La Historia nos tiene acostumbrados a un sin numero de tropelías que se han ejercido en nombre de la justicia de este mundo, y que de alguna manera vemos normal. Desde las injusticias cometidas por su propia incapacidad o ineficacia, en errores y negligencias, hasta las cometidas por su parcialidad o alineación con intereses o connivencia con los poderes establecido. Actuaciones injustas, conscientes y sabedores en mayor o menor medida, y ante el que muchas veces hemos encogido los hombros. La Justicia puede ser injusta por muchas razones, incluso poro razones justificadas de insuficiencia de medios o por el propio error humano, pero lo que no puede ser, es ciega e inconsciente de los resultados que produce:
Así, esa venda de la imparcialidad que cubre los ojos de esa "Señora" que en justo equilibrio de integridad y firmeza, dirige el destino de millones de personas, puede llegar a ser su más grave paradoja.
Por lo tanto: En la calle, en el paro, alejado de mis hijos, anuladas mis funciones de padre más que a un puro reducto testimonial y funciones puramente materiales, y sin nada mejor que hacer que procurar por la responsabilidad que en su momento asumí al traer a mis hijos a la vida..
COMO ERRADICAR LOS ACCIDENTES DE TRÁFICO
Me parecía oportuno hacer esta introducción haciendo referencia y preparando al lector sobre las ideas un tanto utópicas que aquí se va a encontrar. Es inevitable para mí, que cualquier planteamiento nuevo o diferente sobre cualquier cuestión que tenga que ver, o comparase con la realidad de este mundo, revista esta característica. Como quiera que todas mis ocurrencias siempre hayan tenido en mayor o menor medida esta objeción, no puedo por menos que hacer esta nota aclaratoria para empezar, y para ello nada mejor que utilizar una carta relativa a un trabajo anterior sobre los accidentes de tráfico, en el qué en este libro pongo un resumen. Una carta titulada:
11 S : Un sueño y una utopía
Un minuto de silencio por las víctimas inocentes de la violencia (de accidente de tráfico) al 11 de septiembre: «…»
Es mi último minuto de silencio en este foro. Para finalizar, quiero agradecer en primer lugar al titular del foro que me haya permitido exponer sin limitaciones mi punto de vista sobre los accidentes de tráfico. Para mí, tal posibilidad ha servido para hacerme una idea más formada, que de no haberse dado, hubiese sido poco probable desarrollar en muchos de los aspectos aquí tratados. Verme en esta situación de «como si fuera a ser», con el estímulo que supone dirigirse a un potencial grupo de lectores, ha sido, a pesar de mi limitada experiencia y conocimientos, y de no tener los medios necesarios, quizá más fructífero, por cuanto ha exigido avanzar en líneas no convencionales, que requerían profundizar en otros aspectos del problema y que han demostrado ser de vital importancia.
A su vez, y para mi sorpresa, el curso de esta idea ha ido tomando derroteros imprevistos, experiencias insospechadas que la vida ha ido poniendo paralelamente a este sueño, y ha puesto de relevancia aspectos generalmente desestimados, que sin embargo han llegado a ser piedras maestras.
Sí, he dicho bien: Un sueño. Mi naturaleza más bien pragmática, materialista, hasta hace bien poco, tenía que tropezar con este obstáculo y solo permitía dos alternativas: o abandonar la idea, o descubrir la parte de realidad que pueda haber en los sueños. Y mira por dónde, los sueños parecen desvelarse como una realidad mucho más sólida y abarcante que su propia materialización física. Sostenida por otros parámetros espacio temporales, si se quiere llamar así, pero que la hacen superior. Yo diría que es la concreción de un proyecto o una idea en su soporte atemporal, y por lo tanto infinitamente á??con todo su significado matemáticoá?? más importantes que su propia proyección o materialización.
Un sueño es como la cinta de celuloide de una película; su contenido está siempre presente, de principio a fin, permanentemente en toda su extensión, detalles y matices. Su proyección en el tiempo y en el espacio es algo momentáneo y a su vez efímero. ¿Qué es más interesante, poseer la cinta de la película o ver una proyección?
O dicho de otro modo: ¿Cuál de las dos cosas se pueden poseer? Cuando se tiene la cinta, tarde o temprano su proyección se hace inevitable. Los sueños, además, llevan su propia energía, su propia luz de proyección. Solo se tiene que esperar a que encuentren su momento, su secuencia dentro de este escenario donde se proyecta la creación, y eso es inevitable que pronto o tarde llegue.
Todos los sueños se cumplen, hasta los más disparatados e insensatos; no hay nada que pueda oponerse a la manifestación de un sueño. Precisamente en este planeta es donde se cumplen los más insólitos, absurdos y extremados: Sueños egoístas, perversos, de dominación, despóticos, totalitarios, con todo tipo de excesos inimaginables según la mente del propio soñador, y sin embargo, por crueles, disparatados o excéntricos que sean, tienen su momento de proyección física, de realidad en la Tierra. También hay sueños de superación y competitividad, creativos, artísticos… Pintores, músicos, escritores, deportistas, científicos, etc., que viven sus sueños largamente forjados y acariciados.
Cada uno de nosotros, sin excepción, tiene su sueño, que tarde o tempranos volverá con toda la energía y fuerza que hemos ido almacenando con nuestros deseos y aspiraciones, y al que tarde o temprano tendremos que descubrir y entregarnos.
En una ocasión se le preguntó a Nisargadatta Maharaj, maestro de sabiduría, sobre la posibilidad de que se cumplan los deseos, y contesta:
Estos siempre se cumplen cuando son suficientemente fuertes y duraderos. Cuando su deseo no es claro ni fuerte, no puede tomar forma. Además si sus deseos son personales, para su propio goce, la energía que usted les da necesariamente es limitada: no puede ser más que la que usted tiene.
¿Y los deseos no egoístas?
Cuando desea el bien común, el mundo entero desea con usted. Haga el deseo de la Humanidad el suyo propio y trabaje por ello. Ahí no puede fallar.
Efectivamente, los sueños desinteresados son los que más posibilidades tienen, pero se puede observar también que las dificultades para que se materialicen pueden ser bastante más notables, precisamente porque sus dificultades no están en la propia concepción del sueño o en acumular la energía necesaria, sino en asegurarse que no sea un sueño egoísta. Y esto tiene dificultades muy sencillas y elementales de ver (de ver en los demás claro), pero difíciles de ver en nosotros mismos, y más difícil aún de evitar. Y en materia de la personalidad entramos en un terreno muy escurridizo, donde nos solemos autojustificar y autoengañar inconscientemente con mucha facilidad y por tal motivo suele ser difícil limar ese tipo de asperezas de nuestra personalidad.
Por tanto, una vez concretada mas o menos la idea y a espera que se de la segunda condición para que este deseo de alguna manera pueda encajar con el deseo del mundo, ahora es quizás el momento de dejar que este sueño tome su propio camino. Los sueños son como las semillas: En ellas, aunque en tamaño muy pequeño, van los códigos, los negativos que se proyectarán, bien con toda grandeza y majestuosidad, o bien con toda miseria y vileza, en función de nuestras verdaderas intenciones y condición. En cualquier caso, las semillas tienen que lanzarse a la tierra y perderse en ella. Tarde o temprano las energías de todo el universo serán invocadas para qué, esté donde esté, germine y de sus frutos.
Aunque como he referido, una parte importante de este trabajo está dirigido a sugerir esta necesidad a la gente, procurando exponer los diferentes aspectos de las responsabilidades que implican a cada cual, haciendo hincapié y acentuando la verdadera intensidad y dimensión de este drama que tenemos en nuestras carreteras de los accidentes de tráfico, para situarlo en su justo lugar dentro de la lista de prioridades sociales, no quisiera terminar dejando una imagen y una sensación excesivamente dramática, y en especial de desesperanza respecto a este problema, pues en realidad los avances tecnológicos y la concienciación social le van ganando poco a poco terreno a esta desgracia. Aunque el número de accidentes y víctimas pueda ser similar al de décadas anteriores, su índice respecto al volumen del parque automovilístico actual, o respecto a la intensidad de su movimiento circulatorio, es sustancialmente inferior y año tras año va, aunque lentamente, mejorando esta relación. Esto es lo que de verdad importa, y ciertamente, aunque a muy a largo plazo, son cifras esperanzadoras.
Evidentemente, es un proceso lento; puesto que está prácticamente todo por hacer, y su avance depende de actuaciones aisladas sin apoyo social, iniciativas particulares impulsadas básicamente por intereses económicos, actuaciones secundarias de los estados, que se empeñas en solucionar el problema especialmente presionando con medidas tan denigrantes para una sociedad que pretende ser adulta, como es el castigo, con lo cual el problema se me hace mucho más difícil de soslayar, y especialmente cuanto la vida no ha tenido mejor opción á??no dudo que para biená?? que situarme en esta atalaya que es el camión y ser espectador cotidiano de esta desgracia.
A fin de ir terminando, y haciendo hincapié en ese consejo, o sugerencia con la que solía terminar algunas de mis cartas, haciendo referencia a esa actitud individual, de sensibilización y preocupación ante los problemas de los demás, que aporta no solo soluciones inmediatas y particulares, sino soluciones globales que fomentan un clima de verdadera confianza y seguridad. Sin embargo quiero terminar en esta ocasión dejando que sea la Palabra Autorizada de un Maestro de Sabiduría que son precisamente quienes nos desvelan la realidad de este mundo con relación a nuestro ser, y orientan con acierto sobre nuestros primeros y torpes pasos. Pero antes, os tengo que poner en antecedentes, por los que para mí, han supuesto estas palabras llegando a alcanzar un especial significado.
Hoy, 11 de septiembre, es un día especial. Todos los 11 de septiembre lo son para mí, pero en ese mismo día del año 2001, coincidiendo con los atentados a las torres gemelas de Nueva York. Se vuelve para mí un día especialmente triste. Son muchas coincidencias personales las que se sucede en ese día y que parecen señalar en un sentido y en un significado que sinceramente, todavía no he llegado a comprender.
Con el ánimo encogido, sin saber qué pensar, invadido por la tristeza que pueda suponer presenciar tanta insensatez, barbarie y dolor, y a su vez estar poseído por la mayor de las incertidumbres, transcurre un día que quizá haya marcado un antes y un después en mi vida.
Cuando esa noche me dispongo a descansar, siguiendo la costumbre de leer algunas frases de mi libro de cabecera, quizá ahora con la esperanza de encontrar en ellas algún consuelo, observo que el indicador de páginas, la cinta separador, se encuentra fuera de su lugar, algo que creo no me ha ocurrido nunca. Pero no importa, no es un texto que necesite un orden en su lectura. Lo abro al azar y empiezo a leer de nuevo palabras que en este libro han sido siempre para mí auténticas joyas de sabiduría y que día a día han venido calmando el anhelo y la necesidad de poder conocer y comprender mejor este mundo. Pero en esta ocasión, en este día, esas palabras "elegidas al azar", prenden de su propia naturaleza ígnea y descienden fulminantes, traspasando la capa efímera de mi memoria y quedándose grabadas a fuego en mí ser.
Os dejo con la sabiduría, con la Palabra Autorizada de Sri Nisargadatta Maharaj:
Una vez haya entendido que el mundo es el amor en acción, lo mirará usted de forma muy distinta. Pero primero debe cambiar su actitud frente al sufrimiento. El sufrimiento es primariamente una llamada de atención, lo que en sí mismo es un movimiento del amor. Más que felicidad, el amor quiere crecimiento, la profundización y ensanchamiento de la consciencia y el ser.
Cualquier cosa que lo impida se convierte en causa de dolor, y el amor no se encoge ante el dolor. La energía que trabaja en pos de la rectitud y el desarrollo ordenado no debe ser contrarrestada.
Cuando se la obstruye, se vuelve contra sí misma y se hace destructiva. Cuando quiera que el amor sea negado y se permita la expansión del sufrimiento, la guerra se volverá inevitable.
Nuestra indiferencia hacia la aflicción del vecino trae el sufrimiento a nuestra puerta.
* * *
Un sueño utópico es un sueño irrealizable en sus objetivos. Pero, ¡ojo!, no porque sea idílico, fantástico o absurdo, sino porque en sí mismo lleva un mecanismo de contradicción que bloquea el resultado que persigue. Como hemos referido antes, todos los sueños, por muy excéntricos, brutales o inimaginables que sean, tienen su momento y su escenario. En este planeta precisamente se realiza ese tipo de sueños, fruto en muchas ocasiones de mentes retorcidas y perversas al extremo, que se rigen puramente por el egoísmo, el orgullo, el exceso, la complacencia, etc., que solo siembran desgracia y miseria allá por donde pasan y extienden sus dominios, a veces de forma devastadora. Y si aun así esos sueños se cumplen, ¿Cómo no se van cumplir sueños en mundos con deseos de felicidad, maravillosos, llenos de magia, fantasía y creatividad, es decir, los que llamamos erróneamente utópicos? Ciertamente, sí existen sueños utópicos, pero su imposible realización o efímera brevedad, es solo un problema del mecanismo interno del sueño. Aunque igualmente tienen su momento de proyección, nunca consiguen la finalidad que pretenden o con la que se justifican. Y esto ocurre cuando los medios que se proporcionan para que pudiese ser un sueño elevado, se utilizan como una finalidad en si mismo. Esa contradicción bloquea cualquier avance en la finalidad que se pretende, perjudicando especialmente al propio soñador.
Os pongo un ejemplo: El dinero es un medio para obtener y realizar muchos deseos, es energía de creatividad. Su potencial máximo se logra cuando se utiliza bien y en su totalidad, pero en cualquier caso como un medio. Si la condición humana de apego al dinero lo toma como finalidad y se dedica a retenerlo y acumularlo, se inmoviliza su finalidad y capacidad productiva y creadora, haciendo que todo ese potencial se quede en un mínimo y asfixiante resquicio, en un frágil equilibrio de supervivencia para el conjunto. Y esto que es pobreza para todo el conjunto, lo es también y especialmente para el que actúa así, aunque a corto plazo de otra sensación, o haya otra percepción.
Pongamos otro ejemplo, haciendo una analogía con un mecanismo físico, de tipo doméstico: El sistema por el que se regula el llenado y el nivel de agua de una cisterna de inodoro. La combinación del mecanismo boya y válvula de cierre tiene como finalidad llenar y mantener un determinado nivel de agua en el depósito. Pero si ese mecanismo, boya-palanca-válvula, que cierra y limita la entrada de agua, se pretendiese utilizar para ir reduciendo el nivel del agua hasta su vaciado, nos encontraríamos con la contradicción de que la finalidad, que es, que descienda el nivel, se convertiría en un medio para restringir la entrada de agua.
Con los accidentes de tráfico, que se pretenden erradicar por medio del mecanismo de concienciación: castigo-temor, ocurre lo mismo: En el momento en que se reduce el nivel de siniestralidad, los argumentos y las razones de concienciación que encienden la alarma social y justifican el uso del castigo como medio y fuerza para restringir el paso de entrada de más siniestros disminuye también. De tal forma que es imprescindible un determinado nivel de siniestralidad para poder concienciar o aleccionar, y así limitar la "entrada" de más siniestros. Se puede actuar sobre el tornillo regulador, atornillando incluso al límite de su recorrido, es decir, incrementando al máximo la dureza del castigo; pero el funcionamiento del mecanismo, aunque éste llegue a su máxima tensión, exigirá siempre, en mayor o menor medida, un determinado nivel de siniestros para que la gente acepte una medida tan impopular y denigrante como el castigo. Por lo tanto, pretender erradicar los accidentes de tráfico por medio de la represión y el castigo es un sueño utópico, indeterminado, sin fin.
* * *
No hay nada que esté fuera del alcance de nuestra voluntad creadora. Si esta es firme y duradera pronto o tarde todo se ha de materializar, si bien necesitamos un tiempo para el aprendizaje y para que nuestras aspiraciones sean lo más elevadas y legítimas posibles, y así nuestros sueños a la larga no nos perjudiquen. Sabremos que un sueño no nos perjudicará, cuando crecer en él, significa crecer con todos los demás, a la par, sin diferenciaciones.
Utopía es todo sueño del que no somos dignos, o, merecedores.
De los dramáticos e inquietantes acontecimientos de aquel día, no se que ha podido significar para nuestra civilización o en qué la va a poder cambiar, pero sin ninguna duda, el 11 de Septiembre del año 2001, fue la fecha de nacimiento de un sueño y una utopía.
LA INMENSA RIQUEZA DE LAS IDEAS Y EL CAMBIO CLIMÁTICO
Las ideas son el mayor potencial de riqueza de una sociedad, sin embargo es lo más difícil de proteger. Son fáciles de robar, pero no solo porque sea difícil y costoso especificar y proteger su propiedad, sino por que además, quien las roba no tiene suficiente conciencia de que está robado una cosa de gran valor. Me ha ocurrido: Esa idea que me robo esa persona, a mi me hubiese reportando un notable beneficio. Si ese beneficio materializado en dinero, esa persona tuviese que quitármelo del bolsillo, seguramente su moral y honestidad se lo hubiese impedido.
Para la persona que toma una idea y la explota porque tiene los medios para ello, considera que hace la práctica totalidad del esfuerzo en la materialización de la idea. Desarrollar la idea, experimentarla, perfeccionarla, ponerla en producción, promocionarla, distribuirla y venderla. La parte de importancia que tiene la idea en embrión, en todo ese proceso es mínima, inapreciable y por tanto la persona que hace uso de esa idea no tiene conciencia de que se le esté quitando nada de importancia a nadie. Sin embargo todo ese potencial y medios para desarrollar la idea no hubiese servido de nada sin la idea, y a la inversa. Quiere decirse qué entre la idea y los medios para materializarla hay justo un cincuenta por cien de razones de necesidad mutua y derechos compartidos. Pero no hay conciencia de ello, y permitimos robarnos de esta forma con suma facilidad. Y cuando permitimos robarnos de esta forma tan abierta y descontrolada ocurre que todo se empobrece.
Imaginemos que los medios de protección del dinero fuesen totalmente vulnerables a ser robado o falsificado, e incluso cuando lo cogiéramos por lo accesible, no tuviésemos conciencia clara de que estamos robando. Pregunto: ¿Quien trabajaría por dinero? Nadie. Todos tendríamos reticencia a trabajar y acumular nuestra riqueza en ese soporte, por miedo a que nos la quitasen. Y esto significaría que la gente apenas trabajaría o lo haría los justo e imprescindible para sobrevivir. ¿Nos imaginamos que la gente tenga miedo a trabajar y desarrollar todo su potencial productivo? Gracias a que hay las medidas de protección necesarias y suficientemente efectivos de la propiedad material, esto no ocurre y nuestra sociedad es prospera y con gran crecimiento. Proteger nuestras riquezas materiales mediante ese soporte físico que es el dinero es fácil, es un medio colectivo al alcance de todos, bastante seguro y eficaz. Pero proteger la riqueza de una idea con todo su desarrollo y proceso de patentes es muy costoso y no es segura su rentabilidad.
Si nosotros vamos al origen de nuestros logros sociales y elevada calidad de vida, vemos que toda nuestra prosperidad material está basada en avances y tecnologías que primero han sido ideas. Y que hay gente, poca gente, que ha tenido la suerte y los medios de hacerlas viables y poder vivir de ello, y así, poder desarrollar más ideas. Pero estamos viendo que esas ideas, esa propiedad es tan difícil de proteger, que la inmensa mayoría con buenas ideas, por miedo a que se las roben fácilmente, se inhiben de exponerlas y por tanto de que salgan a la luz en forma de más calidad de vida y más prosperidad.
Si llevada nuestras mejoras sociales a este punto de prosperidad y riqueza que estamos disfrutando (al menos comparado con tiempos atrás), aun a pesar de tener frenado este progreso en sus inicios cuando, en su embrión, cuando solo son ideas, y son pocas las ideas, las buenas ideas que prosperan. ¿Podemos imaginar que sería de nuestra sociedad, de nuestra prosperidad, de nuestra calidad de vida y garantía de futuro, si la propiedad de las ideas estuviesen debidamente protegidas y justamente valoradas, y de forma sumamente sencilla, asequible y fácil para todos, saliese a la luz ese inmenso potencial de riqueza que hay en todos nosotros?
DERECHO NATURAL A LA FAMILIA (1ª parte)
Hubo un tiempo, un rey que para averiguar donde estaba la Verdad, el verdadero Amor de madre, aquel que se sacrifica así mismo por la Unidad de Vida. Ofreció en razonable y justo reparto la mitad de esa Vida a cada madre; a la madre de la carne y a la madre del espíritu. Sabía que la Vida fruto del Amor Verdadero solo es en Unidad y como Padre de Verdad y Unida, y Madre de Amor y Vida, sabía que no podía dividirse la vida para conceder sus partes, más que en un mundo de ilusión y prueba.
El rey de este mundo divide la vida y concede las partes.
* * *
Los motivos que dan pie a estos escritos y a divulgar estas circunstancias personales, comienzan el 19 de Diciembre del 2006. A primeros de Enero de ese mismo año me echan de casa y me alejan de una relación normal con mis dos hijos pequeños, entonces de ocho y seis años, mediante un juicio de medidas provisionales. El juicio final, se fija para este día, pero cuado ya estábamos esperando en la puerta del juzgado, nos comunican que el juicio se aplaza hasta Marzo del 2007.
Esperaba este día con gran interés y expectativa, aunque llegado ese momento mis expectativas de que prevaleciese la verdad y hubiese un juicio justo que no perjudicase los derechos de ninguna de las partes, especialmente los de mis hijos a tener una familia en condiciones mínimas de normalidad en igualdad de derechos, se habían reducido a que las medidas y cargas que tuviese que soportar, se suavizaran y se pudiesen hacer lo más llevaderas posibles, compatible con la nueva relación, con esa reducida relación que me han dejado con mis hijos, una vez liquidadas las competencias normales de padre.
Ante la demanda de separación de mi compañera, sabía que mis posibilidades para que se me concediese la custodia eran prácticamente nulas. Ya lo había solicitado en el juicio de medidas provisionales, y como era de prever no se me había concedido. Y según me dice mi abogado, para el juicio final, si las cosas no cambian demasiado y todo ha ido con normalidad hasta entonces, suele establecerse definitivamente las medidas y lo dictaminado en el primer juicio. Solo me cabía por tanto que me rebajasen la cuantía de la pensión a los hijos y que no se concediese la pensión compensatoria que solicitaba mi esposa, y así me permitiese tener un trabajo que pudiese atender y dedicar el tiempo, ahora más limitado y delimitado a un horario restringido, cosa que de camionero era imposible, puesto que la propia restricción y distanciamiento de los hijos, no te permite esa relación en los pequeños huecos que deja estas largas jornadas laborales y además, mi excompañera no me permitía elasticidad en los horarios de visita en los que pudiese aprovechar esos márgenes de tiempo que me dejaba mi oficio, que estos eran pocos y no podían ser en horarios previsibles.
Aunque mi petición, es tener la custodia integra, en realidad, mi pretensión, o lo que considero justo y apropiado es la custodia compartida, y si me hubiesen concedido la custodia integra, era sin ninguna duda, para hacerla de hecho compartida. No admitía, ni admito ninguna solución que no pase por que nuestros hijos no pudiesen disponer de la presencia, atención, cuidados y educación tanto de su padre como de su madre, en igualdad de condiciones y a demanda de ellos, con plena consideración y respeto a sus derechos y libertad de elección, constituido y preservado un mismo principio de autoridad. Pero mi abogado me dice que la custodia compartida se concede en rarísimas excepciones, y en ese caso extremo, se considera como requisito primero que ambos cónyuges tuviesen viviendas independientes, y mi caso no era este. No obstante, como quiera que no me parecía nada bien que nuestros hijos tuviesen que sufrir una liquidación de la unidad familiar de estas características y especialmente por las razones que aquí se estaban dando con denotada y especial relevancia, al hacer prevalecer intereses personales y egoístas. Durante todo este tiempo desde el juicio de medidas provisionales he intentado plantear el asunto, a ver como se podía compatibilizar esos derechos de nuestro hijos a tener una familia de mínimos, y como no, también a mi derecho a poder disponer de mi medio de hábitat, es decir, poder estar en mi casa, y no tener que irme a vivir de caridad, puesto que es la única alternativa posible que me restaba, por los recursos que me quedaban después de atender las necesidades económicas que obligatoriamente tenía señaladas para con mi familia. Es lógico pensar que si antes, con nuestros ingresos familiares, teníamos una economía muy ajustada, que llegábamos con dificultad a final de mes ¿Cómo se puede aplicar una medida que significan desdoblar la necesidad de medios de hábitat y de equipamiento? ¿De donde? Echar a uno a la calle por la fuerza como solución de divorcio, puede solucionarle el problema a una de las partes, pero crea en la otra parte un serio perjuicio.
Así que con el propósito de buscar soluciones razonables para todas las partes, sin perjuicio de ninguna de ellas, aunque sabiendo pueda ser ligeramente incomoda para todos, pero con el propósito de atender la prioridad de preservar los derechos más elementales y básicos de todos, inicio este capítulo de mi vida. E impulsado también por una serie de circunstancias paralelas que se vienen sucediendo durante esos días y que culminan en extraña coincidencia en ese mismo día 19.12.06. Y esto parece ser, significa ir justo en sentido contrario de lo establecido, tanto de lo legalmente establecido como de los socialmente asumido y demandado. Puesto que en economías ajustadas o precarias, una separación sentimental de pareja, de matrimonio con hijos, solo puede hacerse de una forma justa, razonable y sin consecuencias especialmente negativas para nadie, si hay acuerdos y entendimiento, en compartir los medios comunes. Y este es el gran problema: Compartir cosas en común dos personas que se detestan en la misma medida que en su momento se amaron, y tener que compartir necesariamente algo que es indivisible: Los hijos.
Conceder la custodia compartida, dentro de la misma vivienda, auque se establezcan diferenciaciones en el uso de espacios, enseres y utensilios, parece ser que es imposible. Es lógico pensar qué, aunque disuelta la relación de pareja, y se establezcan unas determinadas normas de convivencia y colaboración en la misma vivienda, pero ahora con el propósito de hacer un trabajo de equipo, de colaboración familiar, las discusiones y los conflictos van a surgir de igual modo, especialmente entre dos personas que ya estaban viviendo un clima de tensión y enfrentamiento largamente acumulado, pero no, por que haya desavenencias o falta de acuerdos en establecer las nuevas formas y los nuevos compromisos para llevar a cabo los objetivos de esa nueva "empresa" en común, sino porque se detestan. Y en el fondo de toda relación, aún con nuevas normas y nuevos compromisos siempre latirá un sentimiento de rencor y odio. Así qué, parece que el simple hecho de convivir con la misma persona que antes has querido o amado, en otras funciones o relación diferente a la sentimental y sin que haya un comportamiento objetivamente negativo por parte de nadie, solo por el simple hecho de su presencia, y de ser la persona que con anterioridad has intimado estrechamente, parece ser que es imposible. Inconcebible compartir el mismo techo si es en otra relación diferente a la sentimental. Esto es algo que me ha sorprendido y que verdaderamente desconocía, pero que sin embargo he podido comprobar que le ocurre a muchas personas Y esta reacción en la inmensa mayoría de casos parece inevitable, es decir; el enamoramiento en su sentido puramente instintivo-emocional, es un ciclo que tiene una primera fase de fuerte atracción, seguida en muchos casos de una etapa, con la misma medida e intensidad pero de repulsión. Esto, parece evidente, es un problema psicológico, subjetivo de la persona que sufre este proceso de enamoramiento, y no de la persona que es objeto de esa atracción repulsión, puesto que una conducta idéntica por la persona objeto, puede ser asumida por la persona enamorada, como atracción o repulsión, en función de su estado subjetivo y de la fase en que se encuentre su ciclo de enamoramiento. Por lo tanto, este enamorarse que se distingue por su gran apasionamiento, a modo de encantamiento que parece que vamos en una nube y no nos hace ser demasiado dueños de la realidad, de nuestros pensamientos y de nuestros actos, hay que considerarlo como un arma de doble filo, o como algo qué, si en su momento es de mucha pasión, satisfacción y gozo, vamos a tener luego con cierta probabilidad su contrapartida, con igual intensidad y medida, pero en signo contrario. Por tanto lo lógico sería vigilar ese proceso en nosotros mismos y no actuar inconscientemente, reaccionando violentamente contra el objeto de nuestro deseo-repulsa, sobre todo cuando la conducta de nuestra pareja, objetivamente analizada es idéntica a su comportamiento anterior y en sus aspectos fundamentales de responsabilidad en sus tareas y respeto a los derechos de los demás. Evidentemente, cuando el ciclo de enamoramiento concluye por las dos partes, los motivos objetivos de rechazo y desavenencia son por ambas partes, y por tanto, de todo punto irreconciliables. Pero hay una cuestión muy importante en todo esto, y que en cierta medida afecta a la dignidad de las personas, y es que eso de profesarse amor eterno para luego terminar a tiro limpio, no es serio. Aunque en primer lugar nos dejemos llevar con cierta ilusión y expectativa, hay que ver en esa relación de atracción entre pareja, también un componente perturbador de nuestros sentidos, y al dejarnos llevar por esas sensaciones y motivaciones, tenemos que ser igualmente vigilantes de esos procesos, y nos tiene que preocupar sobre todo, las determinaciones y compromisos que tomemos en base a esos estados emocionales. Asegurarnos de qué los compromisos que vamos a asumir con estos estímulos y motivaciones tienen unas bases y fundamentos sólidos, porque sino, nos lleva hacer cosa que socialmente no son serias, es decir: Montar el tinglado que montamos al rededor de estos sentimientos, de estas uniones, de esos compromisos públicos por todo alto y con gran celebración, haciéndolo el acontecimiento de nuestra vida, para luego quedarse todo en agua de borrajas. Y eso no es serio.
Estas uniones o enlaces, con estos fundamentos, suelen dar resultados a veces de graves consecuencias. Conflictos de difícil solución y en los que el estado se ve obligado a mediar en última instancia, sobre todo si la cosa se pone fea, en favor de la parte más débil, físicamente más débil, no de la parte menos egoísta o malvada, cosa bastante complicada de averiguar. Lo digo en estos términos, por que es imposible indagar en cual de las parte es claramente culpable o claramente inocente. Ocurre como cuando intentamos mediar en las peleas entre nuestros pequeños, y pedimos explicaciones de quien ha empezado la disputa. Después de escuchar a ambas partes en una cascada mutua de reproches sin fin, y no aclarar nada, decidimos en última instancia alinearnos con la parte más débil, no de quien tiene más razón, puesto que sabemos también que nadie es totalmente inocente. Nuestra tendencia inevitable es a proteger al más débil físicamente.
De manera que aquí el estado se encuentra con una difícil papeleta, en vez de intervenir en la relación de pareja, intentando recuperar esa relación, cosa que necesita de un poco de mas atención y dedicación, opta por la cirugía, es decir por facilitar la separación, con la gravedad añadida que puede ser esta unilateral, con la sola petición de una de las partes. Esto puede tener algún aspecto positivo, especialmente el de no colapsar y dar mas fluidez así a los juzgados con esta avalancha de separaciones que se dan ahora e incrementadas a su vez por tantas facilidades, por que indagar en la razones que puedan hacer recomendable o no la separación, y en su caso extremo buscar la formulas de convivencia y reparto mas justas y equitativas que respete el derecho de todos y de buen resultado, puede complicar demasiado un procedimiento legal. Y porque generalmente mantener la unión a ultranza supone ignorar los perjuicios y el sufrimiento de las partes más débiles. Así qué facilitar la separación, si quiere ser, o acuciado especialmente por un afán proteccionista en este contexto de violencia doméstica, tiene que ser alineándose con la parte físicamente más débil, y como parecen ser las últimas disposiciones legales, puede ser sin justificaciones ni explicaciones de ningún tipo, por ninguna de las partes, supongo que para evitar entrar en una dinámica de reproches y acusaciones sin fin que generalmente no llegan a aclarar nada y comprobar en la mayoría de casos que las dos partes tienen culpa en igual medida, para finalizar generalmente tomando la misma medida cuando se tiene hijos menores: Expulsar al hombre. Esto en principio puede aparentar una rápida y eficaz solución, en estos momentos en que los juzgados se colapsan por este tipo de demandas. Intervenir en una solución mediadora donde se preserven los derechos de todos, es muy complicado ya que hay que analizar en detalle e intervenir en la relación, en las razones y causas de las desavenencias, del conflicto y actuar en consecuencia, y eso es muy difícil cuando generalmente no hay voluntad reconciliadora aún tan siquiera por una de las partes, y no se es suficiente responsable de las consecuencias negativa que produce. De manera que la cosa se presenta complicada, pero cuando hay gente claramente inocente, como los hijos pequeños que salen muy seriamente perjudicados, creo que algo más, que aplicar una simple y radical medida de cirugía indiscriminada, de liquidación de derechos fundamentales, se puede hacer.
Lógico es pensar que el Estado, la sociedad, tiene que aportar las medidas preventivas necesarias que protejan nuestros derechos en éste y en cualquier ámbito. Pero cosa importante es conocer esos derechos, su relevancia y repercusiones, y establecer en consecuencia un correcto orden de prioridades para compatibilizarlos en su justa medida y proporción. Y el derecho de los más perjudicados en estos conflictos familiares, que suelen ser los hijos pequeños, a saber son: Ser atendidos en sus necesidades materiales y en su formación educativa: moral, ética y del conocimiento, y todo esto con un trato afectivo y digno. Bueno, aquí cabría también añadir, el derecho a tener una familia mínimamente constituida: Padre y madre en igualdad de condiciones y como un mismo principio de autoridad. El problema está en que si este añadido último, este derecho es imprescindible o no, o si se puede prescindir de ese derecho en cumplimiento de otros, digamos más materiales o perentorios, y suponiendo que una correcta actuación dependería del orden en las prioridades en que se actúe con esos derechos.
Y aquí podemos encontrar la clave del problema: Si en mi anterior libro, (del que hago un resumen más adelante): Como Erradicar los Accidentes de Tráfico. Se establece la relación directa que hay entre la catástrofe que tenemos en nuestras carreteras, en base a un equivocado orden de prioridades de nuestros problemas y actuaciones sociales, aquí ocurre exactamente lo mismo. En esta última etapa agravada por incidir en dar mayor ventaja legal a la mujer en las separaciones con hijos, y un apoyo incondicional a ultranza, en protección frente a la violencia domestica, cuando todo esto se hace de una forma desproporcionada y claramente desestimando derechos elementales de las demás partes.
Puede parecer insensato decir que más importante que tener a nuestros hijos con sus necesidades materiales atendidas, es que cuenten con la presencia de sus padres por igual, no quiero decir exactamente y necesariamente de la presencia física de sus padres en todo momento y a pedir de boca, cosa que todos sabemos que por razones laborales, y por la falta de apoyo social a la familia (Concretamente: De eludir asumir la sociedad su responsabilidad), no puede ser, sino con la presencia figurada de sus padres, y como padres en igualdad de condiciones, en el que haya constituido un mismo principio de autoridad.
Es muy importante que empiece a darse verdadera importancia a este detalle, pero no para considerarlo un derecho más a tener en cuenta, sino para considerarlo el derecho primero, el prioritario, fundamental e insustituible que es. No sabemos exactamente porque nuestros jóvenes son como son, porque vemos a nuestro juicio esa actitud negativa, desafiante en casos, sin aparente referencias morales y con ese desorden de valores de la que tanto nos lamentamos y que sufre gran parte de nuestra juventud. No sabemos exactamente porque ocurre esto. Ni sabemos con exactitud como repercute en todos los ámbitos en los que posteriormente van a relacionarse y desarrollar. ¿No será que en nuestro orden de prioridades en el trato a la familia en general y a nuestros hijos en particular hay establecido un orden de prioridades equivocado en sus derechos?
Si se quiere terminar con este desastre que sufre la parte más débil, nuestros hijos, con todo su desorden de referencia moral y de valores. Si se quiere terminar con este desastre de malos tratos tanto físicos como psíquicos que sufren las mujeres, y que va creciendo con esas medidas pretendidamente proteccionistas, pero que a su vez, tal y como a veces se aplican muchas veces en clara vejación y humillación, y usurpación de derechos más elementales e incluso permitiéndose ser fácilmente manipulables, y claramente inducidos por intereses egoístas, que instigan, provocan aún más la acción violenta. Si se quiere terminar con este desastre que humilla y veja en clara discriminación de derechos a los hombres, solo por su condición de hombres. Habrá que pensar en primar lugar, en que algo no se esta haciendo bien cuando todo el mundo sin distinción sale perjudicado y tan gravemente perjudicado. Y por tanto habrá que hacer algo que necesariamente no tenga que pasar por medidas de fuerza, represivas y de liquidación de derechos, al extremo de ser algunos de estos derechos constitucionales, y por tanto poner un orden de prioridades correcto en la toma de medidas en nuestra acción pública. Y hay cosas en este asunto que se desestiman tan gravemente como inconscientemente.
Estoy de acuerdo que la violencia que se genera con tanta frecuencia en el seno familiar y que sufren todos sus miembros, sin excepción, es muy difícil de atajar y posiblemente en muchos casos es recomendable disolver esta situación. Pero eso no justifica generalizar su uso y mucho menos dar todo tipo de facilidades, puesto que la disolución trae también consecuencias negativas y estas pueden ser en muchos casos más negativas que las qué pretendemos resolver. Por lo tanto hay que buscar soluciones intermedias. Y por supuesto no culpabilizar a una de las partes sistemáticamente por su condición natural. Es decir: El hombre es el malvado y la mujer la víctima a priori. Cuando la maldad hemos de reconocer que está por partes iguales en ambos géneros y en toda condición humana. Desde luego que intervenir en este tipo de conflictos es muy difícil, pero es preciso afrontar esa situación desde su origen, desde las causas del conflicto y no sobre sus efectos, y dar pasos decididos en ese sentido. En primer lugar tengo que decir algo que para mí ha sido en principio eje de mi relación y conducta con mis parejas, y que sería bueno que de alguna manera se inculcase esa necesidad en las parejas que formalicen su relación: Saber aceptar cada uno las circunstancias que nos toca vivir, asumir esa responsabilidad, y no creer que todas las adversidades y penalidades que se sufren son rematadamente injustas e inmerecidas. Y en consecuencia, no ver a en mi pareja la causa de mis problemas, de la totalidad de mis problemas. En nuestra función de mejora de la personalidad, en ese marco de estrecha relación con tu pareja, es un escenario de hechos y circunstancias, donde podemos vernos reflejados en detalles y matices de nuestra personalidad que en otros ámbitos u otros tipos de relaciones no se nos daría la oportunidad. Esto puede parecer trivial, pero tengo que decir qué a pesar, o mejor dicho: gracias, a las relaciones dificultosa con mis parejas y los escollos que he podido salvar en especial atención a mi personalidad, y siempre con un decidido propósito conciliador, puedo decir qué, lo mejor que me llevo de esta vida, me lo han proporcionado ellas. Y sin ellas no hubiese sido posible.
Sin embargo, los hijos, en cuanto a la relación con ellos, aunque te aportan y llenan tu vida de interés y razones de vivir, no son tan fructíferos particularmente en este sentido, y debido quizás, a nuestra relación de desigualdad para con ellos. Aunque si en algo contribuirían enormemente sería precisamente en esforzarnos por considerarlos como iguales. Mantener las distancias lógicas en las funciones que cada cual desempeña en la jerarquía familiar, pero liberarnos de ese sentido posesivo de propiedad respecto a los hijos y no considerarlos como una parte consustancial nuestra, y con todos los condicionantes que surge de sentir a nuestro hijo como prolongación de nuestra personalidad. Ellos pertenecen en relación reciproca al conjunto social, todos somos miembros por igual y en relación reciproca con todos. En consecuencia, los hijos a quienes interesan y son una necesidad imperiosa e ineludible, es a la sociedad. Es una necesidad individual que tenemos, pero como conjunto social que somos. La sociedad se constituye de esos elementos con los que crece y se fortalece, del número de miembros de una sociedad y de sus mejores cualidades y valores depende su estatus, calidad de vida, fortaleza y seguridad. Cuanto más y mejores sean, en esa misma medida nuestra sociedad será más competitiva, más potente, menos vulnerable y con una mejor calidad de vida. Por tanto, la sociedad como primer beneficiario y responsable directo, es su problema y responsabilidad prioritaria sustentarlos en primer lugar, y por supuesto asumir el papel íntegro de su educación, cosa que necesariamente significa, en primer lugar y prioritariamente mediar en la formación educativa de la familia, de todos sus miembros y en cada una de sus funciones y relaciones. No solo en la educación del conocimiento, sino en la educación de la ciudadanía en primer lugar, y en todos los aspectos y ámbitos de sus relaciones humanas. Pronto o tarde las sociedad tendrá que afrontar esta responsabilidad directa en toda su dimensión, pero no institucionalizándola como acciones de protección, ayuda o solidaridad social, sino porque es la forma más efectiva de optimizar recursos y reconducir ese potencial social del que son portadores nuestros hijos, en beneficio de todos: De una mayor riqueza, de una mayor capacidad competitiva, de una mayor seguridad interior y exterior, y de una consolidada garantía de futuro. Y esto cambiará cuando los paternidad se considere una función social y en su conjunto consideren a sus hijos como iguales, y actúe en consecuencia, y no se atribuya una responsabilidad a los padres, con unos "derechos de propiedad" sobre los hijos que no tienen. Los hijos para sus padres son una responsabilidad, no una pertenencia. Pertenecer, solo se pertenece al grupo social.
Es necesario por lo tanto, hacer hincapié en este aspecto de responsabilidad social para con los hijos: No se trata de que la sociedad, representado por el estado ‘ayude’ a las familias. Como por ejemplo ya no decimos que en las tareas del hogar el marido ‘ayuda’ a la mujer, en todo caso hace su parte de tarea que le corresponde en esa labor conjunta. A la sociedad, representada por el estado, la parte de tarea que le corresponde asumir en esa labor conjunta, es garantizar y cubrir íntegramente todas las necesidades básicas materiales y educativas de todos, y especial atención a los pequeños.
Aunque poco a poco está calando en nuestra sociedad la importancia de ser consecuentes con esa necesidad, hasta que se instituya como responsabilidad social y se le de en consecuencia la atención prioritaria que le corresponde, todavía tiene que darse unos pasos previos y esto obviamente tienen que ir en la dirección de evitar aquello que es claramente contrario a estos objetivos. No solo por que no aporta nada positivo, sino por que nos lleva en dirección contraria, nos aleja de nuestra meta y nos empobrece, es un enorme lastre a nuestro crecimiento social. Y una de las medidas que precisamente nos llevan en dirección contraria a nuestros intereses sociales es aportar soluciones a los problemas de las familias con medidas proteccionistas de fuerza, sesgadas, unilaterales, si atender a las necesidades verdaderamente prioritarias y sin respetar tanto los derechos naturales, como los derechos adquiridos en su justa proporción y equilibrio de cada uno de sus miembros. Lo desafortunado de dichas soluciones están avaladas día a día por los resultados que ya se están dando a corto plazo, con el incremente de mas violencia doméstica. Pero lo peor son los desastrosos resultados que se cimientan a medio y largo plazo. Agravadas por medidas pretendidamente proteccionista como la Ley de Violencia de Género que le da un plus de impunidad a este despropósito. Esta forma de solucionar los problemas, que para solucionar un problema se hace a costa de generalizar un enorme daño social, es lo que está ocurriendo con la protección a ultranza de la mujer y en desconsideración a los derechos básicos de las otras partes, y de cómo se aplica. Se da la lamentable forma de percibir y valorar los problemas por la sociedad, en el contexto de una sensibilidad emocional, desproporcionada, alarmista y fácilmente influenciable por los medios de comunicación que por ejemplo, unas lesiones físicas o un asesinato, es un daño que produce un especial impacto en la sensibilidad social, mucho mas noticiable, clama al cielo y moviliza todos los efectivos de protección, con la desgracia que se recurre a los métodos y formas más burdos e indiscriminados, por supuesto más económicos de aplicar, pero todo vale con tal de parar esos picos de fuerte emocionalidad, de indignación social. Sin embargo la usurpación, liquidación indiscriminada y masiva de derechos fundamentales a consecuencia, que si bien, no produce casos concretos de excesiva crueldad, dando la sensación de que es un mal menor necesario para evitar otro mayor, sin embargo de esta forma, el caudal de daño que se introduce en la sociedad es enorme, de ingente magnitud, pero eso es lo de menos, no es un problema noticiable por su emocionalidad puntual y nadie se alarma por eso, sin embargo, ese mal invade sutilmente cada una de las células de nuestro organismo social, con resultados muchos peores, mas arraigados y mas duraderos. No somos conscientes de ese mar de injusticia que late en el fondo de nuestra sociedad como consecuencia de esas medidas totalmente imprudentes, de total falta de previsión y en casos desesperadas. En cierta medida ocurre como con la contaminación atmosférica la estamos envenenando poco a poco sin darnos cuenta, por la lentitud con que se produce y por el poco impacto puntual o por lo diseminado con que se hace, que mas tarde o temprano nos puede estallar irremisiblemente en las manos, como la peor catástrofe conocida de la humanidad. No ocurriría lo mismo si alguien pretendiese, por ejemplo, contaminar el depósito o la fuente de abastecimiento de agua potable de una ciudad, aunque solo sea con efectos diarreicos, seguro que se movilizaría toda la sociedad con todos sus efectivos para abortar dicha acción. Pues esa es la característica fundamental tanto de acciones desproporcionadas e inconscientes como de leyes inconscientes: Los problemas toman magnitud y respuesta social cuando los vemos, no cuando están. Recordar los problemas que tiene el avestruz par defenderse de sus enemigos más letales, lo fácil que se lo pone, pues en esa misma medida de su inconsciencia pero en forma aparatosa y desproporcionada es con la que actúa contra sus mas pequeños e insignificantes enemigos. No sería del todo malo liquidarte a tus pequeños enemigos a cañonazos, salvo que en este caso atrajeses con todo ese alboroto y estropicio la atención de tu verdadero enemigo.
Nuestra inconsciencia, con sus efectos injustos y desproporcionados, son lentos y diseminados, pero de enormes consecuencias, son con diferencia las más graves amenazas y en casos las que produce daños irreversibles, daños que son a largo plazo y generalmente quien las pone en marcha no las llega sufrir en el corto plazo, pero que las ponemos como bombas de relojería en las manos de nuestra generación futura, justamente por la que tanto interés y desvelos ponemos en darles lo mejor de nosotros, lo que nosotros no hemos podido tener, o ser, y que ya solo nos queda desear y anhelar para nuestros hijos. Nuestras más grandes aspiraciones y anhelos particulares, en esta nueva era de oportunidades, alimentada e impulsada por la abundancia en proliferación de medios y recursos, se hace, por esta causa, insostenible para el conjunto social, precisamente en un momento de nuestra historia que nuestra única garantía de futuro solo depende del conjunto: Tremenda paradoja.
Es tan necesario como urgente descubrir ya no solo lo inútiles que pueden llegar a ser medidas individualistas, sesgadas, unilaterales y conducidas por el empuje emocional, especialmente el mediatizado, sino además lo contrarias y perjudiciales que son como multiplicadoras de la injusticia social y de sus repercusiones negativas en todos los frentes. Por tanto se trata de parar primero esta tendencia y luego reiniciarla en el sentido contrario, o sea, en clara recuperación de los efectos dañinos ya producidos. Y esto pasa necesariamente primero por ver el problema en todo su calado, y luego establecer un orden correcto en las prioridades de nuestra acción social.
Y la cosa, en el contexto de la familia, en principio no es difícil, puesto que se trata básicamente de aplicar medidas preventivas que son precisamente las más fáciles y económicas, cosa que toda medida de fuerza y represiva no puede hacer, puesto que necesita que se materialice el daño para poder actuar en consecuencia. Se requiere por tanto ir al origen del problema, y el origen del problema en este caso está en los hijos. Reconocer en primer lugar que lo que verdaderamente ata en el matrimonio y hace disoluciones difíciles y traumáticas es la presencia de los hijos. Por tanto poner medidas para que estos no vengan por error o caprichosamente es una tarea prioritaria, a su vez que se estimule y se pongan las bases para que la procreación sea el elemento fundamental de toda unión matrimonial, el objetivo prioritario, y acompañado por supuesto de todo el apoyo social necesario, como contribución conjunta y reciproca. Que ya estamos viendo que es una responsabilidad que la sociedad elude en contra de su más alto interés, en contra de su propia y mejor rentabilidad social.
Como es lógico pensar, en la misma medida que supone un alto interés, se han de cuidar sus mejores condiciones para que los hijos, que como necesaria renovación y equilibrio generacional, y como necesaria continuidad de las especie, tengan las mejores condiciones. Y esto, evidentemente comienza por la familia, atendiéndola y cuidándola en todos sus aspectos y diferentes etapas, tanto en su constitución, como en su desarrollo y sostén. Al igual que cuando se cultiva una planta: Desde que es semilla y se prepara el terreno, y se elige el tiempo oportuno de la siembra, y se le proporciona los cuidados necesarios en su crecimiento, y no dejándola que crezca sin atención, descontroladamente y al albur de sus tendencias, deseos y caprichos. Por lo tanto, antes de constituirse firmemente la familia y forjar esa unión a largo plazo con los hijos, se han de poner todas las medidas a nuestro alcance, que siendo estas preventivas, nuestras actuaciones han de prever y anticiparse a los problemas, preservándonos no solo de las situaciones traumáticas que estos suponen, sino también de los enormes costes sociales que suponen su reparación una vez se ha declarado el mal, el daño causado. Medidas que tienen sencilla aplicación en sus fases iniciales, y que han de aplicarse ya desde las escuelas, considerada la educación escolar en este contexto, como objetivo prioritario de formación y crecimiento. ¿Qué cuesta enderezar los tallos de una planta cuando son tiernos? Aprovechar el paso de nuestros hijos por la escuela, para inculcarles prioritariamente una educación que tenga que ver especialmente con valores de conducta y ciudadanía, de relación entre ellos, en valores de respeto cooperación y solidaridad. También en relación a las instituciones y la autoridad establecida, concienciarse de la necesidad de toda organización social y aceptar con satisfacción, la satisfacción en confianza y seguridad que nos da a nosotros mismos el aceptar la disciplina que de ello se deriva, y en todos los ámbitos de relación que nos pueda deparar la vida. La escuela es una oportunidad inmejorable que disponemos, única, puesto que es donde empiezan nuestras relaciones sociales como individuos, y como hombres y mujeres. Donde empezamos a conocernos con esas vinculaciones y diferenciaciones, y por tanto donde ya empiezan a fraguarse estereotipos de conductas que pueden ser equivocadas o no indicadas. Por tanto es el mejor momento para desmontar todos estas costumbre y roles de conductas tradicionales, en su caso machistas, discriminadoras, xenófobas, etc. y conducirlos, estimulando relaciones y valores en igualdad de condiciones, de respeto mutuo, solidaridad y cooperación. Y sin desvincularse de ellos cuando empiezan sus etapas de adolescencia, extendiendo su educación acorde a las etapas que están cruzando y a sus nuevas inquietudes, con programas de orientación y asesoramiento que entre otras cosas, y en el caso concreto que nos ocupa, se les enseñe a saber elegir la pareja que se adapte mejor o compatibilice, previniendo uniones que puedan ser claramente conflictivas, mediante el asesoramiento y la prevención ante determinados perfiles de la personalidad que puedan degenerar en violencia o malos tratos. Educarles en un orden de valores acorde a nuestros tiempo que permitan reorientar su conducta y que no sean víctimas a su vez de una educación basada en valores de discriminación y marginación, reminiscencias de épocas, tradiciones o culturas, que nada tiene que ver con sus verdaderos principios culturales o espirituales pero que se han impuesto incomprensiblemente contra toda lógica y razón.
Y cuando estas relaciones van encaminadas a la constitución de la familia, y antes de formalizar definitivamente la relación de pareja y establecer el compromiso de matrimonio, asegurar la relación de pareja, por ejemplo, con etapas de convivencia previas, estrechamente compartida, en situaciones y circunstancias de toda índole, con un tiempo recomendable por ejemplo no inferior a cuatro años (que suele ser la primera etapa de enamoramiento). Si a pesar de tomadas estas precauciones y una vez concebida la presencia de hijos surgen las desavenencias y ante la posible conveniencia de disolución, sería conveniente disponer de educadores sociales al efecto que mediasen en el problema. Es decir, que la sociedad tenga instituidos esos mecanismos de mediación e intervención previos, y que se pueda desde dentro del problema, analizar la situación y optar por posibles medidas de avenencia y reconciliación con planes preventivos.
Hay que tener en cuenta qué en la mediación en estas relaciones, no solo hay que atajar el problema actuando en sus resultado externos o físicos, es decir atajando solo la violencia física que pueda haber en ello, eso es como intentar dar una solución a una enfermedad tratando solo sus síntomas. La causa está indistintamente en ambas partes de la relación, y por la propia condición natural tanto del hombre como de la mujer, y de los roles de conducta que se imponen cultural y socialmente, cada uno manifiesta su condición egocéntrica, o de maldad (si se quiere llamar así), con diferentes cualidades, que en el caso concreto del hombre suele ser menos inteligente y por tanto de efectos más contundentes, o sea con violencia física, y en la mujer es más inteligente y sabe manejarse mejor en conseguir sus objetivos con la inteligencia y astucia, y por lo tanto los resultados en malos tratos psicológico pueden tener resultados tan perjudiciales como los físicos, y teniendo en cuenta que generalmente el efecto que produce es reciproco. De algún modo nuestros miedos, defectos y carencias lo vemos reflejado en el otro con la singularidad que caracteriza el sexo opuesto. La pareja podemos decir que es un buen espejo reciproco donde materializarse condiciones ocultas de nuestra personalidad, que de otro modo tendríamos muy difícil de ver, valorar, rectificar y mejorar.
Pero previo a mediar en situaciones que presentan notables dificultades y de difícil salida, es muy importante que la relación entre pareja presente las garantías suficientes antes de asumir el compromiso de concebir hijos, o sea, recibir el asesoramiento conveniente, dándose los plazos necesarios, con las experiencias de convivencia necesarias, y cosa también muy importante: concediéndose, por que no, el ‘carné’ de pareja o matrimonio para ser padres. Como hemos dicho, si hay alguna actividad que repercute de forma más decisiva en los aspectos más esenciales y sensibles de nuestra sociedad, es sin duda la relación, el trato y la educación que podamos ofrecerles a nuestros hijos y que adquiere especiales dificultades y así como también especiales ventajas cuando se tienen que hacer en acuerdo de pareja. Una educación que puede ser supervisada y en estrecha colaboración con las instituciones, sin menoscabo de preservar la intimidad familiar en todos sus aspectos, una relación fundamentada en la colaboración, el apoyo y la preocupación social, y no solo en la vigilancia, control policial y las determinaciones jurídicas cuando se dan ya extremos lamentables. Que sea totalmente accesible, estimulada su necesidad, con suficiente persuasión en un orden de valores y de concienciación, libremente asumido y en ningún caso impuesto. Por tanto se hace necesaria una información y educación al respecto, preocupándose socialmente por estas relaciones y ofrecer las pautas de conducta mejor posibles, recomendadas por especialistas y profesionales, libremente aceptadas, siendo insistentes en las recomendaciones pero no imponiendo lo que creemos correcto, por muy correcto que creamos que sea, salvo que transcienda claramente los límites de su propia seguridad o de los daños irreversibles. Consejos y actitudes oportunas, no solo para saber instruir a nuestros hijos, sino saber relacionarnos con ellos cambiando nuestras actitudes personales si fuese necesario y la relación entre la pareja respecto a ellos, una relación que pueda servirles de educación, orientación y sobre todo de ejemplo y referencia de autoridad, aceptada por el amor y no por el temor. Sabiendo que la sociedad adulta está ahí en cada momento y en cada una de sus tribulaciones y de sus necesidades más vitales e íntimas y que no esconden la cabeza y ni se lava las manos con la simple prohibición y persecución, y señalando desde la distancia y desde la arrogancia lo que esta bien y está mal.
Una formación y apoyo que se hace especialmente necesario en estos tiempos, en este contexto social de libertades y especial impulso en nuestra evolución social, como cualquier actividad que tiene una repercusión importante en los derechos del conjunto de la sociedad. Por tanto no sería descabellado, así como hoy en día se necesita títulos o autorizaciones para todo tipo de actividad que implique actividades de responsabilidad y de repercusión y riesgo social, también aquí, en un primer paso conceder ‘Licencias de matrimonios para constituir una familia’. Saber de algunos conocimientos y consejos básicos y sobre todo saber que se cuenta con el total apoyo social en cualquiera de los problemas o desavenencias que puedan surgir entre la pareja y respecto a la relación con los hijos.
El compromiso matrimonial es un trámite social que da paso a formalizar una institución social de importancia vital para ésta, y por tanto a medida de su importancia social están también sus consecuencias, si éstas se dan de forma negativa en la familia, se traduce automáticamente en un notable problema social. Por tanto no se pueden instituir un matrimonio sin más, sin haberse leído al menos el "manual de instrucciones". Cosa que se debe y se puede hacer ya desde la escuela con referencias básicas, y posteriormente previo a la formalización de estos compromisos. Primero: sabiendo elegir la pareja. Segundo: sabiendo relacionarse en toda situación y circunstancia. Tercero: sabiendo elegir el momento de tener los hijos y evitando, previniendo por medios naturales, no violentos, los no deseados. Cuarto: sabiendo mantenerlos, tratarlos y educarlos. Quinto, y si a pesar de todas las medidas preventivas tomadas se comete el error: Saber aceptar situaciones adversas, etapas difíciles en la relación y saber superarlas. Y si a pesar de todos los pesares, la cosa es de todo punto irreconciliable, inevitable, y el "accidente se produce", el estado, la sociedad tiene que disponer de medidas de protección efectivas para todos, y atenuar cualquier repercusión social negativa reduciéndolo en cualquier supuesto a daños leves, y con absoluta justicia preservar los derechos de todos.
En nuestras relaciones humanas a lo largo de nuestra vida y en sus diferentes etapas, interpretamos diferentes papeles en nuestra conducta: Como hijos, como padres como esposos, como jefes, como empleados, como compañeros, amigos, etc. cada una de estos escenarios nos sirve para manifestar diferentes aspectos de nuestra naturaleza o personalidad, tanto con sus defectos como con sus virtudes. Según en que escenario, nos comportamos manifestando diferentes rasgos de nuestra personalidad, a veces, totalmente contrarias, cosa curiosa siendo el mismo, y esto entre otras cosas nos aporta la posibilidad de conocernos, y que en ausencia de esa diversidad de circunstancias no se darían determinadas conductas o comportamientos por nuestra parte y sería imposible por tanto darnos a conocer a nosotros mismos. Conocernos tal y como somos, cosa que es bastante más difícil y más importante de lo que imaginamos, y como consecuencia aporta esa oportunidad de mejora y evolución en nuestra forma de ser, que con toda seguridad nos va a proporcionar estimadas cualidades y ventajas aunque aparentemente y de forma inmediata de la impresión que solo sean problemas penalidades y desventajas sin finalidad ni sentido. Pero sin embargo en este aprendizaje, socialmente estamos solos, tenemos que aprender en nuestra relación como padres, hijos, cónyuges, jefes, empleados, etc. sin nadie que nos enseñe o asesore. Hacemos estas funciones de una forma espontánea e intuitiva, y muchas veces creyendo que lo hacemos bien, y con la buena voluntad de querer hacerlo bien, sin embargo estamos totalmente equivocados. Por tanto sería de agradecer por parte de nuestra sociedad representativa, quienes llevan la iniciativa social y están preparados para ello, que se le diese la relevancia que tiene y se pusiesen en marcha acciones de apoyo, orientación, asesoramiento, etc. en cada una de nuestras funciones y relaciones sociales. Y en este sentido, la psicología, la pedagogía, la educación social tiene mucho que decir y hacer. Tienen que "introducirse" en nuestras casas, en nuestros puestos de trabajo, en nuestros lugares de ocio, etc. para enseñarnos la forma correcta de relacionarnos, a cada uno de nosotros, en cada uno de nuestros diferentes roles de conducta, mediando con suficiente tacto, sutileza y distancia que preserve la libertad de elección y respete los cánones culturales y tradicionales en un correcto orden de valores, donde se fomenten relaciones en ambientas de confianza generosidad, cordialidad, en donde todos sin excepción tenemos que avanzar en un paso y ceder en otro, donde no hay culpables ni inocentes por definición o naturaleza y donde todos tenemos mucho que aportar y mucho más que aprender de lo que imaginamos. En un extraordinario respeto a nuestro entorno natural y social, y aceptación de nuestras circunstancias, que permita sacar el máximo provecho en nuestra evolución como personas, en esta extraordinaria oportunidad que nos proporciona la vida.
Si bien todo esto, de momento solo puede ser un proyecto o propósito de buenas intenciones, que puede parecer todavía muy lejos en el tiempo, a pesar de que las medidas preventivas son mucho menos costosas socialmente que solucionar los problemas en avanzado estado de deterioro y cuando han llegado a generan daños irreversibles. Sin embargo, si que se pueden hacer algunas cosas que son ya absolutamente necesarias, y se trata de que las leyes, nuestros legisladores muestren suficiente sensibilidad y preocupación, y las medidas que se tomen sean con tacto suficiente para no perjudicar, hacer un mal mayor que el que se pretende solucionar, o lo sea en la menor medida posible, y que por lo menos, se evidencie interés y sensibilidad en ello. Y sobre todo aprender a valorar las consecuencias negativas que pueden producirse con determinadas medidas, directa o indirectamente, tanto a corto, como a medio o largo plazo. Si malo es que hayan soluciones claramente perjudiciales para una parte en beneficio de otras, peor es, cuando salen todo claramente perjudicados y peor todavía, es cuando una ley pretendidamente proteccionista tiene resultados más negativos que antes con menos medidas protectoras, y los resultados, como en cualquier gestión en la que se tiene que velar por los intereses, no importa sean propios o ajenos, son los que determinan la validez de los procedimiento, cosa que incomprensiblemente no ocurre muchas veces en la gestión pública. Y si a esto hemos de añadirle que si analizásemos en profundidad, en previsión a resultados a largo plazo, podemos apreciar que las consecuencias negativas en todos los ámbitos sociales y el impacto que produce en nuestra estructura social, son del todo negativos.
Hay un detalle, que se le suma a todo este cúmulo de errores, en el que estas medidas rematan con resultados especialmente nefastos, en este, nuestro tan socorrido y apreciado sistemas de querer solucionar las cosas por medio de las prohibiciones, la fuerza y la represión, de no querer contar, de no fomentar debidamente la libertad de elección y colaboración voluntaria, y consciente de la sociedad. Que entraña, no solo resultados peores, sino que alienta y alimenta unos de los canceres sociales que subyace en nuestra sociedad, prestos a manifestarse en cualquier actividad social, y especialmente en las públicas: La Corrupción. El mal en forma de traición, tanto por cuenta propia, como organizado. Hay una diferencia entre el ladrón que nos roban para sobrevivir, por que no encuentra trabajo, o porque no le gusta trabajar, o como forma de vida, o simplemente para darse la satisfacción de un determinado estilo o nivel de vida. Y aquel que nos roba habiendo depositado en él nuestra confianza, nuestros bienes o nuestro dinero, con el propósito de administrar un bien colectivo, y que nos roba generalmente para enriquecerse con ambición desmedida, sin escrúpulos, y diferenciarse de sus administrados o súbditos, en un estilo de vida, de clase, marcada por la ostentación, la vanidad, el exceso, el despilfarro, el lujo á?¦, diferenciarse y distanciarse de la gente que representan, de su realidades, de sus problemas y necesidades, de todo por lo que predican hipócritamente estar ahí. El primero ladrón roba de de nuestro trabajo, de nuestros frutos: Si hiciéramos una símil o analogía con un árbol, este ladrón que necesita sobrevivir de una forma más o menos justificada en este mundo de difícil supervivencia y escasas oportunidades sociales, especialmente para los más débiles o menos capacitados, este ladrón robaría del fruto de nuestro árbol, de un trabajo ya realizado, a veces incluso de nuestros excedentes. Pero el segundo ladrón, el traidor, aquel ladrón en el que depositamos nuestra confianza y dinero, ese dinero que aportamos para que funcionen nuestros sistemas sociales, sus mecanismos básicos de funcionamiento, este ladrón roba de la savia de nuestro árbol e impide que de el fruto esperado en una proporción de ciento por uno (uno que se lleva, son cien que no produce). Es el que con enorme diferencia más nos empobrece, todo lo empobrece a su alrededor. Roba lo más preciado y esencial de la vida social, nuestra savia. Roba de la vida de nuestras instituciones, de nuestro árbol social. Y ese ladrón que se enmascara como nuestro servidor y que con sus acciones nos engañan, traiciona nuestra confianza e impiden gravemente nuestro crecimiento natural, en lo vital, como sociedad. Ese, es Ladrón de Alta Traición.
Las separaciones matrimoniales en claro alineamiento del estado con los derechos de la mujer en detrimento de derechos básicos de los hijos y del hombre. Evidentemente despierta y alienta, da pábulo al lado más siniestro y letal del egoísmo humano. Y más grave todavía instigado y asesorado en mayor o menor medida de una forma mas o menos consciente por un sector de la rama profesional que sabe que su negocio, su enriquecimiento puede ser mayor si se generan conflictos, y en este caso sencillamente por que se saben vencedores a priori gracias a esas leyes discriminadoras e injustas Y por tanto se hace desaconsejable para los intereses propios, sabiéndose con garantías de victoria segura, ya no solo, el disuadirlos del enfrentamiento judicial, sino el alentarlos a ello. Llegados estos extremos la corrupción muestra su lado mas perverso y dañino, cuando un ley o una actuación social determinada, se trasforma en daño propio extendiéndose por último no solo a todas las capas sociales, sino también a quienes va dirigida su protección o ventajas, y multiplica su efecto negativo en sus propias filas. Estas leyes utilizadas con honestidad y respeto puede tener su función positiva, pero en este caso, tal y como se presentan, con la pocas precauciones, vigilancia y prevenciones al respecto, no solo se hacen vulnerables, sino tentadoras de ser usurpadas, y se hace necesario tener notable conciencia del problema y suficiente sentido de la responsabilidad y honestidad para su correcta utilización, labor por la que mucha gente no está. Por tanto, se corre el riesgo no solo de ser con mucha facilidad instrumento inútil, sino contraproducente, resultando perjudicial tanto en sus objetivos como en el contexto social en el que se aplica. La inconsciencia, desde luego, empieza por hacer leyes fácilmente vulnerables e incitadoras a la corrupción, y luego pretender dar la solución ejemplarizante, metiendo a los corruptos en la cárcel, cuando se ha tolerado, con una total falta de precaución, previsión y voluntad hacer un descomunal problema de esto. La solución no está en castigar y meter en la cárcel a los corruptos un vez hecho el daño, la solución está en que las leyes prevean estas acciones y se legisle teniendo en cuenta esta condición humana, e incluir en toda ley los mecanismo preventivos de organización y control que impidan estas actuaciones y ese daño antes de que este se produzca. Soluciones aleccionadoras y ejemplarizantes a posteriori no les interesa a nadie, y en ningún caso demuestra que sea una solución por sus evidentes resultados.
Por lo tanto, la ley en los casos que no pueda ser equitativa, cosa que no tiene porque, pero llegado el extremo, tiene que ser especialmente cauta en no dar facilidades, en prever y poner obstáculos a fáciles manipulaciones y corrupciones, cosa que creo no es difícil. Un ejemplo concreto: En el caso de la separación matrimonial. Si las leyes, a la hora de establecer medidas en clara ventaja a la mujer tuviese un mínimo de precaución en establecer unas medidas que sin perder el elemento principal de su finalidad, o sea: en preservar los medios necesarios para atender a los hijos, se considerara mínimamente los derechos a quien no se le concede la custodia de los hijos por norma, o sea al hombre, la cosa cambiaría mucho, que no sería más que en la línea de quitarle prebendas a quien se le otorga la custodia que no son necesarias para su finalidad primordial. Porque sentirse desde principio vencedora absoluta, dueña de todo y poseedora de los hijos, eso da muchas ganas de separarse ante cualquier desavenencia conyugal por pequeña que sea, especialmente si la etapa de enamoramiento ha concluido.
Si el uso de la vivienda se concede a la mujer por la custodia de los hijos, que esta sea en función de las necesidades de espacio y uso necesarias para cumplir con esa asignación, pero no en aquello que no sea necesario para esta función y menos cuando ello suponga en clara desventaja y total discriminación de derechos para la otra parte. Por lo tanto es necesario considerar el derecho del hombre a poder hacer uso de la vivienda, en horarios establecidos y sobre todo cuando le corresponde atender a los hijos. Por ejemplo: disponer al menos una habitación, cuando esta no es necesaria para el normal desenvolvimiento de los hijos, sea de uso reservado del padre, en donde tenga sus enseres personales y a la que podrá tener acceso en unos mínimos de tiempos y veces establecidos, y desde donde podrá atender a sus hijos, cuando le corresponda los días de visita. Y las normas para compartir este espacio común regulada y vigilada por un educador social o persona especialmente dispuesta para la mediación. Y en el caso de que el dialogo en la pareja sea de todo punto imposible, será la persona mediadora a quien se dirigirán ante cualquier desavenencia o falta de cumplimientos, y será ésta quien decidirá las pautas a seguir o las exigencias de cumplimiento. Esto no solo haría un reparto justo y se vería voluntad por respetar los derechos en este caso del hombre. Si no que además sería un obstáculo para la mujer, a lo que le quitaría atractivo para hacer un uso abusivo injustificado, deshonesto de la ley.
También podemos observar la misma despreocupación al respetar los derechos de ambas partes en los procedimientos de protección física a la mujer. Puesto que dar total impunidad y salidas airosas a acusaciones de malos tratos por falsas que estas sean, y otorgar derechos en clara discriminación contra el hombre, da pábulo y alienta conductas agresivas contra el hombre que precisamente por ser actos de humillación y vejación en clara manipulación y alineamiento de la justicia con los derechos de la mujer. Al verse el hombre ante tal desamparo en flagrante injusticia, incita a este acciones violentas (tomarse la ley por su cuenta), cuando en condiciones normales, o no tan extremas, no se darían, con un consiguiente mayor y nefasto balance de resultados negativos.
En la incitación a las acusaciones falsas que alienta las incondicionales ventajas que la ley proporciona a la mujer y que se traduce en la detención del hombre por malos tratos por presuponer un grave peligro físico para la mujer, en la que por defecto el hombre es culpable, malvado y potencialmente peligros mientras no se demuestre lo contrario, hay algunos aspectos a cual de ellos mas graves:
No solo el saltarse un regla básica en justicia como es tratar a una persona como delincuente a priori, solo con la acusación verbal, sin necesidad de demostrarlo con pruebas o testigos, sino que además en clara discriminación de derechos, puesto que el hombre, cualquier acusación hacia la mujer tiene que demostrarla. Y con subterfugios legales para eludir toda responsabilidad por parte de la mujer aunque se demuestre la inocencia del hombre. Esta discriminación legal es un ejemplo a lo que antes hemos mencionado sobre la corrupción, puesto que estos procedimientos legales proporcionan también una apetecible fuente de ingresos para los sectores corruptos de la profesión relacionada, (profesionales que actúan de mala fe, con tal de lucrarse), que saben que pueden instigar a acciones conflictivas que se resolverán con litigios, y por tanto ingresos en sus cuentas, que bien llevados sin riesgo de que sus clientes sean pillados en estas acusaciones falsas, por los subterfugios que imprudentemente deja la ley.
Es muy importante que el procedimiento de protección prevea y respete como mínimo los derechos constitucionales de las dos partes en igualdad, y también como hemos dicho que no aliente la corrupción. Por lo tanto, cuando se trate de dar protección a la mujer y ante la demanda de esta, lo apropiado sería: En vez de tratar a priori y sin más precauciones, al hombre como un delincuente peligroso, se trataría de darle la protección debida a la mujer mientras se hacen las pesquisas policiales mínimas para comprobar en una primera investigación la veracidad que pueda encerrar las acusaciones de ésta Y una solución ligeramente incomoda de protección, haría disuadir a la mujer de hacer acusaciones falsas. Es decir: en vez de meter al hombre directamente en el calabozo, invitar a la mujer incluidos los hijos si procede, a alojarse en dependencias de las fuerzas de seguridad o lugares de acogida vigiladas por estas, en condiciones debidas y preparadas al efecto, en que se le pueda dar debida protección y garantice la seguridad de la mujer mientras se hacen las comprobaciones e indagaciones policiales precisas, para comprobar ese mínimo de peligrosidad que haría aconsejable la detención del hombre.
Como vemos esta forma que tenemos establecida de solucionar problemas internos de la pareja, trae más problemas que soluciones, tanto en su procedimiento como sus resultados. No se, si es que se creen ingenuamente que con estas medidas en casos indiscriminadas de arrasar con derechos fundamentales, van a evitar que la mujer sea agredida (por que son las agresiones y asesinatos lo que más condiciona a los legisladores y jueces y por la que mas presión social reciben para actuar en esta línea especialmente indiscriminada e inconstitucional de liquidación de derechos básicos) ¿No se les ocurre pensar a nuestros dirigentes que ese tipo de procedimiento que humilla y veja tan indiscriminadamente como injustamente al hombre, solo por su condición de ser hombre, puede inducir a acciones violenta donde no las había? No se si los resultados son suficientemente evidentes: más mujeres muertas y más hombres en la cárcel. Y además los hijos, que estos, parece no cuentan demasiado como afectados, sufren este drama con especial intensidad.
(A propósito de meter a un padre o a una madre con hijos menores en la cárcel. ¿Se sabe que se está condenando también a esa misma privación de derechos y libertad a los hijos. Derecho y libertad a relacionarse con sus padres? ¿O sea: se está condenando a personas inocentes? He podido comprobar en algunas ocasiones la preocupación que hay en jueces y legisladores, de cómo pueden repercutir las medidas de separación en los hijos y como va toda decisión encaminada a las mejores condiciones posibles para los hijos. ¿Pero ocurre lo mismo cuando se condena a un padre o a una madre a la cárcel por cualquier otro delito? ¿Se tiene en cuenta el enorme perjuicio que se les puede ocasionar a esos hijos menores? ¿Especialmente las leyes contemplan este aspecto?
Se podría objetar con mucha razón, que no se puede hacer una legislación penal para padres con hijos menores y otra para el resto, y que aún así, aunque se atenuaran las medidas penales, o se dieran ciertas facilidades para preservar la relación padres hijos, no dejaría, en cualquier caso, medidas de este tipo, repercutir de una forma u otra negativamente sobre los hijos. Aunque la cosa parezca muy difícil, sino imposible, tener una solución aceptable, puesto que significaría dejar con impunidad penal a las personas por el hecho de tener hijos menores, si que se puede hacer muchas cosas por facilitar una relación mas estrecha. Ya sería importante hacer algo en ese sentido, por poco que sea, puesto que demostraría sensibilidad y preocupación por este problema que ahora es nula. Y como en todas las cosas el problema empieza a resolverse solo con planteárselo)
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