Descargar

La huella de Mery

Enviado por Hernán Pérez Ramos


Partes: 1, 2

    1. Una nueva idea
    2. Un cerebro más grande no pude ser en ningún modo causa sino la consecuencia de que nos hiciésemos más inteligentes
    3. Breve sinopsis de la nueva teoría

    EL SURGIMIENTO DE LOS HOMÍNIDOS

    SINOPSIS

    Una nueva idea.

     

    Hasta hace poco menos de medio siglo nuestro conocimiento acerca de la forma en la que funciona el cerebro era notoriamente precario y escaso, de aquí que a la hora de pensar en la historia evolutiva de los primates a nosotros, diésemos una gran importancia a los sucesivos incrementos del volumen de la capacidad neuroasociativa que son evidentes en las diferentes especies de homínidos que suponemos forman parte de la línea evolutiva que probablemente condujo hasta nosotros los hombres modernos. A tal punto ha llegado nuestra obsesión por el tamaño de la estructura rectora, que toda la comunidad científica aplaudió sin reservas la creación por parte de H. J. Jerison (1973) del concepto de coeficiente de encefalización, concepto que se ha ido convirtiendo en un referente indispensable en todo libro que trate acerca de la evolución del cerebro y de nuestra especie puesto que nos permite argumentar que, como consecuencia de poseer el cerebro proporcionalmente más grande, somos radicalmente más inteligentes que el resto de los seres vivos de este planeta, a la vez que nos da la posibilidad de ofrecer una explicación lógica a dicha circunstancia.

    Normalmente los individuos más grandes tienen cerebros más grandes debido a que disponen de más volumen muscular que es preciso que sea accionado correctamente por el cerebro. El coeficiente de encefalización se refiere al tamaño de la parte del cerebro que no está relacionada directamente con el control muscular.

    El coeficiente de encefalización estaba bien mientras dábamos por hecho que el cerebro era más o menos como la caja negra de los aviones y que la conciencia, el pensamiento y las emociones eran producto de la acción en masa de todas las neuronas que lo integran. Hoy en día estamos asistiendo a una verdadera revolución en lo que respecta a nuestros conocimientos sobre la forma en la que funcionan las neuronas que dan vida a nuestra mente. A la luz del scanner los neurólogos han asistido al maravilloso espectáculo que ofrece un cerebro en acción y si algo ha quedado claro es que las diferentes funciones de nuestra conciencia no son en ningún modo consecuencia de la acción en masa de todas las neuronas del cerebro sino que por el contrario para cada función existe un núcleo particular que se encargan de ella. Sabiendo que funciones como el pensamiento, la memoria, las emociones, los razonamientos, la vigilancia, los comportamientos y muchas más existen en núcleos particulares del cerebro, ha dejado de tener sentido que pensemos que el crecimiento global del cerebro (no relacionado con el control de movimientos) nos haría más inteligentes y no tiene ya sentido porque para que nos volviésemos más inteligentes tendrían que crecer y desarrollarse en particular aquellos núcleos neuronales relacionados con la elaboración de nuestros conocimientos y las áreas de la corteza cerebral en las que las pautas disposicionales que son dichos conocimientos van a quedar almacenadas. Así que el crecimiento del cerebro apreciable en los moldes endocraneales de los fósiles de los individuos relacionados con el linaje de los homínidos (ardipithecus, australopitecos, parántropos y homo) no significa mucho, a menos que tengamos la posibilidad de descubrir en ellos la evidencia de un incremento neuronal que multiplique la capacidad de trabajo de aquellas estructuras responsabilizadas con la confección de nuestros conocimientos y comportamientos.

    Quisiera que visualicemos un instante la siguiente reflexión que hace Sir. John C. Eccles (quizás el más preclaro precursor del estudio de nuestra evolución desde la perspectiva de la transformación de las diferentes estructuras neuronales que componen nuestro órgano rector) acerca de la importancia que deberíamos atribuir al crecimiento del coeficiente de encefalización, como causa de que nos volviésemos más inteligentes.

    "Hasta ahora se creía que el rendimiento gnóstico superior del cerebro humano se debía a su magnitud y esta es una burda creencia sin ninguna idea creativa. Por el contrario ahora se propone que las funciones extraordinarias del cerebro humano se derivan de la neocorteza, que probablemente sería insignificante en los homínidos más avanzados. Se puede plantear que debe haber algunas características micro estructurales sutiles en los mini módulos de las áreas de la neocorteza que serían responsables de lo que hoy denominamos inteligencia." J. C. Eccles 1992.

    La conclusión más trascendental a la que llega J. C. Eccles es la de que el crecimiento del cerebro es más que causa, consecuencia irremediable de que nos volviésemos más inteligentes. A partir de aquí podemos inferir que la evolución hacia nosotros los homínidos probablemente no fue en ningún caso una mera consecución de cambios cuantitativos en el tamaño del cerebro sino que para que surgiese un linaje como el nuestro necesariamente tendrían que ocurrir importantes cambios cualitativos en la forma en que funciona la estructura rectora, de manera que pudiésemos convertirnos en algo tan radicalmente diferente del resto de los seres vivos de nuestro planeta.

    Un cerebro más grande no pude ser en ningún modo causa sino la consecuencia de que nos hiciésemos más inteligentes.

    Partes: 1, 2
    Página siguiente