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Aprendamos a cuidar nuestra salud (página 2)

Enviado por anasanchez1506


Partes: 1, 2

¿Qué es la Salud Pública? ¿A qué estrategias apuntan los programas de Salud Pública? ¿La enfermedad está relacionada con la ignorancia? ¿Cuáles son las enfermedades que con más frecuencia se atiende en nuestro país según el Departamento de Vigilancia Epidemiológica del Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación? ¿Qué es la medicina alternativa? ¿Cuáles son las acciones de salud posibles?

  • A partir de la información obtenida cada grupo leerá sus respuestas, realizarán un informe en el cual se tendrá en cuenta la participación comunitaria de todos.

En el informe deben estar presentes las características de la muestra, su población escolar y la interpretación de los resultados.

Tema elegido: SIDA

Factores de riesgo: El riesgo tiene que ver con una serie de factores que interactúan dinámicamente y exponen a daño que puede llegar incluso a la muerte.

En el caso del SIDA existen distintos grupos; es decir, grupos que por sus características están más expuestos: homosexuales, drogadictos endovenosos, hemofílicos.

El trabajar con un enfoque de riesgo nos posibilita saber en qué sectores actuar prioritariamente, y así desarrollar actitudes preventivas empezando con los individuos que se encuentran expuestos a un daño mayor.

  • El docente entregará copias a sus alumnos de una entrevista realizada a un médico de la Liga Argentina contra la Tuberculosis. (Ver anexo).

  • Conversarán sobre lo leído. Sacarán cnclusiones.

  • El docente entregará el siguiente texto a los diferentes equipos y pedirá que conversen entre ellos, escriban que les pareció y que idea les transmite. Luego leerá cada equipo su trabajo y conversarán entre todos.

No es nada fácil vivir con un problema que sólo pocas personas saben comprender y no se puede hablar por vergüenza o rechazo del entorno.

Ante el SIDA aparece la idea de la muerte, la angustia, el miedo y logra instalarse la discriminación – hija del prejuicio acerca de la sexualidad del portador o del enfermo, de alguna manera se piensa "y algo habrá hecho para que lo tenga".

Vamos a abordar el tema teniendo en cuenta que en nuestra escuela hay padres de los alumnos que tienen esta enfermedad.

Si bien no conocemos con certeza si los alumnos están infectados o no, de todas maneras estamos de acuerdo que los niños que asisten a la escuela no deben sentirse discriminados ya que todos portador del virus del SIDA tiene derecho a participar en todos los aspectos de la vida social.

Legalmente es así pero en muchos casos es comprobado que esto no se cumple.

Según la Declaración de los Derechos fundamentales de la persona portadora del SIDA no tiene el sujeto obligación alguna de comunicar su estado de salud.

Consideramos necesario informar a la comunidad escolar sobre el tema para vencer los prejuicios o situaciones problemáticas que podrían suscitarse por ignorancia, temor, falta de concientización, y pensar que esto solamente le ocurre a un sector marginado de la población como se creía antiguamente y creer que a uno nunca le va a ocurrir: hay un texto que simboliza con claridad este pensamiento:

Primero se llevaron a los homosexuales pero yo no me preocupé porque no era homosexual.

Después se llevaron a los drogadictos pero yo no me preocupé porque no era drogadicto.

Luego siguieron los hemofílicos pero yo no me preocupé porque no era hemofílico…

Ahora ya es tarde, están golpeando a mi puerta.

  • El docente leerá el cuento "La Condecoración" de Arturo Azuela. (Ver anexo)

Motivará a sus alumnos para que expresen su opinión sobre cada uno de los personajes del cuento, actitudes, características de los mismos en esta historia.

¿Qué mensaje nos quiere transmitir el autor con este cuento? ¿Por qué creen ellos que el maestro eligió este cuento para leerles?

  • Leerán en grupos la carta abierta al virus del SIDA escrita por el Dr. Gindin. (Ver Anexo).

Reflexionarán y escribirán conclusiones y mensajes para evitar que las personas se contagien este virus tan peligroso que nos ataca día a día sin compasión.

Conclusión

Todos los seres humanos estamos afectados por el SIDA aunque no tengamos el virus del HIV en nuestro organismo, por eso es necesario estar informados y crear talleres, escuchar conferencias, charlas con profesionales, entrevistas con los padres, ver proyecciones escolares de fácil comprensión, lecturas sobre el tema, para evitar el contagio y la discriminación.

Pero como docentes debemos reconocer que la información por sí sola no genera "conciencia".

Deben existir actitudes reflexivas, se deben replantear conceptos como salud y enfermedad apuntando al cuidado del propio cuerpo y del otro: "Me cuido, te cuido".

Esto se logra si hay pedagogía del cariño, de la ternura, de la confianza, única herramienta necesaria y válida para construir una conciencia humanitaria.

Si todos nos comprometemos, erradicaremos este flagelo que avanza a pasos agigantados por falta de precaución.

La comunidad educativa debe estar atenta y trabajar para ello mancomunadamente y reconocer que la mejor prevención es el conocimiento.

Anexo

Entrevista realizada a un médico de la Liga Argentina contra la Tuberculosis:

¿Qué es el SIDA? El SIDA es un conjunto de enfermedades cuyo principal agente causal es un virus al que los científicos denominan HIV (Virus de Inmunodeficiencia Humana).

¿Cómo se contagia el HIV? No, no se contagia, este virus se transmite a través de fluidos corporales que son: sangre, semen, fluidos cérvico-vaginales y en menor medida leche materna.

Estos fluidos son los únicos que tienen la cantidad suficiente de virus para poder infectar.

¿Cómo actúa el HIV? Al ingresar al torrente sanguíneo el virus se aloja en un tipo de glóbulos blancos que son los linfocitos T. Estos linfocitos son los que precisamente se ocupan de organizar la defensa del organismo cuando detectan un agente extraño en el mismo. Si se aloja en los linfocitos pero se mantiene inactivo, la persona no tiene síntomas, ni signos de su presencia. Es una persona que vive con HIV.

Una persona infectada puede verse y estar saludable pero igual puede transmitir HIV.

Quien Está infectado puede o no desarrollar la enfermedad según su predisposición y calidad de vida entre otros cofactores.

¿Una persona con HIV / SIDA puede vivir sin síntomas evidentes? Una persona con HIV / SIDA puede permanecer sin síntomas muchos años.

¿Cuándo se enferma de SIDA una persona? Cuando el virus comienza a activarse en los linfocitos, se reproduce y los destruye. De esta forma disminuyen las defensas y por lo tanto, se está propenso a contraer enfermedades infecciosas y tumorales llamadas oportunistas. Estos síntomas no necesariamente indican que se está enfermando de SIDA.

Una adecuada calidad de vida (buena alimentación, sueño suficiente, actividad física y recreativa contribuye a que una persona infectada permanezca mucho tiempo y quizás toda su vida sin llegar a enfermarse de SIDA.

¿El SIDA se cura? Por el momento el SIDA no es curable, aunque hay distintos medicamentos que controlan las enfermedades oportunistas. En varios países del mundo se están desarrollando y experimentando vacunas y tratamientos, aunque hasta el momento no se han obtenido resultados definitivos y suelen producir efectos secundarios.

¿Una madre con HIV / SIDA puede tener un niño con SIDA? No necesariamente. Puede transmitirse el HIV /SIDA en el parto o a través de la leche materna. Sólo se da en el 23% de los casos. En este momento se pueden realizar tratamientos durante el embarazo y el paro con AZT y según estudios, la incidencia baja al 8% en bebés infectados aunque no conocen los riesgos que un tratamiento de este tipo puede ocasionar con el tiempo.

¿Cómo no se transmite el SIDA? Al HIV no le basta ponerse en contacto circunstancial con una mucosa para infectar a una persona. Necesita estar dentro de una cantidad importante de fluido de sostén (sangre, semen, secreciones vaginales) permanecer en contacto directo con el torrente sanguíneo en forma sostenida y profunda.

Por eso no se transmite como se dice vulgarmente tomando mate, abrazando, besando, compartiendo servicios higiénicos, etc.

Cuento: "La Condecoración" Fue una fiesta grande-un vacilón de maravilla- el día que se recibió Patotas. Era el primero de los primos que obtenía un título universitario. Por lo tanto, había que festejarlo con todos los honores, licores y viandas de primera, un grupo musical y la familia y los amigos a su alrededor. En el viejo edificio de la Escuela de Leyes, allá por San Ildefonso, se realizó el examen profesional. Fue de fábula. Estábamos orgullosos del nuevo jurisconsulto; había contestado con seguridad y conocimiento a las preguntas del jurado. Después de las palmadas y las sonrisas, los abrazos y las felicitaciones, nos fuimos a la Colonia Santa María, a empezar la pachanga a tambor batiente a la casa del abuelo. Y ahí entre los nísperos, y pirules, gritamos a placer, gozamos la música, nuestra orquesta improvisada y en verdad que bebimos como cosacos. ¡Qué fiestorrón! El Fiera Mosca estaba muy serio, con su copa en la mano y la mirada en los músicos. El Salivas y el Santísimo Sacramento ayudaban a servir con largueza, con una generosidad sin límites. La Burra y el Cachirulo eran los más gritones, casi se rompían las cuerdas vocales del esfuerzo que realizaban. Mostrando con orgullo la dedicatoria que el Patotas había escrito en su tesis, el tío Luis Felipe caminaba desde la Jacaranda hasta la cochera. Las primas y las tías iban de un lado a otro, atendiendo a los invitados, a los amigos, los abuelos y los gorrones que nunca faltan.

Y seguimos bebiendo, comiendo y cantando hasta las dos de la mañana cuando a la burra se le ocurrió que debíamos seguir la gran fiesta en otra parte. ¡A pasarla a toda madre! La voz se pasó de primo en primo, y en media hora, con los ojos atolondrados y las voces de tartamudos, ya estábamos dispuestos, a "seguirla hasta el amanecer".

Salimos de la vieja casona al compás de "y tú que te creías el rey de todo el mundo" y enfilamos directo hacia la Estación de Buenavista.

– Decídete, Patotas, ¿Vamos al Gusano o al Caracol? ¡Orale! Nos queda poco tiempo; a fin que después nos vamos por otros rumbos.

El Patotas estaba feliz, como si fuera un gran matador de toros, con las simbólicas orejas y rabo de un toro indultado. Nuestro novel leguleyo traía una borrachera a todo dar.

– El Gusano me gusta más… Está bien; ahí nos echamos algunos danzones con las ficheras.

Se movían las cinturas y las piernas al ritmo del guapachá, una nube de humo de los cigarrillos cubría la pista y en las mesas de los rincones se cachondeaban varias parejas con desparpajo. El saxofón, la batería y las trompetas le daban vigor al ritmo sabroso y calenturiento. Nos acomodamos en tres mesas juntas y pedimos botellas de ron y de tequila. La Burra se erigió por sí mismo en el organizador del guateque y daba órdenes al manager y a los meseros. El Fiera Mosca serio y con el ceño fruncido y el Huesillos azorado con el ir y venir de las ficheras, con sus faldas entalladas y casi con los pechos al aire.

– A bailar, mis cuates, no se hagan roscas-decía el Cachirulo como si tuviera gran experiencia.

En diez minutos todo el clan se había apoderado de la pista. Sólo el Fiera Mosca nos veía de lejos, sentándote y sin decir una palabra. Vinieron los mambos, los chachachás y los blues y "qué pasó más chevere"…. – Oye, Fiera Mosca; no estés ahí nomás tragando papalotes. Échale ganas; a poco no te gusta; mira qué figura; así nomás pegaditos y echando la pierna hacia delante….

La juerga seguía con entusiasmo excesivo. Fuimos los últimos en salir. De hecho, ya nos sentíamos dueños del Gusano cuando los meseros, los músicos y las pirujas nos ofrecieron el último popurrí a la salud de la casa. A pesar de que los alcoholes nos seguían bailando en la cabeza, el relajo no terminó en las calles de Mina; había que seguir con el pachangón, a todo vuelo, hasta alcanzar las luces de la mañana.

– ¿Conocen la casa de Durango?… No me digan ustedes que nunca han estado ahí. Es de poca madre, hay unos viejorrones de antología- decía la Burra con auténtico conocimiento de causa-.

En el Monumento a la Revolución, arrancamos en tres taxis, entre miradas farragosas, ojos desorbitados, corbatas al aire, voces en todos los matices y pensamientos extravagantes. Los más jovencillos, quince años a lo sumo, estaban más atontados por las impresiones que por las bebidas; no tenían suficientes ojos para mirarlo todo, ni el entendimiento para jugar con los albures o la jerga del ambiente.

En el vestíbulo todo era alboroto; flores de cera y una araña con lágrimas sucias; un estropeado tapete turco y un bombo japonés. El Nalga Alegre casi se caía y la Burra gritaba de lo lindo. Ya eran cerca de las cuatro dela mañana. De la rockola salía música de Los Panchos y de Los Diamantes y una enorme mujer gorda y copete de pavo real, recibía a os clientes con sonrisas fingidas, una pareja subía las escaleras y un hombre bajaba con los ojos de obnubilado. En la estancia, gobelinos con cervatillos y una lámpara del año del rey perico, diez o doce mujeres sentadas en sofás y sillones de color amarillo y verde claro, fumando y con negligé, lanzaban sus miradas directamente a las presas. AL rato se escuchaba la voz de Toña La Negra. Al Académico de la Lengua y al Santísimo Sacramento se les iban los ojos y el Fiera Mosca lo veía todo con aire de displicencia.

– ¡Éntrale a la prieta, Patotas! Está rebuenota. Hoy te mereces lo mejor. Recuerda que aquí nosotros pagamos, que tú eres el invitado de honor –gritaba el Salivas con la lengua de fuera-.

En cosa de segundos, los primos nos acomodamos a nuestro antojo. Venían las botellas y la rockola sacaba chispas. Primero subieron el Nalga Alegre y la Burra y los aplausos sonaron con júbilo desmedido; iban un poco vergonzosos y tambaleantes. Al grito de ¡adelante mis valientes!, los siguió el Santísimo Sacramento con pasos firmes y acompañados de una rubia postiza. Y así siguieron los demás, desde el Salivas, el Cachirulo, hasta el Patotas y el Académico. Después de un largo rato, a solas con su cuba, por fin el Fiera Mosca invitó a una morena desangelada; subió con el ceño fruncido y la cara de malhumor.

Y para que hablar de las horas restantes en aquella casa non santa. Sin lugar a dudas, cuando salimos a las calles de Durango estábamos como idiotizados. La luz nos cegaba y nos sentíamos auténticas hilachas, piltrafas de cualquier basurero. Sólo el Académico de la Lengua se veía tan fresco como una lechuga. Los demás nos agarrábamos a las paredes y a los postes entre insultos y palabras huecas, entre el movimiento de las fachadas y el olor de los deportes de intramuros.

¡Ay, mano!, traigo un dolor que para qué te cuento; te lo juro que nunca me había pasado… ¡Jijo de la guayaba!, esta parranda es de la que nunca se olvidan… ¡Ay, cabrones!, ustedes sí que son unas balas perdidas, qué guardadito se tenían todo esto… ¡Chispas, manís!, nos vamos a cargar una cruda como para un año entero… ¡Qué costumbristas!, ustedes son unos hijos de la tiznada… También del dolor se canta, cuando llorar no se puede… ¡Esta fue la parranda más a toda madre que nos ha tocado juntos! A ver si muy pronto nos organizamos otra…

Paulatinamente se acabaron los comentarios chuscos, el diálogo a gritos y las frases venenosas. La brújula se nos hizo trizas… Nos fuimos disparando y algunos nos subimos a un camión en la Plaza de Miravalle y otros siguieron caminando como si fueran iguanas. Eran las siete de la mañana, el final de la gran fiesta dedicada al patotas, a nuestro flamante y orgulloso abogado.

Pasó un fin de semana y caminaba yo tan quitado de la pena por la Alameda de Santa María cuando, en las escaleras del kiosco, me topé con el Fiera Mosca. Traía una cara de preocupación que no podía esconder, los ojos saltones y un color pálido desconocido. Sentí que no quería ni saludarme. ¡Vóytelas! – Oye, cuate, ¿qué te pasa…? Si te he hecho algo, dímelo a lo derecho… ¿o qué traes algunas cuitas?… Cuéntamelas, de algo te servirá explayarte.

– ¡No hombre!, lo que tengo no tiene nada que ver contigo. ¡De veras mi cuáis! Fíjate nomás que hace un par de días traigo algo muy raro aquí abajo… No puedo orinar bien, me arde y me sale un líquido blancuzco… – me contestó el Fiera Mosca con una voz de desesperación e incertidumbre-.

– ¡Jiiijo, cuatito!, que se me hace que te condecoraron. Eso sí que se llama mala suerte… Pos hay que ver a un médico lo más pronto posible. A poco aquella piruja fue la causa. También tú fuiste el último… Quién te lo manda. Por penitente…

– Yo creo que sí. Esa pinchurrienta vieja… Necesito que me ayudes; tú sabes que yo no tengo ni tantito así de experiencia. ¿qué se te ocurre? ¡Chin, mano! Pensé para mis adentros que ahora sí que estábamos metidos en un lío difícil de resolver. Caminamos afligidos hacia el redondel y por pura casualidad nos encontramos con el tío Luis Felipe. Le platiqué el problema sin una palabra de más o de menos. El Fiera Mosca parecía un santurrón, no decía una palabra, como si el supuesto pecado cometido lo fuera a mandar hasta las llamas del infierno. El tío contestó con una sonrisa que en un principio me dejó helado, pero después suavizó los gestos; – Mira, no hay que tenerle miedo a este asunto. Vamos a ver , vamos a ver… Bueno, el abuelo es médico… ¿por qué lo explican? Es de una pieza, les aseguro que no va a hacer ningún argüende. No hay que se mensos.

– No sé, está dura la cosa… Pero con qué pretexto le llegamos.

– Y a lo tengo, ya lo tengo, mis sobrinos. Escúchame bien, Fiera Mosca; le puedes decir que comiste hartos cacahuates, o que te hartaste de capulines, o que de tanto comer nopales te salió la condecoración esa. Te aseguro que no dirá nada, absolutamente nada. Cántaselo a lo derecho.

Me quedé pensando si la excusa era suficiente y la verdad que no me quedé convencido. Sin embargo, la sabiduría del tío Luis Felipe no se podía poner en tela de duda, así que después de que el Fiera Mosca me pidió que lo acompañara nos dirigimos a la vieja casona del Olivo. Y ahí estaba el abuelo en su biblioteca, muy serio y encuadernando sus libros; tomaba el hijo de cáñamo y lo pasaba por el ojo de la aguja con gran solaz y entendimiento. La ventana estaba abierta y se veía la bugambilia, la Jacaranda, los challotes y nuestro tecolote Moisés. Entramos con un aire solemne, dispuestos a contarle el problema y desde luego a que le encontrara la solución más pertinente. El Fiera Mosca estaba caricompungido.

– Oye, papagrande, perdónanos la molestia.

– A ver, mis nietos, qué les pasa a ustedes. Raro que vengan por aquí a estas horas. Díganme para qué soy bueno.

– Pos fíjate que tengo una molestia muy rara por aquí, abajo del estómago. El otro día comí cacahuates hasta que me cansé, me harté en grande, como nunca lo había hecho. Y resulta que tengo unos dolores muy extraños. Yo creo que tú me puedes curar.

– ¿Cacahuates?… A veces esos cacahuates hacen un daño del demonio. ¡Caray! Vamos al cuarto de junto, Fiera Mosca. Voy a examinarte.

Me quedé solo en la biblioteca. Ya eran las doce del día y hacía bastante calor. Yo esperaba con ansiedad el diagnóstico y por fin, después de un cuarto de hora, regresaron a la biblioteca.

– Oiga usted, mi nieto. No hay que ser tarugos. Hay que cuidarse bien, eh… Hoy no fue peligroso, pero para la próxima hay que saber a qué atenerse. Póngase abusado…

– Sí, papagrande, yo estoy seguro de que no vuelve a pasar –contestó Fiera Mosca con satisfacción-.

El abuelo empezó a escribir la receta y a dar las recomendaciones correspondientes. Aparentemente todo el había salido más fácil de lo que suponíamos.

– Aquí tiene usted, mi nieto… Váyase luego a la farmacia y siga al pie de la letra todo cuanto le he dicho. ¡Orale! Pasaron los días y el Fiera Mosca, después de las curaciones de rigor, fue sanando sin dificultad alguna. Prácticamente habíamos olvidado el asunto. Sin embargo, el día menos pensado nos llamó el abuelo. Primero habló de sus vivencias como revolucionario y de la crítica situación del país. Después dela larga plática, ya al despedirnos, se dirigió al Fiera Mosca:

– A ver usted, mi nieto. No se haga el occiso. Se me había olvidado decirle algo importante. Usted debe saber que hay muchas variedades de cacahuates. Contienen buenas vitaminas y en buena dosis nunca hacen daño. Son mejores que las pepitas y los chicharrones. En verdad, es muy bueno comer cacahuates. En muchas ocasiones hasta rejuvenecen los ánimos y yo no dudo que usted conozca muy bien los salados, los picantes y los garrapiñados. Aunque quiero decirle con toda claridad que siempre que coma cacahuates de la calle, use un preservativo. Tome usted mi consejo. ¡Andale!…

Salimos con el rabo entre las piernas. Ese fue el colofón de aquel vacilón de maravilla, de cuando el patotas se recibió de abogado.

Boletín bibliográfico internacional Azteca Fondo de Cultura Económica.

CARTA ABIETA AL VIRUS DEL SIDA Estimado Sr. Virus:

Según dicen los expertos de la O.M.S., es imprescindible una profunda y enérgica campaña de educación sexual para que la plaga del siglo XX pueda ser enfrentada con éxito.

Como médico creo conocerlo; es simplemente una molécula muy especial (partícula virus) que para sobrevivir y enfrentar al humano debe estar vinculada con un linfocito (T) que existe en la sangre, en el semen y en otros fluidos.

Se inactiva con un poco de calor y cualquier antiséptico y la simple lavandina poco concentrada lo destruye. Sin embargo, usted ya vive en millones de seres humanos. Amenaza con destruir la vida de la personas jóvenes de este planeta y ha matado ciento de miles de ellas.

Los científicos sabemos que, como virus, usted es inocente. Lo único que trata de hacer es sobrevivir. En nuestra lucha contra usted los científicos no hemos hallado vacunas ni remedios eficientes y según los más esto será imposible en esta década.

Para sobrevivir, usted necesita pasar de uno a otro ser humano. Cuando está instalado en nosotros puede destruir nuestra inmunidad y llevarnos a la muerte.

Los seres humanos de este planeta estamos obligados a enfrentarlo.

Las maneras habituales como usted pasa de uno a otro ser humano las conocemos: a través de la sangre de un infectado, del semen o líquidos vaginales de un infectado.

También sabemos cómo evitar que la contaminación sanguínea suceda: todos los bancos de sangre deberían estar controlados, pues cada chequeo de sangre para transfundir cuesta como un atado de cigarrillos. Algunos países lo han hecho y casi no tienen contaminación por esta vía. Otros, como el nuestro, aún discuten como implementar leyes aprobadas por el Congreso para el control de los bancos de sangre. No toda la gente que se transfunde está controlada y por ello esas noticias de vergüenza sanitaria a que nos tienen acostumbrados los diarios.

En cuanto al tema de la transmisión por drogados aún no hemos hecho nada, por cuanto los argentinos creemos que diciendo "prohibido drogarse" lo lograremos. Otros países que han repartido jeringuillas estériles gratuitas han logrado controlar sólo en parte el problema. Creo que en el tema drogadicción es difícil, si no imposible encarar algo a fondo, por los intereses económicos en juego.

Lo que hoy discute nuestro país es cómo combatir su transmisión por vía sexual. Algunos nos quieren hacer creer que sólo los degenerados, homosexuales, promiscuos, de malos hábitos, etc., se van a contagiar. Otros piensan "a mi no me va a pasar porque soy argentino". Hay algunas autoridades religiosas que dicen: si el virus HIV con el SIDA consiguiente vino a la Argentina, "por algo será". Todos olvidan que el SIDA se transmite inocentemente a través de todas las formas de relaciones sexuales.

¿Sabe, estimado virus HIV, que también conocemos cómo defendernos de usted en este campo de su transmisión por vía sexual?. Se trata de cambiar nuestras formas e educación sexual y fomentar el uso del condón. Pero nos cuesta a los argentinos ponernos de acuerdo en esto.

Me gustaría contarle a usted que en algunos países que están controlando esta pandemia, los chicos juegan, en lugar de globos, con condones en los jardines de infantes para aceptar sus uso en el futuro. En nuestro país hay quienes todavía piensan que mostrando un condón por TV o regalándolo se induce a tener relaciones sexuales promiscuas.

Algunos creen que el celibato o la abstinencia sexual sería la solución. Como sexólogo sé que la conducta sexual humana que leva a la reproducción está motivada por el placer que la experiencia nos da. También sabemos que la mayoría de los argentinos hace el amor frecuentemente y desde joven. Lo grave es que muchos lo hacen sin la información y preparación adecuada porque algunos piensan que de sexo no es bueno hablar.

Sres. Virus HIV: tampoco podremos usar esos métodos de abstinencia y celibato, pues la ausencia de relacione sexuales liquidará a más eventuales argentinos que los que usted es capaz (el último censo nos llama a reflexionar).

En cuanto a educación sexual, la polémica es mayor aún. A través del argumento de que este tema es responsabilidad de los padres, algunos prenden privar al Estado y los educadores de sus posibilidades de prevenir a través de una adecuada información y una educación basada en el amor y en el respeto por sí mismos y por el otro.

Si queremos enfrentarlo con éxito, obviamente tendremos que decir la verdad de cómo se hace el amor, hablar de placer, de cómo evitar el SIDA y de otras ETS, de cómo se pone un condón y cambiar nuestras concepciones victorianas sobre sexo basadas en el silencio y la ignorancia. Tendremos que recuperar un espacio para el placer y poder protegerlo.

Con todo esto pensamos que usted, Sr. Virus HIV, no tendrá más remedio que retroceder. No habrá seres humanos que lo alberguen por ignorancia, desidia o negligencia. Décadas después de un hallazgo científico hallará la vacuna o remedio que lo venza definitivamente.

Saluda atentamente.

Dr. León Gindin.

Bibliografía

  • Cuadernillo: Sexualidad, Anticoncepción y Prevención del SIDA.

  • Lic. María del Carmen De Lellis.

  • Revista de Educación "La Obra" Agosto de 1.997 Nº 914

  • Artículo diario Página 12.

  • Salud, Escuela y Sociedad. Dra. Isabel Lado. Prof. Fernández Surribas.

  • La Condecoración. Cuento de Adolescencia. Arturo Azuela. Boletín Bibliográfico

  • Internacional Azteca. Fondo de Cultura Económica.

  • Carta Abierta al Virus del SIDA. Dr. León Gindin.

 

 

 

Autor:

Ana María Sánchez.

anasanchez1506[arroba]hotmail.com.

Profesora para la Enseñanza Primaria.

Profesora para la Enseñanza Preescolar.

Postgrado en Educación de Adolescentes y Adultos.

Técnica en Administración Escolar.

Técnica Superior en Conducción Educativa.

Partes: 1, 2
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