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Conocimiento ético

Enviado por Jesús Castro


  1. Introducción
  2. Posmodernismo criteriológico
  3. Posmodernismo y desahucie
  4. Conclusión

Este artículo pretende contestar lo más eficaz y sencillamente posible la siguiente pregunta, basada en los estudios profundos del Génesis: ¿Qué son las normas éticas y por qué el ser humano es incapaz de establecerlas con éxito en independencia de su Creador?

Introducción.

Según la Wikipedia, la palabra "moral" tiene su origen en el término latino "mores", cuyo significado es "costumbre". Por lo tanto, "moral" no acarrea de por sí el concepto de malo o de bueno; únicamente, estudia las normas de conducta habituales de una determinada sociedad (como la victoriana, por ejemplo) y señala al mayor o menor grado de apego de tal o cual individuo, o grupo, a dichos patrones costumbristas. Son, entonces, las costumbres las que pueden ser valoradas como virtuosas o perniciosas mediante la Filosofía Moral o Metamoral o Ética. Las morales son muchas y diferentes, y se diferencian de la Ética en que ésta última reflexiona racionalmente sobre las morales con la finalidad de encontrar principios racionales que determinen las acciones correctas y las incorrectas, es decir, busca principios absolutos o universales, independientes de la moral de cada cultura.

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Franco Crespi, italiano, graduado en Leyes en 1954, fue profesor de Sociología en la Universidad del Estudio de Perugia, así como director del Instituto de Estudios Sociales y de la revista Cuadernos de Teoría Social. En su artículo intitulado "Modernidad: La Ética de una Edad sin Certezas" expone las características de la época llamada "posmoderna". La sociedad humana llega a esta etapa después de haber pensado que todo era comprensible, que el hombre no tenía límites; podría decirse que disfrutaba de la reciente "muerte de Dios", la cual lo dejaba como dueño y señor del mundo. Por otra parte, vale decir que la Posmodernidad se inicia cuando el hombre se derrumba ante la evidencia de que también el ser humano "ha muerto" y se da cuenta de que ni siquiera es dueño de sí mismo, una etapa descrita a partir de los siguientes cuatro aspectos:

1. El reconocimiento de los límites del saber. Se da cuando la lógica y las ciencias formales encuentran en sí mismas que su formalidad no abarca todo lo percibible (las ciencias no formales nunca intentaron explicarlo todo, y podríamos decir que desde ciertos puntos de vista tienen una visión más completa de lo perceptible). Ludwig Wittgenstein, al hablar del lenguaje y su interpretación como el problema de la filosofía, y Kurt Gödel, con su teorema de la incompletitud, marcan este aspecto de la posmodernidad más notoriamente. El teorema de la incompletitud de Gödel muestra que los intentos de Russel y Whitehead por tener unas matemáticas limpias basadas en la lógica formal son un fracaso, ya que Gödel representa los axiomas de la teoría de números con números, haciendo del sistema formal de Russel una paradoja. El teorema no sólo muestra esto, sino algo bastante obvio: que todo sistema formal basado en axiomas, no podrá demostrar sus propios axiomas. Por lo tanto, todo sistema formal es incompleto. No hay un sistema formal que pueda abarcarlo todo, porque el todo no tiene principio, y un sistema formal requiere de un principio.

2. Esto nos lleva al aspecto de la ausencia de fundamento, o sea, que no sólo no se han encontrado fundamentos absolutos que expliquen el mundo sino que además no hay tal fundamento o por lo menos es infinito (es como decir que el principio del círculo es todo el círculo). Obviamente hay fundamentos personales. Basándonos en Schopenhauer, la voluntad sería este fundamento. Los axiomas de la mente individual serían las creencias, pero uno primero necesita querer creer en ellos. Y es después cuando uno puede razonar (las razones serían los teoremas), pero basándose en sus creencias.

3. La desaparición del "telos" (ver NOTA a continuación). Así como se acepta que no hay un principio absoluto, se acepta que no hay un fin último; no hay principio ni fin, ni verdades absolutas finitas. Esto lleva a que los medios cobren una mayor importancia que los fines. Es como si la gente hubiera perdido la necesidad de un fin, de una explicación para su existencia. El objetivo de la gente es cómo vivir, y no para qué vivir. Antes del modernismo, podemos decir que la mayoría aceptaba como finalidad de su existencia la propuesta hecha por la religión. Pero hoy día no es así, y la escasa cantidad de personas que necesita una explicación para su vida suele acudir a la religión en busca de ella.

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NOTA:

¿Qué significa el término "Telos"? Significa FIN o FINALIDAD. Es decir, la meta hacia la que se dirige un proceso o hacia el que tiende algo que evoluciona.

Una TELEOLOGíA, es un relato o discurso que plantea que existe un FIN u objetivo ineludible para algo. Por ejemplo: una concepción TELEOLóGICA de la historia humana es aquélla que dice que la humanidad se dirige hacia un determinado objetivo, sin importar si los individuos son conscientes de ello o no. El Marxismo es un discurso teleológico porque dice que inevitablemente la historia de la humanidad se dirige al comunismo.

4. La disyunción entre la situación existencial y social se da en todo su vigor, al no haber ni principios ni fines absolutos. Se podría decir, también, que no hay una respuesta social al sentido de la existencia.

En los últimos años, todo parece indicar que estos aspectos se han complicado aún más, dada la diversidad de explicaciones que se le pueden dar al mundo. Paradógicamente, a pesar de que se acepta fácilmente que no hay verdades absolutas, en ciertos sectores ha aumentado el fanatismo y la intolerancia. Esta reacción pudiera quizás llevar a un retorno hacia modelos totalitarios, o bien a una nueva modalidad de desarrollo teórico en relación con la experiencia. Pero, en todo caso, parece que la humanidad no va a poder deshacerse completamente (por lo menos a corto o medio plazo) de las características posmodernas. Crespi cree que la dirección que tome el hombre dependerá de su experiencia (religiosa, moral, estética y política).

Sin embargo, para un estudioso del Génesis todo este desenlace tiene su explicación lógica. Es la inevitable consecuencia del derrotero independiente de la criatura humana con respecto a su Hacedor. El hombre, huérfano de Dios, se ha perdido y no sabe encontrar el camino teleológico verdadero. Ha matado a su Creador en su mente, y como respuesta automática ha recibido la sentencia de muerte a través de su propio intelecto. Adán y Eva quedaron condenados por su Hacedor y por su conciencia, pero el hombre de la era posmoderna ha quedado condenado mediante un proceso más largo y subterráneo, a saber: su propio constructo, es decir, la Ciencia.

Posmodernismo criteriológico.

La revista LA ATALAYA del 1-12-2004, páginas 3 a 7, publicada en español y otros idiomas por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, dice en parte:

«Desde hace mucho, por lo general ha sido la religión la que ha determinado las normas éticas que la gente debe seguir. La […] Biblia, ha sido una fuerza impulsora en muchas sociedades. Sin embargo, un número creciente de personas han rechazado las diversas normas religiosas por considerarlas poco prácticas y han descartado el código moral de la Biblia pensando que está anticuado. ¿Qué ha ocupado ese vacío? El libro "Ethics in Business Life" (La ética en los negocios) afirma que "el criterio seglar ha […] prevalecido sobre la autoridad que antes ostentaba la religión". En vez de acudir a fuentes religiosas, muchos buscan la guía de expertos en estudios éticos. El especialista en bioética Paul McNeill comenta: "Creo que los éticos son los sacerdotes seglares. […] La gente ahora expresa en términos de ética lo que antes hubiera expresado en términos de religión".

¿Quién tiene la potestad para fijar las normas de lo que es bueno y lo que es malo? Esta pregunta se planteó en el mismo principio de la historia humana. Según el libro bíblico de Génesis, Dios designó un árbol que crecía en medio del jardín de Edén como "el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo" (Génesis 2:9), y mandó a la primera pareja humana que no comiera de su fruto.

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Adán y Eva debían tomar una decisión: ¿aceptarían las normas de Dios sobre el bien y el mal, o seguirían sus propias normas? (Génesis 3:6). Optaron por desobedecer a Dios y comer el fruto del árbol. ¿Qué implicó este simple acto? Al no respetar los límites que Dios les había establecido, demostraron que creían que a ellos y a sus descendientes les iría mejor si fijaban sus propias normas sobre lo que es bueno y lo que es malo. ¿Cuánto éxito ha tenido la humanidad en sus intentos por ejercer esta facultad divina?

Tras repasar las enseñanzas de pensadores eminentes que han vivido a lo largo de los siglos, la Encyclopædia Britannica dice que desde la época del filósofo griego Sócrates hasta el siglo XX ha habido "muchos debates sobre la definición exacta de lo que es el bien y la norma sobre lo que debe ser bueno o malo". Por ejemplo, los sofistas, destacado grupo de maestros griegos del siglo V antes de la EC, enseñaban que las normas sobre lo bueno y lo malo se determinan en virtud de la opinión popular. Uno de ellos dijo: "Lo que a cada ciudad le parece justo y recto, lo es, en efecto, para ella, en tanto lo juzgue así". Immanuel Kant, renombrado filósofo del siglo XVIII, expresó una opinión diferente. La revista "Issues in Ethics" comenta: "Immanuel Kant, entre otros, […] se concentró en el derecho de cada persona a decidir lo que debe hacer".

La Encyclopædia Britannica señala en su apartado sobre la ética: "No parece extraño que las personas conozcan sus deberes morales, pero que de todas formas hagan lo que más les convenga. Proporcionarles razones para hacer el bien ha sido uno de los mayores problemas de la ética de Occidente"… La opinión popular puede estar influida por fuerzas invisibles [malvadas]. La Biblia no sólo nos ayuda a distinguir el bien del mal, sino que también nos motiva a hacer lo bueno».

Para el Materialismo científico y filosófico no sólo lo real es material, sino que la causa de todas las cosas del universo se explican exclusivamente a partir de la materia y los cambios de esa materia en el espacio. Materialista es aquella doctrina que afirma que toda causalidad ha de ser remitida exclusivamente a un principio o entidad material, es decir, que la única causa de las cosas es la materia y la energía observables o discernibles en el cosmos. Por lo tanto, nociones sobrenaturales y religiosas que trascienden lo material son fuertemente cuestionadas y finalmente rechazadas por el materialismo doctrinal. Dentro de este esquema materialista se encuentran dos importantes paradigmas criteriológicos: el modernismo doctrinal y el posmodernismo doctrinal.

El Modernismo doctrinal es un concepto filosófico, historiográfico y sociológico que propone un mundo de metas o teleológico. En el paradigma modernista cada ciudadano se propone sus metas (telos) según su propia voluntad. Se alcanza la meta de una manera lógica y racional (racionalismo), es decir, de forma sistemática; y así se le da un sentido a la vida. En cuestiones de manejo político y de poder, se trata de imponer la lógica y la razón por encima de otros criterios. Es posible prescindir de Dios en este sistema de creencias, puesto que se prevé que el hombre por sí mismo, auxiliado por la razón, será capaz de encontrar las respuestas a todas las cuestiones triviales o existenciales que se le planteen; y consecuentemente alcanzará progresivamente la solución a todos sus problemas.

El comienzo del Modernismo criteriológico tiene lugar poco después de la Revolución Francesa, y es potenciado enormemente por toda la pléyade de intelectuales racionalistas que surgieron a continuación. Su apagamiento acontece tras la Primera Guerra Mundial, cuando el Teorema de Gödel causa estragos en el punto de vista triunfalista del racionalismo modernista. A partir de ese momento, se inicia el Posmodernismo doctrinal.

La visión posmodernista hereda el punto de vista materialista del modernismo doctrinal, junto con el destierro de Dios de los esquemas criteriológicos; pero con el terrible agravante de que la esperanza en el hombre y en una teleología racionalista quedan reducidos a la nada. En este estado de cosas contemporáneo, el posmodernismo no es más que la constatación racional de la incapacidad del ser humano y de sus constructos de salir airosos de un callejón sin salida. En realidad, el posmodernismo plantea importantes preguntas con respecto a las genuinas limitaciones del hombre o sus prejuicios y a la postura problemática de tener que creer solamente lo que sea absolutamente seguro desde un punto de vista científico (pues, en realidad, la Ciencia es un edificio humano en construcción, no terminado). Sin embargo, en muchos aspectos, el posmodernismo plantea preguntas conflictivas, demoledoras y generadoras de profundas contradicciones: ¿cómo puede alguien negar la verdad universal sin afirmarla de alguna manera (¿es universalmente cierto que no existe la verdad?)? ¿Acaso no sería un hecho universal el que no hubiera hechos universales? ¿Acaso la postura de que "todo es cuestión perspectiva" no trata de afirmar más que la perspectiva de alguien? ¿Acaso quienes ponen en duda que podamos conocer las intenciones del autor no están expresando por escrito sus propias intenciones muy particulares? ¿Acaso el rechazo de los metarrelatos o grandes historias (como el Génesis, por ejemplo) no es un tipo de metarrelato en sí mismo?

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Así las cosas, irresolubles en el modernismo criteriológico y aparentemente irresolubles por vía del posmodernismo doctrinal, no queda ya otra asunción materialista por delante. A nuestro juicio, si se quiere salir de la depauperación mental provocada por el inevitable tricotaje del pensamiento racional materialista es necesario adoptar, al menos provisionalmente, una criteriología diferente, no abyectamente materialista, y probar prudentemente las excelencias de tal superación criteriológica. El Génesis, por su parte, nos provee (opinamos) un buen soporte para ello, pues sometido a juicio imparcial se revela como inusitadamente útil y fidedigno en todo su contenido.

Posmodernismo y desahucie.

El postmodernismo se expresa de forma tan polifacética que puede hacerse difícil de comprender, y como huye de las categorías y distinciones se hace más difícil determinarlo como una cosmovisión. Aunque dividir la historia en períodos de tiempo definidos no es una ciencia exacta, existen dos transiciones históricas principales que pueden ayudarnos a clarificar el surgimiento del postmodernismo:

(1) La transición del pensamiento medieval hacia el modernismo, típicamente fechada alrededor de los años 1700.

(2) La transición del pensamiento contemporáneo apartándose del modernismo, la cual empezó a finales del siglo XX.

La transición de lo que a menudo es llamado "período pre-modernista" al "período modernista" coincide con la influencia del pensamiento de la Ilustración y la revolución científica. Antes de la Era de la Ilustración, había una creencia cultural dominante en la existencia de lo sobrenatural. Esto se debió en gran parte al surgimiento del cristianismo, y específicamente, a la Iglesia Católica Romana como la presencia cultural más poderosa en los tiempos medievales. Éste era un mundo de autoridad, y la autoridad yacía en las manos de instituciones tradicionales, especialmente la Iglesia, ya que se atribuía la interpretación y comunicación de esta verdad a la gente común.

Con la creencia en Dios vino una fuerte creencia en el concepto de "revelación", de que Dios no solamente existía, sino que se había revelado y había revelado Su voluntad en la Biblia. Esta revelación era considerada la fuente principal de la verdad, y podía utilizarse con confianza para descifrar la metanarrativa de Dios (o "Gran Historia") para el mundo (ver Nota a continuación). El creer era el punto de partida del conocimiento verdadero.

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NOTA:

Una "metanarrativa, metarrelato o macrorrelato" (o, también, en plural, "grandes historias o narrativas") es un esquema de cultura narrativa global o totalizadora que organiza y explica conocimientos y experiencias particulares, según explica Stephens. El prefijo "meta" significa "más allá", y una "narrativa" es una historia (una interpretación o visión global, que abarca como casos particulares a las demás narrativas o visiones acerca de la realidad). La metanarrativa será, por tanto, una historia más allá de la historia, que es capaz de abarcar otros "relatos menores" en su interior, haciéndolo dentro de esquemas abarcadores, totalizadores, trascendentes o universalizadores. Según el planteamiento crítico de la metanarrativa, propuesto por Lyotard, los metarrelatos son asumidos como discursos totalizantes y multiabarcadores, en los que se sumergen la comprensión de hechos de carácter científico, histórico y social de forma absolutista, pretendiendo dar respuesta y solución a toda contingencia (eventualidad que puede darse dentro de un contexto global).

La creencia de que la "revelación" contenida en la sagrada escritura ayudaba a componer una metanarración fidedigna global fue aprovechada por la Iglesia para abusar egoístamente de las masas humanas que la tenían por depositaria y exegeta de dicha revelación, lo cual llevó a una reacción de emancipación por parte de los que se sintieron defraudados y manipulados. La autoridad eclesiástica cayó durante la Era de la Ilustración. Éste fue un movimiento entre intelectuales europeos que se dio durante los siglos XVII y XVIII. En las décadas que llevaron a este tiempo, la autoridad de la Iglesia había sido desafiada con éxito políticamente (reacciones contra la corrupción), teológicamente (Lutero, Calvino y la Reforma Protestante), filosóficamente (caída del escolasticismo) y científicamente (Galileo, Copérnico y el método Baconiano).

Durante la Era de la Ilustración, la autoridad cambió de las instituciones tradicionales a la razón humana. Un enfoque científico del mundo produjo tremendos avances en la medicina, en la tecnología, y en las comunicaciones, y desafió la centralidad de la teología y de las creencias religiosas como paradigma para el aprendizaje. Libre de los grilletes restrictivos de las creencias tradicionales (de ahí sobreviene el concepto de "modernismo"), el progreso parecía inevitable.

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Cuando el período modernista hubo comenzado, el creciente escepticismo con respecto a cualquier cosa sobrenatural se igualó a la creciente fe en la capacidad humana para conocer el mundo, controlarlo y cosechar los beneficios inevitables. La "Gran Historia" del mundo no fue dada ya por revelación; más bien, debía ser descubierta y quizás hasta determinada por la ciencia, la razón y la tecnología. Esta importante transición fue el centro del período modernista.

Sin embargo, desde nuestra perspectiva del siglo XXI, es claro que las predicciones de utopía garantizadas en el período modernista nunca se materializaron. En vez de eso, los modernistas se desilusionaron cuando la expansión militar trajo guerras mundiales, cuando fallidas políticas de desarrollo condujeron a la opresión de clases y al colonialismo, cuando el idealismo económico terminó en comunismo, la Guerra Fría, las mejores armas nucleares creadas por la ciencia y la amenaza de una devastación global.

Los escritores postmodernistas, comenzando con Nietzsche, empezaron a cuestionar la integridad de la metanarrativa modernista. De hecho, la principal víctima de una perspectiva postmodernista es la idea misma de "metanarrativa". Los postmodernistas son escépticos a toda afirmación de cosmovisión integral autoritaria, de la verdad absoluta acerca de la realidad y de un propósito integral en la historia humana. Los postmodernistas adoptan narrativas locales, no metanarrativas;y una multitud de historias, no una "Gran Historia".

En resumen, se podría decir que las metanarrativas religiosas fueron desechadas por el modernismo, y las creadas por el hombre fueron desechadas por el postmodernismo. Esto es a lo que Myron Penner y otros se han referido como "el giro postmodernista": el posmodernismo se aparta de la certeza y optimismo del modernismo. Como escribió Jean-François Lyotard: "Simplificando hasta el extremo, defino el posmodernismo como la incredulidad hacia las metanarrativas".

NOTA:

La incredulidad sistemática posmodernista deja fuera de consideración tanto a los metarrelatos útiles como a los inútiles. El Génesis y la revelación procedente de la sagrada escritura quedarían pasados por alto y hasta ridiculizados. La ética sería reducida a un conglomerado de simples utilidades moralistas de conveniencia arbitraria, según la necesidad, siendo usadas a modo de herramientas de control en el mejor de los casos, y resultando necio someterse a una ética global (la cual sería vista como una tiranía caprichosa, sobradamente ficticia). Pero usar la teoría ética como reglas de juego arbitrarias es un engaño y una manipulación de mentes humanas, que busca controlar mediante el señuelo de la ética a la misma gente que se ha instado a huir de la tiranía de los metarrelatos. He aquí la tenebrosa confusión, y el monumental resultado contradictorio, que emerge del posmodernismo.

Podemos decir, pues, que la andadura racional del hombre le ha conducido inevitablemente hacia el posmodernismo; y no puede haber otro camino, ya que forma parte de un proceso unidireccional. A su vez, el posmodernismo le ha llevado hasta el absurdo, la inutilidad, la futilidad y la desesperación. ¿Cómo interpretar este resultado?

Desde nuestro punto de vista, la interpretación la provee el Génesis: "Del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer, porque en el día que comas de él positivamente morirás" (Génesis 2: 17). El posmodernismo es una tumba, y el hombre ha sido llevado hacia ella porque le ha dado la espalda a su Creador y ha optado por eludir su guía y dirección.

Conclusión.

El posmodernismo es demasiado tenebroso como para inmovilizar en la desesperación a todo intelecto humano. Desde los tiempos remotos, siempre ha habido individuos que no se han resignado ante la adversidad exterminadora y algunos de ellos han tenido cierta medida de éxito. La búsqueda desesperada, el anhelo de supervivencia y el deseo de trascendencia han conducido a veces a hallazgos inesperados. Algo debe existir en los entresijos de la mente, algún software, que impulsa a algunas personas a buscar titánicamente y a emerger de la completa y total claudicación.

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El impacto fatal del postmodernismo es debatido arduamente por varios pensadores y escritores, quienes han ofrecido opiniones divergentes. Algunos lo ven como una moda pasajera. Otros lo ven como un cambio duradero. Algunos lo censuran como peligrosamente destructivo; otros adoptan su destrucción como alternativa aceptable frente a las estructuras opresivas del modernismo.

El postmodernismo ha creado una gran sombra de escepticismo (y ha ofrecido una fuerte dosis de humildad) sobre la creencia modernista en la eficacia y casi infalibilidad de la razón humana. Como se vio durante el período modernista, la razón humana puede ser bastante productiva, especialmente en las arenas de la ciencia, de la medicina, y de la tecnología. Sin embargo, la razón humana también puede ser manipuladora y destructiva, especialmente cuando produce ideologías totalitarias (por ejemplo, comunismo, nazismo, colonialismo, etc.).

El posmodernismo ha demostrado que la objetividad y la certeza no son exclusivas del mundo de la ciencia como era afirmado durante el período modernista. De hecho, la ciencia a menudo es bastante parcial e interesada en su agenda, y por lo tanto no está en posición de afirmar ser el árbitro supremo en todos los asuntos del conocimiento.

Para el postmodernista, ninguna historia debe ser considerada como verdadera en el sentido absoluto, más allá de cualquier otra historia, y las proposiciones de una comunidad interpretativa son irrelevantes para otros. Sin embargo, la sagrada escritura no presenta a un Dios cuya historia es una entre muchas, sino a un Dios cuya historia es la historia sobre todas las demás.

La negación postmodernista de toda verdad objetiva es inaceptable. Más aún, es importante notar que ninguna de las contribuciones positivas del postmodernismo se originó con el posmodernismo. De hecho, la cosmovisión bíblica siempre ha atestiguado las limitaciones de la razón humana por sí sola. El efecto de la caída del hombre en el error, según el Génesis, minó su objetividad y su certeza, y lo precipitó hacia un declive mental y ético en el que la tendencia de los humanos a marginar a otros no hizo más que comenzar a desarrollarse infinitamente.

Pero la sociedad humana sin valores absolutos en sentido ético se encuentra tan indefensa frente a la desintegración como un organismo biológico superior frente al cáncer. La falta de unos valores éticos universales e incuestionables son de capital importancia para la supervivencia del gran organismo social, de la misma manera que para el organismo humano es fundamental que exista una actividad celular saludable. Diversas son las causas que pueden llevar a una célula a desviarse de su sana funcionalidad, y variadas son las causas que pueden llevar al individuo a desviarse de la ética universal (ignorancia, torpeza mental, insensatez, rebeldía, egoísmo, maldad, influencias corruptoras de la mente, desaciertos teóricos).

Habitualmente, la importancia capital de la tenencia y cumplimiento de una ética global fidedigna es insuficientemente reconocida. Pero su ausencia es como un cáncer incurable, que lleva hacia la corrupción letal de todo el sistema social humano. Y todo parece indicar que la adquisición de una tal ética es algo que está más allá del hombre, por lo que la única alternativa estriba en que nos sea revelada. El Génesis aporta la información clave, en este sentido: "Del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo (es decir, de la ética) no debes comer (o sea, es un alimento informativo inasequible a la mente humana salvo por revelación), porque en el día que comas de él (es decir, al desechar la guía divina y buscar la ética humana miope) positivamente morirás" (Génesis 2: 17).

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La revista DESPERTAD del 22-8-1983, páginas 14 a 16, publicada en español y otros idiomas por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, contiene una serie de ideas que ayudan bastante a comprender el peligro global que supone carecer de valores éticos fidedignos. La revista expresa con gran discernimiento que los titulares de los periódicos y de los medios de comunicación de masas hablan de amenazas contra la seguridad mundial en la forma de desastres nucleares, crisis económica, terrorismo, contaminación medioambiental, etc., pero suelen pasar por alto que muchas civilizaciones del pasado se enfrentaron en su época a amenazas de similares características en cuanto a peligrosidad y alcance local, pero curiosamente se vinieron abajo por otros motivos. De hecho, cuando se hundieron todavía funcionaban económicamente bien y eran capaces de combatir los peligros externos. ¿A qué se debió su caída?

NOTA:

Supongamos que un enfermo acaba de ingresar en un hospital y fallece a las pocas horas. El médico que estudia su caso se da cuenta de que el corazón, los pulmones y el cerebro del paciente funcionaron relativamente bien hasta el último momento, por lo que evidentemente descarta la posibilidad de un fallo cardiocircularorio o cerebral como causa primordial del deceso.

Tras numerosas pesquisas, descubre el verdadero causante de la muerte; se trata de un envenenamiento raro que no fue detectado a tiempo. De igual manera, la verdadera causa primaria que pone en peligro de muerte a la actual civilización mundial no es un fallo del motor económico global, ni del sistema medioambiental ni del estamento científico y tecnológico, sino un envenenamiento que suele pasar desapercibido o minimizado en su importancia por la gran mayoría de las personas. ¿En qué consiste dicho envenenamiento?

El Génesis lo explica: "Del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer, porque en el día que comas de él positivamente morirás (es decir, perecerás envenenado por tu propia ética)" (Génesis 2: 17).

En muchos casos, los historiadores atribuyen el hundimiento de poderosas civilizaciones al derrumbamiento de las normas morales, a la corrupción interna de la civilización; es decir, a la pérdida de los valores éticos. ¿Se está corrompiendo desde dentro nuestra civilización? Los informes indican que efectivamente así es.

Hoy día mucha gente es cínica y está desilusionada. Esto se deja ver en las crueles prácticas comerciales, la política poco escrupulosa, y especialmente en el delito. "El delito está aumentando en casi todo país alrededor del mundo. […] Los delitos son cada vez más violentos […] sigue aumentando la cantidad de jóvenes y mujeres que se dedican al delito", informa U.S. News & World Report. ¿Son los delincuentes tan sólo una pequeña minoría? En absoluto. El delito ha llegado a estar entretejido en la estructura de la sociedad.

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¿Qué son las normas éticas y por qué el ser humano es incapaz de establecerlas con éxito en independencia de su Creador?

Como respuesta, pudiéramos decir que las normas éticas son aquéllas que sirven para dar armonía a la vida en sociedad y bienestar a la interacción del ser humano con el resto de los vivientes. Debido a las limitaciones internas del razonamiento humano, una de cuyas más evidentes manifestaciones son las paradojas, se puede percibir con mayor evidencia la incapacidad del ser humano para abarcar todo el conocimiento ético necesario para su estabilidad social. Además, una ética puramente humana, no revelada por el Creador, carecería de suficiente autoridad para imponerse y siempre estaría sometida a duras críticas destructivas por aquellos individuos que estuvieran en desacuerdo con ella.

NOTA:

El teorema de incompletitud de Gödel fue especialmente devastador para la jurisprudencia, al cerrar la posibilidad de construir una teoría ética universal, coherente y completa, capaz de hacer frente a las críticas destructivas procedentes de individuos disidentes. Por consiguiente, al tener que contentarse con éticas relativistas (limitadas por el espacio y el tiempo, es decir, conjeturalmente válidas para una época histórica particular y para una clase social particular, sin poder asumir verdades definitivamente incuestionables), los disidentes pueden ser entendidos como legítimos impugnadores capaces de aportar nuevos enfoques enriquecedores que eviten que el edificio teórico se haga inmovilista. Sin embargo, no es difícil prever las consecuencias: dotar de legitimidad a un disidente en materia de ética viene a ser similar a dotar de legitimidad a una célula cancerígena en materia de organización corporal. Ahora bien, ¿Quién puede, con toda propiedad (por derecho, poder y sabiduría), decidir si un disidente es beneficioso o peligroso para la ética universal cuando actúa contra una ética particular? No el ser humano, por supuesto.

 

 

Autor:

Jesús Castro