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El fin de la educación pública

Enviado por Santos Mercado Reyes


    PRÓLOGO

    México sufre de un pésimo sistema educativo y no merece perder tiempo en tomar medicinas que no corresponden a la enfermedad.

    Bajo cualquier índice, nacional o internacional, se indica que nuestro país está atrasado en todos los aspectos educativos. En matemáticas, física, español, inglés, civismo, formación empresarial o dominio de idiomas, hemos quedamos en los últimos lugares.

    Desde la educación preescolar hasta la universitaria y aún en posgrado la instrucción no está respondiendo a las necesidades del país. Nuestros graduados terminan sus carreras sin saber qué hacer y no son competitivos en el mercado internacional de trabajo, y ni siquiera en el nacional donde ya se exige que hablen un idioma extranjero. Esto a pesar de que se destinan enormes presupuestos a la educación. Las "soluciones" que dan algunos organismos internacionales de gran prestigio, como dedicar el 8% del PIB a la educación son de dudoso fundamento y es posible que empeore no solo a la educación sino a la economía del país.

    Todo esto nos dice que se necesita hacer un examen profundo y honesto a fin de obtener un verdadero diagnóstico y así poder dar mejores soluciones.

    Este libro, formado por la recopilación de ponencias y artículos del Dr. Santos Mercado, muestra pautas novedosas. Son textos que surgieron de su tesis doctoral en Economía de la Educación por lo tanto, están bien investigados y fundamentados. La adopción de la Escuela Austriaca de Economía como marco teórico para estudiar el problema de la educación le da al autor una teoría poderosa para descubrir el fondo del problema. Se distingue una diferencia radical con los trabajos de investigación tradicionales que toman como base las ideas marxistas y que terminan recomendado que el gobierno controle más, ponga más escuelas y destine más dinero, lo cual es un equívoco completo.

    El lector no encontrará aquí esas frases vacías que llenan espacios y terminan por decir nada. En cada artículo el autor aborda un problema, da su diagnóstico y luego una propuesta de solución. Estoy segura que este enfoque contribuirá a dar una solución efectiva a nuestra crisis educativa. Consideremos que la construcción de un buen sistema educativo es el preámbulo para el cambio de mentalidad y de actitudes que tanto se necesitan para construir un país próspero, competitivo, justo y desarrollado.

    Está claro que hace falta investigar más, reflexionar y discutir todas estas propuestas y también las de otros investigadores e interesados en el tema. Mientras más posterguemos la tarea de investigación y formulación de propuestas, estaremos perdiendo grandes oportunidades que ofrece el mundo moderno.

    Ante propuestas nuevas lo menos que deberíamos hacer es discutirlas a fondo y ponerlas a prueba, medir los resultados, monitorear, analizar, corregir los errores hasta construir ese sistema educativo que México necesita. No es necesario que las propuestas del Dr. Mercado se apliquen de manera total a todo el país, se puede empezar a aplicar en una entidad política, un municipio o una escuela para observar la bondad de los resultados.

    También está claro que el sistema educativo tradicional ha incubado intereses que se oponen a todo cambio. Sindicatos y líderes que viven bien con el status quo seguramente se opondrán a estos enfoques, pero es inaceptable sacrificar a todo un pueblo con tal de preservar los interese insanos de una minoría.

    Así pues, invito al lector para que analice estas propuestas y también se convierta en actor del cambio. Es necesario asumir una actitud crítica para cuestionar lo que hemos hecho mal y cambiarlo y preservar lo que está bien hecho. Tener el coraje y la voluntad de cambio son los requisitos indispensables para esta titánica labor.

    Carolina R de Bolívar

    Presidenta fundadora del

    Instituto Cultural Ludwig von Mises (ICUMI)

    2012

    I. EL FIN DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA

    Este ensayo tiene la intención de justificar la necesidad de cambios estructurales para el sistema educativo mexicano a fin de que en nuestras escuelas y universidades se formen los profesionales que exigen los nuevos tiempos caracterizados por fronteras abiertas, competencia y mercados.

    Antes que nada, pongámonos de acuerdo con lo que queremos entender por reformas estructurales. Cuando cambiamos de alfombra, pintamos la fachada o instalamos nuevos muebles, efectuamos reformas que no son estructurales; pero cuando pasamos la cocina a otro lado, construimos un cuarto nuevo o ponemos losa en el techo, estamos realizando reformas estructurales.

    Las reformas estructurales no son cambios simples, de forma; se podrían comparar cuando tiramos la casa vieja y construimos una nueva.

    Si hablamos de reformas estructurales en el campo educativo, no nos referimos a pintar la escuela, cambiar directivos, edificar otra aula o aumentar los subsidios; más bien nos referimos a construir un sistema educativo nuevo.

    La justificación de estas reformas estructurales tiene que ver con la incapacidad manifiesta de lo que se tiene para lograr lo que se quiere. Como dice el adagio: "Si el pino de tu jardín no produce las manzanas que apeteces, deshazte de él y planta el árbol adecuado". Es decir, las reformas estructurales no pueden partir de un simple capricho, un deseo de cambiar por cambiar. Por tanto, efectuar reformas estructurales en la educación equivale a responder a una necesidad vital, a cambiar el barco viejo por uno nuevo, a una verdadera revolución educativa.

    En este ensayo presento cinco propuestas para transformar el sistema de educación pública y por último agrego lo que llamo "la reforma fundamental" donde especifico el punto de convergencia final.

    ¿Son necesarias las reformas estructurales en el sistema educativo mexicano?

    Desde sus inicios la Revolución Mexicana dio gran impulso a la construcción del sistema educativo actual. El objetivo era tener un sistema que formara los cuadros técnicos necesarios para hacer realidad los proyectos del Estado. Proyectos que abarcaban las grandes empresas estatales de electricidad, telefonía, construcción de carreteras, hospitales, ferrocarriles, etc. Pero hoy el panorama ha cambiado, ya casi nadie aboga por construir una economía centralizada manejada por la burocracia política. No sólo nuestro país sino casi todo el mundo está adoptando el camino capitalista, se abre el escenario para que el mercado sea el actor principal y nuestro sistema educativo no fue creado para eso. Más aún, hay un divorcio casi total entre la nueva filosofía del país y la vieja filosofía del sistema educativo mexicano, por eso no funciona.

    Si nuestro sistema educativo tuviera capacidad de adaptación, quizá no habría necesidad de reformar las estructuras. En tal caso, bastarían algunos ajustes para que trabajara mejor y nada más.

    Pero mi punto de vista es que se requieren reformas estructurales. Poco se arregla con dar más dinero a las escuelas, abrir más universidades, cambiar de rectores, etc. Ésas son reformas simples que resultan contraproducentes.

    Para comprender mejor la necesidad de estas reformas es necesario tener una idea clara del modelo educativo que hemos construido en México, ver sus características y entender sus dinámicas; de esta manera sabremos por qué no responde a las necesidades del México actual.

    El modelo educativo mexicano

    Cuando queremos construir algo, siempre usamos "modelos", ideas abstractas que formamos en nuestra mente. En nuestro pensamiento debe haber una idea de la silla, mesa o casa que deseamos. Pasamos esa idea al papel, conseguimos la materia prima y ponemos manos a la obra para darle cuerpo. Casi nadie pega ladrillos sin tener una idea más o menos clara de lo que quiere. Igual sucede en la educación: en la cabeza de la gente que se encargó de la educación se elaboró un "modelo educativo" que serviría de guía para construir y organizar nuestras escuelas o universidades.

    edu.red

    El origen de nuestro modelo educativo se remonta a los tiempos de Porfirio Díaz, cuando Justo Sierra ocupaba el Ministerio de Instrucción Pública. Pero Justo Sierra copió el modelo promovido por Horace Mann "Padre de la educación pública en Estados Unidos". Desde entonces, el modelo subsiste y resiste en muchos países. Horace Mann convenció al Congreso de Estados Unidos de que la educación era tan importante para el desarrollo del país que el gobierno debía encargarse de su control y financiamiento total, para construir miles de escuelas públicas a lo largo y ancho del país. En Europa el Partido Obrero Alemán, de corte comunista, proponía:

    "Educación popular general e igual a cargo del Estado. Asistencia escolar obligatoria para todos. Instrucción gratuita". Este esquema representaba la visión que los comunistas tenían sobre la educación y que se extendió por todo el mundo.

    Así pues, en Estados Unidos se creó un aparato burocrático llamado Departament of Education que manejaría un presupuesto enorme asignado por el Congreso. Su tarea consistía en construir escuelas, contratar profesores, seleccionar a los alumnos, elaborar los planes y programas de estudio que debían aplicarse en forma obligatoria en todas las escuelas de la nación. Se creo así el modelo burocrático de la educación. Fue paradójico que en un país capitalista construyeran un modelo comunista de educación. Hoy, después de 150 años, ya se han dado cuenta del error y el Departament of Education ha cambiado radicalmente de funciones.

    ¿Antes de Horace Mann no había escuelas?

    Antes que él entrara en escena ya había colegios, escuelas y universidades que no estaban sujetas al control del gobierno. Cualquier persona o grupo de inversionistas podía comprar un terreno, rentar o construir el edificio y fundar centros educativos con sus planes y programas propios. No necesitaban pedir permiso a nadie. Estas escuelas sobrevivían gracias al pago de colegiaturas que aportaban los alumnos o sus padres. También recibían donaciones privadas de los hombres de negocios que apreciaban la labor educativa.

    Dos modelos teóricos en la educación

    Ahora ya podremos entender los dos grandes modelos que han existido en el campo de la educación: el modelo estatal (de Horace Mann) y el modelo educativo libre. Es necesario caracterizarlos para entender cómo operan.

    Modelo Estatal

    Durante más de un siglo nos hemos acostumbrado a convivir con este modelo, de modo que difícilmente advertimos que las cosas podrían funcionar de otra manera.

    Es más, este modelo adquirió tal prevalencia que se hizo rey único, mientras que el modelo de educación libre casi desapareció de nuestro país.

    También se conoce como Modelo de Educación Pública y sus rasgos esenciales son:

    Control Académico estatal centralizado

    Me refiero a que el gobierno es quien decide lo que la gente debe saber.

    El Estado, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP) o alguna de sus universidades (UNAM), determina e impone los planes y programas de estudio a todas las escuelas y universidades del país. Casi todo mundo aceptó, sin manera escalan el poder, fuera la elegida para decidir lo que los niños y jóvenes debían aprender. La pregunta es ¿por qué ellos? ¿Por qué creer que el alcalde, el gobernador o el derecho de decidir la educación de la sociedad?

    ¿Por qué debemos confiar en un grupo de burócratas que se hacen llamar "especialistas" para que determinen la educación de nuestros niños, jóvenes y adultos?

    Esta ha sido la estrategia para evitar que la sociedad, los individuos que conciben una mejor forma de educar tengan que guardar sus ideas bajo tierra. Cuando dejamos que el gobierno controle la educación de un pueblo, estamos destruyendo dos libertades esenciales y creativas del hombre: la libertad de elegir entre múltiples opciones la educación que queremos para nuestros hijos y la de ofrecer a nuestros prójimos nuestras propias ideas para mejorar la educación. A cambio de estas libertades nos imponen un instrumento autoritario y burocrático: el monopolio estatal de la educación.

    ¿Tiene esto algún inconveniente? ¿Es condenable que sea el Gobierno quien eduque a la sociedad? Los que defienden el sistema de monopolio estatal educativo sostienen que el educar es una de las tareas fundamentales del Estado pues cuenta con los recursos suficientes, con la gente más capacitada, y con la información más completa. Pero este discurso no tiene sustento en nuestro país, es decir, en un siglo de educación en manos del Estado tenemos resultados pobres y ni siquiera el monopolio educativo ha sido capaz de eliminar el analfabetismo.

    Aún en el caso de que el Estado estuviera formado por hombres muy bien intencionados, hay que considerar que es un error dejar en sus manos toda la educación de un pueblo. Es como si en una familia numerosa dejáramos que la tía fuera la única persona que decidiera la vestimenta de todos.

    Es posible que las buenas intenciones del monopolista le lleven a escoger e imponer el mejor programa educativo que él cree que es mejor para todos los niños. Recuérdese cuando se obligó en todo el sistema educativo a abandonar la letra manuscrita y medio siglo después se percataron que había sido un error, recuérdese cuando se impuso la norma de no enseñar a los niños de preescolar a leer y pasaron muchos años para darse cuenta del error, etc.

    Imponer un programa único para todos tiene el defecto adicional de que impide el desarrollo de otras ideas. Otros mentores pueden vislumbrar que es importante y conveniente enseñar inglés a los niños de primaria; les gustaría hacer una primaria donde las clases se den en inglés, o una secundaria donde se privilegie la formación de matemáticos, etc., pero no pueden aplicar sus ideas pues deben seguir la normatividad del Estado. Así, con el monopolio estatal se desaprovecha el talento de la gente que piensa en nuevos esquemas educativos.

    El daño causado por el monopolio estatal de educación, es semejante al que causa el monopolio educativo religioso, o privado. El religioso por que pretende imprimir una visión eclesiástica a todos, quiere que todos sean católicos, por ejemplo; y el monopolio privado también está propenso en uniformar con las mismas creencias a todo mundo. Luego, el error educativo consiste en permitir los monopolios, cualquiera que sea su color. Se ha impuesto la idea de que es mejor que los niños reciban la misma educación, vivan en Tijuana o en Chetumal. Se dice, "es mejor que todos empiecen iguales" y con ello se uniforma a todos los niños con las mismas sandalias.

    La pobreza de la educación en México se explica precisamente porque sólo el monopolista decide, es un resultado natural y necesario. Ho hay en nuestro país un sistema de libertad donde los directivos de las escuelas tengan la facultad de reformar, innovar o desechar lo que consideran obsoleto. Todos tienen que aplicar lo que la oficina burocrática del gobierno indica, a pesar de que se tenga la certeza de que está equivocado.

    Es necesario comprender que el Estado o los políticos que lo componen no siempre tienen la razón en cuanto a la educación. Es más, para mi gusto, rara vez la burocracia gubernamental piensa acertadamente porque está bajo la influencia de factores de orden político y sus intereses; de esto hay muchos ejemplos.

    Las últimas siete décadas que México ha sufrido el control de un partido autoritario muestran que mientras dejemos la educación de nuestros hijos a un grupo de políticos, los resultados serán pobres. De ahí que una reforma estructural urgente consiste en eliminar el monopolio estatal de la educación. Aunque por ahora suena a blasfemia, esto implica eliminar el control de la Secretaría de Educación Pública, tal como en Estados Unidos hay gente que ya quiere borrar del mapa al Department of Education.

    Aclaremos: no se trata de construir otro aparato burocrático (una nueva SEP) que se haga cargo de toda la educación, tampoco se trata de pasar la responsabilidad a un monopolio privado. Por ejemplo, si toda la educación se dejara en manos de la iglesia luterana o del Tecnológico de Monterrey, estaríamos cometiendo el mismo error que antes. Estas instituciones tendrían la tendencia a uniformar a todos con la misma sotana y a la vuelta de un siglo estaríamos lamentando haber caído en la misma trampa.

    El modelo educativo libre

    Este consiste en que la tarea educativa la realiza la sociedad. Los individuos que aprecian el valor de la educación fundan escuelas de todo tipo y viven de lo que pagan los clientes. Si es un modelo puro, quiere decir que no existen escuelas de gobierno, no existe un aparato centralizador que establezca normas tipo Secretaria de Educación Pública o Department of Education en Estados Unidos. Cualquiera puede tener escuelas y formar sus propios planes y programas de estudio. No existen subsidios gubernamentales y son los bancos quienes ayudan para que los negocios educativos prosperen. Por supuesto, una de las motivaciones que tienen los individuos para poner escuelas es la persecución del lucro.

    MONOPOLIO EDUCATIVO DE MÉXICO

    En nuestro país, como en muchos otros prevalece el papel del estado en la educación. Se le asigna la tarea de fundar escuelas y universidades, diseñar los planes y programas, evaluar y otorgar títulos profesionales. Dicho de otra manera, se ha constituido en monopolio educativo. Aun las escuelas privadas funcionan bajo el permiso, supervisión y evaluación del estado. Si éste considera que una escuela privada no cumple las normas, tiene el derecho de cancelar su permiso de funcionamiento y clausurar el plantel. Por tanto, en México es el estado quien decide lo que la gente debe de aprender.

    Tenemos, por tanto, un modelo educativo parecido al que funcionaba en La Italia de Mussolini, en la URSS de Stalin o en el que sigue operando en Cuba de Fidel Castro o en Corea Comunista de Kim Il Yong.

    UN NUEVO ENFOQUE PARA LA EDUCACIÓN

    Todo tipo de monopolio, público o privado es ineficiente, dice la teoría económica y esta no es la excepción. Si la gasolina es producto de un monopolio, el ciudadano consumirá la peor gasolina; Si la telefonía es un monopolio privado, el servicio será caro y defectuoso; Si la educación la maneja un monopolio, sea público o privado, los resultados no pueden ser muy buenos. Entonces, el principal problemas que tenemos en México en el renglón educativo se reduce al sistema monopólico educativo.

    ¿QUÉ PUEDE SUSTITUIR AL MONOPOLIO EDUCATIVO DEL ESTADO?

    La respuesta puede sonar un poco extraña dadas nuestras viejas costumbres de pensar al estilo de la Revolución Mexicana. Pero aquí va, empezando con sonidos suaves y terminando con un allegro vivace.

    Propuesta 1. OTORGAR AUTONOMÍA A LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS.

    Los monopolios, es decir, las empresas o instituciones que tienen el privilegio concedido por el Estado para ser las únicas que ofrezcan un bien o servicio (definición de la Real Academia Española), nunca pueden ser mejores que cuando existe una diversidad de instituciones o negocios que cada una ofrece sus mejores alternativas. Esta es una ley cierta para el renglón educativo. Quizá en educación es más importante que en cualquier otro rubro pues manejar monopolios educativos es equivalente a ahogar el talento de los individuos que componen una sociedad.

    Es necesario establecer la libertad para que la gente preocupada por la educación aplique sus propias ideas, modelos y sueños. Quizá a alguien se le ocurra hacer la Universidad del Piano, una escuela primaria inclinada a la filosofía o un colegio para formar empresarios. ¿Quién juzgará si tal o cual escuela es buena? El nuevo juez ya no debe ser el órgano estatal sino los estudiantes o padres de familia, que son los más interesados en que sus hijos reciban una buena educación para la vida.

    En la actividad de cada escuela. En la práctica de cada profesor y en el resultado observado en cada niño, los padres de familia evaluarán si un escuela es buena o no.

    Para que la gente, profesores y directivos apliquen sus propias iniciativas es necesario crear un contexto que invite a los educadores a dar lo mejor de su talento. Por tanto, es necesario eliminar el control y la obligatoriedad de los planes y programas de estudio del gobierno; quizá estos planes y programas se pudieran dejar como una simple sugerencia, pero con toda la libertad para modificarlos, ampliarlos, renovarlos, etc. Los profesores y directivos podrían reunirse para revisar, evaluar y crear nuevos planes de estudio a fin de presentar su mejor oferta a la sociedad.

    Con toda razón usted pensará que si se da esta autonomía a las escuelas de hoy en día, se volvería un caos degradante. En efecto, las instituciones educativas seguramente implantarían programas más fáciles, caprichosos y obsoletos. Lo harían así porque la recompensa del gobierno sería la misma y sin riesgo alguno. Es decir, los sueldos y salarios seguirían fluyendo ininterrumpidamente, mes con mes, años tras año, desde el erario, sin que sufran alteración porque la escuela ponga buenos o malos programas. Luego resulta más rentable hacer cosas fáciles por la mima paga, es por el criterio de racionalidad. Daría el efecto que se observa en muchas universidades públicas donde la autonomía ha resultado contraproducente y reina el caos y la mediocridad.

    Así que esta autonomía o libertad para que cada escuela establezca sus propios planes y programas tiene que ir acompañada forzosamente de otros cambios estructurales para que funcione bien. Veamos, entonces, qué otras reformas estructurales son necesarias para construir un buen sistema educativo en México.

    Propuesta 2. LOS SUBSIDIOS DEBEN DIRIGIRSE AL ALUMNO, NUNCA LA INSTITUCIÓN

    Las escuelas de gobierno viven de subsidios, es decir, del presupuesto que el Estado les otorga a fin de que cumplan con sus tareas educativas y que no les cobren a los alumnos. Este esquema se aplica a las primarias, secundarias, preparatorias y universidades en México. Quiero llamar la atención en el hecho de que cuando una escuela vive de subsidios directos, necesariamente se descompone, es oscuro para muchos estudiosos del tema. Cualquier institución educativa tiene básicamente dos fuentes de recursos: sus clientes o el gobierno. Si viven gracias a las colegiaturas de los clientes establecen una relación comercial entre escuela y alumno de tal suerte que la escuela tiene que comportarse a la altura de las necesidades de sus clientes, se muere.

    Es el mismo efecto que sufre una fábrica de muebles. Si la fábrica o más bien el dueño de la fábrica es incapaz de hacer muebles al gusto del cliente, esta fábrica tendrá que cerrar. Este es el riesgo que las escuelas del gobierno no desean correr.

    Si la escuela vive de subsidios directos. Que es como viven las escuelas públicas, estas ya no están en riesgo de fracasar. Funcionen bien o mal, tienen los dineros seguros pues se los otorga el Estado, quien a su vez obedece una ley impuesto por la cámara de diputados u otro organismo semejante. Cuando se tienen los dineros seguros, ya no hay necesidad de preocuparse por lo que diga el cliente. Si éste no está satisfecho con la educación que recibe de la escuela, lo único que puede hacer es abandonar el plantel. En este caso, la escuela se ve beneficiada por que con un alumno menos se reduce el trabajo, el profesor descansa más, los barrenderos también se benefician pues un niño menos implica menos basura, etc.

    En fin, las escuelas públicas se ven beneficiadas por la deserción. En lugar de detener a los alumnos que abandonan sus estudios, alentarán de alguna manera para que más estudiantes abandonen las aulas. Por tal motivo es que los índices de deserción son muy altos en las escuelas y universidades públicas. Solo dos alumnos de cada cien que entran a la primaria terminan con un título bajo el brazo.

    Gracias al subsidio directo se han creado mafias dentro de las universidades públicas. Estas mafias se disfrazan de sindicatos y su lucha consiste en apoderarse de la mejor parte que puedan del dinero que cae del cielo, es decir, del gobierno. Bajo el pretexto de luchar por los trabajadores se crean burocracias sindicales que gastan enormes cantidades de recursos, fuerzan a la creación de licencias sindicales para tener un planilla de funcionarios que cobran sin trabajar; protegen a los trabajadores que incumplen sus funciones, gastan el tiempo útil en asambleas, marchas, mítines y actos violentos.

    Otro efecto del subsidio consiste en que los empleados tienden a trabajar lo menos posible. Algunos "checan" la tarjeta de entrada y salida pero casi nunca se les ve trabajando, otros se dedican a platicar con los amigos, jugar cartas, etc. Los directivos se ven impotentes para corregir estas anomalías pues siempre se escudan los malos trabajadores en que su sindicato los defiende.

    Los estudiantes sufren el efecto del subsidio directo desde el momento en que pisan las aulas por primera vez. Se les presenta una hostilidad tal que terminan por abandonar sus estudios. La Institución subsidiada les hace ver que la deserción se debe a que los alumnos son malos para estudiar, que no tienen interés, etc. Por su lado, los alumnos también se sienten impotentes para influir a modo de que la institución mejore.

    El sistema de subsidio directo los coloca en una posición débil en virtud de que ellos no están pagando a la institución. Luego, tienen que soportar o abandonar la escuela. Podría enumerarse una gran cantidad de vicios, ineficiencias o perversidades observadas en las escuelas públicas. Lo que no es fácil ver es que estas anomalías son el resultado del sistema de subsidios directos, esto es; se derivan de la forma en que llegan los recursos a las escuelas. Al no percibir dónde está el error se adoptan medidas inadecuadas, costosas y que usualmente profundizan los problemas. Por ejemplo: se le exige al gobierno que pague mejores salarios.

    Se ha demostrado en Italia que si una universidad pública triplica los salarios, eso no incentiva para que los trabajadores realicen mejor su labor. También el gobierno invierte en mejores edificios pero pronto se vuelven decrépitos y los vicios aparecen sin dilación. También se han visto casos de escuelas privadas donde una institución ajena aporta los recursos para pagar los sueldos, salarios y para el mantenimiento del plantel. Los vicios vuelven a aparecer aunque quizá en menor magnitud. ¿Por qué? La razón es que esa escuela privada se ve sometida al sistema de subsidio directo.

    Incluso se conocen algunas universidades privadas donde los alumnos pagan los costos totales de su educación, pero pagan a un banco y ese dinero se concentra en un lugar donde se decide el presupuesto, gasto, sueldos etc. de cada campus.

    Es decir, se introduce el sistema de subsidio directo a pesar de ser institución no gubernamental. El resultado se repite: se deteriora la educación, se estancan los proyectos, se burocratizan el personal, et. Por tanto es importante comprender el efecto nocivo que implica introducir sistema de subsidio directo.

    Trataré de explicarlo muy esquemáticamente: si Apolo le paga a Bartolomé para que éste le proporcione servicios a Crisóstomo, se está aplicando un sistema de subsidio directo. No va a funcionar bien porque rompe la relación cliente-servidor entre Bartolomé y Crisóstomo. De hecho, tampoco hay esta relación entre Apolo y Crisóstomo, ni entre Apolo y Bartolomé. Se rompe una relación esencial que hace funcionar el mercado, se llama "quid pro quo" y quiere decir: "yo te doy, tú me das". Este "quid pro quo" es la relación fundamental del intercambio voluntario en sistemas capitalistas y obliga al oferente y demandante a dar lo mejor de sí.

    Nuestra conjetura es que mientras no se retome esta relación básica, no es posible hacer que funcionen bien las escuelas.

    Si hablamos del sistema educativo las relaciones se complican pues el contribuyente, manda el dinero a tesorería, ésta envía a la Secretaría de Hacienda, ésta a programación y presupuesto, luego va a la Secretaría de Educación Pública, luego a la universidad pública hasta que finalmente llega al profesor que le va a dar el servido educativo al alumno.

    El circuito se hace demasiado largo: a?b?c?d?e?f de tal suerte que entre profesor y alumno, es decir, entre oferente y demandante no se percibe relación económica alguna. Esto genera incentivos para que le profesor descuide su docencia, el barrendero no se asee los salones, el jardinero no corte el césped y el alumno se ve impotente para reclamar.

    Cuando el circuito del dinero es corto; cuando A le paga a B para que B entregue un bien o servicio a A, entonces las cosas funcionan mejor. Esto se ve hasta cuando usted compra tamales. El vendedor tiene que entregar un tamal calientito, sabroso y a buen precio pues si a usted no le gusta, ya no le comprará y ese vendedor saldrá pronto de mercado. ¿Es muy difícil entender esto? Parece que no pues si nos damos cuenta a dónde llevan sus hijos los profesores que trabajan en Universidades públicas, veremos que los tienen en escuelas privadas, es decir, no confían en las escuelas de gobierno.

    El problema se complica y empeora cuando el que paga no es dueño del dinero. Éste es el caso del subsidio gubernamental. El gobierno o los funcionarios no son dueños del dinero: simplemente los transfieren de las arcas de la nación a las escuelas.

    Si usted todavía no se convence de este fenómeno, acuda a Garibaldi (donde hay muchos mariachis) y contrate a lo mejor. Suponga que le cobra mil pesos por 20 canciones. Si usted paga los mil pesos antes que empiecen a cantar, obtendrá un resultado diferente que si les dice "canta una, si me gusta te la pago y quizá te pida otra". Observe con atención la calidad y duración de las veinte canciones. Le puedo asegurar que en primer caso el mariachi ejecutará muy bien sólo las primeras canciones, pero la calidad va empeorando y las canciones se van acortando; En el segundo caso, se mantendrá la calidad desde la primera hasta la última canción y no se observará acortamiento.

    ¿Por qué se ven diferencias si se está usando la misma cantidad de dinero y el mismo mariachi? La razón se encuentra en que, el primer caso, usted los burocratizó; en el segundo, mantuvo un sistema de competencia. Son dos situaciones con riesgo diferente; en la segunda el mariachi sabe que si canta mal una canción pierde al cliente, esto le induce a hacer lo mejor que puede.

    Un ejemplo más: cuando se creó el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos se hizo con un fin noble: acabar con el analfabetismo. Pero se le introdujo el sistema de subsidio. Esto ha provocado que después de 20 años de existencia del INEA, no sólo no se haya acabado con el analfabetismo sino que se ha incrementado.

    La razón es muy simple. Si este instituto acabara con el analfabetismo se terminaría su razón de ser, se les acabaría la "chamba". Miles de funcionarios y alfabetizadores acabarían en la calle. En otras palabras, los intereses personales (seguir cobrando un salario) entran en contradicción con los objetivos de instituto. Como el INEA lo manejan personas, prevalecen los intereses de las personas y éstas mantienen una situación tal como preserve sus intereses. Ejemplo final. Una empresa de gran prestigio con el fin de ayudar a la educación en México creó una escuela privada en la ciudad de México para que los niños más aplicados estudien "gratis", es decir, no paguen colegiaturas.

    ¿Quién se hace cargo del pago de profesores, directivos y trabajadores así como los gastos de mantenimiento de la escuela? Pues la empresa privada. Esta toma parte de sus ganancias y cubre el gasto de la escuela. En otras palabras, introdujo el sistema de subsidio. Por esta sola razón, la escuela tiende a no trabajar a su mejor nivel sino a burocratizarse, y es posible que se convierta con el tiempo en un verdadero dolor de cabeza para aquellos que tuvieron la buena intención de hacer algo bueno por la educación.

    Se podría abundar en ciertos de ejemplos, todos para demostrar que cuando los profesores, directivos o trabajadores tienen seguro el sueldo pierden el incentivo para realizar bien su trabajo. Esto es lo que genera el "cheque del gobierno". No sólo ocurre con los funcionarios; en realidad sucede igual con cualquier trabajador al que se asegure el sueldo de por vida, aun cuando se en una empresa privada.

    Los sueldos seguros, muy apreciados por los socialistas, son característicos de los sistemas burocráticos y explican a la perfección por qué en los viejos países socialistas la gente perdió el interés por innovar a tan sólo por mejor sus trabajo. Más bien, lo que genera es una conducta displicente: se dedica el menor tiempo posible y el menor esfuerzo intelectual. El trabajador dice "de todas maneras me pagan, ¿para qué preocuparme?". El ingrediente "riesgo" es más importante de lo que imaginamos.

    Al gobierno poco le importa si el dinero es bien usado o no, cumple con asignar presupuestos como es costumbre. Así, el subsidio se transforma en una especie de narcotráfico que corroe las conciencias de profesores, funcionarios, alumnos e incluso a la misma institución.

    Nuestras escuelas y universidades subsidiadas (públicas o privadas) se van transformando en centros de simulación donde los profesores hacen como que enseñan, los alumnos hacen como que estudian, los directivos hacen como que dirigen y los trabajadores simulan que trabajan. Mientras más lejos se encuentra el subsidiador, más rápido se degenera la institución subsidiada. Todo esto es para argumentar que las escuelas no deben ser subsidiadas a fin de que no se perviertan.

    En resumen, si queremos construir buenas escuelas, de la mejor calidad, innovadoras y preocupadas por dar el mejor servicio educativo a los niños y jóvenes, la moraleja es que nunca debemos imponerles un sistema de subsidio. Esto es válido para escuelas de gobierno y privadas. Es una especie de ley natural que no debemos olvidar.

    Propuesta 3. VIVIR DEL CLIENTE, NO DEL GOBIERNO

    Ya que estamos proponiendo que las instituciones educativas no reciban subsidios, la pregunta inmediata es: ¿de qué va a vivir una escuela? ¿Con qué dinero va a pagar a los profesores, directivos y trabajadores? ¿Con qué recursos puede construir un nuevo edificio? La respuesta es muy simple: Toda escuela o universidad debe vivir y desarrollarse a partir de lo que paguen sus clientes. Sostenerse en esencia de las cuotas y colegiaturas de sus compradores de servicio (los alumnos). Esto debe tomarse como un principio básico de funcionamiento, tal como funciona cualquier empresa capitalista.

    Sé muy bien que a muchos izquierdistas no les gusta que los alumnos paguen por el servicio educativo que desean.

    Piensan que la pagar colegiaturas la educación se transforma en mercancía (¿y qué tiene de malo?) Piensan que "el Estado tiene el deber de educar sin cobrar".

    El problema es que con estos mitos es como se generan los sistemas burocráticos, costosos y elitistas. Con escuelas subsidiadas no se logra el objetivo de que el alumno reciba una buena educación. ¿Por qué los izquierdistas abogan por los sistemas subsidiados? Es porque generan sistemas burocráticos donde ellos se pueden insertar muy bien, sin necesidad de molestarse por servir bien al cliente.

    Si la escuela vive de colegiaturas se genera una relación cliente-servidor que servirá para que la institución mida sus políticas. Supongamos que el directivo del plantel decide reducir el tiempo de clases de una secundaria a solo dos horas diarias. Si su política es buena, tendrá más clientes y con ello más dinero que se distribuirá en sueldos, salarios, mantenimiento y crecimiento; pero si su política es mala, se quedará si alumnos y sin dinero; ellos le obligará a hacer cambios rápidos o salir del mercado. Cuando las instituciones viven del cliente tienen la posibilidad de fracasar o de tener éxito y llegar hasta donde quieran.

    Una vez que aceptamos el sistema de escuelas que viven del cliente en lugar de sobrevivir a base de subsidios, la siguiente pregunta es: ¿qué hacer con el presupuesto que el gobierno ya tiene para mantener el sistema educativo?

    La solución es introducir el "sistema de subsidio a la demanda".

    Esto consiste en que el presupuesto dedicado, por ejemplo, a las escuelas primarias, se debe dividir entre el número de alumnos que van a las escuelas de gobierno, de tal suerte que se le entregue un cheque a cada alumno y éste tenga la libertad de elegir la escuela que desee donde pagará por la educación que reciba.

    Este cheque debe ser intransferible, es decir, solo debe usarse para pagar la colegiatura en la escuela elegida. Ni el abarrotero ni el cantinero pueden recibirlo pues no pueden hacerlo efectivo en los bancos. Es importante mencionar que los cheques deben ser mensuales. Hay un efecto diferente si el niño recibe un cheque con el importe de un año y lo coloca en la escuela de su preferencia. La institución sólo se preocupará por dar un buen servicio los primeros meses y después se deteriora, pues ya no tiene el riesgo de perder al cliente. Esto se evita si cada mes la entidad educativa recibe el pago del alumno.

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