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La vaca loca (página 2)

Enviado por juliadahdah


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5. Características clínicas de la EEB

La E.E.B. se halla incluida dentro del amplio grupo de encefalopatías espongiformes degenerativas que afectan a distintas especies como ovejas ("scrapie"), visones, gatos, algunos rumiantes salvajes e, incluso el hombre. A la hora de intentar establecer el diagnóstico nos encontramos, también, con una serie de aspectos comunes: Al someter las muestras de encéfalo a microscopía óptica se aprecian las clásicas alteraciones espongiformes que dan nombre a este grupo de enfermedades. Anatomopatológicamente estos procesos se encuentran clasificados dentro de las encefalopatías espongiformes no mielínicas. Las lesiones que los caracterizan, muy semejantes a las observadas en el "scrapie" de los óvidos, podríamos resumirlas en:

Suele haber ausencia de alteraciones macroscópicas evidentes. Depósito de amiloide inmunorreactiva. . Vacuolización de los cuerpos y las prolongaciones neuronales. Puede aparecer necrosis neuronal y astrogliosis.

La microscopía electrónica revela la presencia de un material denominado "fibrillas asociadas al scrapie" (F.A.S.) ya que fue en esta enfermedad la primera vez que se observó. Este material, al que hoy, se le relaciona con el origen de la enfermedad, se compone de una proteína huésped modificada denominada proteína prión (PrP).

El hecho de que la cantidad de PrP presente se encuentre directamente correlacionada con el grado de infectividad parece una señal de que la propia proteína es infectiva.

En cualquier caso no existe unanimidad respecto de la etiología del proceso. Así, hay autores que rechazan esta teoría ante la ausencia de un ácido nucleico asociado a la proteína. Lo más probable parece ser que el agente sea un fragmento muy pequeño de ADN. Éste se insertaría en el ADN de las células nerviosas codificando la síntesis de la proteína anormal. En otros casos, en cambio, se ha propuesto el carácter genético de la E.E.B., es decir, que fuese un gen recesivo el que la determinase, no un agente transmisible. Esta teoría parece dudosa a la vista de lo que ya se conoce del "scrapie", en el que se ha comprobado la posibilidad de contagio de animales procedentes de rebaños libres de la enfermedad cuando son puestos en contacto con animales enfermos.

La última teoría en cuanto a la etiología de la E.E.B. revoluciona un tanto la línea seguida hasta ahora. Se han publicado artículos en los que se sugiere la consideración como agente etiológico de las encefalopatías espongiformes humanas, de bacterias del género Spiroplasma, un tipo de micoplasma. La defensa de esta nueva "candidatura" a la etiología de estos procesos se basa en varios hechos:

Bajo ciertas condiciones son capaces de producir el material que hemos denominado F.A.S. Son organismos claramente neurótropos. . Presentan las mismas resistencias a distintos agentes que las observadas en los aislados infestantes de encefalopatía espongiforme. . Inmunológicamente son similares a las F.A.S. con las que presentan reacciones cruzadas.

Cabría preguntarse en qué estaban pensando los microbiólogos cuando comenzaron a estudiar las posibles etiologías de estos procesos y se les pasó lo más "fácil", la etiología bacteriana. La explicación se encuentra en la propia naturaleza de las bacterias del género Spiroplasma; entre estas características destacaremos sólo dos: Su gran versatilidad morfológica les permite adoptar formas que oscilan desde los 400 a los 40 nm. Esto explica su capacidad para atravesar los filtros con poros menores de 50 nm, permitiendo ser consideradas, por tanto, como organismos filtrables. Por otro lado, se trata de organismos francamente difíciles de cultivar: los medios requieren unas condiciones bastante inusuales, y, aún así, sólo se ha conseguido hasta hoy el cultivo de la mitad de las cepas conocidas. Esto hace, lógicamente, que, a menos que se persiga específicamente el crecimiento de estas bacterias, es normal que escape a los métodos de aislamiento e identificación convencionales

Materiales especificados de riesgo (MER) Se consideran materiales especificados de riesgo (MER): El cráneo, incluído el encéfalo, los ojos, las amígdalas, la médula espinal de los bovinos de más de doce meses de edad y el intestino, del duodeno al recto, de los bovinos de cualquier edad. (Ver gráfico 2)

Los cadáveres de los bovinos, ovinos y caprinos de cualquier edad. Asimismo, todos los animales bovinos muertos en las explotaciones no sacrificados para el consumo humano tendrán la consideración de MER y deberán ser eliminados del mismo modo.

(Para ver el gráfico faltante haga click en el menú superior "Bajar Trabajo")

¿Qué se hace con los materiales especificados de riesgo? Los materiales especificados de riesgo (MER) deben de ser eliminados de la cadena de alimentación humana y animal con el fin de evitar los riesgos de transmisión de la enfermedad. Para ello los órganos y tejidos definidos como MER son retirados de la canal del animal durante su procesado en el matadero y sometidos a un proceso de tinción para su identificación permanente. Tras la retirada de estos MER los mismos deben ser tratados para asegurar su correcta destrucción mediante su tratamiento a temperatura y presión elevada y su posterior incineración o eliminación en vertederos autorizados. (Ver gráfico 3). También es posible someterlos directamente a la incineración o previo procesado con un tratamiento de reducción de volumen.

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¿Como se erradica la Encefalopatía Espongiforme Bovina? Las medidas adoptadas para evitar la aparición de la EEB se basan en impedir la entrada del agente patógeno en la cadena de alimentación animal. Para ello se han establecido las siguientes actuaciones:

  • Detección y eliminación de todos los animales afectados o sospechosos de estarlo
  • Eliminación y destrucción de los MER
  • Prohibición de la utilización de harinas animales elaboradas en la alimentación de los rumiantes

Una vez que ha sido diagnosticada la enfermedad, se procede a realizar una investigación epidemiológica que permita identificar el origen de la misma y a la localización de todos los animales que hayan podido infectarse, procediéndose a su sacrificio y destrucción Esta investigación epidemiológica permitirá localizar a todos los animales que hayan convivido con el animal afectado y en el caso de ser una hembra, su descendencia.

¿Cómo se controla el ganado?

Los animales al nacer son identificados con un crotal en cada oreja con un número de identificación. Además se emite un documento, que acompaña toda la vida al animal, con los datos más importantes desde el punto de vista sanitario y zootécnico. Este documento incorpora la identificación de la madre del animal, dato necesario, desde el punto de vista sanitario, para poder realizar las investigaciones epidemiológicas que se necesiten.

Todas las explotaciones de ganado vacuno están registradas en las Comunidades Autónomas mediante sistemas informáticos, así como mediante un Libro de Registro que se encuentra en cada explotación ganadera. En este Libro se anotan todas las incidencias de la explotación, como son las entradas y salidas de animales, las muertes ocurridas en la granja, los nacimientos, etc. relacionándose estos movimientos siempre con el número de identificación de cada animal.

En la explotación es obligatorio, asimismo, llevar un registro con los tratamientos veterinarios a los que se someten los animales, que debe ser supervisado por el veterinario responsable de la explotación y en el que se anotan los productos terapéuticos aplicados a cada animal y el tiempo de espera obligatorio antes de su salida a matadero.

Durante la vida de los animales, los servicios veterinarios oficiales de las Comunidades Autónomas realizan una serie de controles sanitarios que consisten en: 1) Al menos una vez al año, se realizan las Campañas de Saneamiento Ganadero, para la detección de tuberculosis, brucelosis, leucosis y perineumonía bovina. Estas campañas, que se realizan desde 1979, exigen la verificación de la identificación del animal y del Libro de Registro, de la explotación, la toma de muestras de sangre de cada animal y la realización de la prueba de la tuberculina. De esta manera, al ser examinado individualmente cada animal, cualquier signo anómalo de enfermedad es inmediatamente detectado. 2) Controles aleatorios para la búsqueda de sustancias prohibidas en la alimentación animal, entre las que se encuentran las harinas de carne y hueso desde el año 1994. Se toman muestras de piensos y alimentos para el ganado, de orina y de agua de bebida, analizándose en los Laboratorios Oficiales la presencia o no de sustancias prohibidas. 3) En las granjas lecheras, se realizan controles para verificar las condiciones higiénico-sanitarias de las explotaciones, del ordeño y de la leche que se obtiene para asegurar que se cumplen todos los requisitos sanitarios.

Los resultados de todos estos controles son enviados regularmente a la Comisión Europea y están en consonancia con el resto de países europeos. Conjuntamente a estos controles, existe un sistema de declaración oficial de enfermedades de los animales, a través del cual y ante la aparición de signos externos de alguna enfermedad detectada por el responsable de la granja, el veterinario clínico o el veterinario oficial, se dispara un mecanismo de alerta sanitaria para prevenir cualquier enfermedad o erradicarla de la forma más precoz posible. Finalmente, cuando el animal o un grupo de animales sale de la explotación, se emite un certificado sanitario donde se hace constar que los animales no presentan sintomatología de enfermedades nerviosas o infecto-contagiosas. El destino de estos animales, bien a matadero, bien a otra granja, queda anotado en las bases de datos informáticas de las Comunidades Autónomas. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación mantiene una base de datos centralizada, denominada SIMOGAN (Sistema de Identificación y Movimiento del Ganado), con todos los datos de las Comunidades Autónomas, que sirve, asimismo, como enlace de conexión entre los sistemas informáticos de éstas. Dicho sistema nace como consecuencia de la necesidad de obtener información rápida y exacta de los movimientos individuales de los animales de la especie bovina dentro del territorio de la Unión Europea, cuyo fin principal es el control del sistema de ayudas que establece la OCM del vacuno de carne.

De esta forma, tanto la identificación individual de cada animal mediante los crotales y el documento de identificación bovina, así como la comunicación por parte de los propietarios de cada uno de los movimientos que realiza el animal, permite conocer todas las explotaciones en las que un animal ha estado y con qué animales ha convivido.

Aunque el objetivo primero de este sistema es el control de ayudas, la información que se obtiene desde el punto de vista sanitario es fundamental, ya que permite obtener en un plazo breve de tiempo toda la trazabilidad de un animal en concreto. Desde el punto de vista del estudio epidemiológico de cualquier enfermedad que afecte a esta especie, suministra datos con los cuales se pueden tomar decisiones veterinarias más eficaces.

A modo de ejemplo, cuando aparece un animal sospechoso o confirmado de EEB, su numero individual de identificación se introduce en la base de datos, suministrando ésta la información precisa sobre sí se trata de un animal de especie autóctona o importada, del lugar de nacimiento, cría, engorde, etc. Esta información facilita la realización de los controles precisos en aquellas explotaciones en las que ha estado el animal por si hubiera más animales que pudieran haber contraído la enfermedad.

Desde 1990 se ha puesto en marcha el programa de vigilancia de la Unión Europea para animales de riesgo con sintomatología, lo que ha implicado un incremento del control sobre la cabaña ganadera de nuestro país por parte de los servicios veterinarios oficiales.

No sólo la vaca La crisis de las vacas locas está trastornando no sólo a las personas, en su equivalente, la ECJ, sino que también se ve reflejada en muchos otros animales como lo son los chivos, toros, caballos, cochinos y muchos otros. Los ganaderos no quieren renunciar a la comercialización de la carne de toro, pero estarían dispuestos a aceptar que a los toros mayores de veinticuatro meses que se maten en los 17.000 festejos anuales sean sometidos al test priónico para detectar el mal de las vacas locas y a una hipotética incineración, siempre que el gobierno central les indemnice con 60.000 pesetas por animal.

El triste destino del toro, mal llamado de lidia, es una muerte dolorosa y cruel para la que no está preparado, que tiene lugar el primer o segundo año de su vida en novilladas sin picadores; el tercer año, en novilladas picadas, o a los cuatro años en las plazas consideradas de primera. Habitualmente el ganadero y el empresario pactan, en contrato, el destino de la carne y la cabeza del animal que, en vez de ser abierto en canal y despiezado en el desolladero, esta temporada podrá ser incinerado (léase convertido en harina, debido a la carencia de medios, en España) como un apestado, para redimir como un dios los errores capitales de los mercaderes de la muerte que, incapaces de valorar su vida, la manipulan, trafican con ella y, finalmente, comercian incluso con el destino de sus tristes despojos.

El temor provocado por el mal de las vacas locas está generando en Europa una mayor demanda por la carne de caballo, que es considerada limpia, magra y saludable. Los precios y ventas de la carne de equino han aumentado desde que el escándalo de las vacas locas alejó a los franceses de la carne de res. `Ningún país de Europa ha sido tan duramente golpeado por los escándalos de la carne como Bélgica. Hasta los años 90 se usaron hormonas ilegales en la carne de res; la crisis de las vacas locas en 1996 lastimó la confianza de los consumidores y el año pasado se registró otro escándalo por el envenenamiento de carne, lácteos y otros productos. El resultado ha sido que la venta de carne de equino en Bélgica creció 240% entre 1990 y 1998, de acuerdo con estadísticas de la organización de productoras de carne francesa, MHR. La carne de caballo, ya sea frita en su propia grasa o utilizada en salchichas, tenía desde hace tiempo un lugar en la cocina continental, pero fue perdiéndolo ante la prominencia de la carne de res. Los vínculos emocionales con los caballos también influyeron.

6. Enfermedad de Creutzfeldt – Jacob

El contagio en el ser humano ocurre por medio de una enfermedad degenerativa cerebral que lo afecta, denominada "Enfermedad de Creutzfeldt-Jacob (ECJ)", es un raro trastorno degenerativo del cerebro que tiene una evolución progresiva hacia la muerte antes de un año. Afecta a 1 persona por cada millón de habitantes, principalmente en individuos jóvenes, aunque casos actuales, dados en personas de 70 años, han puesto en duda esta afirmación.

Los primeros síntomas de la Enfermedad de Creutzfeldt-Jacob incluyen típicamente:

  • Demencia,
  • Cambios de personalidad,
  • Deterioro de la memoria, el enjuiciamiento y el pensamiento,
  • Problemas de coordinación muscular,
  • Insomnio, depresión o sensaciones inusitadas,
  • Contracciones musculares involuntarias llamadas mioclono,
  • Puede quedar ciego o perder control de la vejiga,
  • Con el tiempo los pacientes pierden la capacidad de moverse, hablar y entran en coma.
  • La pulmonía y otras infecciones ocurren a menudo en los pacientes de esta enfermedad y pueden conducir a la muerte.

Para confirmar la enfermedad existe un análisis de una proteína, la 14-3-3 en el líquido cefalorraquídeo. Esta prueba ayuda a diagnosticar la ECJ en personas que presentan ya síntomas clínicos de la enfermedad, aunque en gran parte de los casos el diagnóstico se confirma al estudiar el tejido cerebral de los afectados, frecuentemente después de morir.

Existen varias formas de la enfermedad:

  • En la ECJ esporádica, 85 por ciento de los casos.
  • En la ECJ hereditaria, de un 5 a un 10 por ciento de los casos de ECJ.
  • En la ECJ adquirida, la enfermedad es transmitida por exposición al tejido cerebral o del sistema nervioso, menos de 1 por ciento de los casos han sido de ECJ adquirida.
  • La variante juvenil descrita en Gran Bretaña es diferente clínicamente, y parece relacionada con la epidemia de las vacas. En la forma transmitida (presumiblemente) aparece más precozmente con alteraciones psiquiátricas y sensoriales, además de aparecer en personas jóvenes de menos de 30 años.

Desde la muerte del primer caso de ECJ de la variante nueva ó juvenil (nvECJ) en 1995, se han detectado más de 90 casos "confirmados" y "probables" de nvECJ en Gran Bretaña. La incidencia aumenta a un ritmo estimado del 20% al 30 % anual. En otros países europeos hay descritos casos aislados.

Antecedentes de la ECJ Esta enfermedad de escasa incidencia estadística empezó a aumentar con la incorporación de ciertas prácticas médicas, que en su día disfrutaron de un entusiasmo clamorosamente favorable y se identificaron con el progreso científico y técnico. Así, por ejemplo, aparecieron casos de contagio en personas a quienes se había injertado membranas meníngeas o córneas procedentes de cadáveres y en niños tratados con la hormona del crecimiento, obtenida también a partir de cadáveres.

Hace algunos años, la muerte de varios niños tratados en Francia con esta hormona debió disparar la alarma. Sobre todo, porque existían experiencias epidemiológicas que autorizaban con fuerza la hipótesis del contagio a partir de tejidos muertos infectados. Pero también hay que hacer notar que se trataba de casos de contagio intraespecífico, de los cuales no podía deducirse una capacidad priónica para "saltar" la barrera de la especie. Lo mismo puede decirse en relación al kuru.

En Nueva Guinea, entre los miembros de comunidades que practican la antropofagia ritual y comen el cerebro de sus familiares muertos, se han detectado hasta 3.000 casos de una de las variantes de la encefalopatía espongiforme (el kuru). El dato epidemiológico sugiere una clara relación causa-efecto si se considera la espeluznante estadística que presenta la enfermedad entre estos reducidos grupos aborígenes. Sin embargo, en Gran Bretaña también hace ya muchos años que se alertó sobre los riesgos que entrañaba la enfermedad de las "vacas locas" para la salud humana. Pero tampoco se hizo nada al respecto. Entre otras cosas, porque la alimentación del ganado con harinas animales producidas a partir de vísceras y restos de ovejas se practica desde hace dos décadas, y está directamente relacionada con los estándares de producción cárnica estimados como competitivos, mientras el riesgo sanitario resultaba, al menos aparentemente, demasiado remoto. Desarrollo de la ECJ

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7. Efecto en la economía Una vaca alimentada con harinas animales conseguirá en 20 meses el peso que una vaca alimentada en la pradera tarda 3 años en adquirir. Si se trata de una vaca lechera, esta alimentación conseguirá que produzca un 60% más de leche que una vaca alimentada sólo con hierba. A su vez, este modelo de producción cárnica es el resultado de una evolución que se inició cuando se decidió estimular el engorde de los animales mediante complementos proteínicos vegetales. Más tarde llegaron los complementos animales y la utilización masiva de hormonas y de todo tipo de productos, como el clembuterol, de uso autorizado en EEUU.Precisamente, uno de los mayores conflictos entre la UE y EEUU se deriva de la presión de éste para que Europa abra sus mercados a unas carnes obtenidas mediante el uso de productos prohibidos por la normativa comunitaria en la materia. Por otro lado, aunque la alarma saltó en Gran Bretaña, tal vez por la utilización más masiva de harinas animales, o por mayores cotas de inseguridad de los procesos de esterilización de las ovejas utilizadas, o bien por la existencia de un mercado ilegal activo de comercialización de ovejas infectadas muertas para atender la demanda de los productores de estos piensos, lo cierto es que estas harinas son de uso generalizado. Era inevitable que, de no tomarse medidas, toda la producción cárnica y su modelo nutricionista implícito quedara bajo sospecha.

Incluso es posible que los casos británicos de "vacas locas" se deban a que la demanda británica prefiere animales mayores, más hechos, que por lo tanto tienen tiempo de desarrollar la enfermedad en su fase avanzada, mientras en otros países se estuvieran consumiendo animales más jóvenes que se encontraban en fase de incubación (según los expertos, la enfermedad no se ha detectado en animales menores de 3 años). El hecho de que este proceso no haya sido establecido no inhabilita la hipótesis de trabajo para considerar posibles escenarios futuros. Debe tomarse en cuenta que la enfermedad, que se ha manifestado en vacunos mayores de tres años, tiene un período de incubación largo y que es transmisible hereditariamente. De modo que tampoco se trata de una hipótesis temeraria ni descabellada: los animales de tres años enfermos tuvieron que contagiarse muy tempranamente y posiblemente a través de sus madres.

Todos éstos eran y son factores que complican la toma de decisiones. De un lado, para poner en práctica un Plan de Erradicación de la enfermedad, según el modelo aplicado en los casos de la peste porcina alemana, la enfermedad vesicular porcina italiana, o la peste porcina africana que afectó a España, habría que forzar el sacrificio de una parte sustancial de la cabaña británica (unos 12 millones de reses en total). Del otro, la medida podía terminar por forzar otras y la redefinición y nueva regulación de todo el sector de producción cárnica.

En el caso de tener que sacrificar 4 ó 5 millones de reses, Gran Bretaña (ayudada por la UE, que se ha comprometido a sufragar el 70% del coste) debería hacer frente a un coste inicial de 20.000 millones de dólares (unos 3 billones de pesetas), sólo en pérdidas. A esta suma habría que añadir el coste del matadero, el de la incineración y el de la reposición de las cabezas de ganado. Pero, además, se dispararía la sospecha como ha puesto en evidencia la misma lógica de los hechos desde el pasado marzo, cuando el gobierno británico reconoció, por primera vez, públicamente esta posibilidad de que la encefalopatía espongiforme de las "vacas locas" pudiera contagiarse a los seres humanos por el consumo de carne. Un reconocimiento obligado por la aparición repentina de más de una docena de casos de la enfermedad en personas muy jóvenes. En Europa donde, a pesar de las medidas incoherentes y atropelladas de los gobiernos para atajar el miedo, totalmente justificado de los consumidores, se espera una caída del consumo de más del 60% en 2001. La verdadera raíz de la actual crisis internacional de confianza alimentaria está en la adopción de un sistema de producción de alimentos basado en la cría y matanza masiva de miles de millones de animales, que no guarda ninguna relación con los métodos tradicionales de ganadería ni con nuestras necesidades nutritivas. Si admitiéramos que el ser humano no es un depredador natural, cualquier producto animal carecería de todo sentido o justificación. Sin embargo, el mito de la carne y la mentalidad utilitarista que fomenta su consumo nos presenta unas imágenes tan distorsionadas de la realidad que permiten mantener la ficción de un animal, carente de emociones, seccionado en varias partes que pueden estar, o no, libres del temido mal, que egoístamente nos preocupa, según la conveniencia económica del momento, o la contundencia de las pruebas incriminatorias que desaconsejen su comercialización y utilización. Mentalidad que permite y justifica el uso de sustancias, legales e ilegales, como antibióticos, hormonas y piensos a base de harinas de carne y huesos, en función de criterios puramente mercantilistas.

8. Situación política y social La tensión política, tal como está planteada, resulta peligrosa para la UE y demanda con urgencia una fórmula para desactivar una confrontación que no beneficia a nadie y que, incluso, puede terminar por derivar en una situación fuera de control, con gravísimas consecuencias económicas, sociales y políticas. Pero no se trata sólo de un problema de voluntad política. El gobierno alemán teme, sobre todo, la respuesta social de una sociedad especialmente sensible a los problemas medioambientales y sanitarios, con una especial fobia antibritánica por razones históricas evidentes y que puede generar un factor añadido de descontento y desequilibrio en el contexto de la actual crisis económica, en el caso de que su gobierno ceda posiciones. Este riesgo de contestación social y deterioro del prestigio político del gobierno Kohl se ha hecho mucho mayor como consecuencia de la actitud beligerante y escasamente negociadora de los británicos, empeñados en imponer a la UE una solución políticamente inaceptable para la sociedad europea. Por otro lado, también juegan los intereses económicos de las cabañas europeas que teóricamente podrían beneficiarse con un embargo prolongado de la carne británica. No en vano, como respuesta a las declaraciones amenazadoras de Major se produjo una inmediata declaración pública de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España, que ha anunciado su intención de presentar una queja formal ante la Comisión de Organizaciones Profesionales Agrarias (COPA) por la actitud de John Major ante las instituciones comunitarias. No obstante, a la luz del conocimiento actual sobre la EEB y la posibilidad de contagio interespecífico a través de la ingesta, los responsables políticos no pueden descartar que este tipo de actuaciones pueda volverse contra los intereses que representan, en el caso de confirmarse ciertas hipótesis científicas, como se verá al ocuparse del estado de la investigación científica sobre este tema.

Prevención

No se debe comer productos cárnicos de las vacas, sobre todo vísceras, tejidos nerviosos, ganglios, intestinos, o cualquier otro material que se considere de riesgo así como tampoco de ganado y mataderos no controlados sanitariamente.

Las medidas tomadas por las autoridades sanitarias deben ser suficientes para que la epidemia de encefalopatía espongiforme desaparezca en unos años, y posiblemente la prevención dependa más de los organismos sanitarios y comités de expertos, con las medidas preventivas generales, que de las costumbres alimenticias de la población.

9. Conclusión

El mal de las vacas locas fue provocado por el hombre, nadie más sino él, con su ambición y egoísmo pudo causar tal catástrofe ambiental. Hasta ahora, la EEB ha cobrado la muerte de aproximadamente 85.000 personas que quizás siendo inocentes, pagaron por quienes no lo fueron, sin nombrar a las miles y miles de vacas y otros animales que han sido sacrificados con o sin razón por tener o no la enfermedad, simplemente para evitar un riesgo. Y seguirá provocando muchas más, si la enfermedad no se elimina íntegramente, con seguridad de que cualquier carne que se consuma esté en óptimas condiciones para ello. Actualmente se pueden estar consumiendo partes infectadas de animales, y quizás hasta la misma carne y la leche que hoy se consideran libres de la EEB pueden estar contaminadas. Lo único que queda es tomar medidas preventivas, como abstenerse un poco de carnes, leches, y sus derivados y esperar a que una cura pueda surgir para eliminar la EEB. El hombre causa graves daños al ambiente, pero el ambiente es nada menos que el espejo del hombre, allí donde el hombre destruya, se verá destruido él mismo.

10. Bibliografía

http://www.tac7.com/cibercomunidad/vacaslocas.shtml http://www.elmundo.es http://www.elmundomotor.com http://www.laverdad.com http://www.redvya.com/veterinarios/veterinarios/especialidades/bovino/Especialista/Articulo02.htm

http://google.yahoo.com/bin/query?p=memory+check+site:www.brain.com

http://www.ivu.org/ave/vacaloca.html http://www.eud.com http://www.altavista.com http://www.mad-cow.org/00/dec00_early_news.html http://www.eeb.es http://www.dairyair.com/gallery3.html http://www.gibbleguts.com/vol10/madcow.html

 

 

Autor:

Julia Dahdah Dahdah Jacqueline Hernández Jacklyn Castillo Luisa García Dhaniela Romero

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