Teatro. El teatro idish
El teatro es la rama del arte escénico relacionada con la actuación, que representa historias frente a una audiencia usando una combinación de discurso, gestos, escenografía, música, sonido y espectáculo. Es también el género literario que comprende las obras concebidas para un escenario, ante un público.
En adición a la narrativa común, el estilo de diálogo, el teatro también toma otras formas como la ópera, el ballet, la ópera china y la pantomima.
Wikipedia
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…exactamente no se sabe como se creó el teatro. Antes de su nacimiento ya existían manifestaciones tales como los bailes, las danzas, que constituyen las más remotas formas del arte escénico. Podemos decir que en el siglo VI ya existían representaciones como una parte del festival dedicado al dios Dionisio (dios griego de la florescencia, el vino y los sentimientos incontrolables, para los romanos conocido como Baco) como las danzas córicas en su honor que se manifestaban como desfiles para ser acompañadas por estrofas dedicadas a Dionisio. Aristóteles presupone que estos cantos se celebraban al pie de la Acrópolis de Atenas. …
Teatro judío. La historia del teatro judío es muy antigua como su pueblo. Fundamentado en un origen religioso, las primeras representaciones se inspiraban en pasajes bíblicos que llevadas a las "tarimas" (primeros tablados de madera), recreaban la religiosidad judía.
Más tarde, con la conquista de Alejandro Magno -que se inicia el dominio helénico en los siglos IV al II A.c.-, la tragedia griega logra traspasar las barreras impuestas y seducir al pueblo de Judea con su expresión argumentalista.
No obstante, el principio de un teatro propiamente judío, tiene como lugar Babilonia, en el siglo II d.C.; se ofrecían representaciones rústicas en ocasión de Purim.
Las historias del libro de "Esther" se representaban en los espacios de las sinagogas. Los personajes femeninos de la obra, no podían ser representados en escena, porque a las mujeres les estaban vedados los "escenarios", además por los impedimentos de la Tora:
–El hombre no vestirá ropa de mujer-.
También va asociado al así llamado Purimshpil (Juego o representación de Purim) en el cual, a partir de la Edad Media con la costumbre de disfrazarse, solían representarse ante el público diversos episodios de la historia de Esther y Mardoqueo como por ejemplo: el ajustamiento de Hamán, mediante un muñeco que llevaba inscrito este nombre y que era colgado de una horca o quemado.
Estas representaciones fueron ampliándose con el correr del tiempo, también se les acompañó con canciones alusivas y con músicos que tocaban melodías adecuadas; y por todo ésto constituiría el fundamento sobre el cual fue estructurado el ulterior teatro judío -por una parte- y la música judía en su expresión moderna.
Asimismo se vincula con Purim la costumbre de disfrazarse en esta fecha, por influencia, también el carnaval de los cristianos, que cae por la misma época del año. Inicialmente con atuendos para representar a Mardoqueo, Esther, el rey Asuero, Hamán y otros personajes de la historia, propios de esta fiesta. Más adelante, los disfraces fueron diversos, según las representaciones de algunos pasajes de la Biblia.
En España se origina el <<Romancero Sefaradí>> que es una de las facetas más intensas de su cultura. A lo largo de los siglos, los judíos cantaron sus tradiciones y las representaron en castellano y en portugués, con textos de una enorme vitalidad sensual. El Romancero es, antes que nada, una visión del mundo; allí hay historias de los antiguos reyes de la Península, canciones de amor y también de pena. Obviamente existen romances que cuentan la dura historia del pueblo judío en tierras extrañas.
Los primeros asomos de teatro en los ghettos judíos de Europa, aparecen en los siglos XV y XVI de nuestra era, como la comunidad judía de Mantua que realizó la representación de la primera pieza teatral en idioma hebreo, llamada: <<La comedia matrimonial>>, escrita por el poeta Yehuda Somo; asimismo autor de un tratado sobre los orígenes del teatro.
El teatro en yiddish se originó en Yassi, Rumania, con Abraham Goldfaden, que forma en 1877 su primera compañía teatral. Considerado el padre del teatro judío moderno, escribió toda su producción en Yiddish. Sus dramas <<Shulamit>> y <<Bar Kojba>>, fueron todo un éxito. En 1876 Goldfaden proporcionó diálogos y continuidad de las representaciones de los Broker Singers, un elenco itinerante que recorrió Rusia y Europa. Para el año 1877 abrió un teatro en Nueva York, donde se representaban sus obras escritas y dirigidas por él mismo.
En la <<primera época de oro>> del teatro encontramos autores cómo Jacob Gordón, autor de <<Siberia>> en 1892 o como las de Salomón Liblin, y León Kobrin, una época que inicia a finales del siglo XIX, bajo la sujeción Zarista. En Europa Oriental, por los mismos años, comienza a apreciarse el arte teatral judío, combinando concepciones humanistas, junto a las de justicia social.
La <<segunda época de oro>> se inició en la primera década del siglo XX referente al teatro en yiddish, fundado en Odessa en el año de 1908 por el dramaturgo Hirschbein; también incluye al elenco de Vilna (organizado en 1915 con la obra<<El Dibuk>> de Salomón Ansky):
Con la fundación del <<Teatro judío estatal de Moscú>>, creado en 1919 y perduró hasta 1948, se afinaron obras polémicas y obras de autores judíos con énfasis político, surgiendo autores como Sholem Aleijem. Se puede hablar del teatro de arte en yiddish (1918-49) fundado por el actor Maurice Schwartz y del teatro Artef (1926-41) de orientación política de izquierda.
El teatro en Eretz Israel (Palestina) El primer intento de poner en escena obras de teatro en Eretz Israel, fue realizado en Yafo, en el año de 1884, por un grupo de aficionados. Se trataba de dos dramas en yiddish, referidos a temas bíblicos: <<Shulamit>> y <<Zerubabel>>. Este último refiere el primer retorno de los judíos a Sión, tras el exilio de Babilonia.
Una década después, se dio un paso significativo en esa misma ciudad, al fundarse una compañía de actores, maestros y escritores con el fin de contribuir al desarrollo de la lengua hebrea como idioma vivo. Sin tradición ni continuidad teatral, aquellos pioneros en circunstancias únicas y adversas, representaron en hebreo <<Uriel D´Acosta>>, de Kart Gutzkow. De esta manera la lengua sagrada se escindió del estudio de la Tora y volvió a la calle.
La Primera Guerra Mundial interrumpió por varios años las actividades teatrales. Recién en 1919, con el arribo de la tercera ola migratoria, resurgió el teatro hebreo.
En 1921 se fundó la primera compañía profesional, el <<Teatron Ivri >> (Teatro hebreo). Semanalmente la compañía puso en escena obras del repertorio clásico: Ibsen, Strindberg, Chejov…así como otras de autores judíos, traducidas al hebreo. Lamentablemente el grupo se vio aquejado por numerosas crisis y la compañía se disolvió en1927.
Otros esfuerzos por crear compañías teatrales fueron los casos del <<Teatron Eretz-Israel>> o el <<Teatron Omanut>>. En el año 1925 la Histadrut (Confederación General del Trabajo) contribuyó al sostenimiento de un taller de teatral dirigido por Moshé Aleví, que funcionaba por las noches. Los alumnos eran en su mayoría actores aficionados que durante el día se desempeñaban como obreros o agricultores. Así se sentaron las bases del <<Teatron Ohel>>. Tiempo después, con el asentamiento del <<Teatron Habima>> en 1931 la escena teatral en el Estado de Israel amplió su infraestructura y adquirió prestigio.
La actriz Jana Rovina (1892-1980), ganó la fama con su papel de Lealé, en la obra famosa de Ansky <<El Dibuk>>; le valió elogiosas palabras por parte de los críticos teatrales de Berlín, y Nueva York, quienes la calificaron como una de las más grandes interpretes del mundo. Algunos productores teatrales la tentaron con importantes papeles interpretativos, pero ella
siguió fiel a su idea sionista y fijó su residencia en Tel-Aviv.
José Kaminer. Una vista en el espejo. (www.diariojudio.com)
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º El teatro en idish llegó a Buenos Aires junto con los judíos ashkenazim. Alrededor de 1902 ya había en Argentina, especialmente en Bs. As. cantidad de judíos rusos, polacos, húngaros, rumanos, que llegaban huyendo de persecuciones antisemitas y de una pobreza extrema. Aquí los inmigrantes concurrieron asiduamente al teatro en idioma idish(yiddish)
La ceremonia de concurrir al teatro implicaba no solo un momento de esparcimiento sino, también, el encuentro con los paisanos, la oportunidad de hablar y escuchar la lengua materna, el espacio donde combatir el desarraigo en medio del esfuerzo diario de adaptarse a la nueva realidad y a un ambiente social y cultural a menudo hostil.
En el repertorio que se ofrecía desde el escenario predominaban melodramas populares y comedias musicales que expresaban en forma más o menos realista los problemas del "alter heim"(del viejo hogar), con sus clásicos conflictos: matrimonios arreglados, novias desconsoladas, diferencias generacionales y desarraigos de todo tipo, cálidamente reconocibles por los espectadores, que acompañaban con comentarios y aplausos la acción y coreaban las canciones. Lo que ocurría en el escenario representaba todo aquello que se había abandonado para siempre y ayudaba a no abandonar la identidad, tan vulnerada por el esfuerzo de adaptación a la vida nueva, a costumbres y necesidades desconocidas. Con el tiempo, también se representaron textos traducidos de la dramaturgia universal o de autores que trataron temática judìa en otros idiomas.
Las compañías que se presentaban eran extranjeras (venían de Europa o de Norteamérica) por lo cual el problema de la financiación del teatro era dificultoso, en una comunidad con pocos capitales para arriesgar. Durante mucho tiempo el teatro idish fue financiado por grupos de tratantes de blancas (los de la organización Zwi Migdal) que sí poseían capitales.
Estos "grupos" habían sido separados de las actividades institucionales de la comunidad y encontraron en el teatro un espacio para ejercer su influencia en los aspectos culturales. En este periodo no existía un núcleo comunitario centralizado que permitiera ejercer control social efectivo sobre esta minoría tan poderosa. Esta circunstancia hizo que el repertorio del teatro judío fuera, en muchos momentos, chabacano y vulgar, destinado a un público poco exigente y a los rufianes y sus pupilas.
Sin embargo, con el desarrollo y la ampliación de la comunidad judìa en el país, ya en 1916 funcionaban en Bs. As. dos teatros, fuera del marco de influencia de la Zwi Migdal, que traían de Europa un repertorio de mayor nivel y actores de calidad que dieron a conocer los más nuevos estilos interpretativos en auge en las capitales europeas.
La lucha de diversas entidades de la comunidad contra los rufianes recién logro alejarlos del ámbito teatral con la clausura de la Zwi Migdal en 1930.(Slavsky- Skura.2001, pag. 5,6)
También apareció en la escena judìa una dramaturgia en idish de temática argentina (Los hijos de la pampa, de Marcos Alperson, Zizie goi, de Samuel Glasserman).
En la década del "20, tras la finalización de la 1ª guerra mundial, llegaron a la Argentina nuevas camadas de inmigrantes, con experiencia en la lucha social y gran necesidad de desarrollo cultural. El teatro judío tuvo un gran desarrollo tanto artístico como económico al punto que el gran actor judeo-norteamericano Boris Tomashevsky introdujo la modalidad de una función diaria (Rollansky, 1944).
Aún así, las temporadas se basaban casi exclusivamente en el modalidad "star sistem", sistema de las estrellas, que consistía en contratar a grandes figuras del teatro europeo y, sobre todo, norteamericano, ( Joseph Bulow, Jacob Ben Ami, Maurice Shwartz, Molly Picon, Menashe Shkulnik) quienes actuaban en Buenos Aires durante los tres meses de invierno (receso de verano en el hemisferio norte) y los roles secundarios se cubrían con actores locales los que, terminada la temporada, quedaban desocupados, a la espera del próximo "star". (Aprovechaban a cruzar el charco y montaban funciones en Montevideo)
El sindicato de actores judíos, fundado en 1922 (Actiorn farein), peleó duramente por convencer a los empresarios teatrales judíos de la necesidad de organizar temporadas con elencos íntegramente formados por actores residentes en Argentina que, en algunos casos, eran de calidad superior a los visitantes, pero no tenían su fama y, por lo tanto, no garantizaban al empresario el éxito económico de la temporada.
No obstante, el periodo que va de 1930 a 1950, fue brillante para el teatro en idish, que llegó a tener seis salas de teatro funcionando simultáneamente. Buenos Aires era considerada una de las cuatro plazas teatrales de mayor prestigio en el mundo junto con Rusia, Polonia y Estados Unidos.
Las salas: Soleil, Mitre, Excelsior, Cristal, Lasalle, y, también, salas céntricas como Odeón, Astral, Coliseo, el antiguo teatro San Martín, etc., fueron testigos de temporadas de gran teatro judío y universal en idish que fueron presenciadas no solo por fervorosos espectadores judíos sino, también, por público argentino, no judío, formado por amantes del teatro que disfrutaban con las interpretaciones de los grandes actores arriba citados.
Sirva como ejemplo el hecho de que la compañía de Maurice Schwartz trajo la primera consola de luces a resistencia que se usó en la escena argentina; Joseph Bulow interpretó "La muerte de un viajante" de Arthur Miller por primera vez en Argentina, en idish.
El estallido de la segunda guerra mundial hizo que muchos actores europeos huyeran de una muerte segura, fijando su residencia en Argentina, lo que permitió la formación de elencos de alta calidad en comedia musical y en teatro dramático. El gran actor Salomón Stramer, con su mujer Clara (gran actriz) y su familia, desarrolló durante muchos años, temporadas de alta calidad artística en el teatro Soleil del cual fue empresario. También después de la guerra, llegaron nuevos artistas de Europa, entre ellos: Henry Güero, Max Perlman, Guita Galina, Bension Witler, el trío Nussbaum, Neufeldt, Boichkovska, etc., que traían nuevas formas de expresión (el café concert), renovando la propuesta artística local (Slavsky-Skura-2001)
El correr del tiempo y algunas circunstancias concretas marcaron el punto de inflexión de este proceso y el comienzo de la decadencia. Las nuevas generaciones de judíos argentinos, aquellos que, de niños, asistían con sus padres al teatro idish como a una ceremonia, fueron abandonando el idish y, si bien no se asimilaron totalmente, desarrollaron sus ideas y actividades en castellano y se volcaron a la problemática sociopolítica argentina y latinoamericana.
Finalmente, con el establecimiento del Estado de Israel, el cual declaró como idioma oficial del nuevo estado la remozada lengua hebrea, se asestó un golpe mortal al idish, que dejó de enseñarse obligatoriamente en las escuelas comunitarias, relegándolo a un segundo plano. Los teatros fueron cerrando sus puertas y el teatro idish solo se representaba en el salón de AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina).
Continúa, creo que con ímpetu cada vez renovado, la presentación de obras de temática judìa en lengua castellana. A través de estos últimos años, se han formado conjuntos estables de actores judíos que interpretan obras en las cuales la canción en idish ocupa un lugar privilegiado y crea un ambiente reminiscente, heimish (familiar), que ayuda a la preservación de esta cultura singular. El local de la Asociación Argentina de Actores Israelitas Jacobo Ben Ami cumple, en ese sentido, una función ejemplar.
La cultura judìa en idish, el teatro en particular, debe ser entendida como un aporte de la colectividad judìa a la cultura nacional y al teatro argentino en particular, que se nutrió de una pléyade de actores, dramaturgos, críticos, etc., que aportaron toda la riqueza de su particularismo y toda la voluntad de su integración.
Teatro Judio en Argentina. Rosa Rapoport (Claudio Martignoni Blog. Nov 27 2007)
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º La cita era en la calle Ibicuy, entre Soriano y San José, en el montevideano Teatro Albeniz. El afiche, en caracteres hebreos, anunciaba que el 9 de octubre de 1934, a las 9:45 horas se presentaría la obra El cantor sin voz, "en honor y beneficio del 1er actor Sissie Gold". Esta obra formaba parte de un movimiento cultural ídish presente a ambas orillas del Río de la Plata, aunque con mayor presencia en Buenos Aires, y que además de innumerable cantidad de obras de teatro incluía la publicación de diarios, literatura e inclusive tangos escritos en ese idioma.
En el libro "Oysfarkoyft. Localidades agotadas. Afiches del teatro ídish en Argentina", (publicado en 2006 por el Instituto IWO de Buenos Aires, y cuyas autoras son la archivista Silvia Hansman; la antropóloga Susana Skura y la diseñadora gráfica Gabriela Kogan), se describen éste y otras más de cien piezas de difusión. Según esta publicación, los actores ídish porteños y montevideanos se habían unido en la Sociedad de Actores israelitas de la Argentina y el Uruguay.
El teatro ídish Es interesante notar que en el movimiento ídish argentino hubo lugar a cuestiones vinculadas con lo local, como fue la traducción de el Martín Fierro, acaso uno de elos textos fundacionales de la literatura argentina.
Sin dejar de lado la obra de Alberto Gerchunoff, autor de Los Gauchos Judíos, espejo de lo que fue la inmigración judía de fines del siglo XIX y que -patrocinada por el filántropo judio Baron Hirsch- se asentó en colonias agrícolas, principalmente ubicadas en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos.
Es llamativo -o no, teniendo en cuenta el marco de una sociedad con alta proporción de inmigrantes- el dato de que las obras se presentaban en locales pertenecientes a otras colectividades, como la italiana o la española. Según analizan Skura, Hansman y Kogan, durante el período 1910 a 1930, hubo puestas en escena de teatro ídish en salas como Orfeón Gallego Primitivo, Orfeón Español, Italia Unita y Unione y Benevolanza.
En ese clima estimulante se formaron actores "extracomunitarios" como es el caso de Narciso Ibáñez Menta. El actor español asistía a las obras de Maurice Schwartz y de Jacobo Ben Ami. El circuito también se extendía a otras salas como IFT, Soleil, Ombú (que funcionaba en la sede de la AMIA), Corrientes, Politeama y Presidente Alvear, entre otros, y a salas del interior argentino: La Plata, Córdoba, Rosario y Carlos Casares eran algunas de las ciudades a las que llegaba el teatro ídish. Además, grandes estrellas del género provenientes de EE.UU y Europa visitaban Argentina al concluir las temporadas en sus respectivos países.
En el libro "Oysfarkoyft…" también se da cuenta, en uno de sus afiches, de lo que fué la Tzvi Migdal, una asociación mafiosa cuyos líderes eran de origen judío y que durante las tres primeras décadas del siglo XX "importaba" muchachas de Europa para que ejercieran la prostitución en sus burdeles de Buenos Aires y Rosario. Un afiche promocionaba una obra "a beneficio del cementerio de Barracas al Sud", propiedad de los "rufianes". (Sus difuntos no eran admitidos en los cementerios judios, por impuros)
Teatro idish Sebastian Scherman (www.TuMeser.com.ar)
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La Argentina de finales del siglo XIX fue uno de los mejores destinos para todo europeo que aspirara al ansiado ascenso social que se le negaba en su país originario. …Los judíos de Europa central y oriental buscaban tan sólo encontrar un lugar tranquilo para vivir (o sobrevivir), lejos de las persecuciones y pogroms que con implacable regularidad asolaban sus hogares en la Rusia zarista. Muchos llegaron para integrarse en las colonias agrícolas desperdigadas por todo el país. Otros se instalaron en ciudades y pueblos, y todos trajeron su cultura y una lengua: el ídish. …
La llegada de los inmigrantes judíos a la Argentina trasladó buena parte de esa vitalidad al nuevo país. Los primeros periódicos en ídish aparecieron en forma casi simultánea al proceso de radicación. La mayor parte de la extensa literatura surgida en las colonias judías se escribió en ídish. Poco traducida al castellano, sus páginas suelen mostrar sin tapujos la dura vida cotidiana de los colonos. El fenómeno no se limitó al mundo rural: las ciudades también comenzaron a hablar y leer en la nueva lengua. Novelas, poesías, ensayos, obras de teatro…
Una de las actividades culturales más populares entre los inmigrantes judíos y sus hijos fue sin lugar a dudas el teatro. En 1901, en el teatro Doria de la avenida Rivadavia al 2300, se realizó la primera puesta en escena de una obra en ídish. Se trataba de Kunye Leml (El tartamudo, o fanatismo y civilización), de Abraham Goldfaden, un clásico de la dramaturgia ídish.
Entre 1920/ 60 se desarrolló una prolífica actividad teatral, con empresarios que formaron varias compañías y un importante número de actores y actrices que llegaron a ser muy populares. Desde el drama hasta la comedia, el musical o el vodevil, había representaciones para todos los gustos. Incluso el shakespeariano Otelo llegó a hablar en ídish, como lo anunciaba un cartel del Teatro Israelita en los años treinta.
Los primeros dramaturgos locales no se hicieron esperar. Así, clásicos europeos como Tevye der Miljiker (Tevye el lechero) o Der Dibuk (El espíritu pecador) comenzaron a compartir cartelera con Di kinder fun der "pampa" (Los hijos de la pampa), de Marcos Alpersohn, o Zisye goy (El gaucho), de Samuel Glasserman. También se llevaron obras del castellano al ídish, como fue el caso de El pobre hombre, de José González Castillo, traducido por el mismo Glasserman y representada en el Teatro Lasalle en 1933.
Esta intensa actividad teatral incluyó la formación de grupos de teatro independiente, desde el primero de ellos, el Yung Arguentine creado en 1928, hasta el Ídisher Folks Teater (IFT), fundado en 1932. Sólo en Buenos Aires hubieron entre seis/ siete salas cuyas carteleras siempre anunciaban obras en ídish. Con ellas, teatros como el Ombú, el Excelsior, el Soleil, el Olimpo o el Mitre se llenaban a pleno seis de las siete noches semanales.
La plaza porteña (y por su cercanía, los escenarios montevideanos) llegó a ser tan importante que las compañías internacionales en ídish la incluían en sus giras anuales. Así, actores consagrados en otros países del mundo como Maurice Schwartz, Yenny Goldstein o Molly Picon frecuentaron las tablas de Buenos Aires. Y también eran muy esperados: había quienes ahorraban dinero durante todo un año para que toda la familia pudiese disfrutar de una representación protagonizada por un gran divo como Maurice (Morris) Schwartz.
La rama idish. (Di yidishe tzveig) Alcides Rodriguez www.escritoresdelmundo.com
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Hubo un tiempo en que la comunidad judía en la Argentina tuvo su propio star system: teatros llenos, galanes, divas, nombres que movían multitudes, marquesinas de lujo, puestas porteñas que viajaban a Europa y Nueva York, autores, obras originales y clásicos… Todo en ídish (hasta Shakespeare).
Ahora, el libro Localidades agotadas (Oysfarkoyft)recupera 105 de los carteles que sobrevivieron al atentado a la AMIA y que hoy son piezas de colección que encierran anécdotas, celebridades y hasta conexiones con la mafia de aquella época de oro.
Otro de los géneros favoritos de la paisanada era la comedia de enredos. En el afiche de La noche alegre se aprecian muchos de sus iconos clásicos: personajes asomando por puertas entreabiertas, espejos traicioneros y guiños cómplices con el espectador. Las obras solían tener una mirada paródica sobre los temas clásicos de la comunidad, o qué más judío que El gaucho o El amor de una madre. Y la cercanía no era sólo temática: al término de la función, la charla entre público, director y actores se continuaba en los bares de la zona.
Difícil no sucumbir ante el encantado mundo de mafiosos y prostitutas que recrea El rufián moldavo, la novela de Edgardo Cozarinsky que persigue las huellas de una misteriosa obra de teatro idish por los confines del tiempo y la ciudad. Pero aun cuando el escritor jura haberlo fabulado todo, o casi todo, la historia parece conspirar a su favor. Ahora, una meticulosa investigación visual viene a correr el velo tendido sobre aquella época no tan lejana en la que la comunidad judía local llenaba las míticas salas del Teatro Excelsior, el Ombú, el Mitre y el Soleil (e incluso el Luna Park), para asistir a improbables representaciones de obras clásicas de la literatura universal o ignotas, cómicas o dramáticas, tiernas o sulfurantemente pedagógicas -todas ellas habladas en ídish (¡hasta Shakespeare!)-, donde se producía esa extraña mezcla de asimilación y diferencia de la paisanada local.
Un equipo interdisciplinario con sede en la Fundación IWO recuperó miles de carteles, sobrevivientes al atentado de la AMIA, y los acaba de publicar en el libro Localidades agotadas. En total, 105 pósters que iluminan ese increíble período teatral que va desde 1901 hasta 1940 y que constituyen una ventana única a sus divas y divos, su particular marca estética, sus traspiés ortográficos, su sorprendente profusión de géneros y hasta la conexión mafiosa que a principios de siglo ocultaban su marquesinas de brillante neón.
A pedido de Radar, la historiadora Silvia Hansman (archivista de la Fundación Iwo), la antropóloga Susana Skura y la diseñadora gráfica Gabriela Kogan, autoras de Localidades agotadas, repasaron afiches e hicieron una colorida e intensa selección.
15 de agosto de 1919, gran estreno gran: Venganza de indios, "gran obra maestra del famoso literato J. Liachovitsky", que en su adaptación vernácula se conoció como La princesa judía de la Patagonia. ¿El tema? Una familia de inmigrantes judíos se instala en un puesto de la Patagonia y es "recibida" por una tribu de tehuelches. ¡A no perderse las osadas caracterizaciones de los indígenas! Por las fastuosas joyas y ostentosos pectorales, los súbditos del cacique Ñankuru parecen más incas que tehuelches o, incluso, rabinos.
Divo total: Maurice Schwartz (1890-1960) nació en Ucrania, la cuna del teatro judío de Europa Oriental, y emigró a Estados Unidos en 1902, donde fundó el Yiddish Art Theatre de Nueva York. En el primer afiche se lo ve como el Profesor Sheling en el mítico Teatro Soleil. Divo de divos, en los carteles no hacía falta poner el título de la obra, su sola imagen alcanzaba para llenar las salas. Un fuego.
La memoria del teatro idish en Argentina Cecilia Sosa (La Nacion, Bs. Aires)
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En Polonia la escena cultural judía era particularmente vibrante. Había muchas publicaciones judías y aproximadamente 116 periódicos. Algunos de los autores en lengua yiddish, entre los cuales destaca Isaac Bashevis Singer, fueron reconocidos internacionalmente y aclamados como autores judíos clásicos (Singer incluso ganó el Premio Nobel de literatura del año 1978).
Otros autores judíos de este periodo como Bruno Schulz, Julian Tuwim, Jan Brzechwa y Boleslaw Lesmian fueron menos reconocidos internacionalmente, pero no por ello dejaron de realizar importantes contribuciones a la literatura polaca. El teatro yiddish también floreció. Polonia tenía quince teatros en yiddish y muchos grupos teatrales. Varsovia era el hogar de la compañía teatral en yiddish más importante de la época: La Compañía de teatro Vilna, que representó su primera obra "El Dybbuk" en 1920 en el teatro Elyseo.
(Los judios de Polonia. Wikipedia)
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En tiempos del Talmud era frecuente iniciar las bodas y fiestas judías con farsas, bailes y piezas musicales. La cuna del teatro judío que nació en el Medioevo está ligada a esos juglares, a los cantantes, acróbatas y danzarines judíos de Oriente. Ellos atraían a los rebeldes y parias judíos y les enseñaban su arte y sus tradiciones. Los juglares judíos, los "bandjanim" -plural de "badjan": Bufón- representaban temas bíblicos y leyendas talmúdicas. En el Renacimiento las compañías de teatro judías ya habían logrado prestigio, pero su desarrollo fue entorpecido por las limitaciones que les imponían las autoridades rabínicas. (Son populares los bailes jasídicos (hombres solos) imbuidos en sus largos caftanes negros)
Uno de los primeros dramas literarios en idisch es Surkele de Salomón Ettinger, estrenado en 1863 por alumnos de la Yeshiva de Zhytomir (las Yeshivot son academias de estudio de religión judía). En esta obra interpretaba un papel Abraham Goldfaden, el destacado autor de comedias musicales y dramas históricos, que fue el iniciador del teatro idisch. Uriel Acosta, una de sus obras, continúa representándose hasta el día de hoy.
A partir de 1880 el teatro en Rusia sufre la persecución antisemita que lleva a su prohibición entre 1893 y 1905. Una emigración masiva de actores, cantantes, compositores y dramaturgos a Estados Unidos asentará los teatros idisch en este país (Argentina) en Nueva York, Filadelfia, Chicago y Los Ángeles. Después de la Revolución Rusa de 1917, el gobierno revolucionario ejecutó una política estatal empeñada en incentivar aquel teatro antes perseguido: se creó el Teatro Judío del Estado de Moscú, que junto con el "Habima" fueron los más importantes del mundo en cuanto a repertorio y calidad. Otro grupo, el "Vilner Troupe", se había radicado en Varsovia un año antes de la Revolución.
Buenos Aires fue el único centro teatral idisch del hemisferio Sur. Beneficiada por la oposición de las temporadas, se invitaba a estas tierras a los actores del norte, como M: Schwartz y Ben Ami que comenzaron sus viajes desde 1930.
La cultura judía y sus dramaturgos. La gran masa inmigratoria judía que llegó a la Argentina a fines del siglo pasado era poco instruida. En proporción había más analfabetos en la población judía que en la no-judía. Estos hombres que no sabían leer ni escribir en idisch recitaban de memoria el Sidur, libro de rezos diarios, en las sinagogas que frecuentaban. Habían conocido el hambre, la persecución, la política y el teatro. No leían idish pero entonaban las canciones de Sholem Aleijem. Esa colectividad sencilla se convirtió en el público de teatro más estable en la Argentina.
Sólo una pequeña minoría de judíos ilustrados había abandonado Europa Oriental, y no se dirigió a la Argentina porque suponían no les ofrecía garantías para observar sus preceptos religiosos. Los judíos de origen europeo son los ashkenazim, su lengua materna el idish; los judíos provenientes de España y luego diseminados por África y Oriente son los sefaradim, y su lengua el árabe, ladino o español. La diferencias de lenguas los llevó a crear sociedades separadas, donde el judío mantenía sólidos vínculos con la comunidad de su ciudad o pueblo. Común a todos era el ansia de progreso económico. Los sionistas que eran pocos en las primeras décadas, pensaban que el hebreo podría reunirlos, pero la aspiración fracasó y cada comunidad se mantuvo separada.
Los escritores en idish encontraron un lugar de publicación recién en 1914, en El Diario Israelita Di idische Zeitung, que se convirtió en el órgano de información de la vida judía local y europea. En 1918, después de la Revolución Rusa, salió Di Presse que representaba a la izquierda judía. Comenzaron a publicarse en ese diario traducciones de los grandes escritores argentinos y el judío que no sabía español se acercó así a nuestra literatura.
El primer dramaturgo en idish que trascendió la Argentina fue Marcos Alperson, que publicó Los hijos de la pampa y Los arrendatarios de la cultura. El idish conjugado a la realidad argentina mostraba a su pueblo integrado, a las costumbres pampeanas. Alperson fue un escritor anarquista que defendió al colono, idealizó al campo contra la ciudad corrupta y los compradores de granos. Integró las costumbres judías al quehacer del campo criollo, textos como "Lo invitó para que vea los knishes que mi mujer hace en el horno de barro", (empanadas de papa y cebolla), decía uno de sus personajes colonos.
Otro gran dramaturgo y novelista fue Aarón Brodsky, quién reescribió Tabaré (de Zorrilla de San Martin) varias veces durante dieciocho años. Samuel Glazerman (1898-1987) fue el autor de Zizie goy que se estrenó en el Teatro Excélsior y uno de los fundadores de la Sociedad Argentina de Escritores. Hijo de un rabino, terminó sus días enfermo de sífilis en Brasil.
Entre los años 1944 y 1948 el teatro de la izquierda judía IFT organizó un concurso de obras inéditas que fue promocionado en todos los países a través de la prensa israelita. En honor al apellido del peletero que lo financiaba con premios de 500, 300 y 200 dólares, el concurso se llamó Kasner y llegaron a presentarse mil obras en idish de todas partes del mundo, hasta de la China.
Los tratantes de blancas y el teatro. Buenos Aires era considerada en Europa, entre los años 1880 y 1930 ,como el centro del comercio de mujeres más importante. La mayor parte del negocio estaba operado por judíos que traían mujeres de Rusia, Polonia, Rumania vía Egipto y Constantinopla. Jóvenes reclutadas en las familias pobres, muchas veces inducidas a viajar mediante engaños, eran transferidas o enviadas directamente a burdeles de Montevideo y Buenos Aires.
Sholem Aleijem, escritor judío en idish, publicó en 1909 un relato llamado El caballero de Buenos Aires. En ese relato, un personaje judío bonaerense, le cuenta a su ocasional compañero de viaje que él tiene en su bolsillo a toda la policía del mundo, y que recibe hermosas cartas con sellos a cambio de fuertes donaciones a las casas de estudio de Jerusalén. El otro, indignado, quiere saber la naturaleza de su comercio y él le explica: "Que el comercio no lo hace con libros de plegarias (sidur), amigo mío, no con libros de plegaria".
Tmeiim, impuros, así se llamaba a los judíos dedicados a la trata de blanca en la Argentina. Nombre perverso que se puede rastrear en la Diócesis de Lincoln por el 1233 donde a los judíos se los llamaba impuros o profanadores del espacio cristiano, y más lejos hacia el 270, cuando el Hecateo de La historia de los impuros acusa a Moisés de haber ordenado a los judíos abandonar el culto de los dioses egipcios. Según Manheton, los judíos expulsados de Egipto por los faraones estaban enfermos de lepra (impuros, tmeim), enfermedad que en la época se creía hereditaria. Desde entonces, una maldición biológica pesa sobre el pueblo judío, traducida en términos de impureza racial. Con este término racista se designa a los que no merecen pertenecer a la grey judía.
Fueron los impuros quienes hicieron posible la llegada de las primeras compañías teatrales judías desde América del Norte y Europa a principios del siglo. Era un público de teatro generoso, dispuesto a pagar tres veces el valor de una entrada o colaborar comprando las cinco o seis primeras filas de butacas para poder ver a sus estrellas extranjeras contratadas por empresarios judíos. Las prostitutas judías se enamoraban de los actores y les hacían llegar cartas, flores y perfumes. Todo el teatro olía a perfume. También las tiendas como la de la cuadra del teatro Ombú, donde la madre de Max Berliner hacía fajas y corpiños. Ellas eran sus mejores clientas, la inundaban con su aroma. Porque ellas eran las otras candilejas cuando entraban con sus pieles seguidas por los "cafishios" orgullosos. Las prostitutas pobres que trabajaban en los cafetines de 25 de Mayo se ubicaban en la última fila. A pesar de lo costosa de las entradas, toda la colectividad judía, pobre o rica, llegaba al teatro como a una fiesta. La fiesta de las putas, con algún desmayo de amor en la platea, la de los rufianes, la de los pobres en las graderías y los ricos en los palcos. Se reunían todos los oficios: judíos sastres, panaderos, obreros de la madera, rufianes y artistas.
Un informe redactado en Alemania en 1903, dice: "Se visten con ostentosa elegancia, llevan enormes diamantes, concurren diariamente al teatro o a la ópera; poseen organizaciones y clubes propios donde la mercadería es clasificada, rematada y vendida. Están bien organizados y por el cielo -en Sudamérica todo es posible- en breve tal vez envíen un delegado al Congreso Argentino".
El teatro cayó en manos de los impuros, tal vez no sólo porque lo amaran sino para integrarse a una comunidad que los despreciaba. El judío decente se levantaba y alejaba si mediaba entre él y un impuro menos de cinco metros de distancia. Tenían con los actores algo en común, la marginalidad. Para la época ser actriz o meretriz era casi lo mismo, pero algo más terrible era ser impuro. Así el sector de los tmeiim fue el sostén financiero de los primeros espectáculos, en su mayoría operetas. Tenían un gusto amplio que iba del teatro literario al vodevil.
La primera representación teatral fue descrita así por un viejo residente judío (en The Jewish Chronicle, el 25 de octubre de 1901):
"Una multitud de rufianescos hombres de tosco aspecto a los cuales podría señalar y los palcos en su mayoría poblados por mujeres hermosas, vestidas en forma extravagante y cargadas de joyas. A cada chiste o agudeza en idish los aullidos de risa más estentóreos y prolongados eran los que salían de esos labios pintados. Era penoso oírlos, a pesar de lo cual permanecí allí, había venido a ver y averiguar qué era esto…"
En el año 1908 se asistió en la platea al primer conflicto serio contra los impuros. Se representaba una obra de Peretz Hizhbein, Miriam. La obra refería las penurias que vivía una muchacha en un prostíbulo y los tratantes de blancas, incómodos al verse expuestos públicamente, abandonaron el teatro con sus mujeres. El público los abucheó cuando abandonaban sus butacas. Un grupo llamado Poale Sionista condenó el hecho y exhortó a tomar medidas contra los impuros. De ese escándalo surgió un grupo llamado Yuguent, (Juventud) neste grupo se proponía combatir a los tratantes de blancas judíos y eliminarlos del ámbito teatral idish.
A comienzos de siglo muchos judíos no querían revelar su origen, ellos temían ser confundidos con rufianes. La colectividad organizó la lucha contra los tmeiim impidiendo su entrada a los cementerios. Construyeron sus sinagogas, tuvieron rabino propio y hasta un cementerio. En 1908 se fundó la agrupación "Juventud", apoyada por Alfredo Palacios, para luchar contra la trata de blancas. En esa lucha fue forjándose la conciencia cívica judía.
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