Elena, era lo opuesto, ella sufrió de la anorexia nervosa cuando estudiara un año en una escuela de monjas en Montmartre, cerca de la famosa Basílica de Sacré Coeur.
La vida para los recién casados no fue muy fácil, ya que ambos dependían de sus respectivas familias, emocional y económicamente.
Tuvieron tres hijos, el primero hizo su entrada al mundo a los tres meses de la boda apresurada. Boda, que se celebró en Miami, para disimular el embarazo físico de Elena y el emocional de sus padres.
David, llamaron al primogénito que, desde su nacimiento, exhibiría los rasgos característicos del Síndrome de Down. Los otros dos niños que, pronto siguieron, nacieron sin complicaciones.
Ovidio tendía a las depresiones periódicas, las que medicaba vía el consumo excesivo de comidas pesadas, las que obtenía en la calle, o hacía que le prepararan en la casa.
Elena, todavía anoréxica, y disgustada por el espectáculo ofensivo de las comilonas glotonas de su marido, empezó a apartarse más y más de su compañía — Ella comenzó a razonar que su marido era grosero y vulgar.
El esposo, mientras tanto, llegaba a la casa a las siete de la noche, veía la televisión por media hora, se daba un baño, cenaba y se acostaba.
Dormían en camas separadas.
A medianoche, invariablemente, y sin ocultarlo, Ovidio volvía a la nevera y despachaba medio galón de helado con galletitas de chocolate.
La joven esposa detestaba el lío que le quedaba, ya que el comilón nocturno, como las lechuzas, no recogía los platos, no despejaba las migajas, no lavaba los cubiertos ni se preocupaba por nada de lo que usara para su empache.
A las seis de la mañana salía al trabajo, no sin antes haber ingerido una colación opípara.
Cuando su peso se disparara a las 332 libras, su papá y uno de sus tíos, decidieron que era hora para que los tres fueran a un spa en Arizona.
Todos los años, por seis años, frecuentarían el mismo sitio, en una romería ritualista donde perdían libras que, pronto recuperarían con dividendos adicionales.
Cuando nuestro héroe pesó las 430 libras, se consideró y se efectuó una operación de bypass del estómago.
Tristemente, la operación no fue el éxito que todos esperaran.
Al principio, vinieron de diarreas interminables, seguidas de hemorragias gingivales y finalmente, la descamación de la piel — trastornos comunes en los síndromes de mal-absorción. Mientras que el peso comenzó a subir al ritmo de diez ó doce libras por año. Lo que nadie previera.
En general, este hombre no era feliz. Su apariencia era pálida amén que enfermiza y daba un aspecto patético.
Diagnóstico: Cirugía Bariátrica sin estrategia post-operatoria de soporte
Discusión
La cirugía para el sobrepeso no es cirugía menor, ni está eximida de riesgos, los que a menudo aparecen como complicaciones serias.
Además que citando a uno de los cirujanos bariátricos a quien conozco: "Que los pacientes no se hagan ilusiones. El problema es psicológico y no físico…"
Nosotros sabemos que no es como dice mi amigo, exactamente. Pero, cada quien con su tema…
Para lograr el éxito esperado; la evaluación del paciente no debe limitarse al estado nutricional del mismo, como hicieran con este señor, sino que también debe de considerarse un seguimiento post-operatorio meticuloso para evitar los problemas; que a medida que estos procedimientos se efectúan con mayor frecuencia, se están reportando, con mayor incidencia en la literatura médica.
El caso de Proserpina y de las cirugías cosméticas
Si Proserpina hubiera nacido en otra época de la historia, su destino, tal vez, hubiera sido diferente.
Nuestra heroína era un vademécum de las cirugías cosméticas. Al cumplir treinta y dos años, se había hecho dos estiramientos faciales, una reducción de la pared abdominal, una disminución del introito vaginal y tres liposucciones.
Tenía una inclinación al quirófano.
No era muy alta — sólo medía cinco uno. Pero, sí que era muy delgada — pesando 85 libras.
Vivía de dieta en dieta, las que siempre terminaba con períodos caóticos de bulimia en descontrol.
Su cara lucía hinchada como si tuviera paperas, debido al flujo del ácido clorhídrico, proveniente del estómago, en la boca.
Sus menstruaciones eran impredecibles y sus períodos dolorosos.
Nunca había sido obesa, pero, como tantas mujeres que sufren de dolencias parecidas — pensaba que lo era.
Porque sus períodos eran erráticos, salió embarazada por un hombre ya casado, quien le otorgaría su apellido a la niña que naciera, sin hacerle más caso, a ninguna de las dos — madre e hija.
Durante el embarazo, Proserpina, obviamente se "descuidó", ganando sesenta y ocho libras de peso, las que juró quitarse de encima, en unos pocos meses.
No lo pudo alcanzar…
Cuando no pudo lograr el objetivo deseado, manteniendo su peso a un nivel abominado de 172 libras, decidió hacerse una liposucción adicional.
La liposucción
Como su nombre lo indica es un procedimiento quirúrgico que remueve grasa acumulada, de los espacios subcutáneos del cuerpo.
Este procedimiento no confiere beneficios de salud a nadie que lo sobrelleva. De hecho, estudios recientes han revelado datos de carácter negativos a su práctica, a sus resultados y a sus efectos.
Además, que está demostrado que el hipotálamo resiste le remoción forzosa de la grasa del cuerpo, la cual, normalmente, defiende.
Como remedio a la obesidad, la liposucción, no produce beneficios favorables, a menudo resultando en complicaciones que desfiguran la apariencia del individuo, como fuera en el caso de Proserpina.
Diagnóstico: Distorsión paratáxica de la imagen corporal con derivaciones narcisistas y complicaciones post-operativas…
Reflexión
Proserpina había abandonado todos sus recursos emocionales al control de sus propias necesidades de índole narcisistas.
Su idea de ser feliz se resumía a ser "bella" y delgada; aspirando se cortejada por el mayor número de pretendientes posible.
Su cuerpo lo inmolaba al bisturí, para perfeccionarlo constantemente, como si fuera un objeto inanimado — como si fuera un ornamento o un adorno impersonal y distante.
A medida que los tiempos pasaran, y que se sintiera impotente ante el avance inexorable de los años, acompañados por la llegada de la vejez inevitable, su única solución restaba en tratar de remover la grasa repudiada de su cuerpo, con la que se sentía infeliz, para sentirse mejor.
¡Ay, Proserpina!…
El caso de Alexander: o cuando las dietas son interminables
Alexander, por Alexander the Great, ya que sus padres emigraron de la isla de Jamaica a Santo Domingo, de lo que hiciera tanto tiempo, que nadie lo podría recordar — como fuese con el don Aureliano Buendía de García Márquez…
Lo bautizaron así, como si el nombre dado lo predestinara a algo glorioso.
Con su patronímico egregio, Alexander se convirtió en otro miembro humilde de una de las tantas progenies de pobres dominicanos, cuyos hijos ostentan nombres ilustres.
César y Cesarina eran los mellizos, Augusto, Octavio, y Reina eran los restantes. El papá, Aristóteles, la mamá, Agripina.
Alexander creció en Licey al Medio, en la cercanía de un riachuelo. Se ganaba el sustento cargando agua en burros, para venderla a los habitantes de la aldea del Guayabo.
Si otros, que acarreaban la leche, eran lecheros, Alexander, ¿qué sería?: ¿"agüero" o, tal vez, "aguajero"?
¿Qué más da?
Un médico, poseedor de tierras y de vacas en una finca cercana, se sintió atraído por la ambición intelectual del jovenzuelo y lo enseñó a leer.
Alexander, no pudo resistir el deseo de educarse. Dejó de cargar bidones de agua, se dedicó a estudiar y completó los cursos necesarios para graduarse de la escuela primaria. Después de eso, se enganchó en la guardia y, terminó el bachillerato, durante el gobierno del presidente Rafael F. Bonelly.
Más adelante, se inscribió en la facultad de medicina de la USD egresando con honores.
Con una beca provista por el gobierno costarricense, hizo un posgraduado en endocrinología en ese país, desde donde retornó, acompañado por Adela, su esposa tica.
Alexander confrontaba dos problemas de índoles difíciles: 1. Era obeso. Pesaba 280 libras, y 2. Fumaba mucho.
Lo del cigarrillo, lo resolvió. Dejó de fumar cuando empezara a perder pacientes que resentían su adicción al tabaco.
Pero la gordura, no la pudo descartar.
Mientras que algunos pacientes susurraban cosas desagradables: "doctor cúrese a sí mismo…"
"¿Cómo quiere ponerme a dieta, si es usted quien está gordo?"
"¡Cómprese un espejo!", le aconsejó una vecina bienintencionada.
La gente es cruel…
La gordura como fenómeno universal y como metáfora
Aunque no lo crean, ser gordo es ser "normal".
Tomemos una pausa, para digerir lo que aquí hemos dicho.
Veamos
En un estudio conducido en la Universidad de Toronto, C. Peter Hermann y Janet Polivy, se plantearon el siguiente acertijo, cuya solución nos suministrarían personalmente:
El acertijo y su solución
Si se demuestra que todos los habitantes de una región, están a dieta, que alguna vez, lo han estado; o que planean estarlo en el futuro — la norma, es dietar — y no estar a dieta es anormal.
Simple… ¿Verdad?
Si lo mismo se determina con cualquier otra característica humana, ésta establece la regla. Ésta, entonces, constituye lo normal.
Las estadísticas nos informan que más del 60% de todos los americanos son gordos, por consiguiente, el americano normal, para ser normal, debe ser gordo.
¡Punto!
Aquí les presentamos a todos, al Dr. Michael Fleming, presidente electo, hace algunos años, de la Asociación Médica Americana.
Presidente de la AMA
El doctor Fleming, en su discurso de toma de posesión de su cargo en el 2004, afirmó que él es gordo y que tiene un problema serio que combatir. Un problema que una gran mayoría de sus colegas comparten, y un problema de solución tan evasiva como incierta.
¡Aplauso!
Alexander confronta el mismo dilema.
Si no fuera así, entonces Adela, dietista diplomada, y las tres hijas del matrimonio no serían gordas también.
La exégesis del problema
Nuestros médicos, nuestros gobiernos y nuestros educadores nos han fallado en todo lo que respecta a la salud y a la educación pública.
Cegados, como lo están todos, por el deseo de avanzar las maniobras de sus ambiciones desmedidas, desdeñan al pueblo — en este caso, ignorándose aun a ellos mismos.
Nuestros políticos y sus familiares; como sucede con nuestros militares de alto rango, y con sus emparentados, mientras más avanzan en sus carreras, más gordos se ponen.
¡Aplauso!
Aquí no sé por qué se aplaude…
La epidemia de la obesidad no se remedia con las dietas. Mientras eso persiste, aun no existe país del mundo que haya establecido un programa viable para su erradicación.
Aquí se mencionó, hace unos años, en círculos muy altos… pero ahí quedaría…
Las cirugías de bypass, las liposucciones y las dietas, como ya viéramos, no son respuesta.
La dietas para adelgazar: paliativo, cura… ¿o enfermedad?
Las dietas puede que sean, la misma enfermedad que pretenden remediar, porque las dietas restrictivas, todas, sin excepción han fallado…
Todas…
La historia
• 1087 – Guillermo el Conquistador intenta una dieta líquida para perder de peso, metiéndose en cama y no consumiendo nada más que alcohol. Quizás, más adelante, padecería de DT’s. • 1600s al 1700 – El escocés Dr. George Cheyne, autor de libros populares en estilos de vidas saludables, usa líquidos de modo muy diferente, escribiendo que una dieta de leche exclusivamente, lo vuelve a uno "delgado, ágil y veloz". Mientras que a otros les causa calambres y diarrea…
• 1811 – El poeta romántico Lord Byron empapa su comida con vinagre para perder de peso, reduciendo su corpulencia de 194, a menos de 100 libras. Se sabe que era anoréxico. • 1830s – En los Estados Unidos, el Reverendo Sylvester Graham, apodado el "Dr. Aserrín", amonesta en contra del vicio de la gula, que en su convicción, conduce a la lujuria, la indigestión y a la educación de hijos malcriados y enfermizos. La respuesta que Graham ofrece: una dieta espartana, pan negro sin levadura, vegetales, agua y el consumo de sus galletas. • 1860s – Debut de la dieta baja en carbohidratos. En Londres el director de funeraria William Banting pierde 50 libras en un régimen alto en proteínas que consiste de carnes magras, tostadas secas, huevos pasados por agua y pocos vegetales. Su libro se vende como best seller.
En este mismo período, otro proponente del régimen alto en proteínas, el Dr. James Salisbury, promueve una dieta de agua caliente y carne molida (el famoso bistec Salisbury) para mejorar la salud y perder de peso. Tristemente, nunca explicó las diferencias nutritivas del agua caliente y la fría que, como adición a la dieta, propusiera.
• 1876 – John Harvey Kellogg introduce sus propios remedios para combatir la obesidad. Sus invenciones son las barras de granola y el "Kellog’s cornflakes". También aconsejó el uso de enemas, el masticar despacio, el conteo de calorías, las comidas sin condimentos, y las dietas individualizadas. Los cornflakes lo harían muy rico.
• 1898 – El movimiento del masticar despacio es introducido formalmente como remedio, por el negociante Horace Fletcher, luego de negársele seguro de vida por la gordura. Por un rato, la "fiebre de mascar despacio" se populariza.
• 1918 – El conteo de las calorías entra en la escena en todo su esplendor. Lulu Hunt Peters publica su best seller, Dieta y Salud, con una Llave a la Puerta de las Calorías. La dieta de Lulú se inaugura con un ayuno, luego se aplican las ideas de Fletcher y se procede al conteo de calorías, con un límite diario de 1,200. Es una sentencia para seguir de por vida.
• 1920s – El Dr. William Howard Hay propone una dieta basada en la combinación de comidas. Su plan del "Milenio Médico", abogaba lavativas intestinales diarias, masticar despacio, y estipulaba que no se deben de combinar frutas, féculas y proteínas en la misma comida. Explíquenselo a los animales omnívoros que todo lo mezclan.
• 1932 – La Comida Dietética del Dr. Stoll, un polvo que sustituye por las comidas reales, comienza a venderse en los salones de belleza.
Paréntesis. Todavía nadie excluye el azúcar…
• 1948 – Take Off Pounds Sensibly (TOPS), el primero de los muchos grupos nacionales para combatir la obesidad se funda bajo la inspiración de Esther Manz en Milwakee. Todo se regula, se cuentan las calorías, se usan balanzas y menús para controlar el sobrepeso, incluyendo (lo más acertado) el uso, aunque sin estructura, de los grupos de soporte mutuo.
• 1950 – Reducer's Cookbook, el primer libro de cocina para quienes están a dieta, se publica.
• 1960 – Metrecal, un polvo dietético se introduce con muchos imitadores. Pero, como método falla, con Oprah a la cabeza.
• 1961 – Best seller, Las Calorías no Cuentan, por Herman Taller, endosa una dieta alta en grasas, alta en proteínas y baja en carbohidratos. Taller, finalmente es hallado culpable de fraude por vender semillas de azafrán como medicina. Irónicamente, las semillas de azafrán poseen más posibilidades dietéticas que lo demás que Taller abogara.
– El Dr. Irwin Stillman publica La Dieta del Doctor para Perder de Peso Rápidamente. Ésta no es más que una dieta baja en carbohidratos, alta en proteínas y rica en carne y quesos.
• 1961-63 – Weight Watchers se funda. • 1960s – La era de las dietas amistosas al alcohol y a la reducción de carbohidratos se inaugura, con la publicación de la Dieta para el Bebedor y de otro libro, La Dieta de los Martinis y de la Crema Batida.
• 1972 – Diet Revolution, por Robert Atkins, recomienda el uso de carne en abundancia y grasas, pero sin carbohidratos. El Dr. Atkins, muere, hace unos años, con peso elevado… pero muy próspero…
• 1970s – La Dieta de los Astronautas se publica, imitando la dieta de los primeros astronautas en el espacio, donde sus pesos se reducen, naturalmente, por la cero gravedad.
• 1976 – La Dieta del Último Chance aparece, publicada por el osteópata Robert Linn. Ésta consiste en un régimen de ayunos acompañados por una mezcla de proteínas líquidas extraídas de tendones y pieles de animales. Cincuenta y ocho muertes se asocian eventualmente con éstas y otras bebidas similares, que además de ser peligrosas, carecen de todo valor nutritivo.
• 1978 – Herman Tarnower publica la dieta Scarsdale, alta en proteínas y con un límite de 700 calorías al día. Su amante lo mata por celos, no relacionados a la dieta, en 1980.
• 1979 – Las dietas bajas en grasa se popularizan con la publicación de Nathan Pritkin Programa para Dieta y Ejercicio. • 1981 – Judy Mazel publica La Dieta de Beverly Hills, una dieta cargada de frutas. Mazel afirma que nadie gana de peso si las comidas se digieren apropiadamente. Lo que se hace ingiriendo cantidades enormes de piñas, papayas, y mangos consumidas en una rotación constante. — y pensar que somos omnívoros…
- La Dieta de Cambridge, propuesta por Jack Feather y endosada por un "experto" de la Universidad de Cambridge, aconseja las bajas calorías y las proteínas líquidas en forma de bebidas presentadas en un esquema piramidal.
- Treinta personas, en esta dieta, mueren de ataques al corazón antes de que el gobierno la prohíba.
- 1983 – Jenny Craig forma su compañía en Australia. 1992 – Atkins publica su nuevo libro. Una re-edición del que antes publicara.
¡Aplauso!
• 1993 – Las dietas bajas en grasa aparecen de Nuevo. Coma Más y Pese Menos por Dean Ornish, se publica. Es una dieta vegetariana baja en grasas.
• 1995 – Las dietas bajas en carbohidratos y altas en proteínas retornan con la publicación del libro La Zona. El que pronto comparte el escenario con los libros Sugar Busters!, Protein Power y la Dieta para los Adictos a los Carbohidratos.
• 1996 – Mazel publica La Nueva Dieta Beverly Hills. Lo mismo de antes en un paquete nuevo.
- • 1998 – Uno de los muchos homenajes a la estrategia de Lord Byron, se publica, Pierda de Peso con Vinagre de Manzana. Coma la botella y no engorde…
- • 1999 – Atkins publica otra revisión de su libro, mientras que su "método" sigue prosperando.
- • 2003 – The South Beach Diet se generaliza bajo el nombre del Dr. Arthur Agatston. Esta dieta no es nueva, cae en el medio de lo que el Dr. Atkins y los nutricionistas, que la oponen, recomiendan.
¡Hasta la próxima dieta! Todas esas dietas y más, han sido probadas por millones de personas y el único resultado cierto ha sido para quienes las mercadean, cuyos ingresos se estiman en los miles de millones de dólares al año.
Peor aún, los gordos permanecen gordos y los números de gordos siguen creciendo, ahora añadiendo a los niños como víctimas inesperadas.
Para concluir, consideremos la noción infundada de que existe un gen para la obesidad.
Del gen de la obesidad. Of mice and men…
El escritor norteamericano, John Steinbeck, ganador del Premio Nobel de Literatura, escribió en el año 1937 una obra de gran significado social la cual hoy se cuenta entre los trabajos clásicos de la literatura moderna; le dio el título: Of mice and men.
La búsqueda de un gen en la rata para explicar las causas del fenómeno morboso de la obesidad humana no es nueva. John Daniels, contribuyendo un capítulo en la edición de junio del 1984 de la renombrada publicación científica The Psychiatric Clinics of North America (número éste el cual fue publicado bajo mi dirección editorial), alude a este gen en la rata de laboratorio para describir ciertos rasgos inexplicables de la gordura que este animal exhibe.
El comportamiento de estos roedores, que atrajera la curiosidad de los científicos, es que, en algunos casos, las ratas comen incesante e insaciablemente, engordando, pero sin aparente razón alguna. Estas ratas, que así se comportan, se entiende, que han sostenido un proceso mutante en uno de dos genes: ob (por obeso) y db (por diabético).
Subsiguientemente, investigadores en los EEUU anunciaron que ellos habían descifrado la secuencia del gen ob en el ADN. Este hallazgo era congruente con una de las teorías que tratan de explicar la regulación del peso en el ser humano. De acuerdo con esta teoría, los tejidos grasosos envían señales al cerebro; el cual, a su vez, responde de un modo adaptador: Más adiposidad, más fuerte es la señal, resultando en que el animal queme más grasa y coma menos comida — de este modo perdiendo de peso. Por el otro lado, ratas equipadas con el defectuoso gen ob carecen de este elemento regulador y no dándose por enteradas que son gordas, continúan comiendo como si estuviesen sufriendo de la inanición forzada.
La evidencia de la presencia de este gen, derivó de experimentos en los cuales ratas normales y ratas anómalas genéticamente, se comportaban como era esperado si compartían la circulación sanguínea entre ellas, de ese modo compartiendo las mismas hormonas circulantes.
Más adelante en la publicación Science, otro grupo de investigadores sugieren la posibilidad de que este hallazgo en las ratas, pueda ser de mucha importancia en entendimiento y en el tratamiento de la obesidad humana.
El investigador, Jeffrey Friedman, asistido por sus colaboradores, aisló la proteína a la que se debe este fenómeno; designándola con el nombre de leptina. Ellos, también demostraron, que otro factor que entra en juego en la regulación de la gordura ratera, es el hecho de que la leptina aumenta la temperatura del cuerpo, manifestando la existencia de un metabolismo acelerado.
Si es cierto que las ratas afligidas no se enteran de que están gordas o de que son obesas; el ser humano, sí que sabe que ha engordado, y desperdicia, a veces, enormes sumas de dinero en sus cruzadas y romerías, frecuentemente fútiles, para lograr la delgadez. Además de ese aspecto, existe otro de mayor importancia, éste siendo, que el ser humano no ha hecho cambios genéticos manifiestos en los últimos 45,000 años… pero, y a pesar de ello, en países como son los EEUU y Australia, donde la dieta es horrorosamente engordadora; mientras que la obesidad ha adquirido proporciones tan epidémicas y exageradas, que algunos de los "expertos" cuyas opiniones se leen frecuentemente en la prensa de esos países son, por definición… obesos ellos mismos… ¿qué más?
Bibliografía
Bibliografía extensiva se suministra por solicitud.
El acertijo refractario: El entendimiento y el tratamiento de la obesidad
Dr. Félix E. F. Larocca & Lic. Enf. Margaret J.C. Larocca
(Trabajo científico presentado durante el II Simposio Internacional Hispanoamericano Marzo 23-31, 1995. Universidad de Salamanca, España.)
Cuando uno examina la literatura que se relaciona a las disorexias, de inmediato, un hecho se hace aparente: que la obesidad permanece la hermanastra desfavorecida de las cuatro disorexias: La anorexia nervosa, la bulimia nervosa, la dieta restrictiva y la gordura.
Hay un asunto misterioso que siempre nos intriga, éste siendo que a pesar del ataque frontal con que se le ha arremetido al problema de la gordura en los países civilizados, ésta ha resistido todos esfuerzos y a todos los expertos. Aumentando en su incidencia, en su prevalencia (del 25% al 66% en el transcurso de 20 años en Norteamérica) aumentando también en su aparición por todas parte del mundo.
Parece ser, que con todos los métodos de hacer dieta, que con la fundación de nuevos centros y spas para adelgazar, que con el énfasis en la esbeltez con que los medios de comunicación nos bombardean y con la publicación del conocimiento de los riesgos asociados con el ser gordos; que, en lugar de haber sido incrementada, que la obesidad debió de haber sido eliminada del mismo modo como se eliminaran la Viruela y la Poliomielitis. Pero, tristemente no lo ha sido.
¿Por qué no hemos desarrollado, si no una vacuna un remedio eficaz que nos ayude a prevenir o a curar la gordura?
El problema de mayor importancia en este asunto es el más aparente. Cuando se desarrolla una vacuna, esta labor es resultado de una serie de circunstancias paralelas. La identificación de un agente causativo (agente etiológico) para la enfermedad, el cultivo del agente, la atenuación del mismo para que se pueda administrar al ser humano; y, finalmente, las pruebas clínicas para que la vacuna pueda ser usada sin riesgos posteriores. Lo que implica la aplicación minuciosa del "modelo médico" de las enfermedades.
Este modelo postula:
- La presencia de un agente patógeno
- La presencia de signos y síntomas característicos de la condición, y
- El beneficio de pruebas diagnósticas de laboratorio para confirmarla.
Estos requerimientos, por supuesto, no existen en el caso de la gordura, porque ésta no se molda a este modelo. Su tratamiento, quedando, frecuentemente, en manos de personas con la menor de las calificaciones para llevarlo a cabo.
Para el psiquiatra, la obesidad es un problema de proporciones muy serias. Como especialista médico, que lo es (aunque a veces no lo parezca), el psiquiatra, no sólo está interesado en los problemas y en las complicaciones médicas de la gordura; si no que también, le toca a veces tener que lidiar con las repercusiones emocionales de naturaleza negativas que afectan a quienes son obesos. Es muy trágico escuchar a alguien pronunciar las palabras tristes, que describen la interminable lucha sin treguas que repetida y vanamente han emprendido en contra de su obesidad.
A pesar de que se han publicado trabajos científicos recientes que le asignan un potencial genético a este trastorno (de los animales de laboratorio). A pesar, de que se ha mantenido (como castillos en el aire ideológico) que la obesidad es el resultado del sobre-comer acoplado con la inactividad física. Que la obesidad es esto, o que es la otra cosa… a pesar de todas las explicaciones que abundan… un problema permanece evidente; y es que nosotros no sabemos qué hace que las gentes engorden (a los extremos que engordan algunos); y cómo ayudarlos a que rebajen.
Este problema es tan peculiar y tan serio, que uno de los "expertos" más citados (y poco visible) en la literatura y en la prensa estadounidense, es un psicólogo (no un médico) cuya gordura sólo puede describirse como extrema.
Habiendo descrito la complejidad del problema, y habiendo anexado a este trabajo las referencias de rigueur; nos gustaría presentar ideas empíricas que han sido sujetas a pruebas de naturaleza clínicas.
La obesidad no es patrimonio de todas las razas, ni de todas las culturas humanas conocidas. De hecho, en ciertas culturas, no existe una palabra que describa la gordura — porque la gordura en sí tampoco existe.
La obesidad no es adaptiva. Trate un gordo de eludir una bestia al ataque y sufrirá las consecuencias físicas de los fenómenos penosos de tener que movilizar a una montaña anatómica.
Las complicaciones médicas y del comportamiento de la gordura son legión; entre ellas la disminución de las actividades de las hormonas sexuales rindiendo a los hombres impotentes, a las mujeres frígidas; y presentando a veces problemas de contorsionista funcional para lograr la ejecución del acto sexual con el exceso de adiposidad interpuesta.
La obesidad, es una invención humana
Ésta nació, cuando el ser humano, se rindiese a los placeres epicúreos de la comida, la cual transforma en actividad placentera y caprichosa, y la cual comenzara a consumir en cantidades excesivas. La función en este caso perdió la forma.
El organismo humano, diseñado para ganar el peso con mucha eficiencia, peso que perdería después — comenzó a acumular la grasa con mayor rapidez, resistiendo los esfuerzos a que ésta se removiera con maniobras dietéticas. Por ello las dietas siempre son problemáticas.
Los autores, basados en trabajos llevados a cabo con sujetos cuyos planes de adelgazar se aplicaban, teniendo en cuenta las existencias de funciones en estado de descontrol adaptiva; han podido lograr que estos sujetos pierdan de peso de un modo permanente.
Febrero del 1995.
Dr. Félix E. F. Larocca
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