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Los bajos de Santa Marta ¡La ciudad cara sumergida! (página 2)


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Posteriormente, asumimos que las formaciones y orientaciones de estas evidencias o muros observados en el video, había que estudiarlas y, en lo posible, obtener muestras de ellas para hacer un estudio de estas paredes o levantamientos y se nos comentó que en algún momento se había encontrado por unos pescadores, un fragmento de un objeto prehispánico conocido como borricón –mortero zoomorfo de piedra-; otras dos exploraciones se hicieron posteriormente, pero para esa época, no disponíamos de una información geográfica y escrita, que nos indicara como era la zona, datos que encontraríamos después (2005) acompañados de gráficos, dejados en los llamados Derroteros.

En esta última expedición en la que participaron estudiantes de Biología Marina de la Universidad Católica, Extensión Bahía de Caráquez, como un apoyo logístico en la actividad subacuática, un arqueólogo y un restaurador, ambos de la Dirección Regional del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, un arqueólogo extranjero que colaboró para National Geographic (todos buzos) y el autor, se recuperaron muestras de los muros y se aclararon algunas interrogantes respecto a estas llamadas "mamposterías". En esta ocasión dí a conocer, por primera vez, a todos los participantes del Proyecto (biólogos marinos, arqueólogos, restaurador, periodistas) cómo era la costa ecuatoriana según el Derrotero General de la Mar del Sur, del año 1730, dibujos o cartas registradas para disponer de información segura en la navegación costera de toda la costa del Pacífico americano. Sobre este sector dibujado en esta cartografía antigua también informamos a toda la comunidad sobre los cambios ocurridos en los últimos 300 años en el perfil marino de la desembocadura del río Chone y contrastamos con imágenes satelitales, estos cambios, son del todo evidentes. Esta información fue asumida y aceptada posteriormente por el investigador extranjero invitado para esta expedición.

La provincia de Manabí ha estado ocupada desde los tiempos de la cultura Valdivia (4000 A.C.) hasta la actualidad y desde la llegada de los españoles a partir del siglo XVI, las informaciones escritas que nos legaron sobre la costa norte y sobre todo sobre la zona central son abundantes en relación a otras zonas costeras del Ecuador.

Los grupos étnicos en la provincia de Manabí

Fue el clérigo Miguel Cabello de Balboa, a mediados del siglo XVI, quien indica a los dos grupos humanos existentes en esta provincia y corresponden sus denominaciones a los Niguas o Neguas (mencionados en la literatura arqueológica como Jama Coaque II) que ocuparon el área que va desde la población de Cojimíes hasta la ribera norte del río Chone y hacia el este hasta las planicies interiores de la región litoral, en la cuenca del río Guayas, colindando con las estribaciones de la cordillera de los Andes, y al grupo mencionado como Paches, aquellos que están desde la ciudad de Bahía de Caráquez hasta la zona de la población de Salango al sur, el límite de su ocupación territorial hacia el este, llega hasta las riberas del río Daule y sus tributarios; los Pache (que arqueológicamente son llamados arqueológicamente Manteños), fueron vecinos de los Chonos, que son mencionados en la literatura arqueológica como cultura Milagro-Quevedo y ocuparon la zona más rica en el campo agrícola, esto es la cuenca del Guayas.

Agustín de Zárate, Contador General de Cuentas por el Rey de España, en el naciente virreinato peruano, hace referencia a este poblado al comentar que "en vnos pueblos desta provincia, que llamauan Caraque, tenían sobre las puertas de los templos vnas figuras de hombres con vna vestidura de la mesma hechura de almática de diácono" ([1555] 1995:34), relato que indica que el pueblo, y solo el pueblo que los gráficos tanto del siglo XVII como XVIII, está indicado como un pueblo de pescadores, pero este sector se llamaba Caraque, así como otros pueblos mencionados. Benzoni menciona de la zona de nuestro interés lo siguiente "Cuando por fin llegamos al cabo Pasao, encontramos que los indios habían quemado sus casa, refugiándose en los bosques; pasamos entonces al otro lado del Cabo y alcanzamos el golfo de Caráquez que se encuentra debajo de la línea equinoccial" (1985:108) Este viajero también menciona otros poblados de la zona, tal el caso de Charapotó, registrado entre los años 1547 – 1550, población que también la menciona Diego de Trujillo en el siglo XVI, nombre que posteriormente, en la Descripción de la Gobernación de Guayaquil de 1605, se indica en relación a esta población o "aldea" como lo indica Benzoni, que "Charapotó es la antigua población, que antes de la entrada de los españoles se llamaba Japotó" (1973: 89) lo cual no es así ya que documentos de los primeros exploradores europeos indican el nombre real, cambiando el nombre registrado 50 años antes; el caso del poblado de Cancebí, que Diego de Trujillo indica "De allí llegamos a un pueblo grande, en la costa, despoblada, que se decía Canceví" (1985:193), es un nombre mencionado para un pueblo, y no hay que asumirlos como provincia, que muchos investigadores lo definen como Manabí.

Miguel Cabello de Balboa, quien estuvo en la zona litoral de nuestro país, mencionó las denominaciones de estos grupos humanos tanto de la zona norte, -Cojimíes hasta Canoa- que se llamaban Neguas o Niguas, como para aquellos que se ubican desde la zona central (Bahía de Caráquez) hasta el sur (Salango) de la actual provincia de Manabí, él se refiere a estos habitantes de la siguiente manera "La tierra donde esto sucedió a nuestro Guayna-Cápac fue la de los Paches, aquella misma donde a cabo de algunos años Francisco Pizarro pobló la ciudad de Puerto Viejo, porque en aquellas temporadas en ella y sus valles comarcanos, fácilmente se pudo juntar la copia de gente que dijimos hallar el Inga, aprestados para su ofensa" (1945:366). Este clérigo está indicando el nombre de los habitantes que están al sur de la actual ciudad de Bahía de Caráquez, los cuales están mencionados como Paches y esa es su denominación.

La denominación de Cara, se menciona por primera vez para este grupo humano, con la aparición de la obra "Historia del Ecuador" del presbítero Juan de Velasco a fines del siglo XVIII, es decir, después de 240 años del arribo de los españoles, nombre jamás mencionando en documentos de los siglos anteriores a su obra, Historia del Ecuador. Pero esta mención de los Caras, posteriormente fue tomada por monseñor Federico Gonzáles Suárez y Manuel Villavicencio, quienes transcriben lo manifestado por Velasco.

Para el siglo XX, la misma denominación del nombre Cara, es tomada por otro investigador, don Otto von Buchwald, quien en uno de sus trabajos dice que "Los indios "colorados", o sea las tribus de los Caras, que vivían en el tiempo de la Conquista hasta Machala o "Jambelí" han tenido su comunicación con el interior.", pero hoy en día sabemos que los Caras, no son los indios Colorados, que étnicamente son llamados Tsáchilas, los cuales son descendientes de los Chonos, grupo que ocupó toda la cuenca del Guayas y el sector de la región litoral. Aclarándose que son los Campaces, Neguas, Chonos, Paches y Guancavilcas los habitantes que encontraron los españoles a su arribo a las costas del litoral ecuatoriano, en el siglo XVI.

Sobre los coetáneos de los Paches, los Guancavilcas, Carlos Zevallos, hace referencia de ciertas diferencias entre ellos, en relación a los que ocuparon desde la zona central hasta el sur de la provincia de Manabí. Menciona en su trabajo "Los Guancavilcas de Chanduy en una Necrópolis de "Loma de Cangrejitos" que "en conclusión, la Guancavilca es el origen de la cultura Manteña, por tener mayor antigüedad" (1995:252), pero no solo la antigüedad es la evidencia más fehaciente que demuestran los trabajos de investigación, sino la secuencia cultural y cronológica que hay entre las tres culturas prehispánicas que están presentes en las provincias de Guayas y Santa Elena y así lo evidencian y lo muestran el material cultural hallado en las excavaciones en el sector de la Carolina, en la población de La Libertad, realizadas en el año 2007, allí pudimos registrar las transiciones culturales que van de la cultura Engoroy a la cultura Guangala y de ésta, a la cultura Guancavilca, demostrando una secuencia cultural y ocupacional, que confirma lo manifestado por Zevallos. Sin embargo debemos indicar que en la zona sur de Manabí, hay evidencias de cultura Guangala en el sur de esta provincia y a diferencia de las manifestaciones culturales que tenemos para la zona central y sur de Manabí, las transiciones de una cultura a otra y de un periodo a otro, corresponden de la cultura Chorrera (Formativo tardío) a la cultura Bahía (Desarrollo Regional), pero no tenemos las manifestaciones de cambio de esta cultura a lo Pache o a la denominación arqueológica Manteño, lo que evidencia que fueron los Guancavilcas los que desplazaron y ocuparon estas zonas pertenecientes a los pobladores de la cultura Bahía.

El uso del término Manteño del Sur empleado por Emilio Estrada como por otros investigadores para mencionar a los Guancavilcas, no tiene razón de ser, porque las evidencias muestran todo lo contrario, es algo distinto a lo planteado y mantenido por muchos años, en realidad tendríamos que replantear las ideas y en base a lo expuesto, mencionar a los Paches o Manteños, como los Guancavilcas del norte, o, de no ser aceptado este planteamiento, respetar cada denominación étnica. Así, los Guancavilcas son más antiguos y hay una secuencia cultural y cronológica continua por mas de dos milenios.

Corresponde al grupo étnico Pache, ser parte de esta leyenda sobre la ciudad sumergida, leyenda que cae dentro del folklore narrativo, la cual supuestamente se dio por un cataclismo. La leyenda asumida como real y generada dos siglos después de lo registrado por los españoles, esto, en el siglo XVIII, grupo humano que tuvo contacto con los primeros exploradores o aventureros españoles, pero el análisis de estas evidencias relacionadas con la ciudad sumergida, deben ser tratadas desde algunos puntos de vista.

Comentario aparte y para destacar uno de los aspectos más importante del desarrollo cultural tanto de Paches como de Guancavilcas, es que fueron expertos marineros y navegantes transoceánicos, son estos balseros los que encuentran los españoles y está registrado en el documento más antiguo conocido como la Relación de Sámano, fechado en 1525. Habitantes de la costa ecuatoriana que navegaban en la nave balsa, balsa que fue descrita y hallada frente a nuestras costas, tierras que en esa época fueron mal llamadas y asumida por los primeros españoles, como las tierras del Perú. Nombre escuchado en Panamá por los españoles, de ciertos pobladores de la costa norte de Sudamérica. El puerto y río del Perú esta indicado en varios mapas, en Colombia.

Estos Guancavilcas y Paches habían acumulado una experiencia en el arte de la marinería que viene desde la época del periodo Formativo medio (1500 A.C. – 1200 A.C.) con la cultura Machalilla que, como se ha demostrado y ha sido aceptado por los arqueólogos mexicanos, estos navegantes llegaron a las costas del país centroamericano, viajes que continuaron posteriormente con la cultura Chorrera (1200 A.C. -500 A. C.); posteriormente ese ir venir de las naves balsa, continuaron con las culturas La Tolita, Jama Coaque I, Bahía y Guangala, y finalmente con los Paches y Guancavilcas, del periodo de Integración (500 D. C. – 1600) los que surcaban las costas del Ecuador e iban y venían de México como de la costa norte del Perú, en esas naves creadas y construidas por estos habitantes de la costa ecuatoriana.

Fueron estos hombres del Ecuador los que conocieron el arte de la navegación desde esa época, el 1500 A. C. con la cultura Machalilla y que se mantuvo por más de tres mil años hasta llegar a los Guancavilcas y Paches; navegantes y comerciantes que negociaban una diversidad de productos como la concha Spondylus, el cobre y el oro y tejidos, entre las zonas y países mencionados.

Folklore narrativo: los Caras y la ciudad perdida

Es aquí, en esta ciudad de Bahía de Caráquez, donde tenemos la información de una tradición que empezó a tomar fuerza hace unos 10 años, la cual ha sido recordada y es considerada como hecho cierto por los habitantes e historiadores que lo repiten como una verdad, lo relatado en la "Historia del Ecuador" escrita por el padre Juan de Velasco, información que se ha mantenido a través de la tradición oral a partir del siglo XX. Tradición o leyenda que trata sobre la ciudad que se hundió por la acción de un cataclismo –un maremoto- ocurrido en el siglo XVIII.

Sobre este particular, se tiene como registro de los terremotos en la costa central del Perú, dos eventos de gran intensidad que se dieron en el Callao, Perú, el uno, el 20 de octubre de 1687 y, el otro, el 24 de febrero de 1747, y es sobre este último evento que se asocia lo relatado por Juan de Velasco. El hecho ocurrido a mediados del siglo XVIII. Sobre este hecho, uno de los marinos españoles que llegaron a las tierras del mar del sur, Antonio de Ulloa, relata que "El presidio o plaza del Callao experimentó, asimismo, igual ruina a la misma hora, pero, con ser tan grande la que el terremoto causó en sus casas y edificios, fue muy pequeña respecto de la que había de padecer, pues, retirándose el mar, como en semejantes ocasiones se ha experimentado, considerable distancia, volvió hinchado, formando de sus embravecidas olas montes de espumas y con ellos transformó en piélago lo que antes era Callao y tierra firme; repitió con desproporcionado reflujo al retirarse, y cobrando nueva furia sus olas, se acrecentó la inundación sobrepujando las aguas a las murallas y otros edificios altos de aquella plaza, cuya fortaleza había resistido al ímpetu de la primera, pero cedió enteramente a la violencia del segundo, de suerte que solo quedó para memoria triste del suceso un pedazo de muralla del fuerte o baluarte de Santa Cruz, en la que hacía la circunferencia la plaza." ([1748] 2002:89) Pero este hecho telúrico en ningún momento se lo puede asociar para asegurar que por este evento la ciudad sea aborigen o española, quedo sumergida y que este terremoto sirva para justificar que la ciudad perdida que se encuentra bajo agua, es la que se encuentra en los bajos de Santa Marta. Este terremoto y maremoto no tuvo repercusión alguna en nuestras costas.

Según lo que informan los habitantes de esta ciudad y de la provincia, aquellos pobladores pertenecían a los antiguos Caras y todavía muchos de estos habitantes, indican y tienen la certeza que sus orígenes provienen de Centroamérica, sus antepasados son de origen Maya, así, para muchos, la historia del Ecuador como los orígenes de los habitantes de esta zona del país, empieza con lo que escribió Juan de Velasco. Esta denominación de este grupo llamado Cara, jamás ha sido mencionado por documento alguno durante los siglos XVI y XVII hasta la mención que se hace en el siglo XVIII, -algo semejante a lo que sucede con la leyenda para denominar Sumpa (1630), a la punta y solo a la punta de Santa Elena y no a toda la gran península de El Morro y Santa Elena- pero esta bahía ha sido mencionada en dichos documentos de los siglos antes mencionados como Caraslobes, Caracos, Caraque.

Juan de Velasco, en su libro primero, bosqueja cuatro periodos o épocas para clasificar la historia de un Reino no definido inicialmente y que posteriormente lo define con un nombre, Velasco indica que "A cuatro épocas distintas puede reducirse la antigüedad de este Reino. Duró la 1ª. desde su primera populación, algunos siglos después del general diluvio, hasta que fue conquistada por Carán Scyri, cerca del año de mil de la era Cristiana" ([1789] s/f: 27), quien más adelante para esta primera época, menciona a este sector geográfico como "El primitivo Reino de Quito". Define el área geográfica de este grupo y para él, los Caras, ocuparon una extensión, la "…cual se dilataba desde la ensenada de Charapotó hasta el cabo de San Francisco. Éste fue el primer teatro de la nación extranjera que se estableció en él, viniendo como los gigantes por el mar, según queda dicho en la misma Historia Natural." ( [1789] s/f: 33). Velasco a través de este relato, nos indica de quien toma el nombre esta bella ciudad, cuando relata que "Su principal cabeza o régulo, llamado Carán, dio el nombre Cara a la ciudad que fundó sobre la bahía, donde arribó con su gente, por la cual tomo también el nombre de la Bahía de los Caráquez." (Ibíd.)

Menciona también de este grupo sobre su arribo a estas tierras, los que "llegaron éstos navegando en grandes balsas, hacia el año 700 u 800 de la Era Cristiana" (Ibid), época del periodo de integración donde ya tenemos a los grupos Neguas, Paches y Guancavilas. Lo que si tenemos como información segura es que la navegación costera y de alta mar en naves balsa, la realizaban los habitantes de la costa ecuatoriana desde la época de la cultura Machalilla (1500 A. C.) en el periodo Formativo medio y continuo durante el periodo Desarrollo Regional con las culturas la Tolita, Jama Coaque I, Bahía y Guangala, navegantes que alcanzan un máximo conocimiento de vientos, mareas, épocas de viajes y corrientes marinas, pero que alcanzan un dominio total en el arte de la navegación marítima con la cultura Guancavilca; debemos indicar que los Chonos, tuvieron un control de la navegación fluvial y de esteros.

Esta obra sobre la "Historia del Ecuador" ha sido retomada en algunas obras. Manuel Villavicencio en su "Geografía del Ecuador", compila y transcribe textualmente la historia de los Caras, pero indica que ha sido tomada del padre Juan de Velasco, en ella dice que "El primer régulo de los Caras fundó hacia los años de 700 á 800 una ciudad llamada Cara en la bahía de los Caraquis. Establecida la nación Cara se estendió a la parte del N, siguiendo siempre las costas, i poco o nada tierra adentro" ([1858]1984: 204-205). Pero este relato sin fundamento y sin ningún registro, también lo retoma otro historiador, el presbítero Federico González Suárez, volviendo a poner esta leyenda histórica en los libros que han servido de base para escribir la historia del país.

Emilio Estrada sobre estos bajos nos indicó que "Una exploración rápida sobre los bajos de Santa Marta, a 5 Km. Al oeste de Bahía, no dio ninguna prueba para sustentar la leyenda sobre restos de una antigua ciudad sepultada bajo las aguas por efecto de un cataclismo" (1962: 22), donde este investigador trata estos bajos como parte de una leyenda. La supuesta llegad de los "Caras" no fue sino un retorno de una flotilla de balsas hacia su tierra natal, procedentes de Mesoamérica.

Evidencias arqueológicas

Por comunicación personal del señor Patricio Tamariz Dueñas, en una de nuestras tantas visitas para tratar algunos temas sobre la arqueología de la zona y sobre el complejo turístico y arqueológico Chirije y sobre los bajos de Santa Martha, nos informó que hace algún tiempo, pescadores que realizan sus actividades en los bajos de Santa Marta, habían encontrado una figura zoomorfa de piedra, la cual al ser descrita y dibujada por nuestro informante, le manifestamos que este bien pudo haberse depositado a través del arrastre de la corriente hasta estos bajos, el objeto es conocido en el medio arqueológico como "borricón", el cual es un mortero de cuerpo cuadrado o rectangular con una cabeza de un felino, una cola o rabo enroscado hacia el interior y soportes circulares pequeños como patas, la filiación cultural de este objeto esta asociada a la cultura Tabuchila.

Sobre unas piedras circulares las cuales tienen una perforación central, se pensaba que serían anclas o las famosas potalas o muelas de barbero usadas en las balsas, lo cual quedo descartado como evidencia cultural, al igual que una piedra semicircular, la cual fue asumida como un fragmento de una silla en forma de U, dato que quedó descartado por la forma y espesor de dicha piedra. Estas sillas están asociadas a la cultura Pache o Manteña.

Otros objetos de cerámica fueron llevados para su reconocimiento en la conferencia dada a la prensa y público en general, los propietarios de estos bienes culturales manifestaron que algunos habían salido de los bajos de Santa Martha, un análisis visual de dichos bienes culturales –fragmentos de estatuilla y vasija- correspondían a las culturas Bahía, Jama Coaque I y Pache o Manteño. Pero lo interesante de estos objetos presentados y que supuestamente habían salido del lecho marino de los bajos es que, ninguno presentaba evidencias de haber estado sumergido en el agua salada –erosión y concreciones de material calcáreo-, lo cual después fue confirmado por sus dueños, que no fueron encontradas en los bajos, si no, en tierra firme.

La geografía

La superficie de nuestro planeta es cambiante y día a día se ve modificada por la acción del viento, de los movimientos telúricos, por las lluvias, por la deposición de sedimentos que llevan las aguas de los ríos y que se acumulan en las zonas bajas, pero quien cambia el medio de manera tan radical -modificación del suelo para fines agrícolas, uso de material de cerros para relleno de zonas bajas, y de esteros, en la construcción de caminos, tala de árboles, construcción de represas, etc.-, es el hombre. En el caso de las zonas costeras marinas, estas se ven alteradas a más de las acciones naturales mencionadas, por los flujos del agua y de ciertos eventos ligados a la acción de los movimientos de placas tectónicas, o de erupciones volcánicas subacuáticas, son estos eventos los que cambian la topografía de las costas, pero el hombre también hace su parte cuando modifica una zona para su provecho, alterando la topografía, ya sea en tierra firme como en la zona costera cuando construye espigones o rellenar áreas para disponer de espacios que se adentran en el mar. El perfil de la costa ecuatoriana y de América no es la excepción. El análisis de la parte geográfica también es importante y sobre todo por la información descriptiva que recuperamos de cada zona, de esta manera conocemos mejor cada lugar que se adentra en el mar, y esta parte es conocida a partir del siglo XX, por todos los habitantes –nobles y hospitalarios- de esta hermosa ciudad, como "Los Bajos de Santa Marta".

Así, muchos accidentes geográficos se han mantenido, otros han modificado su topografía, pero también otros han surgido y en algunos casos otros se han "perdido" o desaparecido por la acción del hombre o de la naturaleza, esto lo hemos comprobado; para el caso de la acción de la naturaleza, al revisar documentos llamados "Derroteros" que grafican como era la línea costera, estos mapas o cartas de navegación de más de 300 años, nos damos cuenta como era la orilla marina. Estos gráficos sirven para ir aclarando los cambios que ha sufrido el perfil costero pero, además, en estos documentos gráficos, también en ellos se informa de manera escrita los pormenores de los puertos y poblados que se encuentran para disponer de lo que hay o se puede encontrar en la costa, de esta manera los responsables de las naves saben lo que ofrece cada uno de los puertos o atracaderos, para el aprovisionamiento de alimentos y agua o para el carenado y cuidado de las naves.

El ejemplo más conocido lo tenemos en el golfo de Guayaquil, en la isla de Santa Clara, conocida también como del Muerto o El Amortajado, esta ubicada al suroeste de la isla de La Puná y, hasta el año de 1874, todavía se la dibujaba de manera integra y con la forma de una figura humana acostada, hasta esa época la isla media 1,6 millas en su extensión más larga. Emilio Estrada dice sobre esta isla a fines de los años 50 del siglo pasado los siguiente "Lo que queda de la isla es una franja, especie de media luna de unos treinta metros de ancho y 30 ó 40 de alto, que se esta desmoronando a razón de algunos metros por año. En 20 años más la Isla pasará a ser un extenso bajo de arena y piedra," (1957:30), después de 50 años la isla hoy en día apenas es un macizo de 500 m. junto a cinco picos con una playa que tiende a desaparecer y un islote de arena. que fue indicado hace más de 50 años por el investigador antes mencionado, el islote es llamado el Burro.

En algunas partes de la línea costera no tenemos cambios pero en otras se los aprecia al comparar los dibujos de los Derroteros que indican como eran las costas o ciertas islas hace más de 400 años, en relación con la cartografía moderna; sin embargo, es necesario aclarar que es poco lo que se ha hecho en este campo, es más, pocos conocemos esta información que sirve para los estudios de las denominaciones de ciertos áreas costeras, o los nombres de los pueblos y sobre todo lo aprovechable de cada rincón de la costa. Para entender estos cambios presentamos los gráficos y las descripciones siguiendo una secuencia cronológica, que ayudará a comprender las modificaciones de la línea costera.

En la provincia de Manabí, podemos darnos cuenta de estos detalles al observar a través de estos documentos qué parte del perfil costero se ha mantenido casi intacto y que en otros lugares los cambios producidos son evidentes gracias a las descripciones dejadas por escribanos, cronistas y viajeros como por los gráficos de los Derroteros que al ser comparadas con las cartas actuales o con las imágenes satelitales, observamos las diferencias que se han producido en los últimos 400 años.

Información del siglo XVI

La información sobre la provincia de Manabí es abundante durante el siglo XVI y en ella se hace conocer y se informa sobre varios temas, algunos comentan sobre las costumbres de aquellos pobladores, sobre las riquezas encontradas, sobre las poblaciones, sobre el vestido, en fin, sobre la zona norte y central de Manabí, la información es clara, precisa e indica el modo de vida de nuestros antiguos habitantes. Benzoni, un viajero italiano que anduvo por la zona costera ecuatoriana entre los años 1547 y 1550, indico sobre este sector "… y llegados que hubimos a los ríos Quiximies, que son cuatro y muy poco distanciados entre sí, los atravesamos con gran dificultad y peligro sobre unos troncos de árbol encontrados en la ribera y que sujetamos atándolos unos con otros." (1985:108), pero estos ríos están representados en varias cartas o en los dibujos de Derroteros, durante los siglos XVI y XVII. Hoy en día estos ríos no son representados en los mapas, lo que indica que ante la falta de agua el cauce se secó y fue desapareciendo.

Otro accidente geográfico que mencionan de manera recurrente estos documentos y para el caso que nos ocupa, sea porque les llamó la atención, sea por el paisaje o por lo complicado del paso o ingreso a la rada, es la llamada Bahía de Caráquez. El viajero antes mencionado dice de este sector de la costa central de Manabí, lo siguiente: "pasamos entonces al otro lado del cabo y alcanzamos el Golfo de Caráquez que se encuentra debajo de la línea Equinocial." (1998 [1572]:108). Cieza de León sobre esta bahía indica lo siguiente "va la costa al sur cuarta del sudueste hasta llegar a Puerto Viejo, y antes de llegar a él está la bahía que dicen de los Caráquez, en la cual entran las naos sin ningún peligro; y es tal, que pueden dar en él carena a navíos aunque fuesen de mil toneles." (1985:80) Como se puede leer, la información proporcionada por este cronista, indica que a esta rada, en esa época podían fondear naves de buen tamaño para las reparaciones de los cascos de las embarcaciones, pero en cuanto al ingreso a la bahía, nos relata que "Tiene buena entrada y salida, excepto que en medio de la furna que se hace de la bahía están unas rocas o isla de peñas; mas por cualquier parte pueden entrar y salir las naos sin peligro alguno, porque no tiene más recuesta de la que ver por los ojos." (Ibíd.)

Los derroteros

La información geográfica sea escrita como gráfica, es poco usada para el análisis de comparar ciertos cambios que hayan sucedido en la naturaleza, ya sea por la acción del tiempo como por ciertos eventos que con el transcurrir de los días, la naturaleza actúa. Muchos documentos escritos aportan información sobre ciertas zonas que recién fueron registradas a partir del siglo XVI.

Pero los documentos donde se grafican cualquier accidente geográfico, son desconocidos por la mayoría de los estudiosos tanto en el campo de la geografía como de la arqueología y de la oceanografía en nuestros país, corresponden a gráficos que en algunas ocasiones vienen acompañados de escritos, datos que indican el camino a seguir por los capitanes con sus naves, esta información recogida es llamada, Derroteros, los cuales eran un manual de ruta exclusivo de los capitanes de las naves, en ellos se registraba y guardaba toda la información pertinente por parte de los pilotos que surcaban las costas de los continentes, en la información se detallaban los pormenores y lo que se destacaba en cada sitio costero, esto con el fin de disponer de datos que garanticen una navegación segura y los pertrechos necesarios cuando estos se iban agotando en las naves, datos que eran compartidos en muchos casos con los ayudantes o aprendices que ayudaban al Capitán a gobernar la nave.

Estos gráficos, en su mayoría, fueron dibujados desde la posición de la nave es decir, desde la óptica del mar hacia la costa. En muchos casos estos mapas por la información contenida, eran botín preciado por los capitanes de naves ajenas a la corona española. Muchos de estos documentos fueron sustraídos en los ataques a naves españolas que luego fueron copiados y traducidos a otra lengua para disponer de información confiable. Para el caso que nos atañe y en los gráficos que empleamos para este trabajo, nos dimos cuenta que hay diferencias entre los derroteros de fines del siglo XVII (1680) con los del siglo XVIII (1701 y 1730).

LOS DERROTEROS DE LOS SIGLOS XVII Y XVIII

Los dibujos de la costa que se grafican en estos documentos, son expresados en un solo plano o en planta y forman parte de tres obras que registraron o copiaron los capitanes de las naves que recorrían las costas del Mar del Sur. La ruta de los gráficos van en sentido norte-sur y en ellas tenemos las costas centroamericanas y sudamericanas. Los dibujos observados presentan una visión que va de oeste a este, es decir, la apreciación y dibujo es hecho desde la perspectiva del mar hacia la costa. Otro derrotero analizado pero que no es presentado en este trabajo, presenta las elevaciones cercanas a la costa en perspectiva y son graficados también desde el mar a tierra. Esta representación de las elevaciones en perspectiva son tan exactas que permiten ubicar al navegante de manera exacta –lo que hemos constatado-, tanto es así que logran dar una mejor información sobre la zona costera.

El gráfico que muestra el Atlas de los Bucaneros, dibujo de 1682, donde está representada toda la costa de América, en el se enseña la desembocadura del río Chone de una manera amplia, donde no se representa el islote pero se indica un poblado de pescadores "de 20 o 25 familias", gráfico (Dibujo 1). Este dibujo al compararlo con los de inicios del siglo XVIII, demuestra que no está graficada la isla o islote en la desembocadura del río.

Sin embargo la información escrita en este Derrotero, nos indica que "En la entrada, observe lo que queda de un pequeño islote en la desembocadura de la bahía a la derecha de la proa" (1992:150) que, como insisto, no está graficado en el dibujo.

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Dibujo 1.- Grafico de la bahía de Caráquez, a fines del siglo XVII.

Otro gráfico (dibujo 2) de la desembocadura del río Chone, de fines del siglo XVII, indica esta isla frente al río, pero también notamos que entre la punta y la isla hay un bajo, producido quizás por la erosión del golpe del agua que trae el río y que va desgastando hasta romper el meandro. El nombre del río para esa época está registrado como el río de Caráquez, en el dibujo Caracos.

De este gráfico lo interesante es la perspectiva que presenta para dar la idea de la altura de las montañas. Pero al comparar los dibujos vemos que hay ciertas similitudes en los perfiles pero no en la concepción visual.

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Dibujo 2.- Gráfico del siglo XVII

Los gráficos posteriores a este, y el que presentamos a continuación, es de un derrotero inglés que corresponde al año 1703, el que nos muestra que en la desembocadura del río Chone, hay un islote o isla en la margen norte del río (Dibujo 3), isla que quedó luego de ir perdiendo tierra el meandro que por el golpe y la acción del agua lo erosionaban.

Este Derrotero apenas informa que en "La Bahía de Caracos [Caráquez], hay algunos indios pescadores 3 millas aguas arriba. Ahí puede encontrarse provienes y otras cosas necesarias." Esta porción de tierra, es graficada hasta el año de 1730 y mencionada posteriormente a fines del siglo XIX.

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Dibujo 2.- La Bahía de Caráquez a inicios del siglo XVIII.

A diferencia del Derrotero Inglés -donde la información escrita es mínima, pero el gráfico enseña el islote-, tenemos otro dibujo del año 1730, que forma parte de las cartas de navegación de la época, este documento es conocido como Derrotero General del Mar del Sur, aquí tanto la descripción –que es muy explicita para poder ingresar al estuario sin peligro- como el gráfico (dibujo 3), detallan la zona costera de la desembocadura del río Chone en el siglo XVIII, los datos transcritos nos dan una idea de cómo era la topografía o los accidentes geográficos de esta parte de la costa central manabita. La vista del pasado de este estuario, era distinto a lo que se presenta actualmente, ya que hoy no tenemos esta isla o islote como lo describe el Derrotero, cuando indica que "En esta bahía hay buena entrada arrimada a la parte del S, pero no os lleguéis a la isleta o baja que esta en medio de la entrada –que queda por la parte de babor cuando vais entrando- porque no es seguro, sino arrimaos al morro de la mano derecha e iréis bien;". Como leemos y como vemos en el gráfico de este derrotero, el islote mencionado estaba ocupando un cincuenta por ciento de la desembocadura actual del río y el acceso estaba limitado solo a una parte, el sector SE, de la desembocadura del río Chone.

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Dibujo 3.- Dibujo de la desembocadura del río Chone de 1730.

Información del siglo XIX

La información hasta aquí presentada nos indica y muestra que la desembocadura del río Chone, ha sufrido cambios drásticos propios de la naturaleza, la erosión producida por vientos, lluvias y corrientes, sea marina y fluvial-. Para el año de 1820, tenemos otros datos escritos, esta información la proporciona Andrés Baleato quien dice sobre la costa "La sierra de Bálsamo es notable y mucho más alta que la tierra inmediata al N. quedando entre ellas una abra grande donde esta la Bahía de Caráquez, cuya boca se forma por las puntas de San Vicente al N. y Vellaca al Sur; dicha Bahía es el desembarcadero, y una parte del Cierzo del Río de Tosagua, que viene desde los indios Mangaches, formando ambos un desagüe grueso obstruido con Bajo; y en la costa Setentrional de dicha Bahía estaba el pueblo del mismo nombre (S/F. [1820]:15), mas adelante, al tratar sobre las áreas menos profundas de la zona informa que "Los Bajos ó Barra de la Bahía de Caráquez, salen un poco de la costa" (Ibíd.: 16) lo que nos da la pauta de los cambios registrados en los siglos XVI y XVII, los cuales están detallados y graficados en párrafos anteriores.

Posteriormente Manuel Villavicencio, en su "Geografía de la República del Ecuador", describe y detalla que "La bahía de Caracas es un hermoso fondeadero i el río Chones que desagua en ella puede ser navegado hasta bien arriba: en esta bahía hay una barra que obliga á los buques grandes a esperar la plena mar para salir por el canal." (1984 [1858]: 489). Canal que fuera descrito en los Derroteros de los siglos XVII y XVIII, para el ingreso a la bahía el cual esta ubicado en la ribera sur de la desembocadura, junto al sector oeste, es decir junto a la punta donde se asienta la actual ciudad de Bahía de Caráquez y que sigue siendo el sector por donde ingresan las embarcaciones a la rada. Pero es interesante lo que indica este autor, y es que en esta bahía hay una barra, que obligaba a los barcos a esperar un mayor nivel del agua para ingresar o salir de este río, ya para esa época, en base a lo escrito, asumimos que el islote graficado en el siglo anterior, se ha erosionado.

Teodoro Wolf, al describir este accidente geográfico dice de esta zona "La desviación mas grande en este trecho es ocasionado por la Bahía de Caráquez, que en forma de un río ancho se introduce unas 8 millas (14,8 Km.) náuticas tierra adentro. El pueblo del mismo nombre, que es cabecera de un cantón, se halla al principio de la bahía sobre la orilla austral. La entrada a la Bahía mide apenas 1 milla de ancho (1,852 Km.); hacia dentro se ensancha por partes algo más, pero en general se parece más bien a un estero grande que no a una bahía en el sentido común de la palabra" ([1892] 1992:31). Pero el dato más interesante es el que indica que "Si no fuera por un arrecife, que se extiende transversalmente delante de su boca, cerrándola para los buques grandes, la bahía de Caráquez sería el puerto más hermoso y más seguro de toda la costa ecuatoriana, porque dentro tiene fondo y capacidad para los buques más grandes del mundo. Pero este impedimento obliga a los vapores y otros buques grandes a fondear afuera del arrecife mencionado, y este fondeadero no va a la zaga de los de Ballenita y de Manta en cuanto a su incomodidad." (Ibíd.)

Como se puede deducir, para esta época el famoso islote o isla situado frente a la actual desembocadura del río Chone, para fines del siglo XIX, es mencionado por el sabio Teodoro Wolf, como un arrecife, es decir que en 162 años, toda esta porción de tierra que era un islote, quedo reducida a un arrecife o lo que ahora se conoce como bajos y que todavía en bajamar se puede ver una gran playa que se extiende desde la ahora llamada Punta Napo hasta ubicarse frente a la playa marina de la ciudad de Bahía de Caráquez.

La geología de la zona

Para la época del cuaternario en el norte de la región litoral, el Dr. Sauer, menciona que "En los parajes Esmeraldas, Punta Galera, Cabo Pasado, Bahía de Caráquez, más bien la costa había sido sometida a hundimientos temporales y sólo a fin del pleistoceno se hace notable allí, el levantamiento, de modo que las desembocaduras de los valles formadas durante el Plioceno y Pleistoceno Inferior y hundidas hasta fines del pleistoceno, nuevamente emergen del mar como valles colgantes y dejan salir a la luz sus fondos rellenados de sedimentos marinos. Tales fenómenos se manifiestan en las costas acantiladas de las regiones mencionadas." (1965 : 296)

En las primeras exploraciones que se realizaron en estos Bajos, obtuvimos una muestra de un espesor de 1 cm. de espesor por unos 10 cm. de largo y ancho. Esta muestra demostró ser íntegramente de material calcáreo. –lo cual se hizo y se tomo una muestra de estas paredes muy delgadas de aproximadamente 1 cm. de espesor, que eran de material calcáreo-; también era necesario conocer la evidencia cultural reportada, para el análisis arqueológico.– La información geológica proporcionada antes del año 2003 fue explicada a nosotros por el ingeniero Stalin Benítez, quien en ese entonces era director de la regional litoral de la antigua CEPE, hoy Petrocomercial, en la ciudad de Guayaquil, quien nos indicó que la muestra inicialmente obtenida era de material calcáreo, propio de la zona y a la vez nos hizo una explicación de los plegamientos que forman paredes más gruesas, estos plegamientos van en direcciones norte-sur y oeste-este, lo que generan estas estructuras de formas cuadradas o rectangulares. Esta información fue ratificada después por una misión de geólogos de la Universidad de California, quienes fueron invitados por el señor Patricio Tamariz Dueñas, quienes expresaron lo mismo que habíamos manifestado en años anteriores, información proporcionada por el ingeniero Stalin Benitez.

En la última expedición se logró recuperar después de varios días de inmersiones, una muestra de los muros gruesos (foto 1), que habíamos observado en las imágenes del video mencionado anteriormente, no fue de los muros finos, que sabíamos que era de material calcáreo.

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Foto 1.- Muestra de una parte de los muros encontrados en los bajos de Santa Marta

Esta muestra una vez realizado el análisis en el departamento correspondiente de la Dirección Regional del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural por el geólogo ingeniero José Luís Sánchez (082557120), indicó:

 "1.  Las rocas corresponden a basaltos provenientes de la mayor parte de las formaciones geológica de la zona, alterados fuertemente por organismos marinos cuya erosión provocan horadaciones de tipo circular.

 2. El video muestra formaciones paralelas de manera continua que son del mismo material basáltico comunes en diferentes lugares de la costa, tanto terrestre como subacuáticos y esto se comprueba con elementos encontrados en Cabo Pasado, en Valdivia, Olón, Etc., de acuerdo a fotografías mostradas por el Ing. Sánchez. La explicación de las rocas con orificios circulares según me indico, corresponde a la acción de bivalvos y gusanos marinos que forman su hábitat en las rocas y provoca este tipo de formaciones." (foto 2)

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Foto 2.- Corte de la muestra recuperada en los bajos de Santa Marta

Como aporte y complemento a este tipo de estructuras naturales, en algunas visitas que hiciéramos a la comuna de Pacoche –mientras desarrollamos una propuesta de guión museográfico solicitado por el Ministerio de Turismo, para el montaje de un Museo en dicha comuna-, ubicada al suroeste de Manta, fuimos informados por los pobladores que desde la zona alta, mirando hacia el mar, pero cercano a la costa, se aprecian unas estructuras cuadradas sumergidas bajo el agua. Comparamos la información con la de los bajos de Santa Martha, y estas estructuras naturales mantienen una similitud en las formaciones que hay en estos bajos, lo que confirma la información proporcionada por el ingeniero Sánchez, de que este tipo de formaciones geológicas las hay en otras partes de la zona costera ecuatoriana.

Conclusión

Desde el punto de vista geológico, hay la certeza de que en algunas partes del lecho marino en nuestras costas y que mencionan los geólogos, se encuentran estas estructuras naturales, dato que constata el análisis del material recuperado en la última prospección. Estos muros naturales son producto de estos levantamientos, por los choques o empujes de la corteza terrestre que van en sentidos norte-sur y oeste-este o viceversa. Lo observado en la zona costera de Pacoche es un ejemplo de este caso de estas estructuras naturales que asemejan paredes y que se asumen como realizadas por el hombre.

Tanto las primeras descripciones dejadas por los cronistas durante el siglo XVI así como los gráficos de los Derroteros, ubican a esta isla durante los siglos XVI y XVII, la cual por acciones erosivas desparece de la superficie de la tierra y queda después bajo agua y lo indican algunos documentos de los siglos XVIII y XIX, los que son mencionados como barras o arrecifes.

En la parte arqueológica, las evidencias mostradas no son un soporte valedero para disponer de prueba alguna que confirme evidencias culturales, hay que lo enseñado no evidenció que los objetos presentados hayan estado sumergidos o hayan tenido una acción de la influencia marina. Esto nos lleva a decir con toda seguridad que la publicitada ciudad sumergida, forma parte de una leyenda que se ha mantenido a través de la tradición oral y que la ciudad que estuvo en tierra y que desapareció por una acción catastrófica, nunca existió.

Interesante sería realizar un trabajo de recuperación de esta leyenda a través de la tradición oral, válida para el conocimiento cultural y el empleo de esta leyenda en la actividad turística de la ciudad de Bahía de Caráquez.

Bibliografía

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Autor:

Arqueólogo Javier Véliz Alvarado

Partes: 1, 2
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