A pesar de que el daño siempre es causado por la intención malévola de una persona hacia otra, sea por acción directa de sí o por encargo del "trabajo" a un "brujo" maléfico, M., si lo sabe, reserva este dato para sí y no lo revela:
"… a mí me lo pueden mostrar así, me da su nombre, se la puedo describir, o me dicen el marido, el lana [o "pata de lana": amante de sexo masculino], la cuñada, la esposa, lo siento, pero no le voy a decir, a mi no me interesa quién la dañó, a mí lo que me interesa es que usted se sienta bien …".
Las técnicas de producción del daño, reservada en otros tiempos a especialistas del mal, en la actualidad se han popularizado hasta el extremo de que cualquiera puede practicarlas con sólo adquirir los elementos y la bibliografía correspondiente en el comercio de turno:
"… por ahí si usted ve una santería va a ver cincuenta mil cosas, puede ver muñecos, y ahí hay personas que ponen la ropa de la persona y después le cosen, lo pinchan. Usted no se imagina de todas las cosas que hay, lea la revista Predicciones y ahí se entera para hacer un daño, porque ahí le dice: "Usted quiere, usted tiene algún enemigo, quiere sacar un enemigo, bueno haga esto, esto y esto", y la persona va y lo hace no solamente que tenga un poder el curandero, un parapsicólogo, un brujo, lo que sea, un chamán para hacer daño, la gente hace eso, hay libros, usted va a una santería compra cualquier libro y le dice [como hacer] cualquier clase de trabajo …".
Otro caso particular es el relacionado con la posesión demoníaca y que se manifiesta por ciertos comportamientos extraños y aberrantes de la víctima. Aquí M. aplica una técnica basada en el uso de oraciones y agua bendita:
"… como me ha tocado casos de exorcismo, le traen a la persona que está poseída, por ahí está ahí sentada y le estoy hablando o estoy curándola por intermedio de la oración y la persona me sale con: ¡grrrr!, bueno, siempre uno en nombre de Dios, agarra el agua bendita y toma fuerza, le da el poder de la oración [para] sacarle lo que tiene. Me han tocado muchos casos".
Otra de las tareas relacionada con el daño es la limpieza de casas que implica la eliminación de "energías negativas" que perturban la vida de sus ocupantes, causadas por sucesos violentos o luctuosos ocurridos en las mismas, la acción nociva intencional de algún desconocido, la presencia de espíritus maléficos o aún la propia fuerza mental de alguno de sus ocupantes (poltergeist):
"… hechos que pasaron o que se los mandaron; [alguien] le tira tierra del cementerio, si se mueven cosas solas puede serlo a través de la mente de la persona sin saberlo, es en telekinesia, que [lo hacen] sin saber, pero hay muchas cosas que son espíritus mandados …".
Cualquiera de estas circunstancias produce ciertos efectos que atemorizan y pueden incluso afectar físicamente a los habitantes de estas casas:
" … produce que la gente ve sombras o escucha [ruidos], o se le caen las cosas o hay siempre peleas, se mueren los animales o las plantas, porque los animales son receptivos, un gato o un perro ven las cosas, las plantas también son receptivas, [la gente puede ser afectada] en la salud; [si vamos dos es] más fuerza. [La gente necesita limpiar la casa] porque sienten cosas escuchan cosas, la gente misma le dice: – En mi casa pasan cosas extrañas ¿qué pueden ser?– …".
Para la desinfección se queman ciertas hierbas y resinas con cuyo humo, que evoca el poder purificador del fuego, que arrastra y se lleva las fuerzas nocivas (Idoyaga Molina, 2001 b) que infestan el lugar, se sahúman todas las habitaciones mientras se rezan las consabidas plegarias:
"… resinas, hierbas. Y resinas son el incienso, la mirra, el benjuí y todo eso que está mencionado en la Biblia, los carbones que se utilizan carboncitos, carbones común, de piedra o carbón que se vende en las santerías también, para quemar, para echar eso y hacer ese humo, también se cura por intermedio de una oración las casas".
Para todos los casos, sean de personas o cosas las afectadas, las oraciones se recitan durante el ritual de curación y luego de madrugada durante siete días seguidos:
"Siempre con oraciones todos los santos días, una vez por día [durante siete días] la oración para pedir por el otro ser humano, si uno le pide a Dios todas las cosas todas las mañanas, [a las cuatro de la mañana] por cada persona que necesita …".
Algunas de estas oraciones son características de la liturgia católica como el Padre Nuestro y los Ave Marías que se utilizan para reforzar la curación, otras son de propia factura como la utilizada en el caso de la pata de cabra por ejemplo, y otras extraídas de un libro de oraciones bastante heterodoxo[22]
"Si usted quiere tener oraciones, acá tiene, este es un hermoso Breviario. El tiene [de] Panchito Sierra, la Madre María, Antoñito Gil, San La Muerte … todo lo que la gente cree en Tucumán, en distintas partes, en Corrientes, ahí le dice todo, y están las oraciones con que la hermanita Irma curaba también a la gente; [este Breviario] yo lo compré en Salto Argentino, donde está el maestro Panchito Sierra. [Yo uso estas oraciones] muchas veces …"[23].
Las oraciones del Breviario a que hace referencia M., nos introducen en el tema de estos curanderos y milagreros famosos de aquí (Passafari, 1995) y de otras partes del mundo a los que considera maestros ascendidos[24]y de los cuales es devota:
"… en el mundo espiritual, ella es una maestra la hermanita Irma, nuestro Panchito Sierra y la Madre María, bueno, ha tenido un don de curación que Dios dio, para mí es un maestro ascendido como es Saint Germain[25]como en otras religiones, en la religión esa del Sai Baba[26]también es un ser de luz que está vivo, materializa cosas, yo tengo cenizas que me han traído de allá [de la India]; también por ahí la utilizo para un velón, cuando una persona que está muy mal, le pido al maestro …".
La invocación por medio de la oración a los santos del catolicismo (San Cipriano, San Cayetano, San Pedro, etc.), a los canonizados popularmente (Pancho Sierra, la Madre María, Gauchito Gil) o provenientes de corrientes esotéricas (Saint Germain) o regiones exóticas (Sai Baba), incluye también a los dioses sincréticos afrobrasileños:
"… Oxalá es el Sagrado Corazón de Jesús, todos los santos [de] ellos son todos los mismos santos que nosotros, nada más con distinto nombre, Oxalá es el Sagrado Corazón de Jesús, Ogún es la Inmaculada Concepción, Xangó hay joven y viejo, bueno, San Marcos, Ogún es San Jorge …".
Por último, debemos mencionar otro recurso terapéutico, quizá marginal en el caso de M., como es el uso de hierbas medicinales sobre las cuales existen libros y guías de orientación apropiadas para el uso del habitante urbano, a diferencia del habitante rural cuyo conocimiento y uso directo es natural y cotidiano:
"[uso hierbas] para mí, para mis hijos, mi familia pero yo lo único que tomo es yuyos, no tomo nunca un medicamento, nunca voy al médico; [se consiguen] en herboristerías, para eso esta el libro de las mil hierbas para curar esto, el otro y se toma té de hierbas …".
En relación a la cantidad de gente que suele acudir a su consulta, M. no parece tener la fama ni concitar la atención de un público numeroso como en otros casos[27]
"… esto no es de mucha gente, usted sabe que hay tiempos que sí y tiempos que no …".
No obstante el número de personas que acuda o no a su consulta, la atención es gratuita cuando el caso depende exclusivamente del don de curación:
"… yo lo que no cobro es enfermedades, de que uno va ayudar, o de que me traigan una criatura, o que [me digan:] – M., me [duele] mi estómago ¿me curás?- porque es algo espiritual, es un don que me dio Dios para ayudar a la gente, no puedo utilizar una cosa que me dio gracias a Dios para cobrar …".
Pero en la aplicación de técnicas aprendidas por su propio esfuerzo e inversión sí lo hace:
"… yo cobro lo que a mi me cobraron para mi carrera, en parapsicología hay muchas mancias [técnicas adivinatorias realizadas por medio de la lectura de determinados signos tales como por ejemplo las líneas de la mano en el caso de la quiromancia], está la del café, la del té, la de las agujas, las cartas; [en el caso del tarot mucha gente viene.] Todos [vienen] a ver qué es lo que le dicen las cartas, cómo le va a ir, la gente se sienta ahí y no le dice nada, es usted la que tiene que interpretar las cartas …".
Y para esto tiene una tabla de aranceles según el tipo de técnica empleada, el trabajo o el peligro al que pueda estar expuesta:
"… yo no mato a nadie, cobro diez pesos; [el tarot] diez pesos; [las cartas españolas] diez pesos, la consulta es diez pesos; [las velas] la hago traer a la gente; cuando voy a domicilio, porque yo atiendo mucha gente a domicilio, tengo otra tarifa, lógico, yo me tengo que mover, tengo que ir, cada persona son dos horas que estoy; yo, a la persona merece tiempo para preguntarme, que lleguemos a algo, que usted se vaya bien …".
La limpieza de casas, tarea peligrosa si las hay[28]implica los mayores aranceles:
"… yo cobro cien pesos para curar una casa, pero no voy sola, voy siempre con un compañero porque es muy pesado; hay casas que están muy dañadas o por la misma gente o por cosas que le tiran y uno se agarra todas las porquería esas; uno corre riesgos".
Para trazar un breve perfil de M. en su rol de terapeuta, debemos referirnos en primer lugar a sus inicios adolescentes como receptora de un don de curación de origen divino que le permite advertir manchas de colores sobre los cuerpos de las personas que indican la presencia de enfermedades físicas. El otorgamiento de este don conlleva la obligación de cumplir una misión de solidaridad con el prójimo. Este hecho, desencadenante de su alteridad, la llevará en una primera etapa de formación a realizar el aprendizaje, dentro de su propio entorno social, de rituales de curación de enfermedades tradicionales tales como la culebrilla, la pata de cabra y el estómago caído.
Impulsada por una creciente avidez de conocimientos, M. acude posteriormente al aprendizaje formal en una escuela de parapsicología donde estudia magia, chamanismo, terapias alternativas, artes adivinatorias, etc. A partir de esta segunda etapa M. se califica a sí misma como "médica espiritual" con incumbencias bien delimitadas que no se oponen sino más bien se complementan con la biomedicina a la que deriva aquellos casos que no considera de su competencia.
Para M. la enfermedad proviene de intencionalidades negativas como en el caso del daño sea por maldición o por acciones mágicas, desequilibrios energéticos, posesión demoníaca, la ocurrencia de sucesos trágicos, la contaminación de personas u otros objetos, y abarca no sólo el cuerpo físico sino también el emocional y lo social. Las técnicas de diagnóstico se hacen ahora más complejas que las originales de las manchas y la observación de ciertos síntomas en el enfermo: ahora se suma la visión del aura, cuyas capas y colores revelan, además de las enfermedades físicas, los rasgos de personalidad y los trastornos emocionales, la interpretación de los velones, las cartas, las sensaciones del propio cuerpo, entre otros, aumentando así su campo de acción.
Las técnicas de curación consisten por un lado en la ejecución de rituales compuestos por ciertas acciones realizadas con objetos o gestos (tinta china, velas, agua bendita, señales de la cruz, etc.) sobre el cuerpo o las pertenencias del enfermo, sea que se encuentre presente o alejado, y el rezo de oraciones, a veces de factura propia, a diversas deidades (santoral católico, canonizaciones populares, esotéricos, afrobrasileños, etc.), repetidos tres veces por día y que se repetirán durante tres, siete o nueve días según el caso, hasta lograr la remisión de los síntomas, y por otro en la imposición de manos con el fin de armonizar las energías corporales cuando el cuadro así lo aconseje (mesmerismo).
A pesar de las dos fases temporales que hemos delineado en la formación de M. a partir de la aparición del don de curación, en la práctica diaria ella utiliza todos los conocimientos aprendidos desde el principio según los casos que deba tratar. Por otro lado, la suma de estos conocimientos aunque sean semejantes en muchos aspectos a los adquiridos por otras personas, terminan cristalizando en una configuración particular propia.
Nuestro segundo informante, A., es un hombre joven, de cuarenta y dos años al momento de la entrevista, procedente de la provincia de Buenos Aires y que vive actualmente en la localidad de Libertad, partido de Merlo. Colaborador de M., no parece, empero, tener las mismas habilidades ni haberse iniciado del mismo modo. En efecto, A. no pareció recibir un don tan claramente marcado. Su comienzo se debe más bien a un creciente interés por estos temas que aparece a los dieciséis años aproximadamente y por la ocurrencia de ciertos hechos extraños o desgraciados acaecidos con el transcurso del tiempo:
"…yo de los dieciséis años que estoy en esto, ya andaba en todos lados, espiritismo, curanderismo, brujos, hechiceros, de todo había, era algo que llamaba la atención, lo atrae, quiere saber cuáles son las verdades, ya había un orden espiritual dentro de uno. Para ser interesado tiene que haberle pasado cosas, fracasos, mala suerte, o cosas raras que no entiende qué pasa, entonces se es ayudado o uno busca ayuda".
Además de la mala suerte o los fracasos personales, A. se refiere a las "cosas raras", inexplicadas, que ha observado y que son especies de figuras fantasmales de variado color, alineación de estrellas en Nochebuena, interpretada como mensaje divino, duendes, almas en pena, premoniciones:
"… he visto salir de la casa de mi padre una figura rosa, color roja, que avanzaba hacía un portón, no la supe identificar qué era y hasta dónde quería llegar, después vi otra figura tenue, amarillenta, como la figura de una persona que avanzaba también a ese portón …".
"… otro fenómeno que vi fue un veinticuatro a la noche, ver estrellas así, una tras otra, mirando, veinticuatro a las doce de la noche, miro así, pero fue una sola vez en la vida que vi esas estrellas juntas; que yo le doy una interpretación como que venía de parte de Dios, un mensaje de Dios, algo me estaban diciendo".
"… otra vez estuve en una casa donde se me presentó un enanito así chiquito, viejito, con dientes, desnudo; yo digo: ¿y éste quién es?; se me pararon los pelos. Lo único que dije: – ¡Creo en Dios y en vos no! ¡Andá a la puta que te parió! –Yo nunca más en mi vida volví a ver lo que vi, lo atribuyo a que podía haber sido un gnomo, un duende, era simpático, me miraba así, simpático, pero fue espeluznante cómo me agarró miedo por la contestación que le di. Después me volví a dar vuelta y no estaba más …".
"… una noche empecé a sentir llorar a un bebé, se oía medio lejos, -¿Qué es eso? – le digo a la persona que yo iba ahí a esa casa: – No sé, siempre se escucha, cada tanto que llora – Y me fui a investigar y de un pozo de un baño era de donde venía el llanto. Habían tirado, interpreté así, un bebé vivo y recién nacido que murió ahí. Digamos que la agonía lo mantiene vivo, pero como energía negativa ahí está, está latente, entonces es la impregnación psíquica de ese bebé que está ahí, que está movilizando cierta energía de la vida antes de la muerte. Por el sufrimiento se da a conocer para que lo vayan a ayudar".
"Y entonces de ahí fue mi interés por saber ciertas cosas que no entendía porqué pasaban, fenómenos con el sueño, ver cosas en sueños, algo que se me relacione para [ver] que me pueda pasar en la semana, [tengo un sueño que] tiene una premonición de algo que me [va] a pasar, pasaba, no muy a menudo, pero pasaba; [otra cosa era que] quería ir a algún lado y no podía porque se me trababa o porque tenía que hacer esto, aquello, lo otro y no llegaba, y después seguro que pasaba algo; si yo iba y insistía mucho, me podía accidentar o pelearme con alguien, se me cruzaba todo mal; si yo le hacía caso a mi instinto de no ir cuando me pasaban esas cosas, que ya de entrada se me bloqueaban los caminos, no me pasaba nada si me quedaba tranquilo".
Esta inquietud generada por la experiencia de estos fenómenos insólitos llevó a A. a querer saber más al respecto y, al igual que M., primero comenzó con el adiestramiento en prácticas curativas de afecciones tradicionales aprendidas en el propio medio social, tales como la cura del empacho, la pata de cabra, el dolor de cabeza y de estómago:
"… el que aprende eso va a decir: – Bueno, te curo del empacho- y agarra una cinta de un metro y medio y lo empieza a medir, lo mide y le hace una cura del empacho por medio de la cinta …".
"… un dolor de cabeza le saca con un paño de vinagre, lo miro así en la vista, y le dijo: – Bueno, ¿te está pasando? – tratamos de sugestionar a la persona, hacerla sentir bien, cosa que le está hablando y le está diciendo: – Sí, sabés cómo me duele la cabeza -, – Ah, bueno – y le habla de otras cosas, y al rato le dice: – Ya me está yendo – …".
"… con malestar del estómago, le pone un paño e" vinagre y se empieza a calentar el trapo, saca, lo exprime bien, lo vuelve a empapar con vinagre, lo vuelve a poner hasta que se le vaya el calor del estómago [que tiene que ver] con la molestia. Pareciera que lo chupa [al dolor] porque sale caliente el trapo después, o que le pasen un limón por el cuerpo y después vaya y lo prenda fuego, para que se queme bien; [agarra un limón] entero, lo pasa todo, lo único le dice a la persona que se le va a ir el dolor que tiene, donde le anda doliendo se lo pasa, lo pasa, lo pasa, lo pasa, y después cuando ya está decidido a quemarlo, lo pone en la hornalla y lo prende, es como que absorbe lo que sea negativo …".
"Una vez sola tuve un caso de pata de cabra, después no tuve nunca más …".
El uso del vinagre[29]la mayoría de las veces mezclado con agua, cura el dolor de estómago (considerado como la intrusión en el órgano de una entidad negativa cálida) por medio del pasaje reiterado de un paño embebido en dicha disolución fría sobre el vientre del paciente que extrae paulatinamente el mal bajo la forma de calor. Lo mismo sucede con el limón (entero) que lo quita absorbiéndolo en sí mismo luego de lo cual debe ser quemado para destruirlo. En la técnica del paño embebido en agua y vinagre se manifiesta una combinación de ideas: por un lado la idea de la extracción del mal (Laplantine, 1999) que implica la incorporación previa de un patógeno responsable, y el concepto de cálido/frío propio de la medicina humoral (Foster, 1994; Idoyaga Molina, 1999b) que supone que la naturaleza de este patógeno es cálida y se combate por su opuesto frío, en tanto que en la técnica del limón parece preponderar sólo el principio extractivo, ya que el informante no específica en este caso claramente la calidad de cálido del patógeno, sino que pone énfasis en su absorción por el limón y su quema posterior; ambos modos, a su vez, implican la idea del poder del fuego y del agua como elementos, si bien antitéticos, purificadores por excelencia (van der Leeuw, 1975:49-55/329-335).
La cura del dolor de cabeza parece un caso ecléctico: junto al uso de la sugestión definida como una inducción al estado de bienestar por medio de la palabra y la mirada del terapeuta, elemento terapéutico más moderno, se imbrica la técnica del agua y del vinagre, elemento más antiguo o tradicional. El uso de la sugestión provendría entonces de la formación posterior de A. que, como veremos a continuación y al igual que M., siguió derroteros más formales:
"… [fui a estudiar] hasta llegar a profesor en parapsicología. Acá hay una Asociación de Parapsicólogos en la Provincia de Buenos Aires, ahí me recibí de parapsicólogo. Después fui a otro lugar adonde me recibí de profesor, en Capital. [Yo he estudiado] clasificación de fenómenos, sobre la clarividencia, y ahí un desmenuzamiento de qué es la percepción, qué es la videncia, qué es un médium escribiente, un médium oyente. Pero de ahí a llegar a atender una persona, es otra [cosa], no queda ahí no más".
Su objetivo en formarse en el campo de la parapsicología no es con fines prácticos, ya que en principio declara no atender pacientes, sino con fines informativos. Pero este conocimiento le permite explicar la estructura de los campos astrales (aura), componente energético importante de la forma humana, y su relación con la enfermedad y la salud[30]
"Los campos astrales envuelven a la persona, son varios que la envuelven; esa es la protección psíquica que tiene el ser humano. Si alguien le quiere hacer algo, tiene que pasar primero esos campos astrales, si no lo pasa no logra afectar la salud de la persona. Esos campos astrales tienen que ver con [la] energía que envuelve a la persona, son varios campos astrales a la vuelta, hasta más o menos un metro treinta, un metro cuarenta calculo yo …".
Los campos astrales, como capas de cebolla, son los bastiones de la salud que de ser derruidos, abren el paso a toda clase de influencias nocivas intencionales productoras de enfermedades:
"… si se pasan esos campos astrales con la mente o con trabajos espirituales, pueden, rompiendo eso afectar a la salud".
Pero si el individuo se encuentra en buenas condiciones físicas y espirituales, sus campos astrales serán una defensa formidable contra estas influencias dañinas:
"… hay personas que lo atacan de miles de formas y no le pueden entrar con nada, siempre están bien. Y esas personas en especial tienen que sus campos astrales están muy bien, no [están] rotos, entonces al no [poder] ser fisurados, no le pueden afectar a la salud. Tiene que ver con el espíritu de la persona, con la energía que tiene, con su modo de vivir, y porque se alimenta bien, porque es un tipo muy elevado espiritualmente".
Pero cuando la persona no tiene esta fuerza espiritual y física y sus cuerpos astrales están debilitados por falencias en cualquiera de estas dos áreas, puede sobrevenir el mal bajo la forma del "ataque psíquico", cuya técnica es semejante tanto para la producción como para la supresión del daño:
"… pueden darle una orden mental, pueden llegar a materializarlo pinchando con algo a uno; por ejemplo, yo me acuerdo de usted y póngale que mi trabajo sea tratar de llegar a usted para tratar de que sienta algo; si yo logro pasar los campos astrales suyos, yo puedo poner una orden sobre usted, pero primero yo lo tengo que materializar a usted, tengo que pensar en usted fuertemente y buscar las horas que voy a trabajar más o menos, ver en qué horas duerme, en las primeras dos horas y en las dos horas últimas, antes de que se levante, yo lo puedo influenciar parapsicológicamente, hasta lo puedo llegar a hacer sentir que le duela en algún lado. [Puedo] astralmente llegar y tocar en una parte de la persona para que yo pueda llegar a entrar. Busco una puerta para poder entrar hablando con su yo interior, pidiéndole permiso para que me deje entrar para poder ayudarlo, y si no, no lo pide así, se dirige uno a la persona y trato de materializarlo; materializar significa traer al espíritu de esa persona y sentirlo que está vivo donde uno lo tiene enfocado para poder trabajar sobre él …".
La técnica del ataque psíquico consiste básicamente en atravesar la barrera de los campos astrales de la persona por medio de la fuerza mental del operador ejercida a través del pensamiento fuerte dirigido hacia ella, sea para ayudarla o para dañarla, en determinadas horas del día durante las cuales se cree que la fortaleza de los cuerpos astrales decae, poder de este modo entrar dentro de la víctima, dialogar con su yo interior, o, caso contrario, lograr por medio del mismo pensamiento fuerte la atracción de su espíritu a un foco o punto donde el operador pueda trabajar. Entonces, una de las técnicas implica la introducción de la fuerza mental del operador dentro de la víctima y la otra la extracción de espíritu fuera de la misma para poder operar sobre ella. En cualquiera de los dos casos la persona afectada es capaz de sentir los efectos de esta acción sobre su propio cuerpo, aunque no sea consciente de la agresión o de la ayuda que se le proporciona por este medio:
"Hay personas que tienen la capacidad hasta de llegar a pinchar con una aguja, hay producción de dolor, hasta se puede llegar a lo que yo llamo estigmatización[31]lograr lastimar a alguien porque [se] logró pasar los campos astrales de la persona, es una forma de producir estigmas y aún producir alguna anormalidad en el cuerpo…".
A estos casos concretos de los efectos de una acción mental agresiva o ataque psíquico, A. lo define lisa y llanamente como daño:
"… hablamos de daño o mala intención. Se usa para ayudar, pero lo puede dañar también".
A continuación nos da un ejemplo de su trabajo:
"… porque yo a veces atiendo gente y me traen alguna cosa para que la capten a la energía. Le voy a traer algo. Es [una pequeña imagen de Buda de más o menos tres centímetros por dos, de color amarillento claro o crema, parece de piedra y está bastante manoseada] teniéndolo en la mano, yo he probado en varias personas que sintieron como latidos fuertes en la mano, mucha transpiración en la mano, este es producto del trabajo de un mentalista que no conozco. Lo compró al Buda. Después lo materializó y dándole ordenes mentales para llegar él hacia personas que quería afectar. Entonces lo dejó en la casa. Esto me lo trajo un cliente. Luego esto se comprobó que tiene una energía desconocida, molesta. Son vibraciones más fuertes que hasta producían aceleraciones del ritmo cardíaco, esto fue mandado por un mentalista como regalo a una casa; después de donde está dirige con su mente las intenciones; mientras esto está en la casa, él está haciendo daño a esas personas. Esto viene a ser un intermediario, una figura intermediaria para poder [cometer] actos negativos para las personas que viven en la casa; yo primero lo iba a tirar, después no".
Ahora vemos un elemento nuevo en la técnica del daño que hasta ahora era sólo mental: el uso de un intermediario físico para transmitir la negatividad hacia la víctima, tal como es este caso una pequeña figura de piedra que representa un Buda y que puede a su vez ser utilizada para doblegar al agresor y ponerlo al servicio del mentalista con el objeto de ayudarlo en sus tareas terapéuticas:
"… entonces, dentro de lo espiritual, la pregunta que yo me hice: – ¿Qué hago con esto, lo tiro o lo dejo? – me dice: – Objeto desconocido, negativo, con vibraciones negativas, tirarlo al río, despacharlo [a] cualquier lado, dejarlo -. cuando yo pregunto a mi yo interior, me dicen que lo use para trabajar como yo quiera; me dice: – Trabajá con el espíritu del señor este que hizo este trabajo – Trabajar significa que yo puedo emplearlo para lo que yo quiera, y voy a ver en qué se desempeña mejor después. Cuando yo le pida: – Necesito que tal persona consiga trabajo -, yo me voy a fijar si él es bueno para eso; después, cuando vea que no pasa nada, voy a seguir investigando: – Quiero que le saque el daño a tal persona -, hasta lograr ver y darle tiempo, calculo que le tengo que dar siete días para cada tarea cuando yo empiece con eso y ver. Yo sé como se llama el nombre y apellido de este hombre que está trabajando con esto y que esto está como presencia absoluta de él; entonces yo voy a utilizar esa energía para ayudar …".
La dominación del espíritu del agresor por el mentalista a través del objeto intermediario del daño, así como su propia ambivalencia, muestra una notable semejanza con algunos casos del chamanismo sudamericano en relación a la adquisición de ayudantes y otros temas conexos (Chaumeil, 1995 y 1998; Califano, 1974; Califano y Gonzalo, 1995). En relación con el caso del ejemplo, el objetivo del agresor es cambiar una grave enfermedad que padece por la salud de la víctima, es decir, "transmutar" la propia enfermedad chupándole la salud al otro: este acto de "chupar" la salud es definido por A. como "vampirismo psíquico":
"… el hombre tendrá sus sesenta y dos años; [tiene] un problema de cáncer en un pulmón y trabaja con transmutaciones: cambia su salud por la del otro, ese es como vampiro psíquico …".
Llegado a este punto debemos aclarar ya que A. se define como "mentalista", la cual sería entonces su especialidad actual:
"… yo me identifico como mentalista; a lo largo del tiempo, de todo lo que he recogido como información, terminé siendo mentalista, utilizando todo lo que me sirva, que veo que me es útil y habiendo desechado un montón de cosas".
Esta especialización se basa en la línea de trabajo de un "mentalista" mediático conocido como José María Herrou Aragón[32]del cual ha aprendido la técnica del "ataque psíquico" y otros tópicos que se verán luego:
"[Aragón] habla de ataque psíquico: hay otro libro que se llama Ataque Psíquico, [dice:] si se es atacado y se logra saber quién es el que lo ataca, él propone que proyecte una imagen de la persona y que [trate] de hacerle entender que no tiene que molestarlo. Y este tratar de hacerlo entender es usar cualquier método que pueda producir daño, un palo, una martillo, una tijera, avisándole que no lo tiene que molestar más. Si esa persona insiste en molestarlo, con dos o tres veces que se haga trabajo mental [y] no cambia su actitud, se le sigue trabajando, hasta se lo puede enfermar hasta que deje de embromar, por eso se llama "ataque psíquico" la técnica. Mentalmente yo veo que a la persona la estoy golpeando y diciéndole: – Mirá, no te metas conmigo, yo no te hago nada, no me molestes – mentalmente lo estoy golpeando …".
Esta técnica del "ataque psíquico" es en principio utilizada para la defensa, aunque también pueda utilizarse, como presumimos, para la implementación del daño cuyo resultado es calificado ahora como enfermedad espiritual. Ante su presencia el mentalista actúa de la siguiente manera:
"… como mentalista, yo le digo a la persona: – Paráte ahí – y le digo: – Cerrá los ojos, llama al responsable de tu suerte -; puede estar en el estado de trance como por ahí no, o por ahí empieza a zarandearse para un lado y para otro, hace que posiblemente venga esa [persona], ese ataque de dónde vino, puede decirme el nombre, apellido también. Y ahí le pregunto [al atacante]: – ¿Cómo te llamás? -, por ahí a veces se niegan a contestarme, pero le pregunto: – ¿Cuál es tu misión? ¿Qué venís a hacer? – A veces hasta llegamos a charlar media hora. Podemos decir que está "transferido" de personalidad, que es otro con distinto nombre, actúa diferente …".
De este modo el mentalista establece un vínculo con el agresor a través de la víctima. El productor del daño generalmente es otro especialista en el arte del daño al cual puede habérsele encargado la realización del "trabajo", a diferencia del caso del vampiro psíquico y la transmutación o intercambio de la enfermedad por salud:
"… personas que van y que piden un trabajo a otro; dicen: – Mirá, a esta persona, quiero molestar -. Y bueno, yo tengo la capacidad, no todas las veces se da de que pueda conectarme así con la persona, pero yo digo pensando en tal persona y la persona después se cae sola. Y si uno piensa en una persona y se cae sola es porque algo esta pasando con esa persona. Me tiene que traer a alguien que tenga un problema, yo lo trato y vamos a encontrar ese fenómeno. Si alguien me pide que dañe a una persona, yo digo que no, porque uno cuando llega a ser ya profesional en esto no se mete en esas cosas. Si a una persona injustamente la están dañando, yo hago todo lo posible por ayudarlo para que salga adelante; no me interesa si la persona que lo estuvo molestando se enferma, se daña o se muere, porque yo lo único que hago es sacarle lo malo que tiene la persona que vino a pedirme que lo ayude …".
Aquí A. se muestra como un profesional que realiza su trabajo cuando alguien acude a él en busca de ayuda. Si bien niega ejercer el daño si se lo piden, el resultado de su trabajo de ayuda puede a su vez dañar, enfermar o incluso llevar a la muerte al presunto agresor. Pero no sólo A, aprendió de Aragón la técnica del ataque psíquico, sino también otras menos agresivas que podríamos denominar técnicas de "programación mental" destinadas a modificar malos hábitos y problemas de conducta social:
"… es a la noche por lo general la programación, porque la persona empieza: "necesito superarme en todos los sentidos", y es una cosa que va accionando la mente [de forma] diferente, a lo primero se niega cuando una persona tiene caminos equivocados, es tomador, es fumador, tiene malas compañías; se opone la mente a que cambie, el inconsciente no quiere cambiar; el profesor le explica que el ser humano cuando es chico, hasta los cinco años, seis, se le graban las cosas positivas y negativas, si en ese trayecto fue mucho de lo negativo, [eso] es lo que le va a quedar como mala suerte en el futuro. Eso negativo va a tratar de luchar que no cambie, porque la persona va a estar programándose hasta que se quede dormido, por eso funciona en la noche, para que le grabe adentro; también está [de] parte de la persona que diga: – Bueno, si la influencia [que recibo] para estar en un boliche son los amigos que tengo, ¡no!, tenés que dejar los amigos que tenés, porque ellos te van a llevar al boliche – para que pueda cambiar si no, no va a cambiar …".
Esta programación consiste entonces en una serie de premisas orientadas a lograr un fin determinado en la cual la persona se las repite a sí misma generalmente por la noche, antes de conciliar el sueño, para modificar conductas percibidas como negativas y con el auxilio de la voluntad personal. Aboga por las bondades de este método y manifiesta un punto de vista crítico respecto de la psicología, ciencia inoperante en cuanto a la resolución rápida de los problemas espirituales que aquejan a la gente:
"… la psicología es una gran ayuda para el ser humano, pero a su vez lleva mucho tiempo para que lo levanten a una persona. Es más fácil que lo levanten con programación que con el psicólogo. La terapia de la psicología es lenta porque es hablar y hablar horas y horas, si es posible todos los días para que haga su descarga psíquica la persona. Y acá en otra forma, con la parapsicología lo descarga si le da programación a la persona …".
No deja entonces de ensalzar las virtudes de las ciencias parasicológicas y de alguna de sus disciplinas en particular como la radiestesia:
"… en otros países desarrollados ya están trabajando con parapsicología con la radiestesia[33]para localizar lugares afectados, inclusive a la policía misma le sirve para identificar o para localizar personas; están [también] los videntes, [buscan] chicos perdidos o gente que está sepultada …".
Más cauto con la biomedicina que con la psicología, considera que su incumbencia son las enfermedades espirituales, diferentes a las que cura la biomedicina en cuyo campo no se entromete:
"El problema de [las] enfermedades lo arreglan los médicos, en esos casos no me meto, pero un problema de un ataque psíquico o un ataque espiritual uno tiene que llamar al responsable para que venga sobre la persona …".
No obstante, manifiesta algunos reparos relativos a la relación biomédico/paciente:
"… son pocos los médicos que tienen la capacidad de hacerle sentir confianza en que lo quieren ayudar. Eso es lo que desmoraliza al ser humano, para que no pueda encontrar justo esa armonía de vibración de persona a persona, ahí es el problema grave …".
Si bien el mentalismo es el punto fuerte de nuestro informante, este también conoce otras técnicas tales como las relacionadas con el uso de velones y jabones:
"…velomancia, se lee las velas cuando queda el resto, cuando explotan, cuando se parten o se prenden fuego; detectan qué tiene esa persona, cómo está, hay un mensaje que pinta por figuras o ves que se prenda fuego un velón y estás sabiendo que esa persona esta muy atacada, que no es fácil sacarla y con un velón no le va a hacer gran cosa, va a tener que seguir prendiéndole velones y haciéndole diferentes clases de liberaciones, por medio de jabón de coco, velones pa" San Cipriano o velones pa" Cristo, para quien sea, para poderlo ayudar a que se limpie. Jabón de coco puro se usa para que se pueda lavar, para que se le arranque lo negativo de encima. Una vela tiene que durar siete días y siete noches. Si dura [menos], todavía no está bien la persona, hay que seguirle poniendo velón hay que volverle a hacer otro trabajo de velón. Y encima si terminara a los siete días se ve también en la envoltura, el celofán que lo cubre, o plástico, cómo queda chorreado adentro, porque se lo lee en el fondo y en los costados también, todo eso le va a dar la pauta de cómo lo va a interpretar uno; después cuando ve a la persona, vos le decís: – ¿Cómo está? -, y la persona tiene que estar bien o más o menos; lo va a ir diagnosticando cómo está para poderlo seguir ayudando".
En este ejemplo vemos una descripción del el uso de la velas como técnica de diagnóstico en tanto se interpretan como signos las deformaciones que sufren mientras se consumen, por un lado, y por otro como técnica de curación en cuanto es usada durante siete días en conjunto con oraciones o invocaciones a determinados santos para exorcizar el mal como ya vimos en el caso de M. Cabe agregar a este respecto la necesidad de que la vela se mantenga encendida durante siete días para culminar el proceso curativo que coincidirá, al cumplirse el hebdomadario, con la consumación de la virtud sagrada implícita en el número. Si no fuera así, el proceso debe repetirse. Vemos también el uso del jabón de coco para liberar o limpiar lo negativo contaminante que el terapeuta percibe como suciedad sobre el aura del enfermo.
Asimismo, y a modo de ejemplo de la rica variedad de técnicas terapéuticas por las que puede optar un enfermo, A. nos cuenta una experiencia personal, ya no como profesional sino como consumidor de estos servicios en la figura de su padre:
"… mi padre tenía un cáncer terminal que lo venía afectando, no se pudo parar; ese hombre curaba con la tierra, con el barro: a él le habían traído o él había ido a la tierra de Israel y traído "tierra santa", una tierra milagrosa que es curativo. Y había llevado a su casa acá en Entre Ríos, y ahí en ese lugar hacen el barro ese y después le pasan en el cuerpo, un trabajo así, todo embarrado, y se deja secar en el cuerpo, como dos horas lo dejaban secar, o una hora, y después lo lavaban todo; después venía otra curación que era con el estiércol de la vaca, todo pegado solamente en los lugares afectados, y el barro en todo el cuerpo le ponía a mi padre que tenía cáncer en el pulmón. Bueno, esa era la forma de curar de esta persona …".
Si bien A. en ningún momento manifiesta usar métodos de esta naturaleza, que podríamos calificar como una forma de medicina que combina el poder de lo nauseabundo (estiércol) con el poder de un elemento que proviene de un ámbito considerado como sagrado (la tierra de Israel) para extraer el mal, su sola mención indica que pertenecen a su acervo de nociones terapéuticas. Un último testimonio de nuestro informante describe la técnica de curar utilizada por otro curandero conocido como el Padre Pedro que se vale también del poder purificador del agua y el fuego:
"… yo lo he visto curar al Padre Pedro hace muchos años con carbón y una tijera abierta pasando cerca del cuerpo, y después cuando terminaba de pasarle por todo el cuerpo, lo metía adentro de un vaso con agua. Agarraba con la tijera el carbón encendido al rojo y después lo pasaba así y le hacía así por todos lados haciendo cruces …".
Por otra parte, al igual que M., manifiesta su devoción por los mismos "maestros", entre los cuales la figura de Pancho Sierra adquiere un gran relieve manifiesto en el culto que se le rinde en la ciudad de Salto (Pcia. Bs. As.):
"[En Salto la gente va a] la tumba de Pancho Sierra y piden allá, yo he ido, dejan flores, piden por la familia, por la unión de la familia, pueden pedir por cualquier cosa; entra al cementerio y le dejan flores y le hacen pedidos en la tumba de Pancho Sierra. Y después está la casa que dicen que es de Pancho Sierra: había un aljibe donde sacaban el agua, que es agua bendita …".
Asimismo, menciona a la Hermanita Irma y a su hijo, Hermano Miguel quien tiene el don de la videncia otorgado por su madre y que le permite percibir los males que aquejan a la gente que concurre a su templo:
"… la Hermanita Irma le dio videncia al que sería el hijo de ella. El Hermano Miguel viene a ser como una especie de padre de iglesia porque es como una misa que hace, por ejemplo está toda la gente ahí y empieza: – A ver este Carlos que está enfermo, que le duele tal cosa – dice, por los mensajes que le da la Hermana Irma. Él dice que recibe telepáticamente esos mensajes, y entonces empiezan a pedir …".
Pero A. no mira con buenos ojos la actividad del hermano Miguel por el sesgo comercial que tiene su actividad religiosa:
"Y el comercio es muy fácil: usted cuando vaya a la iglesia del Hermano Miguel, después que terminó la misa, la virgencita y dios, y dios y la virgencita, después saca un carrito y empieza a vender velas, velitas, sahumerios, le vende todo, él lo vende, cómo sería que él lo vende; [puede ser para costear el culto], pero dentro de la iglesia, y eso lo que decía Cristo que dentro de la iglesia no se comercializa y esta persona comercializa dentro de la iglesia, entonces es un poco como que tengo cierta sospecha de hasta dónde está con Dios. Va mucha gente, hacen cola: entraban, creo que quinientas personas y salían esas personas y entraban otra cantidad. La gente va porque está desahuciada en la parte sentimental más que nada …".
La iniciación de A. comienza en su adolescencia bajo la forma de un gran interés por el curanderismo, la percepción de prodigios sobrenaturales y la ocurrencia de hechos desgraciados. Curiosidad y experiencia lo llevaron a buscar mayores conocimientos. En una primera etapa aprendió a curar algunas enfermedades tradicionales con técnicas aprendidas en su entorno social inmediato. Posteriormente realizó estudios formales en parapsicología obteniendo conocimientos semejantes a los de M. Actualmente A. se presenta como mentalista en la línea de H. Aragón, conocido espiritualista mediático creador de la técnica del ataque psíquico. Desde esta óptica, A. es capaz de percibir los "campos astrales" de las personas lo cual le permite diagnosticar enfermedades espirituales. Aquí el concepto de enfermedad está estrechamente relacionado con la idea de daño intencional o ataque psíquico causado por un agresor profesional que destruye las defensas (campos astrales) de la víctima llevándola a la enfermedad o, incluso, la muerte. Esta técnica usada para producir el daño es, asimismo, capaz de revertirlo: el terapeuta actúa sobre el agresor a través de la víctima o algún objeto intermediario que ahora se convierte en vehículo de la lucha mental entre estas dos voluntades, la del agresor y la del terapeuta, para lograr que éste desista de su agresión y, eventualmente doblegar su voluntad, forzarlo a abandonar el ataque, convertirlo en su ayudante o llevarlo a la muerte. Una variante interesante de daño es el denominado "vampirismo psíquico" por el cual alguien intenta cambiar su propia enfermedad por la salud de otra persona. La figura del mentalista entonces es ambivalente ya que sus acciones sirven tanto para el daño como para la cura. De Aragón M. aprendió también el manejo de la "programación mental", técnica destinadas a modificar malos hábitos y problemas de conducta y que consiste básicamente en el ejercicio de una serie de premisas mentales repetidas periódicamente por la persona misma durante la noche y con el auxilio de la voluntad.
Nuestra última informante, M. C., es una mujer que contaba al momento de la entrevista cuarenta y tres años, oriunda de San Rafael, Mendoza, básicamente de fe católica y cuya formación alcanza la escuela secundaria completa y una numerosa y disímil cantidad de cursos orientados principalmente al aprendizaje de la parapsicología y diferentes terapias alternativas:
"Tengo estudios secundarios completos, soy técnico en administración de empresas, soy parapsicóloga y numeróloga y tarotista recibida sin ejercer. Esto lo empecé a estudiar hace once años, por un problema familiar, de la pareja. Mi amiga M. me dijo que hiciera un curso de control mental[34]porque estaba perdiendo mucho el control. Hice un curso de control mental y ahí ya no paré, seguí con biorritmo, radiestesia, psicometría, psicología sexual, convivencia, psicología infantil, o sea distintas materias de la carrera de parapsicología; tengo más o menos veintitrés títulos …".
En esta extensa lista de cursos seguidos por M. C. se advierte en seguida el interés por este tipo de terapias ocasionado, en principio por problemas familiares. La referencia que hace a una crisis personal en su vida familiar, posiblemente relacionada con el padecimiento de una grave enfermedad mental como la esquizofrenia[35]quizás constituyan elementos relevantes en los inicios de su camino como terapeuta aficionada o profesional. La misma M. C. nos lo explica de la siguiente forma:
"… después estuve enferma, escuchaba voces, pero en vez de aceptarlas y asumirlas, me enfermé; ahora tengo esas voces, pero las asumí, sé lo que son, sé de donde vienen y porque vienen, es como que tenía que asumir ascender a algo, ser algo, hacer algo, la gente que está en este tema dicen que tenían que venir sobre mí mis guías espirituales. Yo he estado muy débil porque tenía problemas de pareja, entonces, en vez de estar equilibrada como para recibirlos, estaba con muy bajas energías, mis guías descendieron energías muy bajas, muy densas, negativas, entonces esos provocaron una esquizofrenia que fue temporal, no fue esquizofrenia, no, yo estuve internada y sé. Más que una esquizofrenia fue sentir que todo lo que había hecho estaba mal hecho, a nivel espiritual, no estaba equilibrada …".
"… después que me enfermé mi mente, al tomar Alopidol y Meleril que son drogas muy fuertes para la mente, perdí la memoria; dicen que cuando me enfermé quería curar a todo el mundo, o sea que lo que quería era ayudar, ayudar, ayudar …".
La enfermedad sufrida por M. C. comienza durante un estado de crisis personal y es atribuida por ella a la percepción de voces que adjudica a guías espirituales cuyas indicaciones no obedece o no entiende, desencadenándose entonces la esquizofrenia que explica como un desequilibrio energético y durante la cual manifiesta fuertes deseos de curar y ayudar a la gente. Crisis familiar y enfermedad mental aparecen entonces como detonadores de sus futuras capacidades terapéuticas, lo cual va en línea con lo manifestado anteriormente por A. cuando dice que el acercamiento puede darse por padecimientos personales o sucesos desgraciados o insólitos, aunque en este caso hay algunos antecedentes en su juventud:
"… cuando era más niña, cuando era joven, sé que en algún determinado momento también he tenido algo así, parecido, pero no tan fuerte, tan profundo …".
Preguntada si ella cree haber recibido algún don especial para curar, dice que:
"… no es un don. Para mí curar es la capacidad que tenemos todos, lo que se aprende es a desarrollarla, igual que la videncia y que todo lo demás, es algo que lo tenemos todos pero no lo utilizamos".
No existe la idea de don sobrenatural, sino la de una capacidad potencial de la naturaleza humana que, igual que la videncia, es susceptible de ser desarrollada por medio de un entrenamiento adecuado. En estos primeros tiempos, quizá antes de haber sufrido la enfermedad aludida, al igual que en los dos casos anteriores, M. C. también aprendió a curar dolencias tradicionales, principalmente el mal de ojo (Disderi, 2001:135-137; Bianchetti, 1994), dentro de su entorno social ("cura de las abuelas") antes de ingresar de lleno en lo que hoy es su área de interés principal, la numerología. En principio define al ojeo de la siguiente manera:
"El ojeo es la descarga de otra persona de energía muy fuerte sobre uno, entonces la persona se bloquea y aparece el dolor de cabeza, el dolor de oído, pesadez, decaimiento; es igual que cuando otra persona te piensa mucho, te está absorbiendo tu energía, entonces vos te debilitas; y yo casi todo lo curo, cuando curo, curo más o menos parecido al ojeo, o sea que limpias al otro con la oración y con la energía, porque esa bebé se ojeaba en la casa que yo tenía con un árbol, era tanto el amor a ese árbol que era obsesivo, o sea, absorbes algo, un elemento, y esa posesión de ese elemento te lleva o que te chupa las energías o que vos chupas tanta energía que te recargas o te descargas …".
Vemos entonces que la causa del ojeo está en la descarga de energía que una persona fuerte realiza sobre otra, la víctima, más débil, o, por el contrario, en el encandilamiento o atracción que esta última puede sentir por un objeto, el cual puede chupar su energía o viceversa, transferirle la propia produciendo, en cualquiera de los dos casos un cuadro caracterizado por dolor de cabeza, oídos, decaimiento, llanto, etc. Es entonces una alteración en la armonía energética que sustenta el estado de salud. El aprendizaje de la cura del ojeo M. C. lo realizó a través de un familiar:
"Y mi cuñada me había enseñado a curarle el ojeo; mi cuñada es directora de un colegio, lo único que aprendió desde chica es a curar el ojeo, se lo curaba a los alumnos, porque muchos alumnos "señorita tengo dolor de cabeza", y vos sabes que era ojeo y los curabas en un momento y el chico daba un vuelco impresionante …".
Descreída, no obstante cuando se le presentó la ocasión de poner en práctica lo aprendido, no dudó:
"… pero yo no creía en el ojeo hasta que cumplí veintiocho años. Viajamos de San Rafael, mi hija tenía cuarenta días y a la una de la mañana mi bebé empezó a llorar; entonces agarré y lo que mi cuñada me enseñó a hacer no lo hice, yo le hice la señal de la cruz tres veces en la frente como había visto que curaba, dije la oración con la mano en su frente, recé, cumplí todo el proceso como me habían enseñado pero yo lo hice con mi mano, mi hija a los cinco minutos dejó de llorar, a partir de ahí yo creí …".
La necesidad de aliviar el dolor que aquejaba a su hija la llevó a modificar el proceso de curación por no contar con los elementos necesarios en el momento del suceso, creando entonces una nueva variante del mismo igualmente efectiva. La técnica según le fue enseñada es como sigue:
"A mí me enseñaron que se colocaba una prenda del bebé, arriba el plato con agua, y con los dedos o con una cuchara se sacaba tres pares de ojos [gotas de aceite], Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque al curarlo con la oración tenés que nombrar el Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Tenías que armar en el plato tres pares de ojos porque eran los ojos de Dios, los ojos de Cristo y los ojos de la paloma del Espíritu Santo. Vas tirando en el agua los ojitos, vos agarrás la cuchara, sacás con tu mano, ponés el dedo y cae una gota de aceite sobre el agua. Cuando la persona está ojeada y tirás la gotita de aceite, se abre completamente, desaparece el aceite con el agua, se mezcla con el agua. Son seis gotas de aceite, dos por cada par de ojos, si es un bebé, casi siempre explota, si es una persona adulta casi siempre se agranda la gotita, vos, cuando cae, mirás el tamaño, enseguida te das cuenta porque o queda en su tamaño, quiere decir que no pasa nada, o crece la gotita; esto es cura de las abuelas …".
El procedimiento básicamente consiste en colocar una prenda del niño, arriba un plato de agua sobre el que se arrojan seis gotas de aceite que representan tres pares de ojos correspondiente a la trinidad católica (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Esto constituye, al mismo tiempo que es parte del ritual de curación, una técnica de diagnóstico por sí misma, dado que según el comportamiento de las gotas en el agua se verá si la persona sufre de ojeo o no: hay ojeo en los niños cuando las gotas de aceite se mezclan con el agua y en los adultos cuando aumenta su tamaño. Si no hubiera diferencia en el tamaño inicial de las gotas derramadas no habría ojeo. Estas comprobaciones van acompañadas de la presencia de los síntomas antes descriptos. Pero como vimos, M. C. no contaba con los elementos materiales (plato, agua, aceite, etc.) ni estaba en el lugar apropiado (ómnibus) la primera vez que se vio obligada a realizar la cura en su propia hija. Entonces, apremiada por las circunstancias, prescindió del plato, el agua y el aceite y se limitó a trazar tres veces la señal de la cruz sobre la frente de la niña musitando luego las oraciones de práctica. La niña dejó de llorar. M. C. había encontrado una forma diferente e igualmente eficaz de realizar el ritual de curación. Vista la importancia de la oración en el ritual de curación, indagamos a nuestra informante al respecto y ésta titubeó al darnos la información pedida debido a lo personal y secreto que implica su conocimiento:
"… casi nunca la digo porque como a mí también me dijeron que así no era, y yo lo curo así. Yo hago la señal de la cruz en la frente de la persona, a veces no la hago directamente, y nombro a la persona, te voy a decir el nombre de mi hijo: "Betsabé Ruth alguien te, algo, algo te hizo mal y tres te curarán, Padre, Hijo, Señor y Espíritu Santo, amén", y rezo tres Padres Nuestros, después vuelvo a repetir esa oración y vuelvo a rezar tres Padres Nuestros, se hace tres veces, yo con eso curo, es mi método; las palabras las modifiqué porque no siempre es alguien el que te ojea, yo lo comprobé por mí misma, entonces es algo que está en el ambiente lo que te molesta. Yo todo lo hago mentalmente …".
Vemos entonces que el ritual está constituido por una oración en la cual se nombra a la persona afectada y se invoca a la Santísima Trinidad mientras se realiza la señal de cruz sobre su frente o no, seguida por tres Padres Nuestros. Este conjunto de la oración personal más los tres Padre Nuestro se repite tres veces. Debe destacarse la sacralidad del número tres y la señal de la cruz en la eficacia terapéutica del rito que evocan los arquetipos sagrados del cristianismo (Disderi, 2001:143; Rand, ?). No usa agua ni aceite como le fuera enseñado. Respecto al recato que rodea a la oración principal o central, M. C. agrega que:
"… la oración no se dice, las oraciones siempre se pasan de una persona a otra y jamás se dicen si no estás enseñando a curar; siempre se enseña en fechas especiales cuando te enseñan a curar la culebrilla, la pata de cabra, todo ese tipo de cosas, te enseñan en un determinado día. El Veinticuatro de Diciembre y para Pascuas. Son fiestas católicas muy altas de energía …".
Las oraciones se transmiten en forma secreta en el contexto del aprendizaje, de maestro a discípulo, en días fastos o calificados como sagrados y cuya calidad se transmite y refuerza la potencia ínsita de por sí en la palabra enseñada. Pero las oraciones no son exclusivas de la cura del ojeo. También se utilizan para curar enfermedades que remiten a nosologías biomédicas, como es el caso de las anginas:
"Yo curaba las anginas a los bebés. Con una oración, ¡ojo!, con médico también, con una oración del Niño Jesús curaba a una amiga de mi hija que tenía problemas".
En el caso del ojeo en particular, como vimos hasta ahora, para M. C. salud es igual a equilibrio de fuerzas vitales y enfermedad lo contrario. Este concepto del equilibrio energético se extienden en general a todo el campo de la salud:
"… todos somos energía, entonces podemos darle al que no tiene energía para curarlo, es sanar el cuerpo físico porque está enfermo el espíritu; cuando se enferma lo espiritual, también se enferma el cuerpo, entonces a partir de ahí todos con nuestra energía podremos curar a todos [y] a nosotros mismos también …".
Entonces la enfermedad provendría de un desequilibrio de fuerzas que afecta el espíritu y repercute en el cuerpo, que cualquier persona puede curar, incluso curarse a sí mismo, transmitiendo su propia energía para restaurar el equilibrio perdido. Veamos algunos ejemplos de dolencias según son explicados por M. C.:
"… el organismo nos avisa qué es lo que está fallando; cuando una persona tiene muchos dolores de cabeza, la primer base es que estás pensando demasiado en las cosas que te están pasando; esa dolencia se transforma después a lo mejor en un tumor, en otros, por ejemplo a mí el dolor de cabeza cuando pienso demasiado se transforma en ataque al hígado, entonces yo ya sé que cuando yo empiezo con un ataque de hígado tengo que decir: "bueno, pará, frenáte, no pienses más, [así] no vas a resolver los problemas", y tengo que depurar mi hígado porque mi hígado es el pobrecito que absorbe toda mi tensión nerviosa".
"… una amiga empezó con dolor de oídos una otitis terrible, y de repente dijo: "me paré y dije ¿qué te pasa? ¿era algo que no querías escuchar?, sí, era algo que yo no quería escuchar", o sea, si uno analizara las reacciones del cuerpo, el cuerpo te diría: "mirá, cuidáte porque te pasa tal o cual cosa", que es lo que no podemos hacer …".
Entonces dolor de cabeza y oídos pueden deberse a energías negativas externas que causan un exceso de tensión nerviosa en las personas pudiendo transformarse en tumores o ataques de hígado en el caso del dolor de cabeza y que, básicamente, pueden dominarse por medio de la propia voluntad además del uso de técnicas purificatorias o de limpieza como es el caso del ataque de hígado, por ejemplo. Este concepto de purificación o limpieza implica la extracción de esas energías negativas que M. C. denomina "costras de barro":
"Limpiar es descargar a las personas de toda energía negativa, de todo el barro astral, mental que tiene el ser humano; lo que tenemos son capas de barro en la mente, en el corazón, en el cuerpo; esas costras que se hacen en el cuerpo, en el alma y en nosotros son las que no nos permiten avanzar, son los que provocan las enfermedades físicas, o sea biológicas. Ese barro viene de la convivencia, de la tensión nerviosa, el sistema social, lo material, los problemas emocionales, todo lo que te pasa en lo cotidiano. Yo lo llamo barro, o sea somatizas en una enfermedad un problema que tenés …".
La metáfora "costras de barro" para dar idea de la contaminación de lo negativo, base de la enfermedad física y espiritual, implica a su vez la metáfora de la limpieza:
"… cuando yo hago mi ejercicio, me estoy limpiando, yo [imagino que] me estoy bañando, ponéle, [con] agua de mar, lo que a vos te gusta, o sea cada uno utiliza los elementos que ama; entonces si yo me estoy limpiando, tengo que ver algo que se desprende de mí: como no le podés dar forma a esa energía o enfermedad, llamále bacteria, lo que sea, tenés que ponerle algo material, entonces de ahí el barro, entonces hace costras y cuando lo mojamos se desprende y te limpia, es una representación …".
Las costras de barro, imagen simbólica de lo negativo contaminante, se limpian en un acto ritual que simula un baño purificador con agua de mar cuyo resultado final es el recupero de la salud. Esta idea implica la posibilidad de la autocuración para aquellos que sean capaces de desarrollar sus propias potencialidades curativas. En el caso de nuestra informante esta capacidad de curación por medio de la energía emanada de sus propias manos se amplia hasta abarcar a varios miembros de su familia, estén presentes o no:
"… [puedo curar] a mí, a mi familia lo hago a distancia también. Mi suegro no caminaba. Yo fui a visitarlo y me decía: "no tengo fuerzas en la piernas". Entonces yo vine y empecé a limpiarlo energéticamente; hacía mis ejercicios de control mental y después preparaba mis manos y le enviaba energía. Mi nieta se fue de vacaciones, yo la curaba todos los días a la misma hora, y sabían que la curaba porque estaba loca hasta que yo la curaba. Curo a mis hijos, yo, a mis hijas, lo que tengan …".
No obstante, M. C. demuestra no ser una persona común que ha desarrollado estas potencialidades exclusivamente en beneficio propio y de los suyos, sino que también es capaz de percibir y aliviar ciertas indisposiciones en otras personas de su entorno:
"… por ejemplo, fui a la mercería acá al lado el otro día, entré y empecé, yo me descargo bostezando, entonces yo busco a la persona, porque a veces no es la persona con la que yo estoy hablando sino alguien que está al lado que tiene algún problema, y le pido el nombre y la oración que te dije a vos la rezo, y después fui a la tarde y me dice: "no sé qué hiciste, pero me siento tan bien que muchas gracias" …".
La percepción del malestar en alguna persona presente es percibido por M. C. a través del bostezo y la curación se produce en estos casos con el nombre de la persona y la oración utilizada para curar el ojeo dedicada ahora a dicha persona. El bostezo es explicado como un modo de eliminar la carga de energía negativa que recibe de la persona afectada:
"… cuando yo me estoy cargando, entonces al bostezar voy despidiendo esa carga energética negativa que estoy recibiendo de otra persona; es una forma de sentir lo que le pasa a la otra persona …".
Otro mecanismo perceptivo es la intuición explicada como algo que se ofrece espontáneamente a la conciencia:
"Soy intuitiva con las personas que están a mi alrededor. Intuitivo es cuando en una conversación vos podés, sentís algo más y buscás y encontrás la respuesta …".
No obstante, M. C. no parece interesada en profundizar estas capacidades terapéuticas, sino en lo que ella llama su formación profesional en el campo de las terapias alternativas. Se destacan en este campo de interés por ejemplo el uso de la dígitopuntura[36]
"… yo doy energía, yo hago un ejercicio de dígitopuntura, que eso no es curar, es armonizar el cuerpo, es utilizar una ciencia antigua que es la acupuntura[37]soy dígitopunturista para armonizar a un ser humano …".
Para M. C. la dígitopuntura es una técnica de una armonización energética basada en masajes y realizada sobre ciertos puntos clave del cuerpo humano llamados puntos de relajación y canales energéticos:
"… a mí me enseñó una doctora dígitopuntura, ella me dio los tres puntos que yo utilizo en todas las personas; me dijo: "te voy a dar un secreto, son tres puntos, uno en la cabeza, uno en las manos y otro en las piernas, con estos tres puntos vos podés ayudar a cualquier ser humano a que se recupere, son puntos de relajación, los utilizas activándolos o relajando a la persona y también neutralizándola", entonces yo utilizo esos tres puntos, son armonizaciones y a mí me dieron resultado; el masaje que hago ayuda a la dígitopuntura porque casi siempre el movimiento que yo hago de manos es movimiento de dígitopuntura y como toda la espalda está con los canales energéticos, hagas masaje o hagas dígito estás trabajando con los canales …".
Pero lo que en el momento de la entrevista parecía captar toda la atención de M. C. era la enseñanza de la numerología[38]
"… estoy preparándome ahora para dar clases de numerología que es lo que a mí más me gusta: enseñarle a otros a manejarse por sí mismos y ayudar a los demás para que se ayuden a sí mismos …".
La numerología es definida como una "ciencia exacta" que maneja claves numéricas basadas en ciertos datos relativos a las personas o las cosas, por ejemplo nombres, fechas de nacimiento y direcciones entre otras cosas, que sirven para predecir tendencias positivas o negativas en sus respectivos desarrollos. Veamos a continuación dos casos referidos a personas y negocios:
"La numerología es una ciencia exacta que con tu nombre total y tu fecha de nacimiento te va marcando distintas pautas para manejarte en la vida, te ayuda para que vos sepas superarlos con más facilidad o estar más preparado para lo que puede venir; por ejemplo, en un negocio hay días más positivos que otros, un negocio de belleza es positivo para una persona que en ese día le de, por ejemplo, un número seis; para cualquier tipo de negocio un número ocho, pero para llegar a ese ocho no es solamente la dirección, el número, el lugar, tenés que estudiar la persona, el día que va a inaugurar, todo, o sea tenés que hacer una serie de cálculos que te llevan a un resultado".
Los valores numéricos calculados son confrontados con ciertas tablas, de las cuales nuestra informante menciona la de Pitágoras y la Hebrea, donde cada letra o signo tendría un valor numérico, una posición relativa y un número de ubicación, los cuales a su vez estarían condicionados por ciertas características personales del consultante:
"… cada letra tiene un valor numérico, se pueden sacar por distintas tablas, la de Pitágoras, que es la que más se utiliza, la Hebrea, que es la más difícil y es la más exacta de todas; cuando empezás a hacer el análisis de todo lo que es la vibración de la persona, lo que recibió de sus padres, lo que ella tiene que desafiar que son los obstáculos para vencer, los pináculos o sea las altas que tenés para manejarte y ayudarte con los desafíos, esos pináculos son la fecha de nacimiento; después tenés los planos de temperamento y expresión, que es como te manejas a nivel mental, físico, emotivo, intelectual …".
Este saber de la numerología y su ejercicio lucrativo constituye una profesión:
"… numeróloga sí es una profesión, es un campo que si lo tomás con seriedad e investigás mucho, lográs saber mucho y dar mucho a los demás …".
Asimismo, M. C. utiliza también las cartas de tarot, especie de oráculo que, entre otras cosas, prevé la posibilidad de futuras enfermedades:
"… con la tirada del tarot también, si vos lo estudias a nivel de enfermedades lográs descubrir una enfermedad aún sin haber aparecido …".
En la consulta, M. C. utiliza ambas técnicas de modo complementario:
"Trabajas con las dos juntas porque casi siempre le pedís a la persona los números; cuando te piden la consulta, le pedís todos los datos de las personas que quiere ver, y le sacás todos los números; cuando la persona viene, con numerología tenés un plan, un paneo general del problema de la persona, no hace falta que la persona te diga mucho porque ya con los números los sacás. Con el tarot buscás más las respuestas que la persona busca …".
La numerología permite hacer un encuadre amplio de las características personales y sociales del consultante, y el tarot, sobre ese primer encuadre, un ajuste fino sobre sus interrogantes más específicos. Esta complementación se basa en el hecho de que los arcanos del tarot, el significado arquetípico de los números y los planetas son concordantes:
"… porque la numerología está relacionada con el tarot también en el sentido de que el significado de los veintidós arcanos tiene que ver con el significado de los planetas, o sea a nivel planetario son concordantes".
Ya en el plano profesional, el ejercicio de ambas técnicas implica el cobro de honorarios:
"… una consulta de tarot y numerología está entre treinta a cincuenta pesos …".
En relación a la biomedicina cree que una integración con las otras formas terapéuticas sería beneficiosa y que actualmente observa una mayor apertura de los biomédicos a estas otras posibilidades:
"… creo que las dos son compatibles, y deben trabajar juntas; está cambiando mucho la mente del médico, antes un médico jamás te decía: "lleválo a curar el empacho". Yo ahora escucho amigas mías que me dicen: "¿sabés lo que me dijo el otro día C. [médico pediatra del barrio]?, lleválo a curar el empacho" …".
M. C., nuestra última informante, sufrió hace once años una crisis familiar y una grave enfermedad mental, por la cual estuvo internada bajo tratamiento psiquiátrico. En esta época dice haber escuchado voces de guías espirituales de los cuales provinieron energías negativas que le provocaron un profundo desequilibrio espiritual al cual atribuye el origen de su enfermedad. A partir de estos hechos comenzó a realizar una gran cantidad de cursos sobre terapias alternativas. Entonces, crisis personal y enfermedad fueron los elementos detonantes que llevaron a M. C. a introducirse al campo de las terapias alternativas realizando estudios formales.
Pero antes de realizar estos estudios, del mismo modo que los demás, también aprendió a curar, en su entorno inmediato, algunas afecciones tradicionales como el mal de ojo, al que define como una descarga de energía muy fuerte de una persona u objeto sobre otra desbalanceando su equilibrio energético normal y causando dolores de cabeza, oídos, vómitos, mareos, decaimiento, etc. El ritual curativo lo aprendió en tiempo y forma de una cuñada suya y según la conocida técnica del agua, el aceite y la oración. Cuando debió ponerlo en práctica por primera vez, circunstancias fortuitas la obligaron a modificar el proceso aprendido por una variante igualmente eficiente basada en la señal de la cruz y la oración personal que combina el nombre del paciente, la invocación a la Santísima Trinidad y el rezo de los Padres Nuestros en series de tres. También en ese entonces curaba anginas de niños empleando una oración semejante pero invocando ahora al niño Jesús y en forma complementaria a la terapia biomédica.
El concepto de salud y enfermedad con que se maneja M. C. está relacionado con el equilibrio o desequilibrio de las energías que constituyen el sustento vital de las personas y en este sentido se relaciona con los conceptos imperantes en las terapias alternativas. Las causantes de la enfermedad son entonces energías negativas provenientes de fuentes externas capaces de alterar este equilibrio. Su acción negativa puede modificarse de varias formas que van desde un simple cambio de actitud ante estos estímulos hasta el uso de diversos procedimientos rituales ejercidos por la propia persona si esta ha desarrollado las cualidades de la autocuración o con la ayuda de un terapeuta.
A pesar de que M. C. manifiesta que cualquier persona puede desarrollar la facultad de la autocuración y que ella no es un caso extraordinario, demuestra sin embargo ser capaz de percibir a través del bostezo, por ejemplo, los padecimientos de la gente y aliviarlos, aunque estén lejos, por medio de la limpieza de la contaminación (costras de barro), el envío de energía generada por sus propias manos o del nombre de la persona afectada y la oración como en el caso del ojeo.
Preguntada si sus curaciones, fuera del ámbito familiar, no implica ya cierto profesionalismo, nos dice que ella no cura sino que se limita a transmitir energía para armonizar los desequilibrios energéticos y que lo hace solidariamente. Esta indagación nos introduce en el campo de sus intereses actuales que se relacionan con las terapias alternativas, en particular con la dígitopuntura y la numerología, que sí tendrían ahora un sesgo profesional. La primera de ellas le fue enseñada por una "doctora" y la emplea para el tratamiento de personas alteradas emocionalmente complementada por masajes cobrando un arancel por el servicio. Pero su interés principal radica en el aprendizaje y la enseñanza de la numerología, la cual es definida como una ciencia exacta que maneja claves numéricas basadas en ciertos datos relativos a las personas o las cosas con el objeto de predecir tendencias positivas o negativas en sus respectivos desarrollos futuros. En la consulta, la numerología se usa para hacer un encuadre general de las características personales y sociales del consultante y el tarot, sobre ese primer encuadre, permite responder a búsquedas ahora más específicas relacionadas con cuestiones personales, constituyendo su ejercicio una profesión lucrativa.
Algunas palabras más
Llegado a este punto, quisiéramos hacer algunos comentarios más sobre lo expuesto en páginas anteriores poniendo especial énfasis en los siguientes aspectos. Comparando las circunstancias en que cada uno de nuestros informantes comenzó su itinerario como terapeutas, vemos que M. recibe en su adolescencia un don o capacidad de curación de origen divino con la obligación, concebida como misión, de ayudar a la gente a mitigar sus dolores, y por el cual puede advertir manchas de colores en los cuerpos de las personas, sobre ciertos órganos en particular, que indican la presencia de enfermedades y a curarlas por medio de la imposición de manos. A., en cambio, sintió afición desde su adolescencia por el curanderismo y temas conexos (espiritismo, curanderismo, brujería, etc.), percepción de fenómenos paranormales (figuras fantasmales, duendes, almas en pena, premoniciones), ocurrencia de hechos desgraciados, fracasos y mala suerte. M. C., sufre una crisis familiar acompañada del padecimiento de una grave enfermedad mental diagnosticada como esquizofrenia durante la cual dice haber escuchado voces de guías espirituales y haber manifestado profundos deseos de curar y ayudar a la gente.
Esta características coinciden en general con el modelo de iniciación de los curanderos tradicionales denominado como innato por algunos autores que destacan en general la existencia de dos modos diferentes de iniciación, referidos el primero de ellos a la recepción de dones divinos o la ocurrencia de hechos o circunstancias cruciales o insólitas. El segundo modelo, denominado como adquirido, destaca el aprendizaje de determinadas técnicas de curación enseñadas o transmitidas por otros terapeutas (Colatarci, 1999; Pérez de Nucci, 1988 y 1989; Palma, 1978; Guevara Corral, 1988; Vivante, 1959; Pelegrin, 1998; Vellard, 1987). En nuestro caso las circunstancias iniciáticas que afrontan los tres informantes remiten al primero de los modelos y actúan como acicate para la búsqueda de nuevos conocimientos que ahora ubican el proceso dentro del segundo modelo denominado como adquirido y posterior en el tiempo.
Dentro de este último, podemos advertir dos etapas consecutivas que, provisoriamente, denominaremos de adiestramiento informal y formal. En la primera los conocimientos se adquieren dentro del entorno familiar y social inmediato y refieren al aprendizaje de técnicas curativas relacionadas con enfermedades tradicionales. Así, M., aprendió a curar la culebrilla, la pata de cabra y el estomago caído, en tanto A., el dolor de cabeza y estómago, empacho y pata de cabra y M. C. el mal de ojo y las anginas. En la segunda etapa M. acude a una escuela de parapsicología donde aprende reiki, mesmerismo, cromoterapia, magia, chamanismo, cartomancia, velomancia, etc.; A. también estudia parapsicología y adquiere conocimientos semejantes a los de M., pero termina orientándose hacía el mentalismo según la escuela de H. Aragón, y M. C. a su vez realiza numerosos cursos de parapsicología y terapias alternativas. No obstante todos los conocimientos adquiridos ahora en la enseñanza formal, las prácticas tradicionales aprendidas en los primeros tiempos siguen vigentes en mayor o menor grado según las preferencias particulares de cada terapeuta, lo que les otorga a cada uno una fisonomía propia que los diferencia notablemente de los otros. Así, por ejemplo, M. aún continúa curando la pata de cabra, la culebrilla y el estómago caído como siempre, mientras que M. C., absorbida por la numerología y el tarot, cura el ojeo en forma ocasional y A. parece más atraído por la sugestión, técnica no tradicional, para curar el dolor de cabeza que por el uso de paños embebidos en agua y vinagre. Este esquema que remite la formación profesional de los terapeutas a una fase iniciática, seguida primero de un aprendizaje de técnicas curativas tradicionales basadas en la propia cultura y luego de otras no tradicionales, religiosas, alternativas u otras, según los canales de información cada vez más masivos y globalizados a que puede acceder cada aprendiz, y que luego cristalizan en estructuras singulares propias, parece ser un proceso bastante generalizado y asas dinámico que puede detectarse en formas más o menos similares en otras partes de Sudamérica (Gonzalo, 1998; Chaumeil, 1995 y 1998). A pesar de las diferencias que finalmente presentan entre sí estos terapeutas y de la desconfianza que suele reinar en generales entre los curanderos, debe destacarse en este caso particular la vinculación y colaboración profesional existente entre nuestros tres informantes.
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