referencia el libro de las bodas de oro del Club Villa Mitre.
A su vez, tendría que efectuar una amplia reseña de las instituciones que albergaba el barrio, de la que no tenía los registros suficientes para realizar una compilación.
Para subsanar estos inconvenientes, presenté al Centro Fomento y Cultura de Villa Mitre, el proyecto, el cual les resultó interesante, asignándome la dirección de la tarea. Se convocaron a las instituciones del barrio y a la comunidad para que aportes datos. Fue así que pudimos contar con una amplísima colaboración, a la que se sumaron la de escritores y periodistas.
Muy pronto pasé de la sencilla idea de compaginar artículos, a una investigación histórica, cuya ardua labor se prolongó por más de seis años.
El desafío planteado tuvo sus inconvenientes. Necesitaba organizar el material, y a su vez, establecer una metodología de investigación que me permitiera ordenar el caos de datos. La consulta de un material teórico me ofreció un enfoque particular del tema. Esto me permitió vincular los datos desde una perspectiva socio-histórica para integrar cada hecho a visión de la época, y lograr compaginar una temática, así como también, determinar el enfoque del "trabajo de campo" para seleccionar los datos retomados de las fuentes orales. Dichas orientaciones fueron vinculadas con todo el proceso de escritura, hasta llegar a establecer una idea plural y abarcativa de distintos de vista.
La abundante información reunida había superado mis expectativas. Debe ordenar el "casos" y a su vez relacionarlo con el objetivo principal: contar una historia barrial atractiva, de fácil lectura, pero con calidad, es decir que no sea sólo el reflejo de algo muy simple ni tampoco un mero "racconto" de datos.
Como resultado, se obtuvo la publicación de un volumen, de 226 páginas, en 1997, con una tapa alusiva que lleva los colores verde, blanco y negro, representativo de la barriada por pertenecer al escudo del Club Villa Mitre.
Analizar esta problemática desde mi rol de escritor, me permitió indagar ciertos aspectos que en algunos casos quedaron en el tintero del olvido, ya que en su momento no llevé ningún registro escrito. Igualmente pude recrear una visión personal acerca del tema, comentar mi experiencia y llegar a instaurar distintos interrogantes que se relacionan con el perfil investigativo: ¿Qué es una historia barrial? ¿Cuáles son sus características básicas? ¿De qué manera se deben relacionar los hechos históricos con la idea de barrio? ¿Cómo incluir los aspectos sociológicos y las anécdotas? ¿Qué responsabilidad tiene el investigador cuando se presenta un dato incierto y cómo incluirlo? Las respuestas a estos cuestionamientos abrieron un amplio espectro, centrado en el contexto de lo que significa una historia barrial.
Para establecer el concepto de historia barrial, es necesario desdoblar cada término para hallar una significación aproximada, global y amplia.
Por historia entendemos que es un estudio basado en la recuperación de los hechos del pasado, centrado en el conocimiento por las causas, con una mirada en el presente para reflejar los aspectos humanos trascendentes: políticos, económicos, culturales, etc. Esta generalización se somete a un paradigma aplicable a cualquier historia, signado por la época.
En cuanto a la imagen del barrio, según la opinión de distintos investigadores, es portadora de múltiples interpretaciones, comparada con la gran urbe. Con el concepto de barrio
se suele representar mucho más de lo que parece. Lo encontramos desde la arquitectura hasta la filosofía, desde los estudios sociales hasta los históricos. El barrio es definido como elemento fundamental de participación del espacio urbano (Rossi, 1986: 188), unidad urbana de desarrollo de fuerte identidad (Barbag Allo, 1983), como ámbito de las relaciones sociales directas – vecinales (Keller, 1975: 59), de desarrollo de la cultura específica (Feijoo, 1982), como un círculo mágico y ahistórico (Sebrelli, 1964), como sede de luchas y reivindicaciones que lo definen como "algo más que una casa donde vivir" (Castels, 1979: 138), como una dimensión rehabilitadora de la vida urbana (Winograd, 1982), como el polo de solidaridad respecto a la identidad comunal (Catullo, 1983), el polo negativo "barrios ilegales autoconstruidos", respecto a la ciudad legal (Hardoy, 1982: 3), el polo positivo de la disyuntiva respecto a la villa miseria, murmullo político de espacio de acrecentamiento de la conciencia de clase (Giddens, 1979: 216), biotipo de coto racial (Hall, 1985: 203) y llega a mostrarse como seno de los "movimientos sociales" latinoamericanos, que el posmodernismo festeja por considerarlo panacea del neo-clacisismo pre-político (Evers, 1985) (Gravano, 1989: 16).
Si trasladamos esta visión al ámbito de una historia barrial, podemos compendiarla en un estrato de datos objetivos: la fundación, las organizaciones sociales, económicas, políticas, etc., vinculado con un estudio sociológico, en una mirada explorativa que instaura la relación entre aquellos aspectos que conforman la "realidad objetiva" de los datos, transformada por el hecho mismo en la "familiaridad con lo cotidiano". Esta imagen no sólo es portadora de una "significación tácita" por el hecho de ser una historia, sino que va más allá, situándola en el aspecto particular que ofrece un estudio de la "recuperación del patrimonio cultural".[1] En tal sentido, esa "conciencia barrial" se refuerza para marcar la época en que surge dicha "identidad", contextualizada en la naturaleza ideológica de las relaciones sociales.[2]
Identidad y comunidad barrial
La búsqueda del "ser del barrio" no se reduce a la idea de un rol que cumplimos como vecino, es decir, el hecho de "vivir" o "residir" en él, sino que se establece en múltiples aspectos, el cual "implica referirse a prácticas ideológicas, políticas, movimientos, valores, especificidades, polos de disyunción histórica y sede social de las más variadas relaciones" (Gravano, 1989: 24). Para ello, será necesario tener en cuenta el perfil de la "identidad barrial", y en concordancia, con aquellos elementos que conforma la "comunidad barrial".
El perfil de una "identidad barrial" responde a una dialéctica establecida entre la conjunción (junto a) y la disyunción (separado de), que establece una imagen global de identificación que se proyecta desde el mismo seno del barrio hacia la periferia.
Ariel Gravano realiza un interesante análisis de este punto, estableciendo cuatro ejes lógicos. El primero se basa en la homogeneidad que se manifiesta con un "grado de estabilidad y uniformidad", en la que se construye "ideológicamente la identidad. Por ejemplo, cuando los vecinos siguen considerando al barrio como "obrero", aun señalando que las fábricas están desmanteladas y que los obreros "se van muriendo"". La heterogeneidad es otro rasgo distintivo que se construye mediante un conjunto de "diferencias internas subjetivas", pero que no logran "convertirlo en otra cosa (las barritas, el hincha de fútbol, etc.)". La identificación está representada "cuando se afirma la propia identidad respecto a otras (por ejemplo, otros barrios, la ciudad, el "pago"), resaltando el polo conjuntivo". La diferenciación es la característica fundamental en donde "prevalece la disyunción" con "respecto a otra identidad", es decir, confrontando sus rasgos propios con otros barrios o sectores (Gravano, 1991: 70).
La importancia de matizar la historia desde distintos puntos de vista hace que esa proyección de entredichos tenga cierto realce, y el "recopilador" pueda referenciarlos, tomando una cierta distancia, en la que se ponen
al descubierto el mundo objetivo ante el cual actúa la ideología, el mundo de problemas que provocan la necesidad de esa construcción ideológica como un producto histórico. Las paradojas y contradicciones son como ojos de buey por donde se hace posible atravesar la opacidad de los símbolos con que se construye la ideología, porque por ellas se transparenta ese mundo objetivo que determina la existencia de esos símbolos y de esa ideología. Conforman en conjunto las contrariedades o escollos que debe "vencer" el paradigma (Gravano, 1991: 91).
En otra línea es posible identificar aquellos elementos de la "comunidad barrial" que "simbolizan" la "pertenencia" y la "conciencia barrial", determinada por un espacio o paisaje metafórico, que nos sitúa en un eje imaginario como miembros de un determinado sector.
Juan José Tangeri analiza una serie de elementos categóricos que identifican esta presencia, desde una visión muy particular.
El paisaje barrial es el espacio "domesticado", en el que lo hacemos "propio" al vivenciarlo desde nuestra mirada personal.[3]
La historia del barrio (nacimiento, pioneros, desarrollo, etc.) muestra los acontecimientos relevantes, incluidos los que se recopilen al margen de la "historia oficial", con el propósito de mantener viva "la memoria barrial", como "una propiedad distintiva de los miembros de la comunidad".
El argot barrial es la marca distintiva generada por sus miembros al "compartir una toponimia barrial", principalmente, en los "nombres de pila", los "modismos" utilizados frecuentemente, "un anecdotario común", los "cánticos identificatorios", entre otros, que promueven el acervo cultural.
Los fenómenos integrativos, representados por una "fiesta comunitaria" y cualquier otro "ritual", constituyen una actividad lúdica de conjunto, el cual permite que la "conciencia de pertinencia" se refuerce con estos fenómenos, programados u ocasionales, que logran crear una singularidad con el entorno (tradición[4]
Las organizaciones barriales libres están constituidas por clubes, sociedades de fomento, etc., cuyos "miembros" dan vida a estas organizaciones.
En último término aparecen ciertos sobresalientes culturales, cuyos "liderazgos" están reconocidos por la comunidad, admitiéndose una gran "diversidad", en una "tipología cultural": intelectuales, profesionales, jefe de hinchadas, ídolos deportivos, etc. (Citado por Santillán Güemes, 1985: 91-92).
Estos elementos sociológicos determinan un aspecto de significaciones y una cabal muestra en donde lo simbólico se hace presente, teniendo en cuenta que el
lugar se definirá como lugar de identidad (en el sentido de que cierto número de individuos pueden reconocerse en él y definirse en virtud de él), de relación (en el sentido de que cierto número de individuos, siempre los mismos, pueden entender en él la relación que los une unos a otros) y de historia (en el sentido de que los ocupantes del lugar pueden encontrar en él los diversos trazos de antiguos edificios y establecimientos, el signo de una filiación). De manera que el lugar es triplemente simbólico (en el sentido en que el símbolo establece una relación de complementariedad entre dos seres o dos realidades): el lugar simboliza la relación de cada uno de sus ocupantes consigo mismo, con los demás ocupantes y con su historia común (Augé, 1995: 147).
Si bien esta división de espacios, adyacentes e internos, sólo puede ser divisible de manera teórica, también podemos situar su enfoque en dos contextos definidos: las fronteras y los límites.
Cuando hablamos de un espacio adyacente lo vinculamos con esa proyección que se realiza a través de las fronteras: un perímetro físico, impuesto a nivel oficial, que separa al barrio de otros conglomerados urbanos, a través de calles o zonas,[5] mientras que si nos referimos al espacio interno, lo haríamos pensando en un espectro más amplio, es decir, los límites están conformados por esa representación simbólica que ofrece el barrio como centro regente de esa identidad particular.[6]
Redefinir estos conceptos fue decisivo para organizar el material y situar este enfoque histórico-sociológico, el cual me permitió compendiarlo de manera explícita, tanto en el prefacio como en las conclusiones, así como también, en algunos aspectos particulares de la obra.
Representatividad histórica del material
La aplicación del método consistió en brindar un marco referencial al material histórico recopilado. Si bien, muchos investigadores toman como modelo un esquema historicista (acumulación rigurosa de fechas), puede darse el caso de que se lo pueda hacer sin dificultad, pero en otras circunstancias, por motivos ajenos a su voluntad, no alcanzan a reunir adecuadamente una estructuración de este tipo, para lo cual se recurre al modelo de selección por temas: un enfoque amplio para cubrir ciertos claros cuando los datos resulten inciertos o dudosos.[7] Con la aplicación de este modelo pude incorporar un enfoque particular de la información, desde un punto de vista histórico-sociológico, al ordenar una secuencia de textos que, a simple vista, tienen cierta independencia, pero que, en su conjunto ofrecían un "mosaico" con distintos puntos de vista para que el lector pueda relacionarlos. Esta estructura no fue fácil de armar, puesto que al reescribir cada capítulo se iba modificando la visión.
Llegar a establecer la idea de barrio y su conformación, por ejemplo, requirió de un cuestionamiento básico: ¿Por qué se llamaba Villa Mitre? Era necesario saber que la idea de "villa" se incorporaba como un "apelativo" para designar una categoría diferente. La gente de clase media y alta vivía en el barrio, mientras que los obreros en la villa. Otro dato no menor consistió en establecer que este carácter también se debía a que, en un principio, Villa Mitre era considerada como un asentamiento ilegal, ya que algunos pobladores habitaron el lugar antes del remate. Con la modernización de la ciudad, el espacio ocupado pasó a ser de "clandestino" a "legal". De allí surgió el nombre: "Barrio de Villa Mitre", como ocurrió en diferentes sectores de la ciudad.
Otra de las contradicciones fue la de determinar correctamente la fecha de fundación del barrio, puesto que la fijada de manera oficial difería considerablemente de la que se suponía. Si adoptaba como criterio la de establecer como base un "dato incierto", es decir, reflejado únicamente en los dichos de los propios habitantes, excluía la restante. Entonces, ¿cuál era la postura correcta que debía tomar? La opción fue la de incluir sin excluir, es decir, incorporar ambas fechas y dejar planteado el interrogante, puesto que lo que interesaba era ponerlos en igualdad de condiciones, eximiéndome de la responsabilidad para resolver el conflicto.[8]
En toda historia, este dato resulta relevante para establecer el nombre del "primer poblador y fundador". En el caso de que no se lo pueda determinar con exactitud, es decir, si no se encuentra designado legalmente, debe figurar un listado con los nombres de aquellas personas que supuestamente fueron los "primeros pobladores", como un símbolo, sin establecer un orden jerárquico.
En la historia de Villa Mitre, esta cuestión también fue un tópico en la que estaba presente una contienda entre vecinos para incluir distintos puntos de vista. Oficialmente, se lo reconoce a Santos Cicchini como primer poblador y fundador.[9] A su vez, se adicionaron tres fuentes bibliográficas: la del profesor Lituarde Casalini que consideraba que la fecha de fundación del barrio estaba equivocada, y en la que menciona que antes de 1906, distintas familias se habían instalado en el predio;[10] la opinión de Generoso Cuadrado Hernández en la que comenta la disputa que mantenía con su vecino Santos Cicchini;[11] y la recopilación de un artículo del diario La Nueva Provincia, en el que aparece una información relevante.[12]
En la actualidad, estas situaciones son poco frecuentes, puesto que el surgimiento de un barrio se hace por medio de un consorcio, en el cual se da por descontado que los fundadores son todos aquellos que han adquirido su vivienda, cuya "fecha de fundación" coincide con la "toma de posición", corroborándose con la escritura pública.
Al abordar la cuestión que giraba en torno a la "fama" que tenía Villa Mitre en sus comienzos (capítulo octavo), debí incluir un tema considerado "tabú": la prostitución. Al barrio se lo conocía como la "zona roja" de la ciudad y también, como refugio de "ladrones" y "bandoleros", entre los que se destacaron Sierra Morena, Candelas, El Tempranillo y Pernales: los personajes más temidos.
En los capítulos 9 al 13, se incluyó una serie de anécdotas retomada de distintas versiones orales, como una expresión popular, de un episodio común entre los habitantes del lugar, pero que puede resultar excepcional para otros, con una descripción paisajística y una temporalidad arbitraria, situacional, en donde se enaltece la figura de los protagonistas. Es importante remarcar su importancia, puesto que revelan una estrecha vinculación que refuerza el sentido de la conciencia barrial, en la proyección de la memoria colectiva para asumir, de alguna manera, su incorporación en el presente, remarcando, en este sentido, un equilibrado y enérgico "código de valores" (Pampillo y ot., 1999).
Las historias institucionales[13]fueron reseñadas en un orden de acuerdo con sus finalidades: sociales, políticas, culturales, religiosas, etc. Dicho material ha sido recopilado a través de actas, documentos e informes que brindaron las propias entidades, y luego, actualizados mediante el trabajo de campo.
En último término, debo hacer mención al título de la obra. Necesitaba encontrar una frase clave, que refleje un espíritu histórico. Transité por los lugares comunes: "La historia del barrio de Villa Mitre", "Villa Mitre: una historia singular", "La ciudad de Villa Mitre", pero ninguno de estos rótulos me habían convencido. Al releer el primer capítulo, me llamó la atención el eslogan publicitario que Domingo Pronsato utilizó para el remate: "Villa Mitre, la reina de las villas". Esta frase, original y sugerente, me pareció la más indicada para el título, ya que reunía dos aspectos relevantes: la del origen histórico, y a través de su connotación, el reflejo de esa personalidad tan arraigada del barrio. Fue acertada la elección, puesto que esta frase ha pasado a formar parte de un eslogan popular.
Escribir cada capítulo de Villa Mitre, la reina de las villas fue una de las tareas más complejas que me tocó realizar. Debía tener en cuenta la inclusión de un enfoque socio-histórico que reflejara cada hecho, acorde con la época, y a la vez, encontrar el tono justo de un estilo que me permitiera expresarme con claridad y precisión.
Diseñar un diagrama fue una de las estrategias que me brindó la posibilidad de ordenar la información, conforme al modelo histórico por temáticas, cuyo boceto se fue ampliando al integrar nuevos detalles operativos.
En este amplio contexto, los borradores, escritos a mano y luego pasados en máquina de escribir, acentuaron distintos enfoques, con un marcado registro de datos y narraciones de los más variados estilos, que dieron cuenta del largo proceso que significó la reescritura. He llegado a contar una acumulación de 13 auxiliares hasta la corrección final.
Al seguir el consejo de Gabriel García Márquez (1993): guardar los escritos en un "cajón" y con el tiempo volver a releerlos como si fueran de otra persona, fue una de las estrategias que me posibilitó realizar una reflexión pausada, distante. De este modo, pude descubrir ciertos detalles que, en un principio, pasaron inadvertidos, pero que después recobraban cierto protagonismo, en cada relectura,[14] al corregir los aspectos sintácticos o ampliar la información con datos que ofrecían un punto de vista diferente.[15]
Este proceso interno, de recursividad en la escritura,[16] se perfecciona a medida que el escritor logra convalidarlo con la práctica, puesto que nada se escribe de primera intención, con el correr de la pluma, sino que el texto conlleva un tiempo de maduración en las ideas, que necesitan ser reformuladas y ajustadas hasta llegar al punto culminante de dar por terminado esta etapa como cierre.[17]
En todo el proceso, no sólo tuve en cuenta los aspectos formales de la escritura, y también, las variantes que posibilita enmarcar el discurso en un género, que no fue uniforme, sino articulado con distintas voces: el artículo para los capítulos que requerían de un manejo integral de la exposición en los hechos históricos; el informe compuesto por una estructura de datos: fechas, miembros fundadores, fines específicos, etc., compendiados en las historias institucionales, con un matiz interpretativo de los aspectos relevantes de su vinculación con el barrio; el prefacio, en un enfoque personal, establecía el porqué de la obra y sus fines específicos; el ensayo (capítulo final) contenía un somero esbozo de los aspectos más relevantes de la historia y la opinión personal; en el capítulo "1997 y ", los discursos de destacadas personalidades de la ciudad, recreados en una versión libre; y los anecdotarios con la utilización de recursos literarios.
Cabe acotar que el género literario de la anécdota "parece incluir la diversidad: anécdotas históricas, biográficas, morales, cuentos cortos, chistes, mitos de determinados personajes, etcétera" (Martínez Carranza de Delucchi y ot., 2008: 80). Se diferencia de la leyenda por sus características intrínsecas.[18] Generalmente, el episodio que se narra es breve, y el hecho suele ser real o imaginario. Debido a esta ambigüedad, es tomado como cierto, puesto que, al incorporar un matiz histórico, circula en un determinado ámbito y logra su identificación con la comunidad que le dio origen.
La estructura narrativa de la anécdota no es compleja; para ser recordada retoma los aspectos del cuento popular en tres momentos: la introducción, el desarrollo y el remate. La apertura del relato se basa en la presentación del personaje que va a estar involucrado en una acción cotidiana. Al narrar el suceso, aparece el desarrollo de la acción con un matiz distintivo, extraño, manteniendo al lector con expectativas. En esa tensión se pueden describir los rasgos más salientes del escenario, la aparición de otros personajes intervinientes (2 o 3), y los objetos, como un refuerzo, que obliga a seguir el hilo conductor desde otra óptica. Surge, entonces, un desenlace sorpresivo, que puede ser humorístico o tragicómico.
Al seguir estos lineamientos, pude recopilar una serie de anécdotas, siendo las más representativas y memorables son las de "El Vasco Arana" (el muerto resucitado) y "El Bar Las Cuatro Aguas" (el caso del degollado), cuyos episodios han logrado instituir la fama de Villa Mitre, por ser dos historias chispeantes e ingeniosas.
Para el "trabajo de campo",[19] cuya tarea fue también llevada a cabo también por el periodista Lautaro Gil, tuvo una serie de inconvenientes, puesto que tuvimos que definir un cuestionario que nos daría la posibilidad de hallar un resultado concreto, así como también, una selección de preguntas claves para las entrevistas. Esta ardua tarea consistió en tabular los datos para extraer distintas conclusiones, y desgrabar un contenido de varias horas de grabación. De este modo, se confeccionó un texto que fue incluido como parte de los informes y en los capítulos que reflejaban distintos enfoques subjetivos.
En este singular proceso que deviene en la escritura, no sólo debía tener en cuenta los objetivos relacionados con la metodología de investigación, en cuanto al ordenamiento de la estructura de los textos, de manera global, sino también, compendiar los rasgos distintivos de una marca personal a través del estilo, en la que es posible diferenciar la escritura de otras, que conforman también un mismo efecto, para ser clara, concisa y original. Esta significación, pensada en abstracto, implica rever de qué manera se instaura la aplicación de los adjetivos, sinonimia, enfoques particulares de selección de la información, entre otras cuestiones que van más allá de los aspectos formales.[20]
En un principio, incorporar abundantes citas para justificar el porqué de cada suceso, trajo como consecuencia que la prosa contenga una estructura recargada al extremo, con una expresión barroca que declinaba la atención lectora. Al variar la aplicación de los géneros, y llegar a establecer distintas voces, pude alcanzar el equilibrio entre el aspecto comunicativo de la idea y la manera de ser redactado. En las distintas relecturas, fui elaborando una síntesis de párrafos, extrayendo las ideas principales. De este modo, al eliminar la "hojarasca", es decir, aquello que estaba de más, pude organizar un contenido mínimo de citas, y ese texto, al cobrar una nueva significación, era ágil, de fácil lectura, sin ir al extremo de incorporar tecnicismos innecesarios.
Otro aspecto a considerar fue lograr una diferenciación de estilos entre los colaboradores especiales y el personal. Para ello, fue necesario anexar los distintos textos, aclarando su autoría, entre los que se destacan: Carmen Sánchez, Iside Córdoba, Arnaldo Leija Castelli, Mons. José María Dobal, Luis Pedro Ponte y Lautaro Gil. De este modo, la obra también se puede leer como un corpus colectivo de voces, que le otorga un matiz especial.
Escribir Villa Mitre, la reina de las villas me ha brindado innumerables satisfacciones, puesto que desde su publicación, en 1997, hasta el presente, ha trascendido límites impensables.
La obra, en poco tiempo, había conquistado los gustos del público, y cobró una amplia difusión en el ámbito escolar, como material de consulta, utilizado por los alumnos de escuelas primarias y secundarias, y también, por alumnos y profesionales de la Universidad Nacional del Sur, de los departamentos de historia y geografía.
La trascendencia social de la obra está enmarcada por dos sucesos: por un lado, el libro se ha transformado en un "símbolo" representativo para los vecinos que se sienten identificado con su contenido, y por el otro, el rótulo Villa Mitre, la reina de las villas se ha convertido en un eslogan popular.
Esta última circunstancia pudo materializarse a través de un monolito, ubicado en el centro de la plaza, con una base de cemento y una corona en la cima, que fuera inaugurado en el centenario de la fundación del barrio. La lectura alegórica que puede hacerse concentra dos visiones significativas: por un lado, en el discurso inaugural, la frase: "A Villa Mitre sólo le faltaba la corona", refleja el sentir de los habitantes del lugar, confiriéndole a Villa Mitre el carácter de "reina", que la distingue de otras villas y barrios, por la fuerte influencia proyectada de esa "identidad", y por el otro, en la parte superior de la corona está ornamentada con escudos nacionales y extranjeros, que recobra ese "espíritu" de agradecimiento, de las distintas oleadas inmigratorias que se afincaron en el sector, entrelazadas en un abrazo fraterno y simbólico.
A todos estos sucesos impensables, debo sumar los reconocimientos del Centro Fomento y Cultura de Villa Mitre y el Honorable Concejo Deliberante por haber premiado mi labor como escritor.
Al recrear, en el presente trabajo, algunos pormenores de la investigación llevada a cabo en la obra Villa Mitre, la reina de las villas y relacionarla con el proceso de escritura, tuvo la impronta de presentarse como un desafío.
Si bien contaba con distintos materiales: documentación, borradores y bibliografía no fue fácil armar una hipótesis de trabajo que logre sustanciarse con el recorrido iniciado. La tarea consistió en rever dichos enfoques a partir de una lectura inversa de la obra, teniendo en cuenta aquellos aspectos que se presentaron como "problemas", en los que tuve que tomar una decisión para seleccionar los procedimientos adecuados.
En este recorrido personal, pude reconstruir un enfoque teórico aplicable de una metodología de investigación histórica barrial, con el propósito de hacer explícito un mecanismo interpretativo que en su momento estuvo implícito, al realizar ese traslado de la estructura formal del libro, citado como ejemplo.
A su vez, reflexionar acerca del proceso de escritura, fue una instancia propicia para establecer la "recursividad" como una marca distintiva, en un ida y vuelta constante en el texto, que nos ofrece como reto agudizar nuestro ingenio, reformular las ideas y sobre todo, tomar conciencia de que dicho "proceso" requiere tiempo y esfuerzo.
Una vez concluida la tarea, el autor entrega el material a un potencial lector, y el tiempo será el encargado para que se sustancie y logre circular en el ámbito social, en un nuevo contexto.
Por ello, es posible ver que en la obra Villa Mitre, la reina de las villas, al pasar por todas las instancias, logró adquirir una dimensión impensada, que como autor me sigue sorprendiendo, puesto que mi intención consistía en escribir una historia barrial sin mayores pretensiones, pero que se ha transformado en uno de los mayores logros en mi carrera como escritor.
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Autor:
Jorge Marín
Periodista, escritor y docente. Obtuvo los títulos de "Perito Superior en periodismo" en el Instituto Superior EDAYCI de Buenos Aires, de "Técnico superior en periodismo" en el Instituto Superior de Ciencias de la Comunicación Social de Bahía Blanca y completó sus estudios como docente, nivel superior, en el Instituto Superior A.P.M. de Bahía Blanca. Es autor de Los cuentos de Germán (narrativa), Villa Mitre, la reina de la villas, Gramáticas Interactivas, Arte Digital (ensayos), y Las cosas que se te ocurren, ¿Quién sos?, El mufa (teatro). Colabora con artículos en la revista Voces, perteneciente al I.S.F.D. Nº 3 y el diario La Nueva Provincia.
[1] Podemos definir al patrimonio cultural como el conjunto de bienes materiales y tambi?n como el rescate de determinados valores que representan el legado recibido de nuestras generaciones pasadas. Todos los h?bitos y costumbres adquiridos en la interacci?n hombre-cultura. El ?patrimonio cultural? est? representado por aquello que preserva nuestra identidad y constituye el ?nico medio de autoidentificaci?n, a trav?s de s?mbolos, tradiciones, rituales, etc. (Passafari, 1969).
[2] ?Lo ideol?gico se compone b?sicamente de dos elementos: lo ?ideo? y lo ?l?gico?. Una ideolog?a es un conjunto de ideas materializadas en un lenguaje de signos, con un campo referencial correspondiente (ideas sobre algo), estructuradas y funcionantes seg?n una l?gica. Es la refracci?n pr?ctica de un mundo objetivo, consistente en la transformaci?n de algo que act?a como dado en un referente con sentido. Por su car?cter s?gnico remite a un m?s all? de su soporte expresivo, que est? fundado en la posibilidad que tiene lo dado de adquirir distintos sentidos? (Gravano, 1991: 86).
[3] La mirada infantil recrea al barrio con la imagen de un ?lugar m?gico? de encuentros y emociones, en donde podemos situar la plaza, el potrero y otros sectores caracter?sticos relacionados con una actividad l?dica y, a su vez, integrados a la convivencia de amigos y vecinos, en la que se destaca la presencia de personajes pintorescos que han dejado su huella, por ser ocasionales o habitantes pr?ximos, con caracter?sticas propias, cautiv?ndonos, al mostrar alegr?a, ingenio o cualquier otra cualidad distintiva. En la adultez, esta conceptualizaci?n del barrio se va perdiendo, por el constante cambio de escenario o por nuestras ocupaciones cotidianas: trabajar en otro sitio, mudarse a otro barrio o ciudad, etc. La memoria, igualmente, recrea ese halo nostalgioso de los primeros tiempos, en una vasta recorrida, aunque hayamos relegado esta imagen a segundo plano.
[4] La tradici?n, en t?rminos generales, puede ser definida como la comunicaci?n o transmisi?n de noticias, composiciones literarias, as? como tambi?n las doctrinas, ritos, devociones, costumbres, etc., realizados de padres a hijos, a trav?s de una vivencia familiar, una comunidad o naci?n. En tal sentido se puede establecer que la tradici?n ?descansa en la pluralidad de sus numerosos elementos y hasta en la contradicci?n de ?stos y elaborar a partir de ellos un estilo que se transmite. La perpetuaci?n del pasado no implica la repetici?n de los mismos actos, sin ninguna modificaci?n. Es tambi?n renovaci?n, pero dentro del peculiar estilo de la comunidad. Fuerza de conservaci?n, pero tambi?n centro irradiante de proyecci?n y creaci?n? (Passafari, 1969: 4). En cierto modo, la tradici?n es una forma de historia "figurada? y ?constructiva?, siendo necesaria su constituci?n para que los pueblos transmitan a las generaciones venideras el verdadero sentido de una ?conciencia cultural?, con todo lo que constituye su acervo, puesto que las generaciones pasadas han puesto su mirada en los j?venes y los no tan j?venes para preservar su continuidad y, de este modo, fortalecer su desarrollo.
[5] ?En Villa Mitre, a principio de siglo, el l?mite estaba conformado por la Estaci?n del Ferrocarril Sud y el Arroyo Napost?. En esta jurisdicci?n se inclu?a: Tiro Federal, Villa Obrera, Bella Vista y La Falda. Pero los l?mites son fluctuantes y hoy cada barrio se independiz?. El actual contorno est? creado por: al Norte: Tiro Federal, al Nor Este: calle S?crates, al Este: Barrio Anchorena, al Sur Este: Remedios de Escalada de San Mart?n y su continuaci?n Estados Unidos, al Sur: Villa Rosario, al Sur Oeste: Calle Brown, al Oeste: Arroyo Napost? y v?as del Ferrocarril Sud, y al Nor Oeste: Calle Agust?n de Arrieta? (Mar?n, 1997: 31-32).
[6] Es muy caracter?stico encontrar que en Villa Mitre, ?un hincha del barrio vea la posibilidad de considerarlo como una ciudad dentro de otra ciudad. Algunos fan?ticos (contado como an?cdota), hace algunos a?os, pusieron a la entrada de la avenida Falucho un gran cartel: "Bienvenidos a la ciudad de Villa Mitre". Como no era un cartel reconocido a nivel oficial, lo quitaron dada la confusi?n (?) que provoc?. En alguna medida, se cumpli? con el vaticinio de un viejo slogan tur?stico: ?Si usted viene a Villa Mitre, no deje de visitar Bah?a Blanca?? (Mar?n, 1997: 211).
[7] Puede ser obvio formular este tipo de consideraciones, pero los que se inician en una investigaci?n, quiz? no tengan claro c?mo realizar una b?squeda o los distintos enfoques. Generalmente, se recurre al t?pico de contar una historia reflejada desde la ?ptica de una entidad, eligiendo la m?s antigua: sociedad de fomento, club, escuela, etc. Luego, al compaginarse el material, se comienza escribiendo acerca de la fundaci?n de la entidad y a continuaci?n, se incluyen someros cap?tulos recreando la visi?n hist?rica del barrio, el homenaje a una enfermera, o bien, se mencionan las actividades que organiza la Instituci?n. Este antim?todo, por lo com?n, se compendia en art?culos o libros. Quiz?s por desconocimiento de un m?todo, aunque resulte meritorio lo escrito, en cuanto a una preocupaci?n personal o institucional por reflejar los aspectos hist?ricos, lo recopilado dista mucho de ser una historia barrial.
[8] Cabe aclarar que la tarea de recopilar una historia barrial puede recaer en alguien que no sea un profesional ?l?ase historiador?, sino que la llevan a cabo distintas personas que cumplen otros roles: escritores, periodistas, docentes, etc. Cuando se le exime de la responsabilidad de resolver un conflicto hist?rico relevante es, precisamente, porque no cuenta con la autoridad ni tampoco con los elementos de prueba para catalogar cu?l es el dato fidedigno y cierto. Esto conlleva impl?cita la responsabilidad de incluir ambos aspectos por ser enriquecedores de una visi?n no resuelta, de antigua data (Gravano, 1989).
[9] ?La Comisi?n de Reafirmaci?n Hist?rica de Bah?a Blanca, el 22 de junio de 1985, coloc? al frente de la casa de Rivadavia 1371 una placa que dice: ?En este predio el se?or Santos Cicchini construy? la primera casa de Villa Mitre, cuyos trabajos se iniciaron el 18 de junio de 1906, fecha de nacimiento de este barrio. La Comisi?n de Reafirmaci?n Hist?rica se hace un deber en recordarlo?? (Mar?n, 1997: 108).
[10] ?El profesor Lituarde Casalini, en su ensayo La fundaci?n de Villa Mitre (La fecha equivocada), hace menci?n de los primeros pobladores. En lo que es hoy calle Juan B. Alberdi, se instalaron: en 1901, la familia de Miguel Mastrovalerio y Vicente Coppa (N? 1689); en ese mismo a?o el matrimonio el matrimonio Pablo Casalini y Antonia Mastrovalerio, (N? 1668); en 1904 el matrimonio integrado por Alfredo Fiorini y su esposa Celinda, (N? 1679), y don Seraf?n Otranto y su esposa Santina (N? 1673); en 1905, el matrimonio Santos Mazzante y su esposa Angiulina (N? 1652); en 1905, en Castelar al 1670, M?ximo Guti?rrez, y en Washington 520, el se?or Pablo Presti y su esposa Antonia. Sobre la calle Remedios de Escalada al 300 se asent? la familia Cocconi? (Mar?n, 1997: 18).
[11] ??Las dos primeras viviendas construidas en forma simult?nea fueron las de don Santos Cicchini y la de nuestra familia, ambas sobre Rivadavia. Don Santos, un buen sillero de profesi?n, viv?a con una obsesi?n: la de que se le reconociera el t?tulo de primer 'fundador'. Sol?a acudir a los diarios para proclamarlo y hasta coloc? en el frente de su casa un cartel con esta leyenda: 'Santos Cicchini, primo fundatore de Villa Mitre'. No ser?a extra?o que en el subconsciente abrigara la ambici?n de ser inmortalizado en el m?rmol.?? (Mar?n, 1997: 19).
[12] ?En el art?culo publicado en el diario La Nueva Provincia, el 19 de noviembre de 1933, ?Qui?nes fueron los primeros pobladores?, se da a conocer que, por aquel entonces, se desconoc?a la presencia de un primer poblador y fundador. Antes de 1906, vivieron tres familias: ?Espergu?n, L?pez e Hidalgo?; despu?s del loteo le siguieron: ?Jos? Garc?a Garc?a, Luis Merinardi, Juan Gim?nez y Manuel Espergu?n, Domingo Pi?eyro, Vicente Fonseca, Domingo De Luca y Santos Cicchini?. Adem?s, se hace menci?n que los primeros pobladores ?ser?an todos aquellos que se establecieron en 1906, de junio a diciembre?? (Mar?n, 1997: 18).
[13] La historias institucionales conforman el pilar b?sico de la comunidad, puesto que ?el hombre las ha creado para satisfacer sus necesidades y las mejora en la medida en que desea un mayor bienestar? (Ware, 1980: 16).
[14] ??la lectura no es nada m?s que un primer nivel de la correcci?n, la encierra o la implica, pero no es toda la correcci?n; m?s a?n, lo que la lectura corrige y que sirve para empezar a matizar el concepto, permanece en el texto, no altera su forma material, aunque modifique su valor, mientras que la correcci?n, en su nivel superior, tiene una teleolog?a, intenta llevar el texto hacia otra parte de s? mismo que ser? una nueva forma de s? mismo y, por lo tanto, diferente? (Jitrik, 2000: 79).
[15] ??para el que se corrige a s? mismo, la relaci?n con todo ese conjunto, desde las erratas de composici?n hasta las falsas ideas, pasando por las faltas de ortograf?a, los errores de sintaxis o de puntuaci?n, constituye la base material, el conjunto sintom?tico al que se enfrenta pero para pasar a otro nivel, el de la percepci?n global del texto; en esa instancia podr? realizar la modificaci?n? (Jitrik, 2000: 85).
[16] ?La novedad que aportan Flower y Hayes es que descartan la idea de ?etapas? pensadas como pelda?os o compartimientos cerrados y en cambio se refieren a momentos recursivos que se imbrican, se superponen, se repiten y vuelven sobre s? mismos y una y otra vez. Esos momentos, adem?s interact?an con los conocimientos y las habilidades ling??sticas de los que escriben? (Mar?n, 2004: 277).
[17] ?El cese de la correcci?n, por lo tanto, apela a cierta sabidur?a, no s?lo a la atenuaci?n de los s?ntomas: el escritor va aprendiendo incluso eso hasta llegar a saber cuando debe detenerse; es tal vez m?s escritor cuando ha aprendido a detenerse que antes, cuando se siente impulsado a escribir. Sarmiento, en un ejemplo famoso, admiti? que pod?a modificar una considerable cantidad de disparates que hab?a puesto en Facundo, seg?n se lo hab?an se?alado en un orden el gram?tico Mantilla y en otro Valent?n Alsina pero, para justificar por qu? no incorporaba todo lo que le hab?an indicado, explic?, a Alsina, que si lo hac?a ?desapareciese su fisonom?a primitiva, i la lozana y voluntariosa audacia de la mal disciplinada concepci?n? y, con ello, uno de sus m?ritos principales? (Jitrik, 2000: 88).
[18] "Una relaci?n de sucesos que tienen m?s de tradicionales o maravillosos que de hist?ricos o verdaderos? (Bonocuore, 1986: 42).
[19] El trabajo de campo puede ser definido como un conjunto de acciones encaminadas a obtener, en forma directa, distintos datos de las fuentes primarias de informaci?n, es decir, de las personas, con relaci?n al lugar y tiempo en que se suscita el conjunto de hechos o acontecimientos que son de inter?s para la investigaci?n (Sabino, 2005).
[20] ?La ?letra?? es la letra que se traza y que va creciendo en el espacio en blanco pero, en la correcci?n, es la que ha surgido mal, torcida, equivocada; perfeccionarla da lugar a una emoci?n muy grande, la de ?sortear? un riesgo an?logo al riesgo de muerte. En ese instante de advertencia y correcci?n lo que se pone en evidencia es, precisamente, la escritura, que hace m?s cosas que simplemente depurarse de vicios: no se trata del vac?o de la pura letra sino de llegar a otra parte, a otra forma o instancia de trascendencia, a lo que antes y constantemente design?bamos como significaci?n? (Jitrik, 2000: 92).