Resumen
Este trabajo tiene como objetivo presentar a la educación en valores como una labor esencial para reafirmar y mantener valores que se han formado a lo largo de nuestra historia por lo que la atención a esta problemática, constituye una tarea de gran importancia para la sociedad cubana en el presente siglo XXI y como la Universidad asume el desafío de formar por la vía del currículum instituido, a un profesional que sea capaz de enfrentar los cambios que se suceden, a veces de modo vertiginoso, en todas las esferas de la vida y dirige la formación y el desarrollo de la personalidad del profesional, entendida esta como: el conjunto de rasgos presentes en el individuo, en la actividad profesional, en los marcos de determinada comunidad y contexto. El problema de la formación de valores, no es nuevo en la sociedad cubana por cuanto es una tarea esencial de la educación.
Introducción
El tema de los valores ha sido una vieja preocupación del ser humano. ¿Qué aceptar como bueno, justo, bello o útil y que calificar como malo, injusto, feo o perjudicial?, han sido interrogantes a las que el hombre constantemente ha tenido que buscar respuesta para orientarse en la vida, para encontrar las fuerzas motivacionales que requiere su actividad y conducta. Más estas respuestas no han estado siempre al alcance de la mano. A las dudas y la perplejidad que muchos han tenido sobre el particular se han unido los criterios encontrados y a veces totalmente contrapuestos, entre determinados individuos o grupos, igualmente convencidos cada uno de ellos de la veracidad de sus respectivas escalas de valores.
La importancia práctica del asunto y su estrecho vínculo con la comprensión del ser humano en su relación con el mundo que le rodea hizo aparecer hacia la segunda mitad del siglo XIX una rama relativamente independiente de la filosofía que se encargaría del estudio de un tema que ya desde los albores mismos del pensamiento filosófico había estado presente, aunque de manera dispersa, en los sistemas teóricos-cosmovisivos creados por los filósofos.
Los valores son estudiados por la axiología, término que proviene del griego "AXIO, que significa valor y "LOGOS" que significa estudios.
Hoy se habla de una axiología marxista, opuesta a la burguesa al reconocer la naturaleza social de los valores, pero con muchos aspectos en discusión, tales como: la correlación valor-valoración, lo objetivo y subjetivo en ambos, la jerarquización de los valores, incluso el propio concepto de valor.
Toda tarea encaminada a la formación y fortalecimiento de los valores debe determinar su concepción axiológica. Los postulados del Marxismo – Leninismo y su método dialéctico – materialista, permiten lograr los objetivos de forma científica y creadoramente en el tratamiento de un fenómeno tan complejo como el axiológico ya que explica la naturaleza objetiva y subjetiva de los valores de forma integrada y compleja y con ello la concepción psicológica del desarrollo de la personalidad de orientación dialéctica- materialista al retomar
la concepción de L. Vigostky acerca del desarrollo histórico cultural de las funciones psíquicas y el papel significativo del trabajo y el lenguaje, el papel de la actividad, la comunicación y la pertenencia a los grupos en el desarrollo de la personalidad ( etapas del desarrollo social ), las ideas de Leontiev sobre la unidad estructural de la actividad externa y la psiquis y sobre la relación de los valores con otros componentes de la estructura de la personalidad, como el cognitivo, el afectivo, el volitivo y el conductual. En el estudio de la personalidad deberá tenerse en cuenta que los valores no se forman aisladamente, sino en la actividad social del individuo, por ello en todo análisis de la educación en valores deben tenerse presente los principios del materialismo-dialéctico. Esto llevará a un correcto análisis científico al valorar el problema fuera de la conciencia del hombre, en constante cambio y transformación, en estrecha relación unos con otros y en dependencias de las condiciones histórico-concretas en que se manifiestan.
Importantes investigadores cubanos, filósofos, pedagogos, sociólogos y psicólogos han realizado numerosos trabajos referidos a la tan compleja y polémica temática de los valores y su formación: José R. Fabelo, Cintio Vitier, Fernando González, Felipe Sánchez, Esther Báxter, Amelia Amador, Josefina López, Lidia Turner, Nancy Chacón y Gilberto García, entre otros. Sin embargo; el problema no se ha estudiado en todas sus dimensiones. Existen otros estudios sobre la temática, donde se destaca la doctora Esther Báxter, Pérez. (1998), que señala sobre la educación en valores que estos existen en la realidad y en estrecha relación con la propia existencia del ser humano, y con el tipo de hombre que cada sociedad se propone formar y desarrollar. La principal función de la escuela es formar los modos de hacer, pensar, trabajar, trasmitir las tradiciones de la cultura general de los hombres, como parte del proceso de socialización en que transcurre la vida".[1] La misma autora considera que es necesario el trabajo integrado de la escuela con el resto de
los agentes sociales, en la búsqueda de un diálogo que estimule la implicación y el compromiso personal ante todas y cada una de las actividades que se realicen, de igual forma se requieren que los contenidos que son de objeto de aprendizaje provoquen en el alumno la suficiente emoción, solo así es posible hablar de la adquisición de valores".[2]
Desarrollo
En la obra Práctica, Conocimiento y Valoración el filósofo cubano José R. Fabelo, plantea: "Se entiende por valor la capacidad que poseen determinados objetos y fenómenos de la realidad objetiva de satisfacer alguna necesidad humana, es decir la determinación social de estos objetos y fenómenos, consistente su función de servir a la actividad práctica del hombre, o sea, desempeña un papel positivo en el desarrollo de los objetos cuya relevancia no determina su ser natural, sino las funciones que en la práctica social cumplen dichos objetos ".
El concepto de José R. Fabelo destaca el carácter objetivo de los valores y su enfoque, es predominantemente filosófico al cual desde este punto de vista se adscribe la autora , reconociendo además, al abordar el asunto, tres planos de análisis, entre los cuales existe una relación dialéctica:
Sistema objetivo de valores: Cada objeto, fenómeno, idea, concepción o conducta, tiene una función en la sociedad, que la favorece u obstaculiza, adquiriendo una u otra significación, valor o antivalor. Este sistema es dinámico, cambiante y depende de las condiciones histórico-concretas, estructuradas jerárquicamente. En él los valores se entienden como parte integrante de la realidad social, como una relación de significación entre los procesos de la vida social y las necesidades e intereses de toda la sociedad. Se concibe la objetividad no con la concepción objetivista de autores anteriores, sino como aquella objetividad social que define el fenómeno; tanto como elemento positivo, como negativo; pero vinculado a la realidad social.
Sistema subjetivo de valores: Aborda la forma en que esa significación social del valor objetivo se refleja en la conciencia individual y colectiva. Cada sujeto, como resultado de un proceso de valoración conforma su propio sistema subjetivo de valores que puede o no corresponder con el sistema objetivo, en dependencia de sus intereses. El sistema subjetivista, se aprecia a partir del sujeto y desde la posición que este asume en el roll social, proporciona un análisis individual de estos valores así como en el plano colectivo. Por supuesto desde diferentes posiciones el hombre analiza y emite sus criterios de cuales son a su juicio esos valores. En esto influye el nivel de conciencia que este haya alcanzado y las influencias educativas que haya recibido.
Sistema de valores socialmente instituidos: Son los necesarios para el funcionamiento y organización de la sociedad. De él surge la ideología oficial. Este sistema puede ser el resultado de la generalización de una de las escalas subjetivas existentes en la sociedad o de la combinación de varias de ellas por lo que puede tener mayor o menor grado de correspondencia con el sistema objetivo de valores.
Se puede apreciar que existe un componente objetivo del valor y otro subjetivo. Ellos constituyen una función de los fenómenos y objetos, consistentes en la posibilidad de servir a la actividad práctica de los hombres. Por lo que en su significación social expresan las necesidades objetivas de la sociedad.
Son subjetivos al considerarlos frutos de la cultura y de la sociedad, en tal sentido cambian y se modifican en dependencia de los intereses, ideales, necesidades y deseos de las personas en particular y la sociedad y de las relaciones sociales que en ella se desarrollan. Este punto de vista es el más defendido entre los filósofos marxistas y entendido por el autor, por poseer un carácter más científico. Una tercera dimensión se refiere a la instituida, interrelacionados los valores que un grupo de personas que ostentan el poder crean, cuales deben ser los patrones de conducta que debe cumplir el resto de la sociedad y que pueden ser una serie de elementos subjetivos que existen en la misma o la conjugación de varios. En sentido general los Estados o Naciones regulan estos patrones, supeditando los valores a sus propias características e intereses.
En el ámbito social en cualquier tipo de sociedad va existir estas tres dimisiones de apreciar los valores; pero como se ha dicho, esta va responder a los intereses y formas de pensamiento de la clase o grupo que se encuentre u ostente el poder.
Para Margarita Silvestre Oramas, la educación en valores, desde el punto de vista pedagógico, es un proceso complejo en el desarrollo de la personalidad, que transcurre en las relaciones sociales a través de la actividad y de la comunicación; es necesario lograr una incorporación sistemática y consciente de los estudiantes a las actividades del centro de estudio y aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece el proceso pedagógico ya que los valores tienen doble significación como fuerza motriz de la actividad".[3]
Es importante que los estudiantes puedan descubrir los valores que se aprecian en ellos mismos, tomen conciencia y asimilen hasta qué punto actúan como orientadores de su vida personal de ahí la necesidad de hacer partícipes a los estudiantes e intercambiar, de acuerdo con sus necesidades, intereses y motivaciones de los valores que son necesario priorizar, para que los interioricen y lleguen a tener significación y efectividad para la vida.
El equipo de investigación sobre formación de valores del ISP "Juan Marinello" se dio a la tarea de formular el siguiente concepto de valor el cual es compartido y adoptado para este trabajo por ser más compatible con su perfil psicológico y pedagógico: "El valor es una formación psicológica de la personalidad predominantemente inductora, que expresa el grado de importancia, significación o sentido personal consciente que adquieren para el individuo los objetos y fenómenos de la realidad en un contexto determinado, en dependencia de las posibilidades de satisfacción que estas proporcionan para sus necesidades y que se manifiestan a través de las normas de relación que el individuo establece hacia las mismas y especialmente en sus relaciones interpersonales para la convivencia con los demás miembros de la sociedad ".
La necesidad de profundizar y fortalecer la educación en valores por todos los factores socializadores, es una tarea importante hoy más que nunca en todo el mundo, de ello depende salvar a lo más preciado que ha existido en nuestro planeta, el ser humano.
La escuela como institución social juega un papel protagónico en el desarrollo integral de las nuevas generaciones, cumple funciones muy importantes en la educación en valores, debido a que tiene el encargo social de prepararlos para la vida adulta e independiente e incorporarlos a la sociedad como miembros activos de ella.
La Educación universitaria como peldaño en la formación de las nuevas generaciones, tiene el reto de fomentar la interiorización de conocimientos, formas de pensar y conductas, acordes con el sistema de valores que fomenta la Revolución Socialista Cubana; con énfasis en la formación de un estudiante patriota, revolucionario, antiimperialista, solidario y laborioso; explotar todas las potencialidades que ofrece el contenido de enseñanza y el potencial afectivo que encierra, así como su aplicabilidad en la práctica, criterios estos últimos a los que se adscribe la autora. `
La escuela, conjuntamente con la familia, ha jugado históricamente un importante papel en el proceso de socialización de los estudiantes. Esta socialización, considerada como un conjunto de procesos mediante los cuales el individuo asimila la experiencia social, la cultural, y se inserta en la sociedad en que vive, tiene como núcleo la educación, mediante la cual esto se hace posible.
Lograr una adecuada socialización en cada uno de los estudiantes, es la principal función social de la escuela, sin embargo, para el logro de tal aspiración, no basta con la labor educativa de la escuela, desempeñan también un importante papel factores como la familia, primera institución socializadora del ser humano, la comunidad, los grupos en los cuales el individuo se desenvuelve, los medios masivos de difusión e información, y el trabajo, entre otros.
Entre todas esas instituciones, es a la escuela a la que corresponde una misión fundamental, porque tiene mejores posibilidades para sistematizar el proceso de educación en función de los objetivos, con ajuste a las particularidades de las edades y empleando para ello el potencial técnico capacitado para tales fines.
Para educar en valores existen tres condiciones esenciales: conocer a los estudiantes, conocer el contexto de actuación y definir un modelo ideal de educación.
Los desafíos de la época actual imponen a la educación superior, que los profesionales que egresen de esas instituciones sean capaces de enfrentar la transición hacia el paradigma tecnoeconómico actual con optimismo, compromiso, creatividad, solidaridad, sentido práctico, desinterés y modestia.
"La escuela existe como institución social para la conservación del sistema social. En ella se forma al hombre, al futuro egresado de acuerdo con el sistema de valores comunes inherentes a esa sociedad. Sin embargo, tiene que convertirse, además en un instrumento de cambio, de modificación de esa misma sociedad." (Alvarez de Zayas, 1999: 237).
Esta función es encarada por la Universidad cubana, que hoy asume el desafío de formar por la vía del currículum instituido, a un profesional que sea capaz de enfrentar los cambios que se suceden, a veces de modo vertiginoso, en todas las esferas de la vida.
La Educación en Valores en la Universidad se dirige hacia la formación y el desarrollo de la personalidad del profesional, entendida esta como: el conjunto de rasgos presentes en el individuo, en la actividad profesional, en los marcos de determinada comunidad y contexto.
Para Educar en Valores es necesario intencionar los valores desde el proyecto curricular, para que todas las materias contribuyan a la formación y desarrollo de valores en los estudiantes, con la finalidad de promover el desarrollo individual y social. Se requiere de entender la universidad como un espacio de construcción de valores y, en consecuencia, garantizar que cada uno de ellos dentro de ella un aprendizaje profesional, cultural, humano, ético, de saberes (entendidos estos como conocimientos, habilidades y valores) para el desempeño ulterior, no solo en el terreno profesional sino también en el personal y el ciudadano, lo que implique de nuestros egresados un buen ejercicio en todos estos órdenes (Martínez, 2002,2006).
La universidad nueva debe, para alcanzar tal reto, atender de manera priorizada los siguientes puntos:
1. Necesidad de impregnar toda la docencia de eticidad, es decir, practicar la docencia de los valores de modo transversal, a través de todo el currículo y empleando todos los medios al alcance del docente.
2. Desarrollo de las competencias éticas del docente, que suponen, ante todo que el docente tome conciencia de que él también está en un proceso continuo de formación y que siempre hay otros niveles que alcanzar.
3. Desarrollo de la capacidad de valorar, de juzgar los valores a través del prisma de la realidad, lo que permitirá educar individuos de pensamiento crítico, capaces de adaptarse a las complejidades de la realidad circundante y que empleen sus ideales con carácter movilizador.
4. Disponerse a escuchar de forma activa y abierta al alumnado, a darles real participación.
5. Promover la práctica de los valores, partiendo de que solo la práctica es un medio privilegiado de la educación-apropiación de los mismos.
La labor del tutor en la nueva universidad se desarrolla como un proceso integrador de las influencias educativas que emana de la carrera. n. De esta forma, queda integrado en un sistema único la atención del tutor al estudiante en cualquiera de los espacios académicos y sociales en que se desenvuelve su vida universitaria.
Lo planteado hasta aquí nos permite definir al tutor en la nueva universidad como un educador responsable de integrar el sistema de influencias educativas, cuyos modos de actuación se identifican con orientar en los distintos ámbitos de la formación del estudiante, promoviendo el crecimiento personal y el desarrollo de la autodeterminación; es quien acompaña al mismo durante toda la carrera, brindándole el apoyo necesario para la toma de decisiones ante los problemas, desde una acción personalizada.
Conclusiones
Tanto al nivel internacional como nacional, cuando en la actualidad se debaten temas relacionados con la calidad de la educación existe el criterio generalizado de que la educación en valores es uno de los indicadores fundamentales para el logro de una educación de calidad y ese es un objetivo primordial en la enseñanza superior cubana.
En el caso de Cuba, los valores y la adecuada contribución a su formación ha sido un hilo conductor en la concepción de los planes y programas de estudios en todos los niveles de enseñanza durante los cincuenta y cuatro años de Revolución en el poder.) Una necesidad educativa del momento histórico nacional e internacional es lograr un modelo de hombre nuevo al que aspira a conformar la sociedad cubana.
La atención a la problemática de la educación en valores, constituye una tarea de gran importancia para la sociedad cubana en el presente siglo XXI.
En la actualidad, constituye una tarea esencial reafirmar y mantener valores que se han formado a lo largo de nuestra historia como son: el independentismo, el patriotismo, el humanismo, el antiimperialismo, la identidad nacional, la justicia social, entre otros y de potenciar aquellos que son básicos también para el desempeño ciudadano tales como: la solidaridad, el espíritu crítico y la autocrítica, la laboriosidad, la responsabilidad ,la sensibilidad humana, la cortesía, la modestia y la honestidad..
El problema de los valores sigue teniendo vigencia por lo que el papel del docente y especialmente el tutor en la universidad cobra vital importancia.
Podemos concluir diciendo que para educar en valores es imprescindible que los docentes sean capaces de irradiar con su ejemplo, transformaciones en la conducta de los estudiantes y que el tutor juegue su papel en la formación de sus tutorados.
De la formación de valores en las nuevas generaciones depende en grado sumo la continuidad histórica de nuestro proceso revolucionario aquí radica la enorme importancia que tiene este tema para el futuro de la Revolución.
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Autor:
Msc Ana Marìa Fernàndez Espinosa1.
Lic.Pedro Benavides Gonzàlez2
Lic. Ana Delkis Benavides Fernàndez3
Ing. Edelkys Benavides Fernàndez4
1-Profesora Asistente FUM Ciénaga de Zapata, Máster en Ciencias de la Educación, Licenciada en Español-Literatura.
2-Licenciado en Cultura Física, Técnico de Recreación Combinado 19 de Abril, Jagüey Grande.
3-Licenciada en Higiene y Epidemiología, Profesora adjunta Instructora, FUM Ciénaga de Zapata,
4-Ingeniera Industrial, Profesora adjunta Instructora, FUM Ciénaga de Zapata,
JUNIO 2013
FUM CIÈNAGA DE ZAPATA
[1] Báxter, E.: Cuándo y cómo educar en valores. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1998.
[2] Báxter, Pérez, Esther. Educar en valores. Tarea y reto de la sociedad. Editorial Pueblo y Educación, La Habana(2007)
[3] Silvestre, Oramas, Margarita. El proceso de enseñanza aprendizaje y la formación de valores. ICCP.2002.