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La obesidad, como metáfora de nuestro tiempo: I La Cuestión

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

    1. La obesidad de Ovidio
    2. El caso de Proserpina y de las cirugías cosméticas
    3. El caso de Alexander: o cuando las dietas son interminables
    4. La gordura como fenómeno universal y como metáfora
    5. La dietas para adelgazar: paliativo, cura… ¿o enfermedad?
    6. Del gen de la obesidad. Of mice and men
    7. El acertijo refractario: El entendimiento y el tratamiento de la obesidad

    Escribiendo acerca de las muchas afecciones y brotes epidémicos que han plagado nuestro mundo por toda su existencia, la humanista norteamericana Susan Sontag, presenta en su libro Illness as a Metaphor lo para ella son las causas que determinan la apariencia concomitante y simultánea de ciertos estados patológicos físicos y emocionales que distinguen y marcan ciertos períodos particulares en nuestra historia.

    La enfermedad en cuestión, define tanto la época, como la misma edad se señala igualmente por su presencia.

    La peste bubónica, la histeria, la neurosis de guerra, la consunción, la clorosis, el SIDA, las disorexias, el virus del abola, la obesidad y la dieta, o "la enfermedad del dietar", como algunos la llaman; son ejemplos de las mismas.

    La obesidad, susodicha, es una de las condiciones que pertenece de un modo prominente en esta categoría de malestares — porque la obesidad es (sino la) una metáfora de nuestro tiempo.

    La dieta para adelgazar o la enfermedad del dietar, es la otra.

    Hablemos, entonces, de Ovidio, de Proserpina y de Alexander, para mejor entenderlas.

    La obesidad de Ovidio

    Ovidio tenía el problema que a casi todos afecta hoy día. Él era muy gordo.

    Su vida, como la de tantos jóvenes vanos, miembros de la clase pudiente, fue simple. Se casó cuando era muy joven, tuvo una luna de miel en Cancún y retornó a hacerse cargo de mercadeo, en la sección comercial de la industria de fármacos, patrimonio familiar.

    Por la calidad de sus intereses intelectuales, cualquier persona inculta, vive una existencia más rica, en término de experiencias, que las provistas por la atmósfera en la que Ovidio creciera.

    Ovidio nunca leía ni se ocupaba de otro asunto que no fuera ver lo que encontrara en Discovery Channel.

    A los treinta y un años de edad, nuestro amigo, era el más joven de sus tres hermanos y el único en su familia que fuera corpulento.

    Ovidio comenzó a ganar de peso antes de casarse. Prefiriendo siempre, esgrimir el tenedor a los enredos del romance.

    Lo del matrimonio no fue asunto excepcional. Elena, su esposa, salió embarazada para escapar las presiones de su casa, cuando ambos tenían diecinueve años, y la boda fue corolario de rigor.

    Amor, amor, amor…

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