La adaptabilidad cultural como parte de la Ecología de la Cultura (página 2)
Enviado por Lic. Silfredo Rodr�guez Bass�
Existe un consenso general dentro de la ecología cultural de concebir la primera como relaciones, o sea entre la sociedad y la naturaleza, cuya adjetivación de lo cultural implicaría que las mismas estarán mediadas por los modos en que el hombre, como ser social impacta sobre la misma, como un fenómeno históricamente determinado. El manejar genéricamente el término naturaleza, implicaría el empleo de otros aspectos ínterdisciplinares o tomados de otras ciencias, incorporados a la antropología como hábitat, entorno, ecosistema, recursos naturales, etcétera. Para la antropóloga venezolana Hebe Vessuri, la cuestión de los métodos, técnicas, teorías, vendría a complementarse como estrategia de investigación en materia antropológica vinculada a cuestiones ecológicas con el estudio de… un amplio rango de respuestas humanas, culturales y biológicas a problemas ambientales, factores, procesos y ciclos que afectan o están directamente conectados con la sobrevivencia, reproducción, desarrollo, longevidad o posiciones espaciales de las personas.
Las variadas teorías sobre la evolución sociocultural darían,. En la relación hombre-entorno una importancia cardinal a la tecnología, expresado en distintas propuestas topológicas que superarían la concepción unilineal spenceriana.
Lewis Henry Morgan (1818-1881), en su Ancient Society (1877)…propone un esquema en el que cada etapa evolutiva se corresponde con ciertos tipos de tecnología y subsistencia. Al referirse al salvajismo como estadio inferior evolutivo expresa:
El salvajismo fue el período formativo de la raza humana. Empezando de cero en conocimiento y experiencia, sin fuego, sin lenguaje articulado y sin artes, nuestros progenitores salvajes dieron la gran batalla, primero por la existencia y luego por el progreso, hasta que estuvieron seguros de los animales feroces y aseguraron una subsistencia permanente.
O sea, que la subsistencia dentro de un medio hostil, de que el hombre haya podido crear su propia cultura material y espiritual expresada en sostenidos avances que le permitirían escalar en la especie animal como el más clásico indicador de progreso y desarrollo, tendría como condición esencial que el hombre haya podido dominar su entorno natural.
Esto pudiera parecer una trivialidad evidente sin embargo, tal y como Morgan lo expone, la batalla por la subsistencia sería una condición permanente y no solo de este estadio al cual llama salvajismo, sino una regularidad tanto de la barbarie como de la civilización. Una conclusión importante sería aquella en la que no solamente los indicadores de evolución y progreso no solamente quedarían signados por lo biológico sino también, por los aspectos vinculados a la producción material.
Esta consideración influirá de una forma u otra en el materialismo cultural, tanto en representantes marxistas y no marxistas en los diferentes modos en que se construyeron y reconstruyeron los diferentes estadios de evolución sociocultural.. La propuesta topológica de Federico Engels (1884), Julián Stewar (1955) y Darci Ribeiro (1968), independientemente del papel que le conceden a la tecnología, una especial importancia en la estructuración sociocultural de las diferentes civilizaciones se asienta sobre la base de las condiciones bióticas y abióticas del medio natural.
En este sentido, uno de los discursos teóricos más importantes residirán en el antropólogo norteamericano Julian Steward (1902-1972). En su Theory of Cultural Change (1955), expone su concepto de adaptabilidad cultural en estrecha relación con la tecnología como condición del cambio cultural, lo que le permitiría reformular las concepciones anteriores con un esquema particular de evolución multilineal. Un aspecto importante de su teoría se basaría en que la cultura, a diferencia del resto de la demás especies, condicionaría la adaptación del hombre a su entorno como expresión de lo superogánico spenceriano.
El intentar exponer un concepto particular de ecología cultural, Steward conciente que el mismo engloba los conceptos de ecología biológica, humana y social. Si la cultura es entendida como un complejo total, la diversidad biológica y sociocultural comprende lo ecológico visto en el sentido de que el hombre en su multiplicidad de expresiones, sentidos, y trasformaciones es parte indisoluble del medio, de ahí que lo creado forma parte del medio ecológico que incluye toda la obra creada por el ser humano como parte de la naturaleza misma.
Para Steward la ecología es la adaptación al entorno. Mas adelante considerando lo integrador del concepto sostiene que…naturalmente el concepto de ecología ha llegado a incluir seres humanos, ya que estos forman parte del tejido de la vida en la mayor parte del mundo , este inserta el factor superorgánico de la cultura, que también afecta y es afectado.
El interés de Steward por una nueva epistemología del cambio cultural lo indujeron a reconstruirla sobre la base de las teorías que de una u otra forma dirigían su atención hacia la relación entre el medio natural y la cultura.
De ellas, una de las principales dirigía su principal punto de atención hacia como el medio geográfico definía, por sus características naturales, el hecho cultural o sea, el modo en que se estructuraría la sociedad ya sea simple o compleja. En ello el entorno funcionaria como una variable determinante, de ahí la denominación de determinismo geográfico. En este sentido cabría preguntarse: ¿Cómo es posible que países con grandes recursos naturales aun mantengan tipos culturales con grandes asimetrías socioeconómicas? Por otra parte, en contraposición, se reconoce el papel que el medio desempeña en la cultura pero no se le concede el papel determinante.
Para la posición denominada como el posibilismo cultural, el hecho cultural estará determinado por la difusión cultural o por lo trasmitido de una cultura a otra.
Steward para su reconstrucción partiría de concepto de adaptabilidad. Para él, la ecología cultural debe estudiar la relación entre la cultura y el medio ambiente que el identifica con el entorno. El primero visto como efecto y segundo como causa, sin restarle lo causal activo que la cultura puede desempeñar. De ahí lo anteriormente señalado sobre la asimilación al medio mediante la cultura. Sin embargo, su posición fluctúa entre el determinismo y el posibilismo.
Considera mediante lo anterior, la cultura dentro de la ecología mediante el núcleo cultural. En este se insertan los rasgos más vinculados con la subsistencia y la economía y en segundo lugar, los rasgos secundarios que se relacionan con lo histórico, lo cultural, lo religioso, lo innovador, entre otros de índole superestructural.
La diferencia entre ambos se establece en al grado de relación con el medio lo cual consideramos de cierta relatividad ante le función que lo religioso a tenido y mantiene en las cultural tanto simples como complejas. Lo más interesente lo concibe sobre la base del común denominador de las leyes que, dentro de la adaptabilidad se convierten en comunes para culturas con núcleos culturales iguales en los que se producen manifestaciones secundarias distintas. Esto último revela la inconsistencia del viejo determinismo geográfico reconociendo como las particularidades relacionadas con la cultura y la sociedad, no pueden ser explicados solamente a partir de las condiciones físico-naturales.
En uno de sus más importantes artículos, la antropóloga Kay Milton, profesora titular de Antropología Social en la Queen’s University de Belfast afirma:
Algunos de los fenómenos que más interesan a los antropólogos, tales como los sistemas de intercambio, las pautas matrimoniales, las definiciones de parentescos, las instituciones políticas, etcétera, mostraban variaciones muy marcadas dentro de áreas donde la topografía y el clima eran relativamente uniformes. . Cualquiera que fuera el papel que jugaran los factores medioambientales en la formación de las culturas humanas era obvio que no lo hacían de un modo tan linealmente determinista como los antiguos teóricos habían imaginado.
Precisamente en este punto, Kay Milton, destaca el papel de Steward quien representará lo que ella denomina la segunda ola de entusiasmo por el determinismo medioambiental al proponer un modelo de análisis que permitiría identificar las limitaciones de determinismo lineal de la antropogeografía. Considerando la opinión de la antropóloga, la consideración de núcleo cultural al cual se relacionan algunos rasgos culturales revela la relativa superación determinista al considerar las variaciones locales que se manifiestan en las culturas ante el grado de influencia de lo factores ambientales. En el primer nivel de esta metodología se ubica el como la presencia o ausencia de un factor ambiental específico permite el uso de un tipo concreto de tecnología.
En segundo lugar, el uso de un tipo concreto de tecnología, genera un modelo específico de comportamiento constituyendo el tercer paso metodológico, la observación de que las formas de comportamiento requeridas para hacer funcionar un determinado tipo de tecnología afectan otro rasgo cultural. La limitación mas evidente según Kay se encuentra precisamente en el como Steward no dejaría claro en el como establecer una distinción entre aquellos rasgos que se relaciona estrechamente como un efecto de los factores ambientales y los que no dependen de los mismos, lo que hacia que el concepto del núcleo corriese el riesgo de disolverse en la totalidad de los rasgos culturales.
Este aspecto, en primer lugar revela la influencia de las naturales limitaciones del determinismo que en la metodología de Steward no le permiten establecer esta distinción y en segundo lugar, la necesidad de esclarecer como los llamados rasgos secundarios pueden ser afectados por la influencia de los mismos procesos que se insertan dentro de estos. Cuando la antropóloga venezolana, Hebe Vessuri enfoca el surgimiento de la antropología ecológica o ambiental la concibe como el resultado…de la búsqueda de metodologías, técnicas de recolección de datos y herramientas analíticas más satisfactorias que las que ofrecía el enfoque ambiental de la antropología sociocultural (la así llamada ecología cultural de Steward, 1955. Para ella, las limitaciones de Steward estarían precisamente en presupuestos conceptuales trasndisciplinares que concibieran la multiplicidad de las respuestas humanas tantos culturales como naturales, cuya investigación requeriría de nuevas reconceptualizaciones como el concepto de ecosistema o la asimilación de nuevas técnicas y métodos de otras disciplinas tanto, de las ciencias naturales como humanísticas que permitieran abordar otras dimensiones e interrogantes.
Sin embargo una de las más evidentes aportaciones de la metodología de Steward estaría en el materialismo cultural que Marvin Harris sostendría sobre la base del concepto de adaptabilidad como mecanismo explicativo. Mediante ello, la racionalidad adaptativa materialista de todos los rasgos culturales lo conduce a la consideración de la cultura como modo de adaptación por lo que constituye una validación importante del la teoría ecológica sin embargo, el mismo no le permite superar el clásico determinismo al continuar concediéndole a los factores ambientales un papel de significado para sostener su teoría incluyendo todos los rasgos culturales.
Dentro de la construcción teórica de la ecología de la cultura, la relación no se limitaría a abordar en vínculo entre ecología y cultura sino también entre ecología y economía lo que permite comprender la dinámica en que la misma funciona cuando de relación con el medio se trata. Durante la década de XX del siglo pasado los intentos de hallar esta relación serian asumidos por R. F. Barton y Bronislaw Malinowski con sus investigaciones en el Pacifico, Ellsworth Huntington con su propuesta del desarrollo antropogeográfico, los artífices de la escuela de la ecología urbana de Chicago entre los que se destacan Robert Ezra Park y Ernest W. �ork�s, el intento por delimitar loas areas naturales de los grupos indígenas de Alfred R. Kroeber y Clark Wissler, que influyo durante toda una época en la antropología económica representada por C. Daryll Forde.
Los puntos de ruptura y superación que se reflejarían en el colapso del determinismo, se producirían para las décadas del 60 y el 70 con las observaciones empíricas realizadas, las que evidenciaron el cómo los rasgos culturales se hacen marcadamente variados con independencia de los factores ambientales lo que evidencia, que los modos de adaptación no dependen exclusivamente de las condiciones del entorno lo que reforzaría el papel de las prácticas culturales las cuales precisamente no contiene un carácter adaptativo sino, que pueden conducir a la desaparición y aparición de viejos y nuevos rasgos o la extinción definitiva de otros, e incluso de culturas. El enigma de la desaparición de la cultura maya, contiene la presencia de variadas hipótesis que se mueven en torno a la influencia de factores ambientales. Según investigaciones realizadas en el 2003, estas concluyen que el colapso de esta civilización estuvo condicionada por una prolongada sequía de aproximadamente dos siglos que afectó al sur del Caribe, la cual se deduce sobre la base de un estudio de sedimentos de entre el 750 al 950 de n. e. Según el científico alemán Gerald Haug, del instituto germano Geoforschungszentrum, "La situación meteorológica pudo influir de forma decisiva en la desaparición de este pueblo". Más, sin embargo nos tocaría preguntar:
¿Cómo la cultura se ha convertido durante el proceso civilizatorio en una condición para la adaptación al entorno y la vez, el entorno se ha convertido en un factor generador de cultura?
Ya anteriormente se había aclarado que el progreso humano partiría de la subsistencia o el dominio de la naturaleza.
La diversidad humana ha estado signada por las diferencias condicionadas ya sea, por las climáticas, por la posibilidad de recursos o el grado y capacidad de interacción con los ecosistemas, lo que ha incidido sostenidamente en el proceso civilizatorio. Que los egipcios a orillas del Nilo hayan creado un estado despótico y centralizado o los griegos se hayan caracterizado por su conformación en polis como modelo de estructuración sociopolítica en la que en común hayan atravesado por el modo de producción esclavista con sus características típicas, contiene una alta dosis de condicionamiento cultural en vinculación con el medio natural. O sea que no solo mediante la tecnología sino también, mediante el modo en que se organiza la producción, la política, el estado, la religión el hombre o la clase en el poder, podrá obtener un grado necesario de gradación para reproducirse y reproducir el modo de su vida social e interactuar, sin afectar ni ser afectado por el entorno.
Las terrazas incaicas, necesitaban de una elevada cooperación de forma coordinada ante lo irregular del relieve que no garantizaba la retención de las aguas y que llegaban a provocaban la aridez del terreno al practicar la agricultura como actividad económica. Estas y otras formas de actividad como expresiones de cultura, posibilitarían la adaptabilidad expresada en crecimiento demográfico, dominio de la tecnología, construcción de ciudades, templos religiosos o el erigir su propia mitología.
Al estudiar las culturas clásicas del oriente antiguo Carlos Marx incorpora al modelo de evolución sociocultural variantes universales del proceso civilizatorio que incluyen el modo de producción asiático, el antiguo clásico, el esclavo y el germánico. Sobre este aspecto el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, al analizar la topología marxista junto a las de otros como Gordon Childe (1937) o el propio Steward (1955) propone un modelo de evolución el cual conceptualiza como proceso civilizatorio, cuya principal contribución reside en el aporte de una nueva teoría que incluye a las sociedades subdesarrolladas que emergieron del colonialismo en América Latina.
Cuando concibe su concepto de evolución sociocultural como modo de expresar la validez del mismo, expone:
Procuramos prestar mayor congruencia e instrumentalidad al concepto de etapas evolutivas mediante la construcción de cada formación sociocultural como una constelación particular de ciertos aspectos del modo de adaptación a la naturaleza, de ciertos atributos de organización social y de ciertas calidades de su visión del mundo.
Aunque no se observa una definición clara del concepto de etapas evolutivas este, como complemento de proceso civilizatorio, comprende los aspectos adaptativos particulares en lo general y particular de cada grupo humano lo que le concede al concepto de adaptabilidad cultural, una importancia de significado para la comprensión de los distintos procesos culturales en su relación con el entorno. Los diversos modos de convivencia son tangenciales a los diversos modos de cultura particular que, expresados en la posibilidad o gradación de escala de supervivencia, dominio y trasformación del medio social expresarán el desarrollo tecnológico, económico, político y social de la etnia, clan, o grupo social.
Al conceptualizar además los grados en que el hombre construye su cultura, Darcy decodifica este proceso en tres sistemas: el adaptativo, el asociativo y el ideológico.
Sobre el primero, a los efectos de análisis lo define como… el conjunto integrado de modos culturales de acción sobre la naturaleza, necesarios para la producción y reproducción de las condiciones materiales de existencia de una sociedad.
Este lo relaciona con los anteriores elementos superestructurales que complementan el organismo social interactuando con el asociativo traducido en las instituciones de vida política, económica, social; el Estado, la familia, la iglesia; cuyos valores, creencias, mitos, símbolos, modos de actuación, valores, identidades conforman el cuerpo ideológico. O sea, los distintos modos en que se erige la cultura, en sus distintos modos se establecerá la interrelación sistémica entre el entramado ecocultural y los restantes elementos sociales que se edifican sobre la base de de los procesos adaptativos.
Por ejemplo, que la ciudad azteca de Tenochtitlan se haya convertido en una de las más pobladas ciudades de la América precolombina en comparación incluso con algunas de Europa, tendría en el uso de la tecnología de las chinampas y el trabajo con alta integración social una solución adaptativa ante la encases de tierra firme al asentarse en el lago Texcoco, de ahí que la integración de otros elementos como los migratorios, militares y de subsistencia se asociarían para que la misma se ubicase en la clasificación de alta cultura. Una interesante reflexión en este punto lo hace la propia Vessuri cuando en lo que ella denomina como mecanismos culturales de innovación tecnológica, ubica el ejemplo magistral de las sociedades andinas, las cuales pudieron superar todos los escollos de altitud, clima, formas de cultivos, escasez hídrica empleando variantes y tipos de cultivos que hoy denominamos alternativos, los que en la actualidad pudieran restituir las mas variadas formas de adaptación que pudieran operarse en las sociedades emergentes o en desarrollo como modos de suplir la escasez alimentaría o de agua, mediante las formas variadas en que se operó la racionalidad complementaria de aquellas sociedades en materia de ecología.
Lo mismo ocurre con las culturas precolombinas del Caribe Insular, cuyas clasificaciones por consideraciones más recientes, respondían a los propios procesos adaptativos que al simple hecho de limitar su ubicación por la regularidad de que sus actividades económicas, sociales o religiosas fueran típicas de zonas costeras o boscosas. Si los grupos indocubanos se establecían ya sea en hábitat marinos o asentados en zonas pantanosas, respondían más a razones de subsistencia que a un modo regular de clasificarlos por el dónde y como vivían. Las evidencias más recientes de hallazgos en zonas de pantano posibilitaron, romper con el esquema tradicional de clasificación de asentamientos Tainos por el común de ubicación de residuarios arqueológicos en tierra firme.
Esta relación sistémica Riberiana nos adentra en interrogantes que permiten conceder un valor metodológico, para el análisis de este proceso desde varias dimensiones antropológicas. La primera: Si el punto de partida de este proceso se concibe desde los procesos adaptativos ¿cómo a la vez, desde una concepción de sistema pudiera realizarse desde lo asociativo o lo ideológico?, y la segunda, ¿Qué significado a los efectos de análisis, contiene esta relación sistémica para la ecología cultural?
En la primera se hayan, algunas claves de referencia para considerar teóricamente, como los procesos ya sea asociativos o ideológicos producen y reproducen los adaptativos, lo que refuerza a la vez el papel que desempeñan los procesos socioculturales. En el primero se inserta el como las instituciones, el Estado, las relaciones de producción, de propiedad o las clases pueden en correspondencia con el sistema ideológico ya sea traducido en creencias, valores, tradiciones comunes; generan positivos o negativos efectos introductores de beneficios o traumatismos, ya sea en forma de una ley de protección, proyecto de intervención o promoción de desarrollo de una localidad o comunidad o, la consiguiente devastación de una prueba nuclear o un derrame de desechos o basura radioactiva en un atolón o bahía, por mencionar algunas zonas de riqueza ecosistémica condenadas a desaparecer ante este tipo de depredaciones.
En este sentido cuando el debate ideológico actual se traduce en la cuestión de la modernidad o la postmodernidad, el cómo se producen fenómenos sociales, culturales y políticos de gran impacto en las sociedades contemporáneas, nos lleva a considerar la pertinencia que el debate ecológico tiene no solo desde la perspectiva de la Cumbre de la Tierra o la del Milenio sino desde la propia ciencia, cuya base teórico-conceptual nos permite comprender que cualquier proceso de desarrollo o solución debe tener en cuenta la adaptabilidad cultural, vista desde la riqueza que contiene su acepción ecológica más general como definición en la que si de trasformaciones profundas se trata de orden positivo en los intentos de desarrollo, por ejemplo local deben considerarse los aspectos culturales con un sentido sustentable y sostenible.
En este sentido la Antropología Aplicada al desarrollo contiene múltiples aristas referenciales que aportan importantes herramientas teóricas para todo tipo de proyecto de carácter interventivo, que contenga como una de sus basamentos la perspectiva émica, o de la cultura desde la cultura. Basail Rodríguez le concede una connotación particular al elemento ideológico al expresar:
La ideología del desarrollo presupone, más que un repertorio de teorías económicas o soluciones técnicas, una determinada concepción de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, y también, un modelo implícito de sociedad considerado como universalmente válido y deseable.
Esta concepción del desarrollo como ideología incluye, que la relación hombre-naturaleza sea una condicionante esencial vista desde una acepción de mayor amplitud que inserta en esta ultima lo propio y tradicional de cada localidad por ende, lo natural incluye lo cultural en estrecho vínculo con lo social. Una Antropología del desarrollo de carácter práctico, cuyo misión y visión consista en la de erigir un hombre gestor de su propio desarrollo, contiene dentro de esta disciplina un profundo carácter epistemológico al concebirse, despojada de modelos antropocéntricos, androcéntricos o eurocéntrico tal y como se expresa, desde la operatividad de los modelos universales positivos con los que cada hombre en su multiplicidad fenoménica, actúa en función de su propio desarrollo ya sea desde su papel como gestor o receptor activo de prácticas dirigidas a promover o intervenir en el cambio cultural o, en base a patrones en que lo endógeno actúe sobre lo exógeno y viceversa o sea, desde lo multicultural y lo unicultural como entidades particulares en los marcos de la globalidad.
Por ende, la ideología del desarrollo al asentarse en los marcos locales no puede obviar que dentro de esas leyes universales con que cada cultura se construye o funciona, se encuadran aquellos que permiten a cada cultura ser ella misma y que por ende los proyectos de cambio deben insertarse dentro de los procesos adaptativos cuya dinámica funciona en ajuste con la realidad en los entornos comunitarios. De ahí que para interactuar con la misma la práctica del antropólogo, esta contiene el principio ideológico de la imaginaria negación de la cultura propia para convivir con la nativa y relativamente distante.
Los traumatismos que ello encierra, como el de la incertidumbre cuyo principio contiene la posibilidad y capacidad de que la adaptación al hábitat cultural y social diverso pueda ser un resorte o un obstáculo para la realización del trabajo de campo o la observación durante la investigación, obliga a discursar sobre los ethos que encierra la alta dosis gnoseológica que contiene la ciencia del desarrollo.
La relación sistémica entre lo adaptativo, asociativo e ideológico para la ecología cultural contiene entre sus múltiples significados, la pertinencia de la alteridad y la otredad insertadas estrechamente con su base teórico-conceptual comprendiendo lo diverso, como singularidad humana más allá de los presupuestos biológicos reduccionistas, haciendo de la analogía spenceriana la analogía de la naturaleza humana en toda su totalidad, lo que enriquece y supera lo filantrópico para ubicarse en la cultura de la sostenibilidad y la sustentabilidad como patrimonios condenados a desaparecer como aquellas especies endémicas, entre las que se halla el mismo ser humano.
Este axioma, opera en sus dimensiones más alarmantes en el aspecto de la cultura, tal y como recientemente se alertara sobre la desaparición de muchas lenguas y dialectos originarios. Según un informe presentado por la UNESCO durante la celebración del Día Internacional de la Lengua Materna en el 2005, en una de sus estadísticas se señala que más de 50 % de las 6000 lenguas que se hablan en el mundo corren el peligro de desaparecer; cada dos semanas una lengua por término medio desaparece. Además, como una especie de discriminación lingüística el 80 por ciento de las lenguas africanas carecen de trascripción escrita.
Por lo tanto, la ecología cultural contendría la adaptabilidad de la mutualidad, no entendida como el mutualismo biológico, sino aquel que comprenda que lo superorgánico encierra la mutualidad de la alteridad cultural como condición sine qua non para la subsistencia común de la especie humana con sus racionalidades e irracionalidades, como antinomias para la comprensión de que la extinción de la cultura contiene la analogía de la extinción del hombre, o sea o desaparecen las culturas y los distintos modos de habitas que la misma contiene, o la adaptabilidad se trasformaría en una cercana utopía para la convivencia ante las problemáticas de la globalidad neoliberal.
La Ecología de la Cultura, como disciplina y campo de estudio de las ciencias sociales y en particular de la Antropología Sociocultural, por contener dentro de sus basamentos teóricos la adaptabilidad como instrumento para la comprensión de la cultura, adquiere la peculiaridad de sentido que actualmente contienen las temáticas ambientales como complejidad total, cuyo discurso ciencia y proyecto trasformador debe ser tangencial con las múltiples y variadas propiedades que el concepto de Burnett Tylor contiene, si se hablara de una ecología de las tradiciones o una ecología de los valores humanos como parte de la ciencia de la preservación y conservación del desarrollo, es decir de la ecología del desarrollo desde la cultura y de la cultura desde el desarrollo. Tal y como la propia Vessuri concibiera la dimensión extra de la responsabilidad dentro de la antropología ambiental o ecológica, al expresar que:
Nuestra conciencia ahora abarca no sólo a Londres y Milán, Paris y Nueva �ork, Moscú y Tokio, México y Buenos Aires, sino también a Benin, Teotihuacan, Machu Pichu y Pul Eliya: no sólo a los italianos, los suecos y canadienses, más también los bororo, tikopianos, diaguitas y guaraníes. Hemos entrado en una nueva era de mundialización, y finalmente estamos en posición de circunnavegar, de hacer nuestras lecturas desde cualquier punto tanto en el tiempo como en el espacio (1986).
Conclusiones:
- La adaptabilidad cultural, más que una simple definición, contiene una fundamentación de significado en lo epistémico, que entre otros aspectos se fundamenta en la tradición teórico- metodológica acumulada en la propia construcción de la antropología en su variante ecológica.
- La relación, cultura entorno, o cultura- naturaleza, o cultura- ecosistema, permite, considerando la ecología cultural de Julian Steward; así como los diversos tratamientos que otros antropólogos han dado al asunto con su crítica correspondiente, reconocer la importancia del papel de la cultura en los procesos adaptativos sin menospreciar la consideración de los de tipo biológicos, o sea la influencia del entorno sobre el hombre.
- Reconocer la importancia de la antropología con su carácter transdisciplinar, en el tratamiento de las sus tan variadas dimensiones, en este caso la ecológica con un sentido no solo académico, sino aplicado y con alta dosis de responsabilidad.
- Necesidad de un tratamiento dentro de la temática ambiental de la antropológica ecológica, principalmente para la consecución de proyectos de investigación de carácter interventivo que contengan, el cómo funciona los mecanismos culturales de adaptabilidad a un nivel local y comunitario.
Bibliografía complementaria utilizada:
CITMA (2001): Introducción al conocimiento del medio ambiente. Suplemento Especial "Universidad para todos", Ed. Academia, La Habana
Engels, F. (1973): Dialéctica de la naturaleza. Ed. Grijalbo, México
Leff, E. (Ed.) (2002), Ética, Vida, Sustentabilidad, Serie Pensamiento Ambiental Latinoamericano, No. 5, PNUMA, México
Leff, E. 2000 Pensar la complejidad ambiental en (coord.) Leff, Enrique. La
Complejidad ambiental (México DF: Siglo XXI/UNAM/PNUMA
Autor:
Lic: Silfredo Rodríguez Bassó
Profesor de Historia y de Antropología Sociocultural. Universidad de Pinar del Río.
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