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La Guerra Sucia en México

Enviado por aolivar


    Indice.1. Introducción.2. Distrito Federal.3. Guerrero y Lucio Cabañas5. Bibliografía.

    1. Introducción.

    Durante las décadas pasadas, el estado de Guerrero fue la cuna de violentos movimientos sociales, todos estos causados por las inmensas diferencias sociales, la desigualdad y la marginación. El Estado se caracterizó por crear las condiciones para el surgimiento de grupos guerrilleros armados, en lugar de responder a las necesidades de la gente; reprimiéndolas y quitándoles lo más indispensable: Su dignidad. El estudio del período conocido como la guerra sucia, abarca a partir de 1968 a 1980, fecha en la cual la mayor parte de los movimientos quedaron latentes, gracias a la eficiente represión oficial de la cual fueron objeto. Si con la misma eficiencia el Gobierno cumpliera su función, como desapareció a cuanta persona osó desafiarle, jamás se hubiera llegado a la muerte de tantos inocentes y al sufrimiento de los que menos tienen. Antonio Olívar Zúñiga. Acapulco, Gro. Otoño 2002. Guadalajara desempolva su propia "guerra sucia". Mientras las autoridades investigan la "guerra sucia" contra opositores izquierdistas en las décadas de 1960 y 1970, la ciudad donde se fundó la mayor guerrilla urbana en la historia del país ha comenzado a desempolvar su propio pasado. En Guadalajara, capital del occidental estado de Jalisco y considerada la tercera mayor ciudad de México, se fundó y operó la Liga Comunista 23 de Septiembre, el grupo guerrillero más numeroso del país. "Hay una historia ahí que está incompleta, tenemos la historia que contó el vencedor, el Estado, para nosotros ahora es el momento. Es tiempo de contar nuestra historia", dijo Armando Rentería, ex miembro de la organización. México no ha sufrido brutales dictaduras como las que gobernaron con mano de hierro otras naciones latinoamericanas, pero ha tenido episodios como la masacre de Tlatelolco y la "guerra sucia". Durante la llamada guerra sucia, cientos de simpatizantes de izquierda detenidos por el ejército y la policía desaparecieron, según organismos civiles. El ejército mexicano ha sido acusado de represión violenta contra movimientos insurgentes en esas décadas, bajo gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que mantuvo el poder de 1929 a 2000. El presidente Vicente Fox, quien inició su mandato en diciembre del 2000, se comprometió a investigar y castigar a los responsables de los crímenes de la guerra sucia. Ex guerrilleros, familiares de desaparecidos y ex presos políticos han comenzado a organizar foros, armar un archivo documental de la izquierda armada y a hacer apariciones en medios de comunicación. "Todos estamos de acuerdo en dar nuestra versión, aunque no todos quieren salir en los medios, todavía sigue habiendo el temor a que nos repriman. Sobre todo que nos hostiguen en nuestros trabajos", dijo Rentería, cuatro veces preso, quien recibió amnistía gubernamental en 1978. En México operaron unos 29 grupos guerrilleros entre 1965 y 1980 con casi 2.000 militantes, según reportes policiales no oficiales revelados por el activista y académico mexicano, Sergio Aguayo. El mayor grupo armado en México se creó en 1973 en una finca del sureste de Guadalajara, cuna del tequila y el mariachi. Una decena de organizaciones armadas de todo México fundaron la Liga Comunista 23 de Septiembre. "En Guadalajara fue en el único lugar donde la guerrilla urbana logró apoyo de barrios, eso hizo la diferencia (…) además de estudiantes, la guerrilla logró base social", dijo Aguayo en un reciente programa televisivo de la Universidad de Guadalajara que abordó la guerra sucia local. "Ninguno pensaba ser guerrillero, nuestra demanda inicial era democratizar la Universidad (…) pero el gobierno no dio otra opción", dijo en entrevista Jesús Morales, ex militante de las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, guerrilla también fundada y con operación en Guadalajara. Para Aguayo, la guerrilla urbana de la década de 1970 en México fue consecuencia inmediata a la represión gubernamental y la peligrosidad de los movimientos armados disidentes fue exagerada por el gobierno ya que nunca representaron una amenaza por su número y por la falta de apoyo del gobierno de Cuba. Aguayo dejó Guadalajara a inicios de la década de 1970 por amenazas tras pertenecer a "los Vikingos", una pandilla de los barrios marginados de la ciudad. La Liga Comunista 23 de Septiembre operó en todo México. El secuestro de empresarios y políticos considerados como simpatizantes a favor del gobierno fue una de sus principales fuentes de financiamiento. En 1973, el grupo plagió a los cónsules de Estados Unidos y de Inglaterra, en 1977 a Antonino Fernández, miembro del consejo de administración de la gigante cervecera Grupo Modelo y en 1976 miembros de la agrupación intentaron secuestrar a la hermana del entonces presidente electo José López Portillo. Además, en 1973 se adjudicó los secuestros y asesinatos del empresario mexicanos Eugenio Garza Sada y Fernando Aranguren. "A pesar de todas las tergiversaciones nuestra principal actividad era la educación, las actividades militares eran secundarias, eran sólo para financiar nuestra causa" nunca se buscó el enriquecimiento, ni el daño a civiles, dijo Mario Cartagena, ex miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre. "Ya pagué parte de lo que hice (…) no me arrepiento porque buscábamos cambiar nuestro sistema", agregó, desviando la mirada al hablar de la tortura policial que amputó su pierna durante su detención en el Campo Militar Número Uno de la Ciudad de México.Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos en México, durante la guerra sucia hubo 532 desaparecidos, de los cuales 275 habrían sido ejecutados. Sin embargo, los ex guerrilleros aseguran que son más los desaparecidos y que algunos de los detenidos durante la guerra sucia ni siquiera eran guerrilleros. "Concretamente es mi padre, lo detuvieron y está desaparecido", dijo Jorge Mayoral quien desde 1977 forma parte del Comité Eureka de desaparecidos. "Después de que detuvieron a mi padre, supimos que mi hermano, que teníamos años sin ver, andaba de guerrillero y por eso se lo llevaron, pero ese no era problema de mi padre", dijo Mayoral.

    2. Distrito Federal.

    Fantasmas de desaparecidos políticos rondan en el Distrito Federal. A los ocho años de edad, Alicia de los Ríos supo por boca de sus abuelos que no era verdad que su madre no vivía con ella porque estudiaba en una ciudad, a cientos de kilómetros de distancia. La niña, que a los 11 meses de nacida llegó a la casa de sus abuelos maternos -quienes la registraron como su sexta hija- se enteró de que su madre formaba parte de un movimiento de izquierda y que había sido aprehendida en enero de 1978, tras un enfrentamiento con la policía en la Ciudad de México. De la madre de Alicia, encargada de la estrategia militar de la Liga Comunista 23 de Septiembre, no se supo nada más: desapareció como otros cientos de simpatizantes de izquierda durante la llamada "guerra sucia" de las décadas de 1970 y 1980. "Se pueden colgar (tardar) todavía 20 años y se van a morir los viejos, pero no es tanto por el simple hecho de denunciar sino también de prevenir", dijo Alicia de los Ríos, ahora de 25 años, y cuyo padre, también militante de izquierda, murió en un enfrentamiento con la policía unos meses antes de que ella naciera. "La desaparición forzada es un duelo que nunca termina, no sabes si llorarle a un muerto o a un vivo, pero la ausencia ahí está", agregó. Durante los años de la "guerra sucia", miembros del ejército y policías participaron en la "desaparición forzada" de simpatizantes y militantes de izquierda, a quienes retuvieron y torturaron en bases militares, prisiones clandestinas o en oficinas de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), según activistas. Pero ni el gobierno en aquel entonces ni los posteriores investigaron lo sucedido a las cientos de personas desaparecidas en varios estados del país. El silencio oficial sobre la "guerra sucia" se sumó a lo ocurrido en dos masacres de estudiantes: una el 2 de octubre de 1968 y la otra el 10 de junio de 1971, consideradas dos de los capítulos más sangrientos de la historia reciente de México. El 2 de octubre de 1968, días antes del inicio de los Juegos Olímpicos en México, lo que comenzó como una manifestación pacífica en la céntrica plaza de Tlatelolco de la capital terminó con un saldo oficial de 28 personas muertas, aunque cifras de organismos civiles calculan el número de decesos en 300. Durante años, familiares y sobrevivientes han señalado como directamente responsables de las dos matanzas al fallecido ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien gobernaba el país en 1968 y a su sucesor, Luis Echeverría, quien detentó el poder de 1970 a 1976 y fue ministro del Interior en el mandato de Díaz Ordaz. Echeverría, quien vive en México retirado de la vida política, es también mencionado como responsable de las desapariciones forzadas de la "guerra sucia" junto con su sucesor, José López Portillo, quien encabezó el gobierno de 1976 a 1982. Los tres ex mandatarios pertenecían al ex gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante siete décadas consecutivas hasta diciembre del 2000, cuando entregó la presidencia tras la victoria electoral del conservador Vicente Fox meses antes. De lo ocurrido en 1968 en Tlatelolco, Díaz Ordaz asumió la responsabilidad política e histórica, pero su 'mea culpa' no satisfizo a nadie y esa matanza se ha mantenido viva en la memoria colectiva a través de los cientos de artículos y notas periodísticas que se han escrito sobre ella, además de libros e incluso rodado películas. Tratando de cumplir sus promesas de campaña, Fox creó en enero de este año una fiscalía especial para investigar delitos del pasado, que se ha enfocado en la "guerra sucia" y las dos masacres de estudiantes. La fiscalía ha llamado a declarar a Echeverría, al general en retiro Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial en 1968, y al ex alcalde de la Ciudad de México en 1971, Alfonso Martínez. Echeverría y Gutiérrez Oropeza se acogieron a un derecho constitucional que les permite abstenerse de declarar en su contra. Martínez murió a inicios de noviembre a los 80 años de edad culpando a Echeverría de la matanza del 10 de junio, cuando hordas policiales reprimieron violentamente una marcha estudiantil. "No puede quedar así como un dato para la historia que lo desaparecieron y ya, que nos digan quién se lo llevó, quién fue el responsable y dónde dejaron su cuerpo", dijo Andrea Radilla, cuyo padre fue detenido por militares en el sureño estado de Guerrero en 1974 y del que su familia no volvió a saber nada. Radilla, quien duda que su padre esté aún con vida, cuenta que lo detuvieron para que explicara por qué componía corridos alusivos al legendario guerrillero de Guerrero, Lucio Cabañas, y porque era amigo del lugarteniente del rebelde, Genaro Vázquez. La Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos en México (Afadem) posee una lista con nombres y apellidos de 1.225 personas desaparecidas, de las cuales 642 son de Guerrero, uno de los estados más pobres del país y que ha sido tierra de cultivo de movimientos armados. La vigencia o no de los delitos cometidos esos años ha alimentado una polémica en torno a las pesquisas de la fiscalía, que fue reavivada recientemente por Fox. Fox dijo que era muy probable que muchos de los culpables no sean castigados pues los delitos ya habrían prescrito, según declaraciones reproducidas por la prensa en México. No obstante, las palabras del mandatario recibieron una reacción inmediata. El presidente de la Suprema Corte, Genaro Góngora, dijo que los jueces son los que tendrán "que decidir si ya prescribieron las acciones a seguir", posición con la que coincidió el fiscal especial, Ignacio Carrillo. "No importa si algunos (de los culpables) están muertos y otros están vivos. Treinta y cuatro años han pasado desde 1968 y 31 años desde 1971; unos meses más no van a hacer mucha diferencia", dijo Jesús Martín del Campo, quien fue detenido en la manifestación de Tlatelolco mientras que su hermano murió en la masacre de 1971. Pero más allá del castigo, familiares aseguran que lo más importante es impedir que incidentes similares se repitan.

    3. Guerrero y Lucio Cabañas

    Breve biografía de Lucio Cabañas. El Estado de Guerrero, en México, ocupa una extensión de 63794 kms² y es conocido mundialmente por alojar en su seno al puerto de Acapulco. Sin embargo, es una de las entidades más marginadas del país. Caciquismos añejos, abusos, corrupción, crímenes, violaciones, miserias, insalubridad, una inequitativa distribución de la riqueza, atrasos, son algunos de los factores que a diario deben de combatir los campesinos de Guerrero. Ello explica el alto número de homicidios anuales, el hecho de que algunos campesinos siembren droga como un método de salir rápidamente de la pobreza o bien, engrosar movimientos armados. Nacido de padres campesinos en Atoyac el 15 de diciembre de 1936, Cabañas conoció la pobreza desde pequeño. Dejó de ir a la escuela a los 10 años para trabajar en el campo. Luego trabajó en un hotel y distribuyó masa para tortillerías para financiar sus estudios y convertirse en maestro. "Tuvo que usar el papel con el que envolvían las tortillas porque no tenía dinero para cuadernos", dijo su hermano David, de 54 años y quien peleó al lado de Cabañas en la sierra. Mientras daba clases en Atoyac, un grupo de maestros de la escuela primaria Juan Alvarez pidió ayuda a Cabañas, pues los padres, que eran campesinos, no podían pagar cuotas ni uniformes. "Era sencillo, humilde pero con un extraordinario poder de convocatoria", comentó la ex profesora Hilda Flores, de 70 años. "Podías pasar tres o cuatro horas escuchándolo y no aburrirte". Cuando los inconformes ocuparon la escuela, el gobierno local envió a la policía. Cinco padres de familia murieron en el enfrentamiento del 18 de mayo de 1967. Repentinamente Cabañas se convirtió en un prófugo. "No fue una rebelión planeada", dijo la maestra Lupita Marín, de 50 años. "Fue obligado por las circunstancias (a tomar las armas), por la injusticia y pobreza bajo el sistema" del PRI, explicó. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió la presidencia a manos de Vicente Fox en julio de 2000, después de 71 años en el poder, pero en Guerrero y en Atoyac se ha mantenido en el poder, que alcanzó en 1929. Cabañas y su Partido de los Pobres luchó durante siete años contra propietarios de tierras que explotaban a los campesinos. Hoy, los jóvenes de Atoyac saben poco sobre Cabañas. Su nombre no está en los libros de historia ni en alguna calle, en contraste con los numerosos monumentos e íconos que tienen otros rebeldes mexicanos En Atoyac, la vida ha cambiado poco desde los días de Cabañas. Muchas aldeas cercanas aún no cuentan con electricidad o agua potable. Norma Mesino, de 28 años, una líder del grupo campesino OCSS, dijo que su organización y otros grupos recaudan fondos para una estatua de Cabañas y pronosticó un homenaje multitudinario si los restos encontrados son efectivamente suyos. Sin embargo, Wilibaldo Rojas, de 40 años, director de la escuela estatal Preparatoria 22 no está seguro de eso. "Hacen falta otros 20 años para que sea aceptado, pues afectó poderosos intereses". Particularmente, Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas fueron líderes de 2 grupos armados que durante la década de los 70 combatieron en la Sierra de Guerrero. Ambos estudiaron en la Escuela Rural de Ayotzinapa y actuaron en los mismos escenarios: el sindicato de maestros, el Movimiento Revolucionario del Magisterio, el Movimiento de Liberación Nacional, en la oposición política del Estado de Guerrero hacia los gobernadores Caballero Aburto y Abarca Calderón para separarse finalmente de la estructura gubernamental de la que provenían. Ambos tomarían, de manera separada, los caminos de la clandestinidad y lucha armada. El 11 de noviembre de 1966, Genaro Vázquez es detenido por la policía de Guerrero, a las puertas de la Central Campesina Independiente, en la ciudad de México y conducido a Chilpancingo, capital de Guerrero. Tras una estancia en prisión, es liberado a balazos el 22 de abril de 1968 cuando era transportado por la policía a un consultorio de dentista. Su grupo realizó diversos combates y secuestros, con rescate. Genaro era un hombre con una mayor preparación política e ideológica que Lucio. Murió a los 35 años de edad en mal estado físico la madrugada del 2 de febrero de 1972, como consecuencia del acoso en un accidente automovilístico en la carretera México-Morelia. Lucio Cabañas Barrientos nació en El Porvenir, municipio de Atoyac de Alvarez, el 12 de diciembre de 1938 en el seno de un hogar campesino; muere antes de cumplir los 36 años. Estudió la carrera de maestro en la Normal de Guerrero y comenzó a realizar batallas legales, siempre dentro de una activa vida estudiantil, apasionado a la política siempre. Participó en lides estudiantiles; fue líder de la Normal, representó a sus estudiantes en diversas partes de la República. Después fue elegido Secretario General de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México en 1962. Luego regresó a la Normal para terminar sus estudios. La primera plaza que recibió fue en un poblado llamado Mezcaltepec, municipio de Atoyac, a 100 kilómetros de la Sierra. Posteriormente fue cambiado a Atoyac, cabecera municipal, la escuela "Modesto Alarcón" donde se hizo líder magisterial para representar a los maestros de la zona. Era llamado frecuentemente como conciliador de problemas incluso de otras escuelas. Precisamente en 1965, el hecho de intervenir en la solución de un conflicto de la Escuela "Juan Álvarez" originó que el entonces gobernador del Estado, Dr. Raymundo Abarca Alarcón promoviera su cambio al Estado de Durango. En Durango también participó en movimientos, como el Movimiento del Cerro del Mercado, contra el gobernador Alejandro Páez Urquidi, razón por la que fue devuelto a su lugar de origen. Lucio era tranquilo en el plano personal. No bebía, no fumaba. Asistía a fiestas con poca regularidad. Su expresión y comportamiento eran tranquilos y de carácter amigable. Sumamente frío y reflexivo. Durante su época (1960) de alumno líder de la Normal, los estudiantes de la Universidad se declararon en huelga para pedir el reconocimiento de la autonomía universitaria, recorriendo la mayoría de las escuelas del estado. En asamblea, los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa acordaron apoyar dicha huelga. También recibieron la visita de Genaro Vázquez que en esos días organizaba la Asociación Cívica Guerrerense. Durante su tiempo de maestro rural solía visitar poblaciones paupérrimas como Mexcaltepec y Agua Fría, donde la interacción con sus alumnos le ganó las simpatías de la mayoría de los organismos de izquierda, especialmente del Partido Comunista. Cabañas exhortaba a sus alumnos a la instalación de un nuevo régimen, en el que no tuvieran cabida los ricos y en el que se expropiaran las fábricas para cederlas a los trabajadores. Proponía, además, reformas financieras, judiciales, educativas y sociales enfocadas al bienestar de los trabajadores, campesinos y mujeres, y el cambio de la política de dependencia de México hacia Estados Unidos. Todo esto provocó que fuera expulsado del estado a una escuela de Durango, pero después regresó, cuando los alumnos pidieron la destitución de la directora del local donde impartía cátedra, además de su propia reinstalación. Enemigo acérrimo del PRI, Lucio Cabañas crea el Partido de los Pobres como forma de organización estudiantil y campesina. Los estudiantes se autodenominan "los enfermos" (ya que si Lenin decía que el extremismo es una enfermedad infantil del comunismo, nosotros, sí, somos los enfermos, pues no hay nadie más extremista que nosotros). El 18 de mayo de 1967 se presentó una revuelta en Atoyac debido a un conflicto del personal docente de la Escuela "Juan Álvarez". Al haber logrado retirar días antes a una directora, el gobierno se negó a retirar también a los partidarios de la misma, lo cual ocasionaba división en la escuela. El citado día un grupo de padres de familia y personal de la Policía Judicial y la Motorizada impidió el paso a los profesores, un agente intentó quitarle a Lucio el micrófono que usaba para evitar que los profesores entraran. Al comandante del Cuerpo Motorizado se le escapa un tiro y comienza la confusión. En el tiroteo hay una ráfaga que intenta abatir a Lucio pero afortunadamente sale ileso y escapa hacia la Sierra. Durante años, Cabañas operó en la costa guerrerense y sus Brigadas Campesinas Justicieras atacaron a batallones del Ejército y unidades de la policía, robando bancos y secuestrando hacendados, ganaderos y comerciantes, pero siempre manifestándose contra el gobierno local. El Pdlp nunca logró una vinculación orgánica con los obreros, pero sí realizó acciones espectaculares, como el secuestro del entonces gobernador electo, el priísta Rubén Figueroa Figueroa, del 30 de mayo al 8 de septiembre de 1974, fecha en que fue liberado, tras la entrega de 50 millones de pesos. Al paso de los años, la figura de Cabañas hizo más impacto muerto, que vivo, porque las condiciones que dieron origen a su alzamiento poco cambiaron en Guerrero. El Pdlp sobrevivió hasta 1989 y después se fusionó con otros grupos clandestinos, que en 1995 derivaron en el EPR y luego en el ERPI y las FARP.

    Cabañas y el Che Curiosamente, la muerte de Cabañas guarda un extraño paralelismo con la ejecución del aún más legendario Ernesto Che Guevara, ocurrida el 9 de octubre de 1967 en el poblado de La Higuera, Bolivia. Diezmado, hambriento y enfermo, el Che había sido cercado el 8 de octubre, en la Quebrada del Yuro, y capturado por las tropas de Gary Prado Salomón (actual embajador de Bolivia en México). Su cadáver, junto con los de seis de sus compañeros, fue arrojado el 11 de octubre a una fosa secreta, al lado de la pista de aviación de Valle Grande, y durante tres décadas fue buscado infructuosamente, despertando todo tipo de especulaciones, hasta que, en julio de 1997, un grupo de antropólogos cubano-argentinos lo halló y lo trasladó a Cuba. Desde el 12 de octubre de ese último año, Guevara descansa en Santa Clara, la ciudad donde obtuvo su mayor triunfo guerrillero, al pie de un enorme mausoleo que Fidel Castro erigió en su honor.

    Lo mismo pasó con Cabañas. Poco después de la liberación de Figueroa, Lucio y sus hombres se refugiaron en el municipio de Tecpan de Galeana. El entonces secretario de la Defensa Nacional, Hermenegildo Cuenca Díaz, quien con desprecio lo tachaba de simple abigeo, lanzó contra él más de cinco mil soldados, en una cacería pocas veces vista. El propio Figueroa, que aún sin ser gobernador ya tenía el control político de Guerrero, presumía que Cabañas contaba con más de mil hombres (de hecho, reconoció después, que en esa campaña murieron más de 800 guerrilleros) y usó todas sus influencias para que el comandante de la XXVII Zona Militar, el general Eliseo Jiménez Ruiz, no escatimara recursos para atrapar a los rebeldes.

    La traición. Durante un enfrentamiento con los soldados en el cerro Achotla, el 11 de octubre de ese año, 1974, Lucio Cabañas logró escabullirse y camino a uno de sus escondites se desbarrancó, causándose tres heridas en la pierna izquierda. El Ejército le perdió la pista durante varias semanas, hasta que, mediante un delator, Pedro Macedo Jaramillo, logró acorralarlo, el 30 de noviembre, en Los Corales. Aunque ahí Lucio tuvo 17 bajas, nuevamente logró escapar con tres de sus milicianos. Sin embargo, Eliseo Jiménez Ruiz tomó, en el pueblo, como rehenes a las hermanas Amalia, Jorgelina, Goyita y Paula Ramos Ramírez, cuyas edades iban de 16 a 20 años, y amenazó con torturarlas, violarlas y matarlas si no se le informaba el paradero del guerrillero. El truco dio resultados: al día siguiente, el comisario municipal de Guayabito, Gilberto Ramos Soto, se presentó en el cuartel militar y contactó al general con el narcotraficante Isabel Ramos Ruiz, alias Sandino, quien, a cambio de las jóvenes y de impunidad para él y su familia, reveló el lugar donde se encontraba el maestro. El 2 de diciembre, tropas de las Fuerzas de Tarea, encabezadas por el general brigadier Jesús Gómez Ruiz rodearon a Cabañas en El Ototal y ahí le dieron muerte, dejando sólo vivo a Marcelo Serafín Juárez (Roberto). Pero un día después fue asesinado por el suboficial Mario Terán. Lucio cayó el 2 de diciembre de 1974 en El Ototal (Tecpan de Galeana), junto con dos de sus compañeros: Lino Rosas Pérez (René) y otro apodado Arturo. El deceso de Lucio Cabañas ocurrió a las 9:10 de la mañana, a manos del capitán de Infantería, Pedro Bravo Torres, quien le disparó en el rostro, mientras el soldado Emiliano de la Cruz lo remataba tirándole a la espalda. Poco después, el general Eliseo Jiménez se llevó los restos, en helicóptero, hasta el cuartel del XXVII Batallón de Infantería, en Atoyac de Alvarez. La mañana del 3 de diciembre, el cuerpo del guerrillero fue dado en custodia al gobernador Israel Noguera Otero, quien de inmediato ordenó que se le sepultara en el panteón municipal de Atoyac, haciendo después la entrega simbólica a sus familiares. Durante casi tres décadas, igual que al Che Guevara, a Cabañas se le supuso desaparecido o escondido en otro país, con la idea de que el cadáver enterrado en Atoyac era el de alguno de sus compañeros.

    Conmemoración en Atoyac. El 18 de mayo de 1967 fue trágico en la sierra de Guerrero, la policía judicial del estado quiso impedir un mitin de la Sociedad de Padres de Familia de la escuela primaria Juan Alvarez y trató de apresar a Lucio Cabañas, que laboraba como profesor en otra escuela pública cercana, la Modesto Alarcón. Poco antes de las diez de la mañana una comisión le pidió que fungiera como orador, pues el que tenían previsto no se presentaría. Lucio aceptó, pero pidió que lo esperaran hasta las diez y media, para aprovechar el tiempo del “recreo'' en su escuela. Aún podemos repetir el recorrido que siguió Lucio Cabañas desde la Modesto Alarcón hasta el jardín central de Atoyac, pues los trazos de las calles no han cambiado y el puente sobre el arroyo Cuitero sigue siendo el mismo. No así el jardín central, que se ha modificado sustancialmente y que no permite imaginar en un solo plano la concentración de manifestantes, la represión, el forcejeo y los disparos de los agentes judiciales entre la multitud, su empeño por abrirse paso y detener o eliminar a Lucio Cabañas. Esta masacre marcó el inicio de la guerrilla de Lucio Cabañas. O mejor, esa masacre lo obligó a remontarse a la sierra y a defenderse de la persecución con que intentaban eliminarlo. No es exagerado decir, por tanto, que su guerrilla nació como una forma de autodefensa. Tampoco lo es afirmar que si bien se masacró queriendo evitar una manifestación popular, lo que se consiguió fue producir una guerrilla que se estuvo combatiendo durante siete años y que, una vez muerto en 1974 Lucio Cabañas, muchos pensamos desaparecería durante el sexenio del gobernador Rubén Figueroa Figueroa. Ahora podemos inferir sobradamente que esa guerrilla no desapareció del todo. En junio de 1995 se trató de impedir otra manifestación en Atoyac de Alvarez. Los cuerpos policiacos del estado de Guerrero masacraron por ello a 17 campesinos en el vado de Aguas Blancas. Todos sabemos que se frenó esa manifestación, pero no las que en cascada se produjeron hasta la aparición, un año después, de la guerrilla del EPR. La simetría se antoja evidente. El modus operandi para frenar manifestaciones y producir guerrillas también parece el mismo. Además, a pesar de los 28 años que separan a ambas tragedias, podríamos sentir que asistimos a una sola. Y posiblemente así es. Por algunos comunicados primero del EPR y ahora del PDPR-EPR, y como bien lo supo Inteligencia Militar, entre las organizaciones que integraron este levantamiento se encuentran el Procup, las Uniones del Pueblo y el Partido de los Pobres o PDLP, que en muchos sentidos y momentos se conectaron o concurrieron en el movimiento guerrillero de Lucio Cabañas. Por ello podemos sospechar que la masacre del vado de Aguas Blancas no produjo una nueva guerrilla, sino quizás solamente la reaparición de la misma lucha. Pero, ¿cómo explicar la permanencia o, al menos, la recurrencia a lo largo de casi 30 años de una misma lucha guerrillera? Creo que la única explicación que cabe es, paradójicamente, lo inexplicable. Lo volveré a decir. ¿Por qué después de las contundentes, severísimas medidas militares que se tomaron en los años 70 contra la guerrilla de Lucio Cabañas, no se tomó en la sierra de Guerrero otro tipo de medidas educativas, de salud, de comunicación, económicas, agrarias o comerciales? ¿Por qué preferir el emporio del narcotráfico al progreso social y económico de esa sierra guerrerense? ¿Qué oscuros intereses se benefician con esa falta de decisión de transformar económica, educativa, socialmente a la sierra de Guerrero? Estas circunstancias “inexplicables'' podrían dar cuenta de la continuidad o, al menos, de la recurrencia de las luchas sociales de Guerrero. Es como un aviso para que las medidas de cambio no se decidan solamente en la sana teoría de los análisis macroeconómicos: tomemos en cuenta, como dato relevante de Seguridad Nacional, lo que ocurre a nivel del terco y empobrecido suelo de la realidad social mexicana. También ese modus operandi y sus efectos deben ser vistos como una luz roja de lo que podría ocurrir en cualquier parte del país o incluso en el avance de manifestantes hacia Los Pinos. Aquel mitin que quiso frenar en vano la policía judicial del estado el 18 de mayo de 1967 fue recordado ahora, 30 años después, en el mismo Atoyac. Varios centenares de personas se manifestaron por las mismas calles y la misma área del jardín central que recorrió ese día Lucio Cabañas, en las vísperas de su alzamiento en armas. Maribel Gutiérrez refirió, además, en La Jornada, que durante esa manifestación el presidente del PRD estatal, Octaviano Santiago Dionisio, afirmó que si Lucio Cabañas viviera, estaría en el PRD. Entiendo la exaltación, a 30 años de distancia, con que el actual dirigente perredista pudo llegar a proponer tal posibilidad. Pero no nos engañemos. Hay razones suficientes para reconocer que si Lucio Cabañas viviera, no estaría en el PRD sino en el EPR.

    Exhumación reivindicaría como héroe a Lucio Cabañas. Hace décadas, en Atoyac de Alvarez, cualquier persona que hablara del maestro rural que se convirtió en líder guerrillero, Lucio Cabañas, corría el riesgo de ser torturada o asesinada como sospechosa de ser simpatizante de la izquierda. Durante la llamada "guerra sucia" de las décadas de 1970 y 1980, el nombre de Cabañas se convirtió en un símbolo de rebelión y muchos de los que lo enarbolaron están desaparecidos, aunque no tuvieron ninguna relación con el rebelde. Ahora, los restos de Cabañas, quien peleó contra la corrupción e injusticia en nombre de los pobres, podrían estar al lado de los restos de los héroes de la Revolución Mexicana como Emiliano Zapata y Pancho Villa. Los que podrían ser los restos de Cabañas -muerto por el ejército en un enfrentamiento el 2 de diciembre de 1974- fueron exhumados en Atoyac tras años de gestiones de su familia. La autónoma Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) está involucrada en las pruebas de ADN a los restos para verificar su autenticidad. La exhumación se realizó después que la CNDH presentó un informe sobre violaciones a los derechos humanos por fuerzas de seguridad del Estado en la década de 1970 y se cree que podría legitimar la leyenda de Cabañas como un luchador social. Más de 400 personas desaparecieron de Atoyac desde fines de los años 60, muchos de ellos remotamente relacionados con Cabañas, de un total de 1,300 desapariciones ocurridas en todo el país. En el sofocante municipio de Atoyac, con 65 mil habitantes, ubicado entre las montañas de la Sierra Madre y la costa del Pacífico en Guerrero, la memoria de Cabañas aún vive. "Lucio fue uno de los primeros que tenía la idea de que podía haber igualdad para los pobres", dijo Felipe Castro, un vendedor de filtros de agua. "Era sencillo y no era prepotente. Era un gran maestro. No lo olvidaré", subrayó. "Era un mártir, un testimonio de la maldad de los gobiernos pasados", opinó Máximo Gómez, un sacerdote de 69 años rechazado por la Iglesia Católica por sus supuestos vínculos con los rebeldes.

    Epílogo de un Guerrillero. (Fragmento de nota aparecida en El Sur). Los parientes más cercanos de Lucio Cabañas, su hermano Pablo Cabañas y su hija Micaela Cabañas Ayala, están listos para que se les practique el examen de ADN para comprobar si el cuerpo sepultado en Atoyac pertenece al del dirigente guerrillero, después de que la exhumación que estaba programada para el sábado 24 se canceló por la inasistencia de los médicos forenses argentinos. Los familiares, que este sábado tardaron más de una hora en localizar la tumba, darán a conocer la nueva fecha de la exhumación, y esperan que el próximo 2 de diciembre, cuando se cumplen 27 años de la muerte de Lucio Cabañas Barrientos, ya se sepa el resultado y se termine la incertidumbre. De acuerdo con la petición de los familiares, en la exhumación y análisis de los restos deberán participar especialistas de la CNDH, de la UNAM. Guillermina Cabañas quien dijo que fue hostigada políticamente hasta 1981 por lo tuvo que abandonar su pueblo de San Juan de las Flores, dijo "queremos que conjuntamente con los argentinos se realicen las pruebas de ADN con los parientes más cercanos que son Pablo Cabañas y la hija de Lucio Cabañas, Micaela Cabañas Ayala quien radica en Xaltianguis". Apuntó que como familiares quieren que se le dé cristiana sepultura al cuerpo de Lucio Cabañas porque se lo merece, él se preocupo por la gente más desprotegida; "esperamos si se dan las condiciones para que el 2 de diciembre ya los antropólogos de Argentina tengan el resultados de las pruebas para realizar en el aniversario luctuoso con su novena y sus rezos como se acostumbra en la costa". Después de 27 años, Pablo Cabañas Barrientos con los familiares más cercanos a su hermano Lucio se presentaron por primera vez a conocer el lugar en donde presuntamente fue sepultado el 2 de diciembre de 1974 por la noche, como narró la señora Evelia Organista Sonora quien fue la que reveló la ubicación de la presunta tumba de color blanco sin cruz y nombres de sus moradores de un revocado rústico con sólo dos floreros vacíos de granito. Aseveró que ese día hombres vestidos de civiles sepultaron a una persona, de lo que ella se dio cuenta porque igual que ahora, vivía a un costado del panteón. Recordó que esas personas le pidieron un candil, para hacer el entierro, y que en esa gaveta se dice que yacen encima de los restos de Lucio Cabañas los de Raúl Gallardo, y que esa lápida fue cuidada por la señora Elizabeth Flores Reinada, madre de la profesora Hilda Flores Solís, luchadora social, para que no fuera sacado el cuerpo de Lucio Cabañas. Nota del Autor: En noticias posteriores, se confirmó que este cuerpo era efectivamente el de Lucio Cabañas, poniendo fin a toda duda acerca de su muerte. Aún se desea ponerle una estatua, a pesar de la resistencia de algunos sectores del gobierno.

    4. Conclusión.

    "No hay poder sin represión Pero, más que eso, se podría afirmar que la represión es el alma misma del poder… Por eso, los mecanismos y la tecnología de la represión revelan la índole del poder." ("Poder y Desaparición", Pilar Calveiro. Ediciones Colihue, Argentina, pp. 24 y 25.) El análisis de los elementos que conforman el tipo penal del delito de desaparición forzada de persona conduce a caracterizarlo como de lesa humanidad, o sea como una conducta que ofende y lesiona no solamente a las víctimas directas, a sus familiares y compañeros de lucha, sino a toda la especie humana. Tan grave es, que en la doctrina del Derecho Internacional se le equipara al genocidio. 1.- Los agentes activos del delito son el Estado, el gobierno que lo representa y los cuerpos policíacos y militares en que aquéllos se sustentan (así como los organismos irregulares que éstos prohíjan). Aun cuando es cierto que la responsabilidad penal se individualiza a la hora de la aplicación de sanciones, la responsabilidad en este ilícito se deriva de la pertenencia a los órganos que ejercen el poder. Es la impunidad que proporciona el ser parte del aparato estatal lo que permite que se detenga a personas sin forma legal alguna, se les someta a toda clase de tratos inhumanos, crueles y degradantes, se les intente privar de su calidad humana y, llegado el caso se les prive de la vida o se les impida privarse de ella tan sólo para demostrar quién tiene esa "facultad". Hay autores intelectuales, que son quienes planean, financian y ordenan las desapariciones, lo que les acarrea beneficios económicos y políticos. Los autores materiales son de diverso tipo y van desde los secuestradores hasta los torturadores, pasando por los asesores y los que operan administrativamente las cárceles clandestinas. 2.- El pasivo del crimen (en el sentido de ofensa gravísima que damos a esta palabra los latinos y no en el que le dan los sajones, sinónimo de delito) es generalmente un militante de alguna organización de izquierda al que "la inteligencia" oficial caracteriza como "subversivo", "transgresor" o "terrorista" que pone en riesgo la estabilidad de las instituciones dominantes. Pero eso no impide a los activos detener y desaparecer a cualquier otra persona que tenga (o ellos crean que tenga) alguna relación con la lucha social, o que sea un testigo incómodo, a simplemente que haya que sembrar terror entre la población para persuadirla de hacer algo o disuadirla de hacerlo. 3.- El íter crimen consiste en un secuestro (que puede ser al amparo de las sombras o a plena luz del día y en medio de testigos), seguido de la remisión a un sitio clandestino de reclusión, donde los registros no son oficiales y los detenidos son aislados por completo del resto del mundo. Se niega información sobre ellos e incluso se niega la detención. Ahí "se vale" hacer cualquier cosa con ellos, con el fin de sacarles información o de mantenerlos como rehenes para que sus compañeros de lucha sepan qué atenerse. La desaparición es un delito continuo, pues sólo deja de cometerse cuando el detenido es liberado o puesto a disposición de una autoridad para que se le siga un proceso legal. Pasan los años y los efectos del ilícito siguen produciéndose y por ello son imprescriptibles la acción penal y la pena aplicable. Se conocen casos de mujeres desaparecidas que, como parte de la tortura, fueron embarazadas y luego privadas de los hijos (que en ocasiones fueron entregados a los torturadores). 4.- Para que se dé la desaparición forzada, se tiene que contar con una estructura material y con personal de diversas especialidades. Un constructor tiene que diseñar y acondicionar los sitios de reclusión y de tortura (quirófano le llamaban en el Cono Sur del Continente). El equipo debe ser pagado a cuenta del erario, de modo que hay que disimularlo de algún modo en las cuentas públicas. Hay médicos y psiquiatras que asesoran a los torturadores para que el dolor que apliquen les ofrezca mejores resultados. Los custodios cobran también como "servidores públicos", lo que implica que están en alguna nómina. Se utilizan vehículos (terrestres y aéreos), armamento y equipo de comunicación, cuyo costo pesa sobre los contribuyentes, pero que muchas veces no forma parte de los bienes públicos. 5.- El absoluto incumplimiento de las normas jurídicas vigentes convierte a la desaparición forzada en una acción brutal, inhumana y prácticamente animal. Implica que los criminales actúan con saña, con dolo y con suma violencia. Por eso lastima a todos los seres humanos y se intenta erradicarla para siempre de la faz de la tierra. Durante décadas, el gobierno de México se dijo democrático y respetuoso de los derechos humanos. Negó que practicara la desaparición forzada de personas, lo mismo que las ejecuciones fuera de juicio. Se preció incluso de que no aplicaba la pena de muerte, ni siquiera porque la Constitución de la república la permite para el plagiario, el salteador de caminos y el traidor a la patria en guerra extranjera. La historia ha comprobado que, al igual que en otros países latinoamericanos, aquí se desarrolló una guerra sucia, para derrotar a grupos que se alzaron en armas contra el sistema imperante. Y entre los métodos que se utilizaron, estuvo la desaparición forzada. Se crearon aparatos represivos irregulares, como "La Brigada Blanca", que persiguió "subversivos" por todo el territorio nacional colocándose por encima de las autoridades legales y con permiso para matar y desaparecer. Se sembró el miedo al divulgar extraoficialmente sus actuaciones, pero manteniéndolas oficialmente ocultas. Se detuvo a miles de ciudadanos y ciudadanas sin forma legal ; algunos fueron ejecutados y otros permanecen en situación de desaparecidos. Ha sido tan fuerte la presión social para que se investiguen y castiguen estos hechos, que la gubernamental Comisión nacional de Derechos Humanos tuvo que reconocerlos en el informe que rindió en diciembre del 2001. Este logro de los mexicanos no debe ser menospreciado, pero tampoco sobrevalorado. Porque es un intento de presentar y tratar el tema como cosa del pasado y no de nuestros días; más como una antesala del punto final que se aplicó en países centro y sudamericanos, que como un primer paso hacia la verdad y la justicia. Afirmamos que en México se sigue cometiendo el delito de desaparición forzada de personas, y que mientras no se sancione a los culpables el tema pesará en la conciencia colectiva e impedirá el tránsito a la democracia. Como todo político en campaña, Vicente Fox prometió el manto de la guadalupana a quienes votaran por él. Pero también como todo político en el cargo, una vez que se sentó en la silla presidencial se retractó de crear una Comisión de la Verdad. Su argumento es que basta con que funcionen las instituciones establecidas para que se resuelvan los problemas, por más agudos que sean como el de los desaparecidos y otros crímenes históricos del régimen de Partido de Estado (asesinato de Rubén Jaramillo, genocidio del 2 de octubre de 1968 y otros). Sobre esa base, en diciembre del 2001 emitió un acuerdo por el cual ordenó al procurador General de la República que creara una Fiscalía Especial que indague los crímenes "del pasado". Tomó como punto de partida el informe de la CNDH que reconoce solamente 275 desapariciones forzadas. Fue así como designó agente del Ministerio Público para este caso a Ignacio Carrillo Prieto, quien niega ser parte del nefasto "Grupo Carpizo" que ha monopolizado en los años del neoliberalismo los organismos oficiales de derechos humanos y que tiene penetración en otros sectores del gobierno (como la propia PGR, el IFE y el Consejo de la Judicatura Federal). Además del fiscal especial, habrá un comité de apoyo designado por el secretario de Gobernación. No se sabe a ciencia cierta qué harán uno y otro, pues los términos del acuerdo de creación son bastante ambiguos. Por eso los organismos de defensores no gubernamentales de derechos humanos recibieron la noticia con bastante escepticismo. Hay quienes piensan que se debe tratar de incidir en la conformación del comité de apoyo al fiscal especial. Pero mientras no se sepa para qué va a servir, es mejor no ocuparse de él y seguir insistiendo en la Comisión de la verdad, ciudadana, autónoma y con autoridad para hacer coadyuvancia con el Ministerio Público. En conclusión, no se advierte voluntad política en el gobierno foxiano para entrar a fondo al asunto de los desaparecidos y demás crímenes históricos del priato. Parece estar pesando más su alianza en busca de gobernabilidad que su promesa de encontrar "peces gordos" en la violación grave a los derechos humanos.

    5. Bibliografía.

    Reuters. Diario 17. El Sur. Revista Proceso. "Poder y Desaparición", Pilar Calveiro. Ediciones Colihue, Argentina.

     

     

     

     

    Autor:

    Antonio Olívar Zúñiga

    28 años, Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, 2002.