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La huella de Mery (página 2)

Enviado por Hernán Pérez Ramos


Partes: 1, 2

La idea que hemos escogido para encabezar este acápite, a primera vista se nos antoja absurda, irracional y sin sentido alguno, ¿por qué? Al no ser dualistas (damos por hecho que el cerebro, las neuronas, son el sustrato material en el que existen las informaciones) se nos hace completamente lógico pensar que un primate con el cerebro más grande normalmente debe ser más listo, inteligente y por ende mejor competidor que cualquiera de sus parientes de clan con un cerebro de tamaño promedio. Pero sin embargo este argumento diáfano, cristalino y a todas luces incontrovertible se deshace como un azucarillo ante la pasmosa evidencia de la realidad. El destacadísimo psicólogo evolutivo Robin Dumbar, haciéndose eco de los exhaustivos estudios realizados por Michael Schillaci de la Universidad de Carolina del Sur nos revela que. "En primates polígamos la relación existente entre el tamaño del cerebro y el éxito del individuo a la hora de conseguir pareja, es de signo negativo." En otras palabras, Dumbar nos asegura que, por absurdo que se nos antoje, la realidad es que en el marco de un clan de primates, el miembro con el cerebro más grande, contra todo pronóstico, es el que menos acceso tiene a la reproducción y como consecuencia de esto es el individuo que menos probabilidades tendrá de traspasar sus genes y con ellos la modificación de la que es portador (el cerebro más grande) a la próxima generación.

¿Cómo repercute este significativo descubrimiento en la ciencia evolutiva? El hecho de que el ser con el cerebro más grande sea el que tenga menos acceso a la reproducción hecha por tierra y de hecho lapida la inmensa mayoría de las teorías existentes acerca de nuestros orígenes ya que todas, de una u otra manera, parten del presupuesto de que un cerebro más grande nos haría más listos y como consecuencia de ser mejores competidores nos reproduciríamos con más regularidad que el resto de nuestros parientes, circunstancia por la cual la modificación que portábamos, el cerebro más grande, se transmitiría a la descendencia con la regularidad necesaria para extenderse a toda la población.

¿Por qué sucede algo tan tremendamente desconcertante, ilógico y por demás absurdo? ¿Tendría razón Descartes al afirmar que la mente y el cerebro son dos fenómenos que no guardan relación condicionante alguna entre ellos? La solución de este interesantísimo dilema nos la ofrece el propio Robin Dumbar al decirnos. "En primates la programación del cerebro ocurre desde el destete a la pubertad." Este importantísimo presupuesto nos revela que el hecho de ser más inteligentes no depende en exclusivo de la circunstancia de tener el cerebro más grande sino que también está estrechamente relacionado con el hecho de que el período de programación (usando el término que emplea el propio Dumbar) del cerebro se extienda, de manera que si el lapso de tiempo del que dispone un primate para llenar su corteza prefrontal de conocimientos y comportamientos útiles para la vida futura crece, necesariamente ese individuo será más listo, inteligente y competitivo que el resto de sus parientes. Esto sucede así como consecuencia de que la cantidad de informaciones que existen en el cerebro no depende tanto del número de neuronas que se posea como de la cantidad de interconexiones que logremos hacer entre esas neuronas, así que un primate con más tiempo para fabricar a través de neuroplasticidad más comportamientos (más interconexiones entre las neuronas) podría con el tiempo llegar a ser más listo, inteligente y por ende mejor competidor que sus parientes de clan sin necesidad alguna de que le crezca el cerebro (sin necesidad de tener más neuronas).

Tal es la importancia que otorga la selección natural a la circunstancia de garantizar que ningún individuo tenga un cerebro más grande del que será capaz de usar, que existe un mecanismo de apoptosis que se encarga de eliminar sin miramientos las neuronas que no logran interconectarse. Este hecho contrastado y validado en múltiples estudios acerca del desarrollo del cerebro nos permite tener la más absoluta certeza de que más neuronas en el cerebro solo es una ventaja evolutiva si el individuo cuenta con el tiempo suficiente para convertirlas, a través de la neuroplasticidad, en informaciones y comportamientos útiles para la vida futura. Por tanto podemos concluir que muy por encima de la importancia que podríamos adjudicar al hecho de tener un cerebro más grande a la hora de hacer que un primate sea más listo, inteligente y competitivo, está la circunstancia extraordinaria de que el tiempo de programación de su cerebro se multiplique, porque de no ocurrir así el plus de neuronas que poseerá dicho individuo en su estructura rectora no logrará convertirse en informaciones útiles para la vida y como consecuencia de ello ese cerebro más grande, que gastará mucha más energía que un cerebro de tamaño regular, lejos de convertirse en una adaptación ventajosa sería irremediablemente una pesada losa que dificultaría en extremo el correcto desenvolvimiento del ser que lo posee. Ello es la razón ineludible e inapelable por la que el primate con el cerebro más grande es el que menos éxito tiene a la hora de reproducirse.

Si alguna conclusión podemos extraer de los razonamientos expuestos es sin lugar a dudas la siguiente. Cualquier teoría, hipótesis o conjetura acerca de nuestros orígenes que no parta de ofrecer una explicación detallada, lógica y plausible acerca de, que extraordinario acontecimiento pudo ocurrir para que se extendiese el tiempo de programación del cerebro en un primate, carecerá sin remedio del basamento lógico necesario que nos permitiría considerar acertadas las conclusiones a las que arribe. La tesis que pretendo exponer al lector no tiene otro objetivo que el descrito, intentaremos desvelar ante sus ojos el suceso excepcional que predeciblemente provocaría que se incrementase el tempo de programación del cerebro de un primate común, para que apareciese como consecuencia de dicha transformación maravillosa un individuo distinto y diferente del resto de los seres que nos acompañan en este planeta, me refiero al acontecimiento inusual y mágico que acarrearía como consecuencia el surgimiento del primero de nosotros los homínidos.

El libro que presento es extenso y en algunos momentos exigirá de un gran despliegue de toda su capacidad cognoscitiva y analítica, esta poderosa razón me animó a confeccionar una breve sinopsis que nos permitirá visualizar desde un principio, en toda su globalidad, la novedosa tesis que pretendo someter a su consideración, así el lector sabrá desde el comienzo a donde pretendo llegar con cada explicación y el objetivo cardinal de todos los razonamientos a los que nos enfrentaremos, ello sin duda nos facilitará en gran medida el proceso de comprensión de las ideas expuestas. En otras palabras, he tenido la poca vergüenza de confeccionar un "video clic" con la aviesa y taimada intención de motivarlo para que "escuche todo el disco". Ruego que me disculpe por contarle el final de la película, aunque si lo consideramos mejor ello no tiene ninguna importancia, ya que tanto en el devenir del universo en el que existimos como en el libro que le ofrezco, el final es siempre el principio porque todo avanza inexorablemente hacia el futuro dando pasos hacia atrás.

Breve sinopsis de la nueva teoría.

Estimado lector, el conjunto de ideas en el que le invito a sumergirse proponen como causa de la aparición de nuestra línea evolutiva (la de los homínidos):

El trascendental cambio que a la postre también ocasionaría como consecuencia colateral la portentosa lateralización de las funciones cerebrales que evidencia el funcionamiento de nuestro órgano rector (la especialización del cerebro izquierdo en determinadas tareas y la especialización del hemisferio derecho en otras funciones distintas de las primeras) y además también provocaría la constatable diferencia morfológica que existe entre nuestros dos cerebros.

En algunas especies de aves y mamíferos se evidencian indicios de lateralización de las funciones cerebrales, pero en general ambas mitades son exactamente simétricas y atienden a funciones similares para el lado contralateral del cuerpo.

La cadena de razonamientos que nos conduce a esta novedosa hipótesis es la siguiente. Todos los seres vivos cuentan para enfrentarse a los retos de la supervivencia con un conjunto de programas de comportamientos innatos que son trasmitidos por los genes, de la misma manera en la que pasa de generación en generación la forma de un pico, el color de la piel, la función de una membrana o el largo de una garra. En el caso de las aves y de los mamíferos, además de contar con el acervo genético de programas de comportamientos innatos, disponen de una maravillosa cualidad (la corteza cerebral) que les brinda la posibilidad de desarrollar y copiar de sus progenitores a través del aprendizaje, comportamientos diferentes de los comportamientos instintivos. Estos comportamientos de transmisión cultural son cientos de miles de veces más sofisticados y mejor adaptados a las condiciones del hábitat en el que viven los individuos que los comportamientos de índole genética. Esa maravillosa posibilidad que brinda la existencia de la corteza cerebral, la opción de integrar nuevos comportamientos mediante el aprendizaje, no está disponible durante toda la vida de los individuos sino única y exclusivamente durante la primera etapa de ella, etapa en la que los endotérmicos (aves y mamíferos) existimos protegidos, cuidados y alimentados por nuestros padres. Circunstancia esta de la que es una prueba palmaria el hecho de que la inmensa mayoría de mamíferos adultos criados en cautividad no sobreviven si se les reintroduce en su medio natural, mientras que por el contrario los jóvenes, aún nacidos en cautividad, se reintroducen sin grandes contratiempos.

Analizando en su conjunto las tres premisas anteriores podemos inferir lo siguiente. Con la aparición de los endotérmicos el cerebro experimenta una radical y novedosa transformación (aparece la corteza cerebral) en el marco de la cual surgen determinadas condiciones que permiten desarrollar y aprender programas de comportamientos diferentes de los innatos, condiciones que por su puesto se hallan en la novedosa corteza cerebral. De igual manera es asumible la circunstancia de que dichas condiciones solo existen en el cerebro durante la infancia de los individuos ya que posteriormente la posibilidad de aprender nuevos comportamientos desaparece por entero de ambas cortezas cerebrales en casi todas las especies de aves y mamíferos, excepto en una. En nuestro caso las condiciones que permiten aprender nuevos comportamientos, aunque desaparecen de la corteza derecha después de la primera infancia, permanecen funcionando durante toda la vida en nuestra corteza cerebral izquierda.

En este libro propondremos que lo que nos convirtió a nosotros los homínidos en seres radicalmente diferentes de los individuos de la especie de primates a la que pertenecíamos y distintos del resto de las aves y mamíferos de nuestro planeta, es la circunstancia extraordinaria y maravillosa de que a la primera de nosotros no le desaparecieran esas condiciones (las que permiten el aprendizaje de comportamientos) de su hemisferio cortical izquierdo, en el preciso instante en el que debían haber sido eliminadas.

¿Qué consecuencias acarrearía para el individuo la circunstancia de que un hecho de esta magnitud le sucediera? El hecho de que permanecieran activadas las condiciones que permiten el aprendizaje de comportamientos en nuestro cerebro izquierdo durante toda la vida, en el marco de la línea evolutiva que condujo hasta nosotros, sin lugar a dudas ocasionaría como consecuencia colateral la especialización (por demás constatada) de nuestro hemisferio izquierdo en labores de confección de conocimientos y comportamientos y a su vez también traería aparejada la especialización del cerebro derecho en labores de protección y vigilancia (circunstancia también corroborada). ¿Cual sería la consecuencia primordial que acarrearía el hecho de que a un primate se le mantuvieran funcionando las condiciones que permiten el aprendizaje de comportamientos durante toda la vida en el hemisferio cortical izquierdo? La respuesta a esta pregunta es tan simple como reveladora:

Un primate que mantuviese funcionando esas condiciones (las que permiten el aprendizaje de comportamientos) durante toda la vida en uno de sus cerebros ostentaría la maravillosa cualidad de ser capaz de confeccionar un nuevo comportamiento en tiempo real. Es decir, podría desarrollar un comportamiento para solucionar el conflicto de supervivencia en el que se halla inmerso, en el preciso mismo instante en el que dicho conflicto está ocurriendo.

¿Qué ventajas otorga al individuo portador la nueva cualidad de ser capaz de confeccionar un comportamiento en tiempo real? El resto de los seres vivos solo cuentan con respuestas de comportamientos programados con antelación (por los genes o durante la primera etapa de la vida mediante el aprendizaje) para enfrentarse a la dura y despiadada lucha por la supervivencia. La posibilidad de confeccionar un comportamiento destinado a solventar un determinado reto de la vida en el mismo instante en el que nos enfrentamos a ese particular problema de supervivencia, confiere al individuo el máximo grado de capacidad para adaptarse adecuadamente a las condiciones del hábitat en el que vive. Es que un comportamiento elaborado en tiempo real es muchas veces más específico y por ende correcto, efectivo, idóneo y acertado que los comportamientos programados con antelación. Y como consecuencia de disponer del máximo de capacidad de adaptación al medio, la especie cuyos miembros mantuviesen funcionando durante toda la vida la capacidad de confeccionar comportamientos, en un breve lapso de tiempo ascendería a la sima de la cadena alimenticia.

A continuación ampliaremos la cadena de razonamientos expuesta de manera de que el lector, antes de enfrentarse al libro, tenga la oportunidad de visualizar en su mente una imagen nítida y a la vez global de la tesis a exponer. Quiero que pueda ver con claridad las premisas de las que partiremos y las consecuencias a las que dichas premisas nos conducirán, porque la razón única del libro que le invito a leer no es otra que la secuencia lógica de causas y efectos que nos conducen de esas premisas (el hecho de que no nos desaparezcan del cerebro izquierdo las condiciones que nos permiten confeccionar programas de comportamientos) a las consecuencias finales (la aparición de la línea evolutiva homínidos).

Tanto en el libro como en la sinopsis hablaremos incesantemente de las funciones del cerebro y de las estructuras que predeciblemente se encargan de ellas. No se preocupe usted, tampoco yo soy un especialista de la materia, de manera que no hay términos ni explicaciones que no alcance a entender una persona con grado medio de escolarización.

Comenzaremos la ampliación de la sinopsis por explicar como trabaja la capacidad para responder a los estímulos del medio (los programas de comportamientos).

 

– El complejo Respuesta base-Información de referencia.

Conrad Lorenz y Nico Timbergen (cofundadores de la Etología como ciencia) constataron que los gansos desarrollan el comportamiento instintivo (innato) de rodar con el pico los huevos que se han salido del nido en función de reintroducirlos lo antes posible. Luego descubrieron que dicho comportamiento podía ser desencadenado, no solo por la presencia de un huevo en los alrededores del nido sino por cualquier otra cosa que de alguna manera se les pareciera, funcionó con una pelota de baseball y con una lata de cerveza. Los insignes investigadores nombraron al objeto, cosa, fenómeno, comportamiento o individuo que provocaba el desencadenamiento de la ejecución de un comportamiento innato, "estímulo señal" y postularon que todos los comportamientos instintivos disponen de su propio estímulo señal. Por ejemplo, la vista de un polluelo piando con la boca abierta desencadena en sus progenitores la acción de regurgitar comida en su pico (en este caso la imagen del poyuelo es el estímulo señal). El parto desencadena la producción de occitocina en el cuerpo de la madre. (La occitocina es la hormona que con su acción genera en las madres de nuestra especie (hasta donde sabemos) la necesidad de cuidar, proteger y alimentar a la descendencia.) En este caso la imagen sensorial del parto es lo que desencadena el programa innato de funcionamiento fisiológico que produce la hormona occitocina. La presencia de un rival próximo a la zona en la que se encuentra el harén de hembras desencadena el comportamiento de agresión en los machos de la inmensa mayoría de las especies de mamíferos. Los comportamientos innatos propios de una especie son conjuntos de acciones destinadas a que los individuos cumplimenten con las tareas inalienables a la vida (alimentarse, reproducirse, defenderse, huir de los peligros, etc.) que son trasmitidos en el genoma al igual que ocurre con las instrucciones que permitirán la configuración de sus cuerpos. Estos comportamientos, como acabamos de mencionar, disponen de una variedad de información (el estímulo señal) que les permite "saber" cuando es el momento, el lugar y las circunstancias ante los que necesariamente tienen que activarse para dar cumplimiento a la tarea inalienable a la vida por la que se responsabilizan.

· La capacidad de aprender.

La capacidad de aprender es inalienable a la vida. Esta idea ha sido mayormente aceptada por toda la comunidad científica a partir de que Heenings demostró que el esténtor (organismo unicelular) era capaz de aprender. ¿Qué aprendemos los seres vivos? Veamos el siguiente ejemplo, un lagarto monitor ha atrapado lo que parece ser un suculento y apetitoso saltamontes, pero después de masticarlo un poco lo devuelve en medio de atroces arcadas debido al sabor terrible de su cuerpo. A partir de este instante el pequeño reptil jamás vuelve a intentar alimentarse con un individuo de esta especie, ello quiere decir que la imagen de este artrópodo ha quedado almacenada como parte de la información de referencia acerca de los estímulos señal que (en este caso) no deberá desencadenar la ejecución del comportamiento innato alimentación, de este pequeño saurio en particular. Con el ejemplo hemos querido que el lector pueda visualizar en su mente, que lo que aprendemos los seres vivos es en esencia información referente (información de referencia) al estímulo señal que debe provocar la acción de un determinado comportamiento innato. No todos los comportamientos innatos tienen la capacidad de anexar información de referencia acerca del estímulo señal que debe provocar su ejecución. Por ejemplo, la inmensa mayoría de especies de ranas mueren de hambre rodeadas de moscas (su alimento por excelencia) muertas. Lo que quiere decir que para el comportamiento innato de alimentación de las ranas, el estímulo señal que lo activa es una mosca viva. Y en ninguna manera este comportamiento es capaz de anexar la imagen de una mosca muerta a su información de referencia.

· El aprendizaje de información de referencia.

Al parecer todos los seres vivos con cerebro disponemos en él de una estructura denominada amígdala que se encuentra delante del hipocampo en nosotros los mamíferos. La amígdala podría decirse que es quizás el órgano más importante (en función de la supervivencia del individuo) que existe en el cerebro, en ella se encuentran el comportamiento de huida ante los peligros y el comportamiento de lucha contra los rivales y las presas. Esta antiquísima estructura (desde el punto de vista evolutivo) es capaz de almacenar información, en la amígdala se graban la información referente a los peores momentos de nuestra vida, los recuerdos de la guerra, las imágenes de un atraco sufrido, la pérdida del ser amado. Ello es lo que nos hace pensar que es en la amígdala en donde los seres vivos con sistema nervioso central almacenamos la información de referencia acerca de los individuos, circunstancias o comportamientos que son el estímulo señal que debe desencadenar los comportamientos innatos de huída o ataque. El aprendizaje de información de referencia ocurre por neuroplasticidad simple, ello quiere decir que la red de interconexión de las neuronas que son un determinado comportamiento innato, se prolongan y se interconectan para anexar una nueva imagen de un individuo, cosa, fenómeno o comportamiento que es un nuevo estímulo señal que deberá desencadenar con su presencia la ejecución de dicho comportamiento. De esta manera es como existe la capacidad de los seres vivos con cerebro para enfrentar los retos de la vida y cumplimentar con las tareas inalienables a esta, el complejo Respuesta de comportamiento innato-Información de referencia, ya sea esta última innata (como el caso de las ranas con las moscas) o aprendida (como sucede con el lagarto monitor y el artrópodo), es lo que garantiza la supervivencia de las especies.

– La posibilidad de aprender comportamientos.

· Necesidad de que existan nuevos comportamientos.

Como hemos explicado los comportamientos instintivos (innatos) son trasmitidos por el genoma, por lo que su modificación está sujeta a las mismas reglas que regulan la modificación de los órganos y estructuras que componen los cuerpos de los individuos de las diferentes especies. Ello quiere decir que una variación en un comportamiento innato, por muy buena que sea en el sentido de hacer a su portador más competitivo, siempre tiene un 0.5% de probabilidades de no ser trasmitida a la descendencia. Si a ello le sumamos que la modificación de un programa de comportamiento también depende del azar, constataremos que la velocidad a la que la selección natural es capaz de proporcionar nuevos comportamientos que hagan a los individuos más competitivos es extremadamente lenta. Con el surgimiento de la endotermia aparecen seres vivos (las aves y los mamíferos) que gastan la inmensa mayoría de lo que consumen en generar la temperatura de sus cuerpos, esta circunstancia los obliga a ingerir nutrientes con extrema regularidad. Mientras que una serpiente o un cocodrilo pueden pasar sin comer varios meses durante los que permanecen guarecidos y seguros en sus escondites, un mamífero está obligado a comer casi a diario, ello lo convierte todo el tiempo en el blanco (el estímulo señal) predilecto para los programas de alimentación de la inmensa mayoría de los depredadores. Esta circunstancia de tener que poner en riesgo constantemente la vida genera la perentoria necesidad, de que para que pudiesen existir las aves y los mamíferos tendrían que disponer estos seres de la posibilidad de producir rápida y eficientemente una significativa cantidad de nuevos programas de comportamiento que les hiciesen mucho más listos que sus posibles depredadores y mucho más inteligentes que sus presas. Pero como la selección natural es muy lenta a la hora de elaborar programas de comportamientos que hagan a los individuos más competitivos, para que pudiesen existir y proliferar las aves y los mamíferos tuvo que desarrollar un sistema de confección de programas de comportamiento que permitiera a los endotérmicos sobrevivir en unas condiciones de vida tan extremas como son las que impone la endotermia y además ser mucho mejores competidores que sus rivales. Me refiero al surgimiento de la maravillosa posibilidad de incorporar al conjunto de comportamientos innatos que todos los seres vivos traemos de serie, nuevos comportamientos mediante el aprendizaje y la copia por imitación. Cualidad que ostentan en su inmensa mayoría todos los linajes de aves y mamíferos y que en opinión del autor, es lo que ha permitido a estos dos grandes grupos conquistar la infinita diversidad de hábitat de nuestro planeta.

· Ilustremos algunos de estos comportamientos aprendidos.

Las aves canoras traen de serie la posibilidad de cantar, de la misma manera que nosotros traemos al nacer la posibilidad de hablar, pero tanto el canto de las aves, el de las ballenas o nuestro lenguaje necesitan ser aprendidos durante la primera etapa de la vida. Una multitud de especies de mamíferos necesitan aprender de sus progenitores como dar caza o manipular, en función de extraer la parte nutritiva, el recurso del que se alimentan y también tienen que aprender a confeccionar sus refugios. Por ejemplo, las nutrias marinas deben aprender de sus progenitora como atrapar crustáceos y como abrir las conchas de moluscos. Los oseznos aprenden de sus madres el arte de la pesca. Los chimpancés aprenden a construir los nidos en los que pasarán la noche. Los delfines y orcas también dependen de que en su juventud sean adiestrados en el arte de la caza para que luego puedan sobrevivir de adultos. A esta lista podemos añadir un infinito grupo de ejemplos, pero solo voy a agregar uno que pienso que podrá hacer que el lector visualice la extrema importancia que tiene el aprendizaje de comportamientos para los mamíferos. Las madres chimpancé, si no han visto anteriormente a otra semejante hacer de mamá, no sabrán que hacer con su primera criatura.

· Los seres vivos anteriores a los endotérmicos no son capaces de aprender nuevos comportamientos.

Un pez, un reptil, un anfibio, un insecto o un equinodermo, nacen portando en su cerebro todas las interconexiones neuronales que son el conjunto de programas de comportamiento que utilizarán durante su vida para dar cumplimiento a las tareas inalienables a ella. Un cocodrilo al nacer ya "sabe" cómo debe hacer para cazar a sus presas, de igual modo ocurre con el resto de los seres vivos anteriores a los endotérmicos. Claro está que los cocodrilos aprenden, por ejemplo, integran a la información de referencia de sus comportamientos de alimentación la imagen de la zona del río por la que han atravesado los ñu, para así conocer donde deben posicionarse el próximo año. (Solo que los ñu lo saben y por ello jamás repiten el mismo paso dos años seguidos.) Pero lo que no son capaces de variar ni un ápice los cocodrilos es la forma en la que dan caza y muerte a sus presas. ¿Por qué los cocodrilos y el resto de los preendotérmicos no pueden aprender nuevos comportamientos? La primera razón que esgrimiré es, que para aprender nuevos comportamientos es imprescindible disponer de neuronas libres (no mielinisadas) en el cerebro en el momento de nacer. Los mamíferos y aves al nacer disponemos en la corteza cerebral de un gran arsenal de neuronas que no están aún mielinisadas y que luego algunos cientos de millones de ellas contendrán en sus interconexiones los nuevos programas de comportamientos que aprendemos a lo largo de nuestra vida. Mientras que por el contrario los cerebros de peces anfibios y reptiles ya traen todas las neuronas mielinisadas en el momento de nacer, tal y como ocurre de nuestro tronco cerebral (cerebro de reptil) hacia abajo. La segunda razón se refiere a la posibilidad de elaborar comportamientos alternativos a los comportamientos innatos. Por ejemplo, un suricate, como el resto de los mamíferos nace portando en la información de referencia del comportamiento Miedo-huída (de su amígdala) una imagen de las serpientes. Esta es la razón por la que todos los mamíferos en general experimentamos pánico al ver una serpiente. Pero sin embargo los suricates se enfrentan a las serpientes de cascabel más mortíferas sin arredrarse lo más mínimo.

¿Por que es posible que se pueda aprender un comportamiento alternativo? Como es lógico suponer, la garantía de que un individuo sobreviva pasa por que sus comportamientos innatos se ejecuten cuando se hace necesario. Si la presencia de una cascabel no produce un ataque de pánico y con él la perentoria necesidad de huir, el individuo moriría. (Quisiera que el lector comprendiese que si un comportamiento innato no es capaz de funcionar correctamente no hay vida, ello hace que los comportamientos instintivos estén diseñados por la selección natural para funcionar siempre que se produzcan las condiciones que lo hacen necesario.) Pero sin embargo, si se ejecuta el comportamiento innato (el ataque de pánico ante la presencia de la serpiente) sería imposible que el suricate pudiese hacer frente al reptil (como ocurre en realidad), ello es lo que nos conduce directamente a la siguiente e importantísima idea. Para que puedan ser elaborados comportamientos alternativos a los instintos, es imprescindible que el comportamiento innato no se active, esto quiere decir que el estímulo señal (la presencia de la cascabel) no haga que se dispare el comportamiento de huida en el suricate. Esto a nivel neurológico se traduciría en una separación o desconexión entre el comportamiento innato (Miedo- huida de la amígdala del suricate) y la información de referencia que debe activar dicho instinto (la imagen de la serpiente cascabel). Claro está que un individuo que tenga separada la información de referencia del propio comportamiento innato al que esta pertenece, no sobreviviría, a menos que otro ser se encargara de cumplir con la tarea inalienable a la vida por la que se responsabiliza ese comportamiento (en este caso me refiero a la función de huir ante los peligros). A las aves y a los mamíferos, al contrario del resto de los seres vivos de nuestro planeta, no nos afectaría el hecho de nacer con los comportamientos innatos que se encargan de que cumplamos con las tareas inalienables a la vida (alimentación, defensa, cuidados, protección) "desconectados" de sus respectivas informaciones de referencia. Y ello ocurre así gracias a que la selección natural ha puesto en nosotros un programa (instinto maternal) que obliga y alienta a los progenitores para que cumplan este conjunto de tareas para con su descendencia (que los cuiden, proteja y alimenten durante la primera etapa de la vida). Esta circunstancia es lo que excepcionalmente permite, en mi opinión, que las aves y mamíferos seamos capaces de elaborar comportamientos distintos a los comportamientos innatos. ¿Se han descubierto en los cerebros de los mamíferos (bebés) evidencias de la separación entre el comportamiento innato y su información de referencia? La respuesta es sí, esto ha quedado demostrado en experimentos realizados con chimpancés a los que luego nos referiremos.

En resumen, los preendotérmicos no tienen la posibilidad de elaborar comportamientos distintos de sus instintos debido a que no tienen la posibilidad de nacer con la información de referencia separada de sus respectivos comportamientos innatos, ya que sus progenitores no los cuidan, protegen ni alimentan durante la primera etapa de sus vidas. Los endotérmicos sin embargo disponemos de un sistema radicado en la corteza cerebral que nos va a permitir integrar nuevos comportamientos distintos de los innatos a lo largo de la vida gracias a que contamos con el importantísimo programa de comportamiento "Instinto Maternal".

– Inconvenientes del funcionamiento de la capacidad para aprender nuevos comportamientos.

· La desconexión.

La separación entre el comportamiento innato y su información de referencia provoca, como acabamos de mencionar, que los individuos sean incapaces de alimentarse, protegerse, cuidarse y de velar por su seguridad. Ello no es un problema mientras se está bajo la custodia del programa Instinto Maternal de los progenitores, pero en cuanto el individuo maduro comienza su vida como adulto independiente, mantener separados los comportamientos innatos de sus propias informaciones de referencia significaría su irremediable muerte ya que los instintos no se ejecutarían convenientemente para protegerlo, cuidarlo y alimentarlo.

· La discapacidad para percibir el entorno en busca de peligros y oportunidades.

Existen dos formas para aprender nuevos comportamientos, la una es el ensayo-error (al parecer la más extendida) y la otra es la copia por imitación. Cuando aprendemos por ensayo-error, antes de cada acción, el cerebro necesita fabricar las imágenes que nos permiten visualizar lo que hicimos las veces pasadas para no repetir la acción errada. Cuando aprendemos por imitación el cerebro necesita fabricar en nuestra mente la imagen del modelo que tratamos de imitar (pudiera ser la leona derribando la cebra en el caso de un cadete de león que trata de aprender los procedimientos de caza). En ambas variantes de aprendizaje el cerebro produce imágenes de los archivos de la memoria, ello se convierte en un serio inconveniente para la supervivencia, en tanto que la capacidad de los individuos para vigilar el entorno en busca de peligros y oportunidades disminuye por debajo de los límites mínimos de seguridad, ya que como tenemos el mismo sistema para percibir y recordar, cuando el cerebro fabrica las imágenes procedentes de la memoria, no tiene posibilidad de generar las imágenes del entorno que están siendo captadas por los receptores sensoriales externos (ojos, nariz, oído), lo que quiere decir que el individuo no se entera de lo que sucede a su alrededor, así que no será capaz de ver los peligros que le acechan o de oler las oportunidades de las que se podría aprovechar.

· La ralentización de la capacidad de reacción.

Cuando las informaciones entrantes (por ejemplo la presencia de un peligro) en el tálamo van directas de allí a la amígdala, la respuesta (miedo-huída) de los individuos se produce en fracciones de centésimas de segundos, pero cuando las informaciones entrantes tienen que ascender a la corteza cerebral para ser allí procesadas, la respuesta se produce mucho más tarde, lo que en términos de supervivencia es inadmisible.

· El gasto energético.

El cerebro es una de las estructuras más consumidoras de energía del cuerpo, para fabricar una imagen en la mente, ya sea percibida o evocada, tienen que dispararse al unísono cientos de miles de neuronas. (Está de más que diga que los disparos de los potenciales de acción consumen energía de la misma manera que lo hace una bombilla para poder dar luz). Un sistema de aprendizaje que funciona a base de evocar imágenes anteriormente memorizadas, multiplica enésimamente el gasto energético que debe soportar el individuo.

Estas cuatro circunstancias descritas provocan que la posibilidad de que existan las condiciones necesarias para que un endotérmico pueda aprender nuevos programas de comportamiento se circunscriban única y exclusivamente a la etapa de vida tutelada del mismo, el período de tiempo en el que existe bajo el maravilloso manto protector del programa Instinto Maternal de sus padres. Y crean la significativa necesidad de que en el momento en el que los individuos abandonan a sus progenitores para iniciar sus vidas como adultos independientes, dichas condiciones que permiten el aprendizaje obligatoriamente tengan que desaparecer.

· Ejemplos que nos pueden ilustrar la desaparición de las condiciones que permiten el aprendizaje.

Las personas que entrenan mascotas saben que a partir de cierta edad se hará imposible enseñarles nuevos comportamientos, además de ello es completamente imposible reintroducir mamíferos adultos criados en cautividad en su hábitat natural ya que son incapaces de aprender los comportamientos necesarios para sobrevivir en ellos. Sin embargo los individuos jóvenes, aún nacidos en cautividad, son reintroducidos sin mucha dificultad.

Hagamos ahora un breve resumen de lo que hemos visto hasta aquí.

Para que pudiese surgir una variedad de individuos capaces de producir su propia temperatura (aves y mamíferos) la selección natural se vio obligada a desarrollar un conjunto de condiciones en el cerebro, que a la postre permitirían la elaboración de programas de comportamientos distintos de los programas de comportamientos innatos. Pero el funcionamiento de dichas condiciones que posibilitan la confección de comportamientos discapacita a los individuos para cumplir con las tareas inalienables a la vida (defenderse, cuidarse de los peligros y alimentarse). Esta es la razón por la que la selección natural perfecciona el programa Instinto Maternal para obligar y alentar a los endotérmicos a que cuiden, alimenten y protejan a sus crías durante un período más o menos prolongado a partir del nacimiento, período durante el que los nuevos individuos aprenderían todos los comportamientos no innatos con los que cuenta su especie. Pero una vez que han madurado sexualmente y se disponen a comenzar sus vidas como adultos independientes, estas condiciones que permiten fabricar comportamientos desaparecen de la corteza cerebral (presumiblemente como consecuencia de un proceso de apoptosis neuronal).

– Hablemos ahora un poco sobre esas condiciones que permiten la elaboración de los comportamientos distintos de los que trasmitimos en el genoma.

Con la aparición de la corteza cerebral aparecen tres importantísimas nuevas cualidades.

· La posibilidad de elaborar imágenes de lo que existe en el mundo real.

Como ya sabemos, no somos capaces de ver ni de oír, ni de oler ni de sentir, ni degustar, el exquisito sabor del mamey es algo que fabrica nuestro cerebro al activar un conjunto determinado de neuronas de la corteza gustativa. La cualidad de confeccionar imágenes de lo que existe en la realidad objetiva, como veremos, al parecer es en exclusivo una capacidad que ostentan únicamente los individuos con corteza cerebral.

La visión del ciego. Las personas que padecen esta variedad de ceguera no ven absolutamente nada. Los escáner realizados a sus cerebros han mostrado que su corteza visual no es capaz de elaborar las imágenes del mundo exterior percibidas por sus ojos. Sin embargo son capaces de describir la trayectoria de una luz proyectada en una pantalla. En ellos las señales procedentes de los ojos llegan al tálamo.

Las ratas de Le Doux. El destacado científico creó miedo condicionado en un grupo de ratas. Tocaba una campanita y al instante les aplicaba una descarga eléctrica. Las ratas con solo oír la campana eran presas de un ataque de pánico. Luego Le Doux extirpó por completo las cortezas auditivas de los roedores de manera de dejarlas totalmente sordas. Contra todo pronóstico las ratas seguían mostrando miedo cada vez que sonaba la campana. Luego el eminente investigador constató que las ratas estaban "oyendo" con el tálamo, que era el núcleo cerebral a donde último llegaban las señales procedentes de sus oídos.

La razón de los anteriores comentarios es la de permitir al lector visualizar la idea de que es muy loable suponer que antes de la aparición de la posibilidad de elaborar imágenes de la realidad objetiva, con el surgimiento de la corteza cerebral de aves y mamíferos, probablemente el sistema mediante el cual los seres vivos "percibían" el mundo a su alrededor pudiera haber tenido su base en el tálamo. Y también he querido que usted comprenda que dicho sistema arcaico de "percepción" probablemente no es capaz de confeccionar las imágenes de lo que existe en la realidad exterior al cerebro. De hecho las ratas de Le Doux (sin corteza auditiva) eran incapaces de diferenciar el sonido de la campana del de un silbato. Del mismo modo la visión del ciego no permite a quienes la padecen poseer imágenes visuales de lo que existe afuera de nuestras neuronas, cuando describen la trayectoria de la luz proyectada en la pantalla lo hace sin poder explicar porqué saben que el haz luminoso ha seguido ese recorrido, ya que ellos no han visto absolutamente nada. Tanto la visión del ciego como el ejemplo de las ratas sin corteza auditiva parecen decirnos que posiblemente el sistema del que disponen los preendotérmicos (peces, anfibios y reptiles) para "percibir" el entorno no fabrica imágenes de la realidad objetiva. Como mencionaba, esta maravillosa cualidad de "ver, oír, oler o gustar" como lo hacemos nosotros, parece ser un atributo exclusivo de los individuos con corteza cerebral.

· La posibilidad de asociar imágenes. Nuestros conocimientos.

La segunda nueva cualidad que aporta la existencia de la corteza cerebral es la de asociar imágenes. Esta segunda cualidad está sustentada por la primera, la capacidad para fabricar imágenes de lo que existe allá afuera en la realidad objetiva. Todos nuestros conocimientos son en última instancia asociaciones de imágenes que somos capaces de hacer mucho antes de que apareciese el lenguaje de las palabras. Por ejemplo, sabemos que es un martillo gracias a que la imagen de los martillos existe en nuestro cerebro asociada a la imagen de los clavos, a la imagen de los clavos uniendo dos barras de madera y a la imagen de dos barras de madera formando los puntales de una casa, las persianas de una ventana o el marco de un cuadro. Este conjunto de asociaciones de imágenes es lo que nos permite saber que determinado objeto sirve para meter clavos en la madera y con ello fabricar un sin número de cosas útiles y necesarias. De igual modo existe en nuestro cerebro el conocimiento de lo que son: la guerra, un tren, el rey Luís IV, la ópera Aída, un sacacorchos o el estadio Latinoamericano. Todos nuestros conocimientos son asociaciones de imágenes fabricadas por nuestro cerebro, lo que quiere decir que la segunda gran cualidad que aporta la existencia de la corteza cerebral es la posibilidad de fabricar conocimientos. Saber que es una cosa, individuo fenómeno o comportamiento, es en esencia disponer del conocimiento de cómo esa cosa nos pudiera perjudicar y que debemos hacer para que no nos afecte o como podría beneficiarnos ese algo y que debemos hacer para aprovecharnos de él. En este sentido todos los endotérmicos son capaces de atesorar un extenso conocimiento acerca del entorno en el que existen, llegando muchos de ellos hasta ser capaces de fabricar herramientas, hecho que nos está sugiriendo que su corteza cerebral también, al igual que la nuestra, disfruta de la posibilidad de asociar imágenes.

· La creatividad.

La tercera cualidad que aparece con el surgimiento de la corteza cerebral está muy vinculada a la segunda y es consecuencia también de la primera. Todos nuestros conocimientos, como acabamos de explicar, son en esencia asociaciones de imágenes. La creatividad es la cualidad que posibilita hacer nuevas asociaciones entre imágenes, ello es lo que nos permite utilizar los conocimientos que ya poseemos (las asociaciones de imágenes que ya existen en nuestro cerebro) para a partir de ellas realizar nuevas asociaciones de imágenes (nuevos conocimientos). Para el destacadísimo investigador Mauro Torres la aparición de la creatividad es la premisa fundamental y necesaria para el surgimiento de los endotérmicos. Todas las argumentaciones de este libro van en la dirección de ilustrar dicha afirmación.

· La elaboración de comportamientos distintos de los innatos.

La cuarta y ultima nueva cualidad que ofrece la existencia de la corteza cerebral es la de convertir esos conocimientos en programas de comportamiento. Veamos un ejemplo que nos ilustre esta última cualidad. Un grupo de delfines permanece expectante junto al pequeño banco de arena de la playa. Han estado haciendo ruido para asustar a los peces de manera que se agrupen entre la playa y ellos. De pronto se lanzan con suma coordinación hacia el montículo fabricando con sus cuerpos una ola que empuja a los peces hacia la arena de la playa en donde quedan embarrancados y son presa fácil. Después de darse un banquete vuelven a empezar. Este programa de comportamiento "Confección de una ola artificial" que permite a los delfines cazar peces en la orilla de la playa, encierra un sin número de conocimientos acerca de los peces, de sus comportamientos y de las propiedades del agua. Y de conocimientos referentes a la posibilidades de los peces fuera del mar, a los movimientos que deben hacer ellos (los delfines) para fabricar la ola perfecta y luego no quedar embarrancados en la playa. La existencia de esta pléyade de conocimientos es lo que permite a los delfines ejecutar este comportamiento diferente del que sería el comportamiento innato, ir mecánicamente detrás del pez.

En resumen, la existencia de la corteza cerebral ofrece a los endotérmicos la posibilidad de elaborar imágenes, luego de asociarlas convirtiéndolas así en conocimientos, para por último producir nuevos comportamientos a partir de estos conocimientos. Pero esta maravillosa cualidad de fabricar comportamientos diferentes a los innatos que ofrece la corteza cerebral va, como anteriormente argumentamos, a desaparecer de ambos hemisferios corticales de todas las aves y mamíferos antes del instante en el que los individuos comienzan sus vidas como adultos independientes, porque de no ocurrir así los endotérmicos estaríamos condenados a muerte debido a que el funcionamiento de dichas cualidades nos discapacita para cumplir tareas inalienables a la vida como la de protección, cuidado, alimentación y defensa..

– La primera de nosotros los homínidos.

En este libro nos hemos tomado la libertad de nombrar Mery al primer ser que pudiéramos clasificarlo como homínido. ¿Qué circunstancias convirtieron a Mery en un ser radicalmente diferente a sus parientes de clan y del resto de los endotérmicos de nuestro planeta?

Mery probablemente fue una hembra de ardipithecus común y corriente hasta el momento en el que, convertida en adulto, se dispuso a abandonar a su progenitora y a su clan (como hacen las chimpancés y las bonobo actuales). En ese instante tendría que ocurrir en sus dos cortezas cerebrales sendas apoptosis que eliminaran las condiciones que le habían permitido fabricar todos los comportamientos (no innatos) de los que disponía para enfrentar los retos de la vida. Pero en su cerebro ocurrió un desastre monumental, un cataclismo de proporciones bíblicas que cambiaría para siempre la forma en la que existe la vida en nuestro planeta. La apoptosis que debía acabar con las condiciones que permiten el aprendizaje de comportamientos de su cerebro izquierdo no se produjo, probablemente como consecuencia de sufrir un proceso de neotenia. En consecuencia dichas condiciones permanecerían allí durante todo el tiempo que Mery fuese capaz de sobrevivir con tan desafortunada configuración en su cerebro y quizás dicha nueva característica (no desactivar de la corteza cerebral izquierda las condiciones que permiten aprender comportamientos) pasaría a alguno de sus descendientes.

La neotenia es la extensión de rasgos de la vida infantil de la especie predecesora, a la etapa adulta de los individuos de la especie derivada. Muchos destacados investigadores de la evolución de nuestra especie han llegado a la conclusión de que nosotros somos en esencia "simios neoténicos".

Mery se había convertido en el primer ser de nuestro planeta cuyos dos cerebros eran capaces de hacer funciones diferentes. Su cerebro derecho, al igual que el de sus parientes de clan y especie adultos y de similar manera que los cerebros del resto de los endotérmicos adultos estaría capacitado para vigilar el entorno constante y eficientemente en función de detectar a tiempo los peligros y oportunidades, circunstancia que le permitiría cumplimentar con éxito el conjunto de tareas inalienables a la vida (comer, reproducirse, defenderse, huir, cuidarse, atacar). Al mismo tiempo su cerebro izquierdo estaría seriamente discapacitado para dichas funciones ya que sería un pesado lastre que ralentizaría su velocidad de reacción, no le permitiría rastrear constantemente el entorno en busca de peligros y oportunidades y gastaría ingentes cantidades de energías en su funcionamiento. Pero su cerebro izquierdo ahora era portador de la maravillosa cualidad de seguir siendo capaz de fabricar nuevos comportamientos durante toda la vida.

¿Cómo afectaría la vida de Mery y la de sus descendientes portadores de la nueva cualidad, el hecho de ser capaces de poder elaborar nuevos comportamientos siempre que los necesitaran? Todos los linajes y especies de preendotérmicos disponen para enfrentarse al hábitat y cumplimentar con las tareas inalienables a la vida de un puñado de comportamientos desarrollados por la selección natural mediante mutaciones genéticas y la posterior recombinación de alelos que se produce durante el cruzamiento aleatorio de los individuos. Por su parte las aves y los mamíferos, además de grupo de programas innatos, poseen para vencer en la lucha por la vida un importante archivo de comportamientos desarrollados por su especie a lo largo de su ontogenia y que el individuo ha aprendido durante la primera etapa de su vida mientras estaba bajo la tutela de sus progenitores. Mery y a partir de ella algunas de sus descendientes, además de contar con los comportamientos innatos y los aprendidos, contaría con la posibilidad de elaborar siempre que lo necesitara, un comportamiento en tiempo real.

¿Qué ventajas ofrece la posibilidad de elaborar nuevos comportamientos en tiempo real? Todos los seres vivos de nuestro planeta se enfrentan en la batalla por la subsistencia armados de comportamientos programados con antelación (tanto por los genes o mediante el aprendizaje en el caso de los endotérmicos). Los comportamientos preprogramados, a la hora de ser efectivos para enfrentar los retos de la vida, funcionarían de la misma manera que lo hacen las medicinas de amplio espectro, pueden ser efectivos pero nunca atajarán una enfermedad con la eficacia de un medicamento desarrollado particularmente para dicha dolencia. Del mismo modo un comportamiento fabricado en tiempo real, en el mismo instante en el que se está produciendo el problema al que se enfrenta el individuo, tiene la posibilidad de ser miles de veces más particular, específico, acertado y por ende efectivo, que un comportamiento de amplio espectro que ha sido programado con antelación. Ello hace que la posibilidad de confeccionar comportamientos durante toda la vida otorgue a sus portadores el grado mayor de adaptabilidad que existe en nuestro planeta, hecho que catapultaría a los descendientes de Mery (la línea evolutiva de los homínidos) a la sima del mundo al que pertenecían.

– Una solución diferente.

Esta teoría resuelve el principal escollo al que se enfrentan todas las tesis que intentan desentrañar los secretos de nuestro pasado evolutivo.

Como mencionamos, los destacados investigadores Leslie Aiello y Peter Wheeler han desarrollado una importantísima hipótesis que poco a poco ha sido aceptada por la inmensa mayoría de la comunidad científica. La premisa de su tesis es el hecho contrastado de que el tamaño del cerebro en primates es inversamente proporcional al tamaño de su tubo digestivo. Ellos proponen que esta circunstancia ocurre como consecuencia de que la capacidad de metabolizar nutrientes y producir energía es siempre la misma. Esto hace que la energía disponible tenga que ser repartida entre todos los órganos de manera que ninguno podrá gastar más a menos de que otro gaste menor cantidad de energía. En esencia, para Aiello y Wheeler el cerebro solo puede crecer si antes el tubo digestivo ha reducido su tamaño, pero esto último solo puede ocurrir si se mejora la cualidad alimenticia de lo que se come (esta es la razón por la que los herbívoros tienen estómagos mucho más grandes que los carnívoros). Para ser capaces de mejorar la cualidad de lo que comían, los primeros homínidos tendrían que haber sido capaces de incrementar de forma superlativa su inteligencia ecológica (el conjunto de conocimientos y comportamientos que les permiten encontrar, extraer, cazar, manipular y procesar alimentos). En última instancia, la condición básica indispensable para que pudiese crecernos el cerebro sería el hecho de que nos volviésemos más inteligentes. Así que el crecimiento del cerebro nunca sería causa de nuestra superior inteligencia (como presuponen todas y cada una de las teorías conocidas acerca de nuestros orígenes) sino por el contrario, consecuencia de ser más listos.

Como habrá podido constatar, la teoría que expongo ofrece una respuesta distinta y novedosa a la pregunta, ¿por qué nuestra inteligencia creció, floreció y se multiplicó de forma tan radicalmente abrumadora?, sin recurrir en ningún momento al manido argumento de exponer como causa de nuestra superior inteligencia el incremento de la capacidad neuroasociativa, en esta tesis argumentamos que la circunstancia de que no se le desactivaran las condiciones que permiten aprender comportamientos, de la corteza izquierda, generaría en Mary y en algunos de sus descendientes la maravillosa cualidad de ser capaces de elaborar comportamientos en tiempo real. Ello multiplicaría de forma exponencial su inteligencia ecológica ya que les permitiría confeccionar los mejores programas de búsqueda, extracción, manipulación y procesamiento de alimentos cada vez más nutritivos. La mejora de la dieta es lo que a la postre permitiría la reducción del tubo digestivo y por ende, crearía las condiciones indispensables y necesarias para un ulterior crecimiento del cerebro.

– Probable evidencia de que nuestro proceso evolutivo ocurrieran tal y como hemos descrito.

La circunstancia de que nuestro hemisferio cortical derecho tuviese que responsabilizarse de las tareas inalienables a la vida como consecuencia de que el izquierdo quedaba casi por completo discapacitado para ello y de que la corteza izquierda mantuviera funcionando durante toda la vida las condiciones que permiten copiar y desarrollar nuevos comportamientos, necesariamente provocaría que la selección natural ejerciera presión en la dirección de potenciar en cada uno de los dos hemisferios corticales aquellas funciones para la cual habían quedado mejor dispuestos. Ello iniciaría un desarrollo diferenciado de nuestros dos hemisferios corticales que conduciría cada vez más a la especialización de ambas cortezas en la dirección de ser capaces de ejecutar con mayor éxito el conjunto de tareas por la que cada una se responsabilizaría. Por esta razón, de haber ocurrido de la forma en la que se describe en este libro el surgimiento de nuestra línea evolutiva (la de los homínidos), nuestro cerebro tendría que evolucionar en la dirección de lateralizar muchas de las funciones que ejecuta.

Veamos lo que al respecto nos dice la prestigiosa periodista médica Rita Carter.

"El hemisferio derecho es mejor que el izquierdo a la hora de distinguir imágenes de figuras camufladas en fondos complejos y de reconocer contornos a primera vista. Estas capacidades pudieron haber sido de gran importancia para que nuestros ancestros sobrevivieran durante todo el tiempo en el que tuvieron que defenderse de sus depredadores. Al hemisferio izquierdo sin embargo le es más fácil descomponer esquemas complicados en las partes que lo integran y así poder comprenderlos. Esta cualidad no serviría de mucho en la jungla, ya que el hemisferio izquierdo aislado sería incapaz de salir del bosque o de descubrir a tiempo un depredador que busca algo para cenar. (Rita Carter 1998).

El hecho de que nuestro hemisferio cortical izquierdo se halla especializado en labores cognoscitivas (que son la base sobre la que confeccionamos los nuevos comportamientos) mientras que por el contrario el hemisferio derecho se halla especializado en labores de vigilancia y protección, es un argumento de peso que nos anima a intuir que el proceso evolutivo hacia los homínidos pudo haber transcurrido de la forma en la que se propone en esta hipótesis. Por otra parte, la evolución diferenciada de nuestros dos hemisferios corticales traería como consecuencia una desigual proporción de materia gris y blanca según el hemisferio del que se trate. El hemisferio izquierdo, al evolucionar en la dirección de potenciar su cualidad para fabricar conocimientos y nuevos comportamientos durante toda la vida, tendría que mostrar en la actualidad (después de alrededor de seis millones de años de evolución) más concentración de materia gris (cuerpos neuronales) que materia blanca (haces de axones). Y por el contrario el cerebro derecho, al ser el máximo responsable de nuestra seguridad, su evolución tendría que haber ocurrido en la dirección de potenciar el trasiego de informaciones, así que en la actualidad la concentración de materia blanca en él debe ser superior a la concentración de materia gris (en comparación con el hemisferio cortical izquierdo). La existencia de estas proporciones diferenciadas de materia gris y blanca para ambos hemisferios corticales también nos estaría poniendo de manifiesto que quizás el proceso evolutivo hacia nosotros transcurrió de la forma descrita en este libro.

¿Existe esta diferente proporción de sustancia gris y blanca para nuestros dos hemisferios corticales?

"La distribución de materia gris y blanca en el cerebro no es totalmente regular. El hemisferio derecho contiene más materia blanca, mientras que el izquierdo contiene más materia gris." (Rita Carter 1998).

Esta importante afirmación nos permitiría albergar la sospecha de que los planteamientos de esta novedosa tesis que le ofrezco pudieran no estar muy lejos de la solución definitiva a las preguntas que nos hemos estado haciendo, quizás desde el instante en el que nos volvimos capaces de elaborar conocimientos y comportamientos durante toda la vida. ¿Quienes somos? y ¿de dónde venimos? Pero en este breve resumen hemos dejado sin respuesta importantísimas preguntas que intuyo que vd. se esta haciendo en este instante y que son de trascendental importancia para la compresión completa de las ideas expuestas hasta aquí. ¿Cómo es posible que, si el funcionamiento de las condiciones que permiten el aprendizaje de nuevos comportamientos afectan tanto la posibilidad de subsistir de los individuos, Mery halla podido sobrevivir al hecho de que estas se le mantuviesen funcionando en el hemisferio izquierdo durante toda su vida? ¿Hay estructuras en nuestro cerebro que pudieran relacionarse con el aprendizaje de comportamientos, que existan durante la primera etapa de nuestra vida en ambos hemisferios corticales y que después de unos años de funcionamiento desaparecen de la corteza prefrontal derecha, tal y como propone esta teoría?

Ruego a vd. que me permita no revelar más secretos acerca del libro que le ofrezco y aguarde a descubrirlos durante su lectura. Me gustaría pensar que he logrado en alguna medida suscitar su interés debido a que el proceso de argumentación de este conjunto de tesis para mí ha sido realmente maravilloso y excepcionalmente revelador. Deseo de todo corazón que disfrute tanto al leerlo como yo he gozado al realizarlo.

Le invito con toda la ilusión a que se sumerja dentro de la visión de un mundo nuevo, el universo que existe en las interconexiones de nuestras neuronas. De que logremos visualizarlo con nitidez depende en gran medida el que podamos entender los argumentos ilustrativos que usaremos y que lleguemos a comprender el maravilloso, paradójico y a la vez sencillo proceso evolutivo que previsiblemente nos originó a nosotros los homínidos. No le defraudaré, le prometo ideas nuevas basadas en los últimos descubrimientos de las ciencias neurológicas. Le ofrezco cuartillas llenas de razonamientos destellantes de lógica fácil, comprensible y sobre todo apasionante. Hay en las páginas de este libro una versión completamente nueva acerca de nuestra evolución esperando fervientemente a que usted la conozca. Sumérjase en ellas y déjeme contarle La Historia de Mery.

 

 

 

 

Autor:

Hernán Pérez Ramos

Partes: 1, 2
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