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El discurso peronista durante el exilio (página 2)

Enviado por Guadalupe Rojo


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Por otra parte, Perón también buscaba debilitar a las FFAA. El movimiento peronista en general debía ser presentado como un adversario fuerte, dispuesto a dar batalla. Sin duda, Perón no escribía sus mensajes solamente para las células peronistas, sino que además ponía atención en las posibles consecuencias en otros sectores de la sociedad. La estrategia de los primeros años de la Revolución Libertadora era generar el caos y la confusión en la sociedad, manteniendo al movimiento "vivito y coleando".

En enero de 1960, Perón enviaba las siguientes instrucciones para los peronistas:

"…nos cierran el camino pacífico proscribiendo a la mayoría popular y declarando fuera de la ley al justicialismo y al comunismo.[…] Frente a semejante ignominia no queda otro remedio que:[…] preparar la lucha integral oponiendo a la arbitrariedad, la fuerza popular.

Juan Perón"

En este caso, no sólo plantea la inminente "lucha integral" sino que lo hace desde una posición de superioridad, en cuanto a la "fuerza popular" y de inferioridad dada por la proscripción. Como se explicó anteriormente, para promover la radicalización se basa en el concepto de "exclusión" (en este caso, compartido por justicialistas y comunistas). El peronismo, que por cierto, antes del `55 sólo conocía la vida en el gobierno, ahora se encuentra en el bando de los "perseguidos" y con cualquier alternativa electoral imposibilitada. Una vez más, la salida pacífica es desechada por el propio Perón. La proscripción al movimiento peronista debe ser entendida como la opresión al mismo pueblo, que mayoritariamente está abocado al regreso del líder. La última frase del mensaje antes trascripto hace referencia a la sencillez con la que debe entenderse la reacción de la fuerza popular frente a la arbitrariedad de las FFAA. Este recurso no sólo se repite sucesivamente en el discurso de Perón sino que también es utilizado por las mismas organizaciones armadas para expresar la oposición entre el poder potencial del pueblo y el de las FFAA. El líder de las FAR, Carlos Olmedo, aseveraba:

"… lo que nos hace temibles, lo que desvela al enemigo […] es que no estamos solos; es que somos destacamentos armados del pueblo, que no haremos la revolución por él, sino con él. […] Y en guerra, el pueblo armado es invencible."

El discurso de Perón era reinterpretado por las incipientes organizaciones armadas como el anuncio de la inevitabilidad del conflicto, concepto unánimemente adoptado por el peronismo revolucionario. Precisamente, mediante este tipo de prédica, el peronismo discursivo interactúa con el léxico marxista. Dentro de dicha interacción, cabe analizar la última frase del siguiente párrafo extraído del mensaje a la juventud, Madrid 20 de octubre de 1965:

"Es fundamental que nuestros jóvenes comprendan, que deben tener siempre presente en la lucha y en la preparación de la organización que: ES IMPOSIBLE LA EXISTENCIA PACIFICA ENTRE LAS CLASES OPRIMIDAS Y OPRESORAS…"

Durante los primeros años de exilio, la estimulación a la lucha armada por parte de Perón era evidente y explícita. Ese período del peronismo discursivo se caracteriza por ser el de mayor agresividad. Inclusive, en la década del setenta, cuando el escenario argentino se ve realmente convulsionado, las palabras del líder no llegan a adquirir ese tono revolucionario de la segunda mitad de los años cincuenta. A lo largo de su primera década de exilio, Perón se mantiene fiel a su plan de provocar desconcierto y alcanzar el máximo nivel de radicalización posible entre las filas peronistas.

Sin embargo, en los comienzos del Onganiato, el líder sugiere <<desensillar hasta que aclare>> . Así, aparece un lapso de algunos años en su discurso, donde las palabras no insinúan ninguna dirección clara. En efecto, sin que Perón fuera en su búsqueda, la agitación social gana protagonismo entre la sociedad. Los sucesos que giran en torno al Cordobazo y el nacimiento de varias organizaciones armadas, (peronistas o no) contribuyen al proceso argentino de exaltación política-social.

El fervor revolucionario ciertamente sorprende a Perón, pues las operaciones guerrilleras empiezan a sucederse sin que nadie lo haya consultado. Claro que, no por eso él iba a dejar de sacar provecho de la situación. Su estrategia consistía en enviar cartas "autorizantes" y a su vez, intentar sacar algún rédito de la situación, procurando que ésta no pareciera ajena a su autoridad. El primer grupo que estrenó la guerrilla rural fueron las Fuerzas Armadas Peronistas en Taco Ralo. Para dicha ocasión, aunque catorce meses después de su arresto, Perón les envía una carta a los integrantes de las FAP, fechada el 12 de febrero de 1970:

"Como ustedes muy bien saben, el momento es para la lucha, no para la dialéctica política, porque la dictadura que azota a la Patria no ha de ceder en su violencia sino ante otra violencia mayor. El Pueblo está en su derecho de luchar por su destino, hoy comprometido por la irresponsabilidad de estos traidores entregados al imperialismo yanqui. Los pueblos que no son capaces o no quieren luchar por su liberación merecen la esclavitud. Pero mientras haya hombres que, como ustedes, están resueltos a esa lucha, la Nación no tiene nada que temer y el Pueblo puede enorgullecerse de contarlos en sus filas…"

Tal como ocurría diez o quince años atrás, Perón retomaba el lenguaje insidioso y las palabras lucha y violencia resurgían. Pero, también, empezaban a aparecer con más frecuencia otras palabras como liberación e imperialismo. La incorporación de cierto léxico especial tiene que ver con los cambios que se habían dado para 1970 en el panorama nacional e internacional y con el "giro a la izquierda" que emprendía el peronismo discursivo por entonces. Por otra parte, los mensajes de Perón dejan de ser simplemente instrucciones para los peronistas. En la epata final de su exilio en Puerta de Hierro, el líder se ocupó de exhibir su discurso como el de un ser supremo, que se dirige a todos los argentinos y coordina los hechos desde el exterior. Sus oraciones emiten juicios, acerca de la realidad y el rol de los actores.

Más allá de sus atribuciones como jefe del justicialismo, Perón empezaba a entregarse por completo a la figura de mito nacional. El Pueblo y la Patria son los verdaderos protagonistas de sus cartas y lo que antes denominaba revolución social, ahora se retraduce en liberación social y nacional. Además, Perón está nuevamente abocado en la tarea de generar conflicto social y político (especialmente, durante el gobierno de Lanusse).

Para concluir esa misma carta, Perón agrega una frase que, por su procedencia, sorprende a sus interlocutores:

" <<Ustedes son la guerrilla que vienen a combatir a los que quieren vender la muerte climatizada con el rótulo de porvenir>> decía el famoso letrero en el Barrio Latino de París en mayo de 1968.

Yo puedo decirles a ustedes lo mismo, con la exhortación más firme para que sigan adelante persuadidos de que cuanto hagan por la Patria ahora, les será agradecido por los argentinos del mañana. Un gran abrazo,

Juan Domingo Perón."

No es para nada casual que se haga mención del mayo francés. La idea era trazar un paralelo entre los rebeldes estudiantes parisinos y los guerrilleros peronistas que habían procurado instalar un foco rural en Tucumán. El hilo conductor entre las dos experiencias se relaciona con los valores, con el coraje y con la avidez de ruptura radical que inundaba la escena internacional. Perón no ignoraba el momento histórico que las juventudes mundiales protagonizaban en la década del sesenta y permanentemente buscaba que sus palabras se entendieran dentro de los esquemas innovadores.

Precisamente en el segundo grupo discursivo, el líder se dirige directamente a los sectores juveniles. Perón aborda el tema desde la reorganización de la Juventud Peronista pero paulatinamente convierte a todas las fracciones jóvenes en receptoras de su discurso. En este aspecto, su objetivo consistía en resaltar la condición juvenil por sobre la identidad peronista.

De todas formas, el designio del líder siempre gira en torno a incentivar a ciertos grupos para que promuevan la liberación; estímulo codificado como <<luche y vuelve>>. En rigor, durante los primeros años de resistencia, la JP no estaba organizada, más bien carecía de estructura y de bases sociales, lo que preocupaba a Perón y a sus colaboradores.

En primera medida, el objetivo de Perón consistía en darles a los jóvenes un espacio superior al que tenían, para que sintieran su valoración en el futuro del peronismo. Con ese objeto, incluye en su retórica aspectos del pasado; explayándose sobre aquellos hitos del peronismo de otras épocas, que probablemente le resulten ajenos a las nuevas generaciones. Esta es una forma de incorporar al movimiento histórico a todos aquellos jóvenes que por una cuestión de tiempo, no lo pudieron evidenciar en carne propia. Entre otras cosas, Perón se ocupa de la inclusión, en el siguiente mensaje a la Juventud:

"Madrid, 18 de diciembre de 1962

Mis queridos compañeros:

[…] Dentro del Movimiento Peronista, la Juventud representa su futuro, es la garantía de su triunfo y la seguridad de su destino. Por eso, ya en 1951 dije desde los balcones de la Rosada que la JP debía tomar nuestras banderas y conducirlas al triunfo final. […] La vanguardia de todo movimiento nacional ha de estar formada por la juventud […] Nuestro Movimiento cuenta con la juventud porque es idealista, sano y sincero […] Un gran abrazo,

Juan Perón"

Indudablemente, las intenciones de Perón giran en torno a la revalorización del rol de la juventud dentro del movimiento. Aún cuando su relación con los jóvenes atraviese ciertos vaivenes al final de su vida, originalmente no se privó de exageraciones a la hora de expresar la importancia de una JP organizada para liderar el movimiento. Su misión una vez más: provocar convulsión en la sociedad. ¿Quién mejor que la Juventud para emprender el camino de la lucha armada? Ciertamente, las nuevas generaciones eran las más indicadas, naturalmente por la vitalidad que las caracterizaba pero también por su frescura política y su espíritu idealista. Perón, encontró en ellos lo que buscaba: jóvenes utópicos e inexpertos de inocente ímpetu revolucionario. Al margen de su supuesta ingenuidad, cuya certificación es compleja y excede mi análisis, lo que aquí se quiere subrayar es la estrategia de Perón. No se trata de argüir sobre la pureza de la juventud sino de recalcar los propósitos del líder.

Retomando el discurso peronista, en el siguiente mensaje del 5 de junio de 1963, de nuevo, Perón expresa su voluntad de que los jóvenes empiecen a liderar el futuro:

" El futuro es de la juventud y si no mediaran otros factores, la supresión biológica aseguraría el triunfo a los jóvenes. Sin embargo, hay que acelerar el proceso, porque la evolución del mundo no espera. Es preciso comprender que nuestro país está viviendo horas decisivas […] Sólo en la fortaleza y decisión de tornarse invencibles, se puede basar la seguridad de la Liberación del Pueblo Argentino.

Juan Domingo Perón"

Desde su origen, el peronismo discursivo contiene frases como "momentos graves" o "horas decisivas", pero con el paso del tiempo, el nivel de urgencia va en aumento. Tanto los años sesenta como los setenta representan una época clave a nivel global, en cuanto a precipitaciones y apresuramientos. La prédica revolucionaria mundial reconocía el carácter inevitable e inminente de los cambios estructurales en el aspecto sociopolítico.

El 17 de octubre de 1972, Perón escribía:

" Frente al cuadro que presenta la situación argentina y las amenazas que se ciernen sobre su futuro inmediato, no se puede esperar más para lanzar una acción decisiva de reconstrucción porque dentro de cinco meses puede ser tarde para hacerlo"

Al margen de la cuestión de época, que Perón no ignoraba ni le era indiferente, retomemos el asunto generacional. El 23 de febrero de 1971, en un mensaje A los compañeros de la Juventud Perón pronuncia su frase célebre:

"…Tenemos una juventud maravillosa, que todos los días está dando muestras inequívocas de su capacidad y grandeza. […]Yo tengo una fe absoluta en nuestros muchachos que han aprendido a morir por sus ideales…"

El último conjunto de discursos de Perón en el exilio hace referencia a sus "guiños" hacia otras fracciones ideológicas, tradicionalmente antiperonistas.

En enero de 1960, Perón escribía las siguientes instrucciones para los peronistas:

"proscribiendo a la mayoría popular y declarando fuera de la ley al justicialismo y al comunismo

Juan Perón"

Este fragmento corresponde a un mensaje que ya se citó en el primer grupo. Sin embargo, vale la pena resaltar la estrategia de Perón para posicionar al justicialismo a la par del comunismo. Como se ha señalado previamente, tras su derrocamiento el peronismo pasa a formar parte del bando de los "perseguidos" donde históricamente yacían los sectores de izquierda. Paradójicamente, había sido justamente Perón quien había practicado una política de asedio hacia el sector comunista y al laborismo sobreviviente. Pero lo cierto es que, tal como lo planteaba J.W. Cooke, en el escenario internacional, el peronismo y el comunismo compartían, al menos, la posición de exclusión del sistema legal. Por otra parte, los hostigamientos sufridos por obreros peronistas y comunistas eran prácticamente de la misma magnitud. Interesante punto de partida para el acercamiento entre socialismo y justicialismo.

Dado que la estrategia de Perón en esta etapa consiste en sumar adeptos, contribuyendo a la diversidad de su movimiento, la retórica cumple un papel protagónico en la aproximación discursiva. En esta línea se entiende la siguiente frase del mensaje para la juventud del 18 de diciembre de 1962 (ya citado en el segundo grupo):

"…La vanguardia de todo movimiento nacional ha de estar formada por la juventud…"

Lo llamativo del fragmento radica en el empleo de la palabra "vanguardia", que no corresponde al lenguaje propio del justicialismo, hasta entonces. Claro que, gradualmente, éste y otros términos característicos del léxico marxista se irán incorporando al discurso de Perón y de los peronistas en la Argentina, a medida que la distancia retórica entre la patria socialista y la patria peronista disminuya.

En octubre de 1963, Perón afirmaba:

"Todos los pueblos del continente se encuentran empeñados en una lucha por su liberación. No sucede otra cosa en casi todos los pueblos del mundo que no desean someterse a los imperialismos dominantes al este o al oeste de la Cortina de Hierro. […] Hace casi veinte años, los justicialistas lanzamos la tercera posición que aparentemente cayó en el vacío, pero ha pasado el tiempo y las circunstancias actuales nos demuestran que una gran mayoría de naciones se han ido colocando en esa posición, que los pueblos comienzan a hacer sentir su acción […] pero el pueblo argentino está con una fe encendida, inculcada una doctrina y producido una mística […] Afortunadamente, para enfrentar la lucha por nuestra liberación, no estamos solos. Muchos otros pueblos que luchan por lo mismo son solidarios."

Del apartado anterior se desprenden varios elementos a analizar. En primer lugar, el justicialismo aparece como movimiento precursor en su doctrina internacional. Perón busca introducir a su Tercera Posición como la pionera de los movimientos de liberación que afloraron en la posguerra. Su estrategia, entonces, se corresponde con la de aproximarse a la izquierda, aunque estableciendo cierta superioridad frente a ella, particularmente en el citado documento. No obstante, si bien el peronismo estaría exactamente en la misma posición que las diferentes versiones de revolución social y nacional, Perón no pierde oportunidad para recordar que la Tercera Posición (y por lo tanto estos movimientos de liberación también) mantienen su equidistancia con los dos imperialismos. Es decir, que la alineación de estas experiencias (el ejemplo más claro es Argelia) con su propia doctrina, de ninguna manera obliga a Perón a congeniar del todo con el comunismo, sino que por el contrario, le permite girar a la izquierda manteniendo una distancia prudencial de la URRS.

El segundo punto destacable de su mensaje tiene que ver con la solidaridad entre pueblos que luchan por el mismo ideal. En efecto, Perón procura establecer vínculos entre movimientos de liberación similares (especialmente en Latinoamérica), de manera que "el pueblo argentino esté hermanado con otras causas más allá de sus fronteras".

Por último, habría que dedicarle unas líneas a la cuestión de la fe y la mística. Como se ha señalado, la fuerza irracional del mito es un factor indispensable para el proceso de radicalización social y Perón no lo ignora. En efecto, la incorporación de palabras como fe encendida y mística en su discurso pone de manifiesto la apreciación del líder acerca de su importancia.

Ahora bien, en la segunda parte del mensaje antes citado aparecen algunos nombres inesperados, que llamativamente vienen a protagonizar un esquema comunista, válido para el peronismo (desde la perspectiva que Perón busca imponer):

" Todos los movimientos revolucionarios de la liberación cumplen ineludiblemente cuatro etapas. La doctrinaria, el golpe de estado, la dogmática y la de la institucionalización. Si tomamos como ejemplo a la revolución marxista en Rusia, Lenin representa la etapa doctrinaria, Trotsky el golpe de estado, Stalin la etapa dogmática, y Kruschev la de la institucionalización. Nuestro movimiento no puede escapar a este mismo esquema. Nuestra generación ha realizado la etapa doctrinaria[…] Se impone ahora el cumplimiento del resto. De ello se infiere la importancia que para el éxito total de la empresa de liberación representa el devenir de las futuras generaciones…"

El ejemplo de la Revolución Rusa es verdaderamente sorprendente, pero la adaptación de la historia del peronismo al esquema soviético lo es más aún. En el paralelo entre Rusia y la Argentina, Perón ocupa el lugar de Lenin, representando la etapa doctrinaria. En cuento a las generaciones futuras, las directivas resultan algo complejas: encarnar a Trotsky, Stalin y Kruschev al mismo tiempo. En fin, si algo queda claro es que el lenguaje marxista empieza a ganar terreno dentro del peronismo discursivo. La siguiente carta de Perón a la JP es un ejemplo más que elocuente:

" Madrid, 20 de octubre de 1965

¿Qué busca el Peronismo? No intentamos de ninguna manera, a sustituir un hombre por otro; sino un sistema por otro sistema. No buscamos el triunfo de un hombre o de otro sino el triunfo de una clase mayoritaria, y que conforma el pueblo argentino: LA CLASE TRABAJADORA. Y porque buscamos el poder, para esa clase mayoritaria, es que debemos prevenirnos contra el posible "espíritu revolucionario" de la burguesía. Para la burguesía, la toma del poder significa el fin de su revolución. Para el proletariado -la clase trabajadora toda del país- la toma del poder es el principio de esta revolución que anhelamos, para el cambio total de las viejas y caducas estructuras demo-liberales."

La primera parte que refuta "sustituir un hombre por otro" muy bien podría comprenderse desde el lenguaje de la Teología de la Liberación. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, así como todos los fragmentos católicos radicales que acabaran en el peronismo revolucionario, sostenían permanentemente que <<su lucha no era del hombre contra el hombre, sino contra las cosas que lo enajenan>>. Es imposible determinar si efectivamente, Perón tuvo en cuenta las concepciones cristianas al formular esa frase, pero de lo que no hay duda es que sí quiso plantear un proceso verdaderamente revolucionario, que apuntara a la modificación absoluta del sistema. Para 1965, probablemente, Perón entendía perfectamente, que en la Argentina millones de jóvenes estaban a la espera de esas palabras rotundas.

Por otra parte, la totalidad del texto está escrito en código marxista, especialmente en lo relativo a la burguesía. La reflexión sobre el rol de la burguesía en la revolución es más que similar al pensamiento de Lenin, al respecto. Además, el descamisado histórico es reemplazado por el proletariado y la revolución social por la violenta toma del poder.

A continuación me ocuparé de la célebre carta de Perón al Movimiento Peronista con motivo de la muerte del "Che" Guevara.

" Madrid, 24 de octubre de 1967

Compañeros:

Con profundo dolor he recibido la noticias de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del pentágono mantienen a los pueblos oprimidos.

Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el comandante Ernesto "Che" Guevara.

Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir.

He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigos del Peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo fuera cierto que en 1951 haya estado ligado a un movimiento golpista, ¿Qué edad tenía entonces? Yo mismo siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Yrigoyen. Yo también en ese momento fui utilizado por la oligarquía. Lo importante es darse cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡Vaya si el Che los enmendó! […] Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuaros del privilegio. La mayoría de los gobiernos de América latina no van a resolver los problemas nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante esto no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar en la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. […] El peronismo consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto Che Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica.

Juan Domingo Perón"

En principio, Perón busca establecer cierta familiaridad entre el justicialismo y todos aquellos movimientos de liberación que estaban naciendo en el continente. Perón conocía perfectamente la dimensión de la figura del Che Guevara ya no sólo en Latinoamérica, sino en el mundo. Claro, que el impacto de su carta estaba más precisamente orientado a todos aquellos argentinos que simpatizaban con el guevarismo, no sólo aquellos que subscribían a su doctrina (PRT-ERP o proto FAR, entre otros) sino también a todos aquellos jóvenes que percibían la figura del Che como la de un héroe magnánimo. En Argentina particularmente, este último grupo no era numéricamente despreciable, ni mucho menos.

Lo cierto es que, aprovechando la circunstancias de una muerte de tal magnitud, Perón se apura a desmentir aquellas versiones que asociaban a Guevara con el antiperonismo (una contrariedad para la estrategia peronista). En rigor, para ligar su movimiento aún más al del continente, Perón se apoya en los siguientes puntos: injusticia, miseria, explotación, valentía y decisión por un lado, y en la coincidencia del enemigo (imperialismo y oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del pentágono) por otro.

Asimismo, se destaca la reivindicación de aquellos valores (sacrificio revolucionario y desprendimiento material) que conformaban una parte esencial en el lenguaje de la izquierda revolucionaria (peronista o no peronista) pero que ciertamente le resultaban ajenos al peronismo discursivo de las décadas anteriores. Sin embargo, Perón no deja de recalcar a la justicia (icono del movimiento) dentro del léxico compartido por las "causas de los pueblos que luchan por su liberación".

No obstante, hay un segmento de la carta que adquiere mayor relevancia visto desde el contexto de las organizaciones armadas, que se debatían entre peronismo y socialismo. Perón da un paso realmente atrevido en su discurso al incluir a su movimiento dentro de las revoluciones socialistas. Asevera que no deben importar los sellos pues, de todas formas, el objetivo es el mismo. Por supuesto que por afirmar lo siguiente en una carta, Perón no está obligado a cumplirlo a raja tabla. Pero, sin duda, el impacto sobre la izquierda revolucionaria es grandioso y sus palabras sientan precedente. De cualquier manera, siempre el nivel de ambigüedad es suficiente para asegurar la inexactitud de la definición, en este caso, de "fines socialistas". No obstante, alcanzaba para que aquellos que quisieran ver en Perón a un socialista en potencia, pudieran creerlo y sobretodo tuvieran pruebas para justificarse.

Finalmente, Perón describe al Peronismo como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario subrayando la condición de nacionalismo que subyace en la lucha del pueblo de América Latina. La búsqueda de solidaridad entre movimientos socialistas y nacionales mantiene un margen relativamente amplio, teniendo en cuenta la variedad de sectores de una u otra ideología.

Por último me ocuparé de la siguiente carta dirigida a Juan García Elorrio, fechada el 20 de julio de 1969, en donde Perón reflexiona sobre el Cordobazo:

"Yo creo, amigo García Elorrio, que no sólo allí sino también en el mundo se inicia la Primera Revolución mundial, que después de la Revolución Francesa de 1789, no se había producido. La revolución comunista fue una revolución rusa que por numerosas razones se frustró como revolución mundial. Lo ocurrido en mayo de 1968 en Francia tiene un significado mucho mayor que el que se ha tratado de hacer aparecer. Lo ocurrido en la argentina un año después (mayo de 1969) con sus mismas características, objetivos y formas de ejecución, demuestran claramente la influencia que el Justicialismo ha tenido en las masas argentinas que desde hace ya veinticinco años tiene ideas claras sobre el contenido revolucionario. Piense que después de Francia, ha sido el primer país que ha reproducido el fenómeno."

El argumento más importante del párrafo anterior, sin duda, corresponde al papel que le otorga al justicialismo dentro del proceso revolucionario argentino. Nuevamente, la estrategia de Perón consiste en ubicar la experiencia peronista como precursora en el territorio nacional y fuera de él. Por supuesto, también lo alinea con los hechos ocurridos en París, en mayo del `68 y a su vez, ambos como parte de lo que llama Primera Revolución Mundial. Este no es un dato menor si se tiene en cuenta los receptores del mensaje. García Elorrio era el director de Cristianismo y Revolución y por ese entonces, ya se había desvinculado de los jóvenes católicos del Comando Camilo Torres, futuros Montoneros. De todas formas, lo que está claro es que Perón sabía que los destinatarios de su mensaje estarían ligados al pensamiento cristiano revolucionario y así, no perdió oportunidad de manifestarse sutilmente a favor de su causa. El primer guiño claro tiene que ver con el fracaso de la revolución rusa, como aporte al descrédito del comunismo e incentivando las ideas revolucionarias de la época. Además, sostiene que el Cordobazo forma parte de la misma corriente del mayo francés, y por supuesto que el pensamiento justicialista había preparado el terreno de la revolución en la Argentina.

En fin, el lenguaje empleado por Perón en esta carta no difiere mucho de las anteriores aunque con sutileza, el líder orienta los hechos en concordancia con el receptor de la misma.

La carta continúa con la misma frase(ya citada) que repite meses después a las FAP:

<<Ustedes son la guerrilla que vienen a combatir a los que quieren vender la muerte climatizada con el rótulo de porvenir>> decía el famoso letrero en el Barrio Latino de París en mayo de 1968… y otro no menos expresivo, levantado en La Sorbona, decía: <<La revolución que se inicia pondrá en duda no sólo la sociedad capitalista sino la sociedad industrial. La sociedad de consumo debe morir de muerte violenta. La sociedad enajenada debe desaparecer de la historia. Estamos intentando un mundo nuevo y original. La imaginación ha tomado el poder>>. Ambas cosas las hemos visto reproducirse en la Argentina y , nosotros, los peronistas, las hemos venido realizando desde 1945 en la medida que nos ha sido posible en un medio no preparado ni esclarecido…"

Esta vez, el letrero del Barrio Latino es acompañado por otro similar que enfatiza el carácter radical del proceso revolucionario. Cabe destacar que no es para nada azarosa la elección de esta segunda frase pues es infaliblemente compatible con los ideales del cristianismo revolucionario. La crítica a la sociedad de consumo, al capitalismo y al individualismo que enajenan al hombre corresponde exactamente con las preocupaciones de la Teología de la Liberación. Por otra parte, Juan García Elorrio se consideraba seguidor del pensamiento guevarista, además de revolucionario cristiano. La alusión de la carta al mundo nuevo y original es la perfecta síntesis entre el hombre nuevo del Che Guevara y el mundo que procuraban los Sacerdotes del Tercer Mundo.

CONCLUSIÓN

El discurso de Perón en el exilio se caracterizó por destacar asiduamente la palabra liberación y aquellos temas afines, como la violencia y la radicalización. Además, el segundo y el tercer conjunto de mensajes hacían referencia a la ampliación de receptores del discurso, a través de la inclusión de nuevas generaciones y de otros sectores (principalmente socialistas y nacionalistas). A lo largo del estudio, se hizo hincapié en la estrategia de Perón, que invariablemente consistía en adaptar su lenguaje a los destinatarios del mensaje. Mientras en el primer grupo de discursos subyace el objetivo de fomentar la lucha armada dentro del peronismo, en los otros dos, la táctica radicó en sumar adeptos al proceso revolucionario. Todo esto converge en un solo propósito: el retorno de Perón al país. No hay duda de que este fue el principal proyecto del líder. Lo demás sólo formaba parte del camino y de los medios necesarios para concretar el fin.

Ahora bien, que las intenciones de Perón fueran precisas no implica que el impacto haya sido el deseado. El objeto de Perón se ve, al menos superado, y sus palabras adquieren una relevancia particular entre el peronismo y la izquierda revolucionaria. Ergo, corresponde ahora, analizar la asimilación de los mensajes por parte de estos grupos.

BIBLIOGRAFÍA

Anzorena, Oscar. Tiempo de Violencia y Utopía. Buenos Aires: Editorial Contrapunto, 1988

Baschetti, Roberto. Documentos de la Resistencia Peronista.1955-1970. Buenos Aires: Editorial de la Campana, 1997

Correspondencia Perón-Cooke. Buenos Aires: Granica Editor. 1° edición: 1972 y 2° edición: 1973. TOMO I y II

Sigal, Silvia y Verón, Eliseo. Perón o muerte. Buenos Aires: Eudeba, 2003

 

Guadalupe Rojo

Este trabajo forma parte de la tesis presentada para la Universidad Di Tella "¿La Patria Socialista? Un estudio sobre la izquierda armada peronista.

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