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Historia de Israel en el Siglo VIII a.C. Una lectura Sociológica


  1. El Método Sociológico de la Lectura de la Biblia
  2. Modelo o Método de Análisis Sociológico Marxista
  3. Breve Reseña histórica de Israel del siglo VIII a.C.

Cuando analizamos la historia de Israel en el siglo VIII a.C., se debe obligatoriamente resaltar el surgimiento del llamado "Profetismo Clásico" o profetas escritos. Dicho siglo recibió el testimonio y presencia de cuatro profetas, Amós y Oseas en el Reino del Norte; Isaías y Miqueas en el Reino del Sur. Es a través de éstos libros que tomamos conciencia de las profundas desigualdades sociales vividas en este siglo, en ambos reinos.

Para alcanzar nuestro objetivo de acercarnos a lo que podría haber sido, en parte, la sociedad israelita usaremos los datos que nos proporcionan los libros proféticos de Amós y Oseas. Además de algunos datos contenidos en los libros de Crónicas y Reyes de Israel. Aunque estos últimos libros fueron redactados a fines del siglo VII a.C., al menos hacen mención a los acontecimientos ocurridos en el siglo VIII a.C., por lo tanto esta información deberá ser considerada con muchos cuidados y análisis críticos.

Intentaremos elaborar un panorama social descriptivo de dicho siglo, usando como metodología sociológica el "Método Funcionalista"[1]describiendo la función de las instituciones sociales de este siglo. Además de una combinación con "Método Marxista", dando un énfasis especial a los conflictos sociales que se generaron, es decir, procuraremos describir las ideologías que mueven los intereses de los distintos grupos sociales del siglo VIII.

Partiremos usando citas de diferentes textos bíblicos, extraídos de los libros de Amós y Oseas.

El Método Sociológico de la Lectura de la Biblia

La narrativa bíblica de influencia deuteronomista describe la introducción de la institución monárquica en Israel, como un abierto rechazo a Dios, el verdadero rey de Israel. Cuando el pueblo de Israel, quiso tener su propio rey, igual que todas las otras naciones, el profeta Samuel quedó muy angustiado y Yahweh le consuela diciéndole que no es a Samuel a quien rechazan, sino a El mismo (cf. I Sam. 8,122). Es indudable que la monarquía marca una nueva etapa histórica para el pueblo de Israel, etapa que podríamos sintetizar en la frase: "se hizo igual a todas las naciones", para indicar el contraste entre una sociedad tribal ("acéfala") y una monarquía.

La monarquía en general es una forma de vida totalmente centralizada, que funciona en base a la ejecución de un poder absolutista que está en manos del rey y por extensión, de su corte. El narrador deuteronomista no es ingenuo, lo conoce bien y cita los cambios agudos que la sociedad israelita deberá experimentar al aceptar la monarquía como un medio de vida (Cf. 1Sm.8:11-22). Según la narrativa deuteronomista (cf. 1-2Sm. y 1-2Rs.) los reyes de Israel tomaron un rumbo tanto socio-económico, como ético, totalmente diferente al experimentado durante el tribalismo. La monarquía implicó un profundo cambio cultural, el que afectó a todas las instituciones sociales. Con ella surgieron una serie de problemas que afectaron la vida social, económica y religiosa. Al ser Israel un pueblo que se originó como producto de una protesta social[2]contra este modelo monárquico que por siglos gobernaba las ciudades-Estado de la época, la implementación de este modelo trajo tensiones con la institución profética, propia de la cultura religiosa israelita. Las tensiones, tal como demostraremos más adelante, se originan por el cambio de la ética social, cambios que tomaron una connotación especial producto de la idiosincrasia de la nación.

Sin embargo, el siglo VIII a.C., y ya incluso antes de este siglo, la profecía israelita, constituyó un freno a las pretensiones de los reyes de considerarse y hacerse ver como seres únicos y extra-ordinarios, diferente al resto de los mortales, como a seres semi-divinos; es decir: mitad humanos y mitad divinos. Actitud abalada por toda la ideología monárquica presente en el Antiguo Cercano Oriente. A los ojos de los profetas clásicos, estos personajes no eran más que líderes políticos, ungidos por Dios para dirigir a su pueblo, pero desde su condición de seres humanos. La lucha entre estas dos formas de pensamiento se puede observar, a través de los llamados Salmos reales, los que se pueden considerar como una forma ideológica de legitimación política (Cf. Sl. 2, 18, 20, 21, 45, 71, 72, 76, 84, 86, 87, 89, 96, 99 y 109).

Históricamente sabemos por los abundantes datos arqueológicos de la época[3]que en dicho siglo, el reino del norte (Israel) se caracterizó por una fuerte convulsión social, en donde por un lado se registra un abundante crecimiento económico, y por el otro lado una gran desigualdad social. Además se aprecia un completo desconocimiento de las dinastías monárquicas, lo que produjo continuos golpes de estado. Estos acontecimientos políticos marcan la presencia de diferente grupos sociales que luchan entre sí, en su hegemonía por el poder.

El objetivo central de este ensayo será  investigar e intentar dilucidar a los diferentes grupos sociales, que interactúan en la sociedad del Reino del Norte (más comúnmente conocida como Israel), en el siglo VIII a.C., e intentar clarificar sus ideologías, y sus expresiones religiosas. En alguna manera, intentar reconstruir una visión dinámica (diacrónica) de dicha sociedad. Sólo nos limitaremos a analizar el Reino del Norte, sin entrar en problematizar el Reino del Sur, aunque ambos reinos hermanos estén estrechamente relacionados.

La metodología que usaremos será  hacer un análisis sociológico de la sociedad israelita, en su perspectiva diacrónica, usando el "Método Marxista" en su expresión latinoamericana de "método de los Cuatro lados", dicho método hermenéuticamente decodifica el texto a partir del dinamismo de la vida del pueblo en la historia, en el cual la lectura parte de la base material de la vida social: la producción y el trabajo. Es decir, enfatiza la perspectiva económica como un eje central, sobre el cual se elabora todo el conjunto o tejido social, generalmente se estructura en las siguientes cuatro fases: La Política, Lo Social, La Economía y La Ideología. El orden de estas fases no es rígido y puede alterarse y/o ampliarse según fuese el caso.

Posteriormente, en su perspectiva sincrónica, aplicaremos el "Método Funcionalista", para analizar el funcionamiento de las instituciones sociales y su pretensión de mantener el orden social sin mayores alteraciones.

Modelo o Método de Análisis Sociológico Marxista

El estudio sociológico pretende conocer los modelos típicos de las relaciones humanas en su estructura y función, en un momento dado o fase (sincronía), así como en las trayectorias de sus mutaciones en determinados períodos de tiempo (diacronía). En relación al análisis sincrónico, tenemos aquí una estructuración social en determinadas fases, este modelo lleva a percibir las correspondencias establecidas entre los diferentes campos sociales, siendo los principales:

a) El Campo Económico (=E), en este campo se pretende buscar respuestas a las siguientes interrogantes: ¿Cómo vive el pueblo?, ¿Qué es lo que produce?, ¿Cómo es distribuido el fruto de la producción?

b) El Campo Social (=S), pretende describir la relación entre los diferentes grupos sociales constituyentes de la sociedad, sus relaciones jerárquicas y sus tensiones, su vida familiar, sus costumbres, sus fiestas y conmemoraciones.

c) El Campo Político (=P), presenta el poder como la fuerza que articula la organización social y su estructuración en la historia. La política y el sistema jurídico manifiestan la articulación de las mediaciones necesarias para garantizar la vida social del pueblo.

d) El campo Ideológico/Religioso (=R), el campo religioso es asociado, dentro de la teoría marxista, con el campo ideológico. La ideología es la justificación y la base para el conjunto de las relaciones sociales. Ella se manifiesta en la mentalidad, en las estructuras mentales, en la cultura, en la filosofía, y en la práctica religiosa. Ella se reviste de una fuerza sagrada y natural para justificar determinada organización social. La ideología es un espíritu que sustenta o la reproducción o el cambio de la vida social, ella afecta y determina la práctica social que lleva o a la integración o a la desintegración del todo social.

Es importante tener presente que todos estos campos o perspectivas sincrónicas, de una sociedad determinada, están subordinados al campo económico, ya que él es la base material sobre el cual se construye el tejido social.

En cuanto al análisis diacrónico, se pueden usar los elementos de transformación, totalidad y contradicción -pertenecientes al método dialéctico – para explicar el paso de una fase social a otra, en la evolución de un grupo social. Siempre teniendo en mente los factores materiales o económicos, relacionados con la dinámica de cambio de una sociedad determinada. En este sentido la base económica se comporta como una variable independiente en relación a otros campos.

Este modelo sociológico muy usado en los grupos de lectura bíblica latinoamericanos, es conocido popularmente como "Método de los Cuatro Lados", y pretende analizar un texto en sus perspectivas o campos sincrónicos y diacrónicos. Por lo general, la teoría funcionalista es usada en las lecturas más científicas y especializadas. Y la teoría weberiana es prácticamente desconocida en los estudios bíblicos latinoamericanos, tal vez por la complejidad de encontrar y precisar los denominados "tipos ideales", con los cuales confrontar la sociedad bajo estudio.

Breve Reseña histórica de Israel del siglo VIII a.C.

Sin lugar a dudas, el Reino del Norte fue una creación de Jeroboam I, rey hábil y eficaz que supo formar un estado donde no existía nada. Los conflictos por la legitimación de la monarquía en este territorio, refleja que esta institución fue introducida por Jeroboam I, probablemente, la presencia de David y Salomón fue nominativa, ya que Israel no reconoce una dinastía. El territorio de Israel, mucho más rico en comparación con Judá era geográficamente mucho más abierto y expuesto a las agresiones extranjeras. Su población no era homogénea, como Judá coexistiendo junto a una gran población cananea[4]Además no tenía una tradición dinástica estable, como el estado de Judá.

Jeroboam I supo hábilmente superar la falta de una aparato estatal, y enfrentarse a la necesidad y tarea de crear: una capital y ciudades de refugio (Siquem, Tirsa, y Penuel; más tarde será construida la ciudad de Samaria); formar un cuerpo administrativo, algunos lo identifican bajo las mismas líneas de Salomón[5]una organización militar, y un culto oficial. Todo esto él fue capaz de hacerlo, en medio de circunstancias muy difíciles. Especialmente por las continuas guerras internas contra el estado de Judá y por las amenazas externas (Siria o Damasco).

En el escenario internacional, el Imperio Egipcio estaba en decadencia, durante los últimos años de gobierno del rey Salomón (aproximadamente 935), la Vigésima Primera dinastía, de la cual Salomón fue aliado, había sido aniquilada por un noble de Libia llamado Susac, quién fundó la Vigésima Segunda Dinastía (Bubastida)[6].

Susac III (814-763 aC.) con la esperanza de reafirmar el poder de Egipto sobre Asia, intentó dominar a Israel, para ello ayudó a Jeroboam en su exilio en Egipto, tras la persecución de Salomón. Susac atacó el Reino de Judá y Roboán pagó un pesado tributo, para salvar su reinado. También el Reino del Norte fue invadido, además de las regiones de transjordania, hasta Esdrelón. Dando término, al menos temporalmente, a las riñas internas entre Israel y Judá.

Susac, por su parte, debido a las flaquezas internas de Egipto, no fue capaz de dar continuidad a sus victorias en el Antiguo Cercano Oriente, debiendo retirarse a Egipto, dejando tal vez un puesto de avanzada en la frontera sur, cerca de Gerar[7]La historia menciona a un comandante Zara el "etíope" (cf. 2CR. 14,9-14), el cual probablemente fue dejado al mando de dicha avanzada. Zara fue derrotado posteriormente por Asa rey de Judá. De esta forma se da término a la intromisión de Egipto en Palestina, desapareciendo el poder egipcio del escenario internacional, por aproximadamente un siglo y medio.

Libres de la amenaza egipcia, los reinos de Israel y Judá, gozaron de una relativa independencia política y económica. La que de vez en cuando, se vio empañada por el asedio de las ciudades-Estado vecinas, situaciones de las cuales supieron librarse sin comprometer su autonomía política.

El siglo VIII está caracterizado por un notable crecimiento económico en ambos reinos, y por una continua degradación social, la cual es testimoniada por Amós (aprox. 750) y Oseas (750-737). Nuestro análisis sociológico lo realizaremos sobre la segunda mitad del siglo VIII, período histórico en donde actúan los profetas mencionados, aplicando una lectura sociológica, a través del método conocido popularmente como: "Método de los Cuatro Lados".

3.2.- El Campo Político.

El comienzo de las actividades proféticas tanto de Amós como de Oseas, está registrada entre los últimos años del reinado de Jeroboam II. Los mismos profetas así lo registran (cf. Os. 1,1; Am. 1,1), sus actividades proféticas se pueden precisar en los tiempos de: Azarías (783-742), Jotam (750-735), Acaz (735-715), y Ezequías (715-687/6), todos reyes de Judá; y de Jeroboam II (786-746), rey de Israel. Le sucedieron a Jeroboam II: Zacarías (746-745), Salum (745), Menaém (745-738), Fakéia (738-737), Faké (737-732) y Oseas (732-724).[8] Son aproximadamente 60 años de historia, en los cuales la política desenvolvió un rol fundamental.

En el reinado de Jeroboam II, en el Reino del Norte, se dio un crecimiento económico muy significativo, además de una recuperación de los territorios del norte de Palestina, antiguamente conquistados por David. Esto nos hace suponer que bajo el breve período de estabilidad social y política del reino norteño, Israel logró organizarse bajo un sistema monárquico similar al de Salomón, tanto en su aspecto político, como en su aspecto económico. Esta deducción la podemos sostener, a través de un argumento arqueológico, las llamadas "Óstracos de Samaria"[9], ellas nos confirman un modelo administrativo similar al de Salomón. Aunque no se pueda saber qué tipo de impuestos se le impuso a la población israelita, a través de los libros de Amós y de Oseas, sabemos que fue un sistema que concentró el poder en manos de una minoría privilegiada (cf. Amos, Oseas).

La centralización del poder político estaba ubicado en la ciudad de Samaria (La Capital), allí residía el rey junto a su corte. Y el poder religioso se encontraba disperso, a través de los principales centros cultuales del país. Oseas (cf. 8,4) destaca el florecimiento económico del país, en los siguientes términos: "[Israel] edificó templos, y Judá acrecentó ciudades fortificadas"; Amós (3,12-15; 4.1; 6.4-8) rechaza el lujo de los habitantes de Samaria, denunciando la idolatría de Israel. El crecimiento económico fue sólo ocasional, ya que a la muerte de su hábil monarca el reino quedó sumergido en un completo caos político, producto de los sucesivos golpes de estado por parte de los pretendientes al trono. No se sabe las razones de dicho caos político, que fue lo que los motivaba a luchar con tanta violencia por el poder, tal vez si analizamos la historia desde la perspectiva internacional encontremos alguna pista.

Los aproximadamente 30 años de historia política, después de la muerte de Jeroboam II, estarán muy influenciados por los acontecimientos internacionales en el Antiguo Medio Oriente. Israel se ve en medio de un escenario de luchas por la hegemonía del poder político en Asia. La nueva potencia Asiria se enfrenta a la antigua y un tanto debilitada potencia egipcia, en su lucha por el control de las rutas comerciales, y por ganar la salida al mar Mediterráneo[10]

La política interna del pequeño estado israelita, así como de Judá queda orientada a una lucha por la sobrevivencia. Surgen los oráculos proféticos identificando la amenaza proveniente del norte, como un castigo de Dios (cf. Amos 5,27). Los grupos privilegiados que sustentan el poder se enfrentan a la decisión entre dos apuestas, o aliarse con los Asirios, o aliarse con los egipcios. Oseas describe a Israel o Efraín corriendo hacia Asiria y hacia Egipto, buscando su sobrevivencia (cf. 5,8-14; 6,10-11; 7,1-16). Este acontecimiento divide a Israel en dos grupos políticos antagónicos, uno partidario de la política pro-Asiria, y el otro partidario de la política pro-Egipcia. Para Jorge Pixley la división del Reino del Norte en dos grupos o partidos políticos fue producto de las continuas guerras civiles, y dicha inestabilidad política es el reflejo de las divisiones frente a la amenaza del imperio[11]

Por el resultado histórico del Reino del Norte, podemos afirmar que ganó el partido político que apostaba su suerte a Egipto, ya que Israel junto a Damasco le declara guerra a Judá reino títere de Asiria. Este hecho sumado a la negación del pago de tributos a Asiria, trae como trágica consecuencia para Israel su invasión por Salmanazar V, terminando con su población deportada[12]

3.2.- El Campo Social.

La sociedad en donde vivieron Amós y Oseas, era una sociedad que se caracterizaba por una creciente modernización e infraestructura. Conocidas nos son sus construcciones de templos, palacios, y canales para regadíos (cf. Os.11,4, Amos 3,12-15). Así también, se caracterizaba por su gran desigualdad social, la cual nos testifica Amós (cf. 2,6-8; 4,1; 5.7.10-12; 6.1-7; 8,4-7) y Oseas (cf. 4,4-10; 5.1; 7,3-7; 10,12-13).

La capital del Reino del Norte, Samaria, fue construida totalmente bajo el reinado de Onri, sobre los mismos parámetros de Jerusalén, ofrecer una neutralidad tribal, y una mejor defensa frente a las invasiones externas[13]En esta ciudad se centralizó el poder político y económico, quedando el poder religioso dispersado entre los diversos centros cúlticos del país (Dan, Betel, etc.).

De los datos un tanto vagos ofrecidos por Oseas (cf. 5,1), y de los abundantes datos proporcionados por Amós (cf. 2,6-8; 4.1; 6,1-7), podemos deducir que la sociedad israelita se estructuraba de la siguiente manera:

edu.red

Podemos deducir, producto de los continuos golpes de estado, que el sistema monárquico del Reino del Norte no descansaba sobre el sistema dinástico, sino mas bien sobre un sistema carismático, y de aclamación popular. Este aspecto particular del Reino del Norte, hace muy peligroso a los grupos influyentes de la sociedad, ya que estos siempre estarán actuando conforme a sus conveniencias personales, dejando los intereses del pueblo de lado. Oseas denuncia a los sacerdotes y profetas como cómplices del pecado de los ricos (cf. 4,3s.), Amós por su parte hace lo mismo denunciando a los opresores (cf. 3,10-11; 4,1; 5,11; 6,1; 8,4).

Israel nos ofrece en el aspecto económico un panorama de un crecimiento económico muy grande, y en el aspecto social una profunda desigualdad social. El surgimiento de un grupo de comerciantes y de latifundistas, es una clara evidencia que la conciencia moral y social de antaño, ya no existen en Israel. Amós constata la explotación e injusticia de los campesinos y pobres, en manos de los ricos (cf. 8,4).

Tenemos un dato arqueológico de la época, muy importante para hacer una reconstrucción de la vida social israelita, el cual nos proporciona Roland de Vaux, a través de sus investigaciones en Tirsa, él descubre lo siguiente:

"En las excavaciones de Tirsa, en siglo X, las casas eran construidas aproximadamente iguales. Sin embargo en el siglo VIII, en la misma ciudad el cambio es impresionante: el barrio de las casas ricas, más grandes y mejores construidas, están separadas [por un muro] de las casas del barrio donde viven los pobres".[14]

Esta información respalda la crítica social de los profetas Amós y Oseas, y a su vez, nos revelan un problema social nuevo y poco investigado en el Antiguo Testamento, problema que podríamos definirlo como un conflicto de clase dentro de la ciudad, que contrasta con el conocido conflicto campo-ciudad.

El sistema administrativo empleado dentro del Reino del Norte, corresponde a los parámetros del llamado "Sistema de Producción Asiático" o "Sistema Tributario", en donde la centralización del poder y la riqueza está en las manos del "déspota" (mélék)[15]. Producto de la explotación y la usura, especialmente los campesinos van lentamente empobreciéndose y quedando sin sus tierras, ya que deben entregarlas a sus acreedores para saldar sus deudas (cf. Amós 8:5-6; Os.12:9). Debiendo muchos de ellos vender a sus hijos o a ellos mismos como esclavos, para pagar sus deudas. Tal vez, muchos de ellos emigraron a la ciudad, formando los barrios pobres marginales que, De Vaux, descubrió en su investigación en Tirsa.

Sobre los datos que nos proporciona el profeta Oseas (cf. 4,4-6; 5,1), y Amós (cf. 6,1-7) respecto de su sociedad, podríamos deducir la siguiente relación social:

a) El poder político estaba centralizado en las manos del rey y su corte, este grupo social es muy importante, pues ellos son los que deciden la política del reino, y son ellos los que administran la justicia; dicho grupo es legitimado por los sacerdotes y profetas que administran la religión en los diversos altares del país, es decir, ellos son funcionarios del templo al servicio de la "religión oficial" que adormece la conciencia del pueblo (cf. Os.4,3; Am. 7,10-17).

b) En un nivel intermedio, encontramos a los grandes comerciantes y latifundistas, los que de acuerdo con sus riquezas y favores pueden conquistarse un lugar en la corte del rey (cf. Am 8,4-7).

c) Después tenemos al ejército donde los altos jefes o Generales, son de confianza absoluta del rey, e incluso ellos mismos pueden usurpar el trono por la fuerza de las armas, el resto del ejército ocupa un lugar secundario en la escala social. Aquí es importante hacer una aclaración, ya que el escenario político internacional, amenaza continuamente invadir a Israel, por lo tanto existe un ejército profesional al servicio del rey. En caso de guerra se recurre además a reclutar a la "mano de obra", formándose un "ejército de defensa" compuesto principalmente por campesinos (cf. Am. 2,14-16).

d) En último lugar está ubicado el principal generador de la riqueza de Israel, el pueblo, quién sostiene todo el tejido social (Am. 7,1-3).

3.3.- El Campo Ideológico.

La sociedad de Amós y Oseas, la cual hemos intentado describir gráficamente en la sección anterior, funciona bajo un gobierno denominado "Sistema de Producción Tributario", donde el rey o déspota cumple el papel de protector de la sociedad, estipulado por una especie de contrato, el pueblo recibe seguridad a cambio de su tributo al rey. Esta ideología es justificada en momentos de guerra, pero en momentos de paz queda muy cuestionada. En el caso de Israel al menos en su período de relativa independencia, fue justificada por la Religión Oficial, que cumplió un papel de alienadora de la sociedad, al entrar en un sincretismo con las religiones cananeas. El libro del profeta Oseas es un tratado entero sobre este punto, que él califica como una "idolatría". El profeta Amós, por su parte, aunque no menciona directamente la idolatría de Israel, se esfuerza en dejar claro (realiza un proceso de desmitologización) el poder de Yavé sobre todos los fenómenos naturales (cf. Am. 4,4-13; 7,1-9).

Frente a las invasiones de las potencias de la época, Asiria y Egipto, un rey que gobierna una pequeña nación como Israel, no tiene más remedio que someterse a tributación para salvar su vida y la de su pueblo. Este fue el caso de Menahem, quién según los datos otorgados por Siegfried Herrmann[16]pagó un tributo de 1.000 talentos de plata al faraón Tiglat-Pileser III, asegurando así su status quo y una relativa autonomía de gobierno. Frente a este hecho histórico, tenemos que hacernos la siguiente interrogante: ¿Cuál era la seguridad que los reyes de Israel proporcionaban a su pueblo?.

La continua amenaza externa, nos hace suponer la existencia de una fuerte carga ideológica sobre el pueblo, con el objetivo de asegurar un tesoro suficiente para el pago del tributo a los imperios de la época. Dentro de esta línea de interpretación citaremos a F. Houtart, quien nos aclara esta situación ideológica de la siguiente manera:

"El surgimiento de la instancia política recogiendo tributos está en el origen del desarrollo de una sociedad de clases, cuya manifestación más perceptible es la dicotomía entre lo rural y lo urbano; las ciudades, donde viven los consumidores del tributo, se constituyen de modo autónomo en relación a las regiones rurales productoras".

"Así, es necesario una poderosa producción ideológica para que los siervos lo admitan como natural y necesaria la sobrevivencia del orden social global (…) Max Weber ya mostró que en este tipo de sociedad de clase dominante los señores buscaban en la religión una legitimidad de su propia existencia, mientras que los dominados encontraban en ella razones para aceptar su condición en la esperanza de una compensación de naturaleza pos-histórica".[17]

La contribución de F. Houtart es muy importante para clarificar el problema de la idolatría, especialmente en los libro de los profetas Oseas y Amós. Debemos recordar que según la descripción del libro de II Samuel 7,14, y del Salmo 2,7, en el Reino del Sur la realeza posee un carácter sagrado-dinástico (línea davídica), y no carismático como en el período de los jueces. La unción sobre el rey era un símbolo de la transmisión del poder divino, y en tiempos de Salomón llegó a considerársele como "hijo de Dios", en una concepción cercana a la cananea[18]En el Reino del Norte, en cambio, no se reconoce un sistema dinástico, y los grupos dominantes procuran conservar sus intereses debatiéndose en una continua guerra civil.

De los acontecimientos históricos narrados por Amós y Oseas, podemos deducir que el rey israelita precisaba de un fuerte aparato ideológico, para asegurar y preservar su gobierno, tanto sobre el pueblo como sobre los grupos políticos de oposición.

Además de esto, tenemos un segundo nivel ideológico, o mejor dicho una lucha ideológica entre las ideologías de la ciudad o del palacio y las ideologías de los profetas, Amós y Oseas son un típico ejemplo de esta situación. Ideológicamente los profetas, aunque viviendo en un determinado tiempo histórico, anhelaban otro que existió antes de la centralización administrativa y política. "Esa ideología tribal en plena monarquía no deja de constituirse en una forma arcaica de pensamiento ideológico"[19].

Dicha ideología tribal, representada en los profetas, se opone a la ideología oficial enseñada en los altares, que pretende alienar al pueblo para usurpar sus riquezas. Surge de esta forma la "Religión Oficial" o nacional de Israel, naturalmente que dicha religión no descansa sobre los principios éticos de la ley mosaica, sino que es un "fetiche del yavismo", con el cual se aliena al pueblo. Rafael de Sivatte en su artículo sobre la crítica profética al yavismo nacional, describe esta situación de la siguiente manera:

"Lo que está en el fondo es una falsa concepción de lo religioso, una inautenticidad en la relación con Dios, centrada esta en el culto, en la liturgia, en el templo, en las prácticas legales, una relación con Dios que no tiene nada que ver con la vida en su aspecto personal y social (…) se trata, pues, de un dios de convivencias políticas, sociales, el dios nacional, un dios que no es garante de la justicia, sino que justifica la injusticia y la violencia institucionalizada. Es el dios del Nacional Yavismo, el dios alienante, el dios tapadera de todas las situaciones inhumanas y que nos adormece para que no sean estas desenmascaradas y suprimidas".[20]

Oseas nos describe la idolatría de Israel presente en las prácticas de la "prostitución sagrada" (cf. Os.4,3-19; 5,7); Amós hace lo mismo (cf. Am. 5,4-5; 5,21-25). El sincretismo religioso con las religiones cananeas estaba presente en Israel desde su inicio como una nación independiente. Jeroboam I, al pretender rivalizar con el culto de Jerusalén, creó altares en Dan y en Betel (cf. 1 Re 12,25s.), erigiendo en ellos el becerro de oro como una imagen paralela a los querubines que sostenían sobre sus lomos a Yavé. El peligro de dicha imagen es que ella fácilmente se confundía con Baal, dios cananeo de la fertilidad, cuya imagen también es un "Toro". La religión oficial había llegado a tal punto de sincretismo con la religión cananea, que ya no se discernía entre una religión yavista y una cananea, mucho menos en un nivel ético y moral. N. Gottwald describe la siguiente situación en este período:

"Nuestra comprensión de las uniones entre el yavismo y el baalismo en este período pueden ser mejoradas substancialmente por las inscripciones y dibujos hasta ahora no publicados provenientes de un santuario de los siglos IX/VIII, la evidencia parece mostrar que Yavé era adorado allí, ya sea como Baal, o en paralelo con Baal, así también tenía una esposa denominada su Asherah. De esta forma, a pesar de la supuesta extirpación del baalismo en el norte un siglo antes, se manifiesta que un sincretismo completo a tal punto había fundido los elementos del yavismo y del baalismo que Oseas puede describir la situación cultual y sociopolítica resultante como una de "ningún conocimiento (Os 4,1-3; 5,3-4; 8,1-3)".

"Frente al sincretismo de la religión de Israel, del cual nos informan Oseas y Amós, los profetas argumentan que Israel rompió el pacto con Javé. Los profetas se enfrentan a esta religión denunciándola como un sistema ideológico legitimador de las desigualdades sociales, la que con sus cultos a las potencias extranjeras y a los bienes terrenos (cf. Os.6,6), se aparta al pueblo del "conocimiento de dios" (cf. Os.4,1-3). Es a esta "Religión Oficial" sincretista e ideológica, que Oseas se enfrenta calificándola como una "idolatría".18

3.4.- El Campo Económico.

En este período se observa un gran crecimiento económico en ambos reinos, tanto en el Reino del Norte, así como en el Sur. Se constata una gran riqueza en la artesanía y especialmente en la construcción, la confirmación arqueológica de este estado social es el descubrimiento de casas más grandes que las de siglos anteriores, con una cerámica de buena calidad. Hay pocas construcciones de muros y edificios públicos, pero sí de lujosas casas particulares[21]

La metalurgia se desarrolla especialmente con propósitos militares, surge es este período el sistema de intercambio a través de metales, lo que más tarde (siglo VII a.C.) se constituirá en lo que conocemos por moneda, dejándose de lado – en el comercio internacional – el sistema primitivo de cambio basado en trueques. Roland de Vaux nos describe este cambio social de la siguiente manera:

"Los metales de cambio eran el cobre, el oro, y sobre todo la plata. La palabra kesep (plata), se convirtió a su vez en el metal mismo y el modo de pago (en metálico), como kaspu en Acádico. Muy pronto en el Mediterráneo Oriental, en Micenas, en Chipré, en Egipto, en Mesopotamia, en Siria, el metal de cambio se fundió en lingotes de diferentes formas: en discos, barras, broches y anillos que a veces llevaban una señal que daba certeza de su peso y ley, pero aún no se trataba de moneda".[22]

La ciudad necesitaba del campo para proveerse de sus alimentos, y el campo necesitaba de la ciudad para adquirir las herramientas especialmente metálicas (fierro), dichas necesidades eran satisfechas a través del comercio (cf. Am. 8,4ss; Os. 12,8-9). Al surgir el metal como sistema de cambio, la producción del campesino y del artesano, queda sujeta a un "valor de cambio", el que es regulado por la casa real (Palacio). Por lo tanto, la producción del campesino y del artesano pierde la capacidad real de ser cambiada por otra mercadería, como en el antiguo sistema de "trueques".

Con el sistema de cambio en metales, surge lo que se conoce en términos marxistas como "plusvalía", la que queda en manos del rey atesorada generalmente en el templo o en el palacio.

Se introduce la mano de obra extranjera especializada, tanto en la artesanía, en el comercio y en la construcción, y esta es integrada en la población israelita citadina. Formando un pequeño grupo social de obreros y de pequeños empresarios, los cuales desarrollaban sus actividades productivas en los callejones de las ciudades-estado. Debemos tener presente que en el siglo X, cuando David conquistó Jerusalén no invalidó su sistema económico cananeo (Jebusita), al contrario lo adoptó en su gobierno en todas sus dimensiones, contratando especialistas cananeos[23]En el Reino del Norte se estableció un sistema económico similar al aplicado por Salomón, el hallazgo arqueológico de las "Óstracos de Samaria" nos confirman que dicho sistema fue establecido por Jeroboam I[24]

No se puede negar que Israel gozó de un gran crecimiento económico a mediados del siglo VIII, en desmedro de los grupos pobres. En este siglo la administración de la justicia se profesionaliza, abandonándose la justicia aplicada por los ancianos; surgen los prestamistas con sus altos intereses, y el comercio proporcionaba todos los productos necesarios para el desarrollo del país. El comercio se abre en escala internacional: Mar Rojo, Arabia, Mesopotamia, y especialmente Egipto y Siria[25]Israel y Judá juntos, dominaban el mismo territorio que conquistó David. Pero todo este florecimiento económico es en desmedro de los pobres, y es por esta razón que Amós (6,1-8) y Oseas (8,1-14) condenan a Israel.

Bajo este sistema económico, surge en Israel un nuevo grupo social, los latifundistas, los que a través de sus préstamos con altos intereses, se van adueñando de las tierras de los campesinos, antiguas propiedades de las familias tradicionales, siendo los principales latifundistas los reyes (cf. Am. 5,10-15). El rey necesitaba de tierras para pagar a su ejército, ya que al no haber guerras no había botín, por lo tanto las tierras expropiadas a los campesinos servían de salario para sus comandantes (2Sam 9,7-13).

La sociedad del Reino del Norte tenía una estructura socioeconómica muy elaborada, donde la religión estaba revestida de un alto grado de sofisticación infra-estructural necesaria para su función ideológica, con sus altares cerca del palacio. Ilustramos este sistema socioeconómico, a través del siguiente esquema, confeccionado bajo el reinado de Onri (885-874 a.C.), cf. 1Re 16,21-28.

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Resumiendo, podemos decir que el reino del Norte era una sociedad gobernada por principios de división de clases sociales, es decir, los grupos dominantes son los ricos, los que a través del Sistema Económico Tributario (Capitalismo de Rentas) imperante en la sociedad norteña, amparaban la usura, el robo, la mentira (cf. Os.4,2ss; Am. 2,6-7). Este sistema económico los hace cada día más ricos (cf. Am. 8,4-6).

El asedio de las potencias extranjeras fue una buena oportunidad para legitimar la monarquía, y aumentar las tarifas tributarias sobre los campesinos, los que debido a las elevadas deudas pierden sus tierras, y hasta su propia libertad (cf. Am. 2,6-8; 3,9-10).

La Religión Oficial compuesta en un alto grado de sincretismo con las religiones cananeas, sólo cumple un rol ideológico alienante, donde a través de los cultos a la fertilidad se asegura una buena producción agrícola, y con ello un buen tributo. Se aumentan los sacrificios para expiar los pecados, para aumentar las ofrendas, y de esta forma aumentar la riqueza para los sacerdotes. En este sistema social conocer las leyes divinas era subversivo, pues ellas atentan directamente en contra del status quo de los grupos privilegiados. Por lo tanto, los sacerdotes de los altares deciden no enseñarlas (cf. Os.4,6-8; 8,13; Am. 2,4-5).

Preguntas de ayuda para la lectura.

1.- ¿Cuáles son las causas internas y externas que dan origen al florecimiento económico en el reino del Norte?

2.- ¿Cuál es el sistema económico que surge en el siglo VIII a.C.?

3.- ¿Cómo se legitima la monarquía frente al pueblo en un tiempo de paz internacional?

4.- ¿Por qué razón la religión era importante para la estabilidad del sistema social-político-económico del siglo VIII a.C.?5.- ¿Cuáles son las principales características sociales de este siglo?

6.- ¿Cuáles son las principales características políticas de este siglo?

7.- Describa la importancia de los altares para el sistema político de esta época.

 

 

Autor:

Jaime Alarcón V.

 

[1] La sociología funcionalista busca la explicación de las instituciones sociales y culturales en términos de la contribución que estas proporcionan para la mantención de la estructura social.

[2] Adherimos a la tesis de Nehemías Gottwald de la ‘revolución campesina’, propuesta en su monumental obra sociológica: Las Tribus de Yahweh. Una sociología del Israel liberado.

[3] Nos referimos a las excavaciones del sacerdote y arqueólogo francés Roland de Vaux.

[4] John BRIGHT, História de Israel, Paulinas, São Paulo, 1980, p. 312.

[5] Idem., p. 314 al 315.

[6] Idem., p. 308.

[7] Idem., p. 310.

[8] Idem., p. [646 al 647] Datos extraídos del cuadro cronológico ofrecidos por el autor.

[9] Idem., p. 346. La cerámica encontrada en Samaria (un grupo de 63 óstracos de cerámica), con inscripciones en caracteres hebreos, encontradas en la sala del tesoro del palacio de Acab (Ahab) destruido en el 750 a.C., estas listas registran partidas de aceite y vino recibidas por la corte, probablemente como pago de impuestos, parecen indicar un sistema administrativo similar al de Salomón. Fueron encontrados durante una excavación en 1910, por un grupo de arqueólogos. Datan, probablemente del 850 a.C. Los textos registran cargamentos de aceite y vino traídos para Samaria de varios lugares vecinos.

[10] Idem., p. 360 al 362.

[11] Jorge PIXLEY, “Oseas. Una nueva propuesta de lectura desde América Latina.” In: REB (2): p. 68, 1986.

[12] Henry CAZALLES, História política de Israel. Desde as origens até Alexandre Magno. Paulinas, São Paulo, 1986, p. 171 al 175.

[13] Martín METZGER, História de Israel, Sinodal, São Leopoldo-RS, 1988, p. 84 al 89.

[14] Roland de VAUX, Instituciones del Antiguo Testamento, Herder, Barcelona, 1985, p. 115.

[15] Karl MARX, “Formações econômicas pre-capitalistas”. In: Jaime PINSKY (Ed.), Modos de Produção na antigüidade, 3° ed., Globo, Río de Janeiro, 1966, p. 13.

[16] Siegfried HERMANN, Historia de Israel en la época del Antiguo Testamento, Sígueme, Salamanca, 1979, p. 36.

[17] François HOUTART, Religião e modos de produção pre-capitalistas, Paulinas, São Paulo, 1982, p. 19.

[18] Jaime PINSKY, Monoteismo e modos de produção, p. 258.

[19] Rafael de SIVATTE, “Crítica profética a los imperialismos y a la religión nacionalista”, REVISTA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA (4): P. 102, 1985.

[20] Norman K. GOTTWALD, Introdução socioliteraria à Bíblia Hebraica, Paulinas, São Paulo, 1988, p. 342.

[21] Jorge PIXLEY, op. cit., p. 82. El autor se apoya en el estudio de H. Larreh "Israelity Society as reflected in excavations of eight century cities".

[22] Roland de VAUX, op. cit., p. 311.

[23] John BRIGHT, op. cit., p. 345.

[24] G.H. WITTENBERG, King Solomon and the theologians, Univ. Natal Press, Pietermaritzburg, Sud Africa, 1988, p. 3.

[25] Idem., p. 345.