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Las familias posmodernas (ensayo)

Enviado por Yasmina D. Dátola


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. ¿Quién dijo que el antiguo modelo de la familia era sinónimo de felicidad?
  3. ¿Cómo se ha producido el quiebre de la familia tradicional?
  4. ¿Cuándo nació el modelo de la familia tradicional?
  5. ¿Cómo se modificó el consumo a partir de los cambios en el modelo tradicional de la familia?
  6. ¿Cómo conviven los distintos modelos familiares?
  7. Conclusión
  8. Bibliografía

"El quiebre del modelo tradicional de la familia y la reformulación de los vínculos afectivos como consecuencia del advenimiento de la posmodernidad deja atrás una falsa idea de la felicidad basada en principios instaurados por las instituciones y da origen a un individuo auténtico consigo mismo y con las formas de relacionarse".

Introducción

El paso de la modernidad a la posmodernidad trajo aparejado una serie de cambios en todos los ámbitos de la vida del individuo. Los sistemas de comunicación humana, la sociedad entera, la vida política y el individuo en sí sufrieron una enorme transformación que dio paso a nuevas maneras de relacionarse y de crear vínculos. Todos estos cambios llevaron a reformular la vida entera de las personas. Ni la sociedad, ni el individuo, ni las relaciones personales, ni lo espacios de interacción y encuentro son los que eran.

Como era de esperar, esta serie de transformaciones que se dan con el paso de la modernidad a la posmodernidad impactaron fuertemente en el ámbito personal, en la vida cotidiana del individuo. Entre las consecuencias, podemos observar un quiebre total del modelo tradicional de la familia.

El modelo tradicional de la familia implicaba en primera instancia la unión en matrimonio de un hombre y una mujer. Para analizar el quiebre de la familia tradicional, es necesario contemplar los cambios y los distintos significados que fue adquiriendo la institución del matrimonio para luego analizar la antigua constitución de la familia y compararla con la nueva familia posmoderna como consecuencia de distintos procesos sociales que se dieron en los últimos años que abarcan la legalización de las uniones gay, el aumento de las familias monoparentales o ensambladas, el avance de la ciencia con respecto a las técnicas de fertilización asistida, el debate sobre el aborto, el nuevo rol de la mujer y su inserción en el plano laboral, el incremento del índice de divorcios, la invención de la píldora anticonceptiva y muchos otros ítems cruciales que dieron paso al quiebre del modelo de la familia tradicional con un papá, una mamá e hijos nacidos de la unión entre ambos y viviendo bajo un mismo techo.

Frente a esta situación, hay distintos tipos de opiniones. Algunos sostienen que la familia está en crisis, que los valores de antaño se han ido perdiendo y hasta se llega a decir que los hijos de estos nuevos tipos de familias quedan marcados para siempre y se convierten en "anormales" con mala conducta, problemas psicológicos y una mayor probabilidad de entrar en adicciones. Los que piensan de esta manera no ven otra alternativa a la familia "ideal" creada alguna vez en el inconsciente colectivo. Pretenden que el matrimonio sea a raja tabla "hasta que la muerte los separe" con el único objetivo de vida de formar una familia al mejor estilo Ingalls.

Es curioso que hoy, en el siglo XXI, todavía exista ese pensamiento. Con todo lo que ha sucedido en la sociedad y en el mundo, en términos políticos, sociales, culturales, globalizadores, tecnológicos y personales, es inconcebible creer que este modelo de familia tradicional pueda seguir teniendo vigencia realmente hoy en día.

La familia está atravesando una instancia espontánea, acorde a lo que está sucediendo a nivel global en todos estos ámbitos nombrados. Es coherente que ella también se transforme como también es coherente que estos procesos se vean reflejados en los medios de comunicación, mal que les pese a los apocalípticos que ven que la familia de antaño era un modelo de felicidad y que en el estado en el que se encuentra todo hoy en día ya nada será como antes y, por ende, jamás nadie podrá ser feliz.

CAPÍTULO 1:

¿Quién dijo que el antiguo modelo de la familia era sinónimo de felicidad?

Uno de los motivos principales que ha llevado al quiebre del antiguo modelo de la familia es la pérdida de la influencia de las instituciones en las decisiones del individuo.

En la modernidad, la vida del hombre estaba regida por un "gran relato" que guiaba sus modos de actuar, pensar y relacionarse. El hombre no dependía de sí mismo, sino de otro ser: la Naturaleza, las Ideas, Dios, la Razón o el Ser. En la posmodernidad, con la caída de los grandes relatos, los sujetos que se ordenaban alrededor de los mismos, el de un gran Sujeto que marcaba sus vidas, quedaron sin ese referente (Dufour, 2003).

Con respecto a esta crisis del "gran relato" se puede decir que apareció una nueva conciencia, centrada en los verdaderos deseos del individuo y no en los mandatos de las instituciones.

Néstor Contissa, explica cómo el individuo de la posmodernidad no siente que la sociedad lo presiona ni lo obliga a nada, ya no se siente sometido a reglas y normas rígidas (Contissa, 2010). En su libertad (aparente o no) el individuo siente y tiene el derecho de cómo actuar, de cómo relacionarse, de cómo crear los vínculos, de cuándo, cómo o no casarse, tener hijos o no y de la prioridad que le va a dar a sus diferentes intereses. El individuo ya no se siente obligado, por ejemplo, a llegar a los treinta años casado por civil y por iglesia, con dos hijos, un perro y un trabajo importante.

Ahora, las prioridades han cambiado. El individuo se ha vuelto más individualista. Contissa analiza el cambio en los tipos de relaciones y en el modo en que el individuo se considera a sí mismo bajo la enorme influencia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías mediáticas (Contissa, 2010). El texto, bien titulado La Dictadura del Sí mismo, habla de un proceso de fragmentación, personalismo y un creciente individualismo egocéntrico que lleva al hombre de la posmodernidad a enfocarse exclusivamente en el presente, en su propio presente.

Si bien puede ser pensado de una forma negativa, en la medida en que tal vez este sujeto se ha vuelto egoísta, importándole sólo su sí mismo, relegando al otro a un segundo plano, incluso cuando se trata de sus propios afectos, también se puede destacar un aspecto positivo.

La doctora en psicología Deborah Fleischer menciona la postura de algunos autores que critican el modelo de la familia tradicional:

"Autores críticos respecto del modelo tradicional consideran que la familia es, en su rigidez, responsable de patologías, y plantean investigaciones y prácticas ligadas a una visión que pone el acento en razones puestas a cuestionar el poder patriarcal en la familia o su moral sexual. Sus esperanzas están puestas en cambios en estos registros. Encuentran, como una de las causas más relevantes de la psicopatología, la supervivencia de lo que consideran la rigidez del modelo familiar. Critican a la familia burguesa y suelen considerar que en la obra freudiana hay una defensa de la familia y de la autoridad paterna. Para ellos no habría nunca familia "normal", porque la normalidad sería un estado múltiple, vertiginoso e indescriptible" (Fleischer, 2006)

Para Fleischer, la familia moderna sufrió transformaciones en las tres dimensiones que conforman sus funciones organizativas clásicas: la función de organizar la convivencia, la sexualidad y la procreación.

A simple vista, cualquiera puede notar estas transformaciones. Ya no es necesario casarse para convivir, ni tampoco sigue en vigencia el mandato de llegar al matrimonio para iniciarse en la vida sexual o tener hijos. Las parejas prueban convivir mucho tiempo antes de decidir tomar la decisión de casarse bajo la ley y/o ante Dios o no hacerlo nunca. Estos cambios y las transformaciones que menciona Fleischer forman parte de un proceso bastante largo y complejo que se ha ido gestando con el nacimiento de la posmodernidad y los cambios propios que ésta trajo aparejados.

No todo tiene que ser completamente malo o completamente bueno. Quizás, parándonos en un umbral positivo (aunque se nos tilde de ilusos), ha llegado el momento en que el individuo se enfoque en sí mismo para luego pasar a un plano superior. Sólo siendo consciente de sus propios deseos y ambiciones podrá comenzar a considerar al otro como su igual en un momento próximo.

Los estudios hipodérmicos que consideran a un sujeto pasivo que acata el mensaje que le imponen los medios, la publicidad y el mercado podrían ser cuestionados. Si bien el mercado cumple un rol primordial en la nueva constitución del sujeto y sus vínculos, no es tan poderoso como para dominar al individuo por completo. Sí, es cierto que el individuo y la sociedad entera se encuentran inmersos en el mercado, en un sistema que le pone precio a todo y lo convierte en bien de consumo ofreciéndole al individuo una amplia gama de posibilidades para elegir lo que quiere y satisfacerlo (Contissa, 2010). Pero también es cierto que el individuo mantiene una cierta autonomía. No siempre consume porque se le impone, sino también porque de verdad lo quiere y de verdad lo satisface. Y en eso no hay ningún problema. El individuo está en todo su derecho de hacerlo, de elegir los productos y lo que quiere consumir como también tiene el derecho de elegir formar su vida de la manera que quiere, dando prioridades a lo que desea hacer con su vida, incluido el momento de formar una familia.

Por su parte, los medios de comunicación no se quedan atrás y, a través de sus diferentes géneros, abordan y reflejan esta mutación de la familia en sus respectivos programas, principalmente en el género de ficción.

En la televisión Argentina, las ficciones centradas en la familia tradicional estereotipada van dejando de aparecer, dando paso a nuevos modelos de familias, con las respectivas problemáticas que deben enfrentar. Las nuevas ficciones cada vez más se asemejan a la vida cotidiana. Así, tratan temas que corresponden con la realidad actual como el divorcio, parejas homosexuales, familias ensambladas, parejas que enfrentan crisis y se separan, etc. De todos modos, la idea del matrimonio como final feliz se sigue manteniendo a lo largo de los años en la mayoría de los relatos de ficción aunque la realidad haya cambiado.

El matrimonio ya no es una prioridad, como así tampoco es de suma importancia perpetuar el modelo de la familia tradicional.

La aprobación del matrimonio igualitario que legaliza el matrimonio entre personas del mismo sexo ya es una realidad en 16 países del globo y todo indica que poco a poco se irán sumando muchos más. Esta realidad, no hace más que confirmar el hecho de que el paso de la modernidad a la posmodernidad está cambiando la conformación de las familias, sumado al debate de la adopción por parejas del mismo sexo.

Tanto el matrimonio igualitario como la adopción entre parejas del mismo sexo se encuentran en el centro del debate de la sociedad actual. Cada vez más son los que aceptan este tipo de relaciones, conscientes de que la condición sexual no es condición para que se prive de los derechos que le corresponden a cualquier ser humano. Por supuesto, también existen quienes no aceptan esta realidad y se niegan a incluirlos en la sociedad. ¿El motivo? Creer que ser homosexual significa ser diferentes, anormal o hasta enfermo. Lejos de intentar crear hipótesis sobre las causas que determinan la condición sexual de cualquier hombre o mujer, es relevante poner en primer plano que todos somos lo mismo: humanos y por lo tanto tenemos los mismos derechos, los derechos a intentar formar una familia por más que no tenga un papá y una mamá propiamente dichos. Tal vez, la sociedad ensimismada en términos de Contissa no se encuentra aun totalmente preparada para aceptarlo, pero el proceso está en su fase embrionaria y no es tan difícil imaginar que dentro de unos años hablar de familias con padres del mismo sexo sea algo natural.

La tecnología avanza a pasos agigantados, como así también las maneras de comunicarse y los medios de masas. Parece que muchas veces al ser humano le cuesta llegar a ellos y se queda atrás, pero poco a poco la sociedad también se modifica, aunque lo haga más lento.

La configuración del sujeto posmoderno es completamente heterogénea. El individuo puede llegar a ser cualquier cosa, tener características contradictorias e imposibles de definir. Esa multiplicidad lo hace cada vez más personal y único, y lo aleja de un sujeto sometido a ciertas normas, leyes o instituciones como en la modernidad.

Tal vez, esas características múltiples sean una causa más de la multiplicidad de formas que tiene de relacionarse, elegir y decidir por sus propios medios.

Los cambios en la cultura también pueden ser tomados como causa de la reformulación de la familia. Raymond Williams analiza la cultura y señala la dificultad que encuentra al intentar identificar el proceso de la perfección humana con el descubrimiento de valores "absolutos", tal como éstos fueron normalmente definidos. Explica que para aludir a un proceso general del hombre como especie se habla de evolución y no de perfección humana. Siguiendo esta línea, podemos detenernos en un punto de reflexión para analizar si el cambio en la familia no constituye una forma de evolución humana, alejándose del absurdo modelo de la familia tradicional perfecta que ha caducado, si es que alguna vez existió.

Indudablemente, siempre existieron problemas. La familia perfecta no existe y es improbable que alguna vez haya existido. Desde tiempos remotos hubo violencia, infelicidad y problemas. Sin embargo, el mandato de la modernidad establecía que el matrimonio debía ser para toda la vida y por lo tanto los cónyuges no tenían otra opción que mantenerse juntos. Así, se mantenía una aparente pero falsa estabilidad.

CAPÍTULO 2:

¿Cómo se ha producido el quiebre de la familia tradicional?

¿Qué factores incidieron con más fuerza en este pasaje del modelo de familia tradicional a un sinfín de nuevas familias? Jean Francois Lyotard plantea que con el paso de la modernidad a la posmodernidad el saber cambia de estatuto gracias a la multiplicación de las máquinas de información que afectan la circulación de los conocimientos. En esta transformación, todo lo que no puede ser convertido en cantidades de información desaparece. Lyotard asegura que el progreso de la tecnología y de la informática puso punto final a los grandes relatos que caracterizaban la modernidad y le cedieron el paso a la lingüística y a la producción simbólica (Lyotard, 1987). Sostiene que "la multiplicación de las máquinas de información afecta y afectará a la circulación de los conocimientos" (Lyotard, p.15, 1987).

En la modernidad, los hijos adquirían los conocimientos y la manera de manejarse en la vida a partir de sus padres, quienes les inculcaban sus principios, sus enseñanzas, sus habilidades e incluso sus oficios. Hoy, los niños encuentran como principal fuente de saber los medios de comunicación y la tecnología. Por lo tanto, es posible afirmar que el avance de la tecnología y los medios de comunicación han traído consecuencias directas e indirectas en la familia y en la manera de relacionarse que tienen sus miembros. En muchas ocasiones, los niños aprenden a manejar el control remoto de la tele antes de comenzar a caminar. Tampoco es raro escuchar a los padres preguntarle a sus hijos dónde han aprendido algo que hacen o dicen y que el niño responda "de los dibujitos" o "lo mostraron en la tele".

En la actualidad, los chicos nacen dentro de un mundo informatizado y adquieren las herramientas para manejarse en él de los mismos medios de comunicación y de la tecnología que se convierten en grandes fuentes de estimulación. El poder de la familia en este aspecto se ve disminuido.

Los medios de comunicación también influyen en la comunicación entre los miembros de las familias. La televisión es concebida fundamental en la sociedad actual y sus transmisiones muchas veces organizan la vida familiar como por ejemplo cuando los miembros organizan sus horarios en base a los programas que ven o deciden reemplazar salidas por ver una película en la comodidad de su hogar.

Si bien esto puede resultar negativo para los que argumentan que los medios no hacen más que aislar a los individuos, se pueden encontrar varios puntos a favor. Muchas veces, la televisión instala en la mesa familiar charlas y debates interesantes a discutir entre sus miembros que de otra manera ni siquiera se hubiesen entablado.

Los medios de comunicación no son tan poderosos como muchas veces se cree. Si los individuos se aíslan o se refugian en ellos o en la tecnología es debido a factores mucho más profundos que inciden en la personalidad o en el comportamiento de la gente. En más de una oportunidad, Manuel Castells ha desarrollado esta idea ante el ataque negativo que recibe Internet. En una entrevista que le hicieron luego de la presentación de su libro Comunicación y Poder argumentó:

"¿Qué ocurre si te pasas toda la vida en internet, encerrado en tu casa? Pues pasa lo mismo que si te pasas con un videojuego o leyendo un libro en tu casa 15 horas seguidas cada día. Si hay gente así, internet no les va a solucionar el problema. Es un instrumento que amplía el mundo en lugar de encogerlo, empíricamente". (Castells, 2009)

El modelo tradicional de la familia situaba a la figura paterna como la máxima autoridad del hogar. Los hijos muchas veces veían a su padre como una figura extraña a la cual temían y simplemente obedecían. Muchos defensores de este modelo de familia, aseguran que en la posmodernidad se han perdido los valores y el respeto por los mayores y muchas veces se culpa de eso a los medios de comunicación.

Estos cambios en la reconsideración de la figura paterna se han dado por muchos factores de distinta índole que son los mismos que dieron paso al advenimiento de la posmodernidad. La mutación de la familia como así también de las características que fueron adquiriendo sus distintos miembros se fueron dando por una multiplicidad de factores que dieron paso a que ocurra y no simplemente a la incidencia de un factor determinado. El cambio que se ha producido en la posmodernidad es social, cultural, económico y global y se fue gestando muchísimo tiempo antes de su aparición en sí.

Sería útil reflexionar si no es mucho más sana la formación en una familia en la que todos los miembros puedan opinar, charlar y debatir, en la que los niños son capaces de poderse expresar que la antigua concepción del padre como figura autoritaria a la que los chicos ni siquiera se animaban a abrazar. Por supuesto, es imprescindible mantener el respeto y la tolerancia hacia los otros pero esto sólo es posible generarse en una familia feliz, basada en el amor y la espontaneidad y no en una familia mantenida por compromiso hacia las instituciones.

Uno de los grandes desafíos de la familia posmoderna es conseguir este respeto y la solidaridad entre los miembros a pesar de las diferencias de los sujetos y su multiplicidad de intereses característicos de esta nueva era.

Con respecto a los juegos del lenguaje también es posible notar una serie de cambios en el intercambio de discursos de la nueva estructura familiar. Lyotard explica cómo las instituciones limitan el desarrollo y la evolución del lenguaje al someter a los individuos a sus leyes estrictas. Esto se hace visible en los discursos de los ejércitos, de las iglesias, de las escuelas o de las empresas. Para lograr que el lenguaje se enriquezca es necesario desplazar los límites de las instituciones y permitir que otros tipos de juegos de lenguaje intercedan al igual que ocurre en las discusiones entre dos amigos, por ejemplo (Lyotard, 1987). Si consideramos a la familia tradicional como una institución, es posible afirmar que este desplazamiento de los límites ya se ha generado en ella.

En la sociedad actual, los individuos se ven afectados constantemente por la información que circula en las redes de modo tal que es imposible que la familia, como primera institución en la vida de los individuos, siga teniendo las mismas características que la ilustraban en la modernidad. La sociedad actual para Manuel Castells está formada por redes que se conectan entre sí mediante tecnologías digitales. Describe que todas las actividades básicas que configuran y controlan la vida de los hombres están organizadas en redes globales que interactúan constantemente (Castells, 2009). En este contexto, es difícil imaginar que el modelo tradicional de la familia pueda seguir vigente.

Los medios de comunicación, Internet y la tecnología influyen considerablemente. De esta manera, los individuos aumentan sus redes de comunicación trascendiendo el núcleo de sus vínculos centrado en la familia como sucedía antiguamente.

Manuel Castells, señala los cambios que se dieron en el modelo tradicional de la familia con el advenimiento de la era de la información:

"La disolución de los hogares de las parejas casadas, por divorcio o separación, es un primer indicador de desafección a un modelo de familia que se basaba en el compromiso, a largo plazo, de sus miembros. Sin duda, puede haber un patriarcado sucesivo (de hecho, ésta es la regla): la reproducción del mismo modelo con diferentes participantes. Sin embargo, las estructuras de dominación (y los mecanismos de confianza) se han visto debilitadas por la experiencia, tanto de las mujeres como de los hijos, atrapados con frecuencia en lealtades en conflicto. Es más, con una frecuencia cada vez mayor, la disolución de los hogares de parejas casadas lleva a la formación de hogares unipersonales o a hogares de un solo progenitor, en general mujeres, poniendo fin en este caso a la autoridad patriarcal de la familia, aun cuando la estructura de dominación se reproduzca mentalmente en el nuevo hogar" (Castells, p.161, 2000)

Para Castells, la falta de sanción legal, devenida por la caída de los grandes relatos, han debilitado la autoridad patriarcal, tanto desde el punto de vista institucional como psicológico.

Otro de los cambios que han influido enormemente en la pérdida de poder del patriarcado son los cambios tecnológicos en la reproducción de la especie humana que hacen posible, por ejemplo, la fertilización asistida, la fecundación in vitro y la inseminación artificial.

Estos cambios tecnológicos dan origen a una gama infinita de formatos de familia con niños nacidos, por ejemplo, de padres o madres solteros o de parejas heterosexuales mediante la inseminación artificial de un donante o de parejas lesbianas a través de inseminación artificial de un donante.

A pesar de que las leyes de la sociedad civil varían según el país, la globalización hace posible que poco a poco estos temas se vayan debatiendo cada vez más en un mayor número de regiones. Por lo tanto, cabe señalar el aspecto positivo de la sociedad red en estos casos, cuando la transmisión de la información contribuye a fortalecer la democracia y a expandir los avances tecnológicos que abren las puertas y dan mayores posibilidades de inclusión permitiendo que cualquiera pueda formar una familia, su familia, aunque no corresponda con el modelo tradicional que se tiene de ella.

¿Cuál es entonces el formato de la nueva familia posmoderna? Manuel Castells afirma que la sociedad red, lejos de homogeneizar la cultura, permite la convivencia de una multiplicidad de culturas, ligadas a la historia y la geografía de cada área del mundo (Castells, 2009). Teniendo en cuenta esta idea, se puede afirmar que lo mismo ocurre con la familia posmoderna.

Lejos de establecerse un formato de familia tipo, como sucedía en la modernidad, en la sociedad actual la idea de familia se desdobla en un sinfín de formatos que se hacen y se deshacen y conviven con las otras familias que van surgiendo en su entorno. Así, el árbol genealógico de la nueva era difiere mucho del tradicional, dando origen a una red de vínculos inimaginables.

Si bien hay quienes sostienen que esta multiplicidad de formatos familiares no es sana ya que los niños pueden criarse con confusiones y otras problemáticas, muchas veces son los mismos niños quienes, desde su simpleza, dan la lección a los grandes. Ellos, nacidos en esta nueva era fluctuante, toman con naturalidad los casos más insólitos ya que para ellos eso es lo normal, porque así nacieron y así están acostumbrados.

Cuando los medios de comunicación hablan de casos de homosexualidad, muchos padres pueden sentirse incómodos ante las miradas de sus pequeños hijos. Sin embargo, para los niños es mucho más natural que para los adultos y eso es maravilloso que suceda. Los adultos deberían responder sus preguntas y hablarlo con la misma naturalidad y respeto para que los niños puedan incorporar los valores y conocer los derechos que todos tenemos como personas, comenzando por el derecho a enamorarse de quien se quiera.

En este caso, los medios de comunicación cumplen un rol fundamental. Si bien es primordial que la familia tenga su rol de educadora es bueno que los medios enriquezcan la comunicación entre los vínculos familiares ya sea abriendo el debate sobre un determinado tema o simplemente compartiendo un programa de televisión.

A la hora de defender el modelo de la familia patriarcal o motivar el ascenso de la multiplicidad de formatos de familias que caracterizan a la posmodernidad, en los medios de comunicación entran en juego distintas dimensiones asociadas con el grado de paralelismo político que exista entre los medios y la política (Hallin-Mancini, 2008).

El paralelismo político que exista entre los medios y lo que ocurre en la política va a determinar, por ejemplo, que los medios muestren o no como favorable la aprobación de leyes que contribuyen a la desintegración de la familia patriarcal. Lo mismo ocurrirá con el grado de intervención estatal en los medios de comunicación que, de ser alto, mostrará el modelo de familia que corresponda con las ideas del gobierno y del Estado en sí mismo.

CAPÍTULO 3:

¿Cuándo nació el modelo de la familia tradicional?

En la posmodernidad el antiguo modelo de familia se desdobló en un sinfín de modelos imposibles de definir claramente. Pero, ¿cuándo surgió el modelo de la familia tradicional acuñado durante tanto tiempo? A lo largo de la historia, la familia pasó por diferentes estados, su organización y sus funciones no siempre fueron las mismas.

En la prehistoria, las relaciones sexuales eran indiferenciadas, similares a las de muchos animales. Todos los hombres eran simultáneamente esposos de todas las mujeres. Al no poder establecer con exactitud quién era el padre del hijo, las madres eran quienes se hacían cargo de la familia dando origen al matriarcado (Engels, 1884).

Luego, la familia atravesó por una serie de cuatro etapas que Lewis Henry Morgan clasificó en: Familia consanguínea, familia punalúa, familia sindiásmica y familia monogámica. En la familia consanguínea los grupos conyugales son clasificados por generaciones. Es decir, dentro del círculo familiar, por ejemplo, todos los abuelos y abuelas son maridos y mujeres entre sí. Lo mismo sucede con sus hijos (padres y madres) y con los hijos de éstos, que forman el tercer grupo de cónyuges comunes. En esta etapa, el vínculo de hermano y hermana presupone de por sí la práctica del acto sexual aunque quedan excluidas las relaciones entre pares e hijos como ocurría en la prehistoria (Engels, 1884). Estos dos tipos de familias han desaparecido por completo y aún para el hombre posmoderno es sorprendente saber que haya existido alguna vez una familia basada en tal grado de promiscuidad.

El gran cambio que surge con el advenimiento de la familia punalúa es la eliminación de las relaciones sexuales entre hermanos. Si bien este tipo de familia se desarrolló de manera distinta en los distintos continentes, Morgan resalta como una de sus características una mayor organización entre sus miembros. A partir de ese momento, las mujeres formaban pareja con otros hombres que ya no se llamaban entre sí hermanos, sino punalúa (compañero íntimo), aunque se mantenían las uniones por grupos grandes de hombres y mujeres que aún podían tener la misma sangre (Engels, 1884).

En la familia sindiásmica las relaciones entre parientes consanguíneos quedó prohibida y las uniones por grupo comenzaron a desaparecer. En este momento surgen las parejas en las que un hombre vive con una mujer, aunque la poligamia y la infidelidad ocasional se consideran un derecho para los hombres. En esta etapa las separaciones eran comunes y, en ese caso, los hijos quedaban como propiedad exclusiva de las madres (Engels, 1884).

Entre los estadios medio y superior de la barbarie surge la familia monogámica, como triunfo definitivo de la naciente civilización. Esta etapa se fundamenta en el predominio del hombre y su fin de procrear hijos para perpetuar la descendencia. El papel de la mujer es comparable prácticamente con el de una esclava, el cual se fue depurando poco a poco a través de la historia con los avances del feminismo, entre otros. (Engels, 1884).

En esta transición de la familia prehistórica a la monogámica se puede ver claramente el pasaje del pensamiento popular al pensamiento culto que describe Rodolfo Kush. En un primer momento, las relaciones se establecían fiel a la "natura", sin razonamientos ni prohibiciones sino completamente en un estado natural, similar a las de los animales, con un predominio exclusivo de los sentimientos, la intuición y la emoción como fuerte energética. Poco a poco, el ser humano y la familia como institución se fueron adoctrinando hasta llegar a un estado de civilización propio de la construcción de la sociedad, esa sociedad que Anastasio Quiroga veía como imperfecta y distorsionada por no seguir el modelo de la "natura" (Kush, 1975).

Si bien la idea de familia más similar a la que se da en la actualidad es la monogámica, entre ella y los distintos modelos de familias que han comenzado a surgir con la posmodernidad existe un gran abismo. Puede ser que con la posmodernidad se inicie una quinta etapa, aún imposible de definir estrictamente debido a su verdor. Siguiendo con las ideas de Kush, es posible establecer una semejanza entre su fórmula del "estar-siendo" y la reformulación de los vínculos afectivos y el amplio abanico de familias que surgieron en la posmodernidad.

Kush plantea que en América se da la fórmula del "estar-siendo" porque todavía no sabemos quiénes somos en realidad y por eso muchas veces nos manejamos con conceptos europeos que nos fueron impuestos. Debido a la culturas híbridas, la gran inmigración y la corta historia institucional americana comparada con la del continente europeo, América se encuentra en una instancia de construcción. Por lo tanto, simplemente "estamos" a la vez que comenzamos a construir el "somos" (Kush, 1975).

Con la nueva idea de familia ocurre algo similar. Si bien está a la vista de todos el quiebre de la familia tradicional que se ha producido en los últimos años, en el inconsciente colectivo persiste la idea de la familia ideal y feliz posible únicamente por un mamá, un papá y sus hijos (si es posible un nene y una nena) viviendo bajo un mismo techo. Es por eso que nos encontramos en un estar-siendo. Los cambios están a la vista de todos y se han dado por los fuertes procesos en los distintos ámbitos que hemos descripto pero parece que aún no nos acostumbramos.

Un ejemplo claro se da con las familias formadas por parejas gays. Si bien la aprobación del matrimonio igualitario en distintos países y otros factores sociales han incidido en la aceptación de las parejas homosexuales, todavía falta mucho camino por recorrer. Nos encontramos en un estar-siendo porque aún a mucha gente le resulta chocante (o por lo menos inquietante) ver dos hombres besándose en la televisión o una pareja homosexual tomada de la mano caminando por la calle. Aún muchos de los que aceptan el matrimonio gay están en contra de que obtengan el beneficio de la adopción y eso ocurre porque nuestra sociedad es muy prematura en ello.

Nos encontramos en un estar-siendo en miras de una sociedad futura en la que las parejas homosexuales pasen desapercibidas a los ojos de cualquiera, en la que las familias ensambladas no sean tildadas de insanas y en la que finalmente la multiplicidad de familias surgidas con la posmodernidad sean reconocidas como un avance hacia el progreso, como una característica más de esta sociedad fluctuante que es imposible de detener. La sociedad avanza, el mundo avanza y, por consiguiente, el ser humano y la institución de la familia en sí misma también lo hace.

Tal vez sea necesario regresar a la esencia de la "natura" y guiarnos un poco más por los sentimientos y la intuición para conseguir terminar de construir el "somos" que la civilización con sus reglas, doctrinas y mandatos nos ha ido arrancando poco a poco. Tal vez así, guiados por la emoción, todos podamos terminar de aceptar que los modelos de familias que existen hoy en día se deben a que muchos otros que nos rodean ya pudieron construir su propio "somos" al dejarse llevar por los dictados del corazón y no por los mandatos de la racionalidad y las antiguas reglas de la sociedad que imponían la forma en que las personas debían enamorarse, amar, actuar y vivir.

Una de las principales causas del quiebre de la familia tradicional fue la inserción de la mujer al mundo laboral. Si bien este cambio fue impulsado por los movimiento feministas que comenzaron a surgir en el siglo XIX, se dio de forma repentina debido a una causa mayor: la Segunda Guerra Mundial. Mientras los hombres trabajaban en los frentes, las mujeres tuvieron que salir a trabajar para mantener activa la producción de la economía y conseguir mantener a su familia. Al finalizar la guerra, la mayoría de las mujeres que se habían lanzado al mundo laboral continuaron haciéndolo y a partir de entonces el modelo familiar y el papel de la mujer ya no sería el mismo.

En otros casos la incorporación de la mujer al mercado de trabajo se dio por decisiones personales, por presiones económicas que obligaron a las mujeres de las clases más pobres a reforzar los ingresos del hogar o por necesidad de mantener a los hijos en el caso de las madres solteras. Lo cierto es que en las últimas décadas las mujeres trabajadoras aumentaron considerablemente, modificando el modelo tradicional de la familia con la mujer dedicada únicamente al cuidado de los hijos y las actividades hogareñas. La mujer se fue independizando y comenzó a vivir su propia vida, demostrando tener la capacidad de trabajar sin descuidar a su familia sino a cuidarla de una manera diferente. Indudablemente, este avance es positivo para la familia porque ayuda a fortalecer los derechos de las mujeres en busca de una mayor equidad de género y a que los hijos crezcan saludablemente sin depender de la madre para todo.

Si bien este hecho resultó de gran importancia para la mujer, en muchos casos las madres comenzaron a sentir culpa por dejar a sus hijos en instituciones o al cuidado de otros mientras ellas trabajaban. Para compensar esa sensación de abandono hacia sus hijos, intentaron darles lo mejor que podían, creyendo que la mejor manera de hacerlo era invirtiendo dinero en ellos, tanto como fuera posible. En la Argentina, este hecho se ejemplifica con el incremento constante de la población que comenzó a asistir a la escuela privada durante los últimos cincuenta años y el aumento del mercado de juguetes, ropas, objetos y entretenimiento infantiles que, pese a los elevados precios, los padres están dispuestos a pagar para calmar esa culpa que sienten por dejarlos en manos de otros todo el día cuando salen a trabajar.

Tal como indica Naomi Klein, las situaciones de crisis que dejan a la sociedad en un estado de shock paralizante son aprovechadas por los gobiernos neoliberales para llevar a cabo sus políticas económicas de libre mercado, eliminando los sistemas públicos y reemplazándolos por otros privados (Klein, 2007).

En más de una ocasión, los gobiernos neoliberales que se dieron en la Argentina han fomentado lo descripto por Klein. Si bien el Estado no se apoderó literalmente de las escuelas públicas como ha ocurrido en Nueva Orleans con las "escuelas chárter", los estados neoliberales se encargaron de deslegitimar la educación pública al disminuir la inversión y reducir las estructuras estatales. Así, los padres que tenían la posibilidad de elegir entre mandar a sus hijos a una escuela pública o privada, se inclinaban por esta última. La idea sigue viva en el inconsciente colectivo bajo el mito de que siempre la escuela privada va a ser mejor que la pública. ¿Será realmente así? El objetivo de este trabajo dista de entrar en un análisis complejo de los modelos educativos, sin embargo es posible afirmar que la denigración del sistema educativo público se debe en gran medida a las políticas neoliberales.

Respecto a los estados de shock que producen las crisis y su siguiente abuso del mercado de propagarse, se pueden relacionar distintos aspectos ligados a las crisis de las familias tradicionales. Los trámites de divorcio con sus costos altísimos son un ejemplo de ello, en los que se aprovecha la urgencia de terminar rápido las cosas y el shock para elevar los honorarios al máximo. Pero eso es sólo un ejemplo. A nivel macro, es posible constatar las terribles consecuencias que las políticas de mercado, luego de los períodos de crisis, dejan como saldo: efectos desiguales entre hombres y mujeres y reformas estructurales que, bajo la excusa de la crisis, suponen una clara pérdida de derechos para importantes sectores de la población, y especialmente para los colectivos más vulnerables, como las mujeres que en más de una ocasión constituyen el único sostén de su familia.

En el otro extremo, se encuentra el desarrollismo que propone el modelo del Estado de bienestar, basado en el fortalecimiento de los derechos y la implementación de medidas que buscan una mayor igualdad, intentando que los miembros de las familias de las clases más pobres y los sectores más vulnerables no queden excluidos de la sociedad. Dos ejemplos concretos dados en la Argentina son: la Asignación Universal por Hijo para Protección Social (AUH) que tiene como objetivo mejor la calidad de vida, educación y salud de las familias argentinas y el Plan Conectar Igualdad que permite a los estudiantes acceder a las nuevas tecnologías con el fin de reducir la brecha digital y mejorar la calidad de la educación de los niños que asisten a la escuela pública.

El tema del enfrentamiento entre el pensamiento liberal con su enfoque individualista que impide reconocer la esencia de las identidades colectivas y la naturaleza pluralista del mundo social y la democracia basada en la igualdad y la soberanía popular del Estado benefactor también ha sido abordado por la politóloga Chantal Mouffe (Mouffe, 2007).

El liberalismo plantea la creencia racionalista de la posibilidad de un consenso universal basado en la razón pero Mouffe demuestra que todo consenso se apoya en actos de exclusión y que por eso es imposible hablar de un consenso "racional" totalmente inclusivo. Más allá de que la autora aborda la dualidad amigo/enemigo para hablar de las distintas identidades colectivas que se dan en la política, formadas por un "nosotros" como opuesto a un "ellos", es interesante aplicar su idea para analizar distintos ámbitos de la sociedad.

Mouffe explica que cuando se percibe al "ellos" cuestionando la identidad del "nosotros" la relación puede volverse antagónica hasta convertirse en una relación amigo/enemigo. El desafío está en superar la intolerancia impidiendo el surgimiento de esta relación antagónica mediante una forma distinta de establecer la relación nosotros/ellos. La forma que plantea la autora es el agonismo que busca ver al otro no como un enemigo a ser erradicado, descalificándolo y percibiendo sus demandas como ilegítimas sino en reconocerlo y legitimarlo (Mouffe, 2007). Si en vez de juzgar a los demás (como en el caso de las parejas gays), la sociedad intentara encontrar una mirada agonista desde la cual observar a los otros, todo sería mucho más justo.

Las nuevas formas de relacionarse, de establecer los vínculos afectivos y los nuevos modelos de familia que han ido surgiendo en los últimos años son un reflejo de la posmodernidad y sus fluctuantes cambios. Así como Mouffe niega la existencia de un único modelo individualista que rige el mundo fundado en la hegemonía de Estados Unidos y propone concebir la posibilidad del pluralismo y adoptar una perspectiva multipolar con polos regionales e identidades culturales autónomos, es necesario aceptar que las relaciones han cambiado y con ellas también la institución de la familia tradicional. Es por eso que la familia, al igual que el mundo, también se ha vuelto pluralista. Ya no es concebida como un modelo único a seguir basado en principios instaurados por las instituciones sino que se despliega en un amplio abanico de posibilidades y formas de relacionarse que sus propios miembros hacen y deshacen, fieles a sí mismos y a sus propios principios.

CAPÍTULO 4:

¿Cómo se modificó el consumo a partir de los cambios en el modelo tradicional de la familia?

Las transformaciones económicas, sociales, religiosas y culturales ocurridas en el pasaje de la modernidad a la posmodernidad han llevado a modificar ciertos comportamientos, costumbres y rituales de la vida cotidiana, que incluyen la forma de comprar y consumir.

Partes: 1, 2
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