Aunque Dios actuó misericordiosamente con los hijos de la primera pareja humana, respondiendo a sus ofrendas quemadas, también mostró que no toda ofrenda le era agradable. Así, mientras que se complació en el sacrificio que presentó Abel, no aprobó la ofrenda de Caín; pero, sin embargo, bondadosamente le indicó a este último que se encaminara a "hacer lo bueno" y entonces tendría "ensalzamiento" de su parte. El Creador dirigió la atención de Caín hacia el sendero correcto, en un intento de evitarle un derrotero infructuoso.
El que Caín no aceptara la guía divina dejó claro que no toda persona que ofrece a Dios sacrificios religiosos está dispuesta realmente a hacer las cosas a la manera de Dios. Mucha gente impone su propio criterio de adoración, y no busca con humildad el parecer del Creador al respecto. Éste es el comienzo o principio de la "idolatría".
PERSPICACIA, tomo 1, página 1194, comenta: «Desde la rebelión en Edén, tan sólo una minoría de la humanidad ha permanecido libre de la idolatría. Durante la vida de Enós, el nieto de Adán, parece que se llegó a practicar cierta forma de idolatría: "En aquel tiempo se dio comienzo a invocar el nombre de Jehová". (Gé 4:26). Pero esta invocación no fue con fe, como sí había hecho el justo Abel muchos años antes, por lo que sufrió [la muerte] a manos de su hermano Caín. Lo que debió comenzar en los días de Enós fue una forma de adoración falsa en la que el nombre de Jehová se usaba mal o se aplicaba de manera impropia. Probablemente los hombres se hacían llamar por el nombre de Dios o usaban este nombre para dirigirse a otros hombres (por medio de los cuales pretendían acercarse a Dios en adoración), o bien aplicaban el nombre divino a objetos usados como ídolos (a modo de ayuda visible y tangible al intentar adorar al Dios invisible).
El registro bíblico no revela hasta qué grado se practicó la idolatría desde los días de Enós hasta el Diluvio. La situación debió ir deteriorándose progresivamente, pues en los días de Noé vio "Jehová […] que la maldad del hombre abundaba en la tierra, y que toda inclinación de los pensamientos del corazón de éste era solamente mala todo el tiempo". Además, la inclinación pecaminosa que heredó el hombre, la presencia de los ángeles materializados que tuvieron relaciones con las hijas de los hombres, así como la prole híbrida de estas uniones, los "nefilim", ejercieron sobre el mundo de ese tiempo una fuerte influencia hacia lo malo».
NOTA:
El tomo 1 de PERSPICACIA, páginas 818-819, explica lo siguiente: «Enós ("Hombre mortal") [fue hijo] de Set.
Nació cuando su padre tenía ciento cinco años. Enós, a su vez, tenía noventa años cuando llegó a ser padre de Quenán, y vivió un total de novecientos cinco años (Gé 5:6-11). Su nombre también se incluye en las genealogías de 1 Crónicas 1:1 y Lucas 3:38. En su día "se dio comienzo a invocar el nombre de Jehová" (Gé 4:26). Esta frase no debe referirse a invocar a Jehová con fe y en adoración pura como había hecho Abel más de ciento cinco años antes del nacimiento de Enós. Algunos eruditos hebreos piensan que el texto debería decir "empezaron de manera profana" o "entonces empezó la profanación". El Targum de Jerusalén dice referente a los días de Enós: "Esa fue la generación en cuyos días comenzaron a descarriarse, y a hacerse ídolos, y a llamar a sus ídolos por el nombre de la Palabra del Señor". Los hombres debieron aplicarse el nombre de Dios a sí mismos o aplicarlo a otros hombres, por medio de quienes pretendían acercarse a Dios en adoración; o quizás hasta aplicaron el nombre de Dios a objetos idolátricos».
Sociedad posdiluviana.
Tras el Diluvio, una nueva sociedad comenzó a formarse a partir de 8 personas (los sobrevivientes de la catástrofe, a saber: Noé, su esposa, sus 3 hijos y las esposas de éstos). Sin embargo, no tardó mucho en iniciarse una nueva corrupción moral, en este caso en la persona de Canaán, nieto de Noé por parte de Cam, y en la prole de éste (ver G026: La prole de Cam, página 3: La degeneración cananea).
El deseo innato de "trascendencia" que induce a la religiosidad humana quedó entrelazado con la corrupción en el caso de los cananeos y cristalizó en la forma de ritos religiosos progresivamente degenerados, los cuales, bajo la inevitable influencia demoníaca, produjeron sistemas de adoración extremadamente sórdidos. Pero antes que la degeneración cananea tocara fondo, la confusión de las lenguas en Babel introdujo un elemento que a la larga llevaría a una multiplicación de ideas religiosas dispares.
Esto sucedió cuando los apoyadores de Nemrod fueron dispersados, confundidos en cuanto a lenguaje, alejados del hebreo arcaico original y consecuentemente privados de la fuente de verdad revelada atesorada por los fieles patriarcas. A raíz de este acontecimiento, cada grupo lingüístico estableció su propia cultura y su propia religión, allá donde se asentó geográficamente, siguiendo el anhelo profundo y natural que puede ser resumido en las siguientes palabras que se encuentran impresas en el libro EL HOMBRE EN BUSCA DE DIOS, publicado en español y otros idiomas en 1990 por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, página 28, recuadro:
«John B. Noss señala en su libro "Man"s Religions" (Las religiones del hombre): "De un modo u otro toda religión dice que el hombre no está solo ni puede bastarse por sí mismo. Está vitalmente relacionado con poderes de la Naturaleza y la Sociedad que son externos a él, y hasta depende de éstos. Sea con claro entendimiento de ello o no, sabe que no es un centro independiente de fuerza que pueda subsistir separado del mundo"… De manera similar, el libro "World Religions—From Ancient History to the Present" (Las religiones universales… desde la historia antigua hasta la actualidad) dice: "El estudio de la religión revela que un rasgo importante de ella es un anhelo de valor en la vida, un creer que la vida no es accidental ni desprovista de significado. La búsqueda de significado lleva a ejercer fe en un poder mayor que el humano, y al fin a una mente universal o sobrehumana cuya intención y voluntad es sostener los más altos valores para la vida humana"… De modo que la religión satisface una necesidad humana básica, tal como el alimento satisface el hambre. Sabemos que el comer cualquier cosa —prescindiendo de si es nutritiva o no— cuando tenemos hambre pudiera poner fin a las punzadas del hambre; sin embargo, con el tiempo ese proceder causaría daño a nuestra salud. Para una vida saludable necesitamos alimento sano y nutritivo. De igual manera necesitamos alimento espiritual sano para mantener buena salud espiritual. Por eso la Biblia nos dice: "No sólo de pan vive el hombre, sino que de toda expresión de la boca de Jehová vive el hombre" (Deuteronomio 8:3)».
El anhelo mental de trascendencia se manifiesta con mayor o menor vehemencia en los individuos humanos de todas las culturas y etnias, dejando su impronta en forma de inquietud en la colectividad. Esa inquietud tiene que ser resuelta, ya que no puede silenciarse. Ahora bien, ¿de qué manera ha sido resuelta por la inmensa mayoría de los grupos humanos? Veamos.
El libro EL HOMBRE EN BUSCA DE DIOS, páginas 52 a 56, explica: «En su búsqueda de Dios, el hombre ha echado mano de lo insustancial, enganado [mentalmente] de que tiene inmortalidad… La creencia de que [posee un] alma [que] es inmortal (o variaciones de esa creencia) es un legado de milenios. La gente de la cultura asiriobabilonica antigua creia en una vida despues de la muerte… Tambien los egipcios tenian su idea de un alma inmortal… Era parte de la antigua mitologia china una creencia en que se sobrevivia a la muerte y era importante mantener contentos a los antepasados… Los aztecas, los incas y los mayas tambien creian en un alma inmortal… Tambien las mitologias africanas incluyen referencias a un alma que sobrevive. Muchos africanos viven en temor de las almas de los difuntos».
Autor:
Jesús Castro
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