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La antropología en Cuba: realidades, retos y perspectivas (página 2)

Enviado por Andrés Lozano


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Por la alta responsabilidad conferida Montané preparó el primer plan de estudios de Antropología en la Universidad. A partir de éste instante le correspondió defender y representar el desarrollo de la especialidad en el país y en el exterior. Gracias a la labor realizada por este investigador la disciplina quedó institucionalizada en la Isla y llegó a convertirse en una importante herramienta para la investigación aplicada en Cuba.

El legado de Luis Montané constituye hoy una fuente imprescindible para el estudio científico de la Antropología. Aunque partió del conocimiento del hombre desde la óptica médica, su proyección se ubicó en estudios más completos del ser humano como ser bio-social.

La obra de Montané se completa con la fundación de la Cátedra y el Museo Antropológico en la Universidad de La Habana, institución que lleva su nombre y continúa aportando a la Antropología en Cuba constituyendo el principal baluarte del patrimonio antropológico de la nación.

La presencia de la antropología física en Cuba va a caracterizar el panorama de la disciplina durante la primera mitad del siglo XX aproximadamente. Los estudios bio-antropológicos eran realizados en lo fundamental por médicos de profesión, si bien carreras como Derecho y Pedagogía incluían en sus programas académicos asignaturas con un marcado carácter antropológico, pero ligadas más al aspecto cultural del hombre y con particular interés en el cubano y latinoamericano.

A partir de 1959 se produce un giro significativo en la antropología física en Cuba. Desde la academia se continúan desarrollando investigaciones, pero fue en la esfera aplicada donde se dieron los pasos más importantes. Estos se concretaron en la antropología biomédica, del deporte, forense, educacional y la ergonomía.

En estos casos la antropología física aplicada ha acompañado notables investigaciones de conjunto con ministerios y organismos del país. Se pueden señalar como significativos los estudios nutricionales infantiles y maternos, el mejoramiento de condiciones laborales, el diseño, implementación y evaluación de programas de Educación Física.

También se contribuyó con la identificación de los restos de Che y sus compañeros de guerrilla en Bolivia, y se ha trabajado en la inclusión de principios generales de ontología humana, ciclo de vida del escolar cubano y crecimiento y desarrollo biológicos en la formación del personal docente de las enseñanzas primaria y media.

Entre 1960 y 1970 la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana formó especialistas en antropología. No obstante, no existía en el país una cultura del perfil de este profesional por lo que muchos graduados fueron ubicados en puestos que nada tenían que ver con fu formación académica. Otros, por el contrario, fueron colocados en el sector de la salud y de alguna manera introdujeron sus conocimientos en las áreas docente, investigativa y asistencial fundamentalmente en la medicina forense.

A pesar de la fuerte presencia de la antropología aplicada la misma no perdió su carácter investigativo. Muestra de ello fueron el Simposio Internacional de Antropología Física Luis Monatané y la defensa de más de una docena de tesis doctorales sustentadas teórica y metodológicamente en la antropología física.

Asimismo, en 1990 se fundó la Sociedad Cubana de Antropología Biológica y se creó en 1994 la Cátedra Honorífica de Antropología Luis Montané de la Universidad de La Habana. Cuatro años después se celebró el Quinto Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología Biológica, donde Cuba asumió la presidencia de esta institución por espacio de tres años. Este quehacer investigativo demuestra la buena salud de la que goza la disciplina.

En los años 80 del pasado siglo la formación de antropólogos en el país se realizó por medio de cursos de postgrado para egresados de Biología y disciplinas afines. No es hasta 1998 que se abre una maestría en antropología con dos menciones: física y sociocultural. Esta última también ha tenido un desarrollo particular, especialmente a partir de los trabajos del etnógrafo como Fernando Ortiz.

El llamado Tercer Descubridor de Cuba se inscribe entre los hombres más útiles a la cultura y la ciencia nacionales del siglo XX. Portador de un vastísimo conocimiento de la realidad del país, Fernando Ortiz es figura paradigmática de los estudios antropológicos y de la antropología sociocultural en la nación, a la que le dedicó además su servicio público desde su filiación cívicopolítica.

La obra etnográfica de Ortiz cubre una zona tan amplia y heterogénea de la cultura cubana que es imposible resumirla. Son pocos los que han sido capaces de alternar las fases de estudio y formación con las de creatividad. En Ortiz, el apuro por obtener información, la escasez de datos, documentos y materiales etnográficos en bruto, obligaron al sabio a coleccionar y organizar los materiales que luego servirían para futuros trabajos.

Ejemplo de este quehacer investigativo es Hampa cubana: Los negros brujos, texto publicado en Madrid en 1906. Esta obra revela las capas bajas de la sociedad cubana nunca antes estudiadas, las analiza con algún que otro prejuicio y sigue por los caminos que el científico Lombroso había marcado para antropología criminológica.

Este es un libro que Ortiz supera posteriormente, pero es su primer trabajo sólido, donde se vislumbra ya la capacidad del autor y el ambicioso espectro social que pretendía abarcar. Este volumen marca el inicio cabal de Ortiz en el ámbito del campo de las ciencias sociales.

Es un necesario paso que lo induce a la búsqueda constante, al intenso trabajo de recolección de datos, que luego tendría en Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar el resultado de una obra más extensa y coherente, a pesar de que como autodidacta se vio obligado a trabajar solo en su laboratorio, sin apoyo oficial, sin condiciones sociales objetivas que pudieran medir el valor esencial de sus investigaciones.

Es precisamente en este texto que Ortiz trasciende con su definición del término transculturación, que marca un hito en los estudios antropológicos culturales no solo de Cuba, sino de América Latina, si bien esta categoría no ha sido asumida a plenitud por la antropología a nivel mundial e incluso se comenten errores a la hora de su traducción al idioma inglés pues se emplea aculturación como palabra sustituta.

Es también mérito de Fernando Ortiz la creación de esta categoría que expone además los mecanismos de sujeción y de encadenamiento de la economía cubana a la norteamericana, y lo hace con el valor científico de revelar un problema social que afecta a la población y la enajena en su expresión de identidad nacional.

El contrapunteo entre tabaco y azúcar es la metáfora que emplea Ortiz para ver las raíces históricas de Cuba. Desde una visión dialéctica presenta la realidad socioeconómica y cultural de la Isla, forjada por la pugna entre dos elementos conformadores de la identidad antillana y caribeña de la nación.

Sin dudas, Fernando Ortiz es figura obligada y referencia imprescindible en el pensamiento social cubano y latinoamericano de forma general y de la reflexión antropológica nacional en particular. Su dimensión teórica va más allá de una simple adscripción a una corriente en específico. La multiplicidad y vastedad de su conocimiento lo hacen moverse entre lo que se conoce hoy como funcionalismo y estructuralismo, pero nunca permitió que se le encasillara en tendencias extremas.

Lo anteriormente dicho es muestra de la apertura y flexibilidad metodológica que Ortiz poseía, cuestión vital para poder llegar hasta donde lo hizo, especialmente en el estudio del cubano negro, sector poblacional rechazado, vejado y despojado de su cultura. Ortiz devolvió la cultura al negro cubano y señaló de manera categórica y científicamente que la misma es un elemento imprescindible de la cultura cubana.

Hoy por hoy la Antropología cubana debe continuar estando presente en el programa científico del país, tanto en las ciencias aplicadas como sociales en pos del desarrollo de la nación y el mejoramiento de la calidad de vida de la población, a partir de los aportes que se hacen desde la misma y que permiten trazar políticas cada vez más cercanas a la realidad nacional.

Sin embargo, deberá trabajarse por estudiar otras aristas de la cultura cubana, no poniendo tanto énfasis en el componente africano de la misma pues al mismo se le han destinado tiempo, recursos y espacios importantes de divulgación. Existen otras áreas en las que todavía son escasos los análisis antropológicos, entre estos se encuentran el papel de la Iglesia Católica en la conformación de la cultura cubana, la presencia en el mosaico cubano de personas de origen hebreo y otras nacionalidades, así como la sistematización de los aportes realizados en años anteriores por medio de eventos y publicaciones, tanto en soporte plano como digital, de las mismas para socializar el conocimiento en la sociedad cubana.

Resulta también necesario dar continuidad al proceso de formación de especialistas de esta disciplina a través de cursos de postgrado. Esta actividad de superación favorece la entrada de profesionales de diversos sectores, lo cual otorga diversidad a la hora del análisis sociocultural de la realidad cubana.

Sin embargo, resulta importante señalar que estas acciones deben ser llevadas a un mayor número de provincias en el país que puedan desarrollar programas de diplomados o maestrías, con el objetivo de ampliar el número de interesados en acceder a este tipo de especialización. La actual maestría que desarrolla la Universidad de La Habana tiene limitaciones para su matrícula.

La Antropología cubana deberá enfrentar también el reto que representa la aplicación de su cuerpo teórico y metodológico a las más diversas ramas de la ciencia, la tecnología, la producción y los servicios. Con toda certeza se puede decir que el trabajo más difícil no ha radicado en la identificación de aquellos problemas donde el antropólogo puede ser capaz de aplicar sus conocimientos, sino de hacer conscientes de ello a quienes tienen en sus manos la responsabilidad de facilitar su intervención y de introducir los resultados.

Asimismo desde el pensamiento antropológico se deberá dar curso a investigaciones que se enfoquen en la preservación y defensa de la identidad cultural y nacional, mediante el estudio y rescate de aquellas manifestaciones más representativas del etnos cubano. Este reto deberá asumirse desde el estudio, diagnóstico y pronóstico de los problemas fundamentales de la sociedad, para contribuir además con una adecuada toma de decisiones de las autoridades correspondientes.

Convertir en objeto de estudio permanente los problemas fundamentales que están relacionados con la educación, la lengua nacional y los factores socioculturales que en ella inciden, también deberán estar en el punto de mira de la Antropología cubana.

A estas se suman además las manifestaciones culturales y sus singularidades locales y regionales, la familia, la función de la mujer en la misma y en la sociedad cubana, las relaciones interraciales, la dinámica de los procesos culturales, así como los procesos étnicos nacionales, incluida la comunidad cubana en el exterior.

Deberá trabajarse también imperiosamente por intensificar el trabajo de estudio, rescate y preservación del patrimonio cultural y arqueológico de la nación, así como enfrentar cualquier manifestación que atente contra este, por lo que deberá velarse por el estricto cumplimiento de las leyes establecidas para la protección del patrimonio nacional.

Para el logro de todos estos propósitos enunciados se hace necesario reforzar la aplicación del enfoque multidisciplinario y transdisciplinar al estudio de la cultura y sociedad cubanas, así como ampliar los vínculos de trabajo con la comunidad científica nacional e internacional, propiciando de esta forma el debate abierto de las diferentes corrientes actuales del pensamiento antropológico contemporáneo.

A juicio de algunos expertos, uno de los terrenos donde deberá realizar aportes fundamentales la disciplina en Cuba es el relacionado con la Antropología del turismo, esfera económica que constituye una importante fuente de ingresos al país, además de constituir fuente de empleo para miles de trabajadores y espacio para la promoción de la cultura nacional.

En este sentido podrían conformarse guías turísticas con una mayor variedad al incluir sitios de la Isla que aparentemente no tienen ningún atractivo para el visitante, pero que son baluartes de la cultura, especialmente la de los pobladores prehispánicos, muchas veces confinados exclusivamente al criterio erróneo de que fueron exterminados completamente por los colonizadores. Como se conoce, los aborígenes cubanos fueron asimilados culturalmente por españoles y africanos, quedando rastros de su presencia en el idioma y en algunas comunidades de la zona oriental del país donde rasgos fisonómicos permanecen como testigos de este proceso de transculturación.

La asimilación étnica forzada de la población aborigen se realizó de manera efectiva pero su herencia cultural está presente en la lengua, la vivienda, las costumbres, en diversos utensilios domésticos, la alimentación, las artes de pesca y otras que forman parte de la vida cotidiana del cubano, tanto en áreas urbanas como rurales. Estos aspectos necesitan de una mayor profundización para ofrecer un panorama más equilibrado y amplio de la cultura cubana en toda su magnitud.

Finalmente se debe señalar que instituciones como la Fundación Fernando Ortiz, el Centro de Antropología del CITMA, el Museo Montané de la Universidad de La Habana y otras afines como el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello y el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, deberán continuar desempeñando un papel fundamental en el desarrollo de investigaciones conjuntas para conocer desde diversos ángulos la cultura y sociedad cubanas.

De esta forma, la diversidad cultural que caracteriza el panorama de la Isla contará, para su estudio, con una riqueza multidisciplinar que favorecerá el análisis de la cultura cubana desde su totalidad, sin perder de vista los nuevos enfoques de la complejidad, que van adquiriendo cada vez más prominencia en las ciencias sociales.

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Autor:

Lic. Andrés Lozano Zamora

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