Enfermedades maternas inducidas por el embarazo o que lo complican
Enviado por Karin Yonet Machaca Cari
- Epígrafe
- Introduccion
- Resumen
- Justificación
- Objetivos
- Enfermedades maternas inducidas por el embarazo o que lo complican
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Bibliografia
- Dedicatoria
Cuando se es madre, nunca estas realmente sola en tus pensamientos.
Una madre siempre tiene que pensar dos veces, una vez por sí misma y otra vez por sus hijos
No hay manera de ser una madre perfecta, hay un, millón de maneras de ser una buena madre
La reproducción humana es un proceso social, bioquímico y fisiológico complejo que no es tan exitoso como alguna vez se pensó. Es probable que menos de la mitad de todas las concepciones se pierdan antes de que incluso se reconozca el embarazo. Otro 15 a 40% se pierde en el primer trimestre debido a alguna complicación que se da en este proceso.
La interrelación de la obstetricia ha sido motivo de especial preocupación entenderla con criterio integral, abarcando desde las medidas de fomento para la salud, la medicina preventiva, hasta el dominio de los conocimientos y tecnología sofisticada en beneficio a los intereses del binomio madre-feto.
La medicina preventiva está ampliamente representada en la consulta prenatal, en la que tiene la oportunidad de seguir los cambios fisiológicos que el embarazo le imprime al organismo materno, para poder captar con oportunidad las alteraciones patológicas que pueden ocurrir como consecuencia del embarazo o independientemente del mismo, pero que al presentarse pueden modificar o poner en riesgo la salud de la madre, la evolución de la gestación, o ambas.
En la mayoría de los casos, dichas situaciones son producidas de forma natural debido a cambios o problemas en el organismo de la madre. Estos son comúnmente definidos como "complicaciones en el embarazo". En ocasiones, se pueden producir abortos inevitables, debido a anomalías en el feto, problemas de la madre o por causas desconocidas.
Una complicación es considerada como un agravamiento de una enfermedad o de un procedimiento medico con una patología intercurrente, que aparece espontáneamente con una relación causal más o menos directa con el diagnostico o el tratamiento aplicado.
Una emergencia obstétrica es la condición de complicación o intercurrencia de la gestación que implica riesgo de morbilidad o mortalidad materno-perinatal.
Se llama "de alto riesgo" al embarazo en el cual el pronóstico materno y/o fetal es potencialmente subóptimo en comparación a un embarazo normal. Se estima que alrededor de un 20% de los embarazos corresponde a la denominación de alto riesgo y ellos son responsables de más del 80% de los resultados perinatales adversos.
La obstetricia actual (medicina materno-fetal) ha logrado grandes éxitos en la reducción de la morbimortalidad materna, por lo que actualmente se ha centrado la atención en los aspectos fetales y neonatales, así como en identificar al subgrupo de mujeres embarazadas que requiere de una mayor vigilancia y cuidado a consecuencia de presentar factores de riesgo claramente identificables, sea antes o durante el embarazo. Para este fin es que existe el control prenatal, que consiste en un conjunto de acciones sistemáticas y periódicas destinadas a la prevención, diagnóstico y tratamiento de los factores que puedan condicionar morbilidad o mortalidad materna o perinatal.
Aproximadamente el 70% de la población obstétrica no tiene factores de riesgo, por lo que su control es simple y no requiere de infraestructura de alto costo. Sin embargo, existen problemas perinatales como la prematurez, la asfixia perinatal, las malformaciones congénitas y las infecciones; y desde el punto de vista materno, la hemorragia obstétrica, las infecciones, el síndrome hipertensivo del embarazo y las enfermedades maternas pregestacionales, que requieren de estrategias orientadas a la prevención, diagnóstico y tratamiento oportunos.
Algunos estudios dicen que la enfermedad se exacerba durante el embarazo, mientras otros describen que permanece estable o incluso mejora. Parece ser que estos estudios han utilizado sujetos y criterios diferentes que pueden explicar esta disparidad de observaciones. Sin embargo, se sabe que el impacto de la enfermedad sobre el embarazo se asocia con un mayor número de abortos, partos pretérmino y crecimiento intrauterino retardado, incluso con el desarrollo del llamado lupus neonatal, por el cual el recién nacido puede sufrir bloqueo cardíaco completo y lesiones cutáneas.
Recientemente han sido establecidos algunos marcadores que pueden predecir las consecuencias que puede tener sobre el neonato el que la madre padezca LES. Los resultados concuerdan con los conocimientos previos acerca del número de pérdidas fetales, a pesar de las medidas adoptadas. Este hecho se explica por la presencia de anticuerpos antifosfolípido y los valores bajos del componente C3 del complemento, sistema que contribuye con las células defensivas del organismo. Parece ser que una manera de reducir la mortalidad en el feto por esta enfermedad es el uso de heparina combinada con corticoides durante la gestación.
La mortalidad materna constituye, sin duda alguna, un buen indicador de la Calidad de Vida de las Mujeres, tiene un efecto en las condiciones y la esperanza de vida de sus hijos, es un factor del desarrollo de la población.
En la actualidad la diferencia entre las tasas de mortalidad de los países del primer mundo comparadas a países pobres muestran una disparidad más alta que cualquier otro indicador de la salud pública, es por ello que una de las Metas de Desarrollo del Milenio fue reducir las tasas de mortalidad materna en un 75% de los Niveles de 1990, para el año 2015, y para el caso del Perú se debió alcanzar al año 2015 la razón de muerte materna de 66 defunciones por cada 100 000 nacidos vivos. La mortalidad materna mundial se ha reducido en alrededor del 44% entre 1990 y 20015. Perú está entre los 20 países del mundo que más ha avanzado en la reducción de la mortalidad materna, sin embargo el departamento de puno para el año del 2015 está ubicado en el cuarto lugar de mortalidad materna con 29 casos de muertes maternas y una razón de mortalidad de 98 por 100 000 NV. La meta de la agenda de desarrollo sostenible para los años 2016 -2030 es reducir la razón de mortalidad materna (RMM) mundial a menos de 70 por 100 000 nacidos vivos.
A nivel mundial, aproximadamente un 80% de las muertes maternas son debidas a causas directas las cuales son absolutamente evitables. Las cuatro causas principales son las hemorragias intensas (generalmente puerperales), las infecciones (septicemia en la mayoría de los casos), los trastornos hipertensivos del embarazo (generalmente la eclampsia), y el parto obstruido. Las complicaciones del aborto peligroso son la causa de un 13% de esas muertes. Entre las causas indirectas (20%) se encuentran enfermedades que complican el embarazo o son agravadas por él, como el paludismo, la anemia, el VIH/SIDA o las enfermedades cardiovasculares.
Todos los embarazos implican algunos riesgos. Las causas pueden ser afecciones que ya tiene o cuadros que se desarrollan durante el embarazo. También incluye embarazos múltiples, antecedentes de embarazos complicados o tener más de 35 años. Esto puede afectar su salud o la salud de su bebé.
Si tiene una enfermedad crónica, debe hablar con el médico para enterarse de qué manera puede minimizar el riesgo antes de embarazarse. Una vez que se produce el embarazo, es posible que se necesite un equipo de profesionales de la salud que la supervise. Entre los ejemplos de enfermedades comunes que pueden complicar el embarazo se encuentran:
Enfermedades cardíacas
Hipertensión arterial
Problemas renales
Trastornos auto-inmunes
Enfermedades por contagio sexual
Diabetes
Cáncer
Infecciones
Otras afecciones que pueden aumentar el riesgo del embarazo pueden ocurrir durante el desarrollo del mismo – por ejemplo, diabetes gestacional e incompatibilidad Rh. Un buen cuidado prenatal puede ayudar a detectarlas y tratarlas.
Algunas molestias, como náuseas, dolor de espalda y fatiga, son comunes durante el embarazo. A veces es difícil saber qué es normal. Llame a su médico o partera si algo le molesta o le preocupa.
El presente trabajo nos muestra una problemática tal como lo es las enfermedades maternas inducidas por el embarazo ya que es muy importante para todas aquellas mujeres que iniciaron ya una vida sexual sin tener en cuenta los cuidados necesarios para tener un embarazo saludable.
Una de las principales importancias para desarrollar la siguiente investigación, es identificar el nivel de conocimiento de los métodos de cuidado y factores de riesgo en las futuras madres.
Lo que intento verificar es cuánto se sabe, en torno al tema y evitar las consecuencias, que muchas veces conllevan a situaciones que después son lamentables, por ello quiero incentivar a valorar la actitud frente a los tratamientos necesarios en las madres que pronto se comprometerán a responsabilidades mayores, que en muchas ocasiones se torna sumamente difícil pues emprenderán una nueva vida.
En las madres adolescentes por ejemplo, encontramos 60% de abortos, esto muestra que es muy grave a temprana edad, pues el daño no solo es causado por el neonato, sino para la madre quienes muchas veces pueden quedar estéril para siempre, o simplemente morir. Para que no pueda suceder esto tenemos que educar a todas las mujeres en general haciéndolas saber que tan importante es estar preparadas.
a) Objetivo General:
Fortalecer los conocimientos de la madre gestante. Para evitar complicaciones durante el embarazo
b) Objetivos Específicos:
Conocer las muertes maternas según causa genérica.
Conocer las muertes maternas según grupo de edad.
Fortalecer los conocimientos de la madre gestante. Para evitar complicaciones durante el embarazo
Lograr que la madre gestante practique los cuidados del embarazo
Mejorar el estado nutricional de la madre gestante.
Enfermedades maternas inducidas por el embarazo o que lo complican
Es muy importante que conozcas las enfermedades que pueden aparecer mientras estás embarazada. La mayoría de estas situaciones requieren reposo y dieta durante el periodo de gestación, además de otros cuidados. A continuación, enumeramos las complicaciones más frecuentes:
CISTITIS
Las ganas continuadas de orinar, el escozor cuando haces pis, la disminución de la cantidad de orina y, en ocasiones, rastros de sangre al orinar. Son los síntomas de la cistitis, la infección de orina más común durante el embarazo. Los cambios anatómicos y fisiológicos que sufren las vías urinarias durante la gestación son los principales responsables de la cistitis. El aumento del tamaño del útero hace que la vejiga se comprima y favorece la retención del pis, que propicia el desarrollo de los gérmenes.
Pero ¿cómo actuar ante una infección de orina si estás embarazada? El ginecólogo será la persona encargada de indicarte el tratamiento a seguir. A continuación, te damos algunas pautas básicas de todo lo que debes tener en cuenta para hacer frente a la cistitis.
¿Qué la provoca?
El principal factor que propicia la cistitis durante el embarazo es el aumento de la progesterona. Esta hormona hace que las paredes de la vejiga pierdan su tonicidad, lo que provoca una mayor predisposición al estancamiento de la orina en la zona y, en consecuencia, se favorece el desarrollo de los gérmenes, que pueden multiplicarse más fácilmente en la vagina.
Otros factores de riesgo
Existen otros factores que pueden originar la cistitis, entre los que destaca una higiene inadecuada de la zona de la vagina. Es importante lavarse esta delicada zona con jabones neutros y específicos para ello. También conviene lavarse primero la vagina y después la zona anal, no al revés, ya que se podrían pasar bacterias de la zona anal a la vagina. El estreñimiento también puede desencadenar la cistitis, así como el hecho de aguantarse la orina durante mucho tiempo o la falta de agua en el organismo.
El diagnóstico
El ginecólogo será el encargado de hacer el diagnóstico, basándose en los síntomas. Para confirmar que se trata de una cistitis y saber cuál es el germen responsable, te pedirá una muestra de orina para realizar un cultivo de la misma. Sin embargo, posiblemente el tratamiento te lo prescribirá antes de obtener los resultados del cultivo de orina, si los síntomas son muy evidentes.
¿En qué consiste el tratamiento?
El ginecólogo te prescribirá un antibiótico que no comporte ningún riesgo para el bebé y totalmente seguro durante el embarazo. Además de indicarte la medicación que debes tomar, también te dará algunas pautas a seguir: beber mucha agua y llevar una higiene adecuada de la zona íntima.
¿La cistitis supone un riesgo durante el embarazo?
La cistitis no expone la mujer embarazada a riesgos especiales, pero es importante seguir las indicaciones del médico. Si la infección se controla mediante una medicación, debe ir a menos en pocos días. De lo contrario, podría empeorar y propagarse a las vías urinarias superiores provocando una pielonefritis, un problema grave que puede requerir hospitalización.
¿Cómo prevenirla?
Las reglas para prevenir la cistitis son simples y eficaces. En primer lugar, seguir una higiene vaginal adecuada (lavarse bien después de ir al baño y realizar siempre los movimientos de delante hacía atrás), utilizar, si es necesario, jabones específicos para la zona íntima, evitar la retención de la orina durante demasiado tiempo y seguir una dieta que fomente un correcto tránsito intestinal. Es bueno comer, al menos, tres raciones de frutas y verduras al día.
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INFECCIONES URINARIAS
Son muy habituales en el embarazo por los cambios anatómicos que se producen.
Aunque no siempre los síntomas son perfectamente perceptibles, estos son los más habituales:
Necesidad urgente de ir al baño con frecuencia.
Dolor o quemazón al orinar.
Presión o dolor en el bajo vientre.
Cada vez que se va al baño, se orina poca cantidad y quedan ganas de orinar de nuevo.
La orina suele ser turbia y con un olor diferente al habitual.
En los casos más graves, puede provocar partos prematuros o abortos, aunque con un seguimiento médico adecuado, se detecta fácilmente el problema y se puede tratar con antibióticos.
CATARROS Y GRIPE
Aunque suelen ser poco ofensivas para el feto, algunas enfermedades víricas más graves pueden empezar con los mismos síntomas que un catarro.
La fiebre es especialmente peligrosa si aparece y se mantiene sin tratar más de un día.
Por otro lado, el dolor muscular y la rinitis se acentúan en el embarazo.
PREECLAMPSIA
Es una patología antigua como la humanidad, pero la ciencia todavía no ha descubierto sus causas y sus mecanismos desencadenantes. Una cosa está clara: la preeclampsia es una condición seria, que hay que tener bajo estricto control, porque puede degenerar rápidamente y tener consecuencias graves para la mamá y para el bebé.
Las investigaciones más recientes, sin embargo, demuestran que un tratamiento a base de heparina y aspirina en dosis reducidas puede disminuir el riesgo de tener preeclampsia en la categoría de mamás de riesgo. Para las demás, es fundamental hacerse controles frecuentes de presión y análisis de orina, siguiendo las indicaciones del ginecólogo, que se basan también en la historia clínica de la futura mamá y en la posible presencia de factores de riesgo. Todavía hoy en día, es esencial alcanzar el objetivo del diagnóstico precoz para reducir los efectos nocivos.
¿En qué consiste la preeclampsia?
La preeclampsia puede presentarse después de la semana 20 de embarazo y se manifiesta con un aumento repentino de la presión sanguínea asociado a proteinuria, es decir, a una concentración anómala de proteínas en la orina. En el pasado, entre los síntomas típicos de la enfermedad se incluía también la hinchazón de las extremidades inferiores, pero ya no se tiene en cuenta, porque a menudo se presenta también en los embarazos fisiológicos. A veces, la preeclampsia se manifiesta enseguida en forma grave, otras veces, se presenta más leve, pero su evolución es imprevisible. Si no se tiene bajo control, puede tener consecuencias incluso muy graves: desprendimiento de la placenta, insuficiencia renal aguda, edema pulmonar, hemorragia cerebral y convulsiones.
En España, la incidencia de la preeclampsia es bastante baja. En Estados Unidos, sin embargo, alcanza el 5%: a menudo se debe a la obesidad de la futura mamá y a la resistencia a la insulina y se presenta, sobre todo, en las últimas semanas de embarazo. Aquí la obesidad no está tan difundida y la preeclampsia se asocia a menudo a una trombofilia de la madre, una patología congénita de los mecanismos de coagulación de la sangre.
Otros factores de riesgo son la hipertensión materna anterior al embarazo, enfermedades cardiovasculares y, a veces, precedentes en familia. La preeclampsia es más frecuente en los embarazos gemelares y en los primeros embarazos.
Tratamiento de la preeclampsia
El único sistema realmente eficaz para tratar la preeclampsia es dar a luz. Normalmente, después del parto, la enfermedad disminuye de forma progresiva y espontánea. Cuando se manifiesta precozmente, anticipar el parto comporta algunos riesgos para la salud del bebé, que todavía no ha completado su crecimiento. En estos casos, el objetivo de los tratamientos es bloquear la progresión de la patología y tener bajo control las condiciones de la madre, para permitir al feto que alcance un nivel de desarrollo compatible con el nacimiento y la supervivencia.
Las prescripciones para la futura mamá que tiene preeclampsia son reposo absoluto, controles frecuentes y medicamentos anti-hipertensivos que no comporten riesgos para el bebé. Si la situación empeora, la paciente debe ser hospitalizada para tener bajo control sus condiciones e intervenir con un parto inducido en caso de necesidad. Si su estado no mejorara después del nacimiento del bebé, es posible tratarla con medicamentos más agresivos.
En caso de hospitalización, es muy importante que la futura mamá esté en una estructura especializada, que tenga las herramientas necesarias para realizar una cesárea de urgencia, la asistencia al recién nacido prematuro y una eventual reanimación de la madre.
Además de aumentar el riesgo de parto prematuro, la enfermedad altera el funcionamiento de la placenta y dificulta el paso de oxígeno y sustancias nutritivas de la mamá al bebé. Esta condición puede comportar una deceleración del crecimiento del niño, que puede estar en bajo peso en el momento del nacimiento. Esta posibilidad aumenta si la enfermedad se presenta en una época precoz.
Diagnóstico de la preeclampsia
Se diagnostica una condición de preeclampsia cuando una mujer embarazada presenta una presión arterial igual o superior a 140/90 mm Hg, o una subida repentina de al menos 30 mm Hg de la presión mínima (diastólica) y de 15 mm Hd de la máxima (sistólica), acompañada de proteinuria (concentración superior a la media de proteínas en la orina). Esta alteración indica un defecto del funcionamiento de los capilares de los riñones, que no consiguen retener las proteínas de la sangre y las expulsan en la orina. Los ginecólogos aconsejan que cada futura mamá debería controlarse la presión y hacerse análisis de orina periódicamente, incluso en ausencia de malestar o molestias. Estos exámenes deben efectuarse aún más frecuentemente si se detectan algunos síntomas de una posible preeclampsia: dolor de estómago, dolor de cabeza fuerte y continuado, y trastornos de visión.
Eclampsia, trombofilia y gestosis: qué son
– Eclampsia: grave complicación del embarazo que se manifiesta con convulsiones y posibles daños cerebrales. La preeclampsia se llama así porque es la condición que precede la eclampsia.
– Trombofilia: tendencia a una excesiva coagulación de la sangre y a la formación de trombos. La trombofilia congénita es un factor de riesgo para la preeclampsia.
– Gestosis: es el antiguo nombre de la preeclampsia. Hace unos años que este término ya no se usa en las publicaciones científicas, aunque algunos siguen usándolo impropiamente.
ECLAMPSIA
La hipertensión es un síntoma muy común en mujeres embarazadas. De hecho, aproximadamente un 10% de las mujeres sufren de una presión elevada durante el embarazo, que en casos muy concretos puede derivar en eclampsia, una situación grave.
La eclampsia es una complicación muy grave de la preeclampsia, o hipertensión, persistente a partir de las 20 semanas de embarazo. La eclampsia es poco común en los países desarrollados y la tasa de mortalidad es seis veces mayor en los países en vías de desarrollo.
Los riesgos y los síntomas de la eclampsia
La preeclampsia se da en el 2-10% de los embarazos, y es precursora de la eclampsia. La preeclampsia se diagnostica al presentarse repentinamente síntomas como una presión arterial elevada, con frecuencia, acompañada de dolor de cabeza, dolor abdominal, náuseas, vómitos o sensibilidad excesiva a la luz, entre otros, a partir de la semana 20 de embarazo.
La preeclampsia es la principal causa de mortalidad materna, así como la causante del 20% de partos prematuros, el 15% de las restricciones del crecimiento intrauterino (RCIU), la acidosis láctica, un importante número de casos mortalidad infantil y otras afecciones. Una vez se ha diagnosticado la preeclampsia, el médico mantendrá un exhaustivo control de la salud de la madre y el bebé hasta después de la etapa del posparto.
Bajo control médico y con el tratamiento adecuado, será muy complicado que la preeclampsia evolucione hasta su estado más grave, la eclampsia. Si la preeclampsia es tan severa que llega a complicarse en forma de eclampsia, la madre puede sufrir convulsiones durante el embarazo o el posparto.
Sin tratamiento, las convulsiones eclámpticas pueden resultar en un coma, daño cerebral y hasta la muerte de la madre o su bebé.
¿Se puede repetir la eclampsia en un segundo embarazo?
En caso de haber sufrido preeclampsia en el primer embarazo, la probabilidad de que se repita en un segundo embarazo aumenta hasta el 60%. Los médicos serán los encargados de indicar la idoneidad de un segundo embarazo, así como el tratamiento preventivo más adecuado a seguir.
ENFERMEDAD RH
La sangre de cada persona puede tener factor Rh positivo o negativo. Esta enfermedad entra en juego si la madre lo tiene negativo, el padre positivo y el bebé hereda factor positivo. Este bebé no tendrá ningún problema, pero en este caso, la mamá debe recibir gamaglobulina postparto como precaución. Esta sustancia evita la formación de anticuerpos en el cuerpo de la madre que pueden destruir la sangre de un futuro segundo bebé, siempre que éste nazca con Rh positivo.
LUMBALGIA
Durante el embarazo, la mujer experimenta muchos cambios que pueden afectar a numerosas estructuras físicas a nivel muscular y estructural, especialmente durante el quinto y el séptimo mes. Es entonces cuando se incrementa el riesgo de sufrir, que puede ser provocada por la propia compresión del bebé, por un desequilibrio muscular o por la influencia hormonal de la propia gestación.
Generalmente, el dolor de espalda a nivel lumbar durante el embarazo está muy relacionado con la nueva adaptación de la postura por el crecimiento del bebé. El aumento de la curvatura lumbar provoca una tensión de la musculatura paravertebral. Ello, junto con el aumento del peso en la gestación, produce una sobrecarga en los cuerpos vertebrales de la columna que favorece la aparición de lumbalgia en el embarazo.
Cuando la futura mamá empieza a sufrir lumbalgia y dolor de espalda, es importante que acuda al fisioterapeuta especializado en el embarazo para llevar a cabo el tratamiento adecuado. Los estiramientos, el fortalecimiento muscular y la terapia manual son los métodos más utilizados por los especialistas para relajar la musculatura de la espalda. De hecho, será el fisioterapeuta el encargado de enseñar a la embarazada cómo adoptar una buena postura y le hará un programa y un control de la higiene postural durante la gestación y el posparto.
Tratamientos en casa para la lumbalgia en el embarazo
Existen varios ejercicios que se pueden realizar en casa para combatir la lumbalgia en el embarazo. Con el embarazo es importante empezar por un refuerzo del suelo pélvico y tener en cuenta que cuando se realiza el trabajo abdominal y lumbar se debe hacer en espiración y cerrando el periné. Para prevenir o eliminar el dolor, fortaleciendo la zona lumbar, puedes llevar a cabo los siguientes ejercicios, que tienen una posición inicial común, tumbada en posición supina y con las plantas de los pies apoyadas en el suelo y acompañados de una correcta respiración diafragmática:
1. Flexionar una pierna hasta abrazarla con las manos durante el momento de la espiración. Durante la inspiración, se vuelve a la posición de partida. Se alterna una pierna y la otra.
2. Flexionar ambas piernas hasta permanecer encogida, abrazándolas durante el momento de la espiración. Aprovechar el retorno a la posición de partida para inspirar de nuevo.
3. Elevar los glúteos hasta quedar alineados pierna-cadera-espalda baja. La elevación se hace a la vez que se expulsa el aire. La vuelta a la posición de partida se hará durante la inspiración.
4. Estiramiento piramidal. Sentada con una pierna recta y la otra flexionada. La flexionada se pasa por encima de la recta, colocando el pie en la parte exterior de la rodilla estirada. A continuación, se debe flexionar el brazo opuesto situando el codo en la parte exterior del muslo, empujando la rodilla.
· No permanezcas mucho tiempo sentada o de pie.
· Usa zapatos cómodos con tacón ancho y de unos tres o cuatro centímetros.
· Evita coger objetos pesados.
· Al recoger cosas, mejor si doblas las rodillas. Evita flexionar la espalda.
REFLUJO GASTROESOFÁGICO
Se trata de una molestia bastante común durante el embarazo. La causa es que el contenido gástrico vuelve a subir hacia el esófago, un canal de 25-30 cm de largo que conecta a la boca con el estómago. Pero ¿por qué sucede?
Causas del reflujo gastroesofágico en el embarazo
El esófago se comunica con el estómago a través del cardias, una especie de válvula muscular que se abre para dejar pasar la comida al estómago, y que luego se vuelve a cerrar para impedir que los jugos gástricos vuelvan a subir. Cuando, por cualquier motivo, el cardias no "trabaja" bien, el contenido gástrico vuelve al esófago y, a causa de su acidez, irrita la mucosa que cubre sus paredes. Esto causa una serie de síntomas definidos en términos médicos como pirosis. Cuando esta condición se repite con una cierta frecuencia y gravedad, se habla de enfermedad de reflujo gastroesofágico.
Durante el embarazo, el cardias no funciona como debería por dos motivos:
– El primero depende de las modificaciones hormonales típicas de los nueve meses de embarazo, es decir, del aumento de la progesterona, una hormona que se encarga de relajar la musculatura lisa del organismo. Esto influye también en la musculatura del estómago, que se vacía más lentamente y, como consecuencia, también en la del cardias, que tiende a tener una retención menor, permitiendo el paso hacia atrás del contenido gástrico.
– A este motivo, que puede caracterizar el embarazo ya desde los primeros meses, se le añade otro, típico del último trimestre del embarazo, época en la que, en general, la molestia se acentúa. A medida que el útero crece y ocupa cada vez más espacio en la cavidad abdominal, tiende a empujar el estómago hacia arriba, Este órgano, que normalmente se encuentra en posición oblicua, se coloca en posición prácticamente horizontal. Esto modifica la correcta orientación anatómica y el orificio del cardias se deforma y no consigue cerrarse como debería. Tal posición incorrecta, además, ralentiza todavía más el tiempo que tarda el estómago en vaciarse, manteniendo el alimento en el estómago durante más tiempo y facilitando el reflujo.
Remedios eficaces contra el ardor de estómago:
- Evitar las comidas abundantes, intentando fraccionarlas en diversos tentempiés a lo largo del día: de este modo, se evita que el estómago se llene demasiado, lo cual facilita el reflujo.
- No acostarse justo después de haber comido: lo ideal sería esperar al menos tres horas. Será necesario organizarse, especialmente si estás acostumbrada a irte pronto a la cama, adelantando la hora de la cena. Al no acostarse justo después de comer, se utilizará más la fuerza de la gravedad como medio para favorecer el descenso de la comida al estómago y, por lo tanto, la digestión.
- Evitar los alimentos que requieren de una digestión lenta, como los fritos, los alimentos procesados o muy especiados, los quesos curados y el chocolate; así como los que estimulan la acidez gástrica, como el café, el vinagre, el alcohol, los cítricos y el tomate.
- Masticar lentamente: la primera digestión tiene lugar en la boca.
- Atención también con las bebidas gaseosas y el chicle: ambos aumentan la cantidad de aire presente en el estómago y favorecen que los jugos gástricos vuelvan a subir.
- Poner algo bajo el colchón para elevarlo, de modo que puedas evitar la posición totalmente estirada.
Mejora después del parto
En líneas generales, la pirosis tiende a disminuir después del parto, dado que las dos condiciones que la causaron vienen a menos. La progesterona, que era producida, sobre todo, por la placenta, sufre una fuerte bajada con la expulsión de ésta última. Sin embargo, hará falta un poco más de tiempo (30-40 días) para que el útero recupere las mismas condiciones que antes del embarazo.
Cuándo utilizar fármacos
Si no se consigue mejorar la situación simplemente corrigiendo el estilo de vida, se puede recurrir a un antiácido. Aun así, es mejor pedir opinión al médico, especialmente si se están tomando otros medicamentos, ya que existe el riesgo de que, en ciertas condiciones, obstaculicen su absorción. Otros fármacos con diversos mecanismos de acción (Ranitidina, Omeprazol) podrán ser prescritos por el médico, si la molestia se presenta de forma particularmente aguda.
LA ANEMIA
Carne, huevos, pescado, cereales y legumbres son componentes esenciales de la dieta de la embarazada. Son ricos en hierro, un mineral necesario para la síntesis de la hemoglobina, la proteína responsable del transporte de oxígeno mediante los glóbulos rojos de la sangre.
Durante el embarazo, especialmente en el segundo y tercer trimestre, la necesidad de hierro de las embarazadas aumenta para compensar la utilizada por el feto. Si la alimentación no lo suministra en cantidades adecuadas o las reservas del cuerpo de este mineral ya estaban bajas desde un principio, la futura madre corre el riesgo de tener anemia por falta de hierro, una afección que se manifiesta en el 40% de los embarazos. Además de debilitar el cuerpo, la anemia puede interferir con la oxigenación del feto. Es importante prevenirla y, si se produce, tratarla intensamente antes de que la situación empeore.
Por qué aparece la anemia en el embarazo
Durante el embarazo, el volumen sanguíneo de la madre aumenta progresivamente para satisfacer las necesidades metabólicas de la mujer y del niño por nacer. Es un proceso fisiológico llamado hemodilución: a lo largo del embarazo, tiende a disminuir la concentración en sangre de los glóbulos rojos de la sangre y la hemoglobina que contienen.
En condiciones normales, se considera anémica una mujer que tenga una concentración de hemoglobina inferior a 12 g/dl. Durante el embarazo, se reduce el umbral y el diagnóstico de anemia se produce cuando la concentración de hemoglobina está por debajo de 10 g / dl.
Hay muchas razones por las que la mujer embarazada puede tener una deficiencia de hierro:
- El proceso de hemodilución, sumado a la mayor necesidad de hierro y la mala alimentación.
- Los embarazos de gemelos aumentan la probabilidad de que la mujer sufra anemia, porque no uno, sino dos o tres hijos, recurren a sus reservas de hierro.
- La presencia de fibromas uterinos que causan pequeños sangrados frecuentes
- Una placenta previa responsable, también, del sangrado.
Es importante conocer las condiciones de las mujeres durante el embarazo temprano para vigilar con más atención las situaciones de riesgo. Es bueno que todas las mujeres embarazadas se sometan lo antes posible, tan pronto como descubren que esperan un bebé, a análisis de sangre en los que se comprueben los valores del hematocrito, hierro sérico, ferritina y transferritina, para comprobar la disponibilidad de hierro en el cuerpo.
Durante el embarazo, en ausencia de factores de riesgo específicos, se recomienda a la mujer someterse a un hematocrito entre la semana 28 y la 32 de embarazo, y otra vez entre la semana 33 y la 37. Corresponde al ginecólogo, si lo considera pertinente, prescribir otras pruebas o una mayor frecuencia.
Los riesgos para la madre y para el feto
Fatiga, mareos, dolor de cabeza, irritabilidad y dificultad para respirar son los síntomas característicos de la anemia durante el embarazo. Ten cuidado con subestimarlos, porque la deficiencia de hierro no es sólo un trastorno molesto para la embarazada. Si se descuida y se agrava, puede tener consecuencias graves para el feto. La escasez de este mineral y, por lo tanto, de la hemoglobina, pueden producir dificultades en la oxigenación del feto y un impacto negativo en su bienestar y desarrollo. Además, durante el parto, la madre sufrirá inevitablemente una pérdida de sangre (en el mejor de los casos, unos 200-300 cc de sangre). Si llegas al final del embarazo con deficiencias de hierro, deberás necesariamente recurrir a la transfusión de sangre.
Cuándo recurrir a los suplementos
En condiciones normales, una dieta variada y equilibrada es suficiente para asegurar a la futura mamá el hierro que necesita. Muchos alimentos, tanto de origen animal como vegetal, son ricos en hierro:
– Carne, especialmente la roja.
– Huevos.
– Pescado (sobre todo atún, sardinas y bacalao).
– Cereales.
– Legumbres.
– Vegetales de hojas verdes.
En la carne, los huevos y el pescado, el hierro está presente en una forma química más fácil de procesar para el cuerpo y se absorbe aproximadamente el 25% de lo que se ha tomado. El porcentaje de absorción del hierro de origen vegetal es más bajo y variable, pero aumenta si se acompaña de alimentos ricos en vitamina C.
Si la anemia es importante y no es consecuencia de una alimentación inadecuada, por ejemplo, en el caso de un embarazo, o de una anemia anterior al embarazo, es necesario hacer uso de suplementos de hierro para complementar la dieta.
Comercialmente existe una amplia selección de productos que contienen el mineral en varias formas químicas. El más adecuado, debido a la asimilación más fácil, es la forma trivalente. Algunos complementos también contienen vitamina C para facilitar la absorción de hierro. Los complementos se deben tomar con el estómago vacío, entre comidas. A veces, pueden causar efectos secundarios molestos: acidez, pesadez y estreñimiento o, por el contrario, movimientos intestinales frecuentes. En estos casos, es conveniente tomarlos con el estómago lleno para atenuar las perturbaciones, aunque esto reduzca la absorción.
El ácido fólico es muy útil
Junto al hierro, elemento químico esencial para la síntesis de hemoglobina y, por lo tanto, para la producción de los glóbulos rojos de la sangre, otro micronutriente involucrado en el proceso de la hematopoyesis, es decir, en la producción de sangre, es el ácido fólico o vitamina B9.
A todas las mujeres que lo intentan y a las embarazadas se les aconseja tomar una dosis diaria de 0,4 mg de ácido fólico al menos desde un mes antes del embarazo hasta el primer trimestre de espera, ya que una deficiencia de esta vitamina durante las primeras semanas de embarazo aumenta mucho el riesgo de desarrollar defectos del tubo neural graves como la espina bífida. Como beneficio adicional, el suplemento de ácido fólico antes de la concepción y durante los tres primeros meses de embarazo contrarresta la aparición de anemia durante el embarazo.
Hay una forma de anemia causada específicamente por la deficiencia de ácido fólico, la anemia megaloblástica. Se caracteriza por la presencia de unas pocas células rojas de la sangre mayores de lo normal y es bastante rara: representa sólo el 0,5% de los casos de anemia durante el embarazo. Se diagnostica con una prueba de sangre específica, la prueba de volumen globular. A las mujeres embarazadas que sufren de anemia megaloblástica, no sólo se les recomienda tomar un complemento de vitamina B9 durante el primer trimestre, sino durante todo el embarazo.
DIABETES GESTACIONAL
La diabetes gestacional es un trastorno que puede aparecer durante el embarazo, incluso en personas que nunca la han sufrido anteriormente. Te explicamos los síntomas, la dieta más adecuada y los posibles tratamientos.
Padecer diabetes durante el embarazo es un trastorno muy habitual en las embarazadas. Se conoce como diabetes gestacional y, en los niveles más leves, una dieta adecuada pueda mantenerla bajo control.
Causas de la diabetes gestacional
Las causas de la diabetes gestacional residen en los cambios hormonales ocasionados por el embarazo. A partir de la semana 12 de embarazo, aumenta el azúcar disponible en la sangre materna, con el fin de proporcionar al bebé la energía que necesita: el feto utiliza el azúcar de su madre porque no es capaz de generarlo por sí mismo.
Mientras, las hormonas producidas por el organismo materno reducen la sensibilidad de las células y de los tejidos a la insulina. Se fabrican más hormonas de las normales, aunque no se consiguen rebajar los niveles de glucosa en la sangre.
La consecuencia es que la concentración de glucosa en la sangre permanece elevada durante más tiempo de lo normal después de las comidas (dos horas, en lugar de una).
De todos modos, esto no significa que todas las mujeres embarazadas padezcan diabetes. De hecho, si los valores de glucemia no superan los límites considerados "de riesgo", la futura madre puede estar completamente tranquila, porque no hay complicaciones en el embarazo.
Riesgos de la diabetes gestacional
La diabetes gestacional puede tener riesgos para el bebé y para la mamá. Por eso, durante el embarazo, es muy importante controlar los niveles de azúcar en la sangre de la embarazada.
Riesgos para el bebé
El exceso de azúcar en la madre se acumula en forma de grasa subcutánea en el feto, lo cual, llegado el momento del parto, puede obligar a efectuar una cesárea y causar trastornos en el bebé.
Inmediatamente después del parto, el niño puede sufrir crisis hipoglucémicas, debido a un delicado mecanismo hormonal inducido, precisamente, por la diabetes materna. Por esta razón, conviene realizarse un análisis de sangre y ecografías frecuentes durante todo el embarazo.
Riesgos para la madre
La diabetes en el embarazo puede dar origen también a otros inconvenientes importantes para la madre: tensión alta o preeclampsia, desprendimiento de placenta, retraso en el crecimiento fetal, polihidramnios (aumento de la cantidad de líquido amniótico) y parto prematuro.
Sin embargo, no hay que alarmarse, ya que, una vez detectado el trastorno, si se trata rápidamente, se puede reducir el riesgo tanto para la madre como para el niño.
Diagnóstico de la diabetes gestacional
El diagnóstico de diabetes gestacional se basa en la localización de la hiperglucemia en la sangre de la futura mamá. Es muy importante que la embarazada se someta a diferentes análisis de sangre para controlar los niveles de azúcar.
Esta prueba se efectúa entre la semana 24 y 28 de embarazo, período en el que ya se pueden descubrir las primeras alteraciones en el metabolismo de la glucosa. El examen que se realiza es el test de O'Sullivan (o minicurva de sobrecarga): se hace una extracción de sangre en ayunas y otra, 60 minutos después de haber tomado 50 gramos de glucosa (mediante una bebida azucarada).
Cuando los valores se encuentran alterados (es decir, son superiores a 95 mg/dl de sangre en ayunas, y superiores a 140 mg/dl después de haber transcurrido una hora desde el momento en que se ha tomado la glucosa), se debe efectuar de nuevo una curva de sobrecarga, pero esta vez completa.
En este caso, las extracciones de sangre se realizarán en ayunas, y a los 60, 120 y 180 minutos después de haber tomado 100 gramos de glucosa, a través de una bebida azucarada. Es lo que se llama "Test de sobrecarga de glucosa".
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