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La comunicación en el proceso de rehabilitación del paciente con Parkinson Idiopático


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Características psicológicas del paciente con EPI
  4. Estrategias comunicativas
  5. Conclusiones
  6. Referencias bibliográficas

Resumen

Las afecciones del Sistema Nervioso están entre las que más dificultan el desarrollo normal de las funciones de la vida diaria de las personas afectadas, de quienes las rodean y las posibilidades de vida social y laboral, dentro de su familia y en la comunidad; entre ellas se destaca la enfermedad de Parkinson Idiopàtico la cual presenta dentro de sus síntomas limitaciones psicológicas, de ahí la importancia de la caracterización psicológica del enfermo y de una eficiente comunicación paciente- familia- rehabilitador durante el proceso de rehabilitación que posibiliten el desarrollo y afianzamiento de valores y la reincorporación de estos pacientes a la comunidad.

Introducción

Cuando se enferma un miembro de la familia se puede afirmar con rigor que toda ella, en cierta medida, también lo está. Es importante poder influir no sólo en el hombre limitado sino, inclusive, en el bienestar familiar. La acción del rehabilitador físico va encaminada a la atención de las personas con defectos motores en las diferentes familias. Su función trasciende la terapéutica, se convierte en educador, y el apoyo humano y moral que brinde, decididamente, contribuirá a curar1.

Del equilibrio social que el individuo mantenga con su medio depende en gran medida el éxito de las acciones de salud que se desarrollen a su favor, por lo que el propósito fundamental de estas debe ser la reincorporación del individuo a una vida normal y productiva dentro de la sociedad, y no meramente el tratamiento de su enfermedad.

Al abordar las condiciones internas del adulto mayor con enfermedad de Parkinson se constató un gran número de características que con poca frecuencia se encuentran en un solo sujeto.

Desde el punto de vista clínico afecta predominantemente el aspecto motor del paciente, sin embargo es un síndrome mucho más complejo que involucra un amplio espectro de problemas, algunos específicos como los trastornos autonómicos, hipotensión ortostática, trastorno de la regulación de la temperatura, constipación, disfunción sexual, trastornos de tipo parestésicos, trastornos conductuales y otros inespecíficos como la fatigabilidad, seborrea y baja de peso.

Se caracteriza también por otros síntomas motores menos frecuentes como: facie amímica, hipofonía, disfagia con exceso de salivación y micrografia. Son frecuentes los trastornos de la conducta (demencia, depresión), trastornos sensitivos (dolor, parestesias) y alteraciones vegetativas (hiperhidrosis, constipación, dermatitis seborreica).

Trabajar en aras del mejoramiento de la salud del ser humano es una labor responsable y más en un campo tan amplio como la Cultura Física Terapéutica. Involucrar de forma activa a la familia por lo que esta representa desde el punto de vista afectivo y por su influencia en el tratamiento rehabilitador es de suma importancia, pues es, además, una instancia mediadora entre el individuo y la sociedad, el escenario privilegiado donde se lleva a cabo el desarrollo de la identidad y el proceso de socialización del individuo. Constituye un espacio de vivencias de primer orden, proporciona los aportes afectivos necesarios para el bienestar de sus miembros y se profundizan los lazos de solidaridad.

La actividad conjunta rehabilitador- paciente- familia supone la presencia de objetivos comunes, la especificidad de la tarea de cada uno de los participantes en el proceso rehabilitador y la coordinación de sus interacciones. Es en la actividad conjunta donde más claramente se manifiesta la función comunicativa, especialmente la comunicación interpersonal. El carácter social de la actividad conjunta consiste en que, en calidad de medios y procedimientos se utilizan aquellos que son característicos de la comunicación y la propia actividad se realiza según las leyes de esta.

Cuando se desarrolla una buena comunicación entre los miembros de la familia y el rehabilitador que la atiende, se obtienen resultados positivos en el trabajo y se alcanza mayor satisfacción con la labor que se realiza es por eso que el objetivo de este trabajo consiste en: Valorar la importancia de la comunicación en el proceso rehabilitatorio de los pacientes con enfermedad de Parkinson Idiopàtico.

Desarrollo.

Características psicológicas del paciente con EPI

Un campo de acción de la Psicología Médica, considerado de los más importantes que desarrolla esta joven ciencia, lo constituye la comunidad pues en las enfermedades no ocupan un lugar importante solamente aquellos factores psicogénicos, sino otros que dependen de las decisiones de cada persona.

La comunidad, es también, un conjunto de personas que residen, trabajan e interactúan en un espacio geográfico mucho más limitado – un área de salud, una granja agrícola, un barrio residencial o una cuadra – de manera que al estudiarla como categoría, se puede apreciar una continuidad que abarca desde la microsociedad hasta la macrosociedad.

¿Qué impulsa al sujeto a no hacer ejercicio físico? ¿Cómo hacer para seguir una dieta que no propicie la gordura?

Estas preguntas no se responden en el hospital, sino en el medio natural donde el hombre vive, trabaja y se desarrolla: la comunidad. Por eso, el rehabilitador tiene que conocer y aplicar los conocimientos necesarios para entender la personalidad del individuo, sus motivaciones, actitudes, los grupos a que pertenece, entre otros factores; de este modo podrá ser un verdadero educador, un rehabilitador integral, capaz de tratar multidimensionalmente cualquier enfermedad.

El profesional de la salud, especialmente el rehabilitador, no puede descartar que el proceso salud-enfermedad se produce en una cultura determinada, que condiciona el marco explicativo y la posibilidad de intervención, esta última sólo puede llevarse a cabo con el conocimiento y consentimiento de las personas a quienes va dirigida la acción de salud.

Las manifestaciones psiquiátricas son relativamente frecuentes en la enfermedad de Parkinson, con una frecuencia que varía entre el 10 y el 50% según las distintas publicaciones. Generalmente, se producen después de varios años de tratamiento. Pueden ser manifestaciones derivadas de la propia enfermedad o relacionadas con el tratamiento empleado.

Desde el punto de vista psicológico el objetivo es conseguir una buena aceptación de la enfermedad con orientación general de la misma, entrenamiento en pautas de afrontamiento para la depresión, la ansiedad, problemas sexuales, apatía, inhibición social y problemas del comportamiento, entre otros.

Por lo general, las personas con problemas cognitivos exigen una atención especial, que incluye la supervisión directa (muchas veces durante veinticuatro horas al día), técnicas especializadas de comunicación, la atención a conductas extrañas o difíciles, la incontinencia y la ayuda para realizar actividades de la vida cotidiana, por ejemplo: bañarse, alimentarse, pasar de la cama a un asiento o silla de ruedas, el aseo personal y otros menesteres diarios.2

Cada persona encierra un mundo en sí, para los enfermos con Parkinson, la realidad en que viven agrega nuevas complejidades, nuevas rutas, exigencias y barreras a vencer que son fuentes de nuevas conductas y motivaciones. Siente la necesidad de ser útil. En este proceso la familia es un elemento activo mediador en las relaciones del enfermo con la sociedad.

Reconocer la depresión en una persona mayor no siempre es fácil. A menudo es difícil para la persona mayor describir como se siente. Además, los/as ancianos/as americanos/as de esta época crecieron cuando la depresión no se reconocía como un desorden biológico y enfermedad médica. Por lo tanto, algunas personas mayores temen ser llamados "locos/as" o se preocupan que su enfermedad sea vista como una debilidad de su carácter 3-4.

La persona deprimida o sus familiares pueden pensar que un cambio de ánimo o conducta es simplemente un estado de "humor pasajero" y que la persona sólo necesita "sacárselo de encima." Sin embargo, una persona con depresión no puede "pasar por encima" de su enfermedad. La depresión es una enfermedad médica que debe ser diagnosticada y tratada por profesionales especializados. Una depresión sin tratar puede durar meses y hasta años4.

El rehabilitador no debe olvidar que una depresión no tratada puede: conducir a la incapacidad, empeorar síntomas de otras enfermedades, llevar a una muerte prematura, terminar en suicidio. Cuando la depresión es debidamente diagnosticada y tratada, más del 80 por ciento de los casos se recuperan y regresan a su vida normal5.

La depresión es el trastorno psicológico más citado en los pacientes con Parkinson, en un 40% de los casos se diagnostica junto con la enfermedad y durante el transcurso de la misma llega a padecerla un 80% de los enfermos. Las causas que originan la depresión son variadas: la propia enfermedad neurodegenerativa (alteración de neurotransmisores), mala aceptación psicológica de una enfermedad crónica e incurable (desesperanza, pesimismo, miedo a morir) y otras veces, surge como efecto secundario de la propia medicación antiparkinsoniana. El apoyo de un psicólogo especializado ayudará a superar este problema emocional.

La angustia, la ansiedad y los ataques de pánico son menos frecuentes que la depresión en el Parkinson. Los pacientes muestran síntomas tales como inquietud, nerviosismo, temor, preocupaciones excesivas, irritabilidad y agresividad, sensibilidad emocional incrementada, altibajos afectivos, somatizaciones (taquicardias, disnea respiratoria, pinchazos en el pecho, insomnio, etc.). Medicamentos tales como ansiolíticos y técnicas psicológicas de relajación y control emocional ayudarán al enfermo de Parkinson en un corto plazo.

La hipocondría es la creencia del paciente de que va a morir pronto por lo que muestra atención continua a síntomas físicos, temor a padecer otras enfermedades graves (ataques cardiacos, tumores…), entre otros estados. Aunque es difícil de tratar, un psicoterapeuta experimentado puede ser útil para controlar estos molestos estados de aislamiento social y problemas de pareja (incluidos sexuales), alucinaciones (ver cosas que no existen), delirios paranoides (ideas extrañas), confusión, síntomas psicóticos y que no los produce la enfermedad de Parkinson en sí misma, suelen ser generados por un exceso de medicación como efecto secundario indeseable.

El abandono de las actividades cotidianas, a menudo viene condicionado por no poder seguir el ritmo a veces frenético que la sociedad impone. Según un estudio, la enfermedad de Parkinson es la responsable de que el cuarenta por ciento de los afectados se jubilen prematuramente y que un treinta y dos por ciento pierda su licencia para conducir.

Así, señalan que en esta enfermedad resulta fundamental la información inicial que recibe el paciente. La manera en la que reciba el diagnóstico y la información sobre esta patología puede suponer un mazazo definitivo o la aceptación de padecer un proceso largo, al que se debe adaptar sin rendirse nunca. Y es que a veces los pacientes se aíslan progresivamente al observar que no les entienden bien. Van evitando las salidas, reuniones sociales y restringiendo a los más íntimos la relación. De hecho, las circunstancias que envuelven a estas personas pueden favorecer un estado de ánimo depresivo, según señalan los expertos.

Puede usarse una amplia variedad de terapias de apoyo y complementarias para la enfermedad de Parkinson. Entre éstas se encuentran las técnicas fisioterapéuticas estándar, ocupacionales y del lenguaje, que pueden ayudar con problemas tales como los trastornos de la marcha y de la voz, temblores y rigidez, y deterioro cognitivo5-6.

En el primer contacto debe reflejarse en el ánimo del rehabilitador el interés total por el hombre, el deseo de ayudarlo, para esto no basta sólo el deseo, sino ciertos conocimientos y procederes necesarios para alcanzar el objetivo, pues se presentan dos expectativas recíprocas: el enfermo que quiere recuperarse y el rehabilitador que necesita información para lograrlo.

La apariencia personal del rehabilitador es de gran importancia y produce una buena impresión que satisface al paciente cuando lo ve aseado y correctamente vestido, al contrario, aparece la desconfianza cuando existe poca pulcritud y descuido. El rehabilitador debe ser mesurado, correcto (en el hacer y el hablar).

El paciente ingresado, considera su situación muy seria, por lo tanto es natural observar en él ansiedad, opresión e incertidumbre sobre su futuro. Es aquí donde el rehabilitador juega su primer rol: infundir ánimos y confianza al enfermo y la familia. Su actuación con tacto, firmeza, amabilidad y corrección, ganará la cooperación de todos.

Son conocidos, los sentimientos afectivos y solidarios que mantiene nuestro pueblo con sus familiares, aspecto unido al carácter y tradiciones del cubano. Generalmente en la familia cubana cuando alguien enferma dentro del ámbito hogareño familiar ocurre un problema afectivo. El humanismo de nuestra sociedad, apoya y alienta la unidad de la familia dentro de la organización social.

Todo lo anterior, obliga a los rehabilitadores, como profesionales de la salud, a mantener una adecuada relación con los factores familiares, con el objetivo de proporcionar satisfacciones y lograr la necesaria cooperación para la consecución de los propósitos del proceso de rehabilitación de los pacientes con Parkinson Idiopàtico.

El rehabilitador tiene el deber de informar a la familia acerca de la enfermedad y del proceso rehabilitador. Debe saber a quién está informando, qué nivel ocupa en la familia , el hogar y sin faltar a la verdad, debe actuar con tacto, dando la información necesaria y suficiente y además debe lograr que el acompañante se convierta en una ayuda real para el proceso rehabilitador, estableciendo una relación de cooperación lo más estrecha posible teniendo en cuenta la gran importancia de esta compañía para el enfermo y la necesidad de afecto que este siente y que nadie mejor que su acompañante le puede brindar, por lo que el rehabilitador debe mantenerse comprensivo ante cualquier sugerencia de la persona que acompaña al paciente.

Uno de los índices utilizados para conocer el funcionamiento social del individuo es el examen de la influencia del apoyo social y de los lazos sociales sobre el bienestar físico y psicológico de una persona, es decir, su inserción en determinadas redes de relaciones interpersonales a lo largo de su ciclo vital.

El apoyo social puede ser definido, en un sentido amplio, como ayuda en el afrontamiento de los problemas, como provisión de dirección cognitiva o apoyo instrumental por medio de la familia, parientes, amigos o colegas, así como ayuda para la satisfacción de necesidades y actividades con otras personas, generando el sentimiento de pertenecer a un grupo, de ser aceptado, estimado y valorado.

Algunos autores proponen una definición diferente entendiéndolo como apoyo accesible para un individuo mediante sus lazos sociales con otros individuos, grupos o con la comunidad a través de su sistema de apoyo social.

Un sistema de apoyo social es el conjunto de contactos personales mediante los cuales un individuo mantiene su identidad social, recibe apoyo emocional, ayuda material, información y servicios, y hace nuevos contactos sociales, dentro de su red social. El sistema de apoyo representa una pauta de lazos continuos o intermitentes que juegan un papel significativo en el mantenimiento de la integridad psicológica y física de la persona a lo largo del tiempo. Las funciones primarias de un sistema de apoyo social son aumentar las capacidades personales de sus miembros y promover el logro de sus metas vitales.

Lo importante de las funciones o de los tipos de apoyo social radica en que el individuo reciba la ayuda que necesite en un momento determinado, que se logre cabalmente su función y logre el bienestar. El apoyo social constituye una fuente de bienestar subjetivo, contribuye al autodesarrollo y la realización personal, facilita la presencia en el sujeto de modos exitosos de afrontamiento ante las tensiones de la vida, promueve la autoestima y los sentimientos de control de la realidad, y con ello el desarrollo de la salud en el individuo1.

Los trabajos que se han ocupado de estudiar los efectos del apoyo social sobre las personas mayores han puesto de relieve la multidimensionalidad del mismo, en otras palabras, distintas dimensiones de las redes sociales son importantes para la salud o la adaptación de la persona de edad mayor, en dependencia del tipo de demandas ambientales. Está demostrado que de la calidad del apoyo proporcionado al anciano depende su nivel de bienestar y, con ello, su calidad de vida.

Como se ha visto, el apoyo social desempeña un papel relevante en el mantenimiento de la salud en personas sanas pero mucho más cuando se padece una enfermedad como el Parkinson donde el enfermo pierde muchas facultades físicas y mentales que se traducen en su decremento e influye en su estado emocional. ¨La falta de contacto social es causa de depresión, ansiedad y estrés mantenido, y contribuye a debilitar su salud funcional y su capacidad de afrontamiento ante las agresiones del medio¨.1 Los aspectos psicológicos y sociales resaltados en los últimos tiempos en el proceso salud-enfermedad adquieren en la problemática del parkinsoniano más relevancia. Las variadas situaciones en que se ve enfrascado el hombre en la etapa de la enfermedad deben ser resueltas en función de favorecer el ajuste a un nuevo estilo de vida.

En la enfermedad del Parkinson, considerada como el resultado de una serie de cambios fisiológicos, bioquímicos y psicológicos que el factor tiempo introduce en el ser vivo, se encuentran presentes múltiples factores biopsicosociales. El factor psicológico se expresa en el efecto de los síntomas de la enfermedad sobre las distintas funciones psicológicas, dentro de estas se incluyen la forma en que percibimos la realidad, las relaciones consigo mismo y con los demás, esto requiere el conocimiento de cambios en las fronteras (muy difíciles de establecer) de procesos sumamente complejos y entrelazados: cognitivos, afectivos, de interacción social, en resumen, de la personalidad en su conjunto. Dentro de las situaciones que se establecen como especialmente críticas se encuentran los cambios negativos de la autoimagen, la autoestima, las pérdidas, desempeño de roles y sentimientos de soledad. Estos cambios intervienen en importantes funciones psicológicas, como la sensopercepción, la memoria, el aprendizaje y los estados de ánimo.

La comunicación rehabilitador- paciente- familia en el proceso de rehabilitación del paciente con Enfermedad de Parkinson Idiopàtico.

La relación que debe establecerse necesariamente entre el rehabilitador y el paciente, está subordinada a las normas éticas establecidas por el momento histórico, por lo que debe ser adecuada y de cooperación.

Entre las relaciones interpersonales, se encuentra la relación rehabilitador- paciente, determinada por la necesidad del enfermo de ser atendido técnicamente; en esa relación intervienen varios factores: la enfermedad del individuo (paciente), la técnica del rehabilitador y la personalidad de uno y otro.

Es importante tomar en consideración la personalidad del enfermo y la del rehabilitador, las actitudes ante el proceso rehabilitador y la enfermedad.

El papel del rehabilitador es restaurar funciones motoras perdidas, pero no debe olvidar que tiene que interpretar a su enfermo y aliviarlo.

Se establece entre ambos la llamada dinámica de la relación en la que hay que reconocer los siguientes factores2:

Enfermo.

  • a) Comunica (expone).

  • b) Se defiende (mecanismo de seguridad, se preocupa de cómo actuar y qué piensa el rehabilitador de él)

En la comunicación rehabilitador- paciente se da lo siguiente.

El enfermo en general se muestra preocupado:

  • a) Por su propia estimación

  • b) Por lo que de él piensa el rehabilitador.

  • c) Poder interpretar al rehabilitador.

La relación rehabilitador-paciente es más que una simple comunicación; importante para ambos pues al último le sirve como descarga de la ansiedad emocional, por su parte el rehabilitador debe comunicar lo útil necesario, con seguridad y espontaneidad, en el momento oportuno y de forma adecuada.

Una información apropiada es necesaria para muchos pacientes, pues quedar en la oscuridad, puede traer consigo ansiedad al dar riendas sueltas a la imaginación. En cualquier caso, el paciente tiene que sentir al rehabilitador muy cerca y sentir su apoyo, este a su vez debe decir lo que sea útil al proceso rehabilitador y no decir lo que pueda perjudicar para no despertar las defensas del enfermo y estar guiado por el criterio ¨ de hacer.

  • a) Lo que haga cooperar al enfermo y por tanto, participar mejor en el tratamiento.

  • b) Lo que conforte 2

Recibir un informe breve, será útil para el enfermo pues le ayudará a resistir sus inquietudes, se sentirá mejor, cooperará con facilidad y tendrá menos oportunidad de sentir temor.

En la relación, pueden aparecer factores que induzcan al paciente a defenderse y comunicarse mal porque no comprende, debido a:

  • 1- Mala trasmisión por parte del rehabilitador.

  • 2- Mala recepción por parte de él.

  • 3- Combinación de ambos.

El rehabilitador no debe decir:

  • a) Lo que aumente la ansiedad del paciente.

  • b) Temores y dudas que le surjan en el examen físico y en la interpretación de los exámenes complementarios.

  • c) Lo que, por ejemplo, puede confundir al enfermo.2

Se debe estar atento a la información extraverbal que ofrece el paciente: gestos, inflexiones de voz, postura, etc, pues puede ser un vehículo defensivo para ocultar información.

La relación rehabilitador- paciente tiene que ser de respeto mutuo, la amabilidad, tacto, entre otras virtudes, no pueden faltar, son necesarios para el proceso rehabilitador, pero sin exagerar. El rehabilitador debe mostrar confianza, seguridad, no debe mostrarse irónico, autosuficiente (frases muy técnicas), ni arrogante. Esto disminuye la necesaria cooperación del enfermo y la familia

La familia juega un papel fundamental en el desarrollo y afianzamiento de valores, es para el individuo el contexto donde se dan las condiciones para el desarrollo favorable de su rehabilitación o, por el contrario, el foco principal de sus trastornos emocionales. A través de un clima afectivo positivo y de comunicación, sus efectos éticos favorecen el avance del tratamiento, de ahí la importancia de una relación afectiva de comunicación rehabilitador- paciente- familia.

L.S. Vigotsky ha esclarecido el papel de la comunicación en la socialización del individuo, la esencia de este, su personalidad, en el sistema de relaciones que establece con los que lo rodean.

Parece fuera de toda duda que una característica primordial de nuestro tiempo es la comunicación vista como la genuina relación en que se da un sincero intercambio de ideas, sentimientos, experiencias, proyectos, que sirvan a la persona para realizarse socialmente. En el caso de los pacientes en proceso de rehabilitación se aspira a que estos sigan su vida personal lo mejor que puedan según las condiciones en que la enfermedad los haya colocado.

Para conseguir estos fines es necesario responsabilizar al enfermo y a su familia en todo el proceso rehabilitador y alentarlos a no perder la esperanza.

El carácter eminentemente social del hombre sustenta lo imprescindible de la comunicación en la conformación humana. Sin comunicación no puede constituirse la identidad personal y social del individuo pues estas exigen un proceso de relación e intercambio con los demás. La comunicación es un proceso mucho más complejo en el que están implicadas las personalidades de los que comunican, tal es así que a través de ella el hombre expresa sus vivencias, valoraciones, sentimientos, lo que constituye un factor de considerable importancia para el estudio de la enfermedad.

La comunicación es el acto esencial de los seres humanos que les permite compartir, expresarse y comprender. Es un proceso y como tal requiere de aprendizaje, para ello es necesario:

Saber escuchar

Muchas veces se oyen las palabras, pero no se escucha el mensaje. Escuchar supone un acto de voluntad, querer comprender lo que el otro dice, por qué lo dice y para qué lo dice. La escucha es ante todo una actitud de apertura y respeto hacia la otra persona. Podemos estar en desacuerdo con qué dice y expresarlo posteriormente, pero el respeto implica escuchar y comprender. En el proceso de rehabilitación hay que escuchar pacientemente todo lo que le enfermo y su familia deseen comunicar al rehabilitador que puede utilizar las preguntas para mejorar la escucha, esto lo involucra participativamente en lo que el otro quiere decir y se logra el objetivo: comprender.

Saber escuchar también significa dejar de lado por un momento, mientras se escucha, argumentos o ideas propias para tratar de comprender las del otro. Luego se podrá analizar lo dicho y expresar ideas personales.

Saber expresar

La capacidad de expresar sentimientos, ideas y experiencias es indispensable para poder entender y asegurar una buena comunicación.

La capacidad de argumentar puntos de vista, de decir qué se piensa de determinada forma, es también muy importante.

Las habilidades de comunicación interpersonal tienen un gran poder porque la forma como decimos las cosas, es tan importante como lo que decimos. Si se aprende a comprender a los pacientes y a su familia probablemente se logrará lo deseado.

Es recomendable tener en cuente algunos consejos emitidos por especialistas en comunicación para lograr una buena escucha:

  • 1. Dejar hablar: No puede oír si se está hablando.

  • 2. Poner cómodo a quien habla: Ayudar a la otra persona a sentirse que es libre para hablar. A menudo esto se llama "ambiente permisivo".

  • 3. Mostrar que se quiere oír: Parecer y actuar interesado. La escucha es para comprender más que para replicar.

  • 4. Eliminar las distracciones: No distraerse jugando con objetos, pedazos de papel, pintando, etc.

  • 5. Tratar de ser empático: Ponerse en el lugar de la otra persona, de manera que se pueda comprender su punto de vista.

  • 6. Ser paciente: Dedicar tiempo. No interrumpir.

  • 7. Mantener el humor: Un hombre colérico toma el peor significado de las palabras.

  • 8. Ser prudente en los argumentos y críticas: Esto pone a la otra persona a la defensiva o lo puede predisponer.

  • 9. Hacer preguntas: Esto estimula a la otra persona y muestra que se está escuchando. Además, ayuda a desarrollar otros temas.

Aunque las personas logran comunicarse hasta con sus silencios, es común observarlas conversando, debatiendo, confrontando o realizando cualquier otra acción que, siempre que denote un activismo práctico o espiritual, dirigido a otros sujetos y recíprocamente, será comunicación. Eso si, para llegar a establecer y comprender qué se logró con ella, hay que desentrañar sus bases afectivo-volitivas, así como indagar en la calidad de los esfuerzos cooperativos, si los hubo.

Si los procesos y los cambios produjeron una mayor calidad en la actividad conjunta y cooperada, y un cambio enriquecedor en las personas, hubo diálogo. Es una vieja forma de comunicación siempre nueva, siempre actual en tanto que es un acto de creación que apela a la coparticipación del otro; en este sentido ha devenido como un ideal comunicativo por su capacidad para activar lazos de retroalimentación y propiciar encuentros entre personas, grupos y culturas.

Este ideal comunicativo se basa en un método algo insólito y difícil, mezcla donde se funden orgánicamente acción, conocimiento, ética y sensibilidad hacia la comunicación; el diálogo involucra y reduce la posible incongruencia entre la comunicación verbal y no verbal.

No se trata de algo inalcanzable; el diálogo no busca la comunicación perfecta, es sólo una invitación a la comprensión humana, un intento por elevar la eficacia comunicativa en tanto despierta una actitud colaborativa cuya meta es hallar un espacio común de reflexión, en busca de acuerdos básicos.

La práctica ha demostrado que el establecimiento de una buena comunicación permite la formación de normas de conducta en la actividad rehabilitadora, valores que se asimilan conscientemente y que se convierten en patrones reguladores efectivos de la personalidad que se trasladan al grupo social, al colectivo, a la familia y a la sociedad como modos concretos de actuación.

La prolongación de vida y capacidad de trabajo de los pacientes es uno de los problemas sociales más importantes que corresponde, fundamentalmente, a los trabajadores de la Salud y la Cultura Física en la lucha por la salud y la longevidad.

Una interesante experiencia ha resultado en la práctica la relación afectiva de comunicación rehabilitador- paciente- familia en el proceso rehabilitador puesta en práctica en las comunidades en las Salas de Rehabilitación, donde se ha logrado la participación activa de la familia en la recuperación de su enfermo con resultados satisfactorios.

Resulta de mucha importancia el conocimiento del rehabilitador para conducir el trabajo a nivel comunitario, para esto Freire propone la preparación y desarrollo de verdaderos procesos de comunicación por parte de las instituciones, profesionales, promotores de la salud y las organizaciones. Esto proporciona el conocimiento y la transformación de la realidad mediante procesos de intercomunicación y colaboración mutua entre rehabilitadores, pacientes, familia y comunidad7.

Es totalmente necesario un clima de confianza, espontaneidad y distensión para que se pueda establecer una adecuada comunicación. Si el rehabilitador, en su intervención sabe cuidar estos aspectos, estará favoreciendo todo el proceso de recuperación del paciente en el presente y en el futuro y al mismo tiempo la formación de un hombre nuevo, distinto, abierto al diálogo, a la reflexión, con juicios suficientes para asumir una actitud consecuente con su enfermedad, asumiendo una posición participativa desde su propio derecho a la integración social.

Dialogar significa hablar como iguales en un intercambio no sólo de información sino de sentimientos y valores. El diálogo es un modo de descubrir cómo un problema se comparte, cómo se relacionan las vidas y las bases comunes para la acción. Esto no puede ser alcanzado simplemente por el ejercicio de responder preguntas o en una entrevista formal que no permitan al paciente hablar a plena voz. Los problemas que confrontan los enfermos con Parkinson Idiopàtico tienen que ser comprendidos en los corazones y en las cabezas. Las personas que sufren los problemas, paciente y familia, deben hablar unas con otras como personas enteras con sentimientos y compromisos lo mismo que con hechos. Dialogar es humano, no es sólo para que se puedan revelar hechos privados que permanecen ocultos para otros sino para conocerse mejor como individuos y como comunidad pues crea solidaridad comunitaria8.

La comunicación familiar refleja los patrones de interacción a través de los cuales los miembros de una familia, interactúan, intercambian mensajes con contenidos afectivos, informativos o normativos. La adecuación o inadecuación de los patrones comunicativos familiares, juegan un rol principal en la funcionalidad o disfuncionalidad de esta. La funcionalidad o no de la comunicación familiar, en última instancia expresa el grado o la medida en que sus miembros han aprendido a manifestar adecuadamente, o no, sus sentimientos en relación con los otros, y también de cuanto la familia ha avanzado en la elaboración de sus límites y espacios individuales.

En las familias funcionales, saludables, predominan patrones comunicativos directos y claros, sus miembros suelen expresar de manera espontánea tanto los sentimientos positivos como los negativos, sus iras y temores, sus angustias, ternuras y afectos; sin negarle a ninguno la posibilidad de expresar libre y plenamente su afectividad8.

En las familias saludables predomina, igualmente, un clima emocional afectivo positivo (como cada sujeto se siente en relación con los demás y con el grupo en su conjunto), que unido a los factores antes apuntados potenciará la integración familiar y elevará sus recursos para enfrentar los conflictos, las crisis y los problemas que puedan presentarse en distintas etapas, a lo largo del ciclo vital evolutivo familiar.

La identificación de los problemas, la reflexión de las discrepancias y la resolución de los conflictos que se dan en el seno de una familia con alguno de sus miembros con la EPI, no se pueden afrontar aislándose de los requerimientos, exigencias e ideologías del entorno, ni tampoco del mundo interno familiar, expresado en su cultura, en la dinámica de sus roles y en sus tareas. El sujeto dialógico, en constante aprendizaje, se caracteriza por su posición frente al cambio y por su tendencia hacia la acción, que lo aproxima a su realidad.

Participar no significa sólo estar presente aunque la presencia física ya de por sí "comunica" una voluntad, una intención, un interés. Otras dimensiones desde la comunicación, desde la organización de la tarea o desde el mantenimiento asociativo permiten a las personas contar con espacios y condiciones para vincularse más estrechamente a su realidad social y elevar el bienestar colectivo. La participación familiar induce a sus miembros a compartir responsabilidades, a implicarse con la tarea rehabilitadora, a establecer compromisos y a aportar contribuciones que alienten el esfuerzo y la voluntad por mantener y compartir los logros8.

El rehabilitador no debe olvidar, en el proceso de comunicación con el paciente y la familia, tres habilidades generales:

— Habilidades para la expresión.

— Habilidades para la observación.

— Habilidades para la relación empática.

Para lograr este clima afectivo y efectivo se sugiere tener en cuenta las siguientes recomendaciones8:

  • Fomentar y afianzar el hábito de escuchar al paciente: inquietudes, preocupaciones, aspiraciones y estado de ánimo.

  • Perfeccionamiento de la capacidad de expresión y enjuiciamiento crítico, respecto a las ideas propias y ajenas.

  • Desarrollo e impulso de las actitudes de comunicación, eliminando bloqueos, inhibiciones y encogimientos.

  • Fomentar las actitudes de respeto mutuo, tolerancia, receptividad e interés por la opinión ajena.

  • Desarrollar la habilidad para organizar los juicios en forma lógica, así como expresarlos con claridad, sinceridad y precisión.

  • Lograr el control de las emociones.

  • Formar el hábito de que es necesario pensar e informarse en fuentes dignas de crédito, antes de exponer ideas y emitir juicios que se presten a controversia.

  • Ayudar al paciente a vencer la resistencia para participar en las actividades de rehabilitación y de la comunidad.

  • Despertar en la familia y el paciente el interés por el proceso rehabilitador.

La psicología de orientación marxista concibe la comunicación como un fenómeno complejo y multifacético, en el que se distinguen tres aspectos componentes que, a su vez, cumplen funciones diferenciadas, pero mutuamente relacionadas:

Proceso informativo, en el que la comunicación cumple la función de intercambio de información. En este sentido el rehabilitador ofrece información al paciente y a la familia sobre la enfermedad y el proceso rehabilitador.

Proceso de interacción, de influencia recíproca, la comunicación cumple en este caso una función regulativa de la conducta. Se cumple al interactuar el rehabilitador con el paciente y la familia.

Proceso de comprensión mutua, de percepción interpersonal, donde intervienen las emociones de los comunicantes y que cumple una función afectiva.

Estrategias comunicativas

Se deben tener en cuenta diferentes estrategias comunicativas8:

  • Conversación con el paciente para poder realizar un diagnóstico objetivo y subjetivo.

  • Reunión con miembros de la familia para escuchar sus opiniones.

  • Trazar líneas de trabajo.

Para motivar y mantener la participación de la familia, en las actividades previstas con cada paciente, se pueden poner en práctica acciones metodológicas encaminadas a lograr una comunicación eficiente, abierta, que propicie un clima afectivo y elimine las barreras del estrés negativo que pudieran presentarse como:

– Encuentros informales antes de comenzar las actividades del día con aplicación de técnicas participativas como: ¿De qué color tienen el día hoy?, entre otras, propiciando así que se emitieran inquietudes, estados de ánimo, y se expresaran abiertamente las ideas.

– Charlas educativas con la familia que enseñaban a cuidar de su salud y elevar su calidad de vida.

Empleo de otras formas de técnicas participativas para motivar y mantener un clima afectivo, de alegría y anti – estrés.

Hay que tener en cuenta que una persona amena, que sabe escuchar, resulta uno de los momentos de mayor placer durante los intercambios sociales.

En estas situaciones es muy importante escuchar opiniones, estados de ánimo, inquietudes, antecedentes de padecimientos, entre otros, por lo que se deben aplicar técnicas para una escucha eficiente entre rehabilitador– paciente- familia. Es fundamental la paciencia y tener en cuenta siempre una buena dirección del contacto visual con las personas con las cuales se dialoga, este comportamiento, además de comunicar al otro que se le presta atención, permite obtener información adicional de los aspectos no verbales de la comunicación que en la mayoría de los casos sirve para validar si el mensaje es recibido. Mostrar flexibilidad y tolerancia a partir del reconocimiento de que las personas no son perfectas y por lo mismo suelen cometer errores de apreciación, es un aspecto de la comunicación que siempre debe estar presente en el trabajo de rehabilitación8.

En general, durante el proceso de rehabilitación debe tenerse en cuenta la conversación con el paciente y la familia sobre el estado físico y de ánimo de este, la explicación de las características de la enfermedad y las ventajas del proceso rehabilitador, intercambio sobre sus dudas y opiniones y las actividades a cumplimentar en el hogar.

Conclusiones

  • En el proceso de rehabilitación del paciente con Parkinson Idiopàtico deben tenerse en cuenta las características psicológicas de este para así poder elaborar las pautas de ejercicios y un sistema de influencias con metas superiores y tratar de neutralizar los trastornos psicológicos que pudieran presentarse.

  • Se tendrán presente las siguientes estrategias de trabajo: conversación con el paciente; para obtener un diagnóstico objetivo y subjetivo, reunión con miembros de la familia; para escuchar sus opiniones y trazar las líneas de trabajo.

  • La motivación y la participación de la familia, en este proceso se alcanzarán al poner en práctica acciones metodológicas encaminadas a: lograr una comunicación eficiente y abierta, propiciar un clima afectivo y eliminar las barreras del estrés negativo que se pudieran presentar.

Referencias bibliográficas

1- Núñez de Villavicencio. Psicología y salud. Cuba: Editorial Ciencias Médicas; 2001.

2- Robertsons SJ, Thompson F. Seepch therapy in Parkinson disease: A study of the efficacy and long-term effects of in tensive treatement. Br J Disord Commun. 1984; 19:213-224.

Partes: 1, 2
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