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Mitos y realidades sobre el alcoholismo (página 2)


Partes: 1, 2

3. Mitos y realidades sobre el alcoholismo

González (2000, 2004); Sandoval y Hernández (2004) señalan la existencia de algunos mitos:

1.- El alcohol no es una droga

Sí lo es, porque modifica el funcionamiento del Sistema Nervioso Central, produce cambios en la personalidad y la conciencia, y su consumo prolongado puede crear la necesidad progresiva de consumir cantidades cada vez mayores, para sentir los mismos efectos, y a la aparición de molestias físicas y psíquicas cuando se suprime dicho consumo.

2.- El alcohol es un alimento.

No lo es, porque solo aporta calorías vacías, o sea, no tiene valor nutritivo para el crecimiento y mantenimiento de la salud. Además irrita las paredes del tubo digestivo, agota las reservas de ciertas vitaminas e interfiere con la verdadera absorción de los alimentos.

3.- El alcohol es un estimulante.

No lo es, realmente es un depresor del Sistema Nervioso Central, pertenece al grupo farmacológico de los anestésicos y sedantes. Primero actúa sobre las zonas del cerebro que tienen que ver con el juicio, el razonamiento, la comprensión y otras altas funciones intelectuales que regulan la conciencia humana, la persona se desinhibe y aparecen emociones, sentimientos y conductas impredecibles, muchas veces inadecuadas, con expresiones de euforia, tristeza o agresividad. Al deprimir otras áreas del sistema nervioso, provoca trastornos en el lenguaje, en el control y la coordinación de los movimientos, y según la cantidad ingerida, se puede llegar a límites peligrosos de intoxicación, coma alcohólico y muerte.

Es bueno recordar el frecuente llanto de las personas en estado de embriaguez profunda y también que en muchos países el 30% de los alcohólicos termina sus vidas por medio del suicidio.

4.- El alcohol es bueno para combatir el frío.

No. El alcohol dilata los vasos sanguíneos de la piel y da una sensación de calor, pero realmente la temperatura del cuerpo baja cuando la superficie de la piel caliente entra en contacto con el ambiente más frío que rodea al sujeto.

Quien tenga este mito debe saber que los soldados de Napoleón muertos al congelarse durante la invasión a Rusia, fueron precisamente aquellos que ingerían bebidas alcohólicas, pues el efecto verdadero es producir dilatación de los vasos sanguíneos.

5.- El alcohol mejora la sexualidad.

No. La acción del alcohol sobre los sistemas nervioso y endocrino interfiere con los centros que regulan la respuesta sexual humana, la producción y acción de algunas hormonas sexuales, lo que puede favorecer la aparición de impotencia sexual, la incapacidad para experimentar el orgasmo y otras alteraciones en el funcionamiento sexual de la pareja, desde el punto de vista físico y el de interacción psicológica.

Tal es así, que una pregunta obligada para los médicos que atienden disfunciones sexuales es: ¿tomó usted bebidas alcohólicas antes del encuentro sexual?

Esta acción inhibidora fue destacada hace cuatrocientos años en una obra de Shakespeare (Macbeth) donde un personaje comenta: "el alcohol provoca el deseo pero dificulta la ejecución".

6.- El alcohol aumenta la energía.

No, aunque momentáneamente la persona se sienta estimulada, el alcohol disminuye la capacidad de reacción psíquica, reduce la energía y la fuerza muscular como consecuencia de su acción sobre el Sistema Nervioso Central y el metabolismo del azúcar sobre el tejido muscular.

7.- El alcohol es un medicamento.

No. Hasta la actualidad, no se ha comprobado científicamente que el alcohol cure ninguna enfermedad, todo lo contrario, es un factor de riesgo de distintos problemas de salud y sí existen verdaderas medicinas que son más efectivas, seguras, poco tóxicas y sin riesgo de dependencia para prevenir y combatir las enfermedades.

8.- El alcohol es bueno para combatir la hipertensión y el infarto del miocardio.

No. Constituye una expresión más concreta del mito anterior. En realidad la aparición de hipertensión e infarto así como accidentes vasculares encefálicos es seis veces mayor en los que abusan del alcohol que en quienes no lo hacen. La acción sobre la presión arterial no depende de la cantidad de líquido ingerido (como piensan algunos que recomiendan evitar la cerveza y tomar ron), sino de la acción directa del alcohol sobre las glándulas suprarrenales, determinante de la liberación de cortisona, que eleva de forma notable la presión arterial.

10.- Las personas que "asimilan o aguantan mucho alcohol" nunca se vuelven alcohólicas.

No. "Aguantar más alcohol" no es motivo de orgullo, sino de engaño. El consumo excesivo y prolongado de esta sustancia va "obligando" al organismo a requerir cantidades crecientes para sentir los mismos efectos, esto se llama tolerancia aumentada y desencadena un mecanismo adaptativo del cuerpo, hasta que llega a un límite en el que se invierte la supuesta resistencia y, entonces "asimila menos", por eso tolerar más alcohol es en sí un riesgo de alcoholización.

11.- Sólo se convierten en alcohólicas las personas débiles de carácter o carentes de moral.

Falso. Uno de los aspectos más dolorosos del alcoholismo es que afecta por igual a todos los que por alguna razón consuman bebidas alcohólicas habitualmente. Esto explica su alta frecuencia en trabajadores de licoreras, cervecerías y lugares de expendio, como bares y clubes, con total independencia del nivel escolar, socioeconómico, creencia religiosa o características de personalidad.

Según Meneses (2002), existen otros mitos en torno al alcoholismo:

1. No es alcohólico, sólo bebe vino.

Falso. Lo importante no es lo que se bebe, sino cuánto y por qué se bebe. Además, si existe una pérdida de control en el uso de la sustancia, o alguna de las áreas de la persona (familia; estabilidad emocional, física; situación laboral, social, económica) se ve afectada como consecuencia de la forma de beber, esto es un signo de enfermedad.

2. Fulano no es alcohólico, no anda tirado por las calles.

Falso. Solamente un pequeño porcentaje de los alcohólicos, llega a la indigencia.

3. A su familia no le falta nada, tienen dinero, viajes, lo mejor siempre.

Falso. Existen familias que aunque tienen todo lo material, carecen del afecto, del apoyo emocional y de la tranquilidad familiar como consecuencia de los hábitos del alcohólico.

4. Es responsable, nunca falta al trabajo, no es un alcohólico.

No basta con asistir al trabajo si el desempeño y la calidad de relación en el ambiente laboral son deficientes y conflictivos debido a su forma de beber.

Otros mitos son planteados en www.conacedrogas.cl/inicio/jov_reportaje2

1. Las personas que sólo beben cerveza no pueden llegar a ser alcohólicas. La cerveza, al igual que el vino y los licores o bebidas destiladas (como pisco, tequila, ron, etc.) aunque en menor grado, también contiene alcohol. Esto significa que consumirla abusivamente tiene consecuencias negativas y produce daño.

2. Beber alcohol solo los fines de semana no produce daño.

El daño que provoca el alcohol depende principalmente de la cantidad que se ingiera o del llamado "patrón de consumo", es decir, la forma en que se hace. No es lo mismo que un adulto sano consuma un par de copas un fin de semana, que un/a joven beba en las fiestas hasta embriagarse. Si se consume a esta edad, todos los fines de semana, en grandes cantidades, se estará en mayor riesgo de hacerlo un hábito, provocando daño a sus órganos, como el hígado, el cerebro.

3. El consumo de otras drogas es un problema mayor que el consumo de alcohol. Como en nuestra cultura el alcohol es una droga legal, se ha tendido a minimizar las consecuencias negativas de su consumo. Las consecuencias derivadas del consumo abusivo de alcohol son múltiples: violencia intrafamiliar, accidentes de tránsito, accidentes laborales, ausentismo laboral, abusos sexuales, entre otros. El costo para el país derivado del consumo excesivo de alcohol es de 1.800 millones de dólares al año, aproximadamente. 4. El alcohol daña por igual al hombre que a la mujer.

La mujer tiene, en general, menor peso que el hombre y, en consecuencia, el tamaño proporcional de sus órganos es más pequeño. Por lo tanto puede generar más rápidamente deterioro de sus funciones con menores cantidades de alcohol y llegar al alcoholismo más aceleradamente que el hombre. También los efectos del alcohol son diferentes para los niños y jóvenes, provocando más daño que a los adultos, pues están en proceso de crecimiento y desarrollo y sus órganos (cerebro, hígado, páncreas) son muy vulnerables al efecto del alcohol.

5. El alcoholismo es una enfermedad de gente adulta.

El alcoholismo es la dependencia al alcohol. La dependencia se ha descrito como el impulso descontrolado por consumir una sustancia, en este caso el alcohol, en forma continua o periódica, a fin de experimentar sus efectos y evitar el malestar producido por la privación. Junto a la dependencia se da el fenómeno de la tolerancia, que es la necesidad de consumir cada vez mayores cantidades de alcohol para lograr los efectos inicialmente esperados. Si el consumo de alcohol se inicia a edades tempranas, la curva de la tolerancia se desarrolla con mayor rapidez y, por lo tanto, la dependencia aparece muy precozmente. Es decir, el alcoholismo está más relacionado con la cantidad de alcohol que se ha consumido y con el tiempo de consumo, que con la edad.

En aparecen otos mitos sobre el alcoholismo:

1. Que el alcohol no es una droga. Esta falsa afirmación proviene del desconocimiento acerca de lo que es una droga. Los médicos definen a las drogas como cualquier sustancia que al introducirse al organismo produce una alteración en su funcionamiento. El alcohol tiene esa característica y es, por lo tanto, una droga. Además, es una de las drogas capaces de producir adicción o dependencia.

2. Que las personas con mayor resistencia cuando toman alcohol corren menos peligro de llegar a ser alcohólicas. Es un error creer que si a alguien "no se le sube" aunque tome al parejo de los demás, esa persona es más resistente a la bebida y en consecuencia está más lejos de caer en alcoholismo. Lo cierto es que hasta los de mayor resistencia, si siguen tomando en exceso, tarde o temprano pasarán a la siguiente etapa en la que, por el contrario, con una o dos copas caerán en estado de embriaguez. Y sólo estarán a un paso de volverse alcohólicos.

3. Que con tomar café bien cargado o meter la cabeza en agua fría se puede bajar la borrachera.

La verdad es que hasta la fecha no se conoce ninguna sustancia que ayude al cuerpo a eliminar el alcohol. Tampoco se tiene noticia de que determinadas maniobras sean efectivas para acortar la duración de la embriaguez.

4. Que el alcoholismo se puede curar con medicinas yerbas y otros remedios Ojalá esto fuera cierto, pero lamentablemente es una mentira. Hasta ahora no se conoce ninguna sustancia que cure definitivamente el alcoholismo. Esto no significa que en determinados casos no se puedan y deban usar medicamentos para combatir algunos de sus efectos. A veces son bueno auxiliares en el tratamiento, siempre y cuando los recete un médico.

Sampaio (citado por Souza, 1992) refiere diferentes mitos: "doping" para el trabajo duro; suministrador calórico para desnutridos y para aliviar la sensación de hambre; indicador cultural de virilidad y madurez; sustituto simbólico de las necesidades sociales existentes no satisfechas; objeto señalizador y sustituto de los vínculos afectivos (llenar la soledad, las pérdidas); ofrece la sensación de placer con menores costo de ansiedad, espera y esfuerzo de conquista; resuelve aparentemente las contradicciones entre ética y conducta facilitando la fuga y la alineación, etc.

Buzi Figilie señala (www.alcoolismo.com.br/familia.htm) que existen falsas nociones sobre el alcoholismo y que es importante saber cuáles son para modificar nuestros pensamientos y actitudes.

1.- Para quien bebe aguardiente una cerveza no le hace daño. Falso. El alcohol es alcohol. Una cerveza grande equivale a una dosis de whisky, aguardiente o una copa de vino.

2- Si tengo trabajo, no soy alcohólico.

Falso. El alcoholismo se da hasta en los grandes ejecutivos que consiguen desempeñar sus actividades, pudiéndose dar en ellos un consumo abusivo de alcohol. Por otro lado, en cargos de menos nivel también el individuo necesita tomar por lo menos una dosis antes de trabajar para evitar la famosa resaca o temblores que le perjudican en su desempeño laboral

3.- Pero el (ella) es una buena persona!

Cierto. Ser alcohólico no es sinónimo de que la persona tenga un mal carácter. Pero cuando se intoxica la persona pierde la conciencia de sus actos, pero no quiere decir que sea una persona mala.

4.- Tienen un buen hogar.

Falso. Muchos alcohólicos permanecen con sus familias por muchos años, manteniendo muchas veces una familia de apariencia.

5.- Pero él (ella) no bebe siempre.

Beber diariamente no caracteriza al alcohólico. Una persona que bebe una dosis diaria es un bebedor social. Si el número de dosis o tragos fuera igual o mayor que 21 (para los hombres) y 14 (para las mujeres), aunque consuma una vez por semana, ya es un bebedor abusivo.

6.- Pero él es tan inteligente que no puede ser un alcohólico.

Esta es una creencia común cuando se comienza a desconfiar del consumo de alcohol de algún funcionario o profesional. No hay relación entre alcoholismo e inteligencia.

7.- Desempeña su trabajo brillantemente y raramente falta.

Qué bueno! Todavía no dejó que el consumo afectase su trabajo, pero y ¿después, cuando continúe?

8.- Pero si nunca lo vi beber.

Cuando pensamos en la figura de un alcohólico, la primera imagen es la de un consumidor que no sale del bar. Pero existen muchos que compran la bebida y toman en los lugares menos esperados.

9.- Todo bebedor es un vagabundo.

No pensar que es un cualquiera, muchos son personas respetables, que tienen una apariencia bien cuidada.

10.- Pero si él (ella) viene de una buena familia.

El alcoholismo se da en cualquier persona, con independencia de su nivel económico, social o del status.

11.- Con el ingreso él (ella) se va a curar.

La mayoría de las veces el ingreso es visto como el solucionador del problema, pero para algunos familiares que ya tuvieron esa experiencia, saben que esta afirmación no siempre es verdadera. En algunos casos el ingreso puede ser eficaz cuando el dependiente está muy motivado o cuando está enfermo. Incluso, en algunos casos el tratamiento puede ser más efectivo.

12.- El alcoholismo es solo cosa de hombre.

Falso. La realidad es que existen más hombres que mujeres alcohólicas. Sin embargo, existen mujeres alcohólicas y por ser considerado el alcoholismo una dependencia masculina, esconden su dependencia por vergüenza o culpa.

Según Pascual (2000) todavía existen las falsas creencias populares que otorgan al alcohol una función estimulante, calórica, nutritiva y con capacidad para dar fuerzas y aumentar el apetito sexual. Existen importantes campañas publicitarias con intereses económicos más o menos encubiertos que ayudan a mantener estas ideas.

Las bebidas alcohólicas siguen preocupando más a los políticos y a los profesionales que a la población en general, que las valoran más como un instrumento más en nuestras vidas que va ligado sobre todo a momentos de relajación, diversión, compañía o soledad.

En una investigación realizada por EDIS en 1998, en España, (Navarro, 2000) a padres con hijos entre 12 y 14 años se encontró que el 63,8% de los entrevistados creían que el consumo de bebidas alcohólicas aportaba una serie de beneficios tanto físicos como psicológicos y sociales. Entre los beneficios sobre el organismo destacaban: ayuda a la digestión, combate el frío, cura los catarros, favorece el crecimiento y tiene efectos estimulantes sobre la circulación sanguínea. A nivel psicológico, la percepción era que daba euforia, infundía valor, aumentaba el tono vital y ayudaba a tomar decisiones. En cuanto al área social, creían que el alcohol facilita las relaciones sociales, el inicio de las relaciones sexuales, ayuda a superar las dificultades sociales y estimula la actividad intelectual.

En el mismo estudio se valora la bebida alcohólica como importante en la alimentación (54%), en las costumbres sociales (70,6%) y en la economía para el país (71.1%).

Para Díaz y Ferri (2002) los hijos de los alcohólicos además de los factores de riesgo de tipo individual, familiar y escolar también están expuestos a costumbres, modas culturales y mitos sobre el consumo. Muchas veces incorporan además de las influencias generales, míticas, otras más particulares producto de una educación defectuosa, de una escolarización deficiente, de un modelo familiar de consumo, etc.

En investigación realizada por Alonso (1999) en San Juan del Rey, Minas Gerais, se constató que en algunos sujetos alcohólicos sin tratamiento tanto en la técnica de la entrevista como en la asociación libre, ofrecían respuestas referentes a que el alcohol estimula el sexo, elimina la timidez, da coraje, como expresión de los mitos que rodea al alcoholismo. Sin embargo, el grupo alcohólico en tratamiento no ofreció este tipo de creencias, por lo que en la representación social del alcoholismo no incluían los mitos como el primer grupo. Es decir, que los mitos pueden contribuir en la persona (amén de otros factores) a la conducta adictiva pero una vez establecido el alcoholismo se incorporan nuevos mitos por la influencia del grupo de alcohólicos, para los cuales la existencia de los mitos sirve para justificar la conducta

4. Origen y consecuencia de los mitos

Siguiendo a Lettner y Rangé (1987) los mitos son un tipo de cognición que representan para el sujeto estímulos ausentes y siendo representaciones simbólicas del ambiente van a funcionar como estímulos condicionados o reforzadores, tal y como cualquier aspecto del ambiente externo.

En esta misma dirección señala Beck, Rush, Shaw y Emery (1993) que el afecto y comportamiento de un individuo son en gran parte determinados por el modo en que él estructura el mundo. Y estos esquemas mentales se desarrollan a partir de experiencias anteriores.

Los mitos son cogniciones erróneas que pueden preceder o seguir al cambio comportamental. Todos estos mitos transmitidos de generación en generación surgen indirectamente de la actitud de tolerancia incondicional ante el alcohol y al mismo tiempo la refuerzan.

También los mitos pueden estar condicionados al reforzamiento positivo (placer y recompensa obtenidos después del consumo) y al reforzamiento negativo (alivio de situaciones desagradables).

Pueden ser explicados también a partir del modelo de aprendizaje social, según el cual, a través de las interacciones sociales, el sujeto incorpora las normas de comportamiento, las opiniones, criterios, etc., disponibles en los grupos sociales a los cuales pertenece. (Gomes y Lima, 2004).

Bibliografía

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Batista de Souza, J. (1992). A concepção de alcoolismo enfermidade. Inform.Psiq. (supl 1). S4-S1, Brasil.

Beck,A.; J. Rush; B. Shaw; G. Emery (1993). Terapia cognitiva da depressão. Ed. Artes Médicas, Porto Alegre, Brasil.

Buzzi Figlie, N. A família do alcoolista. Em w.alcoolismo.com.br/familia.htm

Clément, E.; Chantal Demonque, Laurence Hansen-Love y Pierre Kohn. (1997). Diccionario prático de Filosofia. Ed. Terramar, Lisboa.

Conferencia Mundial de Estocolmo OMS. Estocolmo-Suecia, (19-02-2001)

Díaz, R.; Ferri, Ma.J. (2002). Prevención en poblaciones de riesgo (1): los hijos de alcohólicos pp 353-373. En Monografía Alcohol. Ed. Antonio Gual. Rev. Adicciones, vol. 14, suplemento 1, Valencia, Espana.

Enciclopédia Século XX (1973). Ed. Expressão e Cultura, Rio de Janeiro.

Enciclopédia Barsat (1991). Ed. Encyclopoedia Británica do Brasil Publicações Ltda., Rio de Janeiro, São Paulo.

Ferrater, M. (1951). Diccionario de Filosofía. Ed. Suramericana, Buenos Aires.

Gomes, L.; Lima, M. 92004). Avaliação de habilidades sociais em dependentes alcoólicos. Boletim de Psicologia, vol. LIV, No. 120, pp. 087-104, Brasil.

González, R. (2000) Cómo enfrentar el peligro de las drogas. Ed. Oriente, Santiago de Cuba.

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Lettner, H.; B. Rangé. (1987). Manual de Psicoterapia comportamental. Ed. Manole Ltda., São Paulo.

Meneses, A. (2002). Alcoholismo, huésped indeseable. Revista Bohemia, No. 23.

Navarro, J. (2000), Aspectos sociológicos y epidemiológicos del consumo de alcohol en España. En Tratado de Alcohología, pp. 443, Madrid.

Pascual, P. (2002). Imagen social de las bebidas alcohólicas. En Monografía Alcohol. Ed. Antonio Gual. Rev. Adicciones, vol. 14, suplemento 1, pp. Valencia, España.

Sandoval, J.; E. Hernández. (2004). Alcohol. Mito y realidad. Ed. Científico Técnica, La Habana.

www.conacedrogas.cl/inicio/jov_reportaje2

www.minsa.gob.pe/efemerides/drogas

 

Dr. Armando Alonso Álvarez

Licenciado en Psicología en 1970 en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Doctor en Ciencias Psicológicas en el mismo lugar, en 1990. Jefe del Departamento Ejercicio de la Profesión. Profesor Titular. Profesor y Miembro del Comité de Maestría en Psicología Clínica. Presidente de la Sociedad Cubana de Rorschach y otras Técnicas Proyectivas.

Facultad de Psicología, Universidad de la Habana

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