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El Impacto de la Globalización Económica en la Industria de Diamantes (página 2)

Enviado por Rashi Bhatnagar


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

ECOMOG Economic Community of West African States Cease-Fire Monitoring Group / El Grupo Monitoreo de Alto de Paro para la Comunidad Económica de Estados del Oeste de África

EO Executive Outcomes

FMI Fondo Monetario Internacional

FNLA Frente Nacional para la Liberación de Angola

HDI Human Development Index / Índice del Desarrollo Humano

IDAS Internacional Defence and Security

IDI Israeli International Diamond Industries

MLC Mouvement de Libération du Congo

MPLA Movimiento Popular para la Liberación de Angola

ONG Organización No Gubernamental

ONU Organización de las Naciones Unidas

PBI Producto Bruto Interno

PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo

RCD Rassemblement Congolais pour la Démocratie

La RDC La Republica Democrática de Congo

RUF Frente Unido Revolucionario de Sierra Leona

SMP Staff Monitored Programme

UNITA União Nacional para a Independência Total de Angola / Unidad Nacional para la Independencia Total de Angola.

Introducción

El fenómeno de la globalización económica trae consigo el reto de investigar regiones que por un lado gozan de los beneficios del acceso a mercados globales y por el otro nos exigen escrutar los efectos graves que causan atrasos y empeoramientos en la economía. Partiendo de tal premisa, que aún continúa discutiéndose, esta investigación comienza por la relación entre globalización y conflictos regionales del Sur, analizados en relacíón con sus economías políticas. Por consiguiente, surge la expresión "economías de guerra", que se refiere a momentos históricos o períodos de fuertes convulsiones violentas, sean o no conflictos armados, para movilizar la economía hacia la producción de guerra. Phillipe Le Billon define una economía de guerra como, "un sistema de producir, movilizar y procurar recursos para sostener la violencia".[1]

Debido al vacío de seguridad creado en la ausencia de una rivalidad de superpotencias, el asunto de los diamantes conflictivos llega a ser un enfoque central internacional. Este vacío ha sido llenado por los Señores de Guerra[2]Estados canallas, contrabandistas de armas y drogas y por las empresas transnacionales que explotan las oportunidades de globalización.[3] A partir de allí, se puede discutir si los diamantes que contribuyen a los conflictos realmente son responsables de las nuevas guerras o sólo son viejas guerras pero con un nuevo enfoque. La explotación de las economías de guerra ha existido por muchos años. La lucha y control sobre los recursos naturales ha sido un atributo común en muchas guerras del mundo contemporáneo. Como tal, en las guerras en el ex Zaire (ahora conocido como la República Democrática de Congo) han tratado asuntos de explotación doméstica e internacional de minerales, con fundamento en la ideología este-oeste.[4] Lo que se hace evidente es el hecho de que el rol tomado por los recursos minerales durante la guerra fría fue ocultado por motivos ideológicos.[5]

La globalización económica de los países destrozados por una guerra civil y la dependencia en los diamantes, está analizado en el contexto de economías basadas en estructuras y sistemas de forma interconectadas por tres casos: la República Democrática de Congo, Angola y Botswana, en la siguiente investigación. Asimismo, redundan en un control económico y político sobre los recursos naturales por medios desviados, por ejemplo, el comercio paralelo o informal. El nexo entre la economía informal globalizada y el comercio legal está facilitado por la globalización contemporánea económica y tecnológica, lo cual ha mejorado la infraestructura de comunicación y las transacciones instantáneas de comercio.[6] Por otra parte, durante la trayectoria de los conflictos civiles de la RDC y Angola, los diamantes han generado fortunas considerables para los señores de guerra, los rebeldes y los clientes regionales e internacionales. En consecuencia, la globalización ha contribuido a que los diamantes crudos por valor de US$ 150 millones fueran explotados por territorios bajo el control de UNITA[7]y en la RDC por valor de US$ 35 millones bajo los territorios de rebeldes.[8]

Aunque la globalización no es la causa principal de las economías de guerra, la liberalización de los mercados motiva la expansión profunda de actividades transnacionales. Las ganancias de la venta de diamantes originados en zonas conflictivas de África se utilizan para la compra de armas en Europa y para establecer alianzas estratégicas extranjeras.[9] La globalización económica también incluye la dependencia en mercados externos para realizar el comercio de activos locales, que es una fuente importante para traspasar fronteras en la compra y venta de productos y servicios no locales. Esta dependencia plantea el interrogante de la posibilidad de desarrollar nuevas formas de un mercado regulado como un mecanismo estructural para la resolución de conflictos.

A pesar de las proposiciones liberales que empujan reformas de mercado y de los estudios que revelan una desregulación, implicando un avance hacia un crecimiento económico y un orden internacional, persisten hoy en día atrasos y testimonios que afirman la inestabilidad y un aumento en las disparidades entre riqueza regional y nacional. En este aspecto, el término "globalización" tiene varias explicaciones y significados. Los economistas que sostienen las teorías del mercado libre, exponen el término en razón de la presentación de una convergencia de principios entre una economía y política mundial y una integración en términos reales de empresas, tecnología y sistemas financieros. Debido a la expansión y una competición aún más penetrante de mercados, la globalización es sinónimo de un proceso inevitable de cambio económico, político y cultural que está atravesando fronteras y tendencias proteccionistas. Un país que permanece fuera de esta revolución puede ser visto como marginado o fracasado.

Desde la revolución neoliberal de los años 80, la transformación económico-política en el proceso de conflicto hacia la paz, ha sido conceptualizada predominantemente en términos de cambio radical socioeconómico –fuera de las economías precapitalistas, estatales o centralizadas y hacia los mercados libres abiertos para penetrar el sistema capitalista global. La fórmula de disciplina fiscal y monetarismo, crecimiento por exportaciones, liberalización de comercio, acceso abierto a inversiones directas extranjeras y una integración global, fue construida por el economista John Williamson para América Latina en 1989 y fue aplicada en el resto del mundo en desarrollo y en subdesarrollo, en el famoso, "Consenso de Washington". Este modelo fue adoptado por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cuya dureza original se ha moderado ahora para poder incluir ciertas estrategias contra la pobreza. Sin embargo, el reconocimiento tardío del FMI de sus defectos tanto como las inversiones directas extranjeras por compañías multinacionales, han contribuido considerablemente a una profunda crisis económica, aumentando el proceso de marginalización. Igualmente, la promoción de la "mano libre" del mercado abierto, subraya que la ideología avanza hacia un modelo dirigido por una racionalidad económica en la que todo vuelve a ser una mercancía comercial o un commodity.[10]

Además, una globalización económica creciente y la sustitución del desarrollo estatal por un libre comercio conducido por el mercado, crean una abundancia de nuevas oportunidades para generar más formas sistemáticas de autofinanciamiento, tanto para los guerrilleros y rebeldes como para los gobernantes de Estados. En condiciones de subdesarrollo socioeconómico e inestabilidad política, los recursos naturales locales contribuyen a ingresos más considerables para sostener guerras. Por ende, se genera un ciclo vicioso de una política deficiente y conflictiva. Es más, los combatientes logran transformar los recursos capturados en ingresos propios, los materiales de guerra facilitan un aumento en el comercio global y consecuentemente los mercados inversionistas carecen de una regulación adecuada. El carácter lícito e ilícito de aquellas oportunidades comerciales, a menudo, crea redes criminales, redes de diáspora y empresas que coinciden con actividades criminales.

El propósito de esta investigación es analizar las deficiencias que han existido en el proceso global de las economías de guerras y las consecuencias en la economía local. De esta forma, el objetivo es examinar las diferentes formas y modelos de las economías políticas en casos específicos de conflicto y posconflicto, predominantemente en países con recursos naturales abundantes de diamantes: Angola, la República Democrática de Congo (RDC) y Botswana.

No cabe duda que un análisis de la dependencia en los recursos naturales no sólo significa una economía de guerra apoyada por las vías globales del comercio, sino que un país como Botswana sobresale, dando un ejemplo de caso contradictorio en la región de la África Sub-Sahariana. Este caso es importante en la medida en que muestra las críticas acerca de los procesos conflictivos encontrados en la RDC y Angola, destacando que no todos los países que dependen de los diamantes generan violencia y que se envuelvan en conflictos civiles. Una consideración y análisis explicará que la explotación y dependencia de los diamantes en una economía puede resultar en crecimiento económico y desarrollo, lo cual se deriva de los ingresos por la venta de diamantes legales en los mercados globales.

Aquí cabe aclarar la hipótesis planteada que toma la variable independiente, globalización económica, como el primer enfoque de la investigación. Esta variable indica la posición inicial del análisis, la cual busca desarrollar enlaces entre los procesos conflictivos con la creación de economías informales resultando en economías de guerra. Aquellas economías están basadas primordialmente en la dependencia de los diamantes. Por consiguiente, el objetivo principal es investigar la vulnerabilidad de la industria de diamantes e identificar las motivaciones detrás de la búsqueda de ganancias por los países bajo análisis, para resaltar una forma de controlar los ingresos por diferentes grupos locales e internacionales.

El capítulo 1 destaca el comienzo de este análisis, planteando los argumentos principales en el comercio mundial generados por la globalización, por ejemplo, el debate muy discutido del Norte-Sur. Luego, el tema de la globalización se profundiza en el contexto de la privatización por intereses económicos, generando más violencia y falta de responsabilidad de individuos y empresas privadas quienes aprovechan de la industria de diamantes. El primer capítulo también señala el principio de los factores domésticos que han impulsado las guerras civiles y no sólo se atribuye la causa a la variable principal (globalización económica o fuerzas externas). Esta discusión se explica en mayores detalles en el capítulo 2, donde los argumentos y teorías de los investigadores como Paul Collier e Indra de Soysa, se ve aplicados en los casos mencionados anteriormente.

Desde el capítulo 3 hasta el capítulo 5 la investigación incorpora un análisis de los casos indicados. Los estudios de casos de la RDC y Angola están considerados tanto en sus similitudes como en sus diferencias en las acciones tomadas durante el conflicto civil para ingresar del sector de diamantes y identificar cómo la transición hacia la pos-colonización en cada país ha contribuido a la propia forma de constituir grupos rebeldes y animosidades entre las facciones. A partir del caso de Botswana en el capítulo 5, con lo cual se ve un contraste con los dos anteriores, surge el argumento principal mediante características variadas, destacando que los conflictos puedan ser provocados por variables, tales como la transparencia en la economía y la gobernabilidad por el partido político que ha dominado el país desde la pos-colonización. Con la evidencia presentada, el caso de Botswana examina una postura distinta de la de la RDC y Angola en términos de evaluar el impacto de la globalización en la economía política que genera conflictos, porque allí la importancia del ingreso bruto nacional demuestra que un país con altos ingresos es menos capaz de entrar en un conflicto y de aprovechar más de la economía global para vender sus recursos naturales. Este caso está distinguido por la ambigüedad que genera en evaluar el sector de diamantes desde una perspectiva ilustrando los resultados positivos para el desarrollo del país por un lado, y los resultados negativos que provocan la instabilidad y probablemente el riesgo de un conflicto. Si no es por la dependencia en los diamantes, es probable que los resentimientos presionados por años surjan después, de manera violenta, lo cual crea un ámbito de rebelión que necesita financiamiento.

La investigación se basa en una metodología que utiliza tanto datos cualitativos como cuantitativos para lograr los objetivos propuestos. Se cumplirán los objetivos para comprobar la hipótesis según una revisión basada en artículos de revistas encontrados particularmente desde los años 90 hasta el presente, libros y discursos producidos por investigadores y profesores del tema presentado. Sin duda, esta investigación se enfrentará con dificultades en la búsqueda de los datos y estadísticas apuntando la cantidad de producción y exportación de diamantes simplemente por el impedimento de concretar información acerca de un comercio clandestino dentro de aquella industria.

CAPÍTULO 1

El comercio y el conflicto

David Keen ha argumentado que una guerra "no es simplemente la caída de un sistema particular, sino una manera de crear un sistema alternativo de ingreso, poder y protección"[11]. Según Keen, el análisis de la economía política de las guerras en las regiones investigadas, desde la década de los años 90, señala claramente que los conflictos generan ganadores y perdedores. Existen grupos y partidos que sacan provecho de un conflicto, ya sea en el nivel social, económico o político. En este sentido, la razón que subyace a la violencia expresa cómo los grupos dominantes derivan sus ganancias o ingresos obtenidos en formas no convencionales en una situación de guerra. Esto no quiere decir que los conflictos se basen sólo en una ventaja de rentabilidad. Richards destaca, entonces, que una situación similar puede resultar en "Warlord Fundamentalism"[12]. Por consiguiente, evitando caer en ideas reduccionistas acerca de la guerra, es posible observar a actores sociales que están exigidos a crear condiciones sociales y políticas en las que nuevas formas de riqueza, redistribución y legitimidad tengan lugar, con el fin de asegurar su auto preservación o la consecución de alguna ventaja[13]

El siguiente análisis evalúa como la globalización ha impactado la región de África en contribuir a un conflicto civil que fue dirigida por la industria de diamantes. La primera sección de este capítulo busca establecer el debate Norte-Sur que se fundamenta en las políticas neoliberales y cuales han dado un impulso a la globalización en el Sur. La privatización, otra consecuencia de la globalización señalará que grupos privados y empresas transnacionales contribuyen en la generación de más violencia en la búsqueda de ganancias por medios propios. Antes de llegar al comienzo de la industria de diamantes dirigida por la demanda global, habrá un análisis del comercio transfronterizo que ha causado el aumento de un crimen organizado por redes informales creados por una alta corrupción. La última sección es importante en la medida que introduce el sector de diamantes por la cantidad de diamantes legales e ilegales exportados por los países cuyas economías dependen de este recurso mineral. Los debates centrales se basan en la forma que la globalización no sólo ha creado redes que ayudan a la inserción en la economía global, sino que ha perjudicado el Estado y la población, elementos claves que generan resentimientos en la sociedad y

1.1 Globalización y Conflictos Armados (Debate Norte-Sur)

Mientras que el discurso sobre los conflictos ha sido incorporado en muchas investigaciones, aún existen deficiencias al explicar el movimiento de los rebeldes y gobernantes en Angola y la RDC. La globalización no ha sido la única razón por la cual existen conflictos. No obstante, es una variable relevante e elemental en la explicación de aplicación de políticas neoliberales, exigiendo a los países del Sur no sólo a adoptarlas para su mejoramiento general, pero, primordialmente, para su desarrollo económico.

Debido a la falta de un estudio profundo y la carencia de datos correctos – lo cual complica y dificulta las investigaciones sobre aquellas regiones -, se encuentran obstáculos mayúsculos para verificar las referencias. Por ejemplo, para destacar, podemos mencionar la falta de respuestas para preguntas tales como ¿cómo tales entidades conflictivas operan política y económicamente, cómo están financiadas, cuáles son sus mecanismos de redistribución, cómo se establecen legitimidad y autoridad, cuáles son las formas de protección y cómo se vinculan las redes locales y globales?

Las guerras en Angola y la RDC han demostrado un alto nivel de integración en la economía mundial. No obstante, el análisis detallado no demuestra un crecimiento económico ni un desarrollo nacional, sino, más bien, que ha existido un aumento en la intensidad y la duración de la violencia en aquellos países[14]Un ejemplo de ello es el cartel DeBeers, que utiliza el mecanismo global para promover su negocio internacional. Este cartel tiene una larga historia en la compra de "diamantes de zonas conflictivas" y en mantener los niveles mundiales de precios de diamantes derivados de territorios bajo el control de rebeldes. Es decir, que la corporación integra el Sur o la zona conflictiva para llegar a sus consumidores en el mundo occidental, donde el valor agregado es considerablemente más alto que en el país de origen.

La importancia de la globalización en el contexto de la relación Norte – Sur, ayuda a explicar las causas y efectos en Angola y la RDC. La globalización ha afectado a las dos regiones en formas similares, sin embargo, se observan diferencias en relación con sus redes gobernantes. En el Norte, emerge un nuevo fenómeno de alianzas regionales, basadas nacionalmente, pero con ventaja comparativa regional. También existe un crecimiento de la privatización y las estrategias de mercado, bajo la expresión "New Public Policy"[15]. En el Sur, tales oportunidades no tienen lugar, como demuestran los conflictos regionales, prevaleciendo una tendencia hacia una división regional conducente a cierta inestabilidad política.

Evidentemente, la economía global está implementada tanto en el Norte como en el Sur, pero funciona de maneras diferentes en cada región. En el Sur, el cambio en la competencia de Nación-Estado en África, está asociado con la "salida" o pérdida de soberanía estatal a manos de nuevos actores internacionales y subnacionales. Consecuentemente, se llega a un proceso radical de deconstrucción estatal. Las formas en que esto ha ocurrido, son, por ejemplo, "warlordism"[16], caída de Estados, Estados fracasados/débiles y Estados etnocéntricos. En el Norte, por otra parte, la globalización ha motivado un proceso de descentralización política y la emergencia de varios centros de autoridad en relación con el incremento de formas distintas, ya discutidas, de soberanía central y legitimidad. El Norte ha buscado estabilidad internacional y protección mediante estrategias reguladoras, regionalistas e integracionistas, resultantes de la desregulación de mercados. El Sur, en vez de implementar políticas de integración, muestra que la liberalización económica ha puesto en escena a nuevos actores con intereses políticos, y oportunidades para posicionarse de modo más individualista y competitivo en la economía global. A su vez, estando más liberadas de los requerimientos regulatorios que las zonas comerciales del Norte, las compañías multinacionales del Sur han logrado un alto grado de flexibilidad para perseguir arreglos ventajosos con respeto a las redes de gobernabilidad.

Por consiguiente, la globalización ha favorecido al Sur mediante el surgimiento de complejos gobernantes en la búsqueda de nuevas formas de ventajas políticas y económicas. De esta manera, los actores políticos han podido controlar las economías locales y han logrado valorizarlas a través de relaciones con los mercados liberalizados globales.

Por otro lado, se puede refutar la tesis que sostiene que el control económico se ha manifestado a través de ciertos factores domésticos ligados a la etnia[17]Esto es observable en la explicación de Brown, quien menciona un conflicto interno, tal como se ve en varias regiones de África, como una disputa sobre asuntos políticos, económicos, sociales, culturales o territoriales en el contexto de la identidad étnica. Los casos de África demuestran que cada país consiste de varios grupos étnicos, y Brown sigue explicando que los conflictos comienzan por variables locales, relacionados con elementos culturales, valores y tradiciones compartidos, los cuales son un producto de la historia. La segunda explicación por la cual existen conflictos internos o civiles, se basa en la teoría instrumentalista[18]de Brown. Según aquella teoría, la elite nacional toma un rol considerable en la construcción de identidades étnicas, y sus acciones están primordialmente dirigidas por intereses políticos y económicos propios. Sin embargo, esto no necesariamente significa que un conflicto se limita a las fronteras de un país. En Sierra Leona, la potencia extranjera, el Señor de la Guerra Charles Taylor quiso establecer su control político en colaboración con el grupo rebelde, Frente Revolucionario Unido (RUF de Sierra Leona). Esto dio acceso a Liberia al control de las minas de diamantes a través de un grupo local, lo cual fortaleció la posición de Charles Taylor y generó más secesión con el gobierno de Sierra Leona.

  • Privatización en Conflictos Armados

La globalización como factor contribuyente a las economías de guerra plantea un fenómeno de privatización que involucra dos agentes. La privatización es resultante de la búsqueda de incentivos financieros por parte de grupos rebeldes y las elites estatales, creando situaciones donde una confabulación económica y política puede coexistir entre oponentes de un conflicto armado. En Angola, la mayoría de la violencia vista en los terrenos de diamantes desde el Protocolo de Lusaka, está dirigida a ciudadanos cuya subsistencia depende de la minería ilícita. Esto refleja el objetivo de los rebeldes y las elites gobernantes de controlar la producción y comercio de estas áreas[19]

Si examinamos la razón por la cual los comandantes militares se orientan hacia un proceso conflictivo para lograr sus objetivos, descubriríamos que a veces una conspiración comercial es más favorable que la continuación de los esfuerzos conflictivos. Es decir, un grupo rebelde puede lograr momentos temporarios de paz cuando la oportunidad de ingresos es más alta que el costo de una guerra. Por ejemplo, ha habido períodos cortos de paz entre la UNITA y las Fuerzas Armadas de Angola[20]Por otra parte, el Frente Unido Revolucionario (RUF[21]de Sierra Leona, atacó a los campesinos y mineros en vez de emplear las fuerzas del gobierno o el cuerpo de paz de Nigeria, el ECOMOG[22]A su vez, las tropas gubernamentales colaboraron con los rebeldes para incrementar ingresos propios – dando forma a la expresión "sobels" (soldados por día, rebeldes por noche)[23], La consecuencia de tales acciones ha sido que la violencia generalmente se ha dirigido a los ciudadanos, extorsionando su trabajo y propiedad, resultando en un conflicto autofinanciado prolongado y provocando un gran número de muertes.

Igualmente, en el sector privado, la participación de los diversos actores en organizaciones mercenarias y sus vínculos con empresas de extracción de recursos naturales, ha sido esencial y primariamente un resultado de la posguerra fría. La compañía sudafricana Executive Outcomes (EO) trabajó para el Estado de Angola desde 1993 hasta 1996 y para los gobiernos sucesivos en Sierra Leona desde 1995 hasta 1997. En cada caso, EO se aprovechó de la inseguridad y la debilidad del Estado para obtener concesiones mineras muy por debajo del valor del mercado actual, beneficiando marcadamente a sus empresas de extracción de recursos, por ejemplo, Branco Minino. Cuando EO abandonó sus operaciones en cada Estado, otras empresas afiliadas de seguridad lo sustituyeron para proteger los activos materiales adquiridos por la compañía precedente. De modo similar, las redes de servicios de seguridad y extracción de recursos incluyen la asociación con International Defence and Security (IDAS) y American Mineral Fields (AMF). El financiamiento otorgado por AMF fue fundamental en la RDC para que Kabila derrocara a Mobutu en 1997. AMF estaba apoyando a los dos líderes estatales. Por un lado, existió una alianza política y por el otro, la empresa había negociado un acuerdo de explotación minera con Mobutu[24]Lo que se puede deducir de tales prácticas, es que las empresas mercenarias corporativas y de extracción de minerales pueden trabajar – como lo han hecho – a través de alianzas. Sin embargo, tales empresas no tuvieron dudas al momento de abandonar o socavar a otras empresas si existían oportunidades de obtener ventajosos provechos. Igualmente, esto implica que los gobiernos africanos arriesgan su desarrollo a largo plazo a cambio de una asistencia de seguridad de corto plazo.

Es posible comprender y analizar que la privatización, resultante del proceso posguerra fría, así como la entrada de empresas extranjeras que significan un medio de autosuficiencia para los rebeldes, implican que las consecuencias están interrelacionadas. Es evidente, en las dos situaciones, que las condiciones creadas son negativas y retroalimentan al entorno para seguir financiándose a costa de los ciudadanos. De tal forma, nos preguntamos: ¿Quién debería controlar las minas de diamantes? Los rebeldes? Los gobernantes? Una intervención extranjera?

  • Comercio Transfronterizo y Economías Informales

Kate Meagher postula el significado de las actividades económicas informales o paralelas (lo cual se puede aplicar también al sector de diamantes en los tres casos), como resultado de mercados abiertos que trascienden fronteras regionales e internacionales. Según esta autora, el comercio paralelo está comprendido como actividad ilegal o no oficial[25]Por ejemplo, la importación de diamantes baratos y crudos de Congo a Amberes (Bélgica), así como el movimiento de este comercio por recorridos regionales paralelos. Este comercio implica la compraventa transnacional en gran escala y, aunque utilice medios no oficiales y extralegales, es posible comercializar los recursos tanto en forma legal como ilegal. Los bienes ilegales pueden consistir en armas, drogas o recursos minerales.

Dentro de las economías ilícitas o paralelas, los bienes legales e ilegales obtenidos son intercambiados utilizando medios evasivos y extra legales. Históricamente, la definición de una economía informal se refiere a un comercio de bienes legales por vías ilegales[26]De esta forma, el sector de diamantes presenta, en los tres casos, un recurso natural que puede ser intercambiado legalmente. Sin embargo, los canales y las redes de comercio incluyen varias formas de actividades criminales y violencia. No se puede evitar mencionar, entonces, la importancia de una economía informal en los países del Sur. En otras palabras, la extracción de los recursos naturales que son propensos a saqueo, depende considerablemente de la mano de obra no especializada. Asimismo, los recursos minerales saqueables, como el caso de diamantes, permiten la generación de ingresos para las comunidades locales y los trabajadores no cualificados, los más pobres dentro de la escala social. Los tres casos incluidos en este estudio, que sufren consecuencias por la carencia de capital y de una mano de obra especializada, se manifiestan un fenómeno que se extiende por fuera de sus propias fronteras, normalmente por la demanda en el exterior (en países vecinos o el occidente). La popularidad de los diamantes en las regiones aluviales crea una situación en la que los que tratan de detener el flujo de los recursos minerales saqueables se enfrentan a la oposición de las comunidades locales. De esta forma, el intento de paralizar la economía de diamantes en las regiones aluviales o rurales daña a los sectores de mediano y bajo salarios.

La antropóloga Carolyn Nordstrom, en su trabajo de campo en Mozambique y Angola, investigó las economías paralelas. Ella puso un interrogante sobre las agencias de asistencia, ¿de donde vendrá el poder y los recursos para una reconstrucción de posguerra si la economía convencional es tan pequeña? Según algunas estadísticas del Banco Mundial, se estima que en Angola sólo un 10% del Producto Bruto Interno (PIB) está producido por vías convencionales – prácticas económicas legalmente establecidas y públicamente reguladas. Nordstrom investigó y planteó esa pregunta a las agencias especializadas de las Naciones Unidas, las instituciones financieras internacionales, las embajadas y las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) internacionales prominentes. Según sus observaciones, ella concluyó:

"…existe una tendencia general para postular que los mercados informales, ya sea en África o el este de Europa y Asia, son resultados de una combinación del cambio en los regimenes políticos, transiciones sociales y oportunismo económico. La creencia es que cuando estos países se tranquilizan durante el curso de un desarrollo estatal normal, sus economías se definirían crecientemente por instituciones estatales reguladas. De este modo, mientras que los bienes y servicios ilegales siempre existieran en los países de este mundo, ellos constituyen sólo una parte marginal de la economía real mundial"[27].

Siguiendo esta línea de investigación, unos economistas del Banco Mundial respondieron a Nordstrom, "simplemente, no tratamos estas cosas, no son asuntos con los cuales nos relacionamos"[28]. Más todavía, otro economista principal del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) explicó la cuestión sobre las economías informales con más interés, respondiendo, "como la mayoría de las agencias formales, estamos ligados al mandato que se ocupa sólo de asuntos dentro del ámbito de las economías formales"[29]. Es evidente entonces que, para abordar tales interrogantes, se hace necesario extender el análisis más allá de las teorías económicas clásicas, atravesando las fronteras y analizando cada país como un caso específico y distinto.

Manuel Castells ha argumentado que las redes comerciales constituyen una nueva morfología social para las sociedades en que vivimos. La función de tales redes modifica los procesos de poder, producción, experiencia y cultura. Las redes comerciales transnacionales constituyen sistemas múltiples cruzados por nódulos de productores, comerciantes y proveedores. Además, dependiendo del tipo de comercio, aquellas redes son capaces de vincular las regiones más remotas del mundo con la tecnología avanzada de sociedades metropolitanas. La economía informal plasma sistemas actuales de desarrollo, lo cual sostiene la supervivencia de la gente, creando de tal forma, nuevas relaciones de protección y legitimidad[30]

En África, durante los primeros años de la década del 80, el comercio transfronterizo era visto como una amenaza al proyecto del mercado libre. Se observaron grandes distorsiones en los precios después de las independencias y un flujo inmenso de divisa extranjera. Tal actividad fue la justificación principal para una reforma radical del mercado y de los mecanismos de ajuste[31]A fines de los años 80, se registraron resistencias populares en diferentes países africanos debido a los ajustes estructurales. Sin embargo, los grupos involucrados en el comercio tras-fronteras representaron un componente importante, remplazando la protesta popular y a su vez apoyando la liberalización. El grupo popular miró no sólo a la actividad paralela como una amenaza, sino que la relacionó con una forma de resistencia a las fronteras coloniales arbitrarias, la corrupción patrimonial y la ineficacia del Estado[32]Durante el curso de los años 90, el fenómeno del comercio trans-fronteras retomó el centro de las preocupaciones. Predominantemente, en África, existe una frustración dirigida a los comerciantes que explotan los diferentes resultados de las políticas de ajuste. Desde los años 90, se ve aún hoy en día la preocupación por un Estado débil como resultado de la globalización contribuyendo a patrones de conflicto asociados con corrupción, el saqueo de recursos naturales y el contrabando de drogas.

Con respecto al oeste de África, el trabajo en la actividad paralela es relativamente extenso. Desde los años 80, se ve una aplicación diferencial de las políticas de ajuste, una liberalización de los mercados de cambio extranjero, una agitación en la economía nacional como resultado de los ajustes, una disminución en el nivel de vida y una reducción de costos mediante formas de evasión fiscal. Al mismo tiempo, se ha reducido el comercio de los bienes agrícolas y manufacturados en zonas ecológicas. Estos han sido remplazados por exportaciones paralelas de materia prima y la importación de bienes manufacturados de los mercados mundiales. Por ende, se ha generado una estructura dependiente del comercio internacional.

La posición tomada por la globalización neoliberal sostiene que las economías mundiales están convergiendo con más interconexión. Si esta propuesta es valida, sólo se puede aplicar la teoría en algunas áreas de las economías globales. Es decir, en los bloques del Norte donde la economía está basada en el sistema de producción-finanzas. Sin embargo, el comercio transfronterizo del Sur señala otro fenómeno. El enfoque central se basa en el comercio y no en la producción-finanzas. Se puede señalar la diferencia entre las dos regiones económicas con una mirada hacia los millones de dólares que circulan dentro de los mercados financieros globales y el porcentaje mínimo que está atribuido a la economía real del Sur. En el Sur, la economía virtual de finanzas no tiene un rol prominente, sino que todos los recursos naturales pertenecen a la economía real. Deberíamos reconocer entonces que la actividad transfronteriza bajo análisis es un mecanismo mercantilista que no depende de las manufacturas o inversiones a largo plazo. Más bien, está envuelta en controlar e intercambiar los bienes, servicios y recursos existentes del país.

1.4 El Sector de Diamantes

La mayoría de los diamantes están explotados en Australia, Botswana, Canadá, Namibia, Rusia y Sudáfrica – países que son pacíficos y cuenta con una estabilidad política. Sin embargo, el enfoque de esta investigación radica en el comercio de diamantes controlados por movimientos rebeldes, tal como en la RDC y Angola y un caso de Botswana que resulta contradictorio dado que está dirigido por su propia economía política y la mano invisible de la globalización.

Los diamantes son probablemente la fuente de riqueza más concentrada del mundo. Asimismo, es probable que la combinación de la dificultad en detectar el origen de diamantes, su alto valor, los procesos simples de minería, el tamaño pequeño y una falta de transparencia en la industria presentan elementos que hagan la explotación más disponible para un comportamiento depredador. El ámbito creado por tal actividad da acceso a aquellos que intercambian los diamantes para la compra de armas. Un participante en la conferencia en la Universidad de Harvard, anotó que los diamantes no son intrínsicamente "malos", sino que las personas malas los utilizan en maneras criminales[33]

Cuadro 1: La Producción Mundial de Diamantes Crudos (en millones de US$)

País

1999

2000

Botswana

1800

2200

Rusia

1600

1600

Sudáfrica

800

900

Angola

600

750

(UNITA)

150

75

Namibia

400

500

Canadá

400

400

Australia

400

300

Otros:

800

900

RUF

70

70

Rebeldes de la RDC

35

35

Total

6800

7500

Fuente: Nicholas Shaxson, Transparency in the international diamond trade Global Corruption Report, 2001 (Berlin, Germany: Transparency International, 2001), pág.214.

Al analizar el Cuadro 1, se observa que los rebeldes controlan entre el 3 y 4 % de la oferta mundial de diamantes. Cabe anotar que los cálculos de las cifras exactas bajo tal control pueden transformarse mucho.

Por otro lado, los diamantes que provienen de zonas de conflicto constituyen una proporción pequeña del comercio total, más bien, son un subconjunto de una categoría más amplia de los diamantes ilícitos – aquellos diamantes son robados de las minas y llevados de contrabando a países donde reciben un mejor precio, y son utilizados para el lavado de dinero. De hecho, los diamantes ilícitos pueden representar un 20 por ciento del comercio global total[34]

Aunque el porcentaje es debatible, aun hay una concordancia acerca de que los diamantes de zonas conflictivas entran a los mercados por la misma vía que otras piedras preciosas. A menudo, las rutas siguen por los mismos canales y redes de comerciantes y esto hace difícil distinguir si los diamantes son de territorios conflictivos o si son ilícitos. Un informe de la ONU menciona que los diamantes de zonas conflictivas: "son en esencia, diamantes ilícitos que han vuelto sépticos"[35].

Un análisis sobre diamantes y conflictos estará más desarrollado en los estudios de caso sobre la RDC y Angola. Sin embargo, el caso de Botswana será un caso contradictorio a los dos anteriores con un método comparativo a la dependencia en tal recurso mineral sin la consecuencia de un conflicto armado.

A la luz de los recientes hallazgos, la condición frágil creada por las economías de guerra señala tendencias que articulan los intereses financieros y políticos generados por la explotación de recursos naturales, un crimen organizado y los daños impuestos a la población civil. A su vez, la explotación de los diamantes ha creado una participación criminal desde el extranjero, desde centros comerciantes como, Amberes, Londres, Tel Aviv y empresas transnacionales, quienes aprovechan estrechamente las oportunidades globales. En el capítulo siguiente, se puede distinguir cómo los recursos naturales han impactado sobre la violencia, lo cual marca otra vez un mecanismo de control económico sobre el mercado de diamantes. Una explicación sostenida también por Mark Duffield[36]argumenta que un alto nivel de complicidad entre compañías transnacionales y actores locales ha apoyado el desarrollo de las economías de guerra e interroga la ética de esas multinacionales. Asimismo, la fórmula del mercado libre se encuentra con varias contradicciones y nos hace preguntarnos, ¿implica la interdependencia económica una cooperación o conflicto?

CAPÍTULO 2

La economía política de los recursos minerales

Los países africanos dotados de abundantes recursos de diamantes vuelven a ser el foco de atención, no sólo en la región, sino también de investigadores internacionales. La importancia creciente es el resultado, por un lado, de los precios altos de commodity o mercancía y los nuevos descubrimientos de recursos minerales valiosos. Las economías de la RDC, Angola y Botswana, dotadas de diamantes, inevitablemente tendrían amplios sectores públicos y seguirían una trayectoria lógica en la que los ingresos por los diamantes están sujetos a aranceles que recauda el Estado, quien dispone de los ingresos de aquellos impuestos para asignarlos a áreas de interés[37]El siguiente análisis explicará las condiciones que dan forma – o explican su prolongación – a un conflicto civil, dependiente de los recursos minerales. Este enfoque suplanta la perspectiva que enfatiza en los conflictos civiles basada en odios étnicos, la retirada de los Estados y nuevas oleadas de violencia[38]

El propósito de este capítulo es subrayar el debate teórico acerca de las investigaciones de Paul Collier, Indra de Sosya, Jeffrey Sachs y Andrew Warner, los cuales han analizado países con abundancia de recursos naturales y asimismo han construido datos que verifican la relación con conflictos civiles. También habrá un análisis propio que opina sobre los hallazgos de los autores mencionados y a partir de allí se construyera un debate. Aquel debate se basa en las consecuencias económicas y políticas sobre las economías de guerra y destaca la salida de otros factores vigentes y contribuyentes a las teorías, las cuales explican; la violencia utilizada como un instrumento político para el control de los recursos, otros variables contribuyendo a los conflictos con un vinculo económico, por ejemplo, la etnia, características geográficas e históricas. Antes de concluir esta sección, analizaré como los recursos naturales han motivado la intervención extranjera, desde la perspectiva de voces alternativas.

2.1 La Abundancia de Recursos Como Factor Contribuyente al Incremento de las Guerras en la Economía Mundial

Existe una escuela de pensamiento que sugiere que las agendas económicas criminales constituyen una fuerza impulsiva de los conflictos civiles, proponiendo, al mismo tiempo, que la disponibilidad de abundantes recursos naturales se convierte en un catalizador para la violencia.[39] Los diversos analistas que han investigado a fondo esta propuesta, indican, por su parte, que la rebelión estaría dirigida por un ferviente deseo de saqueo, lo cual implica que la motivación esencial de la violencia sería, fundamentalmente, la avaricia.[40]

Cuadro 2: Los recursos clave en las guerras de los años 90

País

Recursos integrados[41]

Recursos prospectivos

Angola

Petróleo, diamantes, madera, marfil

Petróleo, uranio

Congo-Brazzaville

Petróleo

 

Republica Democrática de Congo

Cobre, cobalto diamantes, oro

Uranio, petróleo, minerales

Liberia

Hierro, diamantes, madera, goma, drogas

 

Sierra Leona

Diamantes, bauxita, rutilo

Diamantes

Fuente: Michael Ross, Oil, Drugs, and Diamonds: The Varying Roles of Natural Resources in Civil War, en Karen Ballentine & Jake Sherman (eds.), The Political Economy of Armed Conflict: Beyond Greed and Grievance, International Peace Academy, Boulder: Lynne Rienner, Agosto de 2003, pág. 49.

Tomando como base el argumento que establece que "una abundancia de recursos causa mas guerras" es posible inferir que, cuando la riqueza depende del Estado o de algún territorio bajo control estatal, los grupos competitivos recurren, generalmente, a dos opciones: la primera opción es negarse a cooperar, y la segunda, recurrir a la violencia como método estratégico para controlar los importantes ingresos financieros. Partiendo de esta premisa, se puede plantear otro argumento de no menos importancia y validez, por lo menos desde el punto de vista dialéctico: la posesión de abundantes recursos naturales no necesariamente implica una situación más democrática o un mayor crecimiento económico. Lo que sí es posible observar con cierta regularidad es un comportamiento más que codicioso por parte de las elites competitivas, lo cual nos lleva a sugerir que la riqueza en la posesión de recursos naturales influye considerablemente en la economía política y la gobernabilidad de un país[42](ver Cuadro 2).

Es importante mencionar el análisis sistemático de conflictos producido por Paul Collier, donde el fenómeno es analizado y explicado desde una perspectiva microeconómica. Los fundamentos empíricos están basados en la estrecha correlación que se funda en la abundancia de recursos naturales como motivación principal para la emergencia de un comportamiento codicioso. También Collier afirma que la heterogeneidad étnica y las desigualdades en términos de salarios, no están directamente vinculadas a conflictos. En realidad, Collier sostiene que la exportación de materia prima o recursos minerales, así como el promedio de los años de educación – particularmente en la población masculina – son las variables fundamentales directamente contribuyentes a conflictos.[43]

Siguiendo los principios de esta proposición, la primera variable (recursos naturales) implicaría que, cuando existe un mayor porcentaje de recursos naturales exportables, que proporcionan un flujo de ingresos que son susceptibles de ser fácilmente apropiados, esto inevitablemente motiva a los rebeldes a unirse en la búsqueda de lucrativos logros financieros. Collier agrega que si los ingresos de un país dependen en más de un cuarto de las exportaciones de recursos naturales, la posibilidad de conflictos se intensifica cuatro veces más. La segunda variable, en relación a los años promedio de educación en la población masculina, mide el costo de oportunidad para hombres jóvenes que se unen a una rebelión motivada por la avaricia. Esta interesante variable parece estar inversamente relacionada con la emergencia de conflictos armados. La proposición destaca que si existe un mayor nivel educacional en la población masculina, se minimizan las posibilidades de que estos hombres jóvenes educados participen y se involucren en conflictos armados. Collier concluye su análisis con una enfática declaración donde establece que, sin lugar a dudas, "la verdadera causa de una guerra civil no es el discurso detonante de los descontentos, sino la fuerza silenciosa de la codicia."[44]

Desde el punto de vista económico y, dentro de nuestro esquema analítico, pareciera que la posesión de abundantes recursos naturales no implica automáticamente un crecimiento económico ni tampoco una mayor equidad social. Contrariamente, lo que se observa es un menor crecimiento económico y una agudización de las desigualdades sociales. Es posible asumir que las economías con abundancia de recursos (ver Cuadro 2) parecen están afectadas por el llamado "Dutch Disease".[45] Este fenómeno ocurre cuando el sector económico que es bajo en recursos rentables, disminuye aun más, debido a la preponderancia de inversiones en sectores ricos en recursos y en otras actividades que rinden ingresos más elevados. El sector de recursos y actividades asociadas con la búsqueda de ingresos lucrativos, como es el caso de la manipulación de las divisas extranjeras, las importaciones, el presupuesto público y subsidios, ofrece más altos rendimientos privados que los sectores de menores recursos en términos de ingresos. Esto quiere decir que los incentivos para invertir en el sector de recursos menos rentables están normalmente marginados debido al efecto adverso de la apreciación de la moneda local, resultante de la afluencia de divisas extranjeras provenientes de las actividades del sector de recursos más rentables.

A menudo, los intentos del Estado para apoyar mediante subsidios al sector de recursos menos rentables, son insostenibles. Esto se debe, principalmente, a que el Estado implementa una estrategia económica de corto plazo, prestando muy poca atención a objetivos de largo plazo –incentivar y estimular otras fuerzas productivas- que pueden, en el futuro, ofrecer competitividad en el mercado internacional. Es interesante destacar el punto de vista de Donal Cruise O"Brien quien sostiene que los efectos de las actividades económicas de la elite gobernante, no son incrementar la capacidad productiva del país, sino la "descapitalización" y la explotación de recursos mineros. Las sociedades dentro de las cuales se implementan estas estructuras, son, generalmente, sociedades fragmentadas por razones de etnicidad, raza, religiones y tradiciones históricas. Estas divisiones sociales, combinadas con las marcadas diferencias entre el gobierno y los gobernados dan lugar a lo que se conoce como "poly-normativismo"[46]. Es en este tipo de entornos donde el clima de inseguridad moral tiende a fomentar un estado de violencia.[47]

Jeffrey Sachs y Andrew Warner han argumentado contra la proposición de Homer-Dixon, quien sugiere que una escasez de recursos naturales es un importante factor contribuyente a la emergencia y propagación de conflictos armados.[48] El sector de diamantes, en los tres casos que son el foco de nuestro análisis, está estrechamente relacionado con las afirmaciones de Paul Collier, Jeffrey Sachs y Andrew Warner, lo cual fundamenta esta investigación como el punto de partida para explicar los conflictos armados. Sachs y Warner emplean un válido sistema por el cual miden la composición del comercio exterior sugiriendo que una proporción mayor de los bienes primarios en la exportación implican una abundancia de recursos naturales.[49] El concepto de "Dutch Disease" es fundamental dentro del marco de este análisis, presentando una suposición interesante, ya que sugiere que los países con abundantes recursos naturales son menos propensos a procesos de innovación, contrariamente al caso de países con escasos recursos donde la innovación es más acelerada. Según el razonamiento del "Dutch Disease", el cambio técnico endógeno no ocurre en los países con abundantes recursos, simplemente, porque estas sociedades llegan a ser dependientes de los recursos naturales y pierden la oportunidad de fomentar el desarrollo y el crecimiento económico resultantes de procesos innovadores. Es claro, entonces, que la disponibilidad de los recursos naturales altamente rentables afecta considerablemente las motivaciones para asignar capital, mano de obra y esfuerzos innovadores a otros sectores de la economía.

Vale la pena destacar que la hipótesis de "Dutch Disease" va más allá del aspecto puramente económico, englobando asimismo las teorías de un "rentier state"[50], basándose en el argumento que sugiere que la abundancia de recursos y el lucrativo flujo de ingresos generados, afectan considerablemente el desarrollo y el funcionamiento de las instituciones estatales, dando lugar a una creciente corrupción y a una mala gestión de presupuestos y políticas perversas de subsidios.[51] En tales situaciones, es posible asumir que las actividades económicas desarrolladas dentro de este marco, tiene como efecto no deseado la generación de culturas de dependencia y clientelismo.

En otras palabras, los resultados encontrados por varios estudios empíricos destacan concretas y positivas evidencias correlativas entre la abundancia de recursos naturales y los conflictos armados (ver Cuadro 3). Por lo tanto, los agravios y las perversas situaciones socioeconómicas resultantes deben explicarse dentro de los parámetros de las variables mencionadas. Desde este punto de vista, las afirmaciones y los argumentos presentados por Collier explicando y concretizando la correlación mencionada anteriormente tienen su validez e importancia. La falta de democracia, el bajo crecimiento económico y la marginalización social consecuente, también pueden ser comprendidos dentro de la estructura doctrinaria de Collier. Sin embargo, esto no implica que sus argumentos no puedan ser disputados o aun reemplazados por nuevas proposiciones resultantes de posteriores investigaciones, que brinden distintas explicaciones para la ocurrencia de Dutch Disease.

Cuadro 3: Conflictos civiles vinculados a los recursos naturales (1975 – 2002)

Nombre de Conflicto

Duración

Tipo de Recurso

Recurso Natural

Gasto Militar(% del PBI)

Numero de Muertos(estimado)

Conflicto Angola

1975-2002[52]

saqueable y no saqueable

Petróleo y Diamantes

6.19[53]

300,000-500,000

Republica Democrática de Congo (guerra civil)

1996-1998

saqueable y no saqueable

Cobre, cobalto. Diamantes, oro, café

1.63[54]

1 millón +

Fuente: Paul Collier y Anke Hoeffler, "Greed and Grievance in Civil Wars", Policy Research Working Paper no. 2355 (Washington, D.C.:World Bank, 2001), y Richard Jackson, Violent Internal Conflict and the African State: Towards a Framework of Analysis, Journal of Contemporary African Studies, Enero de 2002, pág.32, y [Consulta en 30-04-2008].

Los perversos efectos económicos e institucionales de la abundancia de recursos[55]

  • Bajo crecimiento económico

  • Negación de los sectores de recursos menos rentables y mala comunicación en

los diversos niveles bajos de la economía

  • Alto nivel de desigualdades socioeconómicas

  • Corrupción de las instituciones estatales

  • Alta ineficiencia económica

  • Mala gestión del presupuesto

  • Alto nivel de deuda por un pronóstico de ingresos excesivamente optimista y el

uso de ingresos futuros como colaterales para créditos.

  • Alta vulnerabilidad a factores drásticos externos, especialmente la fluctuación

de los precios de recursos en el mercado internacional.

Desde el punto de vista político, el acceso que tienen los líderes a ingresos considerables resulta en una plataforma vital que les permite mantenerse en el poder. El método mas generalizado es el establecimiento de un régimen mediante un sistema de patrocinio que recompensa a seguidores y simpatizantes, pero castigando, al mismo tiempo, a los opositores. Resulta entonces evidente que las redes clientelistas, que vinculan al sector de recursos, necesariamente forman y ejercitan a las políticas de poder. Pero también es posible que tales regímenes puedan atraer la legitimidad popular a través del mecanismo de eliminación de altos impuestos en una economía formal diversificada, por el financiamiento del equipo de seguridad represivo y la recompensación a un grupo pequeño de partidarios y/o la población en general. Las personas o grupos de interés, quienes no pagan muchos impuestos al gobierno, tienen menores preocupaciones por la falta de responsabilidad del Estado, su legitimidad y su representación. Un ejemplo válido es el del grupo rebelde de Angola (UNITA), que recibió una cantidad de US$ 3,7 billones en un período de seis años durantes la década de los 90 gracias a los diamantes – un monto más grande que la ayuda financiera recibido por los patrocinadores de EEUU y Sudáfrica durante la Guerra Fría. Este dinero financió las compras de armas en gran escala y aumentó los ingresos propios de la UNITA, contribuyendo, por ende, a la intransigencia de líderes que remplazaron la implementación de paz por más violencia.[56]

Cuando los recursos garantizan ingresos suficientes, existe, naturalmente, poco incentivo por parte del liderazgo para emprender políticas económicas de desarrollo diversificado.[57] El razonamiento es claro. Una estrategia económica diversificada puede resultar en fuentes alternativas de poder económico, lo cual podría fortalecer a los competidores políticos. Siguiendo esta forma de pensamiento, es posible inferir que el ingreso proveniente de los recursos es utilizado directamente con el objetivo de evitar, precisamente, la emergencia de una clase que protagonice un cambio político. Esto se lleva a cabo, por ejemplo, reprimiendo el ingreso de recursos a los de la clase media. El riesgo de la competencia política doméstica se puede reducir aun más mediante la entrega y concesión de la explotación de los recursos minerales a empresas extranjeras. Un claro ejemplo de esta estrategia son los proyectos de privatización. La privatización es, en la mayoría de los casos, un mecanismo que ofrece relevantes ventajas para satisfacer los intereses de las instituciones financieras internacionales y, también, para consolidar el apoyo político del exterior.

El predominio del sector de recursos en la economía y su control político por la elite dirigente, deja poca posibilidad de acumular riqueza y prestigio fuera del ámbito de patrocinio.[58] Si la marcada diferencia de riqueza y poder aumenta entre el gobernante y los gobernados, inevitablemente, se incrementa la frustración de los grupos marginados, quienes perciben el cambio político como la única forma para satisfacer sus aspiraciones o de expresar sus reclamos. Tales grupos incluyen a las elites competitivas, como los políticos marginados u oficiales militares, y grupos privados con derecho a voto, por ejemplo, los jóvenes desempleados, o un asociación de los dos.

Asimismo, en la ausencia de un consenso político amplio – lo cual no puede ser mantenido sólo mediante la distribución de ingresos y represión – podemos asumir que la violencia no solamente adquiere una posición dominante, sino que parece ser la única vía que conduce a la riqueza y al poder. Los países en desarrollo, con abundancia de recursos, revelan tendencias a tener gobiernos depredadores, que sólo sirven a intereses sectoriales, enfrentándose, de este modo, al riesgo de terminar, como generalmente sucede, en conflictos violentos.

2.2 Otras Causas del Conflicto Civil

Los conflictos civiles han sido más comunes que los conflictos internacionales en la segunda mitad del siglo XX. Mucha literatura política tiende a explicar los conflictos en términos de motivos o agravios basados en resentimientos, odios o desigualdades, los cuales forman la base para tales conflictos[59]Snow postula, que una guerra tribal ocurre donde los odios étnicos y otros han sido reprimidos por el Estado a lo largo del tiempo pero nunca han sido solucionados en los corazones y mentes de la población[60]La teoría económica tiende a considerar el conflicto como una industria que genera ingresos. En otras palabras, se explotan los recursos naturales obedeciendo a la codicia o respondiendo a relevantes agendas económicas.

En varias formas y maneras, la teoría económica argumenta que la motivación verdadera del conflicto no es muy importante sin la posibilidad de considerar las causas que sostienen el conflicto. Paul Collier[61]plantea que existen cinco factores que incrementan la probabilidad del estallido de una guerra civil. A continuación se hace mención de los mismos y se los aplica al caso de la RDC en particular:

  • 1. La alta dependencia de la economía nacional de la exportación de una materia prima: en la RDC, existe una dependencia del 26%. Esto es el nivel más peligroso e implica una alta probabilidad de guerra civil.

  • 2. Las características geográficas –una población estrechamente dispersa es más difícil de gobernar. La RDC tiene una población de 62 millones (22,5 personas por kilómetro cuadrado), existiendo así un riesgo de 50% de posibilidades de conflicto sólo debido a su carácter geográfico.

  • 3. Características Históricas. Lo más importante de estas características es la reciente guerra civil y el tamaño de la diáspora del país. Así existe un 40% de riesgo de un nuevo conflicto inmediatamente después del fin de las hostilidades, lo cual disminuye un 1% por cada año de paz que sucede. Una diáspora grande también incrementa las posibilidades de una recurrencia de un conflicto y su prolongación. La diáspora de los Tutsi, quienes escaparon el genocidio de Ruanda durante los años 90 (inclusive los señores de guerra responsable de los asesinatos), formaron grupos rebeldes que aprovechaban del territorio (dotado de diamantes) bajo su control en el este de la RDC, y desde allí crearon una red involucrando facciones de la RDC que terminó en un desborde de un conflicto regional en el África Central. Asimismo, la dispersión de un grupo diáspora crea una red que no sólo genera más violencia en su propio país vecino, sino que también se conecta con comerciantes locales para utilizar los ingresos de diamantes para financiar la insurgencia.

  • 4. Las oportunidades económicas o la carencia de ellas están asociadas con un conflicto civil, con variables claves como la falta de educación, un crecimiento rápido de la población y un descenso económico. Desde la independencia en la RDC, el país pasó por un período largo bajo el reino del Presidente Mobutu, quien dominaba de manera autoritaria, resultando un comportamiento depredador y eventualmente una caída completa de la economía. Mobutu quiso asegurar sus ingresos y de esta forma robó a su pueblo una fuente de trabajo y asimismo salarios. Esto dio paso a la corrupción en el país, principalmente como modo de supervivencia para los que vivían bajo la línea de pobreza y en conflicto civil constante, lo cual significaba un colapso total del aparato estatal para proveer a los ciudadanos. Tanto Mobutu como el Presidente Kabila, fueron parte de un gobierno elitista y kleptocrática, lo cual implicaba la muerte del Estado para una ganancia propia y a su vez su costo en la población. Con una polarización aguda de la población congolesa por su distinta etnia, los fracasos del Estado y el impulso de la globalización hicieron que la RDC volviera a ser candidata principal para un desplazamiento violento y una reconfiguración por movimientos autodeterminados.

  • 5. La composición étnica y religiosa. El factor de riesgo dobla cuando un grupo étnico oscila entre un 45% y un 90% de la población, mientras que una heterogeneidad étnica y religiosa supone que un país es más seguro.

Tomando el caso de la RDC que muestra una sociedad muy diversa por su etnia, uno podría aplicar la teoría propuesta por Paul Collier para demostrar su postulación y desviarse de la variable central dirigida por los recursos naturales, en la explicación de otras variables dependientes. Este argumento radica en factores domésticos, tanto sociales como culturales, pero no deja de considerar los factores económicos como base del argumento principal. Como ya se destaca en los cinco puntos anteriores, la RDC consiste de 200 diferentes grupos étnicos. Para replicar el modelo de Collier, deberíamos enfocar en la composición de tales etnias, el crecimiento de la población y la situación económica.

La mayoría constituye el llamado "Bantu", que contiene cuatro grupos: Mongo, Luba Kongo y Mangbetu-Azande. El ex Presidente Laurent Kabila se refería a un atributo común, declarando que todos eran Bantu, intentando incluir diferentes grupos étnicos en uno, para enfrentar los Tutsi, con el objetivo de movilizarles en un conjunto. Evidentemente, lo que resultó en tal situación es que el ex Presidente generó agravios dentro de las diferentes etnias y de mismo modo generó injurias en vez de un frente solidario porque no tomó en cuenta la legitimidad de la minoría[62]Asimismo, Smillie señala sobre una guerra similar rodeada por los diamantes en Sierra Leona, "Tal vez la intención de la guerra no fuera necesariamente ganar, sino involucrarse en un crimen rentable, clandestinamente bajo el llamado "guerra"[63].

Al analizar la RDC en el contexto del esquema de Paul Collier, se ve que el país está encerrado por dos Estados. Es decir, que su dotación por los diamantes lo hace más vulnerable a la invasión por los vecinos tales como Ruanda y Uganda. Los países que carecen de algún recurso lucrativo buscan aprovechar y así aumentan la probabilidad de conflicto. El conflicto civil en la RDC ha sido mayormente dirigido por los actores locales y regionales. Sin embargo, el conflicto interno señala la participación por los actores internacionales tales como la potencia extranjera. Su papel en la guerra ha involucrado la venta de armas y asistencia militar a las fuerzas ocupadas en las disputas regionales. El mayor motivo de aquella intervención es la forma económica, lo cual garantiza a las multinacionales un cierto grado de control sobre la industria de diamantes por concesiones otorgadas por la RDC.[64]

2.3 Violencia – Instrumento Político de Control Económico

"Ahora la violencia está deliberadamente dirigida a la población civil en vez de a grupos armados, y hacia grupos enteros en vez de hacia individuos. En los conflictos de Liberia, Sierra Leona, Ruanda, Mozambique, el norte de Uganda, Sudán y Angola, la violencia ha incorporado formas espantosas. Mutilación, tortura de mujeres y niños, rituales violentos y la participación forzada de parientes, niños y esposos en la matanza y violación, son métodos de hacer guerra, primariamente por grupos de milicias y algunas potencias estatales. En algunas instancias, tal violencia es parte de un ritual que une a los grupos de milicias. La violencia extrema puede ser utilizada como un mecanismo de humillación o venganza. A menudo, se utiliza aquella violencia extrema como una forma de intimidación, por ejemplo, en el caso del Frente Revolucionario Unido (RUF) en Sierra Leona. Aquí, la mutilación fue aplicada brutalmente como una estrategia para prohibir a las personas votar o expandir el control por la difusión del terror y temor, por ende, impidiendo su necesidad de luchar."[65]

Algunos observadores, como Homer-Dixon, sostienen que las sociedades enfrentadas con circunstancias medioambientales específicas – escasez o abundancia – no están capacitadas para dirigirse al problema de la gestión de recursos sin el uso de violencia[66]La justificación para este argumento, es que, en muchos casos, la dotación de recursos tiene un efecto debilitante en las economías e instituciones gobernantes que resulta en un conflicto violento por una distribución equitativa. Estos argumentos son sostenidos desde una perspectiva neo-Maltusiana. Conflictos en áreas superpobladas como Ruanda o regiones propensas a las sequías como (citar otro caso), ofrecen un claro testimonio sobre "ecoviolence" (violencia por recursos medioambientales) o "greenwar" (una guerra verde), fenómenos ambos vinculados a la escasez de recursos.[67] De modo parecido, la violencia como resultado de una abundancia de recursos es por una lucha distributiva.

Una perspectiva alternativa señala que la violencia permite a los grupos crear y sostener patrones rentables para la explotación de recursos y la distribución de riqueza. Esto quiere decir, que las "guerras de recursos"[68] son conflictos en los que la violencia, o la amenaza de violencia, llega a ser una parte intrínseca de la economía política. Si un recurso es abundante o escaso, no parece tener mucha relevancia. Además, estas dos nociones son relativas. Por ejemplo, Angola cuenta con una abundancia local de un recurso que es globalmente escaso, los diamantes. Es importante destacar que más allá de la escasez o abundancia, los recursos naturales representan un valor muy significativo. Asimismo, la combinación de violencia y valor puede tomar dos formas.

  • 1. Por un lado, la creación y distribución de este valor puede ser conflictivo. Efectivamente, la transformación de la naturaleza en una mercancía comerciable es un proceso profundamente político; que involucra la definición de derechos de propiedad, la organización de trabajo y la asignación de ingresos. Es ciertamente posible pensar que este proceso podría ser pacifico y cooperativo. Sin embargo, y a menudo, es conflictivo, y la violencia se manifiesta en formas de fuerza física o a través de coerción y dominación. La naturaleza de la violencia cambia según los requerimientos de los recursos, por medios de producción o extracción de dichos recursos. Es decir, con los recursos extractivos, en este caso, los diamantes, la violencia adopta la forma de una batalla por el control estatal o territorial.

  • 2. Por el otro lado, el valor del recurso es utilizado para ganar o sostener un conflicto que no está directamente relacionado con el control del recurso. Este valor puede ser empleado para incrementar intercambios comerciales, usualmente para la compra de armas o adquirir apoyo de los asociados empresariales en las fronteras, o para lograr apoyo diplomático de los países importadores y sus corporaciones multinacionales.

2.4 La Intervención Extranjera

La abundancia de recursos también motiva intervenciones extranjeras. Estados extranjeros, grupos políticos domésticos, corporaciones privadas y mercenarios se unen en coaliciones diversas para perseguir intervenciones cuya motivación principal está basada en los beneficios comerciales lucrativos. Existen diversas formas de intervención, como la asistencia a un golpe de Estado, el fraude electoral, el apoyo a las insurrecciones locales o la anexión por fuerza militar. En la mayoría de los casos, los poderes extranjeros y socios comerciales ocultan sus agendas geopolíticas y económicas, las cuales los impulsan a interferir para reestablecer "orden y estabilidad", en oposición a la postura de democracia y derecho internacional.[69] Igualmente, tal "orden y estabilidad" se refiere a sostener la relación de dependencia, beneficiando a la elite gobernante del Sur y sus intereses extranjeros.

Las intervenciones más destacables tuvieron lugar durante la guerra en Zaire/República Democrática de Congo. Las tropas de Mobuto, apoyadas por los franceses, se aliaron con las milicias Hutu de Ruanda, oponiéndose a Laurent Kabila y sus alianzas de Uganda y Ruanda; mientras que los extranjeros aprovechaban la situación para asegurar sus intereses comerciales provenientes de las concesiones mineras.[70]

El rol del sector privado es esencial cuando los beligerantes dependen de su capacidad de explotar y/o comercializar los recursos locales. De este modo, una amplia variedad de actores comerciales extranjeros pueden intervenir – desde los trabajadores inmigrantes, los contrabandistas individuales, las pequeñas empresas de países vecinos, hasta las medianas y grandes empresas transnacionales. La modalidad de intervención también cambia según los intermediarios económicos hasta las operaciones totalmente integradas, que incluyen el apoyo político, la obtención de armas y la participación de mercenarios. La participación de los mercenarios o las compañías militares privadas está tomando un interés cada vez más estrecho en países inestables con abundancia de recursos.[71] Su rol implica la protección de áreas con intereses económicos estratégicos para un gobierno "reconocido", y el abandono de poblaciones en áreas de pocos recursos sin servicios públicos y a la merced de grupos rebeldes depredadores.

En 2006, durante la conferencia de Clinton Global Initiative en Nueva York, el director de DeBeers, Jonathan Oppenheimer y el Presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete, dieron a conocer un proyecto de US$ 2 millones para mejorar las vidas de los "mineros informales" en Tanzania, Sierra Leona y la RDC. La corporación DeBeers decidió trabajar en conjunto con el gobierno de Tanzania para brindar a los mineros ilegales acceso a los precios justos y atención de la salud, como alivio ante la explotación por parte de comerciantes ilegales e intermediarios, y de un sector desregulado del gobierno. Jonathan Oppenheimer, mencionó: "DeBeers no tiene un interés empresarial en la minería informal, pero no podemos esperar y mirar ociosamente mientras que millones de mineros africanos y sus familias sufren. No tenemos todas las soluciones ni la habilidad, sin embargo, esperamos trabajar en asociación con aquellos que pudieran dar el mejor resultado a este programa."[72]

El ejemplo muestra una asociación empresa-gobierno que busca fomentar y sostener sus intereses empresariales en relación con los asuntos de desarrollo. Asimismo, esta declaración nos permite demostrar que las corporaciones extranjeras también poseen un rol social y una preocupación por los abusos de los derechos humanos, implicando que ellos, quienes están en poder de los mercados internacionales, pueden influir en la situación política y económica. Esto no sólo les da más oportunidades de acceso a los mercados en países como la RDC y Botswana, sino que también trae consigo un cierto grado de desarrollo, dependiente del capital extranjero.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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