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El neoliberalismo y la política de empleo en América Latina (página 2)


Partes: 1, 2

Evolución del empleo en América Latina en los años noventa.

En los años noventa, entre los organismos internacionales existe un consenso bastante amplio sobre los efectos de la globalización para el empleo en los países del "Tercer Mundo" y específicamente de América Latina. Coinciden en que los procesos de la globalización generan costos y beneficios, y que los segundos superan a los primeros si los países adoptan políticas adecuadas.

Sin embargo, el desempeño laboral de la región latinoamericana durante la primera mitad de los años noventa ha sido caracterizado como una de las principales debilidades de la modalidad de crecimiento emergente con las reformas estructurales de los últimos quince años (CEPAL 1996b, CEPAL 1997). La debilidad en la generación de empleo productivo, las altas tasas de desempleo abierto, la fuerte y creciente heterogeneidad estructural y la débil recuperación de los salarios reales son expresión de este problema.

Algunas tendencias de la generación de empleo en los años noventa.

Tendencias generales.

A continuación se presentan brevemente las principales tendencias de la generación de empleo en los años noventa. En esta década, la oferta laboral tiende a crecer con un dinamismo menor debido a factores demográficos. Sin embargo, la tasa de participación sigue aumentando con el mismo ritmo que en la década previa, de 0.2 puntos porcentuales por año, para lo cual la causa principal sigue siendo la incorporación creciente de las mujeres al mercado de trabajo (CEPAL (a) 1997: 98s). De esta manera, a nivel regional la fuerza laboral se incrementaría anualmente en 2.5%, levemente por debajo de los 2.9% de la década anterior.

A la vez, la tasa de ocupación, en el promedio regional simple (12 países) creció entre 1990 y 1997 anualmente casi 0.2 puntos porcentuales; sin embargo, la debilidad de la generación de empleo en Brasil incidió en un leve decrecimiento del promedio ponderado de esta tasa. Esta evolución del nivel relativo de la ocupación significa que el número de ocupados creció alrededor de 2% por año (promedio acumulado) y, por lo tanto, menos que la fuerza de trabajo y explica el aumento del desempleo a nivel regional (CEPAL (a) 1998, gráfico VII-1). En el mismo período, la economía de la región creció anualmente 3.7%, lo que implica una elasticidad empleo-producto de entre 0.5 y 0.6.

En los años ochenta el empleo creció anualmente aproximadamente 2.9%, lo que implica – dado un crecimiento económico anual de 1.1% – una elasticidad empleo-producto de 2.6.

Esta reducción de la elasticidad empleo-producto, en conjunto con tasas de crecimiento de la oferta laboral todavía elevadas, incidió en que la situación del desempleo abierto no mejoró en los años noventa.

Extraído de

Si bien en esta década se mantiene el vínculo entre el crecimiento económico y el desempleo observado en la década anterior – un mayor crecimiento de un punto porcentual incide en una reducción (o un menor aumento) de la tasa de desempleo de entre un quinto y un cuarto punto porcentual –, los requerimientos del nivel absoluto del crecimiento aumentaron (véase gráfico 1). Mientras en los años ochenta, el desempleo abierto tendió a bajar con una tasa de crecimiento encima del uno por ciento, a nivel regional en los años noventa se necesita una expansión de la economía de 4% o más.

Las principales categorías de ocupación crecieron con tasas muy parecidas, manteniéndose a este respecto aproximadamente la estructura del inicio de la década (véase cuadro 1). Específicamente, el ritmo de la generación de empleo asalariado está a niveles cercanos a la generación de empleo total.

Fuente: Cuadro 1 de http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

Notas: Se trata de datos preliminares, tomados de las encuestas de hogares de los países. Este método implica una alta sensibilidad respecto a los factores de expansión que se aplican en a los resultados de las muestras. Otra limitación consiste en que no en todos los casos las encuestas tienen cobertura nacional. Se dispondrá de datos más firmes sólo con nuevos censos.

Tendencias sectoriales.

En términos sectoriales, se observa que durante los años noventa se mantiene las tendencias a largo plazo de una reducción del sector primario y de una expansión del sector terciario en el empleo, mientras la expansión relativa del empleo del sector secundario, interrumpida al inicio de los años ochenta y reactivada a finales de aquella década, parece haber llegado a su fin, lo que destaca como principal cambio de tendencia a nivel sectorial (véase cuadro 2).

Fuente: Cuadro 2 de http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

Nota: El crecimiento del empleo en su conjunto discrepa de los datos del cuadro 1 debido a diferencias en la cobertura.

En efecto, el empleo manufacturero expandió levemente, a una tasa anual de 1.1%. Entre los países medianos y grandes existe un claro contraste entre el estancamiento o incluso la contracción del empleo manufacturero en países como Argentina y Brasil, y su recuperación en México. El empleo agropecuario está descendiendo, incluso, en términos absolutos en una serie de países y aparentemente también a nivel regional. En contraste, el desempeño más dinámico en términos de generación de empleo registraron los diferentes rubros del sector terciario. Destacan, por un lado, algunas ramas de actividad en gran parte vinculadas a la transformación de las economías de la región, sobre todo la rama de servicios financieros, seguros, servicios a empresas y bienes raíces y los servicios básicos (electricidad, gas y agua; transporte, almacenamiento y comunicaciones). Por otro lado, en el comercio se encuentran tanto actividades muy rentables que potencialmente generan empleo de calidad satisfactoria (comercio exterior y al por mayor, y grandes tiendas y supermercados) como el típico comercio informal. Un alto grado de heterogeneidad también caracteriza a los servicios sociales, comunales y personales.

A continuación se discute algunas tendencias del empleo a nivel sectorial. En la agricultura se observan transformaciones de la estructura productiva en el marco de la globalización que tienen efectos múltiples sobre la generación de empleo y las características de la organización del trabajo.

Cabe notar que para definir la formalidad del empleo, en este cuadro se emplea un concepto diferente al utilizado previamente: Como asalariados formales del sector agropecuario se definen los trabajadores con cobertura de la seguridad social o con un contrato de trabajo registrado. En los niveles absolutos de estos indicadores obviamente influye la legislación laboral y social que facilitarían o obstaculizarían la formalización del empleo agropecuario.

Fuente: Cuadro 3 de http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

1 Para el empleo formal de Brasil y México: Diciembre 1984=100. En estos casos, las cifras siguientes se refieren al mes de diciembre de cada año. 2 Trabajadores con contrato registrados en el Ministerio de Trabajo. 3Trabajadores asalariado asegurados en la Caja Costarricense de Seguro Social. 4 Los valores de la columna "1984" corresponden a 1985. 5 Trabajadores asalariados cotizantes al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. 6 Asegurados permanentes en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

En tres de los cuatro países con información disponible, entre ellos Brasil y México, la ocupación formal en el sector agropecuario descendió significativamente, a pesar de un crecimiento anual del sector que alcanzó alrededor de 2.7% en Brasil y Guatemala y 1.2% en México entre 1984/85 y 1997. Detrás de las cifras del cuadro 3 aparentemente se esconde el doble proceso mencionado previamente: Por un lado, las transformaciones sectoriales inciden en una reducción de la intensidad del uso de la fuerza de trabajo lo que baja el volumen de la demanda laboral; por otro lado, recomponen el empleo hacia formas más precarias. Así, mientras en Brasil entre 1992 y 1997, el empleo asalariado formal bajó aproximadamente 7%, se ha calculado que la demanda laboral entre 1990 y 1997 "solamente" bajó en 4%. A pesar de que la incongruencia de los períodos de análisis prohíben conclusiones definitivas, aparentemente más allá de la reducción de la demanda laboral se transformó una parte de los puestos de trabajo agropecuarias hacia formas más precarias de empleo.

En contraste, en Costa Rica – que en el conjunto del período registró tasas de crecimiento del sector de la misma magnitud que los primeros dos países mencionados – el empleo formal del sector creció con tasas elevadas e incluso más altas que el mismo valor agregado sectorial. Esto no refleja un comportamiento desfavorable de la productividad sectorial – la cual calculado con base en el empleo total del sector creció significativamente desde mediados de los años ochenta – sino una política deliberada de universalización del seguro social.

Esta situación tiende a profundizar la heterogeneidad del sector. Esta heterogeneidad también se expresa en una brecha de bienestar entre regiones de un mismo país.

Tanto los factores que tienden a limitar la expansión del empleo en actividades agropecuarias de fuerte crecimiento económico como aquellos que frenan el empleo en la agricultura campesina inciden en la generación de empleo a nivel sectorial. Así se explica el estancamiento y la contracción del empleo en este sector que se observa en muchos países. De esta manera se mantiene la tendencia a largo plazo, de una reducción del empleo agropecuario en el empleo total.

Mientras el descenso de la participación del sector agropecuario en el empleo es una tendencia a largo plazo (si bien no lo es el descenso del empleo agropecuario en términos absolutos), no lo es la contracción relativa del sector secundario. Después de la caída relativa del empleo secundario al inicio de los años ochenta y su posterior recuperación, en los años noventa este sector nuevamente pierde participación en la estructura ocupacional. Esto contrasta con las expectativas de una expansión del empleo en las actividades productoras de bienes transables, sobre todo la industria manufacturera.

Sin embargo, básicamente tres factores atentan en contra de una expansión importante del empleo manufacturero:

  1. La competencia creciente frente a regiones con niveles salariales aún más bajos incrementó las importaciones y causó serios problemas, sobre todo para el empleo en ramas de actividades tradicionalmente intensivas en mano de obra.
  2. El cambio tecnológico global y la integración de los mercados generó esquemas de mejores prácticas que requieren un uso intensivo de capital, tecnología y mano de obra calificada, mientras limitan las posibilidades de sustitución según la abundancia relativa de los factores.
  3. Las tendencias de apreciación cambiaria de los años noventa, en muchos casos, afectaron la competitividad de la industria manufacturera de la región a pesar de aumentos salariales por debajo del crecimiento de la productividad.

A la vez, cambiaron los precios relativos en favor de bienes de capital y en contra de la mano de obra, lo que favoreció la sustitución de mano de obra por capital .Como resultado de las transformaciones de la estructura productiva manufacturera, se redujo la intensidad de uso de mano de obra dentro de las actividades. Pero también se registró una reestructuración de la producción industrial entre los diferentes grupos de ramas de actividad que redujo la demanda laboral. En efecto, en los años ochenta expandieron, sobre todo, actividades procesadoras de recursos naturales (con altos niveles tecnológicos y de capital); en contraste perdieron participación los rubros tradicionalmente intensivos de mano de obra, con excepción de la industria agroalimentaria.

En los años noventa, se expandió una industria tradicionalmente intensiva en mano de obra, la automotriz, pero después de fuertes transformaciones tecnológicas y organizativas que bajaron el uso de la fuerza de trabajo.

Por lo menos durante los primeros dos tercios de los años noventa, las transformaciones de la industria manufacturera han incidido en una generación de empleo sumamente débil. En las grandes (y parcialmente medianas) industrias, el saldo incluso ha sido negativo (véase cuadro 4). Como ya se mencionó, la gran excepción ha sido la maquila, lo que explica en parte el mencionado comportamiento más dinámico del empleo manufacturero en México (y también en algunos países centroamericanos y del Caribe). En las pequeñas y medianas empresas que lograron mantenerse activas en las nuevas circunstancias, generalmente no se han perdido puestos de trabajo en el mismo grado; sin embargo, en este segmento la incidencia de cierres fue más alta. Las transformaciones recientes han bajado el "piso" del empleo manufacturero. Sin embargo, esto no necesariamente implica que esta pauta se mantendrá con la misma intensidad. Aparentemente en muchos países las empresas en las ramas más afectadas por la apertura y otras reformas ya han tomado las medidas de ajuste que más fuertemente golpea al empleo.

Un saldo positivo en la generación de empleo en el contexto de un mayor crecimiento, como en 1997, indica que en el futuro una expansión de la producción estaría vinculada a la generación de nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, la presión de un ámbito muchos más competitivo incide en que aún en el futuro el empleo manufacturero crecería por debajo del promedio y no volvería a convertirse en un motor de generación de empleo directo.

Fuente: Cuadro 4 de http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

a/ Cifras preliminares. b/ Los índices de empleo industrial formal reflejan la situación en las grandes y medianas empresas, en tanto que los referentes al empleo industrial total incluyen a la pequeña y microempresa así como el trabajo por cuenta propia. c/ Industria manufacturera, excluida la trilla de café. d/ Establecimientos industriales con 20 y más personas ocupadas. e/ Establecimientos industriales con 10 y más personas ocupadas. f/ Cotizantes en el seguro social. Incluye la minería. g/ Empleo industrial formal total. h/ Establecimientos industriales en empresas con 100 y más trabajadores en Lima metropolitana.

i/ La cifra que aparece en la columna de 1980 se refiere a 1982. j/ Establecimientos industriales con 5 y más personas. k/ Hasta 1990 industria manufacturera formal; desde 1991 total de ocupados en la industria manufacturera del Gran Buenos Aires, al mes de octubre de cada año. l/ Ciudades capitales. m/ Región metropolitana. n/ Siete áreas metropolitanas, cuarto trimestre de cada año. o/ La cifra que aparece en la columna de 1980 se refiere a 1982.

En contraste, el sector terciario sigue aumentando su participación; ya en los años ochenta este sector llegó a emplear la mitad de la fuerza de trabajo a nivel regional. Es de esperar que también en este sector, el impacto de los procesos de globalización es heterogéneo. Como se notó previamente, algunas de las actividades terciarias están estrechamente vinculadas a estos procesos, como la comunicación, los servicios financieros, los servicios a empresas, el transporte y el comercio exterior. Donde estas actividades logran desarrollarse, aumentaría la demanda por mano de obra, frecuentemente de alta calificación y relativamente bien remunerada. De hecho, en los años noventa han sido estas ramas de actividades que mostraron el crecimiento más dinámico en la generación del empleo. Si bien se ha registrado que las nuevas tecnologías también en América Latina empiezan a transformar el sector servicios, amenazando a reducir la elasticidad en la generación de empleo en estas actividades, en el contexto de altas tasas de crecimiento sectorial este proceso todavía no ha impactado significativamente en la generación de empleo.

Por otro lado, el sector terciario, sobre todo el comercio, por sus bajas barreras de entrada, tradicionalmente ha concentrado gran parte del sector informal urbano. El aumento del empleo terciario de los últimos 15 años refleja fuertemente la expansión de estas actividades. En períodos de contracción del empleo en actividades formales muchas actividades terciarias siguen representando una última alternativa de empleo. Por ejemplo, muchos trabajadores manufactureros argentinos que perdieron su empleo durante el primer lustro de los años noventa se orientaron hacia el trabajo por cuenta propia en actividades terciarias.

Finalmente, a nivel regional la participación del sector público en el empleo, en contraste con las décadas previas, dejó de crecer. Sin embargo, contrario a lo que se podría suponer, esta participación descendió solo levemente durante los años ochenta, a pesar de políticas declaradas de limitar el crecimiento del Estado y medidas correspondientes en algunos países.

En resumen a nivel sectorial destacan las tres tendencias siguientes:

  • Se acelera el aumento de la productividad media en el sector primario (tanto en la agricultura como en la minería), resultado de significativos procesos de modernización y del estancamiento de los niveles de empleo. De esta manera, la brecha de productividad entre este sector y la media regional se achica.
  • Después de la caída de la productividad laboral media del sector secundario en los años ochenta, se reanuda su crecimiento previo, y lo hace con tasas elevadas.
  • El sector terciario, que hasta 1980 compartía los mayores niveles de productividad con el sector secundario, no puede revertir la tendencia descendiente de los años ochenta y sigue con una productividad media decreciente, con tasas menores.

Mientras en el conjunto de las empresas medianas y grandes en los años noventa se redujo el empleo manufacturero y se aceleró el crecimiento de la productividad laboral media, la pequeña y microempresa industrial registró un leve aumento del empleo y un estancamiento de la productividad media.

En conclusión, frente a una oferta laboral que sigue creciendo con tasas altas – si bien decrecientes – los sectores y segmentos de la estructura productiva latinoamericana sufren importantes transformaciones que afectan su capacidad de generación de empleo productivo. A nivel de sectores y segmentos, esta capacidad se ve afectada, por un lado, por el progreso técnico – por medio de su impacto en la productividad laboral – y, por otro lado, por el crecimiento del producto. Contrario a ciertas expectativas, la generación de empleo no se concentra en los sectores de bienes transables, pero se puede suponer que un comportamiento dinámico de estos sectores, con su impacto correspondiente en el crecimiento económico, contribuye a la generación de empleo indirecto en otros sectores.

Tendencias en la calidad del empleo.

Desde el punto de vista de una estrategia de "transformación productiva con equidad" (CEPAL 1992) no solamente interesa la cantidad de empleo generado sino también su calidad. Por lo tanto, sin pretender ser exhaustivo, a continuación, se revisan algunas características de los puestos de trabajo que se están creando en los años noventa. Como se planteó en el apartado anterior, durante los años noventa la generación de empleo ha sido muy heterogénea. Por un lado, en el contexto de una mayor competencia interna y externa muchos sectores están llevando a cabo una transformación tecnológica y organizativa que requiere una mayor incorporación de personal altamente calificada que se expresa en la estructura ocupacional. Esto es así en algunos rubros industriales, pero en forma muy importante en aquellas actividades terciarias que viven un fuerte proceso de modernización.

Por ejemplo, el cuadro 5 muestra que, entre 1991 y 1995, el empleo de la banca chilena creció en un 2.5% por año.

La expansión del empleo se concentró en los grupos de alto nivel de calificación, sobre todo en el grupo de los profesionales y técnicos y en menor grado los administradores y gerentes, los que conjuntamente contribuyeron un 77% del empleo nuevo en los grupos en expansión. El resto de los nuevos puestos fue para vendedores y obreros. En contraste, bajó el número del personal administrativo y de los otros empleados.

Por el otro lado, los procesos de transformación conllevan a una destrucción de puestos de trabajo que no necesariamente son aquellos de calidad más baja.

Fuente: Cuadro 5 de http://136.142.158.105/LASA98/Weller.pdf

Así, en Brasil, entre 1991 y 1996 las principales reducciones de puestos de trabajo formales afectaron sobre todo ocupaciones industriales de cierto nivel de calificación, como obreros de la labra de metales (torneros y otros), montadores y mecánicos, y también técnicos y dibujantes técnicos y contramaestres y capataces mayores. Los nuevos empleos formales, en contraste, se crearon principalmente en ocupaciones mayoritariamente de bajo nivel de calificación, como vendedores y otros empleados de comercio, administración, seguridad y limpieza de edificios, servicios administrativos subordinados, cocineros meseros y bármanes y ocupaciones no clasificadas.

Con respecto a esto hay que tomar en cuenta que aquí solamente se consideran puestos de trabajo formales. La expansión relativa de los puestos de trabajo no registrados en el mismo período reforzaría esta tendencia.

También indicadores sobre insuficiencias del volumen de trabajo, de los ingresos laborales de los ocupados y otros indican que en muchos países ha habido un empeoramiento de la estructura ocupacional durante los años noventa, dado que en la mayoría de los casos los niveles de estos indicadores en 1997 superan aquellos del inicio de la década. Esta evolución desfavorable, en parte, se debe a la expansión del peso relativo del sector informal, donde en general, prevalecen condiciones laborales más desfavorables.

Otro factor explicativo reside en el cambio de la legislación laboral, que en algunos países ha facilitado el uso de contratos con características más precarias. De esta manera, aparentemente, en los años noventa la generación de empleo ocurre en forma polarizada, con la creación de nuevos puestos de alto y de bajo nivel a la vez, con una preponderancia de los últimos. Esta pauta también caracteriza la generación de empleo de mujeres en un contexto de creciente participación laboral femenina (Valenzuela 1996).

Por un lado, dentro del empleo femenino, las ocupaciones de alto nivel (profesionales y técnicos) generalmente tienen una alta participación, tradicionalmente sobre todo por su presencia en el sector público.

Ahora, la transformación productiva abre nuevos espacios en una serie de actividades terciarias en modernización. Además, se registran lentos procesos de mayor acceso de mujeres a puestos directivos. En el otro extremo, en una serie de actividades en expansión surgen puestos de trabajo precarios y de bajas remuneraciones para mujeres, por ejemplo en algunas actividades de agro-exportación, la maquila, el trabajo a domicilio y el empleo doméstico.

Esta mayor incorporación laboral de las mujeres ocurre en el contexto de una persistente discriminación salarial, la cual incluso, tiende a aumentar en niveles educativos más altos .Una característica central de la calidad de los puestos de trabajo son las remuneraciones.

Durante los años ochenta los salarios reales del sector formal mostraron ser mucho más flexibles que frecuentemente se había supuesto y – en el contexto de productividades medias decrecientes y facilitado frecuentemente por altos niveles de inflación – sufrieron fuertes caídas. Con la reversión de las tendencias adversas en la evolución de la productividad laboral, en los años noventa los salarios de las empresas formales volvieron a subir. Sin embargo, en una serie de países a mediados de los años noventa todavía no se han podido compensar las pérdidas previas.

Como se mencionó previamente, en este contexto se plantea la pregunta si los procesos de transformación hacia un nuevo modelo de crecimiento inciden en una reducción o una ampliación de las brechas salariales.

Sin embargo, en el contexto de procesos de liberalización se ha observado que los salarios relativos de las personas con mayores niveles educativos crecen.

Como explicación se ha sugerido que la apertura conlleva a cambios tecnológicos que inciden en aumentos de la demanda por trabajo más calificado. En procesos paralelos de generación y destrucción de empleo, algunas calificaciones laborales se hacen obsoletas, mientras la demanda por otras aumenta.

Se puede concluir que las expectativas sobre la generación de empleo en América Latina como consecuencia de las reformas no se han cumplido y que la principal base teórica en que se fundamentaron estas expectativas mostró ser inadecuada. Sin embargo, los novedosos procesos de cambio vigentes en los mercados laborales complican el análisis y prohíben las respuestas sencillas ya que muchos de los instrumentos de medición y análisis utilizados comúnmente se vuelven insuficientes para captar estas tendencias. Por lo tanto, los resultados tentativos sobre las tendencias en el mercado de trabajo de la región todavía requieren un mayor análisis, a lo cual pretende contribuir el mencionado proyecto en curso.

En consecuencia, por un lado, se requiere un nuevo enfoque de medición y análisis que sea capaz de captar mejor la evolución heterogénea del empleo y sus características.

Por otro lado, surgen una serie de preguntas relacionadas con las políticas necesarias para mejorar el desempeño de la región en términos laborales, respecto a las cuales hay ciertos avances, pero que están lejos de encontrar sus respuestas:

  • Cómo se puede armonizar la necesidad de mejorar la competitividad sistémica de los países de la región con los requerimientos de empleo e ingresos laborales?
  • Cómo se puede avanzar hacia la reducción de la alta heterogeneidad y fuerte polarización en los mercados de trabajo?
  • Qué son las características de una institucionalidad laboral acorde a las nuevas condiciones económicas que cumpla con el doble objetivo de contribuir a la eficiencia del mercado de trabajo y proteger a los actores débiles?

Debido al desarrollo de la corriente de pensamiento neoliberal que se ha impuesto en los países latinoamericanos, existen grandes números de empresas que se juntan y conforman las llamadas trasnacionales, que juegan un papel fundamental en el desempleo que se esta poniendo en practica en los países subdesarrollados fundamentalmente. La expansión de las firmas transnacionales en América Latina, de la mano de la globalización acarrea, entre otros efectos, una creciente merma del empleo ante la impotencia de gobiernos para corregir este fenómeno. El recorte masivo de personal en las grandes corporaciones tiene importantes costos sociales y serias consecuencias económicas para los países de la región y sus trabajadores y familias.

El desempleo en América Latina alcanzó en 2002 el pico más alto en la historia de la región al afectar a 9,1 por ciento de su fuerza laboral, lo cual significó que dos millones de trabajadores perdieron ese año sus fuentes de ocupación. El proceso de globalización fue acompañado de desregulaciones del mercado laboral, así como de una mayor tecnificación de los procesos productivos, y las empresas transnacionales se aprovechan de estos dos fenómenos que tienen un particular impacto en América Latina y el Caribe.

La región latinoamericana tiene una doble desventaja en la economía globalizada. Sus salarios son más altos que los de sus competidores globalizados más pobres. Al mismo tiempo, su nivel de habilidades (capacitación laboral) es más bajo que el de sus competidores globalizados más ricos e incluso que algunos de los más pobres. La incorporación de nuevas tecnologías es uno de los factores de reducción de costos y al mismo tiempo de optimización de las ganancias, ya sea con mayores volúmenes de producción o dando prioridad al sector servicios, destacó.

Como resultado de la globalización y de la creciente importancia en la región de las corporaciones multinacionales, muchas de las decisiones clave en esta área (del empleo) están más allá del control nacional, por lo que los encargados de tomar las decisiones en los gobiernos tienen severas limitaciones para solucionar esta situación.

Datos estadísticos señalan que 22 de las 100 mayores firmas transnacionales son más grandes que la mitad de las economías de América Latina y el Caribe, sin considerar a los 12 países más pequeños, por ejemplo:

  1. El valor agregado de la empresa petrolera Exxon, es ligeramente inferior al producto interno bruto (PIB) de Chile y superior al de Perú.
  2. Mientras que Mitsubishi y Sony se equiparan al PIB de Uruguay y República Dominicana.
  3. El PIB de Ecuador es similar al valor agregado de Telefónica de España y que el tamaño de la economía de Honduras es igual al poderío económico de McDonalds o de Pepsi Cola Company, ambas de Estados Unidos.

En 2001, alrededor de 40 por ciento de las 50 mayores empresas transnacionales instaladas en América Latina anunciaron reducciones de puestos de trabajo. Si se considera a las 100 mayores, un tercio de ellas notificó de disminuciones de su personal, según fuentes de la CEPAL. Uno de los sectores más golpeados por la disminución de puestos laborales en las compañías transnacionales en la región es el de la industria de automotores, por ejemplo:

La firma Daimler Chrysler eliminó al menos 3.000 empleos en México, Brasil y Argentina, país este último en que Ford redujo 1.500 puestos de trabajo, mientras 3.000 operarios brasileños perdían su empleo en Volkswagen, que también anunció despidos en México.

El sector de tecnologías de la comunicación y la información fue otro frente de recortes de empleo en la región en 2001. En este sector se registraron despidos en la firma Hitachi en México, mientras Nextel reducía personal en Argentina, Brasil, Chile, México y Perú, y Power-One lo hacía en República Dominicana, México y Argentina, para completar la lista con reducciones en la firma Canon en México y en Siemens en Brasil.

El sector financiero, sobre todo en Argentina, pero también en México, Bolivia y Chile dejó una estela de reducción de puestos de trabajo en 2001, a través de transnacionales como Citigroup, Goldman Sachs, JP Morgan Chase y ABN Amor, entre otros.

Según los antecedentes recopilados por la investigadora de CEPAL, Costa Rica, Perú, Venezuela, Trinidad y Tobago y Jamaica fueron también escenario de desaparición de puestos de trabajo por parte de transnacionales en sectores de servicios, producción agrícola y manufacturas de electrodomésticos.

Resumiendo las tendencias generales del empleo en América Latina son:

  1. El empleo asalariado creció más rápidamente en las microempresas que en el resto del sector privado, siendo este sub.-segmento, generalmente el más dinámico en la generación del empleo.
  2. El numero de trabajadores por cuenta propia del sector informal se expandió con tasas muy altas que el empelo urbano en su conjunto. El empleo en el sector informal contribuyó la mayor parte del empleo adicional.
  3. Se mantiene la tendencia a largo plazo de una reducción del sector primario y de una expansión del sector terciario en el empleo.
  4. El empelo manufacturero se expandió levemente a una tasa de 1.1%.
  5. El empleo agropecuario esta descendiendo, en términos absolutos en una serie de países y aparentemente también a nivel regional.
  6. A nivel regional, la participación del sector publico en el empleo, en contraste con las décadas previas, dejó de crecer.
  7. La expansión del empelo se concentró en los grupos de alto nivel de calificación, sobre todo en el grupo de los profesionales y técnicos y en menor grado los administradores y los gerentes.
  8. En muchos países ha habido un empeoramiento de la estructura ocupacional en los años 90.
  9. El aumento del desempleo se produjo mayormente en los países de América del Sur.
  10. El 50% de la mano de obra empleada no tiene estudios o solo los tiene primarios. El 37% tiene estudios secundarios y el 13% terciarios.
  11. A principios de la década de los 90 el 17% de los salarios era de pobreza.
  12. Los datos indican que en todos los países de América Latina se incrementó la desigualdad de la renta y además se abren las desigualdades salariales.
  13. En los años 90 se aceleró la tendencia a largo plazo de la caída del empleo en la agricultura y su incremento en los servicios.
  14. Los países que crecieron más vigorosamente tuvieron mejores resultados en materia de empleo y salarios.
  15. En los países centroamericanos el desempleo tendió a disminuir o se mantuvo en niveles relativamente moderados.
  16. Durante la década, más de 10 millones de personas ingresaron en las filas de los desocupados, la que en 1999 alcanzó el 8.6% de la fuerza de trabajo a nivel nacional (poco más de 18 millones de personas), en contraste con el 4.6% de 1990. Este fenómeno afectó particularmente a la población urbana, al punto de que entre 1990 y 1999 la tasa de desempleo en esas zonas se elevó de 5.5% a 10.8% en la región.

Situación Actual del empleo.

  1. La región experimentó, en el 2001, un incremento cercano al 1.1% del PIB de un 4.5% previsto. La desocupación terminó en 8.3% similar a la del 2002.
  2. La estructura del empleo tuvo una tendencia de privatización, 95 de cada 100 nuevos empleos creados son generados en el sector privado.
  3. La tasa de desempleo urbano tendió a disminuir, aunque en menor valor porcentual: de 11.2% en 2002 a 11% en el 2003.
  4. Al comparar los períodos del 2002 y 2003 la desocupación urbana aumentó en Brasil, Ecuador, Uruguay, Venezuela; sin embargo disminuyó en Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá y Perú.
  5. El Panorama Laboral de América Latina 2003, constataba que el desempleo juvenil aumentó y el sector de las mujeres continúa siendo el más vulnerable a la falta de trabajo.
  6. La cifra de desocupados alcanzó alrededor de 2 millones de trabajadores en el transcurso del 2001, casi tres veces el número de desocupados en 1999, por lo que originó una tasa de desempleo de 5.8%.

Conclusiones

  1. El diseño e implementación de la política de empleo en Al esta marcado por la política neoliberal.
  2. El neoliberalismo ha traído como consecuencia bajos salarios, desempleo, pérdida de conquistas de carácter laboral, aumento del trabajo infantil e incremento del empleo informal.
  3. Como resultado de la globalización y de la creciente importancia en la región de las corporaciones multinacionales, muchas de las decisiones clave en esta área (del empleo) están más allá del control nacional, por lo que los encargados de tomar las decisiones en los gobiernos tienen severas limitaciones para solucionar esta situación.

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  • Panorama Laboral 2004 , OIT/ Oficina Regional para América Latina y el Caribe, 2004. 118 p. www.oit.org.pe
  • Temas Especiales, Revista de la Oficina Regional para las Américas: Las Flores 275, San Isidro, Lima – Perú. Correo Electrónico:
  • Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, SN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98 Vol. VI, núm. 119 (60), 1 de agosto de 2002.

 

 

 

Autor:

Ms. C.. Sara Colás Griñan

saracg[arroba]uclv.edu.cu

Ms. C. Macyuri Álvarez Luna

macyuri[arroba]fce.uclv.edu.cu

Ms. C. Jorge Luis Garcia Jacomino

jacomino[arroba]uclv.edu.cu

Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas

 

Partes: 1, 2
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