Apuntes históricos de la locura y de la psiquiatría en Cartagena
A mediados del siglo XX Cartagena era una villa en crecimiento abierta a lo que se consideraba modernización para la época, según datos del Archivo General de la Nación su censo poblacional había pasado de 36.632 habitantes en el 1912 a 111.300 habitantes en 1951, en las últimas décadas un cambio urbanístico importante marcaba la salida de varias familias del centro histórico a barrios nuevos como el Cabrero, Manga, Torices, y seguidamente al Pie de la Popa, lo Amador y la Quinta, así sucesivamente fue ocurriendo su crecimiento demográfico. (1) Covo Torres Pedro, Esbozo dela Historia de Cartagena de indias, Alpha Editores, 2012
La historia de la psiquiatría en Cartagena se remonta a lo primera mitad del siglo XX, cuando los "locos" eran atendidos por un chamán de cuyo nombre solo se conoce que se apellidaba Pacheco, y quien desempeñaba su actividades curativas en el vecino municipio de Turbaco, sitio que por esa época era considerado apto para recuperar la salud debido a que tenía un clima más favorable que el de Cartagena, y la creencia popular asociaba las enfermedades con los conceptos de frio y calor; la tuberculosis era otra de las enfermedades que consideraban tendría una evolución favorable en ese pueblo, por un tiempo existió un asilo para tuberculosos que le llamaban Turbaquito.
Pacheco tomaba al "loco" en custodia, le alojaba en uno de sus bohíos con techo de palma y paredes de bareque, le trataba amablemente y solo si estaba furioso le metía en el cepo, al atardecer del día que consideraba propicio se ataviaba con un atuendo negro, conducía al loco a una viga o madrina enterrada en el suelo de un descampado, allí le amarraba de pies y manos, y procedía con el ritual espantoso que consistía en matar un gallinazo y recién muerto abrirlo frente al enfermo mental de un solo machetazo por la pechuga, y sangrando colocárselo en la cabeza como si fuera una especie de gorro, posteriormente procedía con una serie de cantos y gritos guturales espeluznantes, y así iluminado por antorchas que prendían sus colaboradores, y montado en un caballo negro, les aterrorizaba hasta bien entrada la noche.
Algunos enfermos mentales después de varias sesiones de este tipo y otras medidas entre las que mencionan en el relato: baños que se le daban de madrugada con agua fría dejada al sereno de la noche, que asociadas por contraste a un buen trato y una opípara alimentación, al parecer contribuían a que el enfermo recuperara la cordura, lo que convertía a Pacheco por esa época, en la única oferta "terapéutica" en Cartagena y sus alrededores efectiva para "curar" la locura. (2) Relato oral contado por el Dr. Francisco Haydar Ordage clases de psiquiatría, facultad de Medicina Universidad de Cartagena año 1974.
Los "Locos" famosos de las décadas de mitad del siglo XX en Cartagena fueron: Juan Chorizo, Rubén Moré; Arturo Meza apodado Arturo el Loco, Benito I y Benito II, Cara e Gallo, el doctor Caraballo, Peyeye y El Mago de Arjona. Cada uno de ellos dueño de un tiempo y una historia particular en el contexto de la Cartagena de Indias de la época. (3) Angulo Bossa Álvaro. Añoranzas del Cabrero, Costa Norte Editores 1989 Cartagena Colombia.
Estos auténticos personajes fueron posiblemente esquizofrénicos sin tratamiento, encarnaron la locura con cierto atildamiento y originalidad en su ideación delirante, generalmente de contenido megalomaníaco, con representaciones prototípicas muy características de la enfermedad mental, y con una especial relación con la comunidad que acostumbraba a someterlos sin ningún respeto ni consideración por su estado a toda suerte de burlas socarronas, pero hubo uno en especial, Rubén Moré, quien tal vez haya sido el loco más original de la época, que incluso pasó a la historia por haber tenido el honor de ser mencionado en el himno de la universidad de Cartagena, compuesta por el maestro Adolfo Mejía:
El tropelin se acerca a la torre de babel
Brindemos por la tuerca que le faltó a Moré
Las copas llenas siempre están de, de ron, de vino, o de champan.
Rondas vienen y rondas van: ¡por la Universidad!
Rubén Moré Vélez fue un loco muy culto, proveniente de una distinguida familia cartagenera, hablaba inglés, francés e italiano a la perfección, y era un aficionado a la filosofía y a la literatura, sus autores preferidos eran Honorato de Balzac, Víctor Hugo, Voltaire y Gustavo Adolfo Becker. Dicen que sus apellidos originales eran Vélez, Vélez pero que una terrible disputa familiar hizo que se cambiaran el apellido inicial Vélez por Moré; fue rosacruz, masón, y maestro de logia grado 18, pero a pesar de sus incoherencias nunca revelo un secreto de la masonería; también dicen que probablemente habría sido superintendente de la compañía de ferrocarriles, y que tal vez había enfermado mentalmente después de ser rechazado por una dama cartagenera de quien estuvo profundamente enamorado. Vestía de saco, camisa blanca y corbata, aunque mucho tiempo después no usaba esta última prenda, sobre la cabeza acostumbraba a llevar un gorro de tela o cuero al estilo Ibérico.
Vivió mucho tiempo en los corredores de la Clínica Vargas, donde sostenía largos debates intelectuales con los estudiantes de medicina que allí acudían, en ese lugar recibía los alimentos que generosamente le prodigaban por orden del Dr. Eusebio Vargas Vélez, quien le tenía un gran aprecio. Algunos autores encuentran cierta similitud histórica entre este personaje y el Florentino Ariza de la novela de Gabriel García Márquez, "El Amor en los tiempos del Cólera". Al parecer era poseedor de una gran cultura, a veces daba respuestas que denotaban profunda sabiduría a quienes según él le importunaban con preguntas necias, ostentaba una gran dignidad que le impedía pedir limosnas, por lo que en su delirio llevaba una cantidad de papeles debajo del brazo como si fueran documentos importantes, y una libreta de la cual tenía unos recibos previamente confeccionados y a los que solo les faltaba el nombre del cliente, generalmente un conocido suyo, a quien encaraba con aire muy circunspecto diciéndole: "estas atrasado en el pago de tus cuotas cívicas para el libro de Cartagena", si la moneda que le daban era de baja nominación, con una expresión de pundonor en el rostro, decía: "bueno esto solo te alcanza para pagar una de tus cuotas, las demás tendrá que cancelarlas después con los respectivos intereses". Relata Alberto H Lemaitre que en una ocasión le dio una moneda de veinte centavos, entonces Moré le dijo: "Mira toma tu moneda de a veinte y para salvar tu dignidad y la mía, dame una de cincuenta." (4) Lemaitre H Alberto, Estampas de la Cartagena de Ayer, Espitia Impresores 1990, Cartagena Colombia.
En Cartagena hubo un personaje callejero muy famoso por sus vulgaridades, a quien llamaban "El Loco Arturo". Arturo Meza era un hombre menudo, semi calvo, barbado, andrajoso, con unos ojos brillantes y de mirada penetrante, que denotaba ciertos atisbos de inteligencia en una persona en lo general deteriorada por la enfermedad mental sin tratamiento, al final de su existencia era un habitante de la calle, y sus sitio predilecto era el centro de la ciudad, especialmente bajo el "portal de los dulces", donde esperaba a que algunos transeúntes le gritaran apodos para enfurecerse y lanzar guijarros, así como toda suerte de improperios y vulgaridades, la muchedumbre gozaba jocosa no solo de la reacción violenta del perturbado, sino también de los apuros de las personas que le temían y que corrían a buscar refugio para no ser víctima de sus reacción agresiva.
Deliraba diciendo que era hijo de Júpiter por lo tanto debía llevar anillos en sus diez dedos, y hacerle ritos al lejano planeta. Salía desde muy temprano de su casa que quedaba cercana al muelle, inicialmente vivía en Manga, daba varias vueltas a pie a la isla, y cuando regresaba, daba veinte pasos, se detenía para dar una media vuelta, y de cara al norte, miraba al cielo extasiado y echaba un escupitajo, pidiéndole a su padre Júpiter que le diera la energía cósmica que necesitaba; cuando caminaba por una calle automáticamente al terminar esta se cambiaba a la acera contraría; durante un tiempo uso un sombrero al que sacudía en el suelo, en el que escupía tres veces; cuando tenía sed y pedía agua a una de las vecinas, antes de tomarla le metía tres dedos de la mano y maldecía unas palabras incomprensibles, y luego se la tomaba pero a buches. (5) Lemaitre H Alberto, Estampas de la Cartagena de Ayer, Espitia Impresores 1990, Cartagena Colombia.
Varias canciones de la época que sonaban en las emisoras le dedicaron su tema a este popular enfermo mental, una tonada decía así:
Arturo el loco, le patina el coco
Cuando viene caminando, le gente le va gritando
Arturo el loco le patina el coco (bis) (bis)
Y la mas escuchada: "Las cosas de Goya", de la autoría de Luis Guillermo Pérez Cedrón, grabada por primera vez en el 1956 por Lucho Pérez Argaín, con el acompañamiento de Julián Machado, en Discos Curro, y posteriormente interpretada por Alejo Duran.
Que Goya andaba con el gran pinol
Que Goya andaba con el gran pinol, ¡No! – el que iba con Goya, era el nene Bol…apa.
¡Y es que le gustan los peloteros a Goya!
Que Goya andaba con el gran Porroto
Que Goya andaba con el gran Porroto, -el que iba con Goya era Aniso el loco,- ¡nooo! -el que iba con Goya era ¡Arturo el loco!
Arturo fue probablemente el Loco más emblemático y representativo de su papel en la cultura popular Cartagenera durante la década del 50 al 70; a él, el populacho le endilgaba como apodo, el nombre del personaje de moda. Cuando el caso Chessman cautivó a la prensa, la radio y la TV del mundo entero, al Loco Arturo le gritaban: ¡Chessman! ¡Chessman!- Arturo respondía con una serie de improperios y, finalmente, exhibía sus órganos sexuales y decía: Aquí tienen el foco rojo; haciendo alusión impúdica a la forma como Caryl Chessman asesino y violador tristemente célebre ejecutado en la prisión de San Quintín en California, atraía a sus víctimas con un foco rojo en la parte superior de su vehículo simulando ser una patrulla de la policía. (6)De La Vega Rodolfo, "Chessman y El Loco Arturo", El Universal Columnas de opinión 22 mayo del 2010
El Convento de Santa Clara, construido entre 1617 y 1621, sirvió de base para la primera congregación de la Orden de Santa Clara hasta principios del siglo XX; luego dejó de ser un claustro religioso y paso a funcionar como hospital Universitario. La Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena pasó por diferentes momentos críticos y a mitad del siglo inicia un proceso de reorganización para nivelar su pensum académico a la de los pares de otras latitudes.
En la facultad de medicina de la Universidad de Cartagena, algunos facultativos también a mediados del siglo XX iniciaron algunas prácticas psiquiátricas, relatan que uno de ellos, el Dr. Ivo Zeni, curó a una persona aquejada por depresión, el paciente vivía en el centro amurallado de Cartagena, su madre con quien tenía una relación afectiva de mucho apego y de quien era emocionalmente dependiente había muerto, y el enfermo se sumió posteriormente en una profunda depresión, no hablaba, no se bañaba, no se afeitaba, la barba después de varios meses le caía al pecho, el profesor Ivo Zeni con la ayuda de familiares todas las tardes lo sacaba por una de las bocas de la muralla cargado en una silla hasta la playa hoy borrada por la Avenida Santander, y allí frente al mar le hablaba por largas horas, sin que este contestara nada ni se inmutara, un día cualquiera le dijo "M. en Cartagena se ha regado la noticia que te has vuelto loco", el paciente lo miro como perplejo, balbuceo algunas palabras ininteligibles, se paró corriendo desde la silla hasta su casa, se duchó y se afeitó, y al día siguiente de este incidente y después de permanecer por varios meses incapacitado por la depresión estaba asistiendo a sus clases en la Universidad de Cartagena, ya que también era docente de la facultad de medicina. (7) Relato oral contado por el Dr. Moisés Pianeta Muñoz, clases de psicopatología, facultad de Medicina Universidad de Cartagena año 1973.
Antes del años 50 y del uso de las Fenotiazinas, el Dr. Félix Prospero de Villanueva profesor de fisiología y clínica médica fue uno de los pioneros en el tratamiento de los enfermos mentales, como terapéutica se usaban los bromuros para calmar la ansiedad. El Dr. Ismael Porto Moreno especialista en órganos de los sentidos, realizó los primeros electro-shocks a una paciente particular perteneciente a una familia adinerada quien sufría de trastornos mentales, y la familia hizo traer del exterior el equipo de electro terapia, siendo el primer caso tratado con este método por su médico de cabecera, sin difusión ni impacto importante en la práctica médica de la ciudad.
El 06 de Junio de 1963 funda el departamento de psiquiatría el Dr. Francisco Haydar Ordage, y también se abre el servicio de psiquiatría con 13 camas en el Hospital Santa Clara, siendo los primeros profesores: El Dr. Mario Fernández Mendoza, el Dr. Moisés Pianeta Muñoz. El 07 de febrero de 1964 se oficia el nombramiento de Dr. Francisco Haydar como jefe del Departamento de psiquiatría. (8) Maza Edwin Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena su Historia, Castillo Impresores E.U. 1998.
El Dr. Fernández dictaba la catedra de psicopatología y el Dr. Haydar clínica psiquiátrica. El Dr. Pianeta era muy famoso por sus escritos sobre Higiene Mental y Educación Sexual, también por su capacidad oratoria y había fundado un colegio especializado para niños con problemas del comportamiento y del aprendizaje, en el que ejercían sus hijas con mucha dedicación el magisterio.
Más tarde llegaron otros docentes a la Facultad entrenados en el exterior entre los que se cuentan el Dr. Carol Rumie Bossio, El Dr. Orlando Álvarez Lozano, ambos entrenados dentro de la disciplina psicoanalítica, el Dr. Rumie se había formado en la ciudad de Baltimore en una lujosa clínica psiquiátrica, en la que según él solo se atendía a pacientes VIP "very importan person", al tocarle el ejercicio en las precarias condiciones que se desarrollaba en Cartagena lo habría desmotivado, después de un tiempo se desinteresó de la practica psicoanalítica y solo ejerció como psiquiatra general, quedando como único exponente de este tratamiento el Dr. Orlando Álvarez Lozano, quien también era egresado de la especialización en medicina interna, y había realizado su residencia en psiquiatría en la Universidad del Valle.
El Dr. Miguel Ghisays Ganem sucedió al Dr. Francisco Haydar en la jefatura del Departamento de Psiquiatría, cargo que desempeñó por aproximadamente 25 años; de la escuela organicista, se había entrenado con López Ibor en Madrid España, en la clínica del profesor, una de las más prestigiosas de Europa; tuvo una fuerte formación en clínica psiquiátrica, seguía mucho la corriente de Henry Ey, y también muy completa en psicofarmacología de la que seguía con entusiasmo los conceptos de Kalinoswski. El Dr. Ghisays además de haber escrito un libro de psicopatología, es también un experto en música clásica, y ha escrito varias obras especializadas sobre este tema; aun después de jubilado por la Universidad de Cartagena y no obstante no necesitarlo, trabaja prestando servicios médicos gratuitos en la consulta externa de psiquiatría de CEMIC, clínica de la que es vecino en el barrio del Cabrero.
En el año 1973 las directivas del hospital Psiquiátrico de Sibaté tomaron la cruel medida de abandonar 37 enfermos mentales crónicos oriundos de la Costa Atlántica en el aeropuerto de Crespo, estaban internados en sus instalaciones, donde habían sido remitidos algunos años antes, previo a su división cuando el departamento de Bolívar era un departamento grande. La beneficencia de Bolívar había dejado de pagar a la de Cundinamarca y esta al hospital de Sibaté, lo que aparentemente originó tal medida.
Al quedar abandonados los enfermos mentales en el aeropuerto de Crespo, Se creo un problema de orden público y el gobernador de la época Donaldo Badel tuvo la necesidad de abrir rápidamente una "segunda Unidad de Salud Mental" en el lugar donde antes funcionaba la cárcel de San Diego, y hoy queda la Escuela de Bellas Artes. El lugar amenazaba ruinas, no obstante allí se alojaron los 37 pacientes psiquiátricos, posteriormente alguno de ellos serían reubicados en sus hogares por trabajo social.
Por esa época, años 1974, la atención medica en el departamento de Bolívar y en la ciudad de Cartagena pasaba una de sus crisis, pues el centro médico eje de la atención y de la enseñanza universitaria el Hospital Santa Clara, ubicado en una construcción colonial, amenazaba con sus ruinas la seguridad de los allí atendidos y la del personal sanitario, además el Hospital Universitario de Zaragocilla aún en construcción no estaba terminado, debiendo pasar en un plan de contingencia el Hospital Santa Clara a ser alojado en el San Pablo, solo hasta el 1976 cuando se dio al servicio el Hospital Universitario de Cartagena vino a normalizarse la atención medica en la región.
El Hospital San Pablo comenzó su construcción en el año 1951, y fue dado al servicio en el año 1953, siendo presidente de Colombia el Dr. Roberto Urdaneta Arbeláez, su misión era combatir el mal más temido de la época, "La Tuberculosis Pulmonar", una enfermedad cuya curación era dudosa, muy unida a condiciones de carencia nutricional y afectiva, con determinantes genéticos en la inmunidad. Esta patología por las dificultades que ofrecía su manejo, causaba connotado estigma social, constituyendo por lo tanto una enfermedad vergonzante para el individuo quien la padecía y para su familia, y por el temor a su contagio generaba fuerte rechazo y exclusión social.
Era pues necesario según los patrones de la época aislar al enfermo de tuberculosis, y para ello se construyeron hospitales que además prestaban un cuidado tipo asilar, donde el enfermo no solo era tratado de su mal, sino mejorado en su nutrición, y egresaba mucho tiempo después con su autoestima reforzada por la acogida que le prestaba el personal sanitario, quienes desafiando sus propios miedos por la enfermedad daban afecto y cuidados al paciente tuberculoso sin violar las normas higiénicas primarias exigidas para su control.
El típico hospital para tuberculosos debía estar ubicado en las afueras de la ciudad para evitar los riesgos de contaminación de los demás ciudadanos, y los pacientes tenían hospitalizaciones prolongadas que duraban seis meses a dos años en promedio, de las cuales salía convertido en otra persona en lo referente a su apariencia física. Así es que este centro hospitalario se dio al servicio de la comunidad cartagenera y fue tenido como centro de remisión para el tratamiento de esta enfermedad para toda la Costa Atlántica.
A principio de los años 70 con el advenimiento de tuberculostaticos muy efectivos y debido a los resultados de las campañas antituberculosas hubo un cambio conceptual en el manejo de esta enfermedad, se impuso la conducta del manejo ambulatorio de la tuberculosis, y se desestigmatizó al enfermo y a su manejo, el hospital antituberculoso San Pablo quedaría entonces medio vació.
En el año 1976 cuando se dio al servicio el Hospital Universitario de Cartagena, se trasladaron a este todas las especialidades médicas y quirúrgicas excepto la psiquiatría, la unidad psiquiátrica de agudos del Hospital Santa Clara de 13 camas, se había fusionado con la ubicada en San Diego para crónicos de 37 camas, todos los enfermos fueron trasladadas al hospital San Pablo que había quedado medio desocupado después de la inauguración del Hospital Universitario. Desde un principio quedaron mal alojados, debido a que la construcción del San Pablo no había sido hecha con ese propósito, así es que la arquitectura, disciplina llamada a jugar un papel importante en la recuperación de las personas con trastornos mentales, debió ser suplida por rejas y celdas que dieron desde el comienzo un aspecto carcelario o manicomial al nuevo servicio de psiquiatría.
También estuvieron por un tiempo como docentes de psiquiatría de la facultad de Medicina, desde finales de los 70 hasta principio de los 80, El Dr. Hugo Badel quien tuvo una clínica psiquiátrica que funcionó en Manga por un par de años; el Dr. Miguel Solano; El Dr. Enrique Emiliani; El Dr. Eduardo Espinosa Faciolince quien trajo desde Nottingham Gran Bretaña y desde el Instituto de Psiquiatría de Londres los conceptos sobre psiquiatría comunitaria; el Dr. Alfonso Villanueva quien era un excelente bioquímico y un farmacólogo genial; y desde la mitad hasta finales de los años 80 llegaron: el Dr. Adolfo Bermúdez de León, y el Dr. Rafael Osorio Chagüi, del postgrado en la clínica Monserrat, con formación de tendencia psicodinámica; El Dr. Ricardo Haydar Ghisays hijo del fundador del departamento de psiquiatría, vino de la residencia de la Javeriana con una formación integral, además que tenía encima la escuela de su padre, y el Dr. Cesar Sánchez Vergara quien remplazo al Dr. Miguel Ghisays Ganem en la jefatura del departamento, obsesionado por la bioética, se recibió posteriormente como filosofo. Es importante mencionar al Dr. Roberto Guerrero Figueroa que cursó un doctorado en neurociencias en la Universidad de Tulane, y quien regresó por el compromiso de la contraprestación, exigido por el rector y pacificador del movimiento estudiantil del año 1971, el Dr. Navarro Patrón, Guerrero Figueroa se dedicó a la academia, fue decano de la Facultad de Medicina, y también atendía pacientes neurológicos y psiquiátricos.
Al inicio de los años 90 después de realizar su residencia en la Universidad Javeriana ingresa a al hospital San Pablo el Dr. Martin Suarez Jiménez, años atrás había realizado parte de su internado rotatorio en la unidad de psiquiatría de ese hospital, y posteriormente será coordinador de la sección de psiquiatría, que ahora, después de un cambio curricular, es parte del Departamento Médico; pocos años después llegará el Dr. Humberto Molinello, egresado del postgrado de psiquiatría del hospital Militar, después de ejercer la docencia en la Universidad de Cartagena, inclinado por la psiquiatría infantil, se retira y se radica en la ciudad de Barranquilla, donde actualmente ejerce la especialidad con éxito.
A finales de los 90 inicia prácticas en el Hospital San Pablo el Dr. Francisco Barrios Ayola, bajo la orientación y supervisión del Dr. Christian Ayola, en el 2003 egresa de la Maestría en Salud Mental y en el 2006 del postgrado de psiquiatría de la Universidad de Cartagena, pocos años más tarde llegará a reforzar la docencia en la facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena; vinculado a la ESE distrital de primer nivel de atención en salud, inicia después de soportar muchas trabas y contratiempos administrativos, con el cumplimiento de un sueño muy viejo de su mentor, el de realizar la atención oportuna del paciente psiquiátrico desde la atención primaria en los centros y puestos de salud.
En las últimas dos décadas Han llegado desde el Hospital Militar los siguientes especialistas doctores: Walter Pontón, quien se sub-especializó en psiquiatría infantil, Miguel Sabogal quien ha incursionado en rehabilitación, Amaury García; y desde otros programas: Fernanda Osorio, Adriana Serrano y Guillermo Dager. Desde la apertura del postgrado de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena han egresado los siguientes especialistas doctores: Adalberto Campo, Alex González, Candelaria Rambal, Alfredo Somoza, Rafael Bustillo, Mánela García, Marcos Salas, Ester Perea, Ketty Marrugo, cursan actualmente residencia: Edwin Castro, Carlos Cassiani.
También egresaron los doctores Miguel Ghisays Ganem y Christian Ayola Gómez, quienes no obstante tener títulos de especialistas en psiquiatría de otras universidades optaron recientemente (2011- 2012) por someterse al programa de postgrado la Universidad de Cartagena, y así homologar sus títulos, recertificándose.
En el año 1978 inicia su práctica en la unidad psiquiátrica del Hospital San Pablo un médico muy joven, egresado de la universidad de Cartagena, con sólida formación en medicina interna, adquirida en el hospital Universitario de Cartagena, donde además era medico de planta de la urgencia. Inicialmente al no haber residencia de psiquiatría y por su dedicación exclusiva a esta especialidad, se le dio la oportunidad de apoyar en las actividades académicas de este Departamento que carecía de docentes, pues los más antiguos se habían retirado de la práctica clínica y de la docencia, y los nuevos psiquiatras en formación aun no llegaban, o algunos otros especializados en el exterior, llegaron, pero su paso por el Hospital San Pablo o por la facultad fue efímero.
Este, quien escribe la presente historia, es el Dr. Christian Álvaro Ayola Gómez, hoy titulado en el postgrado de psiquiatría biológica por la Universidad Oberta de Cataluña en Barcelona España, con título de especialista en psiquiatría por la Universidad de Cartagena, quien ha contribuido durante varias décadas como docente a la formación de los estudiantes del pre y del postgrado en psiquiatría de la facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena, además el fundador de la clínica psiquiátrica CEMIC, donde hoy realizan practica de psicopatología y psiquiatría los estudiantes del pre y postgrado de todas las facultades de medicina, enfermería y algunas de psicología en Cartagena.
Su llegada al departamento de psiquiatría contribuyó en los años 80 a cambiar la concepción del paciente psiquiátrico hacia el modelo médico, el abordaje viró al diagnóstico y manejo integral de estos enfermos, los primeros años fortaleció sus conocimientos en clínica psiquiátrica como ayudante del Dr. Miguel Ghisays, juntos les tocó afrontar momentos difíciles en el tratamiento de los pacientes por la escasez de medicamentos psiquiátricos, debiendo recurrir en muchas ocasiones a la terapia electro-convulsiva técnica que dominan ampliamente. También lucharon contra la estigmatización y la falta de educación de la comunidad en general en lo relativo al manejo de las enfermedades mentales y su tratamiento.
Desde la mitad de la década del 2010, cuando en representación del alcalde fue presidente de la junta directiva de la ESE Distrital y más tarde en las reuniones del Concejo Distrital de Salud Mental, el Dr. Ayola viene impulsando la atención psiquiátrica en el primer nivel, y desmitificando la atención del paciente psiquiátrico en grandes instituciones, donde estos al ser alejados de la comunidad, tienden a deteriorarse, a ser abandonados por sus familias, y adquieren con frecuencia una condición conocida como hospitalismo, aumentando la población de Trastornos Mentales Severos (Crónicos), y por ende el gasto del Estado.
Muchos fueron los esfuerzos emprendidos desde mediado de los 80 por el Dr. Jairo Luna, Psiquiatra y salubrista costeño, quien durante largo tiempo se desempeñó como Jefe de la División de Salud Mental del Ministerio de Salud, quien logra se realice la inversión de algunos recursos para mejorar el aspecto de los pabellones psiquiátricos del San Pablo, y los esfuerzos también del Dr. Jaime Pastrana Arango, quien sirvió como director de este centro, y con la colaboración del pintor Obregón y del Ministerio, remodela y construye nuevos servicios, tales como: la unidad de cuidados especiales, la de terapia ocupacional y el pabellón el Cóndor para farmacodependientes, erigido en honor al maestro de las artes.
Ninguno de ellos logró cambiar el aspecto del lugar que recuperaba pacientes psicóticos, mientras con su aspecto vetusto y sórdido deprimía aún más a otros enfermos y a sus familiares. No obstante la ignominia a la que se sometía un paciente al ser hospitalizado en este centro, los enfermos mentales crónicos (o sea aquellos provenientes de sanatorio Sibaté), y los agudos, compartieron las miserias de este hospital, que entró en agonía con la aprobación de la Ley 100, debido a su alto costo operativo por estar sus empleados cobijados por una legislación especial que generaba una alta carga prestacional, a la falta de cultura organizacional, a múltiples desventajas competitivas, además que la actividades de la atención especializada en psiquiatría no quedaran incluidas en el Plan Obligatorio de Salud Subsidiado.
Considerándose la enfermedad mental como una patología crónica, ruinosa y de alto costo, no fue reasegurada como ocurrió con el cáncer, o con las enfermedades cardiovasculares, sino, que antes, fue producto de fuertes controles en la facturación de los servicios y actividades consignada en la resolución 5261 de 1994, y en el Decreto 2423 de 1996, ambos reglamentarios de la Ley 100 del 1993, que limitaron los procedimientos y los tiempos de atención, desestimulando el tratamiento intrahospitalario sin tener preparada una oferta de servicios alternativos.
En el año 1996, su director sempiterno el Dr. Guillermo Valencia Abdala, con la colaboración del subdirector Dr. Christian Ayola Gómez, y algunos asesores, trataron de convertir el San Pablo en un hospital general, aprovechando las oportunidades que daba la ley 100, con el objetivo incursionar en las patologías contempladas en el Plan Obligatorio de Salud, y con el Fondo de Inversión Social FIS, consiguieron la financiación de un proyecto para transformarlo arquitectónicamente, empresa que no fue posible realizar por fallas estructurales, cuyo costo de reparación superaba enormemente el monto de la financiación obtenida, y hubo también falta de voluntad política del alcalde de la época que no quiso desembolsar la contrapartida, quedando condenado el hospital a morir por no ser competitivo.
Desde el año 1996 esta institución estuvo amenazada de ser liquidada por las razones expuestas, pero la prioridad la constituyó el Universitario que había entrado en crisis en múltiples ocasiones hasta ser irrecuperable, y todos los esfuerzos financieros del Ministerio y de la entidad territorial correspondiente se hicieron en pro de la restructuración del H U de C, y por ultimo después de un cierre decretado por el DADIS por no cumplir con los mínimos requisitos de calidad, fue reinaugurado con otra razón social, con el nombre de Hospital Universitario del Caribe. El año 2007 el Ministerio de la Protección Social y el Departamento de Bolívar acordaron la liquidación de otros hospitales por ineficientes, lográndose al final terminar con la agonía del que fuera durante más de 50 años el centro de atención de tuberculosis, y por más de treinta años el centro líder de atención psiquiátrica en la región.
Al cierre de hospital San Pablo quedaban 60 pacientes psiquiátricos internados en sus instalaciones algunos de ellos a cargo del Departamento de Bolívar y 28 de ellos a cargo del distrito de Cartagena. El día 12 de Enero del 2008, doce días después de haberse iniciado el proceso liquidatario, el distrito de Cartagena no tenía organizado un plan de contingencia para desalojar los pacientes a su cargo en ese centro de atención, una de las principales razones la constituyó que el distrito comenzaba el año 2008 con un nuevo gobierno y que el proceso liquidatario estuvo a cargo del Departamento.
Así es que la Alcaldía Mayor de Cartagena, comisionó al Director del Departamento Administrativo de Salud DADIS, doctor Nelson Alvis para que resolviera la contingencia, este profesional contacto a la Clínica "CEMIC" del Cabrero quien con su unidad especializada de salud mental por esa época con 22 camas, (actualmente cuenta con 100), venía desde años anteriores apoyando la atención psiquiátrica del distrito. El doctor Alvis solicitó a CEMIC una propuesta de atención que se elaboró en las 24 horas siguientes.
Con la colaboración del Doctor Francisco Barrios Ayola docente de psiquiatría de la Universidad de Cartagena, psiquiatra adscrito a la ESE Hospital Local Cartagena de Indias, y del director científico de la clínica CEMIC" doctor Christian Ayola Gómez, y un estudiante de último año de medicina de la Universidad Rafael Núñez, Dr. Duban Pájaro quien es hoy salubrista, se procedió a clasificar los pacientes internados en el Hospital San Pablo que el día 13 de enero ya no tenían suministros médicos, ni alimentación, y estaban siendo atendidos solo por enfermeras, pues los médicos tanto generales como especialistas en psiquiatría se habían retirado, dejando a su suerte a estos pacientes.
La Labor del doctor Nelson Alvis fue organizar una operación humanitaria para sostener a los enfermos mentales allí abandonados coordinado una primera reunión a la cual asistió el doctor Marcos Vélez en calidad de director financiero del DADIS, representantes de algunas ARS, y el director de "CEMIC", lográndose de los asistentes el compromiso de aprovisionar de alimentos y medicamentos a la entidad en liquidación, y el suministro de personal médico de la Unidad de Salud Mental CEMIC para la atención de los enfermos mentales, mientras se procedía a su traslado a otro centro asistencial.
El día 16 de Enero se inició el traslado de los pacientes con trastorno mental agudo, identificados previamente los que estaban a cargo del distrito de Cartagena, teniendo como parámetro el hecho de estar sisbenizados en esta entidad territorial. Resultaron 17 pacientes agudos, de los cuales 10 fueron dados de alta por considerar el equipo médico de CEMIC que se encontraban compensados mentalmente por haber remitido su sintomatología psicótica, y siete trasladados a las instalaciones de "CEMIC" para continuar con su tratamiento psiquiátrico, por continuar en estado agudo.
LISTA DE PACIENTES CON TRASTORNO MENTAL SEVERO ("CRONICOS") A CARGO DEL DISTRITO DE CARTAGENA AL MOMENTO DEL CIERRE DEL HOSPITAL SAN PABLO 01 ENERO 2008
NOMBRES Y APELLIDOS | EDAD | FAMILIA | PATOLOGÍA | ||||||
JUDITH L. | 65 | NO | Esquizofrenia Residual. | ||||||
MARIA A. | 60 | NO | Esquizofrenia Residual. | ||||||
YADIRA Q. | 61 | NO | Retardo Mental Esquizofrenia. | ||||||
GABRIEL SOSSA | 82 | NO | Esquizofrenia Fractura cadera izquierda | ||||||
ENALDO S. | 65 | NO | Esquizofrenia Indiferenciada Sordomudo Diabetes Mellitus | ||||||
BLAS SEGUNDO S. | 58 | NO | Esquizofrenia Residual | ||||||
PEDRO P. | 56 | NO | Esquizofrenia Residual. | ||||||
FABIO S. | 63 | SI | Esquizofrenia Paranoide | ||||||
JOSE IGNACIO P. L. | 30 | TUTELA | Esquizofrenia. Desorganizada | ||||||
ROBERTO P. L. | 38 | TUTELA | Esquizofrenia. Paranoide | ||||||
YINA (N.N.) | 24 | NO | Esquizofrenia. Paranoide |
El día 17 de Enero se realizó el traslado de los 11 enfermos mentales crónicos, a un centro de protección y rehabilitación llamado "El Hogar", implementado por CEMIC en la calle Guillermo Posada del barrio Torices, casa N° 14-144; estos pacientes por requerir atención psiquiátrica permanente, y protección continua, debido a su estado de deterioro cognitivo, y la incapacidad para funcionar socialmente no pudieron ser trasladados a un asilo para ancianos, 9 de ellos no tenían núcleo familiar reconocido, 5 de los provenientes de Sibaté, y 2 con fallo de tutela interpuesto contra el Distrito de Cartagena debido a la incapacidad de su madre anciana para lidiarlos.
"Solo un caso N.N. (YINA) no tenía para esa época certificado de indigencia; los PADILLA LANZ están amparados por una tutela fallada contra el Distrito de Cartagena; FABIO SALAS tiene familia al parecer en la ciudad de Barranquilla pero se desconoce su dirección actual, tiene cedula que lo identifica como natural de Cartagena e identificación por el SISBEN y está afiliado a Mutual SER; los demás pacientes tienen Certificado del Listado Censal como Indigentes de la Secretaria de Participación Ciudadana y Desarrollo Social de la Alcaldía Mayor de Cartagena, adicionalmente Certificado del Censo del DANE como Indigentes". (9) Unidad de Salud Mental CEMIC, Informe de gestión, pacientes con trastorno mental severo, presentado al DADIS el 24 de enero de 2008.
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