- Hacia una Forma de Vida Consciente
- Aprendizaje
- Crecimiento
- Desarrollo
- Educación Autoritaria
- Educación Humanista
- Redescubriendo el presente
- Experiencias virtuales en el próximo futuro
- Conclusión
- Bibliografía
Hacia una Forma de Vida Consciente
Iniciarse en la investigación del campo de la conciencia puede llevarlo a conocer los alcances, actitudes, técnicas y procedimientos necesarios para llegar a obtener el pleno potencial y desarrollo de la conciencia que le permita al individuo convertirse, con conocimiento y esperanza, en gestor de su propio destino. El auto-desarrollo conseguido le permitirá tener acceso a las capacidades internas y ponerlas al servicio de su propia conciencia. En última instancia, los poderes interiores ya no estarán sujetos al arbitrio de la espontaneidad e ignorancia, sino que el individuo, con conocimiento y fe, programará y controlará conscientemente sus propias necesidades. A la vez que lleguemos a ser "capitán de nuestra alma", podremos adquirir, seleccionar e incorporar en nuestro comportamiento, todos aquellos valores que reconozcamos como elementos creadores del perfeccionamiento en busca de la autorrealización.
Así como los niños imitan a los mayores en su forma de hablar, caminar y gestos (además de los hábitos de pensamiento), así también deberemos seleccionar de los demás aquellos rasgos característicos del ideal que pretendemos llegar a ser. Recordar que si bien los malos hábitos y las malas compañías nos alejan de nuestro objetivo por efecto de la imitación consciente-inconsciente, W. James señala, "asimismo las acciones y horas de trabajo, una a una, pueden hacer de nosotros, o santos o sabios o peritos". También el trato frecuente con personalidades excepcionales o de sus biografías o pensamientos y citas, son capaces de crear y desarrollar en nuestra propia individualidad las más altas capacidades.
Ahora bien, como en todo proceso de aprendizaje, también en el plano de la conciencia se requiere de un período de comprensión y aplicación práctica de los principios que le conciernen a objeto de establecer las bases para la formación de un hábito de "actitudes correctas". De ahí que establecer un plan de desarrollo de la conciencia conlleva a dividir el proceso de educación de la conciencia en diversos aspectos: aprendizaje, crecimiento, desarrollo, actividad y rol del individuo, educación autoritaria y humanista.
Aprendizaje
Toda actividad que desarrollamos durante la vida, requiere de un proceso de aprendizaje. El organismo humano, frente a los estímulos del medio reacciona sensiblemente mediante las percepciones (conscientes e inconscientes) elaborando procesos mentales que motivan respuestas voluntarias o involuntarias, estableciéndose una coordinación entre las percepciones, pensamientos y acciones. La experiencia obtenida con el proceso de aprendizaje contribuye a perfeccionar el mecanismo empleado como método de aprendizaje: asociativo o programado.
La ley de contigüidad empleada en el aprendizaje asociativo (AA) señala que frente a la proximidad temporal de dos sensaciones, se origina una asociación mental de ellas y la presentación de una, evoca la memoria de su correspondiente sensación asociado. Este principio se utiliza en psicología bajo el nombre de asociación libre y también en pruebas nemotécnicas.
El aprendizaje programado (AP) (o máquina de enseñar), se vale de un conjunto de etapas del programa que deberán irse avanzando de acuerdo a la propia experiencia individual. El sujeto en AP, no pasará a las etapas siguientes mientras no esté preparado para ello y haya controlado la etapa anterior. Por lo mismo, no deberá saltarse etapas. Con los éxitos parciales que va logrando, refuerza y motiva continuar avanzando hacia el objetivo final. Los propios individuos ajustan su rapidez de aprendizaje.
En teoría de aprendizaje, se hace una distinción entre los estímulos cuyas respuestas sea o no aprendidas (condicionados e incondicionados). Para finalizar señalaremos que lo interesante es que en el aprendizaje condicionado la conducta del sujeto está motivada por la expectativa por la cual se aprende a esperar sucesos, lo que a su vez genera la conducta del mismo, situación que se traduce en un reforzamiento del proceso de aprendizaje.
Crecimiento
La educación de los estados de conciencia es un proceso de aprendizaje lento, continuo y permanente por lo que debiera iniciarse desde temprana edad, con el objeto de lograr un mayor y mejor perfeccionamiento del individuo. El objetivo de esta educación es la de proporcionar al sujeto del conocimiento científico, de medios y procedimientos adecuados para el desarrollo armónico de su inteligencia, creatividad y de su propia voluntad, creándole una independencia y libertad de acción. Por lo tanto es necesario disponer de una autodisciplina constante, de manera que permita al individuo enfrentarse a los problemas y darles soluciones óptimas.
Las fuentes de educación de los estados de conciencia (similares a las del conocimiento) son de tres tipos, relacionadas con las facultades psico-orgánicas del individuo: sensorial, mental y motora, asociadas a las funciones de percepción, razonamiento (imaginación, concentración y memoria) y voluntad.
Las técnicas de AA y AP contribuyen a ejercitar los estados de conciencia de aprendizaje configurando además una estructura de pensamiento que facilita y profundiza continuamente el crecimiento de la conciencia del aprendiz.
Si bien las fases inferiores de los estados de conciencia (AA y AP), no están orientadas a desarrollar facultades superiores (telepatía, clarividencia, precognición, sincronicidad, etc.), con el crecimiento de los estados de conciencia se puede tener acceso a estos poderes interiores al individuo. Este, liberado de los estados inferiores comienza a experimentar una especie de expansión de la conciencia que no está limitada por las dimensiones espacio-temporales.
La fase intermedia de crecimiento de los estados de conciencia cumple un papel de entrenamiento y conocimiento de los cambios que debemos experimentar en nuestras actitudes frente a las diversas actividades desarrolladas por el individuo, el cual debe vivenciar como un proceso de cambios, tanto en su forma de ser, como en el modo de vida que lleva. De ahí que, esta fase puede experimentarse como un medio de evaluación del aprendizaje obtenido en la fase anterior. Además de determinar el nivel de desarrollo en que se encuentra el individuo, esta fase permite también efectuar las debidas correcciones que faciliten y orienten la educación de los estados de conciencia.
Desarrollo
La investigación de la conciencia puede comenzar requiriendo de una nueva forma de educación humanista, de un medio de aprendizaje y crecimiento que favorezcan el pleno desarrollo del individuo. Para ello no solo es necesario conocer las diversas formas y actitudes que debe efectuar la persona autorrealizada, sino que es fundamental experimentar: las actividades del proceso de desarrollo de la conciencia, asumiendo los roles asignados a los agentes del cambio, a los estados de conciencia y a la educación de la conciencia.
Actividades en el Desarrollo: En general se define como actividad la facultad de obrar (actuar). Normalmente se asimila esta palabra a una acción física. Sin embargo, también realizamos una actividad en los procesos de percibir y pensar. De ahí que, en toda actividad humana se pueden dar estos tres elementos (percibir, pensar y actuar). Del predominio de uno de ellos, se determina el rol que asume el sujeto (conocedor, pensador, hacedor). Durante el aprendizaje de una actividad el individuo experimentará un proceso de cambios que orientará su conducta y actitud, desde una etapa inicial hasta una de comprensión integral de la actividad. Así, el proceso transcurre desde el rol de "aprendiz" hasta el momento que pueda llegar a convertirse en "maestro" de tal actividad.
Es factible ejercer control de las actividades en alguna de las etapas de este proceso asumiendo el individuo el rol adecuado mediante un cambio de su estado meditativo (de conciencia). Puede así orientar sus actividades hacia objetivos positivos, eliminando o reduciendo las actitudes negativas que pudiese presentar eventualmente.
Cabe hacer presente que toda actividad, de por sí, no es ni fácil ni difícil, sino que el individuo es el que determina el grado de dificultad de la misma, por sus motivaciones, expectativas y actitud de agrado o desagrado hacia ella. Por ello, es sumamente importante controlar estos factores inhibidores del desarrollo eficiente de las actividades, dado que en la práctica se va conformando una estructura de pensamiento que incide en la forma de enfrentar cualquier tarea que requiera nuestra atención en el futuro.
De todo esto se desprende, que es factible asociar y programar las actividades para el éxito o fracaso, la salud o enfermedad, la riqueza o pobreza. Es lo que los psicólogos denominan "el valor de la propia imagen" y que les ayuda a percibirse a sí mismo de tal o cual forma.
Rol en el Desarrollo: De todos los seres vivos, es quizá la especie humana la de mayor complejidad en cuanto a su comportamiento multifacético. Así lo reconoce C. Jung al postular que las caracterñisticas de Introversión y Extroversión son "un concepto superficial y demasiado general" que sirve para identificar los tipos de conducta humana, y sostiene "cuatro tipos funcionales corresponden a los medios evidentes por los cuales obtiene la conciencia su orientación hacia la experiencia. La percepción (es decir la percepción sensorial) nos dice que algo existe; el pensamiento nos dice lo que es; el sentimiento nos dice si es agradable o no lo es; y la intuición nos dice de dónde viene y a dónde va". Además agrega que pueden existir muchos criterios de clasificación de los tipos de conducta individual, "como fuerza de voluntad, temperamento, imaginación, memoria y demás".
Es necesario distinguir el papel que puede asumir el individuo desde el punto de vista de su interacción con su medio y de las actividades desarrolladas. En éstas, el sujeto deberá primero llegar a conocer y definir el campo, los límites y alcances de ellas. Posteriormente, deberá poner en juego los procesos del pensamiento que le permitan mejorar su rendimiento y eficiencia. Sin embargo, importante es tener la voluntad de actuar para llevar a cabo la actividad. Así tenemos que, conocer, pensar y actuar son los requisitos necesarios en las actividades. De ahí que, es conveniente hacer un análisis del rol del individuo al efectuar estos procesos aunque, en estricto rigor, normalmente se dan y confunden en una sola unidad. Sin embargo, se presentan signos reveladores del rol principal que asume el sujeto. Por otra parte, hay que considerar que nuestras percepciones afectan nuestros pensamientos y lo contrario también es cierto. Además las percepciones inciden en las acciones y vice-versa. Por último, los pensamientos influyen en las acciones y éstas en aquellos. Ya lo sostenía W. James, "Para estar contento, yérguete contento, mira en torno alegremente y condúcete como si la alegría ya te inundara. Para sentirte valiente obra valientemente, y es muy probable que la emoción del valor reemplazará al sentimiento de miedo".
Educación Autoritaria
El individuo que establece una sociedad de cualquier índole forma con ésta un vínculo de tal naturaleza que involucra en ello toda su identidad, estructurándole una forma de vida particular que orienta sus percepciones, sus pensamientos y sus acciones, en una palabra, lo transforma en un "ser sociable" perteneciente a tal sociedad con sus propias creencias y sometido a su influencia consciente o inconscientemente. Todas sus actividades y roles están "programadas" por esa sociedad particular. Tienen preferencia en ella, el poder autoritario de sometimiento de la voluntad, situación que inhibe los procesos mentales de la creatividad e intuición; la presión psicológica que aumenta el estrés afectando la salud; el empleo del aprendizaje asociativo y programada, dejando de lado otros modos, como por ejemplo, la intuición y las emociones; el deterioro de los valores y principios éticos, afectando su actuación moral.
Hay varios autores que reflejan este tipo de "cultura autoritaria". Así por ejemplo, Marilyn Ferguson en su obra La Conspiración de Acuario nos señala los aspectos "erróneos", en el poder y la política, en la salud y medicina, en la educación y aprendizaje y también en lo económico sobre los valores. Por su parte, Carl Rogers en su texto El Camino del Ser, nos describe los aspectos negativos que están afectando una política educativa tradicional.
Erich Fromm presenta en "Ética y Psicoanálisis" un análisis del carácter definido como "el patrón de conducta característico de un individuo dado". El análisis se sitúa en una diferenciación de los tipos de carácter: de orientación improductiva y de orientación productiva.
Respecto de los rasgos de carácter improductivos, éstos se clasifican en:
Orientación receptiva[1]
Orientación explotadora[2]
Orientación acumulativa[3]
Orientación mercantil[4]
Un análisis más detallado y extenso de las características del "pensamiento autoritario" reseñado por estos autores será posible obtenerlo recurriendo a sus obras.
Educación Humanista
Como puede observarse, todos los aspectos negativos y "concepciones erróneas" del comportamiento humano están favoreciendo al sistema imperante en nuestra actual sociedad en donde los elementos que la sostienen y le dan su "razón" de existencia son básicamente la apropiación de objetivos del prójimo, incentivar el egoísmo, fragmentación de la educación y cultura, adoración del poder y la riqueza, del dinero, posición social, impulsar el consumismo y mantener al individuo en un estado latente de sumisión y programación, causantes de la tensión nerviosa o estrés. El resultado de esta estructura del comportamiento de la sociedad se traduce en que al individuo no le es posible escapar de esta "conciencia de sumisión y dependencia", puesto que cualquier intento de alterar esta situación conlleva a adoptar un cambio de conducta, unas "concepciones correctas" y aspectos positivos que transformen integralmente sus pensamientos y actitudes en frente y en contra de su medio. Como vimos, la educación autoritaria se enmarca en un proceso de sumisión en que se enfoca la atención en el pasado o en el futuro de realización de un rol o actividad, en cambio la plena educación humanista se manifiesta en la conciencia de la eterna presencia.
Redescubriendo el presente
Si consideramos el ESTADO DE SUMISION a la condición estática de toma de conciencia de la situación alienada en que nos encontramos actualmente, y PRESENCIA, el cambio dinámico de evolución de la conciencia desde aquel estado hacia otro estado de trascendencia y descubrimiento de sí mismo, entonces, existen dos formas que pueden producir una transformación personal.
Primero, normalmente la gente no es consciente de su estado habitual de alienación. El sólo hecho de tomar conciencia en el presente de esto, puede significarle un cambio en sus relaciones con los demás y consigo mismo.
Segundo, si no se produce un cambio cuando descubrimos nuestra presente forma de vivir, entonces el darse cuenta de ello puede motivar el cambio mediante un proceso de evolución de la conciencia, haciéndonos cada vez más presentes, REDESCUBRIENDO EL PRESENTE en cada una de nuestras actividades y relaciones hasta que realmente lleguemos a ser y vivir en el PRESENTE.
Uno de los fenómenos que se está produciendo en la actual sociedad tecnológica y mecanicista, es que el individuo comienza a perder la capacidad de usar sus sentidos por estar sumido en un estado, cada vez, más alejado del presente. Él mira, pero no ve; escucha, pero no oye; toca, pero no siente; en una palabra, emplea sus órganos sensoriales pero no está percibiendo la realidad del presente. Pues se pierde pensando en el pasado o proyectándose en el futuro, no estando atento a lo que ocurre en el momento en frente de sí. Se encuentra en un estado alienado del presente. El presente es extraño para él, pues es dependiente de lo que ha ocurrido en el pasado o pueda ocurrir en el futuro. Pierde su libertad con esta dependencia, aunque no sea consciente de ello.
Cómo recuperar el presente perdido, es quizá uno de los problemas cruciales de nuestro tiempo. Sin embargo, para comenzar a redescubrir el presente es necesario que se comprenda que estamos en una condición que niega la verdad del presente. Ahí, se inicia el descubrimiento de que existe un camino para vivir el presente en cada instante de la vida. En el presente, desaparecen las intenciones de controlar al otro, de competencia, de agresión, y por el contrario, se comparte, coopera y acepta a los demás tal como son. La historia del hombre ha sido la historia de pérdida del presente, volviéndose cada vez más extraño para él. El futuro del hombre depende de si logra o no redescubrir el presente que ha perdido hasta hoy. Cuando lo alcance, entonces y sólo entonces podrá decirse que ha vuelto a renacer en un mundo nuevo.
Descubrir la SUMISIÓN es descubrir la situación alienada del momento y se da solo cuando se es consciente de ello.
Redescubrir el PRESENTE es un proceso que se origina cuando se descubre la alienación del presente y se orienta la vida hacia un cambio de conciencia que lleve al individuo al descubrimiento de sí mismo y de su libertad e independencia.
Descubrir la identidad del individuo en el presente es darse cuenta de quienes somos en su forma alienada. Así, normalmente el sujeto se identifica en la función que desempeña o ha desempeñado en el pasado o lo que cree desarrollará en el futuro ("soy profesor", "soy investigador").
Redescubrir la identidad del PRESENTE, es darse cuenta de quiénes somos realmente. Yo soy el que soy en el presente y nada más. Mis actitudes de ahora son el reflejo de lo que soy. Yo no soy el que fui ni el que llegaré a ser, sino que soy por lo que hago ahora. Por mis hechos del momento, soy en el presente.
Descubrir la sumisión, entonces, significa tomar conciencia ahora mismo, del cambio que hemos experimentado durante el transcurso de nuestra vida. Cómo pasamos desde la infancia, de ser actores del proceso de transformación, a un estado adulto de manipulación y sometimiento de voluntades; desde un estado de conciencia transpersonal del niño, a un estado de conciencia instrumental de la adultez; desde un estado de presencia vivencial del momento, a un estado de ausencia temporal-espacial; desde una emoción de felicidad, a una de tristeza; desde un estado de ser uno mismo, a otro de ser alienado; desde un estado de sinceridad y verdad, a otro de mentiras y fingimientos; desde un estado de espontaneidad, a otro rutinario y mecánico; desde un estado creativo, a otro de pasividad.
Por otra parte redescubrir el PRESENTE es volver a ser niños, con la conciencia del niño. A reconocer que solo la verdad de la presencia vivencial es correcta y que toda justificación de otras verdades temporales, no son adecuadas para el diálogo interpersonal.
Nuestra cultura nos ha llevado hasta límites increíbles, de que el presente virtualmente no existe y solo debemos aceptar la tradición del pasado y las expectativas de un futuro incierto. Se niega la verdad del presente, imponiendo una verdad que no es sometida a crítica alguna.
Ahora bien, dado que no existe o no percibimos una verdad trascendente, y que nadie puede arrogarse la posesión de la verdad única, ni en el pasado y futuro de la humanidad podemos decir que tenemos la verdad y solo podemos estar seguros que una verdad se transforma y que siempre solo es verdad en el presente. Es decir, solo el presente es la verdad de nuestra percepción. La sentencia, "la verdad os hará libre", pienso que se refiere, no a que exista una verdad absoluta, sino más bien creo que el significado es que en el presente estamos en posesión de la verdad y que ésta puede transformarse en el tiempo. De ahí que, los diversos estados de conciencia determinan distintas realidades o verdades que afectan el proceso de cambio.
Entonces, una forma de tomar conciencia del proceso de cambio de conciencia, es conocer la evolución del individuo desde la infancia hasta la adultez. Otra forma, es darse cuenta de sus relaciones con los demás desde su estado de coerción habitual hacia su libertad interior; de los factores inhibitorios de sus potencialidades hacia la emergencia de su creatividad.
Tradicionalmente se piensa que los problemas a que se ve enfrentado el hombre en la actualidad es consecuencia de vivir en un sistema o cultura de enfoque autoritario, reflejado en actitudes de competencia, de poder, explotación, etc. Se supone que si se modifica esta visión hacia una cultura humanista, esto nos llevará a un tipo de relaciones humanas que incentivan la participación y cooperación de los individuos, a la "aceptación del recíproco otro en la convivencia" (H. Maturana). Sin embargo, la hipótesis que se plantea aquí es que la cultura autoritaria no es la causa última del sistema de vida imperante, sino que es una consecuencia de la imposibilidad de percibir el Presente. Si realmente percibiéramos (o viviéramos) el presente, nuestras relaciones serían las adecuadas a ese presente. Normalmente el individuo vive en el pasado o el futuro, pues no percibe el Presente. Existen ocasiones límites, en que el individuo percibe la realidad del presente como una unicidad del ser, pero normalmente actúa recordando su pasado o programando su futuro, no aceptando, disfrutando ni estando plenamente en el presente, del ahora de cada momento.
Un ejemplo típico en que se manifiesta la ausencia del presente es en una conversación normal. Casi siempre hay momentos de distracción (no estamos presentes) recordando otras situaciones, adelantándonos mentalmente a plantear un punto de vista, a tal punto que llegamos a estar "sordos" a lo que nos dicen. Esto se comprueba cuando preguntamos o afirmamos algo que ya se había comunicado. Así nos referimos de la persona, a que "estaba en la Luna".
Para comprender ahora el proceso de estar presentes, acudiremos a las actitudes que adopta el individuo enamorado, y también en el proceso de experimentar el humor.
En el comportamiento del enamorado, se trasciende toda acción voluntaria destinada a controlar y dirigir su actitud hacia el sujeto de atracción. Si bien nos vemos en la imposibilidad de dar una explicación racional de este estado, hay algunos elementos que están presentes cuando se experimenta esa emoción: uno se olvida del pasado y del futuro, estando plenamente presentes en ese instante de atención total, desatendiendo todo lo demás, como temores, deberes, hábitos, liberándonos de las dependencias y siendo más auténtico, sin esperar o buscar aprobación alguna de otros acerca de nuestra decisión; vivimos la experiencia en su integridad, olvidándonos de nosotros mismos y uniéndonos y aceptando al sujeto de nuestra observación como una unidad, sin análisis ni intentos de control y manipulación voluntaria, percibiendo al "objeto de amor" como un fin en sí mismo y no como un instrumento para un propósito egoísta.
Una de las características intrínsecas del sentido del humor, es que quien lo experimenta se encuentra totalmente presente en ese instante consigo mismo; no asume un rol distinto a su propia personalidad pues no puede aparentar esta emoción. De ahí que, cuando se pierde esta capacidad, el individuo va transformándose en algo que no es auténtico, experimentándose como una persona ajena, alienada, dependiente.
Cuando desaparece el humor en nuestra existencia cotidiana, la vida se va extinguiendo así como se consume una vela encendida. Ahora bien, ¿qué impide que estemos de humor? Responder la pregunta pasa también por el hecho de ver cómo nos afecta el humor.
Vivir el humor es ser auténticamente uno mismo. Quien vive el humor no puede estar deprimido, con ansiedad o tristeza. Mejora su capacidad para resolver productivamente los problemas. Tiene efectos positivos en su salud y se vuelve atractivo a los demás.
El humor se vive en el momento y, al igual que el juego, no tiene un propósito futuro, sino que en el mismo instante en que se experimenta, produce el efecto. El humor es una de las mejores formas de recordarnos que estamos viviendo el presente. Cuando no hay humor, dejamos de estar presentes, comenzando a vivir una vida atormentada por el pasado o por nuestras proyecciones del futuro, empezando a olvidarnos de vivir el mundo cotidiano de la realidad del presente.
El humor se pierde cuando uno deja de ser uno mismo. Se vuelve dependiente de alguien o de algo. Comienza a hacer lo que no debe hacer y no hace lo que debe hacer, produciéndose un conflicto entre lo que es y lo que quiere ser y entre lo que hace y lo que debería hacer.
Cuando a una persona se le impide que sea ella misma asumiendo una conducta extraña a ella misma, no puede vivir eternamente así, pues esa no es su vida, sino que está viviendo una vida de un ser desconocido para ella, que tarde o temprano afectará su salud física y mental. Desaparecerá el humor de su vida, por la intranquilidad que le provoca la actitud alienada y si no es capaz de salir de ese estado, su propio organismo se encargará de recordárselo mediante un auto-castigo, por no dar cabida a que emerja su verdadero sí mismo.
De ahí que la misión que tenemos todos, es dar todas las facilidades a nuestra vida para que lleguemos al encuentro consigo mismo y con los demás. Si por alguna razón se impide este proceso, entonces y solo entonces, como no se deja emerger al ser interior, deberá autodestruirse aquel ser extraño que envuelve la potencialidad interior, para encontrar su liberación. Esta es quizás una explicación del por qué aquellas personas a quienes se les impide ser ellas mismas, comiencen un proceso autodestructivo con su organismo que puede acabar con sus vidas.
Una forma para impedir la acción negativa hacia la vida, producida cuando vemos afectado nuestro sí mismo, sería enfrentarse con el sentido del humor que nos lleva directamente hacia el presente, olvidándonos de nosotros mismos, del pasado y de los problemas futuros. Luego, vivir el humor, no es más que estar plenamente en el presente. Podemos decir, entonces, que vivir el humor es vivir en el presente.
La vida occidental contemporánea, aunque no lo parezca, transcurre en una cultura orientada a un sistema autoritario. Los problemas derivados de este enfoque en la forma de vida de los individuos y de la sociedad en general, se reflejan básicamente en la percepción de las relaciones humanas. Así, cuando estamos frente a otros, establecemos con ellos actitudes de competencia, poder o sumisión, etc. Al asumir estas actitudes estaríamos pensando (consciente o inconscientemente) en el pasado o proyectándonos al futuro para obtener una posición ventajosa (competitiva) respecto de los demás, haciéndonos o presentándonos invulnerables para poder tener poder sobre los demás. Toda nuestra educación ha sido orientada en tal sentido, a establecer fronteras con los demás. Literalmente estamos "muertos" o "no nacidos" al estar siempre en el pasado o futuro y no vivir el presente. Vivir, significa estar plenamente presente en el momento, sin interrupciones del pasado o futuro. Una de las características del estado iluminado es que, en esos instantes, uno se olvida de las quejas del pasado y preocupaciones del futuro, estando plenamente en el presente.
Las relaciones humanas que solo pueden darse en el presente son de carácter solidario, de cooperación, de sana competencia (juegos), de amor, de felicidad y en general todo tipo de actividades positivas.
Los niños viven el presente como ningún individuo. Ellos no están preocupados por su pasado (que no lo tienen) y tampoco por su futuro (que es incierto). Por lo tanto, para ellos, el pasado y el futuro no existen. Volver a ser niños, nos permite regresar al presente o descubrir realmente lo que significa vivir el presente. El niño es espontáneo, creativo y experimenta todas las emociones en el momento presente: llora, ríe, juega y disfruta del momento sin preocupación alguna. Es sincero y no se esconde bajo ningún disfraz. No tiene intenciones de competir más allá de un juego. No busca poder, sino vive el momento de la mejor forma que puede. Con el tiempo comienza a olvidar el presente por la educación que recibe y se integra a la cultura del resto de los individuos: adoración al ídolo de la cultura del tiempo pasado y del futuro. Todo su comportamiento y relaciones se establece en este esquema de pre-percepción y post-percepción, no dejando espacio a la conciencia para percibir el presente. Entonces podríamos dividir la cultura en dos formas de percepción de la realidad y de nuestras relaciones con los demás: una cultura del presente y otra de negación del presente, que es la que rige actualmente en la sociedad occidental.
Una de las paradojas de nuestra sociedad tecnológica actual, es que a medida que pensamos en controlar conscientemente el mundo, nos hacemos menos conscientes de ser y vivir. Mediante el proceso de retornar al pasado y proyectarnos al futuro, estamos creando un mundo que se está escapando a nuestro control y creemos que el método científico es lo óptimo para el desarrollo. Sin embargo, con este sistema nos estamos volviendo cada vez menos conscientes de nosotros mismos; nos vamos transformando en instrumentos de la sociedad; el individuo pierde su identidad y se siente extraño y en soledad; se vuelve un ser sometido y alienado por las circunstancias.
Conciencia significa estar plenamente presente frente a un fenómeno, con todos los sentidos puestos en él. No hay ningún elemento distractor a nuestra atención, fuera del hecho que tenemos en mente. Normalmente el individuo vive en un estado semi-dormido, inconsciente, pasivo. Cuando experimenta la conciencia participativa (del presente) es como un despertar y este solo hecho implica una transformación positiva en su vida.
De ahí, que estar presente en la vida no es más que estar consciente de ser y vivir en acción.
Desde hace un tiempo se ha venido planteando la necesidad de orientaciones por parte de los humanistas, que den respuesta a los problemas de la sociedad bajo los nuevos conocimientos y comprensión de la realidad. Lo anterior sugiere que, a pesar de todos los cambios que han tenido lugar en este fin de siglo, aún persisten problemas existenciales que no han sido resueltos con el avance de la ciencia.
De la comprensión del significado del humanismo se desprende que su destino es un proceso relacional de los individuos que integran la sociedad humana. Esta relación puede darse de diversas formas, que determinan a su vez, distintas formas de vida.
Así, una forma puede establecer una relación de dependencia y coacción, que inhibe la capacidad creativa del individuo, pasando este a vivir una vida alienada en que se transforma en otra persona alejada de sí misma y de los demás, encontrándose en la soledad, vacía de sentido.
Otra forma de vida se configura al vivir en referencia a una cultura dada, que lleva implícita la adopción de los modos, costumbres y formas de comportamiento a los integrantes de ella, sintiéndose apegados a sus prejuicios, dogmas, ideologías y convencionalismos.
Una tercera forma de vida se refleja en la participación de una estructura comunitaria. El individuo, siendo por naturaleza autónomo, debe de todos modos integrarse a la comunidad para descubrirse a sí mismo en y con los demás. Sólo no podrá saber quién es él. Cuando se relaciona, se descubre realmente quién es, convirtiéndose en uno con todos los demás en comunidad.
La cuarta forma de vida, el individuo la experimenta cuando se siente plenamente actor de la vida, participando en la acción realizada. Él toma las decisiones y es libre de sí mismo y de los demás. Es responsable de sus actos y sabe que solo él es arquitecto de su propio destino. Nadie lo hará por él, sólo él puede cambiar, por y para sí mismo.
La quinta forma de vida va más allá de su propia acción; trasciende su participación voluntaria. Es como una conciencia mística-cósmica en donde el individuo se desprende (desidentifica) de su egoísmo, llegando a percibir la vida como unidad de todas las cosas; desaparecen las fronteras entre lo que uno es y lo que no es; se integran las dicotomías; se difunden y descentralizan el poder y las jerarquías; se adopta un sentido ecológico hacia la naturaleza; no existen intensiones de provocar y competir, sino de cooperar y aceptar a los demás tal cual son, etc.
Las cinco formas reseñadas, generalmente se dan en la práctica integradas en una sola forma de vida que tiene diversos matices de estas modalidades. A modo de facilitar la comprensión de estas formas de comportamiento, actitudes y valores en un sistema humanista de vida, se configuran en un modelo de transformación de la conciencia bajo la sigla CREAD, cuyas letras nos llevan a recordar el significado de cada forma de vida: C (coacción), R (referencia cultural), E (estructura comunitaria), A (actor-participante), D (desprendimiento-desidentificación).
Estas son, entonces, las orientaciones acerca de las diversas formas de vida a que puede acceder el individuo en su intento y búsqueda de la realidad y sentido de su vida. Aceptar una forma de vida es de su propia elección y responsabilidad. Sin embargo, comprender las diversas formas de vida le confiere la posibilidad y responsabilidad de elegir en conciencia el cambio de vida.
Ahora bien, llegar a producir un cambio en nuestra forma de vida requiere que primero descubramos la situación alienada en que vivimos. Transformar esta actitud, pasa por un proceso de olvidarse del pasado y futuro, redescubriendo el presente. Normalmente no somos conscientes de esta situación, pues estamos habituados a no percibir con nuestros sentidos la realidad del presente. Vivir, significa estar plenamente presentes en cada momento. Si volviéramos a ser niños, viviríamos totalmente la experiencia del presente.
Una vez descubierta la crisis en que estamos, esto mismo nos da la oportunidad de cambiar. Descubrir el presente es similar a enfrentarse a una crisis. Estas se manifiestan por la presencia en el presente de una queja del pasado o una expectativa negativa del futuro. Esto nos sugiere la idea de que las crisis son necesarias para darnos cuenta en el momento, de cómo estamos viviendo y servir como un medio para ir hacia el encuentro del Presente, es decir, un estado en que se trasciende la conciencia del pasado y del futuro para resolver los problemas.
Normalmente el individuo está viviendo en crisis al no estar plenamente presente. Superar las crisis pasa, entonces, necesariamente por un descubrimiento del presente.
Cuando se presenta una crisis, el individuo comienza literalmente a "viajar" por el tiempo en su imaginación, olvidándose del presente; se encuentra alienado o ajeno del presente; se percibe a sí mismo como un ser extraño y sólo en su crisis; establece fronteras con el mundo de los demás y por último, se aleja del encuentro consigo mismo.
Hasta el momento hemos visto que las crisis pareciera que se dan en la adultez, en donde se pierde la capacidad de percibir el presente. Ahora, cabe hacernos la pregunta: ¿Existe una crisis en la juventud?
Suele escucharse que los jóvenes de hoy no son como los de antes., como añorando viejos tiempos, cuando "ellos respetaban la autoridad de quienes dirigían su vida por el buen camino". En aquel entonces, los jóvenes aprendían a conocer las reglas de comportamiento que dictaban las buenas costumbres e ideologías de la época. El joven, desde la cuna hasta la tumba, era un sujeto cuya conducta era predecible su trayectoria bajo esas circunstancias, al punto de hasta elegirle la profesión, amistades, cónyuge, etc. Para él esta forma de vida era normal y toda la sociedad cooperaba en este sentido, manteniendo al joven en un estado latente de control y de temor hacia la autoridad paternal, escolar, laboral, etc.
Ahora bien, a la pregunta de si existe o no una crisis en la juventud, cuando vemos que ellos, en su lenguaje especial "no están ni ahí" con todo símbolo de autoridad y referencias culturales a las cuales no promulgan ningún acercamiento a ellas, nos asalta la duda de que tal vez, no será que los adultos mayores están fuera de época y aún pretenden conservar un paradigma obsoleto, sobrepasado por los nuevos adelantos y descubrimientos de la ciencia y de la naturaleza humana.
Con el avance de la ciencia y tecnología, especialmente de las comunicaciones, se ha tenido acceso a otras culturas con sus propias formas de vida. A su vez, los descubrimientos acerca de las potencialidades humanas, han puesto en duda los sistemas de educación y formación personal desarrollados hasta el momento. también la ciencia ha llegado a la conclusión de que no existe una realidad objetiva, sino que acepta la multiplicidad de realidades variables y subjetivas (puntos de vista) ligadas a un principio de incertidumbre. Todo esto y muchos otros alcances o descubrimientos han derivado en transformar la realidad a la cual estábamos acostumbrados. Se ha ampliado nuestro conocimiento, lo que induce a percibir, acceder y actuar en otras realidades.
El joven sabe (consciente o inconscientemente) que nadie puede dirigir su vida, sólo él es arquitecto y director de su propio destino. Acepta que existen muchas culturas que son tan reales como cualquiera de ellas. Ninguna puede ostentar la verdad única. De ahí que comienza a abrirse a otros pensamientos y sistemas de vida. La autoridad la percibe como un símbolo negativo para su expresión creadora. Quiere ser auténtico, sin máscaras y engaños o poses que percibe en los adultos. Acepta a los demás tal como son. Vive intensamente el momento presente, con todas sus emociones. De ahí la facilidad que tienen para olvidar los sinsabores de la vida y de no basar su accionar en la experiencia, sino en la espontaneidad de su creatividad y de la diversidad de sus ideas. La inocencia del joven le confiere una actitud de abrirse al mundo del conocimiento, que le faculta de valiosos recursos para una mejor percepción de la realidad. El futuro para él no es un problema al que deba prestar atención; ya llegará el momento para ello. Prefiere vivir productivamente bien el presente, de la mejor manera que sabe, con sus virtudes y defectos, No pretende hacerlo más allá de sus fuerzas y no busca encontrar una explicación filosófica, psicológica o sociológica de su comportamiento, sino que, no estando sujeto a ningún modelo o convencionalismo, cree que para vivir, solo se aprende viviendo y no siguiendo pautas o normas de comportamiento abstractas para él.
¿Podemos llamar a esto, una crisis de la juventud?
¿No será que la conciencia del joven intenta evolucionar, liberándose de las dependencias y coacciones de la sociedad?
¿O anda tras la búsqueda de una forma de vida que comparta en comunidad?
¿O que quiere ser libre y responsable de sí mismo?
¿O por último, que quiere trascender más allá de sí mismo?
Todas estas preguntas nos llevan hacia la búsqueda de una forma de vida que satisfaga plenamente nuestra visión del presente y del futuro de la humanidad.
Intentar hacerlo, es nuestro desafío.
Experiencias virtuales en el próximo futuro
Recientemente veía un programa de televisión en que se decía, más o menos, lo siguiente:
"En el año 1000, las comunicaciones se efectuaban en el entorno inmediato y para llevar un mensaje a otra parte, se utilizaban los caballos. Hoy, en el año 2000, las personas se comunican inmediatamente a la velocidad de la luz, por todo el planeta, a través de internet. Para el año 3000, se espera que exista una comunicación directa de los seres humanos y no se requiera de equipos, estableciéndose un contacto virtual con todos los seres y cosas del planeta o con otras dimensiones."
¿Sabían, que hoy tenemos los medios y la tecnología que permite, en meditación con música, trascender en forma virtual la identidad hacia aves, peces, animales, vegetales, minerales y humanidad en general; trascender el espacio, trasladándonos hacia otros lugares y trascender el tiempo, viajando a otras épocas? Además, podemos acceder al conocimiento directo de la relación de los objetos con las personas (psicometría) y obtener información clarividente y telepática. También, esta tecnología Neurocuántica puede ser aplicada en superaprendizaje virtual y en biorresonancia mórfica para la salud. Ya se viene aplicando en estos campos. ¿Cómo podemos acceder a esto? Existe un programa de meditación y relajación modular que, mediante un proceso vivencial, se obtienen estos fenómenos virtuales.
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