En Cuba, como en otras muchas naciones, la antropología tuvo su auge a partir de la segunda mitad del siglo XIX. No obstante, cuando se hace referencia a este asunto, se supone que se abordan los estudios antropológicos realizados por científicos o personas interesadas en la ciencia del hombre, pero es indudable que van más allá.
En el caso cubano resulta particularmente interesante que la antropología no se haya abordado lo suficiente, desde el ángulo de la historia de la ciencia social. En verdad se ha ceñido más a cuestiones de tipo bio-antropológico e histórico y arqueológico, sobre todo en relación con la cultura de los primeros pobladores de la isla, cuestión esta que todavía no se ha logrado desentrañar en toda su magnitud.
Los que introdujeron la antropología en Cuba iniciaron sus estudios a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, momento que coincide con el despertar de la conciencia nacional y con el auge, que desde el punto de vista económico, alcanzó la Mayor de las Antillas, producto del sistema de plantación esclavista de la caña de azúcar.
A este período corresponde un valioso grupo de personalidades cubanas que aglutinadas en la Sociedad Económica de Amigos del País, crean el Papel Periódico de la Habana en 1790. Esta fue la primera publicación cubana que recogió noticias antropológicas del acontecer mundial y nacional. Le siguió años después en el siglo XIX, el Diario de la Habana. En ambos casos, las dos publicaciones fueron respaldadas por la referida institución.
Estos dos periódicos recogieron entre sus páginas artículos de notables figuras de la época como fueron los casos de Francisco José Gall (1758-1828), George Cuvier (1769-1832) y Lambert Adolphe Jacques Quetelet (1796-1874). La mayoría de estos escritos estaban relacionados con Antropología Frenología, Zoología, Botánica y Geografía.
Tanto el Papel Periódico de la Habana como el Diario de la Habana reprodujeron también trabajos que abordaban diferentes cuestiones de otros pueblos y razas, relacionados con sus costumbres, tradiciones y algunas descripciones físicas y descubrimientos arqueológicos. Al propio tiempo, recogieron trabajos de figuras nacionales como fueron los casos de Tomas Romay y Chacón (1764-1849) y Nicolás José Gutiérrez Hernández (1800-1890), entre otros.
De la primera mitad del siglo XIX deben destacarse además otras personalidades, que si bien no eran considerados antropólogos en el sentido estricto de la palabra, sí fueron quienes se encontraban a la cabeza de los estudios antropológicos cubanos. Estos fueron los casos de Antonio Bachiller y Morales, Rodríguez Ferrer, José Antonio Saco (1797-1879) y Felipe Poey y Aloy.
A Poey se le debe el primer estudio craneológico que se realizó en Cuba. Esta investigación la efectuó en 1849, a partir del análisis de cráneos prehispánicos deformados que fueron recolectados en el extremo oriental del país por el geógrafo español Miguel Rodríguez Ferrer. Poey amplió posteriormente este estudio y lo publicó en sus Memorias sobre la historia natural de la Isla de Cuba, entre 1865 y 1866.
Los estudios y el conocimiento antropológicos cubanos de este período tuvieron su máximo reconocimiento con la fundación de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba en 1877, momento que marca el inicio de la institucionalización de la antropología en el país. El primer presidente de esta organización fue precisamente Felipe Poey y Aloy, merecimiento que se sustentó en el vasto dominio que el mismo tenía sobre esta materia.
No obstante, debe señalarse que previo a crearse ésta institución, se había fundado la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana, el 19 de mayo de 1861. La Academia premió en 1876, un año antes de la creación de la sociedad antropológica cubana, una obra perteneciente a uno de los médicos y antropólogos más célebres del siglo XIX cubano, el francés Henri Dumont (1824-1878), cuyo título Antropología y patología comparada de los hombres de color africanos que viven en la Isla de Cuba, muestra cuáles fueron los criterios antropológicos fundamentales de esta época.
Sin embargo, cuando se habla de estudios antropológicos y antropología en Cuba, indiscutiblemente hay que destacar la figura de Juan Luis Epifanio Montané Dardé, médico de profesión que tuvo en su haber el ser catedrático fundador de la Cátedra General de Antropología y Ejercicios de Antropometría de la Universidad de La Habana.
Montané se formó como médico-cirujano en la Facultad de Medicina de París y como antropólogo en la Escuela de los profesores Paul Pierre Broca (1824-1880), Jules Ernest Théodore Hamy (1842-1908) y Jean Louis Armand de Quatrefages de Bréau (1810-1892). De ahí que la primera antropología introducida en Cuba tuviera una creciente influencia biológica y física.
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