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Alma inmortal

Enviado por Jesús Castro


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Caín y Abel
  3. Sociedad prediluviana
  4. Sociedad posdiluviana

Este articulo pretende contestar lo mas eficaz y sencillamente posible Ia siguiente pregunta, basada en los estudios profundos del Genesis: De que manera Ia humanidad se desvi6 del concepto original que de­ notaba Ia palabra "nefesch", Ia cual en espanol blblico contemporcineo se vierte "alma"?

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Introducción.

Del relato del Génesis se desprende que cuando Adán y Eva fueron creados, su deseo innato de transcendencia estaba cubierto. Ellos sabían que la muerte era algo ajeno a su condición de perfección humana y que sólo la desobediencia grave podía acercarla a sus vidas. Por lo tanto, la idea de un alma inmortal era absolutamente ignota e innecesaria para ambos. Si no se hubiesen rebelado contra su Creador, la noción de "néfresch" (alma bíblica, ver G049) sería la que hubiera prevalecido, tanto para ellos como para sus hijos.

Ahora bien, una vez fuera del paraíso edénico y en completa desvinculación con el Creador, la primera pareja humana debió experimentar de manera progresiva el peso de su error. Constaron inequívocamente que comer del fruto del árbol del "conocimiento de lo bueno y lo malo" no les había producido una mejor vida, sino todo lo contrario. Descubrieron que su propia conciencia (o capacidad para juzgarse a sí mismos; ver Nota, a continuación) los condenaba eternamente, por lo que el arrepentimiento de sus acciones contra Dios era impracticable en su caso. Habían caído, insensatamente, en lo que más tarde la Santa Escritura llamaría "el pecado imperdonable" (ver Nota, a continuación).

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NOTA:

La obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, editada en español y otros idiomas en 1991 por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, tomo 1, páginas 520-521, dice en parte:

«[La] palabra [CONCIENCIA] se traduce del griego "sy·néi·de·sis", de "syn" (con) y "éi·de·sis" (conocimiento), de modo que significa "co-conocimiento", o "conocimiento con uno mismo". La "conciencia" es la capacidad de la persona de mirarse a sí misma y enjuiciarse, de darse testimonio a sí misma… La conciencia es inherente al ser humano; Dios la hizo parte de la persona. Es un sentido interno de lo correcto y lo incorrecto, sentido que excusa o acusa al individuo. Siendo así, la conciencia dicta juicio. Los pensamientos y las acciones, las creencias y las reglas que el estudio y la experiencia implantan en la mente humana también pueden educarla. La conciencia compara este conocimiento con la acción que se emprende o que se piensa emprender, y da una advertencia cuando las normas de la persona entran en conflicto con la acción que piensa llevar a cabo, a menos que violaciones continuas de sus advertencias la hayan "cauterizado" o insensibilizado. La conciencia puede ser un mecanismo moral de seguridad, ya que da satisfacción o le hace sentir dolor por el comportamiento bueno o malo de la persona… El hombre ha tenido una conciencia desde el mismo principio. Adán y Eva así lo mostraron, pues se escondieron tan pronto como quebrantaron la ley de Dios (Génesis 3:7)… Esta facultad pasó de Adán y Eva a toda la humanidad… La conciencia puede convertirse en una guía insegura, y como tal, puede engañarnos, a menos que se la eduque según normas justas, de acuerdo con la verdad. El ambiente, las costumbres, la adoración y los hábitos pueden educar erróneamente la conciencia. Al amparo de estas normas o valores erróneos, la conciencia podría equivocarse al juzgar lo correcto o incorrecto de un asunto… Tan sólo una conciencia educada de manera adecuada por la Palabra de Dios puede evaluar y rectificar con corrección los asuntos de la vida… Para este fin hemos de tener normas rectas y estables: las normas de Dios».

La misma obra, PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 2, páginas 616-617, explica en parte:

«El conocimiento conlleva mayor responsabilidad. El pecado de Pilato no fue tan grande como el de los líderes religiosos judíos que entregaron a Jesús al gobernador, ni como el de Judas, que traicionó a su Señor (Jn 19:11; 17:12). Jesús dijo a los fariseos de su día que si fuesen ciegos, no tendrían pecado, con lo que probablemente quería decir que Dios podría perdonar sus pecados debido a su ignorancia; sin embargo, como negaron hallarse en ignorancia, "su pecado permaneció" (Jn 9:39-41). Jesús dijo que no tenían "excusa de su pecado", porque habían sido testigos de sus palabras y obras poderosas (milagros) que había realizado por la acción del espíritu de Dios (o gracias al poder conferido por la fuerza activa divina) (Jn 15:22-24; Lu 4:18). Los que blasfemaron voluntariosamente y a sabiendas contra el espíritu de Dios así manifestado (negando irrespetuosamente la evidencia inequívoca de que el poder divino estaba actuando), fuera de palabra o por su proceder, serían culpables "de pecado eterno" y no tendrían ninguna posibilidad de perdón. (Mt 12:31,32; Mr 3:28-30; compárense con Jn 15: 26; 16:7,8). Hebreos 10:26,27 dice que "si voluntariosamente practicamos el pecado después de haber recibido el conocimiento exacto de la verdad, no queda ya sacrificio alguno por los pecados, sino que hay cierta horrenda expectación de juicio y hay un celo ardiente que va a consumir a los que están en oposición"».

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Judas Iscariote, el discípulo que traicionó a su Maestro, es el modelo por antonomasia del pecador que ha traspasado la frontera del arrepentimiento; quien, cuando toma consciencia de la insoportable magnitud de su error, opta por aliviar su mente recurriendo al suicidio como vía de escape. De él dijo Jesucristo que "más le hubiera valido no haber nacido", y lo llamó "el hijo de la destrucción".

Es frecuente que un estudiante neófito de las Santas Escrituras no acepte ni asimile en principio la noción de "pecado imperdonable", puesto que tal concepto le es extraño, hostil y limita la idea experiencial que personalmente tiene del arrepentimiento. Sin embargo, la realidad de las cosas difiere frecuentemente de nuestras nociones preconcebidas, y en este sentido la Sagrada Escritura nos informa acerca de peligros insospechados que pudieran poner en "jaque mate" nuestra relación con el Creador.

Al parecer, la "conciencia" es una facultad que Dios implantó en el ser humano para evitarle un camino doloroso, al actuar como una especie de fina intuición moral que previniera contra el error y sobretodo contra el error grave que conllevara el alejarse del Creador. Sin embargo, como efecto colateral, dicha "conciencia", al ser capaz de emitir juicios, también podría condenar a su poseedor si éste violaba su "voz de alarma" y optaba por pasarla por alto. En consecuencia, dependiendo de la gravedad del error, la "conciencia" podría constituirse o no en juez que sentenciara más o menos severamente, siendo el "pecado imperdonable" el extremo máximo de sentencia adversa que podría pronunciar.

A finales del siglo XX, Daniel Goleman hizo importantes contribuciones bajo del denominador común de "inteligencia emocional". A partir de entonces, se abrió un camino que se ha ido ensanchando con el paso de los años y que ha generado valiosas aportaciones psicológicas.

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Goleman ha afirmado que "en un sentido muy real, todos nosotros tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra mente que siente, y estas dos formas fundamentales de conocimiento interactúan para construir nuestra vida mental. Una de ellas es la mente racional, la modalidad de comprensión de la que solemos ser conscientes, más despierta, más pensativa, más capaz de ponderar y de reflexionar. El otro tipo de conocimiento, más impulsivo y más poderoso […] es la mente emocional" (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en español, editorial Kairós, página 43).

"La mayor parte del tiempo, estas dos mentes […] operan en estrecha colaboración, entrelazando sus distintas formas de conocimiento para guiarnos adecuadamente a través del mundo. Habitualmente existe un equilibrio entre la mente emocional y la mente racional, un equilibrio en el que la emoción alimenta y da forma a las operaciones de la mente racional y la mente racional ajusta y a veces censura las entradas procedentes de las emociones. En todo caso, sin embargo, la mente emocional y la mente racional constituyen […] dos facultades relativamente independientes que reflejan el funcionamiento de circuitos cerebrales distintos aunque interrelacionados. En muchísimas ocasiones, pues, estas dos mentes están exquisitamente coordinadas porque los sentimientos son esenciales para el pensamiento y lo mismo ocurre a la inversa… Pero, cuando aparecen las pasiones, el equilibrio se rompe y la mente emocional desborda y secuestra a la mente racional" (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en español, editorial Kairós, página 44).

Es interesante que Goleman hable de las pasiones como causas capaces de romper el equilibrio entre emotividad y racionalidad, dando lugar a un secuestro o dominancia absoluta de la mente emocional en la vitalidad cerebral. Esto explicaría aparentemente la irracionalidad de la actuación de la criatura espiritual que manipuló a la serpiente edénica para engañar a Eva (ver NOTA-BIS, a continuación), así como la insensatez de la mujer " mordiendo el anzuelo"; y también la estupidez de Adán al decantarse "pasionalmente" a favor de su bella y desobediente esposa.

"Joseph LeDoux, un neurocientífico del Center for Neural Science de la Universidad de New York, fue el primero en descubrir el importante papel desempeñado por la amígdala [encefálica] en el cerebro emocional. LeDoux forma parte de una nueva hornada de neurocientíficos que, utilizando métodos y tecnologías innovadoras, se han dedicado a cartografiar el funcionamiento del cerebro con un nivel de precisión anteriormente desconocido que pone al descubierto misterios de la mente inaccesibles para las generaciones anteriores. Sus descubrimientos sobre los circuitos nerviosos del cerebro emocional han llegado a desarticular las antiguas nociones existentes sobre el sistema límbico, asignando a la amígdala un papel central y otorgando a otras estructuras límbicas funciones muy diversas… La investigación llevada a cabo por LeDoux explica la forma en que la amígdala asume el control cuando el cerebro pensante, el neurocórtex, todavía no ha llegado a tomar ninguna decisión… El funcionamiento de la amígdala y su interrelación con el neurocórtex constituyen el núcleo mismo de la inteligencia emocional" (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en español, editorial Kairós, páginas 52 y 53).

"Anatómicamente hablando, el sistema emocional puede actuar independientemente del neurocórtex. Existen ciertas reacciones y recuerdos emocionales que tienen lugar sin la menor participación cognitiva consciente… La amígdala puede albergar y activar repertorios de recuerdos y de respuestas que llevamos a cabo sin que nos demos cuenta del motivo por el que lo hacemos, porque el atajo que va del tálamo a la amígdala deja completamente de lado al neurocórtex. Este atajo permite que la amígdala sea una especie de almacén de las impresiones y los recuerdos emocionales de los que nunca hemos sido plenamente conscientes" (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en español, editorial Kairós, página 56).

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"Una señal visual va de la retina al tálamo, en donde se traduce al lenguaje del cerebro. La mayor parte de este mensaje va después al córtex visual, en donde se analiza y evalúa en busca de su significado para emitir la respuesta apropiada. Si esta respuesta es emocional, una señal se dirige a la amígdala para activar los centros emocionales, pero una pequeña porción de la señal original va directamente desde el tálamo a la amígdala por una vía más corta, permitiendo una respuesta más rápida (aunque ciertamente también más imprecisa). De este modo la amígdala puede desencadenar una respuesta antes de que los centros corticales hayan comprendido completamente lo que está ocurriendo" (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en español, editorial Kairós, página 57).

"Durante los primeros milisegundos de cualquier percepción, no sólo sabemos inconscientemente de qué se trata, sino que también decidimos si nos gusta o nos desagrada. De este modo, nuestro inconsciente cognitivo no sólo presenta a nuestra conciencia la identidad de lo que vemos sino que también le ofrece nuestra propia opinión al respecto. Nuestras emociones tienen una mente propia, una mente cuyas conclusiones pueden ser completamente distintas a las sostenidas por nuestra mente racional" (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en español, editorial Kairós, página 58).

"El diseño del cerebro pone de manifiesto que tenemos escaso o ningún control con respecto al momento en que nos vemos arrastrados por una emoción y que tampoco disponemos de mucho margen de maniobra sobre el tipo de emoción que nos aquejará. Lo que tal vez sí se halla en nuestra mano es el tiempo que permanecerá una determinada emoción. El problema no estriba tanto en la diversidad emocional que reflejan, por ejemplo, la tristeza, la preocupación o el enfado (ya que normalmente estos estados de ánimo desaparecen con el tiempo y paciencia), como en el hecho de que su desmesura y su inadecuación conlleva los más sombríos matices: la ansiedad crónica, la furia desbocada y la depresión. Tanto es así que, en sus manifestaciones más graves y persistentes, su erradicación puede llegar a requerir medicación, psicoterapia o ambas cosas a la vez" (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en español, editorial Kairós, páginas 110 y 111).

"La mente emocional es mucho más veloz que la mente racional y se pone en funcionamiento sin detenerse ni un instante a considerar lo que está haciendo. Su rapidez hace imposible la reflexión analítica deliberada que constituye el rasgo característico de la mente pensante… Las acciones que brotan de la mente emocional conllevan una fuerte sensación de certeza, un subproducto de la forma simplificada de ver las cosas que deja absolutamente perpleja a la mente racional. Cuando las cosas vuelven después a su lugar (o incluso, a veces, a media respuesta) nos descubrimos pensando '¿por qué he hecho esto?', señal de que la mente racional está comenzando a activarse con una velocidad mucho más lenta que la de la mente emocional" (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en español, editorial Kairós, páginas 435 y 436).

"La modalidad más rápida de percepción sacrifica la exactitud a la velocidad, confiando en las primeras impresiones y reaccionando a la imagen global o a sus aspectos más sobresalientes. Capta las cosas de una vez, como una totalidad, y reacciona sin tomarse el tiempo necesario para llevar a cabo un análisis completo. Los elementos vívidos pueden determinar esa impresión, dejando de lado la evaluación cuidadosa de los detalles. La gran ventaja es que la mente emocional puede captar una realidad emocional […] en un instante, haciendo juicios intuitivos inmediatos que nos dicen de quién debemos cuidarnos, en quién debemos confiar o quién está tenso. En este sentido, la mente emocional funciona como una especie de radar que nos alerta de la proximidad de un peligro… Según Paul Ekman, esta velocidad, en la que las emociones pueden apoderarse de nosotros antes de seamos plenamente conscientes de lo que está ocurriendo, cumple un papel esencialmente adaptativo: movilizarnos a responder ante cuestiones urgentes sin perder el tiempo en ponderar si debemos reaccionar o cómo debemos hacerlo (Emotional Intelligence, edición de enero 2008, en español, editorial Kairós, páginas 436 y 437).

Es posible que las dos mentes de Eva, una que pensaba y otra que sentía, las cuales estaban en interacción continua para construir su vida mental y que operaban en estrecha colaboración entre sí, entrelazando sus distintas formas de conocimiento para guiarla adecuadamente a través del entorno paradisíaco, teniendo asida la advertencia divina para que no tomara del fruto prohibido, le haya proporcionado, en principio, un sentido de seguridad agradable. El equilibrio entre la mente emocional y la mente racional, un equilibrio en el que la emoción alimenta y da forma a las operaciones de la mente racional y la mente racional ajusta y a veces censura las entradas procedentes de las emociones, era perfecto en el caso de Eva, pues tanto su arquitectura corporal y cerebral como el entorno de calma y armonía circundante contribuían a ello, siendo, pues, la perfección ecológica la tónica dominante, o el estado de cosas natural allí, en Edén. El desequilibrio era la extrañeza, lo raro, lo inusual; de hecho, era inexistente.

Sin embargo, la mente emocional y la mente racional son relativamente independientes y reflejan el funcionamiento de circuitos cerebrales distintos pero interrelacionados. En Adán y Eva estas dos mentes estaban exquisitamente coordinadas, porque los sentimientos son esenciales para el pensamiento y lo mismo ocurre a la inversa. Pero cuando Eva fue tentada por la "serpiente" el equilibrio comenzó a resquebrajarse, pues la mujer permitió que su mente emocional desbordara y secuestrara a su mente racional.

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En ese estado de secuestro emocional, el sistema de los sentimientos comenzó a actuar cada vez más independientemente del neurocórtex. Probablemente se empezaron a generar ciertas reacciones emocionales que tuvieron lugar sin la menor participación cognitiva consciente. El relato sagrado da a entender que antes de que Eva tomara el fruto prohibido se produjo un proceso progresivo de polarización mental, en dirección emocional, desarrollándose en ella un fuerte anhelo egoísta: "Por consiguiente, la mujer vio que el árbol era bueno para alimento, y que a los ojos era algo que anhelar, sí, el árbol era deseable para contemplarlo…" (Génesis 3:6).

El hecho de que Eva hubiera permitido que su mente emocional prevaleciera sobre su mente racional debió tener connotaciones de pecado voluntarioso, similar al caso de un conductor embriagado que atropella y mata a alguien y que antes de emborracharse (deliberadamente) fue avisado del peligro. Parece que, una vez embargada por su propio impulso emocional, la amígdala cerebral de Eva desencadenó una respuesta antes de que sus centros corticales adormecidos pudieran percatarse completamente de lo que estaba ocurriendo: "Por consiguiente, la mujer vio que el árbol era bueno para alimento, y que a los ojos era algo que anhelar, sí, el árbol era deseable para contemplarlo… De modo que empezó a tomar de su fruto y a comerlo… Después dio de éste también a su esposo cuando él estuvo con ella, y él empezó a comerlo" (Génesis 3:6).

La astucia manifestada por la criatura espiritual que sedujo a Eva, utilizando una "serpiente" como señuelo, se materializó en una estrategia mediática bien urdida, cuya efectividad tal vez no seamos capaces de entender fácilmente. De todas formas, parece que durante los primeros milisegundos de la percepción de Eva dicha estrategia logró hacer que ésta insensatamente se decantara hacia el error en su inconsciente cognitivo, engañando su conciencia con la idea de que lo que veía en el árbol era legítimo y lícito para ella, cuando el caso es que Dios lo había prohibido claramente. Las emociones cobraron una mente propia en la cabeza de la mujer, una mente cuyas conclusiones fueron completamente distintas a las sostenidas por su mente racional.

A partir del error ya consumado, el equilibrio mental de Adán y Eva se rompió definitivamente. Es posible que la ruptura fuera de proporciones fisiológicas descomunales, afectando en breve también a estructuras anatómicas microscópicas en la arquitectura cerebral y posteriormente al resto del organismo de manera más o memos marcada. Esto debió dejar su impronta en el epigenoma, causando lo que hoy llamamos "imperfección heredada" o "pecado original", el cual se ha ido engrosando a través del acúmulo histórico de desaciertos de generaciones posteriores.

Es interesante, por otra parte, tomar en cuenta hasta qué punto el cerebro puede ser secuestrado por una pulsión emocionalmente malsana. Por ejemplo, determinados asesinos en serie, violadores de mujeres y conectados con el mundo de la pornografía dura, como el famoso Ted Bundy, han afirmado que han ido más allá de sus posibilidades de arrepentimiento. Llevan por fuerza una doble vida, por un lado como personas normales y por otro lado como asesinos. Y parece que en ellos conviven dos individuos diferentes, uno bueno y otro malo.

La persona de Ted Bundy resultó ser una sobrecogedora combinación de chico guapo y bueno y degenerado sexual perverso, ocultando un lado oscuro tormentoso esclavizado a fantasías eróticas que desembocaron en extremos escalofriantemente crueles. Persiguió, amenazó y asesinó a más de un centenar de mujeres, quienes en principio eran absolutamente ajenas a esta terrible amenaza bajo la forma de hombre afable y atractivo.

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Estudió la carrera de Derecho y colaboró activamente con un partido político. Su primer crimen lo cometió en 1974 en Washington, atando a una mujer mientras dormía y golpeándola con una barra de hierro. Un mes más tarde asesinó a una joven universitaria en un campus donde estudiaba la chica, llevándose el cuerpo de la víctima y dejando su habitación llena de sangre. Así comenzó su andadura criminal, de la cual ya no cabía marcha atrás.

En todos sus crímenes adoptaba el mismo comportamiento ritualista. Primero seguía a la víctima elegida por la calle o dentro del supermercado, entonces fingía tener el brazo roto o lastimado, para que la víctima le ayudara a conducir el coche; luego estrangulaba y golpeaba a la víctima en la propia casa de ella y finalmente sodomizaba o vejaba el cadáver y mordía el cuerpo muerto. Al principio cometía sus crímenes al amparo de la noche, pero posteriormente se hizo más confiado y atacaba de día. Apoyado en su atractivo físico y carisma, conseguía fácilmente que las mujeres confiaran en él y le ayudaran a conducir su Wolkswagen. Viajó por diversas ciudades norteamericanas de Washington, Utah, Colorado y Florida, dejando a su paso una estela de crímenes y secuestros.

Este infame asesino en serie le otorgó una entrevista al psicólogo James Dobson, antes de su ejecución. En dicha entrevista describió la agonía de su adicción a la pornografía y se adentró en sus raíces, explicando el desarrollo en él de esta conducta sexual compulsiva. Reveló también cómo la pornografía "hardcore" (dura, extrema o máxima) encendió en su mente los motores para cometer sus terribles crímenes.

Cuando Ted tenía 13 años descubrió unas revistas pornográficas en un basurero cercano a su casa, y lo que contempló cautivó su interés rápidamente. Fue el comienzo de una andadura que, con el tiempo, lo hizo adicto a vídeos y revistas de contenido sexual sadomasoquista y violento. Más adelante, buscando un estímulo más fuerte, cayó en la aberración de aficionarse a los adiovisuales en los que aparecían mujeres siendo torturadas y asesinadas (sadismo criminal). Posteriormente, cuando se cansó de ser un simple espectador y su líbido le demandaba mayores niveles de excitación, sólo le quedaba ya pasar, pues, de la fantasía a la realidad: el salto obligatorio y final para conseguir un estado placentero mayor, es decir, la puesta en práctica de violencia sádica y sexual contra mujeres reales.

Había estado jugando con fuego y ahora había provocado un incendio imparable en su interior, una especie de vorágine térmica arrasadora generada por su esclavitud a una piromanía sexual que comenzó durante su adolescencia. Dentro de él había entrado en erupción un volcán pasional morboso, cuya lava tenía la forma de sadismo maligno autoalimentado.

Finalmente, Bundy fue convicto y sentenciado a muerte por el asesinato de una niña de 12 años, cuyo cuerpo arrojó en una pocilga. Sin embargo, la ejecución se demoró más de 10 años a causa de apelaciones y maniobras legales astutas. Por último, un juez dio la orden de ejecutar a este asesino sin más demora.

Durante su última semana de vida, Bundy pidió a un abogado que llamara a James Dobson para una entrevista final en la prisión del estado de Florida. El señor Dobson comentó: "Bundy tenía algo importante que decir y pensaba que el medio noticiero no era suficientemente confiable. Por lo tanto, fui invitado, en calidad de psicólogo, a traer un grupo de camarógrafos para grabar sus últimos comentarios, estando ya, como estaba, a las puertas de la muerte. Nunca olvidaré tal experiencia… Finalmente, llegué a una recámara donde esperé a Bundy. Fue traído, rodeado de 6 guardias de la prisión, después de haber sido completamente registrado".

Con lágrimas en los ojos, Bundy describió hábilmente el espantoso monstruo que tomó posesión de él y que dominó por completo su voluntad por el hecho agravante de haber cedido también al consumo de bebidas alcohólicas. Sin embargo, su ansiosa locura por matar siempre estuvo alimentada por la pornografía violenta. Quizás no pensó que jamás llegaría tan lejos, y por eso se dejó llevar sin ninguna aprehensión por la excitación libidinosa de la pornografía. Pero, aunque ignorante del peligro al que exponía su corazón (mente emocional), lo cierto es que cayó en una trampa traicionera que lo subyugó al poder del imperio enmascarado de los bajos instintos.

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Dobson le preguntó a Bundy: "¿Cuáles son los antecedentes de su comportamiento?". A lo que Bundy respondió en parte: "Contacté con la pornografía suave, en la tienda y en la farmacia del barrio. Como solían hacer otros jóvenes, exploré sitios donde la gente tiraba basura y allí encontré un tipo de pornografía más dañina, que conjuba sexo y violencia. El matrimonio entre estas dos fuerzas, como bien conozco, hace que surja una clase de comportamiento demasiado terrible para poder describirlo". Dobson: "¿Qué ocurría en su mente, pues?". Bundy: "Esa clase de literatura ayudó a formar y moldear las diferentes facetas de mi conducta violenta. Al principio encendió mis fantasías y luego, en un momento determinado, contribuyó a cristalizarlas; hizo que se formara algo dentro de mí, como si fuera una entidad separada". Dobson: "Después de cometer su primer crimen, ¿qué efectos emocionales sintió?". Bundy: "Es muy difícil rememorar esto y es muy desagradable conversar sobre ello, pero me sentí como si emergiera de un horrible sueño o de un terrible trance; como si hubiera estado poseído por algo atroz y perteneciente a otro mundo. Al día siguiente, por la mañana, tras recordar vívidamente lo sucedido, supe que era responsable ante la Ley y ante Dios. Me levanté con la mente clara y despejada, y experimenté una absoluta horripilancia de mí mismo". Dobson: "¿Se imaginó usted, con anterioridad, capaz de hacer esto?". Bundy: "No hay forma de expresar lo brutal que es el ansia que te empuja a hacerlo. Pero una vez satisfecha tal ansia, retrocedía su control sobre mí y volvía a ser yo mismo, una persona de comportamiento normal; no un holgazán que frecuentara bares ni un pervertido de mirada extraña e inquietante. Me portaba como una persona común, con sus buenos amigos y su comportamiento normal, excepto, claro está, por ese pequeño segmento de mi vida tan potente y destructivo, el cual se escondía muy secretamente dentro de mí".

Esta experiencia muestra que la conducta humana puede llegar a situaciones en las que el arrepentimiento sincero sea difícil o hasta imposible, al quedar la mente permanentemente secuestrada por un lado oscuro emocional del que no tenemos idea de su peligrosidad. Sólo descubriríamos, más tarde, que hemos quedado entrampados y que no es posible salir del atolladero. La Sagrada Escritura nos previene. La desobediencia de nuestros primeros padres produjo en ellos, según parece, un estado irreversible en el que la conciencia dictaba que no podía esperarse ya ninguna disculpa ni enmienda humana del error.

NOTA-BIS:

La revista DESPERTAD del 8-3-1990, páginas 20 y 21, editada por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, dice, en parte:

«Al igual que los seres humanos, los ángeles tienen sentimientos. Se nos dice que después de ser testigos oculares de la creación de la Tierra, "gozosamente clamaron a una" y hasta "empezaron a gritar en aplauso" (Job 38:7). La Biblia también revela que "surge gozo entre los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente" (Lucas 15:10). Desde luego, el inmenso gozo descrito en esos versículos no podría ser experimentado por ningún "poder" impersonal… [Los] ángeles son personas concretas [y] en la Biblia […] aparecen los nombres de dos de ellos: Miguel y Gabriel. (Daniel 12:1; Lucas 1:26). Además, son seres inteligentes y no fueron programados para actuar de cierta manera determinada como si fueran un ordenador o un robot. Al contrario, los ángeles tienen el don de poder razonar y la libertad de tomar decisiones morales. Así, ya que son criaturas con libre albedrío, algunos ángeles optaron por rebelarse contra Dios, y de esa rebelión surgieron Satanás y sus demonios (Génesis 6:1-4; Judas 6; Revelación 12:7-9)».

La revista LA ATALAYA del 1-6-1998, página 16, párrafo 6, editada por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, dice con respecto al Creador, que "cuando sus siervos violan a sabiendas Sus leyes, contaminándose a sí mismos y a otros, él lo ve. Tales actos le duelen mucho (Génesis 6:6; Salmo 78:40). Impresiona pensar que nosotros, simples seres humanos, podemos afectar los sentimientos del Señor Soberano del universo".

De todo ello se desprende que aparentemente existe una semejanza estructural entre la mente del Creador y la de sus criaturas inteligentes. Por lo visto, el Supremo Hacedor trajo a la existencia a seres angélicos y humanos dotados de una mente semejante a la Suya, formada fundamentalmente por 2 bloques, uno emocional y otro racional, los cuales, salvo en el caso de los demonios y los hombres, se encuentran en perfecto y exquisito equilibrio. Un mismo modelo mental para todos, en imitación del Creador, aunque con diferentes soportes. Tal como una misma melodía puede estar contenida en un disco de vinilo, o en una cinta magnetofónica o en un disco compacto. Concretamente, para el caso del hombre el soporte de la mente es material (el cerebro) y está formado por elementos pertenecientes a nuestro particular universo físico.

Caín y Abel.

Según el relato sagrado, Adán y Eva no figuran entre los primeros humanos que trataron de reconciliarse con el Creador. Más bien, fueron los dos primeros hijos de éstos, Caín y Abel, los que sintieron la necesidad de hacer ofrecimientos a Dios con el objeto de atraer hacia sí alguna clase de favor que los librara del aplastante peso del error heredado. Puede ser que el primogénito, Caín, hubiera sido el que inició la práctica, a instancias de su madre, Eva. Pues es posible que la primera mujer haya albergado alguna clase de esperanza egoísta tras la declaración divina: "Pondré enemistad entre ti (la serpiente) y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él (un supuesto descendiente de la mujer) te magullará en la cabeza y tú (la serpiente) le magullarás en el talón" (Génesis 3:15).

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Si tal fue el caso, cabe pensar que Eva criara a su primogénito (Caín) con esmero y esperanza, dejando entrever su expectativa en cuanto al muchacho e influenciándolo para que éste desarrollara la idea de acercarse al Creador y obtener así su favor. Quizás Eva pensó que Caín podría llegar a ser esa "descendencia" prometida por Dios, que magullaría a la "serpiente" en la cabeza. ¿Supuso, entonces, que su hijo primogénito llegaría convertirse en un libertador de la raza humana, capaz de sacar de la condición de desahucie pecaminoso a sus padres, Adán y Eva?

De haber supuesto esto, no habría hecho otra cosa que repetir un impulso mental similar al que tuvo cuando instó a su esposo a comer del fruto prohibido, con la malsana esperanza de librarse a sí misma y librarlo a él de la sujeción al Creador. Pero ahora, en este caso, y por medio de Caín, quizá pretendía una liberación de los grilletes de la condenación a muerte, tanto para ella como para su esposo y también para la prole de ambos.

Tal vez por influjo materno, Caín se sintió impulsado a presentar ofrendas quemadas a respetable distancia de la entrada al jardín de Edén, delante de los querubines y de la "espada llameante" disuasoria (ver G030, La importancia del Génesis, página 17). Posteriormente, su hermano Abel, ya crecido, aunque más pequeño en edad, se sumaría a estos ofrecimientos. Sin embargo, el hecho de que las ofrendas de Abel recibieran aceptación divina y las de Caín no supuso un duro golpe emocional para este último, quien, dejándose llevar por la envidia corrosiva, acabó asesinando a su hermano más joven (Génesis 4: 1-16).

La muerte de Abel debió ser un golpe fatal para Adán y Eva, quienes antes de eso no se imaginaron siquiera el terrible efecto que su desobediencia traería sobre la prole. Además, para Eva misma, el que su hijo primogénito se hubiera convertido en un asesino (el primero de la historia humana), tenía quizás un significado calamitoso añadido: La presumible esperanza de que el "libertador" que magullase a la serpiente en la cabeza fuese Caín había quedado completamente aniquilada.

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Caín fue desterrado a la tierra de Nod ("la tierra de la Condición de Fugitivo"), al este de Edén, y se llevó consigo a su esposa, una hija de Adán y Eva de quien no se dice el nombre. Después del nacimiento de su hijo Enoc, Caín "se ocupó en edificar una ciudad", a la que llamó por el nombre de su hijo. Es posible que tal ciudad sólo haya sido un pueblo fortificado, según los conceptos actuales, y no se dice cuándo se terminó. El registro bíblico menciona a parte de los descendientes de Caín, algunos de los cuales se distinguieron por la cría nómada de ganado, tocar instrumentos musicales y el forjado de herramientas de metal, así como por practicar la poligamia y por su violencia. La línea de Caín terminó con el diluvio global del día de Noé (PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 1, edición de 1991 en español, página 387).

Sociedad prediluviana.

El hecho de que los primeros hijos de Adán y Eva hicieran ofrendas a Dios con objeto de recobrar su favor para la humanidad muestra el reconocimiento implícito de la caída en desgracia del ser humano, el cual fue creado para trascender la futilidad, a la que ahora, tras la rebelión edénica, estaba atado. Este sentimiento de "anhelo de trascendencia" fue transmitido de padres a hijos, y hacia las generaciones posteriores, por lo que la práctica de hacer ofrendas quemadas o sacrificios a la deidad se perpetuó socialmente y dio lugar a la Religión (G030: Importancia del Génesis, páginas 16-18), y no se puede descartar la idea de que un impulso tan vehemente y tan persistente en la colectividad humana afectara al epigenoma. Sin embargo, parece que el sentimiento religioso tiene otras causas también, una de las cuales emerge de la mente misma, de su sed de coherencia y pervivencia significativa, es decir, de su intuición profunda de que hay un diseño superior que se manifiesta en ella misma, en el cuerpo que la soporta y en el entorno que la circunda (ver G039: Gran impacto, páginas 15-18; ver también G050: Trascendencia, página 9).

El relato sagrado informa: «Y Abel llegó a ser pastor de ovejas, pero Caín se hizo cultivador del suelo. Y al cabo de algún tiempo aconteció que Caín procedió a traer algunos frutos del suelo como ofrenda a Jehová. Pero en cuanto a Abel, él también trajo algunos primogénitos de su rebaño, aun sus trozos grasos. Ahora bien, aunque Jehová miraba con favor a Abel y su ofrenda, no miraba con ningún favor a Caín ni su ofrenda. Y Caín se enardeció de gran cólera, y empezó a decaérsele el semblante. Por lo cual Jehová dijo a Caín: "¿Por qué estás enardecido de cólera, y por qué se te ha decaído el semblante? Si te diriges a hacer lo bueno, ¿no habrá ensalzamiento? Pero si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?"» (Génesis 4: 2-7).

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El tomo 1 de PERSPICACIA, página 387, dice en parte: «Caín (cuyo significado es "Algo producido") fue el primer niño nacido en la Tierra de la pareja humana original, Adán y Eva. Después del nacimiento de Caín, Eva dijo: "He producido un hombre con la ayuda de Jehová" (Gé 4:1).

¿Significaban estas palabras que Eva pensaba que podía ser la mujer predicha que produciría la descendencia por medio de la que vendría la liberación? (Gé 3:15). Si ese fue el caso, estaba muy equivocada… Caín se hizo cultivador del suelo, y "al cabo de algún tiempo", tanto él como Abel, su hermano más joven, le presentaron ofrendas a Jehová, pues sintieron la necesidad de ganarse el favor divino. Sin embargo, Dios "no miraba con ningún favor" la ofrenda de Caín, compuesta de "algunos frutos del suelo"… Aunque se ha señalado que el registro no especifica que la ofrenda de Caín fuese de los frutos más selectos, mientras que sí dice que la de Abel era de los "primogénitos de su rebaño, aun sus trozos grasos", el problema no radicaba en la calidad de los productos que Caín ofreció. Más bien, como se registra en Hebreos 11:4, la ofrenda de Caín carecía de la motivación de la fe, que fue lo que hizo aceptable el sacrificio de Abel… No se especifica cómo se hizo la distinción entre la ofrenda aprobada y la que no lo era, pero debió ser evidente tanto para Caín como para Abel. Jehová, que lee el corazón del hombre, conocía la actitud incorrecta de Caín, que se manifestó con claridad una vez fue rechazado su sacrificio. Entonces empezó a mostrar abiertamente las "obras de la carne", entre ellas, "enemistades, contiendas, celos y arrebatos de cólera". Jehová mostró a este hombre resentido que podía ensalzarse si sencillamente se dirigía a hacer lo bueno. Pudo haberse humillado y haber imitado el ejemplo aprobado de su hermano, pero prefirió pasar por alto el consejo divino de lograr dominar el deseo pecaminoso que "estaba agazapado a la entrada" deseando con vehemencia someterle. Este proceder irrespetuoso fue la "senda de Caín"…».

El relato informa que Dios dijo a Caín: "¿Por qué estás enardecido de cólera, y por qué se te ha decaído el semblante? Si te diriges a hacer lo bueno, ¿no habrá ensalzamiento? Pero si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?". No se sabe si estas palabras las escuchó Caín por medio de un sueño, o por una voz procedente de la entrada al jardín edénico, donde estaban apostados los centinelas querubines, o de alguna otra manera; pero lo interesante es que el Creador mostró respuesta a las ofrendas que presentaron los hijos de Adán y Eva, y en buena medida trató de ayudarlos o guiarlos.

El tomo 1 de PERSPICACIA, página 387, también dice: «Más tarde, Caín le dijo a su hermano: "Vamos allá al campo" (Gé 4:8)… [Entonces] Caín atacó a Abel en el campo y lo mató, de modo que llegó a ser el primer asesino humano. Como tal, se podía decir que "se originó del inicuo", el "padre" de los homicidas y de la mentira».

Partes: 1, 2
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