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La fiesta del monstruo

Enviado por martinreta78


    Notas preliminares para repensar (una vez más) al populismo

     

    1. Pueblo vs. Multitud
    2. El otro el la constitución del sujeto
    3. Populismo y decisionismo
    4. Populismo: ¿Hegemonía o representación?
    5. Conclusiones inconclusas: De nuevo a la política

     

    Antes de iniciar algunas reflexiones en torno al populismo conviene hacer aclaraciones sobra la preliminaridad de éstas notas. El presente trabajo busca indagar en la perspectiva que Ernesto Laclau abrió en el estudio del populismo y a su vez incorporarle algunos conceptos que la teoría política contemporánea ha desarrollado recientemente. No pretendemos dar una respuesta a un problema por demás complejo, sino indagar la fertilidad de un camino que puede brindar una mejor comprensión de los procesos políticos que nos atormentan en los heridos escenarios de América Latina. En particular nos interesa explorar las posibilidades de hacer una defensa del populismo, o al menos avanzar sobre las condiciones de posibilidad de proyectos que pueden ser rotulados como "populistas" pero en los cuáles puede hallarse un contenido popular-democrático.

    La idea que nos gustaría discutir y defender en el presente trabajo es la siguiente: el populismo en América Latina significó la articulación política de sectores subalternos (pueblo), una construcción hegemónica en el plano de los simbólico, una operación de sutura (re)constituyente del sujeto en un proyecto colectivo de orden social. De esta manera el populismo produce la reapertura de lo político sobre las ruinas de la política, y es reconstitutivo de lo social.

    Es un lugar común comenzar un escrito sobre el populismo refiriendo a los múltiples significados del término. Sin embargo, como nos enseñara Aristóteles y recordara Laclau, la polisemia se debe a la utilización análoga (y no meramente equívoca) del término en referencia al concepto de pueblo. Pero aprovechemos ya que nos referimos a un lugar común e invocamos al viejo Aristóteles para lanzar una hipótesis (tanto en el sentido epistemológico como en el etimológico de "estar por debajo"): El de Estagira le daba un sentido distinto a "lugar común" del que estamos acostumbrados a otorgarle nosotros. Lejos de frases gastadas, el topi koinoi aristotélico es una estructura común que los hombres comparten y que les permite entenderse, como tal se diferencia del topi idioi, los lugares especiales, que darían cuenta de formas de entendimiento particulares. Ahora bien, (y alejándonos de San Aristóteles) el proceso de constitución del sujeto político que estamos buscando supone una apertura de los lugares comunes de la polis a través de la articulación de lugares especiales subalternizados. Si observamos los lugares comunes como cierta forma de estructuración de lo social, el corrimiento producido por la articulación de las posiciones de sujetos produce la apertura de lo social a través de lo político. Sin embargo, para que ésta operación sea posible es necesario un proceso de subjetivación vinculado a la imposibilidad de la estructura social de ofrecer un cierre (es esto lo que produce las crisis que Gramsci llamó orgánicas). Es decir, aparecen de repente las multitudes (el subsuelo sublevado de la patria como decía Scalabrini Ortiz en referencia a las masas peronistas) y pugnan por constituirse como sujetos en la esfera política. Frente a ésta presión, la imposibilidad de responder pone en crisis la reproducción del orden y abre la puerta a que sean nuevos sujetos quienes dsiputen en el terreno político la dirección del proceso social. Pero…¿qué sujeto es el que encuentra un espacio de subjetivación?

    • Pueblo vs. Multitud

    La idea que orienta este apartado es que el populismo se origina en una forma de articulación que permite a la multitud iniciar un proceso de subjetivación hacia un sujeto pueblo (para disgusto del concepto de multitud del recientemente liberado Tony Negri y de Paolo Virno). De ésta manera cobra sentido la referencia a los lugares comunes y los especiales, el pueblo es un proceso de articulación no antagónica de posiciones de sujetos subalternos (en su particularidad), es una construcción permanente a partir de esos lugares especiales que pone en cuestión los lugares comunes. Cuando el lugar común niega los lugares especiales y esas situaciones opresivas pasan a ser vistas como una dominación, el corrimiento de la significación de esa relación social produce un conflicto. En el marco de ese conflicto producido tiene origen la articulación populista.

    En el ya célebre Imperio Hardt y Negri emprenden una cruzada en contra el concepto de pueblo y le oponen el de multitud. Pueblo representa para ellos a la unidad, a un sujeto con capacidad de acción, con voluntad propia y una identidad, mientras que "la multitud es una multiplicidad, un plano se singularidad, un conjunto abierto de relaciones que no es homogéneo ni idéntico a sí mismo" (Hardt y Negri 2002:100). Los autores proceden a suponer una definición de pueblo como algo homogéneo, estático, como una unidad constitutiva que no permite la diferencia, y de esta definición impugnan el concepto y le imputan un rol disciplinador.

    Según Negri "la multitud es una multiplicidad de singularidades, que de ningún modo puede hallar una unidad representativa; el pueblo es, por otro lado, una unidad artificial que necesita el Estado moderno como base de la ficción de legitimación" (Negri, 2002:13) Mientras que de acuerdo a Virno "El pueblo es resultado de un movimiento centrípeto: de los individuos atomizados a la unidad del ‘cuerpo político’, a la soberanía. El Uno es el mayor resultado de este movimiento centrípeto. La multitud, en cambio, es el resultado de un movimiento centrífugo: del Uno a los Muchos" (Virno 2003: 12) si bien no es nuestro objetivo analizar el concepto de multitud que elaboran los autores, lo cuál exigiría otro estudio, podemos tomar como punto de partida de la constitución del populismo a la multitud, en especial a partir de la definición propuesta por Paolo Virno si podemos lograr que el pueblo recupere la multiplicidad en una nueva unidad. Esto será posible solo si introducimos de nuevo a la vieja y desprestigiada dialéctica: como veremos más adelante el populismo sutura (el momento de la unidad) para desusturar (el momento de la multiplicidad)

    Según nuestra clave de lectura el populismo es una forma de articulación política, es un proceso que necesita y constituye al pueblo, en tanto "El pueblo nunca es sino que es un hacerse pueblo, o sea, sujeto. Ser pueblo significa tener una voluntad común como articulación de miles de millones de voluntades expresadas, no meramente por individuos, por particulares sino por colectividades, por grupos que se construyen como sujetos" (Dri 2002) De esta manera el pueblo, como una construcción histórica de sujetos vinculados por la práctica y un sentido compartido (discurso) no necesariamente homogeniza y disuelve la diferencia cultural, sino que las sintetiza, esto es conserva las identidades particulares en una forma articulatoria dinámica enmarcada en relaciones sociales, apropiaciones colectivas de la historia y relaciones con la alteridad. En tanto quitamos el peso esencialista del concepto de pueblo tan caro a la tradición germánica del volksgeist (espíritu del pueblo) y nos situamos en la construcción de lo popular en el plano de la articulación discursiva –como lo hace Laclau- estamos en condiciones de aceptar un versión democrático popular del populismo.

    Es preciso recordar que no estamos embarcados en un proyecto de explicación del populismo como categoría de la ciencia política que ha servido para referirse al nazismo, al maoísmo, al peronismo, al menemismo o al chavismo indistintamente. Sino que estamos tras las huellas de cierto populismo que como dice Laclau "consiste en la presentación de las interpretaciones popular-democráticas como conjunto sintético antagónico respecto a la ideología dominante" (1978:201)

    En tanto pueblo es un significante vacío no puede ser precisado sino es con referencia al contenido que lo captura y lo fija a una cadena de significantes (Laclau 2003, Zizek 1992, 1998 y 2003), así "lo que está en juego en la lucha ideológica es cuál de los ’puntos nodales’, points de capiton, totalizará, incluirá en una serie de equivalencia a esos elementos flotantes" (Zizek 1992:126) Encontramos aquí uno de los espacios de disputa política más fuerte. El punto de "almohadillado" (points de capiton) en tanto puede dar sentido a otros elementos se constituye como espacio valiosos de constitución de un proyecto político. Términos como nacionalismo, feminismo, ecologismo o populismo pueden tener contenidos populares-democráticos o conservadores, ¿De qué depende su orientación? Punto nodal que puede otorgar significado a la cadena de significantes. En América Latina /y en los países del Tercer Mundo), por ejemplo, el uso de "pueblo" "patria" y "nación" (y nacionalista) tuvieron significados emancipatorios o conservadores según se anclen de una u otra manera. La "Patria" de la que hablaban Evita, El Che Guevara, Roque Dalton, Camilo Torres, los sandinistas, evidentemente no era la misma Patria que intentaban salvar de la marea roja los Videla y los Pinochet. Hay otro ejemplo que ilustra lo que estamos tratando de decir: Uno es relatado en "La Guerra del fin del Mundo" de Mario Vargas Llosa, el otro es el caso de Facundo Quiroga. Ambos lograron anclar un significado y desde allí pudieron significar elementos flotantes equivalentes. Antonio Conselheiro, un errático predicador que por años había vagado sin éxito por Brasil a fines del siglo XIX sólo logro movilizar cuando pudo en su aserto "La República es el Anticristo" dar un significado a las situaciones de las masas rurales que sufrían las consecuencias del paso el Imperio a la República. La rebelión que duró años pudo tomar sentido cuando los pobres campesinos brasileños pudieron dar sentido a las situación a partir de ese "significante amo". El otro caso se refiere a cómo Facundo, El tigre de los llanos, símbolo de la Barbarie según Sarmiento, articula su discurso en su bandera "Religión o Muerte". Laclau nos da otro ejemplo ilustrativo mostrando negro no tiene un significado particularmente aceptado, que puede ser un adjetivo calificativo con tintes racistas, pero también el significante privilegiado de un discurso que articule demandas de grupos subalternos.

    Si disputamos este punto (construyendo un sentido popular democrático) la sutura populista (como la articulación discursiva en el plano simbólico de un multitud de sujetos) podría lograr la desutura de los sujetos que aparecen en la esfera política. El líder "el populista" que cobra fuerza en la manifestación de una voluntad colectiva que lo mitifica (Maquiavelo, Sorel, Gramsci), en la misma operación ofrece a la multitud (como condición de su propia existencia) la posibilidad de autoconfigurarse colectivamente, el populista "es puesto en posición cuando su sutura desutura a todos los otros sujetos, les hace perder pie, los arroja a un vacío donde, por así decirlo, deben crearse a sí mismos". (Zizek 1998:35). No estaría seguro si Zizek aprobaría la utilización de sus conceptos para leer el populismo, pero amparados en la impunidad que nos da sabernos no-leídos por el autor, realizamos éste abuso: En el procesos de desuturación encontramos el contenido emancipatorio del populismo y disolvemos la tensión que encuentra Virno entre pueblo y multitud. A la vez nos permite hacer frente a viejas acusaciones que desde todo el espectro ideológico se ha vociferado contra el populismo. La crítica de la izquierda en referencia al populismo coincide con la liberal en la acusación de un cierre totalizante del concepto de pueblo. La primacía del elemento pueblo por sobre las clases (aunque el discurso populista pueda amarrar los destinos del pueblo con el triunfo de una clase) ha sido remarcado por cierta crítica marxista. Mientras que el miedo liberal a los sujetos colectivos no temió por la supresión de la clase sino del individuo. Sin embargo, si algo mostró el populismo en América Latina es su constitución en el ámbito de lo político como forma de incorporación de las demandas subalternas. Ese espacio abierto donde encuentra condiciones de posibilidad la praxis y el discurso emergente no es otro que el político y, por definición, "toda política es hegemónica; supone una fuerza capaz de galvanizar una serie de demandas insatisfechas" Laclau (2002). Este proceso de constitución democrática del sujeto supone la operación en el campo del antagonismo.

    • El otro el la constitución del sujeto

    Es conocido que Carl Schmitt funda la política en la distinción amigo enemigo. El enemigo es esa alteridad que niega en su propia existencia nuestra propia forma de vida, por lo tanto la convivencia es imposible. En la constitución del populismo podemos encontrar esa relación schmittiana de amigo-enemigo si pensamos en la relación antagónica que presenta la sociedad. A su vez el terreno de aparición del pueblo esta signada por la existencia de posiciones del sujeto con las que no se establece relaciones de amigo-enemigo, sino que el proceso es de articulación y de reconfiguración de nuestras posiciones para poder enfrentar el momento de la guerra, contra el Otro (ese que niega nuestra existencia). La relación no es meramente binaria como puede expresar el antagonismo amigo-enemigo o la lucha de clases. El otro –ya sea como enemigo o adversario- es una condición posibilidad intrínseca a la emergencia del sujeto, que a su vez es una articulación de una pluralidad de posiciones democráticas de sujeto.

    El papel del otro, de la alteridad tal como se presenta en la relación de enemigo (antagonismo, Schmitt) o de adversario (agonismo, Mouffe) se remite, la menos, hasta Hegel aunque en la etimología de la palabra bárbaro ya encontramos un reconcomiendo al papel del Otro en la constitución del Nosotros. En el célebre pasaje de la dialéctica del señor y el siervo (o el amo y el esclavo, según la traducción), Hegel explora la constitución de la autoconciencia el ser es siempre un ser-para-otro, necesario para el ser-para-si.

    La necesidad del enemigo es un momento fundante de la política. No hay espacio construido para el encuentro agonístico que no se articule sobre las cenizas del enfrentamiento bélico. Sin embargo, argumenta Chantal Mouffe, la democracia debe articularse en un espacio capaz de tolerar el conflicto entre los adversarios políticos pero que no establecen entre sí una relación antagónica, sino agonística. Es decir, es necesario salir de la situación bélica, para construir otra condición política que no se base en el antagonismo sino en el agonismo.

    Al menos las sociedades en éstos lados del mundo están condenadas a la falla (en un sentido psicoanalítico) y la vuelta del conflicto "como vuelve lo reprimido". Esas formas son la irrupción de lo real (ese real que se resiste a la completa simbolización según Jaques Lacan), y esa es la condición de posibilidad de la emergencia el populismo. La existencia latente de la guerra, del antagonismo propio de la política en un sentido scmittiano es condición necesaria del populismo. De ésta manera, la experiencia de los populismo Latinoamericanos de base popular podrían enseñarnos mucho sobre el conflicto (la guerra) como momento fundante de lo político.

    • Populismo y decisionismo

    Aquí nos aproximamos a comprender el populismo en su más cruda cara política, como forma de decisión, el líder la ejerce, pone en acto eso que estaba en potencia. La decisión como acción y discurso. Aquí parece conveniente hacer una observación: en la relación populista el líder puede tomar la decisión porque su acto está precedido de un subjetivación colectiva anterior, fundante. Por lo tanto la decisión no es plenamente soberana, no es en la decisión donde se funda el orden político (como podríamos desprender de las lecturas de Schmitt)

    Hay un acto anterior que es la constitución del sujeto político a través de una praxis, a partir de la multitud (como momento inmanente) y la articulación (como momento subjetivante). Este acto primero hace que la decisión no sea incondicionada y no tenga el peso (y la responsabilidad) se erigirse como constitutivo del ser, ónticamente hay algo que precede a la decisión, pero que no la determina. La decisión cierra una fase de constitución, y nos referimos a una fase porque el sujeto es una estructura que, por definición, no puede estar acabada y no pude ser representada isomorfísitcamente. Podemos retomar nuevamente la pregunta por el sujeto del populismo, y nos encontraríamos con que el sujeto es un proceso colectivo, no es "ni el populista el que inventa al pueblo" "ni el pueblo el que se manifiesta en el líder". En el campo del antagonismo (un genuino campo de batalla que se hace gráfico en el caso de Venezuela), el proceso de subjetivación abierto ante la imposibilidad de la estructura de dar lugar a la multitud, encuentra en la decisión un momento que resignifica todo el proceso de construcción colectiva.

    Una de las críticas más comunes al populismo es aquella que lo acusa de decisionismo y por lo tanto de arbitrario. El momento de las decisión es reconfigurante de lo político y ese"momento de la decisión política es también el momento de la emergencia del sujeto" (De Ipola, 2000:s/p) La constitución del sujeto no deviene de la realización de una esencia metafísica, sino de una operación política donde la decisión juega un papel importante. La decisión, como forma articulante, puede ser pensada como un paso más de la inmanencia hacia la articulación del sujeto suturado. En tal sentido la decisión pierde el carácter incondicionado y autofundante: "ésta es la forma en que yo establecería las distancias con el decisionismo: el sujeto que toma la decisión es solo parcialmente un sujeto; él también es un escenario de prácticas sedimentadas que organizan un marco normativo que opera como una limitación sobre el horizonte de oposiciones" Laclau: 2003:90)

    • Populismo: ¿Hegemonía o representación?

    La concepción gramsciana de hegemonía tiene un recorrido que reconoce orígenes en una operación de la clase obrera en la estrategia de la alianza de clases leninista y desemboca en ser una forma de articulación de las identidades, según el uso que hace Laclau. Es este punto el que inaugura el espacio productivo de la articulación política: el terreno de la ideología. En tal sentido, y como condición de posibilidad de este giro, se esboza una redefinición de la ideología alejada de la falsa conciencia o del reflejo de la estructura. Es en esta nueva esfera de las superestructuras complejas (la autonomía de la política) donde se articulan y se conforman los sujetos sociales, lo que a su vez permite un paso hacia la desensialización economicista de los sujetos. Es decir, la posibilidad de pensar sujetos políticos se desliga de la obsesión por encontrar una correspondencia entre sujetos y lugares en la "estructura". El espacio de la política es el lugar donde conforman voluntades colectivas, articulaciones sociales culturales y políticas. Este espacio es de permanente construcción y formación del sujeto social, y ese es el espacio de constitución del populismo.

    La construcción colectiva de la identidad, de sentidos, de prácticas culturales presenten en el proceso de sutura es contingente, abierto y por lo tanto democrático, esto marca que "la concepción de alianza de clases es claramente insuficiente, ya que la hegemonía supone la construcción de la propia identidad de los agentes sociales y no la coincidencia racionalista ente agentes preconstituidos" (Laclau y Mouffe 1987:66)

    En el concepto de nacional-popular Gramsci avanza en la tipificación de la articulación hegemónica. No obstante la permanencia de la idea de una "clase fundamental" presente aún en el intelectual italiano le implica un anclaje en las relaciones de producción económica como lugar de origen (en última instancia) de los sujetos. Virtudes y limitaciones del pensamiento gramsciano. Para Laclau y Mouffe (1987), esto supone la permanencia del peso ontológico en la clase obrera y que el intento de una alianza con otras clases sociales (al tener intereses antagónicos en última instancia) inevitablemente deviene en un juego de suma cero. El planteo original de los autores de Hegemonía y estrategia socialista, en este sentido y situado en el paradigma posmarxista, es el concepto de articulación como "toda práctica que establece una relación tal entre elementos, que la identidad de éstos resulta modificada como resultado de esa práctica" (Laclau y Mouffe1987:119). Podemos pensar, de esta manera, que el populismo se presenta en la esfera de lo político en América Latina como una operación articulante de posiciones de sujetos subalternos.

    Atención: esto no significa que las experiencias populistas hayan sido formas puras de la democracia exenta de intereses particulares y lucha de facciones por obtener ventajas. La constitución del fenómeno populista no puede evadirse del problema de la representación, en tanto "esta oscilación entre la representación y la no-representación apunta al fracaso final dela representación significante del sujeto, pues el significante no tiene ningún significante propio que lo represente plenamente; toda representación significante es una mala representación que, aunque imperceptiblemente, siempre ya desplaza distorsiona al sujeto" (Zizek 1998:40) Es decir, en términos estrictamente políticos en tanto la representación es teóricamente imposible la crítica por no representar ciertos intereses (dados como los de clase) es aniquilada. Ya no hay Partido con primacía epistemológica frente a una clase con primacía ontológica (Lénin), no hay intelectuales que puedan alcanzar la verdad por no estar prisioneros de la ideología burguesa (Lukács) sino que estamos frente a un proceso colectivo de constitución subjetiva que manifiestan los problemas de la representación.

    De tal manera en el populismo sufre la imposibilidad misma de la representación, esa operación imposible y al vez necesaria: "no puede prevalecer ninguna relación pura de representación, porque la esencia misma del proceso de representación exige que el representante contribuya a la identidad de lo representado" (Laclau 1993: 8) Las fallas de representación obligan a un constante proceso de acomodación, de renegociación de los sujetos emergentes y de reconfiguración de las relaciones (imposibles) de representación.

    • Conclusiones inconclusas: De nuevo a la política.

    Podríamos arriesgar que el conjunto de prácticas, acciones y discursos que constituyen el fenómeno populista, significaron en América latina una intervención que abrió el espacio de lo política. Es decir, hizo políticos a sujetos que no lo eran, en tanto la pugna (a veces violenta) instauró un nuevo momento de lo político. No de la política, si por ésta entendemos un sistema de administración de recursos de poder, sino de lo político que "es el momento de la apertura, de indecibilidad en el que se cuestiona el principio estructurante de la sociedad, la forma fundamental del pacto social" (Zizek 1998: 253) La emergencia del sujeto político supone el momento de apertura del pacto, y en los procesos populistas latinoamericano que han articulado posiciones democráticas de sujetos esa apertura significó la posibilidad de discutir criterios distributivos de justicia social, en definitiva los criterios del "Dar y quitar" (Avaro: todos los miércoles)

    La esfera de la contingencia es propia de lo político, por lo tanto es un proceso abierto, indeterminado aunque no incondicionado (las prácticas sedimentadas son condición de posibilidad de lo político). A partir de la apertura de lo político es posible la elaboración de proyectos sociales, y es precisamente esta construcción la que "contribuye a especificar a lo real como el contexto en el que pueden surgir voluntades sociales" (Zemelman 1989:48) Muchos de los proyectos populares latinoamericanos han tenido componentes de populismo, en especial cuando las demandas populares "chocan con un sistema que las niega" (Laclau 2002). Cuando la política profesional no ofrece respuesta satisfactoria y se articulan las posiciones del sujeto de forma tal que son capaces de proyectar una cosmovisión "intelectual y moral" diría Gramsci, allí se pone en cuestión a la polis completa. El momento de la crisis de la política, condición de posibilidad de la emergencia del proceso de subjetivación, posibilita la interpelación del pacto y los proyectos en pugna por orientar el futuro de la polis adquieren tintes bélicos, que no son otros, como nos enseñó Schmitt que los tintes de la política. La relación agonística se vuelve insuficiente y es necesaria la aparición del fundamento trágico de lo político (Grüner, 1999).

    En el corrimiento y la apertura de lo político brinda la posibilidad de constitución de nuevos sujetos que luchan por ser reconocidos como voces válidas para rediscutir el pacto. El populismo fue, muchas veces, la forma de ese reconocimiento. Es decir articuló una lucha por el sustento del hombre, pero también por un deseo de reconocimiento, en la esfera de lo político. Arriesgando podemos decir que el populismo significo la expresión de una lucha por el sustento el hombre en el doble sentido: material y espiritual.

    La articulación del populismo es la forma de representación (siempre incompleta y corrida) que interpela a la estructura social, si no existiera ésta forma de articulación lo que tendríamos sería los estallidos "micropolíticos apolíticos", formas disruptivas de lo social no políticas (diversas manifestaciones de "desintegración") , tal vez ese sea el sentido que expresa Ranciere cuando dice "bien puede ser que el demos no sea otra cosa que el movimiento por el cuál lo múltiple [la multitud] se arranca al destino inercial que lo arrastra a tomar cuerpo como ochlos, en la seguridad de su incorporación a la imagen del todo" (Ranciere 1994:28) Si bien el todo de la posición del sujeto popular-democrática, no es una totalidad cerrada sino que permite la reconfiguración de las identidades particulares en el proceso de convergencia y constitución del sujeto, lo que nos interesa marcar es que el populismo tiene posibilidad de ser en tanto opera desde el borde de lo político para interpelar a la estructura social. Es una intervención organizada de lo no-representado (que busca representación y que choca con la lógica misma de la imposibilidad representativa) que obliga a un corrimiento de la estructura social (su apertura) y que instala en la escena de lo político al nuevo (y tumultuoso) sujeto. Dice Laclau en su último trabajo "si el populismo consiste en postular una alterativa radical en el seno del espacio comunitario, una opción en la encrucijada de la que depende el futuro de una sociedad ¿el populismo no se convierten en sinónimo de política? Podemos pensar el procesos venezolano como un intento de reconstrucción del espacio de lo político "El gobierno de Chávez mostró, hasta ahora, una voluntad de abrir lo político a la política misma: ahí está la violencia radical del contenido y de la forma que nos se encuentra en ningún rincón de AL" (Avaro: 13)

    El populismo como forma de instauración de "lo político" sobre las ruinas de la política y de allí como apertura del espacio de "lo social", en palabras de Laclau: "el populismo surge históricamente ligado a una crisis del discurso ideológico dominante, que es, a su vez, parte de una crisis social más general" Esto no significa que el proyecto populista pueda buscar la aniquilación de la política a partir de un cierre totalitario, el contenido del populismo dependerá del significado mismo puesto en juego en la constitución del sujeto, de allí su contenido emancipatorio o totalitario.

    El populismo como forma de refundación de lo social, tiene origen en una impugnación de la política (como espacio de gestión profesional de la cosa pública) para reabrir el espacio de lo político (como espacio de la ontología práctica) en ese sentido es un poder constituyente (potentia) tal como le gusta decir a Negri siguiendo a Spinoza. Esto "Significa concebir lo político como una articulación dinámica entre sujetos, prácticas sociales y proyectos, cuyo contenido específico es la lucha por dar una dirección a la realidad en el marco de opciones viables" (Zemelman 1989:83), es decir, la restauración del momento fundante de lo político, donde se sitúan antagonismos y, fundamentalmente, la lucha por la orientación de la polis.

    La contingencia del espacio político nos impide predecir el desarrollo histórico, pero a los latinoamericanos no queda la hercúlea tarea de buscar los puntos de anclaje popular-democráticos propios del siglo XXI, construir una forma plural que pueda "articular diferentes visiones del mundo en forma tal que el antagonismo potencial de las mismas se vea neutralizado" (Laclau 1978:188) No debemos olvidar que muchas veces los hechos de la historia aparecen "una vez como tragedia y la otra como farsa" (Marx :95) por lo tanto debemos estar alertas. Sin embargo, el riesgo de lo contingente no nos exenta de nuestra condición de animales políticos. Al contrario, nos obliga a aceptar la crisis política, observarla como nuestra crisis y abrir lo político para buscarle una resolución que será siempre provisora. El populismo del que venimos hablando es un intento en éste sentido.

    Bibliografía:

    • De Ipola, Emilio (2000) "Acción, decisión, sujeto" Fractal. Núm 19. Año V, Vol. V. México.
    • Dri, Rubén, (2002) "Negri o la evaporación de la dialéctica". Revista Retruco
    • Grüner, Eduardo (1999) "La Tragedia, o el fundamento perdido de lo político" CLACSO. Buenos Aires.
    • Hardt, Michel y Antonio Negri (2002) Imperio. Paidós. Buenos Aires.
    • Laclau Ernesto y Chanal Mouffe (1987) Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización dela democracia. Siglo XXI. Madrid.
    • Laclau, Ernesto (1993) "Poder y representación". Artículo publicado originalmente en Politics, Theory and Contemporary Culture, editado por Mark Poster, Nueva York, Columbia University Press, 1993. Traducción Leandro Wolfson. Avaro, Dante () "Los tábanos aguijonean al robusto caballo". Revista Científica de UCES. Vol. IV N° 2.
    • Laclau, Ernesto (2002) Clarín 26 de junio de 2002
    • Laclau, Ernesto (2002) Misticismo, retórica y política. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.
    • Laclau, Ernesto, Savoj Zizek y Judith Buttler (2003) Contingencia, hegemonía y universalidad. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires
    • Marx, Carlos "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" Varias ediciones.
    • Negri, Antonio (1993) La anomalía salvaje. Ensayo sobre poder y potencia en B. Spinoza. Antrophos UAM. México.
    • Negri, Antonio (2002) El imperio y la multitud, Da Reset,
    • Ranciere, Jaques (1994) En los bordes de lo político. Trad. A. Madrid Zan y J. Grossi. www.philosophia.cl
    • Schmitt Carl (1998) El concepto de lo político. Alianza. Madrid.
    • Virno, Paolo (2003) Gramática de la multitud. Colihue. Buenos Aires.
    • Zemelman Hugo (1989) De la historia a la política. La experiencia de América Latina. Siglo XXI-Universidad de las Naciones Unidas. México.
    • Zizek, Slavoj (1989) Porque no saben lo que hacen. El goce como factor político. Paidos. Buenos Aires
    • Zizek, Slavoj (1992) El sublime objeto de la ideología. Siglo XXI. Buenos Aires

     

    Martín Retamozo

    México D.F. 5 de diciembre de 2003