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Actividades productivas, organización laboral y medio ambiente en el bajo delta del Paraná (página 2)

Enviado por Galafassi, Guido P


Partes: 1, 2

TÉCNICAS PRODUCTIVAS

Las tecnologías están condicionadas por el tipo y tamaño de la unidad productiva, ya que la elección implica definir necesidades de fuerza de trabajo a emplear, características mecánicas, costos, etcétera, que deberán estar acordes a las posibilidades económicas y técnicas de la unidad familiar. Por lo tanto, el tipo y la calidad de las tareas y estrategias técnicas que se adopten variará de acuerdo a ciertas características de los distintos tipos de productores.

Obviamente, también las técnicas productivas variarán de acuerdo a la actividad agrícola de que se trate, pero existe en las islas del Delta, una serie de tareas para acondicionar el terreno que no distingue cúal es el cultivo que se implantará posteriormente. La rica productividad que ofrecen las tierras del Delta sólo puede ser aprovechada mediante un trabajo de habilitación de las mismas para la práctica de las actividades productivas (inscriptas en la lógica del capital), que consiste en la eliminación de la densa vegetación natural, dejando al terreno libre para los cultivos y la "sistematización" que regula el accionar y el efecto de las inundaciones sobre las islas.

En principio existen dos alternativas para el aprovechamiento de las tierras, o utilizar sólo los albardones, sujetos a la ocurrencia de las inundaciones y descartar prácticamente el resto de la superficie constituida por los bajos o pajonales, o bien habilitar estas tierras en su conjunto, variando considerablemente la inversión por hectárea. Es a través de la sistematización que se logra dotar a todo el campo de posibilidades de desagüe y drenaje. Existen, a su vez, distintas alternativas para lograr estos objetivos que van desde el sistema de zanjas abiertas, un sistema de atajarepuntes o el más efectivo sistema cerrado o endicamiento. Los costos que implican estos sistemas están en relación directa con su eficiencia para el drenaje y el grado de aislamiento a las inundaciones. De esta manera el sistema utilizado por las unidades productivas pequeñas es de zanjas abiertas, quedando los restantes para unidades medianas o grandes. Aunque en algunos casos, pocos por cierto, se reúnen varios pequeños productores vecinos y realizan un endicamiento común a todos, reduciendo notablemente los costos de construcción y mantenimiento. Aunque esta última opción es poco vista en el Delta siendo la dominante las soluciones individuales, observándose pocos mecanismos sociales de cooperación entre productores.

El sistema abierto, que fue con el que más nos hemos encontrado en los trabajos de campo, consiste en la construcción de canales de 2-2,5 m. de ancho por 3 m. de profundidad desde el interior del pajonal, que permite colectar agua hasta una distancia del orden de los 1200 a 1500 m. Cada 50-70 m. se efectúan zanjas convergentes al canal, cuyas dimensiones son de 1 m. de ancho por 1,30 m. de profundidad, con acción sobre una distancia de 600 m. aproximadamente. Esta caracterización es en términos generales, ya que la misma varía según el grado de pendiente, extensión, caudal a drenar, pudiendo variar la sección, extensión y distanciamiento de los desagües. El sistema cerrado o de endicamiento es el más efectivo y al mismo tiempo el más costoso. Se trata de rodear la propiedad con una muralla o dique y dentro del predio desarrollar todas las tareas necesarias para el desagüe y drenaje de los campos. La altura de los diques varía de acuerdo al riesgo que pretenda cubrirse, pudiendo tomarse las crecientes máximas registradas históricamente o solo las crecientes medias. El dique se construye sobre los albardones, aprovechando la mayor altura natural de las islas. Paralelo al dique, del lado interno, corre un canal, y el material que se obtiene en la excavación del mismo es utilizado en la construcción del dique, que lleva un núcleo de arena y un "revoque" de tierra. Las capas arcillosas se usan para cubrir todo el núcleo y la tierra orgánica como tapiz, que permitirá el desarrollo de vegetación estabilizante. Hacia el canal primario, que acompaña todo el recorrido del dique, convergen los canales secundarios, y hacia éstos las zanjas o sangrías. El agua irá concentrándose en el canal primario en función de la pendiente y desde ésta saldrá al exterior, ya sea por compuerta o por bombeo. Una ventaja del sistema es que ante períodos de sequía puede transformarse en un sistema de retención de agua, y en algunos casos se lo puede utilizar como sistema de riego, si las bombas han sido previstas para operar en sentido inverso. Para completar la eficacia del sistema se construye una defensa externa a través de plantaciones efectuadas fuera del dique, en el terreno que queda hasta el río. Esto sirve para contrarrestar el golpe del agua contra las paredes del dique ante inundaciones, viento o paso de embarcaciones.

El sistema de atajarepuntes es similar al anterior en cuanto a canales y zanjas, agregándose una muralla o pared de construcción semejante a un dique pero de mucha menor envergadura. Se construyen sobre los albardones y su función es evitar que las mareas normales y los ascensos del nivel de los ríos por precipitaciones no muy copiosas puedan hacer ingresar agua al campo. Posee compuertas que regulan la entrada y salida de agua a los canales y zanjas. Es importante destacar que en las entrevistas a aquellos pequeños productores más antiguos, una opinión frecuentemente hallada no es favorable al proceso de endicamiento, considerándolo muy costoso y compleja su construcción y funcionamiento. Al ser el sistema de endicamiento relativamente moderno y sólo accesible a grandes productores, se explica que los tradicionales métodos basados en el zanjeo sean considerados como la forma correcta de manejar el campo. El siguiente testimonio es más que elocuente:

" Para mí endicamiento no, tiene que ser un endicamiento más que mejor hecho, pero tampoco estoy con la idea de que si hay una quinta que está endicada y viene tres, cuatro, cinco días de lluvia y se pone el agua así que usted tenga que poner bomba pa'sacarla…tiene que ser natural el agua, como viene se va, pero tiene que tener sus debidas zanjas…no tiene porque el agua quedarse si tiene sus debidas zanjas" (Alfredo, pequeño productor, Paraná Miní).

Todas estas alternativas significan una transformación fundamental del paisaje de las islas, tendientes a aprovechar al máximo las potencialidades productivas de estas tierras debido al subsidio constante de materiales aportados por el río, pero evitando o disminuyendo los terribles efectos negativos de las crecidas e inundaciones. Con estas tareas se está regulando uno de los principales limitantes ecológicos que impone este ecosistema a la producción y al asentamiento humano. Se ejerce un mecanismo de control sobre los pulsos naturales del ecosistema aportando energía desde el exterior a través de los trabajos de construcción y de mantenimiento del mecanismo de sistematización. Sin este subsidio permanente con energía humana, que mantiene al ecosistema en un estado preclímax apto para la producción, volvería el ambiente natural a su configuración original con densa vegetación, un ciclo constante de crecidas y bajantes del río, inundando y desagotando los campos. Pero es importante destacar que con los sistemas de endicamiento se interrumpe el natural ciclo de este ecosistema, impidiendo la llegada de nuevos materiales traídos por el río a los campos. No se conocen aún las consecuencias de estas medidas, por ser el sistema de endicamientos aún nuevo y poco extendido. Pero si se logra su difusión, sin duda se verá interrumpido el aporte de sedimentos fluviales, lo que podría provocar, a mediano o largo plazo, un agotamiento del recurso suelo a través de la pérdida de su fertilidad.

La mecanización en los trabajos del campo en las islas del Delta resulta muy complejo por las características de las explotaciones y la naturaleza de los suelos. La condición de anegabilidad de los terrenos y la irregular periodicidad de las inundaciones imponen limitaciones importantes a la mecanización. La necesidad de transformación del terreno con construcción de terraplenes y zanjas orienta la mecanización al tipo de maquina apta para movimientos de tierra, que a su vez tenga una relación peso/superficie de apoyo adecuada a las condiciones de suelo blando en que debe trabajar. En el trabajo de apertura y conservación de zanjas, son pocos los elementos existentes. Si bien los grandes productores emplean zanjadoras y excavadoras de distinto tipo, estas máquinas no están al alcance del pequeño y mediano productor por su elevado precio y la relación desfavorable máquina/superficie a trabajar. En consecuencia estos productores suelen contratar el servicio de equipos organizados para esta tarea, si bien también sus precios son elevados, o realizar el zanjeo a mano, con pico y pala. Una vez preparado el terreno se procede a las tareas específicas para cada tipo de cultivo, lo que implica el uso de tecnologías, formas de cultivo y cosecha, épocas y ambientes naturales diferenciados. Ahora, se describirán las técnicas de explotación por tipo de cultivo.

  • Cultivos forestales

Una vez zanjeado el campo se procede a la eliminación de la vegetación natural y espontánea del terreno, lo que se denomina "desmalezamiento". Esto se hace o bien a través de guadañas y una vez seca la vegetación se quema, o en el caso de productores con máquinas, se aplasta el pajonal con un rolo cortayuyos. Algunos luego prefieren quemar el pajonal seco, sin cortarlo, porque una vez cortado y no retirado, al venir una marea lo eleva al nivel superior de las estacas, lo que perjudica a la plantación. El sistema de plantación más utilizado para salicáceas es la plantación directa de estacas, trabajo que se hace a mano. Se denomina "estaquero" al vegetal usado para la producción de estacas. El estaquero consta de un "pie" (raíz y tallo) que origina brotes (ramas) que al crecer se constituyen en "guías". Estas cortadas en 2 o 3 secciones dan origen a las "estacas". En general cada productor tiene su producción propia de estacas, las primeras se compran o se solicitan al INTA o IFONA, se cortan a 40-50 cm. y se plantan, enterrándolas unos 20 cm. en la tierra, sólo con la ayuda de las manos, sin realizar pozos, pues el terreno es muy blando. Se los cuida durante el primer segundo año, manteniendo el terreno libre de malezas, dando a los 2 o 3 años, guías de 3 m. de longitud, y a partir de aquí comienza a dar guías todos los años. Con estas guías que se cortan a 50-80 cm. se hacen las estacas que plantan en el cuadro a forestar. Un pie de estaquero da producción hasta aproximadamente los 12 o 13 años. De acuerdo a lo manifestado por los productores y técnicos del IFONA es conveniente cortar las estacas en junio para plantarlas en invierno que es cuando la planta está en reposo, así a fines de invierno y principios de primavera cuando comienza a brotar, genera raíces conjuntamente, porque si se planta una vez que comenzó a brotar se pierde el equilibrio con el enraizamiento, notándose los efectos negativos en el posterior desarrollo. Entonces la plantación puede hacerse de guía o de estaca, de acuerdo al cuidado que desee dársele o las características del terreno. Las guías al ser más largas tienen mayores posibilidades de competir con la vegetación espontánea, no siendo necesario un cuidado intenso de la plantación durante los primeros años:

" El álamo en vez de plantarlo de estaca lo plantábamos de guía …para que no avanzara el pasto lo poníamos de guía, porque de guía se defiende más del pasto, a usted le lleva menos guadañada, en vez la estaca hay que cuidarla más, me entiende…la estaca…que se le enrieda el porotillo y todo" (Alberto, peón, Paraná Miní).

La plantación en rectángulo es la más generalizada, 2x3m. es la distancia clásica que se deja entre árbol y árbol conformando líneas rectas a lo largo del terreno, lo que le otorga a la plantación una configuración notablemente simétrica. El álamo, menos resistente a las inundaciones se planta preferentemente en el albardón, al sauce puede plantárselo también en zonas bajas (ver gráfico 3). Los "cuidados culturales" consisten principalmente en mantener el terreno libre de malezas, a través de guadañeo y aplastamiento de yuyos con rolo o bien con un palo. Esta tarea es muy importante en los dos o tres primeros años de la plantación. Otra tarea es la limpieza periódica de los drenajes, cortando la vegetación que crece en los bordes de las zanjas y también un rastrillado del fondo y una profundización de la zanja o sangría.

Al llegar el turno de corte de un cuadro (unidad de fraccionamiento del terreno)éeste se realiza con motosierras. La época elegida depende de si se deja el "estocón" para que rebrote o no. En el primer caso, se corta en otoño o invierno por dos razones, primero porque es la época en la que la madera pierde menos peso por deshidratación, pues las bajas temperaturas no favorecen la evaporación, y segundo para que después del corte el tronco tenga un período de reposo hasta la primavera en que empieza a brotar. Si no se piensa hacer rebrotar, se efectúa el corte en cualquier época del año, de acuerdo a cuando se piensa comercializar la madera. Una vez cortado el cuadro se desrama y se troza a una medida standar de 2 m., operación que también se realiza con motosierras. Se lo acarrea hasta la costa o bien con tractor y carro o bien con vías y zorra. Se mencionó en las entrevistas que el carro posee la ventaja de poder llegar hasta cada árbol caído, lo que facilita su carga. Una vez en la costa se apilan los troncos de acuerdo a sus medidas a la espera del transporte fluvial que los lleve al continente para su industrialización. La madera de más de 12 cm. de diámetro se envía al aserradero, entre 7 y 12 cm. se destina para pasta celulósica, y menos de 7 cm. para madera aglomerada.

  • Mimbre

El terreno también debe ser sistematizado, realizándose zanjas o sangrías cada 10-15 m. de 60 cm. de ancho por 50-60 cm. de profundidad. Estas zanjas se hacen a mano, solo con la ayuda de una pala. El ancho es medido sobre la base de la distancia que cubren tres paladas. Si se realizan mayor cantidad de zanjas por unidad de superficie, sus dimensiones pueden ser inferiores, al tener que colectar menos cantidad de agua. La limpieza de las sangrías comienza con un guadañeo en la porción de terreno que rodea la zanja, luego se corta la maleza que crece en las paredes interiores de la zanja con un machete. Esto se llama "orillar", pues también con esta tarea se definen los bordes. Por último con un rastrillo se procede a sacar toda la vegetación cortada, la que simplemente se deposita a un costado sobre el terreno. Se lo cultiva en los terrenos bajos, inundables. En el albardón el mimbre tiene poca vida (ver gráfico 3). Esta especie también se multiplica a través del sistema directo de plantación por estacas, siendo el proceso de producción y elaboración de las mismas igual al de las salicáceas forestales. La plantación se efectúa a mediados del invierno, siendo las distancias 1,20 a 1,50 m. entre hileras y 0,30 a 0,40 entre plantas.

Su producción es anual y consiste en un pie que da brotes (varas) todos los años, de diferente longitud y diámetro, de acuerdo a características del suelo, clima, proximidad al agua, edad de la planta, etcétera. La vida útil de una plantación se estima en 8-10 años, después de la cual experimenta una disminución en los rendimientos y en la calidad del producto. Algunos productores pueden prolongar la vida del cultivo suspendiendo los cortes del 4to. o 5to. año por un lapso de tres años. Después de este tiempo, al realizar el corte se obtienen varas gruesas llamadas "garrotes". Esta operación fortalece a la planta produciendo mimbre de mejor calidad. La cosecha se realiza a fines del invierno, en julio-agosto, cortándose las varas una por una con la ayuda de una "podadera" o "furdrín". El procedimiento es el siguiente: se corta vara por vara, se arquean éstas y donde se produce la curvatura en la base de la vara se corta con la podadera, quedando un corte oblicuo. Si se intenta hacer un corte recto, no es posible por más fuerza que se haga.

Luego de cortadas se sacuden las varas, se las clasifica en 5-10 medidas y se entierran todas juntas unos 10 cm, para que conserven cierto grado de humedad. Con esta operación llamada "picado" se asegura la brotación de las varas en primavera, lo cual facilita luego la extracción de la corteza. Una vez brotado, se las saca de la tierra y se procede al "pelado" con una horqueta de hierro, trabajo que puede hacerse a mano o con la ayuda de una máquina peladora. El primer procedimiento es el más utilizado. Un hombre puede pelar aproximadamente 100 kg. de mimbre por día. Una vez que están todas peladas se las extiende al aire libre para que se sequen y blanqueen. Luego se las ata con alambre a mano o bien con la ayuda de una máquina atadora; se le realizan cuatro o cinco ataduras, confeccionando atados de 20 o 30 kg. para ser comercializado, operación que se conviene por arrobas de 10 kg. cada una. Los atados se van guardando en un galpón hasta que estén todos listos para su comercialización en conjunto, lo que suele realizarse en diciembre o enero. Algunos productores lo venden inmediatamente de cosechado, otros pueden dejar pasar uno o dos años, de acuerdo a la necesidad.

Este proceso se repite de año en año, hasta que se agota la capacidad productora de la cepa y se vuelve a plantar el terreno con nuevas estacas.

Algunas de las medidas en que se clasifica, con sus nombres correspondientes son:

  • esterilla: 1,5 cm. de diámetro y 3-4 m. de largo;
  • medio-mediano: 3 m. de largo;
  • mediano: 2,5 m. de largo;
  • fino: 1,5-1,6 m. de largo;
  • extrafino: 1-1,2 m. de largo.

En algunos caso se ha visto un método muy particular de clasificación de las varas a través de la ayuda de un recipiente de lata y un listón de madera metrado. Resultará más útil recurrir directamente al testimonio de un jornalero para su explicación:

"…lo clasifico en siete clases, con un tacho (200 l.) que lo uso de fondo para igualar al mimbre en la base, para que estén todos iguales, y un palo con las siete marcas…y al poner, eh, pongo un mazo de varas en el tacho y a donde llega cada vara se clasifican, por las marcas del palo. La marca 1 es la más larga y la 7 la más corta" (José, jornalero, Arroyo Méndez).

La esterilla se obtiene de aquellas plantas que en general están en el borde de las zanjas, dando varas más gruesas.

El precio es inversamente proporcional al grosor, siendo mayor para el extrafino y decreciendo hacia la esterilla.

  • Fruticultura

Las técnicas de explotación que se describirán son las que correspondían al período en que la fruticultura era dominante, en consecuencia la mecanización era escasa, realizándose la mayoría de las tareas a mano, ayudado solo con escasas herramientas. Lo primero que debe realizarse es la sistematización del terreno, indispensable como en los cultivos anteriores. Se desmalezaba con guadaña y hacha, luego se abrían las zanjas para que fueran navegables con canoa, sólo con ayuda de palas, en sentido perpendicular al río, y también algunas transversales entre las primeras. Luego se efectuaban cunetas no navegables, que desaguaban a las zanjas, cada dos o tres filas de árboles. Cuadro es la porción del terreno delimitado por las zanjas. La parte alta de la isla, es decir el albardón, era el destinado a la fruta, y de ésta la porción más alta para durazno y la más baja para manzana. Los árboles frutales eran plantados en pozos de 1 m. de circunferencia, hechos a pala. Duraznos y ciruelos recién empezaban a dar frutos a los 3-4 años, siendo su producción plena recién a los 6-7 años; la manzana alcanzaba su producción plena a los 8-10 años.

Las plantas se adquirían en viveros ya injertadas, aunque en algunas ocasiones eran injertadas por el propio productor. En la manzana se utilizaba el injerto tipo pera, que consiste en un tajo en la parte superior del tallo en donde se coloca la cuña, luego se cubre con barro y se lo ata con paja. Se plantan todos juntos y luego se los traslada a sus cuadros definitivos. Ciruela y durazno eran injertados "a yema", se hacía un corte en "T" en la corteza donde se colocaba una yema. Los duraznos se plantaban cada dos metros y las manzanas cada cuatro metros. No era necesario abonar la tierra, pues al ser tierras nuevas todavía contenían elementos nutritivos en abundancia. Ahora si es necesario abonar, haciéndolo en agosto-septiembre. Después de plantadas se cuidaba que no creciera el pasto y así evitar la proliferación de cuises que comían la corteza de las plantas. Incluso se podían poner "jaulas" de alambre hasta una determinada altura durante los dos o tres primeros años. También eran regadas, cuando eran pequeñas, en períodos de sequía.

En junio y julio se podaban las plantas para mejorar la calidad de la fruta en la próxima temporada. Así la planta daba menos cantidad pero mayor tamaño. En la poda participaban los miembros de la familia, y cada productor tenía su forma y estilo particular. Después de la floración se procedía a la "cura" (pulverización), tarea que se realizaba con bombas a motor sobre carro tirado a mano o tractor. El guadañeo del campo se realizaba varias veces en el año. En invierno, cuando el resto de las tareas mermaba, se realizaba una limpieza profunda de toda la quinta, luego se volvía a guadañar en primavera y en verano. El pasto cortado se acumulaba alrededor de la planta para abonar y mantener humedad. La cosecha comenzaba en noviembre para la ciruela, diciembre para el durazno y febrero para la manzana. Una vez cosechada se clasificaba por tamaño y calidad. La manzana se dividía en cinco clases de acuerdo a tamaño, picaduras, marcas, etcétera. La mejor era destinada a frigorífico para su posterior consumo doméstico. Una intermedia para el consumo directo, y la de menor calidad para la producción de sidra. Ciruela y durazno iban a consumo directo y se clasificaban en tres clases. El transporte hasta el puerto de Tigre se hacía o bien con barco propio o pagando un flete. Aquellos fruticultores que tenían una producción importante realizaban hasta dos viajes por día en la época de cosecha. La comercialización se realizaba en el mercado de Tigre a través de la negociación directa del productor con alguno de los puestos allí instalados.

PROCESOS DE ARTICULACIÓN SOCIEDAD-NATURALEZA EN EL BAJO DELTA

La intervención de la sociedad sobre las islas significó un proceso de transformación donde al primer paso lo constituye el remplazo de la vegetación original por los frutales y por cultivos forestales, posteriormente las tareas de sistematización, modificaron la dinámica ecosistémica al permitir desagotar más rápido a terrenos antes permanentemente inundados. De esta manera, las islas del Delta constituyen en la actualidad un gran paisaje conformado por una sucesión de ambientes transformados, con cursos de agua bordeados por albardones con predominancia de salicáceas. Los ecosistemas terrestres del Bajo Delta fuertemente influenciados por los ciclos de inundaciones, marcan un rasgo original que define profundamente a toda la problemática en cuestión. La estructura geográfica de la región asume condiciones que están permanentemente interactuando entre dos medios diferentes. La presencia de cursos de agua de muy diferente tamaño que limitan porciones variables de tierra firme, y que a su vez reciben la influencia continua de las mareas e inundaciones, configuran un soporte natural muy dinámico y a su vez otorga variados elementos al trabajo humano.[16]

Esta dinámica natural se organiza sobre la base de dos fuentes principales de subsidios energéticos, una es la energía proveniente del sol, presente en todo ecosistema, y otra, que es propia del Delta, es la energía proveniente de la acción del río. Estos dos subsidios energéticos, junto a la riqueza en sustancias orgánicas de ciertos suelos, posibilitan una alta productividad primaria. Las islas nuevas son rápidamente colonizadas por la vegetación, que inicia la sucesión que la llevará hasta la conformación del "monte blanco" [17]. Esta sucesión es interrumpida por el hombre, que valiéndose de las bondadosas cualidades de la zona, reemplaza las etapas seriales naturales por sus cultivos organizados. Las condiciones que generan una alta productividad primaria en estado natural, continúan su accionar sobre la vegetación cultivada. Esta artificialización de los ecosistemas deltaicos por la intervención de la sociedad se basa, entonces, en un medio natural con condiciones físicas adecuadas (es decir que la humedad, los elementos nutritivos y la temperatura no son fuertemente limitativos) que posibilitan una alta productividad primaria bruta. El hombre reemplaza la cubierta natural, de una muy rica diversidad, por pocas especies con utilidad económica, reduciendo notablemente esta diversidad original. A través de subsidios de energía de origen social (lo que significa a su vez, incorporar capital a la tierra) como sistematización, desmalezado, cuidado de plagas, selección genética, etcétera, se reduce en forma importante la respiración autotrófica, es decir que la comunidad vegetal reduce el costo del automantenimiento interior, y aumenta en consecuencia la cantidad de energía destinada a la producción. De esta manera, lo que el hombre logra con su intervención en el ecosistema es aumentar la producción primaria neta, que se traduce en forma de productos primarios (fruta, madera, varas de mimbre) destinados al intercambio económico [18]. Los factores ambientales definen ciertas pautas de asentamiento y comportamientos productivos. La ubicación de las viviendas y los cultivos está condicionada por la dinámica de las aguas, siendo los albardones los lugares exclusivos para la instalación de todo tipo de edificación, que siempre se construye sobreelevada. El albardón es también el lugar donde se ejecutan gran parte de las actividades productivas, por ser el sector menos afectado por las inundaciones, y además por contar con los suelos más ricos en materia orgánica (ver gráfico 3). Dos elementos más que imponen restricciones a la producción y producen efectos negativos, son, por un lado, las heladas, fundamentalmente las tempranas y las tardías, que en el caso de la forestación su incidencia es menor; y por otro, la gran cantidad de formas de vida que atacan los cultivos ocasionando diversos perjuicios [19]. Estos factores son frecuentemente mencionados en las entrevistas, no habiéndose desarrollado hasta la actualidad un eficiente sistema de prevención y control. Según algunos informantes calificados, las causas de esto último radica en ciertos patrones culturales que hacen que la población sea muy poco proclive a la incorporación de prácticas agronómicas nuevas, y también a los escasos lazos de solidaridad que impiden que los conocimientos se transmitan de productor en productor, debido a recelos y desconfiaza.

El proceso de trabajo agrícola es muy rico para mostrar la articulación permanente entre sociedad y naturaleza [20]. La región del Delta aporta nuevos ingredientes. En las tareas de sistematización el medio natural impone todas sus características, las cuales deben ser necesariamente adecuadas a través del trabajo humano para su posterior usufructo. Las inundaciones periódicas se enfrentan con las diferentes formas de endicamiento, zanjeo y apertura de canales. Los diferentes medios de trabajo utilizados, así como la organización de este trabajo están en estrecha relación a las posibilidades de la unidad productiva. La utilización de maquinarias en forma intensiva sólo es posible por medianos y grandes productores, en tanto el zanjeo a mano, con pico y pala, es lo más común entre las pequeñas unidades familiares. Entonces, aquí la tierra, para servir a la producción, necesita de la intervención directa del trabajo humano, se comporta como un objeto de trabajo que el productor debe transformar para incorporarlo al proceso de producción, no ya como objeto, sino como medio de trabajo. A través de las diferentes actividades productivas se registran diferentes estilos de mediación entre sociedad y naturaleza. De hecho, si la recolección de juncos se produce a través de una apropiación directa e inmediata de un elemento del ecosistema natural, es decir un recurso natural como objeto de trabajo es apropiado directamente por el hombre; en la fruticultura y forestación, esta apropiación de la naturaleza está cada vez más mediada por elementos de orden social, con incorporación de medios de trabajo cada vez más mecanizados. Aquí es donde la tierra pasa a ser un medio de trabajo que el productor utiliza para la sustentación y crecimiento de los distintos cultivos. Con respecto a los grados de vinculación y dependencia de la unidad productiva con respecto a la naturaleza, se pueden definir distintos niveles. Aquellas unidades marginales que sólo participan ocasionalmente en los mecanismos del mercado, en donde la lógica que prima es la del consumo directo de los productos naturales extraídos, están en un mayor grado de inmediatez con el medio natural. De manera que las variables condiciones del ecosistema natural afectan de modo más directo a su comportamiento y accionar como unidad social. Esto se presenta en aquellos cazadores-recolectores que están a merced de la productividad natural, por ejemplo, de juncos, nutrias y carpinchos, y que en parte destinan al consumo familiar, y en parte pasa a integrar el circuito de intercambio económico en condiciones altamente periféricas. El grado de extracción de recursos está orientado por una lógica que obedece a las necesidades internas de la unidad familiar de acuerdo a una conducta de consumo establecida principalmente por la misma unidad de producción.

En cambio, aquellas actividades productivas que fueron o son dominantes, como fruta y madera, el productor maneja una serie más amplia de elementos que lo independizan de las variables condiciones ambientales. La inserción directa en las prácticas de mercado determina una lógica productiva que obliga a extraer el máximo del medio natural. Así, éste es intervenido en forma creciente, siendo necesario para ello una gama de técnicas productivas adecuadas que serán puestas en juego por la organización del trabajo. Esta complejización del proceso de trabajo agrícola en las actividades productivas dominantes le permiten a las unidades familiares una mayor planificación de los objetivos y tareas a realizar. El medio natural debe ser tenido en cuenta, pero de acuerdo a pautas de comportamiento que obtienen su justificación en la lógica de la producción para el mercado. Una última cuestión hace referencia a la cualidad de lenta rotación de capital de la actividad forestal, lo que implicaría también un ciclo de consumo de los elementos naturales también lento. Esto favorece una más adecuada reposición natural del material consumido. Hasta ahora la producción forestal no ha requerido un alto valor de subsidio energético, por lo cual algunos técnicos proponen someter al ambiente isleño a una complementariedad de prácticas productivas de rotación de capital lenta, media y rápida, (Bendrich, 1991), que implicaría una apropiación de los recursos mucho más intensiva. Hasta ahora, de acuerdo a la opinión de los productores no se han observado problemas de sobreexplotación del medio, ni proceso de agotamiento de los elementos nutritivos del suelo. Seguramente que esto se debe al carácter extensivo de las actividades desarrolladas hasta el momento. Para aumentar la intensidad de producción sería necesario previamente conocer la capacidad de sustentación de los ecosistemas naturales presentes.

CONCLUSIONES

La lectura a través de los procesos de mediación social teniendo en cuenta las leyes que rigen a cada componente de la interacción, y tratando de entender la lógica que sustentan los actores, permite superar una visión reduccionista en donde todos los elementos conforman solo una parte del "sistema ambiental" obedeciendo a los principios funcionales del conjunto, todos por igual. Asimismo, permite integrar categorías ecológicas al análisis de la formación social, estrategia poco utilizada por las distintas ciencias sociales, y que generó en muchos casos una explicación trunca de la dinámica de la sociedad. El concepto de mediación social de la naturaleza remite a la idea del hombre que incorpora a través de valores, identidades, procesos de apropiación y transformación a la naturaleza dentro del ámbito de lo social. La naturaleza es aprehendida de acuerdo a formas materiales e ideológicas, concepciones particulares que son generadas por el devenir de la sociedad. Y las relaciones sociales siempre se definen en interacción con un medio natural (más o menos transformado) en base a vinculaciones sistémicas en una totalidad estructurada y compleja.

De esta manera se posibilita entender los grados de articulación entre variables y categorías de diverso nivel de origen. El proceso productivo, así como las relaciones entre los actores sociales en la región del Bajo Delta debe estudiarse sobre la base de estos principios. El fuerte carácter de inundabilidad de las tierras determina que las estrategias de asentamiento y producción deben primordialmente adecuarse a este factor. Así también, determinando el bajo precio de las tierras, definió el perfil de sus primeros pobladores. Pero estas inundaciones (con sus aportes de sedimentos) son también el sostén fundamental de la alta productividad de estas islas.

La presencia de la familia como unidad productiva dominante se verifica desde el comienzo de la colonización del área. Esta pequeña producción de frutas, forestales y mimbre, al tener una limitada capacidad tecnológica de transformación del medio natural, ha debido adaptarse a sus condiciones, originando respuestas técnicas y de organización del trabajo que, si bien responden lógicamente a variables socioeconómicas y culturales, también contemplan la dinámica de los ciclos ecológicos. Como consecuencia muchas veces se generan contradicciones entre las condiciones que impone el mercado para la colocación de los productos, y las adecuaciones que debe realizar el pequeño productor a los factores ambientales. Esto generó en varias oportunidades, crisis de producción y hasta de permanencia en el lugar, al no poder hacerle frente con los medios que este productor cuenta en su poder. En efecto, en las últimas décadas se asiste a un proceso de cambio y transformación de la estructura productiva de la región. La aparición de nuevas zonas productoras de frutas (Alto Valle, San Pedro) con ventajas comparativas importantes (mejores cualidades ecológicas, que con la modernización del transporte terrestre implicaron un menor costo de producción) decretó la muerte de la tradicional producción de frutales en pequeños predios. El cambio de la fruticultura a la forestación determina un cambio en la unidad económica y en el proceso de trabajo y de producción. Esto choca, precisamente, con una organización que se asienta en fuertes valores culturales y que ha jugado un rol importante en la constitución y sostenimiento de la estructura de producción. La familia fue la característica esencial en la ocupación o puesta en producción de estas tierras. Su ajuste a unas condiciones de producción que durante la fruticultura le eran favorables, se vieron gradualmente trastocadas ante la caída de este mercado y el surgimiento de la producción de madera como actividad casi única. Esto generó un proceso de desintegración de la unidad productiva típica y una emigración importante de familias completas hacia la zona metropolitana. Ahora, la intervención sobre la naturaleza requiere de medios técnicos que potencian el desgaste de energía por parte del hombre. La aplicación de conocimientos logra independizar (en forma relativa) al grupo social de las determinaciones del medio natural. La aplicación más o menos intensiva de medios técnicos implica a su vez una determinada organización del trabajo y un grado variable de modificación del ecosistema natural. Estos elementos que sirven de intermediarios entre el trabajador y el recurso natural, al adquirir mayor importancia, posibilitan entonces, una disminución de la fuerza de trabajo a aplicar. Cuanto más participe el sector rural de las relaciones de mercado de la sociedad moderna, mayor importancia y diversificación tendrán los medios de trabajo, y mayor será también la capacidad de transformación del ambiente.

En el Bajo Delta, la zona más íntegralmente incorporada al mercado metropolitano, la tendencia en los últimos años parecería plantearse alrededor de la emergencia de grandes productores (más de 400 ha.) y empresas papeleras que poseyendo grandes extensiones de tierra plantada con salicaceas, además de plantas transformadoras, se constituyen en los entes reguladores de la producción, al ser casi los únicos destinatarios de la madera para pasta celulósica. Este proceso está acompañado de un mayor grado de tecnificación, lo que implica una transformación de la dinámica ecosistémica mucho más profunda, que intenta impedir el flujo natural de inundaciones sobre el terreno a través de grandes obras de endicamiento. La nueva racionalidad basada casi exclusivamente en el objetivo de máxima rentabilidad, en predios mayores, con monoproducción de forestales, relaciones de trabajo de base salarial, y un aporte de tecnología foránea importante, plantea grandes interrogantes sobre la sostenibilidad de este sistema productivo; para el cual se requiere de un esquema de interpretación que contemple la complejidad de los factores determinantes.

BIBLIOGRAFÍA

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VASILACHIS de GIALDINO, I.: Métodos cualitativos I, Los problemas teórico-epistemológi-cos. Bs. As., CEAL, 1992.

  • PUBLICACIONES DEL CEIL

SERIE DOCUMENTOS DE TRABAJO

1. Empleo rural en la República Argentina: 1937-1969. 2º edición 1980. Raúl Bisio y Floreal Forni.

2. Estructura y dinámica del empleo en Argentina desde 1947. 1977.

Juan José Llach.

3. Población, mercado de trabajo y salarios: Un diagnóstico preliminar y prioridades de investigación. 1978. Juan José Llach y Pablo Gerchunoff.

5. Perfiles de la organización sociotécnica en la industria manufacturera argentina: El ensamble; estudio de un caso. 1978. Marcelo Halperín.

6. Un primer diagnóstico sobre el trabajo infantil en la República Argentina. 1978. CEIL.

7. La Actuación de las asociaciones profesionales de los trabajadores en la determinación de las condiciones de trabajo a través de las convenciones colectivas de trabajo: Un enfoque interdisciplinario. 1979. Irene Vasilachis de Gialdino; Marta Novick y Floreal Forni.

8. Tecnología y empleo en el agro, el caso argentino: Recopilación de ensayos. 1979/80. CEIL

9. El mercado de trabajo argentino en el largo plazo: Una revisión interpretada de la literatura. 1980. Juan José Llach.

10. Estructura agraria ocupacional y cambio tecnológico en la región cerealera maicera: La figura del contratista de maquinaria. 1980. Eduardo Baumeister.

11. Los contratistas de maquinaria agrícola: Una modalidad de organización económica del trabajo agrícola en la pampa húmeda. 1983. María Isabel Tort.

12. Situación y problemática del empleo agropecuario en la provincia de Corrientes. 1980. CEIL.

13. Tendencias a largo plazo del empleo en una microregión agrícola. 1981. Ricardo Salvatore.

14. Población y Empleo en la provincia de Santiago del Estero. 1984.

  • CEIL.

15. Estrategias Rurales de Reproducción con alta fecundidad: Familia troncal y trabajo y migración por relevos. La situación demográfica de una región subdesarrollada en un país moderno (Santiago del Estero, Argentina). 1985. Floreal Forni y Roberto Benencia.

16. Los procesos de transformación de las migraciones temporarias en el contexto de un provincia productora de mano de obra: Santiago del Estero-Argentina. 1986. Floreal Forni y Roberto Benencia.

17. Los saberes de la informatización en la industria argentina. 1987. Jean Ruffier; Julio Testa y Jorge Walter.

18. Relaciones Laborales en América Latina. 1987. Juan Carlos Blasco.

19. La incorporación de las maquinarias herramientas computarizadas en un contexto de transición tecnológica: Procesos de aprendizaje y constitución del saber hacer. 1987. Julio Testa.

20. Nuevas tecnologías de gestión: ¿Una alternativa hacia un nuevo modelo de empresa?. 1988. Marta Novick y Enrique Lavigne.

21. Las relaciones sociales en empresas del vidrio: Organización del trabajo, relaciones laborales e identidad profesional. 1989. Jean Bunel y Héctor Angelico.

22. Nuevas formas organizacionales entre pequeños productores del nordeste de la Argentina. 1989. Floreal Forni y Roberto Benencia.

23. Las experiencias educativas del frente político-gremial socialista (1890-1913). 1987. Dora Barrancos.

24. Los niños proselitistas de las vanguardias obreras, 1898-1913. 1987. Dora Barrancos.

25. De chacareros a "farmers" contratistas.1991. Floreal Forni y María Isabel Tort.

26. Conductas demográficas diferenciadas entre pobladores rurales de Santiago del Estero. 1991. Roberto Benencia y Floreal Forni.

27. Ancianidad, contextos regionales y redes de intercambio. 1991. María Julieta Oddone.

28. El sistema de relaciones industriales brasileño: Características básicas y evolución en el tiempo. 1992. Russell Smith.

29. Precariedad Laboral: Personificaciones sociales en la frontera de la estructura del empleo. 1992. Cynthia Pok.

30. Malestar Laboral en la Argentina, 1930 – 1943. 1992. Roberto P. Korzeniewicz.

31. Consecuencias de un proceso de adopción tecnológica reciente: cultivos hortícolas bajo invernáculo en el cinturón verde de Buenos Aires. 1992. Roberto Benencia, Carlos Cattáneo y Roberto Fernández.

32. Apuntes sobre la evolución de la historia sindical en la Argentina. Una aproximación bibliográfica. 1992. Hector Cordone.

33. Movimiento obrero y social en la Argentina hasta 1910. 1992. Héctor Cordone.

34 . Las relaciones entre empleo, producción y población en el agro argentino entre 1914 y 1969. 1993. Floreal H. Forni y Roberto Benencia.

35. La consideración Jurisprudencial de las Condiciones de Trabajo. 1993 Irene Vasilachis.

36. Nuevas reglas de juego de la negociación y nuevas formas de organización del trabajo: Estrategias patronales y sindicales frente a la reconversión siderúrgica.1994 Marcela Jabbaz.

  • SERIE METODOLOGIA

1. Metodología para un diagnóstico del empleo rural: El caso de la provincia de Corrientes. 1982. Floreal Forni, Susana Aparicio y Guillermo Neiman.

2. Metodología y Técnica de investigación para el estudio de las condiciones de trabajo. 1983. Marta Novick.

  • SERIE MATERIALES DE INVESTIGACION

1. Bibliografía sobre participación de los trabajadores en la gestión y conducción de las empresas. 1978. CEIL.

2. Cambios de límites departamentales en la República Argentina entre 1908 y 1970 a través de los censos agropecuarios. 1979. Susana Aparicio.

1. Un informe descriptivo de las experiencias argentinas de participación de los trabajadores en la gestión de empresas. 1979. Marta Novick.

2. La producción agropecuaria y su relación con el mercado de trabajo rural: Estudio de caso de desequilibrio. 1980. María Isabel Tort y Susana Aparicio.

3. La mano de obra transitoria en el cultivo de cereales. 1981. Silvia Korinfeld.

5. El servicio doméstico en Buenos Aires: Características de empleo y relación laboral. 1981. Mónica Gogna.

6. Estrategias de supervivencia de las pequeñas y medianas empresas en Capital Federal y Gran Buenos Aires durante el período 1980-84. 1986. Alicia Peirano de Barbieri y Alejandro Gazzotti.

7. La situación obrera en una empresa química: Estudio comparativo de tres fábricas. 1989. Jean Bunel y Héctor Angélico.

8. Identidad obrera y relaciones laborales: Estudio de caso. 1989. Jean Bunel y Héctor Angélico.

9. Los molinos arroceros correntinos. Un estudio cuasi-etnográfico de ocho establecimientos con especial referencia a sus condiciones y medio ambiente de trabajo. 1992. Marta Ceballos.

10. Estudios Socio Antropológicos de la Puna Catamarqueña. 1994. F. Forni, M. I. Tort, D. Jiménez y L. Pessina.

  • SERIE ACUERDO INTA/CEIL-CONICET

1. Evolución de las formas de producción en el área maicera: hipótesis de trabajo y planteo operativo del proyecto. 1986. INTA/CEIL

2. Evolución histórica de las formas de organización social de la producción en el área maicera tradicional (1960-1987). 1987. INTA/CEIL

3. Caracterización de las unidades productivas: Operacionalización de la tierra, la maquinaria y la fuerza de trabajo. 1988. INTA/CEIL

  • BOLETIN CEIL

– Año I, Nº 1: Las condiciones de trabajo, agosto de 1978.

– Año I, Nº 2: La capacitación ocupacional, noviembre de 1978.

– Año II, Nº 3: La tecnología y el empleo en el agro, junio de 1979.

– Año II, Nº 4: La estrategia de las necesidades básicas y la pobreza, octubre de 1979.

– Año III, Nº 5: El mercado de trabajo en la Argentina; temas globales y urbanos, octubre de 1980.

– Año III, Nº 6: El mercado de trabajo en la Argentina. Temas rurales, población, empleo y migraciones, diciembre de 1980.

– Año IV, Nº 7: Investigación social en áreas marginales, octubre de 1981.

– Año V, Nº 8: Seminario: Estructura económica y familiar, julio de 1982.

– Año V, Nº 9: Primeras jornadas interdisciplinarias sobre condiciones de trabajo, diciembre de 1982.

– Año VI, Nº 10: Primeras jornadas nacionales interdisciplinarias sobre condiciones de trabajo, octubre de 1983.

– Año VII, Nº 11: Jornadas de sociología rural, julio de 1984.

– Año VII, Nº 12: Sociología Rural, diciembre de 1984.

– Año VIII, Nº 13: Seminarios y talleres, noviembre de 1985.

– Año IX, Nº 14: Nuevas tecnologías, diciembre de 1986.

– Año X, Nº 15: Presentación a congresos y seminarios, abril de 1987.

– Año XI, Nº 16: Historia Sindical, diciembre de 1988.

– Año XI, Nº 17: Temas sindicales, diciembre de 1988.

– Año XIV, Nº 18/19: Proyectos e Investigaciones, abril de 1991.

– Año XIV, Nº 20, Investigaciones, octubre de 1991.

– Año XVI, Nº 21, Artículos, Comunicaciones, Reseña de Publicaciones, mayo de 1993.

  • LIBROS
  • Movimiento obrero, sindicatos y poder en América Latina. Editorial El Coloquio-CEIL. 1974. Varios autores.
  • Primeras Jornadas Interdisciplinarias sobre Condiciones de Trabajo. CEIL-OIT. 1983. Varios autores.
  • Calidad de vida y condiciones de trabajo para el proyecto Paraná Medio. CEIL. 1983. Marta Novick e Irene Vasilachis de Gialdino.
  • Empleo, Estrategias de vida y reproducción. Hogares rurales en Santiago del Estero. 1991. CEIL-CEAL. Floreal Forni; Roberto Benencia y Guillermo Neiman.
  • CEIL – Area de Estudio e Investigación en Ciencias Sociales del Trabajo – SECyT
  1. Repertorio de Organismos de Estudio e Investigación en Ciencias Sociales del Trabajo. 1987.
  2. Repertorio de Investigaciones en Ciencias Sociales del Trabajo. 1988.
  3. Repertorio de Proyectos de Investigación en Ciencias Sociales del Trabajo. 1988.
  4. Análisis de la información contenida en los repertorios y encuestas de organismos, investigaciones y proyectos en el área de ciencias sociales del trabajo. 1988.
  • COLECCION CIENCIAS SOCIALES DEL TRABAJO

Editorial Humanitas

PRONATTE-CEIL

  • Condiciones y medio ambiente de trabajo en la Argentina (3 volúmenes, 1986-87). Autores varios.
  • Proceso de trabajo, nuevas tecnologías informatizadas y condiciones y medio ambiente de trabajo en la Argentina. 1987. Julio Neffa.
  • Tecnología y Trabajo. 1988. Autores varios.
  • Ergonomía y Condiciones de trabajo. 1988. Alain Wisner.
  • Qué son las condiciones y medio ambiente de trabajo: Propuesta de una perspectiva. 1988. Julio Neffa.
  • El cuerpo humano trabajando: La fisiología humana en el medio ambiente de trabajo. 1989. Traducción de una serie de artículos de la Asociación Medio Ambiente de Trabajo de Suecia.
  • La teoría de la regulación: Un análisis crítico. 1989. Robert Boyer.
  • Trabajo y desgaste mental: Ensayo de Psicopatología del trabajo. 1990. Christophe Dejours.
  • El proceso de trabajo y la economía de tiempo: Contribución al análisis crítico de K.Marx, F.W. Taylor y H. Ford. 1990. Julio Neffa.
  • Condiciones y medio ambiente de trabajo (CyMAT). Manual de Apoyo didáctico y guía para la capacitación. 1990. Esther Giraudo; Grupo CyMAT – UTN Gral. Pacheco y Julio Neffa.
  • El método árbol de causas. 1990. Robert Villatte.
  • Las estrategias de las empresas frente a los recursos humanos. El post-taylorismo. 1991. François Stankiewicz (compilador).
  • Sindicalismo y sociedad. Problemas actuales del sindicalismo en el mundo. 1991. Georges Spyropoulos.
  • El empleo en el sector informal. Su integración a las estructuras económicas. 1992. Jacques Charmes.
  • Formación profesional: Calificaciones y clasificaciones profesionales Su influencia en las relaciones de trabajo. La experiencia francesa. 1992. Autores Varios.
  • Envejecimiento y trabajo. 1993. Antoine Laville. (comp.)
  • Estadísticas sobre condiciones y medio ambiente de trabajo. 1993. Serge Volkoff.

Notas

* Como citar este documento: Galafassi, Guido P.. Actividades productivas, organización laboral y medio ambiente en el bajo delta del Paraná. Guido P. Galafassi. En publicacion: Actividades productivas, organización laboral y medio ambiente en el bajo delta del Paraná. Guido P. Galafassi CEIL-PIETTE del CONICET, Centro de Estudios de Investigaciones Laborales. PIETTE, Programa de Investigaciones Economicas sobre Tecnologia, Trabajo y Empleo. CONICET, Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas y Tecnicas, Buenos Aires, Argentina. 1994.

[1]. Una parte importante del trabajo de campo se realizó en la zona aledaña a la "Estación Forestal Paraná Miní, ex Sarmiento", para lo cual me es indispensable manifestar mi especial agradecimiento por la fundamental colaboración que prestaron todos los trabajadores y sus familias de dicho establecimiento: Ing. Casaubón y Carranza, Sres. Lostraco, Palleiro, Dos Santos, Sagués, Virolo, Morales, …

[2] Un eje de este trabajo lo constituye el reconocer la existencia de niveles de organización de la materia: físico-químico, biológico y social. Cada nivel se va sobreconformando sobre el anterior, de tal manera que se necesitan de los tres niveles para explicar el último, y no se puede explicar ninguno de ellos en base solamente a los anteriores. La idea de "niveles ónticos" de la realidad es trabajado en principio por Hartman (1960), y tomada por algunos autores (Coraggio, 1989; Sejenovich y Sanchez, 1989; Federico, 1990) y llevado al campo de la articulación sociedad-naturaleza.

[3] Para el presente artículo hemos seguido las consideraciones hechas con respecto al concepto de mediación social de la naturaleza de Sejenovich/Sanchez (1989) y Ojeda/Sanchez

(1985). Estos autores enfatizan la importancia de tal concepto para las investigaciones en los distintos ámbitos de la problemática sociedad-naturaleza, evitando caer en explicaciones simplistas de la realidad.

[4] En ciencias sociales, la escuela de Chicago de sociología urbana, comenzó a utilizar conceptos ecológicos en sus análisis, R.D. McKenzie (1974) postuló que la ecología y la economía estudian los mismos problemas, pero la primera en su relación con los procesos de distribución humana. Pero es precisamente en la economía donde surgen los esquemas de interpretación que intentan incorporar la naturaleza en la explicación del sistema social. El concepto de proceso de producción contiene el germen de estos análisis (Toledo, 1980; Castro et al, 1982; Gutman, 1986).

[5] La consideración del trabajo (y la tecnología) como nexo entre hombre y naturaleza ha sido ya destacado por Marx (1966) y definido como un proceso que realiza el hombre en donde "regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza". Luego fue retomado por ciertos autores e incorporado al estudio de la cuestión ambiental (Ojeda y Sanchez, 1985; Gutman, 1988).

[6]Los cuatro sectores son: 1)Delta Antiguo (ubicado más al norte). Es una zona de mal drenaje, gran cantidad de lagunas, islas de gran extensión con relieve chato, albardones planos, médanos. Las inundaciones que lo afectan producen un efecto de larga duración. 2)Pre Delta (ubicado al noreste). En este alternan albardones y médanos y el escurrimiento superficial es muy bajo. 3)Bajíos Ribereños (desde San Pedro hasta San Isidro, al pie de la barranca principal). Están formados por amplias llanuras chatas entre la barranca y el río Luján, en donde el drenaje está impedido. 4)Bajo Delta (ubicado más hacia el este en contacto con el Río de la Plata). Es la región más joven o de reciente formación. El relieve es plano convexo con islas cubetiformes, con albardones periféricos y una cubeta central que recibe gran cantidad de sedimentos (Cfr. Bonfils, 1962).

[7] Según algunos estudios (CFI, 1985) y también por información obtenida en las entrevistas, el nivel de los cursos de agua principales es hoy más alto que en épocas pasadas. El dragado y profundización del canal Mitre en el Río de la Plata, favorece la entrada de agua con las sudestadas en el sector cercano al estuario, pero también su más pronta evacuación. Esta altura mayor de los cursos de agua permite que cualquier crecida del Paraná o ingreso de agua por sudestada aumente su efecto sobre los campos. Hasta ahora no se han encontrado mayores explicaciones al esta variante hidrológica.

[8]Esta contingencia natural está firmemente incorporada al cúmulo de conocimientos del isleño, a tal punto que abundan los testimonios escritos de pobladores con respecto a las inundaciones, describiendo el fenómeno y sus consecuencias y planteando posibles soluciones (Cfr. Thomas, 1985; Mansilla, 1986; Brenner, 1987; Mikler, 1991).

[9] Otras actividades de menor importancia son: ganadería, cría de abejas, extracción de arena de los ríos, además de algunas de carácter industrial ligadas a la producción forestal como aserraderos, plantas de celulosa y papel. Y en la zona más cercana a Tigre predomina el turismo y los deportes náuticos (cfr. Latinoconsult,1973; INTA, 1973; CFI, 1985).

[10] Según datos del INDEC (1988) en Tigre y San Fernando predominan las explotaciones con menos de 50 ha. (72%) sobre las medianas y grandes (15% entre 50 y 100 ha., y 13% de más de 100 ha.). En cuanto al régimen de tenencia, es claramente dominante la propiedad personal o a lo sumo familiar, con una cifra que supera el 85%, luego se ubica la ocupación con permiso o de hecho (8%), y los arrendamientos o aparcerías (5%).

[11] Según el IFONA, en el Delta bonaerense existían en 1980 algo más de 42.000 ha. con forestales. Pero la gran inundación 1982-83 afectó fuertemente la producción, calculándose las pérdidas en alrededor de 10.000 ha. Actualmente, según el INDEC (1988), la superficie supera levemente las 35.000 ha., y a los partidos de Tigre y San Fernando le corresponden más de 10.000 ha. De éstas, el 74% para sauce y el 21% para álamo.

Los rendimientos varían entre 150 ton/ha. y las 300 ton/ha. a los 10 años promedio, de acuerdo al grado de aporte de tecnología (CFI, 1988). La calidad y el precio varían fundamentalmente de acuerdo al destino. Los rollizos de mayor diámetro se envían para aserraderos, cotizándose entre 39$ y 43$ la tn. en enero de 1993, y la madera más pequeña para pasta celulósica, siendo su cotización muy inferior, entre 22$ y 24$.

[12] La fruticultura se desarrolló en el Delta desde el inicio de su colonización, cuando los primeros pobladores europeos se asentaron en la zona. Se pueden cultivar frutales de hoja caduca (pepita y carozo) y de hojas perennes (citrus), característica que es difícil de encontrar en otras zonas del país. Las especies más difundidas fueron: manzano, ciruelo, duraznero, y entre los citrus, naranjo y limonero; el pomelo y mandarino tuvieron escasa significación económica.

[13] Esto no significa que la familia isleña funcione como una unidad en donde prevalezca solamente la concordancia y la solidaridad, sino que también se manifiestan fuentes de conflicto y desarticulación (Jelin, 1983). La emigración de miembros jóvenes abandonando el trabajo en las quintas que se transmitió por varias generaciones es un ejemplo de este fenómeno.

[14] Los grandes productores son aquellos que poseen entre 500 y 800 ha, con forestales únicamente y fuerza de trabajo exclusivamente asalariada, permanente o temporaria y un mayor empleo de maquinarias; y luego algunas empresas papeleras que tienen explotaciones de más de 1000 ha. Ninguno de estos dos tipos de productores ha sido considerado en esta investigación.

[15] A este respecto es útil el testimonio dejado por Sandor Mikler (1991) sobre distintos aspectos del proceso de poblamiento y las prácticas económicas al principio de este siglo, en donde se destaca la importancia de la tierra barata, la colonización por inmigrantes y el modo de vida de "granjero", con una fruticultura a la "manera antigua" basada en el trabajo manual.

[16] El Delta, como un tipo específico de estuario, posee muchas de las características de estos. Si bien el Delta del Paraná asume características únicas al desembocar en un curso de agua dulce, el Río de la Plata, y no en el mar como el resto de los deltas del mundo. Aunque a los estuarios se los considera zonas de transición o ecotonos entre agua dulce y los hábitats marinos, sus atributos físicos y biólogicos los convierten es sistemas únicos. Las condiciones alimenticias son tan favorables en ellos que están repletos de vida. En términos generales, los estuarios, y dentro de ellos los deltas, pertenecen a la clase de los "ecosistemas de nivel de agua fluctuante" que los mantienen en algún punto intermedio en el orden de la sucesión entre juventud y madurez. Las mareas (en el Delta del Paraná representadas por el régimen de inundaciones) mantienen a estos sistemas en una etapa temprana relativamente fértil (Cfr. Odum, 1983).

[17] El "monte blanco" constituía una verdadera selva marginal. Una comunidad muy compleja y rica en especies, que guarda la particularidad de presentar elementos subtropicales que logran avanzar sobre las áreas meridionales del Delta gracias al microclima cálido y húmedo que generan los grandes ríos. Forman bosques de 10-15 m. de altura con especies de hojas anchas y perennifolios, y numerosas lianas y epífitas. En la actualidad casi no existe en su formación original, y en aquellos sectores en que aún permanece, está fuertemente modificada su estructura por gran cantidad de especies invasoras (Cfr. Burkart, 1957).

[18] Para explicar este concepto veamos lo siguiente: "Del total de energía radiante captada en el proceso de fotosíntesis y acumulada transitoriamente como energía química en la materia vegetal orgánica, una parte importante es consumida durante la respiración de las plantas para el mantenimiento, crecimiento y demás funciones vitales; el resto queda acumulada como tejidos vegetales más permanentes. Esta es la producción primaria neta" (Sarmiento, 1984).

[19] Según distintos trabajos de agrónomos en el área, se han detectado alrededor de 15 organismos que provocan diversos daños en los forestales. Estas especies se diferencian en insectos, roedores y hongos, y están presentes en todo el desarrollo de la planta (Cfr. Toscani, 1990; Alonzo, 1991).

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Galafassi, Guido P

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