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La cañicultura en el Tocuyo (Breve historia) (página 2)


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"…Con el advenimiento del ferrocarril hasta Barquisimeto, se hizo posible el traslado hasta allí de mejores maquinarias desembarcadas en Puerto Cabello, de Inglaterra o de Norte América, y con ellas empezó la evolución creciente de nuestra cañicultura, empezada en la colonia con pequeñas siembras de caña criolla, muy blanda y por ello expuesta al ataque de los insectos taladradores, la cual es exprimida en rústicos trapiches de quijada, primero, luego entre dos cilindros de madera, movidos a brazo mediante doble sistema de palancas y cuando más en trapiches con tambores de piedra, ya verticales, movidos por animales. Con el supradicho adelanto obtenido mediante el ferrocarril hasta la capital estatal, el cultivo de la caña alcanzó preponderancia en la mayoría de las fincas del Municipio Bolívar y desde entonces ha venido incrementándose hasta hacerse casi exclusiva en los siguientes días. Ya en el año de 1896; cuantos tocuyanos venían graduados de doctores de Caracas, o los viajeros regresados de Inglaterra o Norte América, criticaban burlonamente a los agricultores que persistían en pluricultura. Les echaban en cara los prodigiosos rendimientos económicos conseguidos por Cuba y Puerto Rico, gracias al único cultivo de la caña. Los tales críticos no se percataban de las circunstancias singulares favorecedoras del cambio agrícola de las mencionadas Antillas, las cuales no rezaban con Venezuela y mucho menos de las regiones lejanas de los puertos; la insularidad es lo primero, luego la cercanía del enorme mercado norteamericano el cual les vende las grandes maquinarias, …"p.265.

Debemos mencionar como pioneros de esta etapa de modernización primaria a Fortunato Garmendia, Heriberto Tamayo quien primero en la hacienda Buenos Aires propiedad de su padre y luego en la Estrella comienza a implementar los primeros adelantos tecnológicos de la época. En 1896 viaja a Europa de donde trae una centrífuga y produce la azúcar "la estrella", además produjo alcohol, harina de trigo e importo las primeras cabezas de ganado holtin y yérsey.

Otro pionero fue Ezequiel Garmendia, quien a principio del siglo XX en su centrífuga produce la azúcar "la media luna" en Humocaro bajo. Este fue padre de los empresarios Carlos Y Pablo Gil garcía, el primero iniciador de la industria eléctrica en el Tocuyo y el segundo fundador del central Río Turbio. También debemos mencionar a Tomas Lozada propietario de la hacienda San José de Los Palmares y fundador de la Estancia en Humocaro, los hermanos José Antonio y José Manuel Tamayo Pérez en el Callao con una centrífuga importada de Francia..Luego vendría Crispiniano Colmenares, quien siendo un humilde comerciante residenciado en el Zulia compra algunas de las mejores haciendas del valle tocuyano: en 1929 la hacienda San José, en el 30 La Estrella, donde fundaría el central los Palmares, en 1935 La Concepción, en 1947 Buenos Aires.

Solo en este período comienza un proceso de modernización agrícola que llegaría a su clímax con el Central Tocuyo. Sin embargo, hasta 1950, son contadas las haciendas que cuentan con trapiches eléctricos, tractores y otras maquinarias, existiendo solo el pequeño centralito Los Palmares De los Colmenares. Tal como lo señala Colmenares Peraza (1955): "Los seis trapiches pertenecientes a los seis señores que representan la segunda etapa, moliendo juntos simultáneamente, tenían capacidad para moler en seis semanas de trabajo lo que solo el Central Los Palmares podía moler en cuatro semanas; y el Central Tocuyo, tiene capacidad para moler, en un día lo que el Central Los Palmares molía en cuatro semanas." (Pág.136)

Para 1950 de las 5 mil hectáreas aproximadas del valle tocuyano la mitad estaban dedicadas al cultivo de la caña, con una producción promedio de 190 mil toneladas de caña molida. Si bien, según J.R Colmenares Peraza, en los primeros diez años del Central Tocuyo se aumentó en casi mil hectáreas el cultivo de la caña en el municipio Morán y se llegó a producir más de 300 mil toneladas de caña molida y 30 mil de azúcar, también es cierto que con la construcción de la represa Dos Cerritos se perdieron para el agro tocuyano unas mil hectáreas y además se limitó el uso del agua para el riego.

IV- PIO TAMAYO Y EL INDIVIDUALISMO TOCUYANO

La producción de la caña de azúcar, y más concretamente el papelón, eran para satisfacer fundamentalmente la demanda nacional por lo que las variaciones en los precios no fueron motivados por el acontecer mundial sino más bien por la situación del mercado nacional. En los primeros años de este siglo se produce un importante crecimiento de la actividad cañera, fundamentalmente en el Estado Yaracuy así como en los propios Valles del Turbio Larense dando inicio a una competencia dañina que iría en detrimento del precio. A pesar de que en 1913 se crea la Sociedad Cooperativa de Agricultores de la caña de azúcar se hizo difícil equilibrar los precios del producto.

A comienzo de los años veinte se intenta nuevamente organizar esta asociación de cañicultores creando una receptoría para todo el papelón que entrara a Barquisimeto estableciendo un promedio de producción tomando como base la tasa de exportación. Sin embargo, en El Tocuyo continuaban los enfrentamientos entre los Cañicultores. Para muchos estos atrasos se debían en parte a la poca propensión asociativa de los tocuyanos.

Ya desde inicio de los años veinte el bardo y luchador Pió Tamayo hizo referencia a esta actitud del habitante de la Ciudad Madre: … El espíritu de asociación y confianza no se estabiliza con facilidad en ánimos tan conservadores y reaccionarios e individualistas como los del agricultor tocuyano ¨. (Obras Completas Tomo I. Pág. 211).

¨ El tocuyano ha vivido siempre muy para sí mismo: ama mucho a su tierra natal pero no conoce ese sentimiento de amor colectivo que es el que procura la unión de las voluntades en favor del pueblo. ¨ (Tomo III Pág. 166 )

Pío Tamayo fue pionero del conocimiento sobre la actividad cañera, si bien su salida de El Tocuyo en 1922 se debió más a motivaciones política que económica, este último no dejó de ser centro de su atención, llegando a desempeñarse en factorías azucareras, la más importante fue en "La Plazuela" en Puerto Rico. Demostración de ello la encontramos en las cartas intercambiadas con su hermano José Antonio quién quedo encargado de la hacienda El Callao, conocida como "La Reina" de las haciendas en El Tocuyo. José Antonio fue una de las más importantes figuras de la actividad cañera, llegando a ser presidente de la Asociación no sólo en El Tocuyo sino a nivel regional e inclusive se hizo propietario de varias haciendas en Los Valles del Turbio en Barquisimeto. Pío desde el exterior enviaba la información sobre todo lo concerniente a la explotación cañera y José Antonio intentaba estimular a los productores a emular las novedosas ideas. Sin embargo, como él mismo lo señalara, la resistencia a la modernización era muy fuerte y radicaba en el desconocimiento y la tradicional manera de trabajar en la cual no se tenía precisión de la contabilidad interna de las haciendas. Esto lo demostraron cuando intentaron elaborar un registro ya que "…ellos no sabían ni cuánto sembraron, ni cuanto molían, pues no llevaban cuentas, menos la densidad de guarapos, producción por toneladas, etc." (Obras Rescatadas. Tomo III. P. 67).

En carta fechada el 06 de octubre de 1922, José Antonio le recomienda a Pío seguir recabando información:

"… Es muy conveniente que se siga instruyendo en la forma que lo hace, de todo lo relativo con la agricultura de cañamelar, en sus diferentes ramificaciones, pues el atraso en esta se haya en la mayor parte de nuestro país, y el incremento que tomó últimamente el cultivo de caña por el alto precio a que se cotizaba este producto, ha motivado el excedente que hoy nos abruma, y que por su mala calidad y alto costo no nos es posible exportar para otros países a los precios que rigen; esto traerá como consecuencia lógica en no lejano porvenir un cambio radical en nuestros métodos y prácticas de agricultura que nos permita mejorar nuestra calidad y abaratar nuestros precios gracias a los rendimientos, de modo que podamos competir con los demás países productores que se encuentran ya en estas condiciones. "(Ídem P. 47).

En estas cartas, se "aventuraron" a tratar la posibilidad de la implantación de un central en El Tocuyo sin dejar de reconocer que sería un proyecto a largo plazo ya que las condiciones, anteriormente señaladas, no lo permitían:

"Me contenta que se hayan informado ustedes de lo que es una organización agrícola industrial como "La Plazuela "; y de lo mucho que en el porvenir puede obtenerse con la instalación de algo semejante en nuestro medio. Necesitamos reaccionar e ir hacia delante, ingresando en el progreso del mundo, pues de lo contrario pereceremos ahogados y perderemos oportunidades preciosas que difícilmente se presentan para nosotros " ( cartas de Pío para Antonio. Puerto Rico 4 de noviembre de 1922.Ídem p. 60).

Sin embargo, José Antonio un poca más realista sobre la situación tocuyana le responde lo siguiente:

" Por lo tanto, considerando todo lo que le dejo expuesto, la situación industrial actual de nuestra patria y en particular la de nuestro negocio, la carencia de un capital capaz como para acometer cualquier empresa de alguna magnitud y el carácter desunido, desconfiado y rutinario de la mayoría de los propietarios de nuestro pueblo quienes solo emprenderían después de iniciación extranjera y en vista de resultados obtenidos, usted retardara su regreso hasta que sea oportuno pues siempre es clave del éxito la oportunidad" ( El Tocuyo 26-12-1922. Ídem 67)

Precisamente, en el periódico El Tocuyo de 1922 aparece un artículo titulado " El Problema del Papelón" cuyo autor usó el seudónimo del Silvano Serrano pero de quien sabemos se trata del dedicado escritor y hombre del agro Agustín Gil Gil, quien opina sobre las causas de la crisis de este producto y la necesidad de disminuir la producción y controlarla:

Se ha querido valorizar el papelón mediante la centralización de la venta por sociedades formadas entre los agricultores pretendiendo asignar precios fijos; más, sin haber obtenido el resultado apetecido, porque a ello se opone: El haber quedado fuera de asociación muchos hacendados; el poco tiempo que puede estar almacenado el dulce sin deteriorarse, y la enemistad de los comerciantes que desean y buscan la manera de conservar la dirección del negocio. Así, el trust no ha dado buen resultado.¿ Qué hacer ¿. Aguardar la ruina de los hacendados menos favorecidos, como lo aconseja de consono, aunque con diversa finalidad, los pasivos y ambiciosos de tierra barata que anhelan comprar las haciendas a precio de remate…" ("El Tocuyo", 13-05-1922).

Para 1943 el citado GiL Gil dice lo siguiente:

"En el caso de El Tocuyo, en donde sus industrias primarias persisten disgregadas (agricultura y comercio) conviene la asociación gremial, si quiera para la ejecución de sus operaciones primordiales: Establecimiento de centrales azucareros…oficina comercial colectiva para importar y explotar en grande y así obtener los beneficios del descuento por cuantía y otros anexos a las operaciones en grande."(p.268). "Será difícil por lo pronto la maquinización intensa de nuestra agricultura por el individualismo españolísimo de los propietarios, el cual únicamente se rinde a la presión suma de larga adversidad. Y aún se esta lejos de tal extremo. La era del central apenas si puede vislumbrarse entre nosotros". p.266.

Pero las dificultades en el mercado cañero no solo provenían de los obstáculos a estas formas de asociación sino de las propias deficiencias del sistema de producción, no solamente lo que se refiere al acceso de tecnología (trapiche, motores, tractores, arados, bombas, calderas, fertilizantes, etc.) sino en la propia administración interna de las haciendas y en la manera de cultivar los diversos tipos de caña sin tomar en cuenta las condiciones naturales del suelo. Productos de esta deficiencias en 1925 salen algunos agricultores tocuyanos de viaje, fundamentalmente a Cuba, para actualizarse sobre la actividad cañera en las principales regiones productoras. Entre dichos agricultores se encuentran Manuel García, Julio Ramos y José Antonio Tamayo Pérez. Por Barquisimeto fueron; Arístides Martínez y Davis Arapé.

El 18 de noviembre de 1932, se funda la Sociedad Cooperativa de la Hacienda Cañamelar. Entre los miembros de la cooperativa de El Tocuyo estaban José Garmendia, Reyes Reinoso, Juan de la Cruz Giménez, José Crispiniano Colmenares, Diego Losada entre otros. En estos años se genera una fuerte competencia de producción cerrándose 100 centrales en el ámbito internacional.

En 1932 el precio del papelón era de 20 Bs. por carga de 80 unidades, lo cual significa que cada papelón sale a 0,25 Bs. La Cooperativa de Caña de Lara y Yaracuy estaba en poco funcionamiento, la cual había sido fundada en 1922, y a pesar de su debilidad, para 1936 es la única cooperativa existente en el ámbito nacional. También para este último año (1936) hay saturación en el mercado de azúcar y papelón. Solicitan al gobierno salida para exportar y este le otorga Bs. 6 de prima por Kg. exportado pero los agricultores de caña estaban pidiendo no 6 sino 10 Bs. El precio era de 65 Bs. por cada 100 Kg. es decir a 0,65 por cada Kg. Con respecto al papelón se estaba vendiendo a 40 Bs. Por cada 100 Kg., es decir, 0,40Bs. por Kg de papelón.

El 16 de diciembre de 1945 se reúnen cañicultores en el Club Concordia para hablar sobre la posibilidad de un Central se calculaba necesario unos 5 millones para su instalación. De allí se constituye una Junta Directiva presidida por Diego Losada. Debemos hacer notar que estos no lograron alcanzar sus objetivos planteados en ese año pero si son los antecedentes de la constitución del Central en El Tocuyo. Para esta misma fecha, procedente del MAC en Caracas llega el ingeniero agrónomo Dr. Christian Grever para hablar del central y se reúnen con él Elígio Anzola Anzola (Presidente del Estado), Leonidas y Manuel Anzola Tamayo, Sulpicio Garmendia y Crispiniano Colmenares.

Entre las principales unidades de Explotación de Caña de Azúcar de El Tocuyo tenemos: La Reforma, Berlín, El Olivo, San Benito, La Pandita, Santo Domingo, Santa Rita, Buena Vista, Guajirita, Guajira, Maracas, Villa Rosa, Nubia, La Concepción, Los Palmares, Buenos Aires, El Playón ,Las Veritas, Villa Carmen, Bella Vista, Buenos Aires, San Rafael, La Mejor , Las Cruces, San Francisco , El Callao, El Palito, Santa Teresa, Sabana Grande, San Pablo, San Juan de Guajira, El Molino, Granja Experimental, Lamedero, Otra Banda, Las Charcas, Palo Negro, La Pinta, Santa María, Santa Cruz, Belén, El Arco, La Cachera, Cujisal, Santa Teresa, La Estrella, Santa Eduvigis, San José.

V-ANTECEDENTES DEL CENTRAL: ELCONTEXTO NACIONAL

Hasta los primeros años de la década de 1940, la estructura económico social de nuestro país era predominantemente agrícola a pesar de que ya desde 1928 Venezuela se había convertido en un país petrolero, gran parte de los ingresos provenientes de la renta de este producto estaban represados en las arcas del Estado sin ser distribuidos equitativamente entre los diversos sectores sociales, a través de educación, sanidad, obras públicas, etc., que apuntaran hacia el desarrollo colectivo. A pesar de los significativos ingresos al Estado, como consecuencia de los beneficios que trajo la Ley de Hidrocarburos de 1943, y el aumento de los precios del petróleo por la demanda de este producto durante la Segunda Guerra Mundial, Venezuela seguía mostrando una estructura económico-social de tipo semifeudal, donde el terrateniente aun determinaba las normas en el proceso productivo, en las relaciones de producción y sobre los medios de producción.

Es precisamente a partir de 1945, en el contexto internacional de la posguerra, cuando se producen drásticas reducciones en las importaciones, y Venezuela, al igual que muchos países de la América Latina, reacciona por antonomasia a esa coyuntura, por lo que el Estado comienza a implantar políticas económicas como el modelo de sustitución de importaciones planteado por la CEPAL consistente en la inversión privada en los sectores agrícolas e industriales nacionales.

Pedro Muñoz (1985) se refiere a esta situación de la siguiente manera:

"..el proceso de industrialización de Venezuela se ubica temporalmente a mediados de la década de los años cuarenta de este siglo. Este arranque encuentra como factor coyuntural estimulante el desabastecimiento del mercado interno, generado por las reducciones de las importaciones durante la Segunda Guerra Mundial y la incapacidad del país para satisfacer el consumo nacional."

Mas adelante agrega el mismo autor:

"… Por eso, tal proceso tiende a sustituir el consumo de bienes importados, de igual modo, mediante el aumento de la actividad fabril interior y evitar la continuidad de la escasez y frenar las posibilidades de mayor descontento social y político en el seno de los sectores populares."P.102-103.La Inmigración Masiva en Venezuela.1944-1959.UCV. Caracas 1985.(Mimeografiado).

En el mismo sentido; Silva Michelena y Armando Córdoba (1983), dicen:

"Como en otros países de América Latina, el desarrollo de la industria nacional se inicia durante el periodo que abarca la Segunda Guerra Mundial. Las dificultades que surgieron para las exportaciones y la consiguiente reducción de las operaciones del capital comercial se tradujeron en incentivos para la inversión industrial".p.106.

En este contexto económico y del modelo de sustitución de importaciones, era obvio que en el sector agrícola solo se beneficiarían algunos grupos minoritarios (conformados principalmente por los terratenientes, los medianos propietarios y el incipiente sector industrial) con capacidad probada para invertir importantes sumas de capital e incluso que pudieran responder a los estímulos estatales así como también que fueran capaces de subsanar los compromisos contraído con las instituciones crediticias del sector publico y privado. Es Por esto, de acuerdo con María Victoria López, (1984), que el otorgamiento de créditos estaba dirigido fundamentalmente hacia el pequeño sector agroempresarial en detrimento de los pequeños productores campesinos. SI bien este proceso se inicia en 1945, se hizo más notoria durante la década de la dictadura de Pérez Jiménez pues esta política estuvo entre las prioridades contempladas en el "Nuevo Ideal Nacional" de la dictadura, el cual entre sus propósitos en materia económica tenía los siguientes :a) la transformación industrial de los recursos naturales, b) el mejoramiento del suelo para la industria agropecuaria, c) la racionalización y mecanización de las labores agrícolas y pecuarias, así como también la realización de megaproyectos y realizaciones en el ámbito de la construcción, como parte de la denominada" política de concreto", para referirse a las grandes construcciones públicas como hospitales, escuelas, puentes, carreteras, etc. Respecto a la protección del agroindustria, López (1984) señala:

"…durante los treinta años que median entre la creación del Banco Agrícola y Pecuario en 1928 y 1958, este organismo colocó (…en el ámbito nacional..) 1.032 millones de bolívares en el sector empresarial y sólo 18.1 millones de bolívares en el sector campesino. Es evidente la línea de política creditícia del Banco Agrícola y Pecuario y el marginamiento de la agricultura de subsistencia y mercantil "p.140.López Pérez. María Victoria. La Proletarización de los Campesinos en la Unidad Agroindustrial Azucarera del Estado Lara.1900-1970.

Puede señalarse que paradójicamente, la usura desmedida en el arrendamiento de la tierra, que se había desatado durante la década de los cuarenta y de la cual fueron objeto los campesinos por parte de los latifundistas, no pudo ser atenuada con la política de otorgamiento de créditos de las instituciones financieras, tal como lo había previsto el Estado, por el contrario, muchos terratenientes profundizaron esta práctica con el fin de obtener parte de los ingresos necesarios para subsanar el pago de los créditos otorgados por la Corporación Venezolana de Fomento (C.V.F) ,el Banco Agrícola y Pecuario y el Instituto Agrario Nacional. Así como de instituciones privadas como el Banco de Maracaibo y otros.

Pero el Estado no sólo se aboca al otorgamiento de créditos -aunque en forma marginal- sino que además se prestó a muchas de las facilidades exigidas por el sector empresarial desde el mismo momento de su organización. Dichas exigencias consistían, además del otorgamiento de créditos, en una protección para sus inversiones. Así quedó expreso en la Primera Convención de Fedecámaras en el año de 1944.

Dichas peticiones consistían en lo siguiente:

"…1), que el gobierno proteja adecuadamente todas las industrias, especialmente las que operan con materias primas nacionales, salvo aquellas que resultasen antieconómicas o monopolizadoras. 2); a) que se concedan créditos amplios y suficientes a la producción industrial, b) que se rebajen los aforos arancelarios de las materias primas; c) que se fije la debida producción arancelaria a los productos elaborados". Resolución de la Cámara de Comercio e Industria. Caracas .Año 1.Num.11 y 12.Julio-Agosto de 1944.Pág.11.

En este mismo sentido, Purroy (1982) señala que "…En los años posteriores fue intensificándose gradualmente la protección, a partir de 1950. La cantidad de impuestos exonerados en 1952 ascendió a 60.276.441 Bs." p.216.

De esta manera comienzan a profundizarse las deformaciones económicas y sociales que hoy caracterizan nuestro actual sistema y puede afirmarse que después de 1944 queda claro el interés que existía tanto por parte del Estado, como de la incipiente burguesía nacional y los terratenientes (que aún predominaban en forma importante en Venezuela), de capitalizar los diversos sectores de la producción, pero para ello, estos sectores sociales manifestaban la apremiante necesidad de que se les destinara una parte de los ingresos provenientes de las exportaciones petroleras a través de una protección estatal a través de otorgamiento de créditos, subsidios. Etc., y una serie de condiciones que garantizaran que las inversiones privadas no fueran riesgosas para los capitalistas.

Por otro lado, en este mismo contexto el Estado también comienza a ser propietario de grandes industrias básicas como las del aluminio, acero, hierro, etc., convirtiéndose de esa forma en un fuerte tentáculo capaz de hacerse sentir en todos los órdenes de la vida venezolana. Freddy Rincón (1982), al respecto dice:

"Los efectos modernizadores no sólo se encuentran en las reformas administrativas del Estado, sino en una interpretación propia del desarrollo del país, a partir del control, por parte del Estado, de algunas industrias básicas, así como en estimulo y fomento de la industria manufacturera y del comercio".p.37.

Salvador de la Plaza señala que el manejo y desarrollo por parte del Estado de las empresas básicas representaba un significativo avance en el fortalecimiento no solo de las bases económicas industriales en Venezuela sino también la garantía de su permanencia debido a la capacidad por parte del mismo Estado para proveer las materias primas necesarias. Además de rescatar la soberanía económica que había sido disminuida por las grandes empresas transnacionales.

Otras medidas tomadas por el Estado para ayudar al naciente empresariado venezolano fue la de crear políticas de inmigración extranjera en asociación con los diferentes gobiernos involucrados en este proceso; con la doble finalidad de, por un lado, ayudar a dichos gobiernos (italiano, español, y canario fundamentalmente) que fueron duramente golpeados por la guerra, a evitar que en la población pudieran surgir elementos de perturbación económico-social. Y por el otro lado, con esta política de inmigración se perseguía poder proporcionarle a la "nación" una mano de obra más calificada en las actividades agrícolas, industriales y artesanales. Además esta política estuvo orientada a diversificar y aumentar el consumo de productos nacionales y así promover a través de una demanda efectiva el desarrollo industrial venezolano. Otro elemento que tenía en consideración el Estado era el de poder poblar el territorio venezolano.

VI- LA ECONOMÍA TOCUYANA EN LOS CINCUENTA

Es oportuno mencionar que es en este contexto cuando El Tocuyo recibe su oleada inmigratoria a partir de 1950, fundamentalmente, luego de la devastación producida por el terremoto en agosto de ese mismo año.

La situación económica y social de El Tocuyo está profundamente relacionada al cultivo de la caña de azúcar y de manera marginal a otros rubros agrícolas. Históricamente, desde el siglo XVII, el cultivo de la caña ha sido predominante, y ocupa el 80 % de las tierras aptas para el cultivo debido a las potencialidades climáticas y agronómicas de la región. No obstante dichas tierras han estado concentradas en un reducido número de familias lo cual ha contribuído a profundizar esta invariabilidad en la diversificación del producto agrícola. Con respecto a la producción de café, ésta es localizada sólo en las zonas altas de la región morandina y si bien es cierto que el cultivo de este rubro fue el eje fundamental de la economía en El Tocuyo a finales del siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo XX, esta llego a su declive como consecuencia de la crisis de la economía mundial de los años treinta.

La condición monoproductora de la localidad tocuyana ha hecho que sea altamente vulnerable a los diversos cambios o fluctuaciones que se producen en el mercado nacional, además de aquellos de orden climático, por lo que la economía tocuyana ha experimentado de forma cíclica profundas crisis económicas en buena parte del siglo XX que afecta de manera directa a los terratenientes y a casi todo el resto de la población tocuyana, debido a que la actividad cañera es la principal fuente de absorción de mano de obra y por ende de ingresos familiares de la localidad.

De acuerdo con un estudio realizado por Pedro Richarson, conjuntamente con el I.A.N: "…la industria de la caña de azúcar constituye la ocupación primordial de la población rural de El Tocuyo. Es prácticamente la única cosecha comercial y de la cual depende la estabilidad económica de la región…"p.38.

Pero paradójicamente las actividades agrícolas – y sobre todo el cultivo de la caña requiere de grandes cantidades de agua para el riego- a su vez dependen absolutamente de un único recurso necesario para estos fines, tal como es el Río Tocuyo que de llegar a extinguirse también afectaría de manera determinante al conjunto de la sociedad tocuyana; por lo que podríamos afirmar que la verdadera y única fuente de estabilidad económica de El Tocuyo es precisamente este recurso hídrico natural y como consecuencia de la existencia de éste, el cultivo de la caña.

En el citado estudio también se señala que la perdurabilidad de este recurso estaba, entre otras acciones, en el mejoramiento de las técnicas de riego, pues allí en El Tocuyo, eran una de las más deficientes de toda la región, pues no se tenía un control del volumen del agua a utilizar en función de la extensión del área, por lo que "…El Tocuyo está condenado a convertirse en una extensión árida, estéril, de tierras agotadas e inservibles para la agricultura."(2) Richarson. p.23.

El conocimiento de esta misma circunstancia ya había sido objeto de preocupación desde 1945, la Junta Pro-Tocuyo manifestó por escrito al Presidente Medina Angarita sus preocupaciones entorno a la dramática reducción de los afluentes del Río Tocuyo. La preocupación de dicha junta se basaba en los resultados de un estudio patrocinado por el Ministerio de Agricultura y Cría, donde se afirmaba que los caudales de dicho río se habían reducido, como consecuencia de la tala en las cabeceras del mismo habiendo pasado de ocho mil litros de agua por segundo en el año 1935, a mil litros en 1944.

Según la Junta Pro-Tocuyo:

"…el problema no puede ser más grave ni el futuro de la agricultura más comprometido y angustioso…hemos llegado a la conclusión de que lo mas acertado, o por lo menos más seguro sería que el gobierno comprase las fajas de tierra inmediatas a las cabeceras consiguientemente las declare "Parque Público" o "Zona Prohibida de Explotación" . Esto último podría como redundante, desde luego que la Ley lo prohíbe; pero es quitando o comprando todos los derechos que pueden existir sobre dicha zona, como se asegura el nacimiento y caudal del Río Tocuyo. De otra manera nuestro río va camino a desaparecer; y con él, también, llegaría a termino toda la riqueza agrícola que comenzó en las regiones de Humocaro y va ha terminar en las cercanías del Mar Caribe."

VII-INICIO DEL CENTRAL AZUCARERO

Bajo estas circunstancias amenazantes de la merma de dicho río surgieron entre los productores, propuestas alternativas para enfrentar la problemática y las posibles consecuencias que este hecho traería. Uno de los productores con cierta visión futurista, como fue el abogado J.R. Colmenares Peraza tomó la iniciativa de obtener el consenso entre los otros productores para buscar la forma de crear agroindustrias.

EL TOCUYO NECESITA AGROINDUSTRIAS, decía Colmenares, pues esta era la solución eficaz "para combatir la decadencia que amenaza liquidar la vida integral de este conglomerado, familias enteras unas tras otras, en constante migración, obligadas a abandonar las tierras de sus mayores y mejores recuerdos y encantos porque acá no se encontraba ni siquiera una fuente y oportunidad de trabajo…" (3)Cuarto Centenario de la Fundación de El Tocuyo. Caracas 1976.p.76.

Esta inquietud se hizo eco entre los hacendados y tuvo frutos, pues, la necesidad fue atendida al coincidir con la puesta en marcha del Plan Azucarero Nacional en 1950 y la subsiguiente creación del Central Tocuyo. Además es bueno señalar que dicho proyecto industrial fue avalado por altos representantes del gobierno nacional vinculados al agro tocuyano como es el caso de Armando Tamayo, quien fue presidente de la C.V.F. Ministro de Agricultura y Cría, Director del I.A.N., entre otros importantes cargos.

Es precisamente dentro del marco de esta política azucarera donde se inscribe el proceso de transformación global de El Tocuyo. Proceso que seria luego apresurado por los efectos de diversa índole que acarrearía el terremoto del 3 de agosto de 1950. Pues sus efectos destructores tuvieron incidencia en el apresuramiento del proceso de cambios que se había iniciado tímidamente poco antes de dicha fecha y que se profundizaron luego de 1952, después que se instaló la factoría azucarera.

Esta capitalización agrícola genera una serie de cambios económicos y sociales en los principales núcleos de producción tocuyanos como fueron las haciendas trapiches, productoras de papelón, y su tránsito hacia haciendas productoras de caña de azúcar, con modernas maquinarias de procesamiento masivo de la materia prima a través del Central Tocuyo. Es necesario recordar que estas coyunturas de cambios ocurridos en El Tocuyo se ubican dentro del contexto del "modernismo" que comenzó a producirse en Venezuela en la década de los años cincuenta.

Hasta mediados de la década del cincuenta, Venezuela no contaba con un abastecimiento de azúcar refinada, por lo que se importaban grandes cantidades de azúcar moscabada desde Cuba lo cual condujo al paulatino desplazamiento de la demanda de papelón hacia ese producto, lo cual incidió directamente en los precios. Por otro lado esa rentabilidad que experimentó la producción de azúcar fue incentivando el cultivo de la caña pero con la negativa de que a los Centrales Nacionales les resultaba menos costoso procesar el azúcar moscabada proveniente de Cuba. En tal sentido, el productor de caña nacional no-tenia otra alternativa que la de seguir produciendo el tradicional papelón, lo que produjo una abundancia de ese producto y la subsiguiente crisis de sus precios. Según la Corporación Venezolana de Fomento el consumo de papelón descendió de 80.000 toneladas en 1950 debido al alza paralela del consumo de azúcar. Es decir, que el consumo de papelón experimento un descenso de casi un 18%. Y el consumo de papelón percápita descendió en un 37%, es decir, de 15.911 Kg. en 1950 a 10.644 Kg.en 1955.

Esta situación es la que se conoce como la "crisis papelonera" de los años cincuenta, la cual tuvo especial rigor en aquellas regiones como el Estado Lara (y dentro de éste el Distrito Morán que aportaba el 10 % de la producción nacional, siendo uno de los principales productores de la región), Falcón y Trujillo, los cuales tenían un alto grado de dependencia del cultivo de la caña.

Elsa Lejster Kisner (1966), define esa situación en los siguientes términos:

"El papelón venía siendo el principal producto del beneficio de la caña de azúcar en el Distrito Morán. Sufría periódicas crisis en lo que respecta a su consumo y mercado, hasta el punto que por el año 1951, se hallaban abarrotados los comerciantes del producto sin salida para el mismo. Comenzaron a buscar soluciones para esta situación y entre ellas llegó a proponerse que se conservara enlatado en cavas refrigeradoras para su venta posterior. Sin embargo, los precios ulteriores resultarían ya muy altos y ya nadie podría detener el avance del azúcar en la preferencia de los consumidores.

Con respecto a la producción del tradicional papelón en el Distrito dice que:

"… se situaba en 6.307.25 toneladas según el Censo Agropecuario de 1950. También se producía azúcar y su producción mayor fue de 1050 toneladas. La producción papelonera de todo el país en ese mismo año fue de 143.000 toneladas. En El Tocuyo se producían 16.663 toneladas, que representaban el 9.605 % de la producción nacional." p.55.

Dada esta situación, es lógico suponer que la rigurosidad de la crisis, producto de la caída de los precios del papelón, la sociedad morandina se veía seriamente afectada en su estructura económica y por ende en todas las dimensiones de la misma y ante esta circunstancia el gobierno de Pérez Jiménez apresura el otorgamiento de los beneficios del Plan Azucarero Nacional a través de la Corporación Venezolana de Fomento. De esa forma El Tocuyo es una de las localidades "beneficiadas" por la inversión de capitales realizadas por el Estado venezolano con el fin de promover la industria. Dicha Corporación otorgó a los terratenientes tocuyanos la suma de 2.000.000 de bolívares para la adquisición del Central San José en Puerto Rico y la consiguiente instalación de este como Central Tocuyo a partir de 1952 e iniciar sus funciones en 1954, el cual vendría a sustituir al rudimentario Central Los Palmares (1937) situado en la hacienda de caña propiedad de la familia Colmenares Peraza.

Con la instalación del Central Azucarero se le dio una salida momentánea a la "crisis del papelón", pues los productores pudieron enviar la mayor parte de la producción de la caña para su conversión en azúcar reduciendo la producción de papelón. Esta situación condujo a otra irremediable crisis de los cañicultores, pues el mercado regional y nacional se abarroto de azúcar.

El diario El Impulso se refiere a la crisis de los cañicultores de la siguiente forma:

"La gravedad de esta situación se desprende de la circunstancia de que los 50.000 saquitos de 10 Kg. de azúcar que no hayan actualmente mercado entre los consumidores, se está expendiendo a un precio menor al establecido por los organismos regulares. Los productores consideran que la causa de este estancamiento en la venta de azúcar se debe principalmente a un aumento de la producción, que ha ocurrido en forma paralela y discriminada de la azúcar moscabada importada. Así mismo manifestaron los productores que el azúcar moscabada importada les está haciendo una competencia desleal, como ocurre también con los productos de papelón".

Desde el punto de vista de sus objetivos -que era el de aumentar la producción de azúcar a nivel nacional- el Plan Azucarero Nacional representó un gran éxito para el gobierno habiendo logrado no sólo el desplazamiento de la curva de la demanda del papelón hacia el azúcar, sino que además se estaba produciendo en gran escala este producto. Sin embargo, es evidente (por la situación de crisis) que el gobierno no previó las consecuencias de esa abundancia de azúcar nacional, más la importada en el mercado.

Es conveniente reiterar sobre la fuerza con que se sintió la crisis en los precios del papelón en El Tocuyo debido a la alta dependencia de esta localidad con el cultivo de la caña de azúcar, así como por su deficiencia en la producción de otros rubros alimenticios que le permitieran autoabastecer a la población del Distrito y su capital.

VIII-OTRAS CONSECUENCIAS DE LA CAPITALIZACIÓN AGRÍCOLA.

La capitalización de las haciendas papeloneras de El Tocuyo trae -además de la crisis señalada- otras consecuencias, entre las que podemos mencionar algunas de carácter estructural y otras de carácter infraestructural. Entre las primeras encontramos la modificación de los estratos económico-sociales y en lo segundo se evidencian cambios en el proceso de producción y en las relaciones de la misma, debidos a la incorporación de las nuevas tecnologías.

En el aspecto económico; El Tocuyo de los años cuarenta y cincuenta presentaba grandes deficiencias en la producción de otros renglones alimenticios, teniendo que abastecerse de las regiones aledañas Esta insuficiencia fue profundizada por la intensificación del cultivo de la caña de azúcar y su posterior procesamiento en el nuevo Central Azucarero, convirtiéndose esta actividad en la mayor generadora de ingresos en la circunscripción morandina. Es conveniente resaltar que aún hoy, a pesar de su mejoría comercial, El Tocuyo continúa teniendo este tipo de deficiencia y su dependencia con la actividad cañera ha disminuido en forma apenas perceptible.

En un informe del Colegio de Ingenieros (1951) se recoge esta situación de la siguiente manera:

"Repartidos por todo el Distrito Moran, habitan sesenta mil personas dedicadas por completo a las labores agrícolas y asentados por tradición en el terreno. Los principales productos son el café, la caña de azúcar y los frutos menores; por lo que alcanzan una producción total de 27.600 toneladas al año, de los cuales la población consume únicamente el 16 %. El restante 84 % se distribuye en regiones de influencia, principalmente en Barquisimeto (…)

Mas adelante; para referirse a las limitadas capacidades de la producción y diversificación agrícola El Tocuyo señala:

"En cambio dicha región es altamente deficitaria en producción agropecuaria, teniendo inclusive que abastecerse de regiones inmediatas, como por ejemplo Quibor y Sanare (también Carora), las que suministran las tres cuartas partes de la necesidad de carne, leche y queso de consumo en Distrito Moran". p.19.

Pero la alta potencialidad del suelo tocuyano (que resalta en reiterados estudios agrológicos del Ministerio de Agricultura y Cría) no es exclusiva para el cultivo de la caña de azúcar. La explicación de esta dependencia o monocultivo debemos buscarla en la utilización intensiva y extensiva de las mejores tierras de la localidad por un reducido número de propietarios vinculados a la industria azucarera. Con respecto a esto debemos señalar que según los Censos Agropecuarios de 1950 y 1961, el territorio del Distrito Morán era de 2.150 kilómetros cuadrados, de los cuales 122.358 hectáreas estaban siendo explotadas y concretamente en el Municipio Bolívar (El Tocuyo), estaban siendo explotadas unas 9.077,5 hectáreas de terreno. Así mismo para el año 1954 llegaron a explotarse 807 hectáreas con el cultivo de caña de azúcar lo cual experimentó un crecimiento vertiginoso y para el año 1964 llegaron a explotarse 4.109 hectáreas; lo que representa que se incrementó en un 40 % en apenas diez años. Esto nos conduce a señalar que, según los datos encontrados, el 50 % de las tierras cultivables en El Tocuyo estaban destinadas para la producción de caña de azúcar. Así mismo según los mencionados Censos Agropecuarios, los otros rubros producidos en el Distrito Moran y el Municipio Bolívar eran el tomate; del cual producía el 30 % a nivel nacional ya que ésta alcanzaba unas 49.667 toneladas y Morán proporcionaba 15.505,8 toneladas. Además es importante señalar que el Estado Lara aportaba el 50 % de ese producto a nivel nacional.

Partes: 1, 2, 3
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