A gran escala de la esclavitud griega surgió entre los siglos VI y IV a.C. Principales mercados de esclavos desarrollado en las ciudades-estado más grande (Atenas, Rodas, Corinto, Delos, y otros). Hasta un millar de esclavos podrían ser vendidos en un solo día. Esto fue en gran medida de- terminada por la acción militar. Después de un compromiso importante, una ciudad-estado griega como Atenas podría tener hasta 20.000 cautivos a tratar. En Atenas los esclavos eran muchos, se puede decir que eran la tercera parte de la población. Los ciudadanos tenían tiempo de dedicarse a sus ocupaciones, porque todos los trabajos penosos los realizaban los esclavos, como la explotación de las minas, también trabajaban en los talleres junto con sus amos, o sea que participaban en todos los quehaceres de la vida doméstica. La muy floreciente industria de Atenas no se habría desarrollado; de no ser por la mano de obra de los esclavos. Muchos de ellos se dedicaban a las artes,eran muy ilustrados obteniendo de sus amos el favor de que se los dejara libres, a muchos los amos los emancipaban, se convertían así en hombres libres,pero quedaban al margen de la ciudadanía.
La institución de la esclavitud, sin embargo, varían mucho entre las ciudades-estados. En Atenas y otras ciudades-estado había la esclavitud es- taba regulada. Esparta era sustancialmente diferente. La economía espar- tana estaba basada en el trabajo realizado por los ilotas. Algunos autores sugieren que es más correcto referirse a ellos como siervos. Eran un pueblo conquistado, lo hicieron trabajar en fincas dirigidas por los espartanos, pero vivían en grupos familiares en las tierras hereditarias. Estaban obliga- dos a entregar la mayor parte de su cosecha a su amo espartano que era un terrateniente ausente. Los derechos de los esclavos griegos variaban de ciudad-estado a ciudad-estado. Estas variaban dependiendo de quien fuera su titular y las tareas asignadas. Los esclavos eran propiedad tanto del Esta- do como de particulares. Las condiciones para ser esclavo variaban de for- ma significativa. Las minas de propiedad del Estado eran trabajadas por es- clavos. En las minas arrendadas a propietarios privados suelen llevar a los esclavos salvajemente para maximizar las ganancias. Otros esclavos eran tratados mejor. El mejor tratamiento era para los 300 arqueros escitas que servían como fuerza de policía en Atenas. La mayoría de los esclavos ate- nienses eran de propiedad privada y se dedicaban al servicio doméstico. Las condiciones de esclavitud para los esclavos de propiedad privada fue determinada principalmente por la relación desarrollada con sus amos. En ese ámbito se podían producir estrechas relaciones. Las mujeres podían ser utilizadas para cuidar a los niños y pasar a tener de confianza de la fami- lia. También podrían ser utilizadas como concubinas y los esclavos varones asumir el papel de un mayordomo y, de hecho, ocuparse del hogar.
En donde sí la esclavitud cobró una importancia crucial, resultando una justificación filosófica de la misma, fue en la Grecia Clásica (ya en los poemas épicos de Homero, la esclavitud es el destino lógico de los prisio- neros de guerra y, además un acto humanitario ya que evitaba tener que matarlos). Tan importante fue su papel en la economía de las ciudades-estados que sin ella la historia y cultura griega hubieran sido completa- mente diferentes. El vocabulario griego tenía nada menos que siete palabras para definir los esclavos según su tipo de propiedad (estatal o privada) y funciones. Aristóteles (siempre él para aportar su granito de arena) defen- dió la esclavitud como producto de la naturaleza, y apto para las personas de inteligencia y capacidad inferior, lo que apuntaba directamente a los "bárbaros". Esta "teoría" no solamente era un justificante, sino además daba a los griegos un auténtico complejo de superioridad frente a los demás pueblos. Si no fueron los elegidos por Dios como los judíos, lo fueron – más importante todavía- gracias a su (supuesta) "superioridad intelectual". Mientras que esta filosofía coincidía muy bien con la exagerada opinión de los griegos sobre sí mismos, no cuajaba con la esclavización de griegos por griegos lo que fue el caso en Esparta (Laconia).
Escena que representa a un grupo de esclavos.
La vida cotidiana de los esclavos en Roma
En la antigua Roma, la esclavitud era considerada como algo perfecta- mente normal, se le consideraba un inferior pero se respetaba sin embargo su "humanidad", era un integrante más de la familia donde cada uno tenía un rol preestablecido, por eso se le quería o castigaba paternalmente, o se le mandaba y favorecía. Los esclavos eran considerados como niños, sin mucho uso de razón, y a quienes debía hacérsele obedecer los mandatos. Sin embargo los romanos siempre padecieron un controlado temor de insurrección por parte de los esclavos, y son frecuentes los relatos en que se describen tales insurrecciones donde incluso el amo llegaba a ser asesinado. Eran considerados como hombres y no como cosas o animales porque se les inculcaban deberes morales: "servir con entrega y fidelidad". Aunque por otra parte los esclavos eran considerados un bien más del patrimonio, junto a los animales, la tierras y las construcciones; en ello radicaba su inferioridad, en ser la posesión de un amo, y como tal, su poder sobre él no obedece a ningún reglamento que no sea su propia voluntad. También la esclavitud, como dijimos, daba lugar a sentimientos afectivos, y la posición general con respecto a ella estaba fundamentada en la muy arraigada creencia en el destino: a aquel le tocó ser amo, a tal otro, ser esclavo.
El origen de la masa esclava provenía mínimamente de las guerras o de su trata en las fronteras, se incrementaba más bien por la reproducción entre ellos mismos: todo hijo de esclava, sea quien fuere el padre, es propiedad del amo; también eran esclavizados los niños abandonados y la venta de hombres libres que no podían demostrar su condición de libertad. Así mismo, debido a la pobreza, los propios esclavos vendían a sus hijos a los tratantes (quienes los compraban recién nacidos, sanguinolentos), o algunos pobres libres se vendían incluso a sí mismos para asegurarse el pan y el abrigo a la sombra de algún amo; otros inclusive, más ambiciosos, se vendían como esclavos para asegurarse alguna buena posición de admi- nistrador de algún noble, o como tesoreros imperiales; se dice que tal fue el caso de Pallas, descendiente de una noble familia de Arcadia, que se vendió como esclavo a una dama de la familia imperial, llegando posteriormente a ser ministro de finanzas muy cercano al emperador Claudio.
El origen de la esclavitud romana se remonta también al principio de la existencia de la polis, pero cobró su verdadera importancia a partir de la "guerra de Aníbal", cuando este cruzó los Alpes en 218 a.C. al mando de un ejercito de 60.000 hombres (el 90% fueron infantes íberos). Durante 16 años arrasaron la Italia meridional, expulsando a los pequeños campesinos independientes (la verdadera columna dorsal de la República) de sus, hasta entonces, fértiles tierras, y sembrando así la semilla del futuro ocaso de Roma. Una vez derrotado y expulsado Aníbal, estas tierras se convirtieron en latifundios y, para trabajarlas, sus nuevos propietarios empezaron la importación masiva de esclavos extranjeros. La principal fuente de esclavos era la guerra: decenas de miles de prisioneros púnicos y después macedonios, helenos e íberos fueron llevados a Roma como esclavos; además, todas aquellas personas convictas de crímenes graves y los deudores, que se vendían a sí mismos o vendían a miembros de su familia para pagar sus deudas, pasaban a ser esclavos. A la larga, este cambio social convirtió Roma de una república democrática en una autoritaria e "imperial" y, con el tiempo, el Mediodía en la región más pobre y atrasada de Italia. El pequeño campesinado que se había refugiado en Roma se convirtió en el "lumpen" de entonces, que había que mantener quieto y contento con "pan y circo" y con la compra de sus votos. Este mismo lumpen fue también la principal fuente de reclutamiento para las legiones. De esta forma ciudadanos romanos supuestamente libres entraban en una especie de "esclavitud militar" (de 20 años de duración) bastante más dura que la esclavitud real de la mayoría de los esclavos. El destino más dura dentro de la esclavitud romana fueron las minas y las galeras, reservadas en general para criminales convictos y esclavos revoltosos y peligrosos.
Dentro de la clase esclava existían subclases, así, prácticamente todos los funcionarios del imperio eran esclavos del emperador, algunos de ellos bastante exitosos. En contraste, en lo más bajo de la escala se encontraban los esclavos rurales, siendo sin embargo característicos no de todo el imperio sino más bien de ciertas regiones como Sicilia y el sur de Italia; fuera de aquellas regiones la esclavitud es parte del conjunto de relaciones de producción, junto al asalariado rural y a la aparcería, e incluso en algunas regiones del Imperio, como el Egipto, la esclavitud rural no existió; hay casos, entre los pequeños terratenientes, en que se negaban a tener esclavos y se decidían a cultivar la tierra por su cuenta porque sus esclavos le resultaban muy caros. Pero la jerarquía de la clase esclava no termina allí, también los administradores solían ser esclavos del amo, y era su mujer quien cocinaba para todos; se dice que la gran mayoría del artesanado residente en las ciudades eran esclavos, mientras que la agricultura parece haber estado compuesta sobretodo por pequeños campesinos independientes o aparceros que trabajaban para grandes terratenientes, por hombres libres de condición pobre que trabajaban en jornales y esclavos de cadena, malos esclavos, que cumplían algún tipo de condena. De manera que "los esclavos constituían la cuarta parte de la mano de obra rural en Italia".
Los esclavos urbanos, por vivir cerca de sus amos, gozaban de ciertos privilegios inexistentes para un esclavo rural. Eran "criados", y cumplían las más variadas funciones, desde desvestir y vestir a su amo en los baños termales (como los del gramático Galieno) hasta espiar a los amigos y sirvientes de condición libre del amo o la señora de la casa. Los romanos muy ricos podían llegar a tener decenas de esclavos, mientras que los no tan ricos (pero de situación económica que les permitiera no trabajar) tenían de uno a tres esclavos en sus hogares. Pero eran tales los privilegios de los esclavos domésticos que incluso muchos hombres libres e instruidos, gramáticos, arquitectos, poetas o comediantes, preferían esclavizarse a ser asalariados, pues gozarían de una intimidad capaz de otorgarles mayor provecho que siendo lejanos asalariados, con esperanza cierta además, de ser liberados algún días. En el artesanado y las distintas profesiones existentes ocurría algo similar, pues todos ellos trabajaban con esclavos, siendo bastante frecuente que aquellos sucedieran a su amo en el cargo, una vez muertos los últimos o liberados los primeros. Por eso la condición asalariada era más bien rehusada, porque no se basaba en una relación personal.
Aún considerando la variedad de clases esclavas, había algo común a todas ellas: el poder sin límites del amo sobre ellos y el trato paternal o superior sobre los esclavos, a quienes consideraban como niños (pais, puer) grandes o al menos como inferiores; el esclavo era considerado inferior no solo en el trato diario sino que también lo era jurídicamente. El esclavo, como dijimos, podía gozar de algunos beneficios de los que no gozaban los hombres libres pero pobres, podía por ejemplo ser destinado a encargarse de algunos negocios del amo y reunir patrimonio, lo que en la época se denominaba como Peculio, pero seguía sin embargo atado, en su condición de esclavo, a la voluntad de su amo, que podía venderlo o incluso matarlo, posibilidad de la que se hallaba libre, todo liberto o ciudadano; al esclavo se le podía torturar a fin de que confesara los crímenes de su amo mientras que el resto quedaba protegido de los tormentos.
En la antigua Roma se consideraba indecente cuestionar la libertad o la condición esclava de tal o cual persona, pero en los casos judiciales siempre estuvo la libertad favorecida, pues en caso de duda o de empate en un fallo, se decidía por la libertad, de modo que la balanza de la justicia estuviese siempre levemente inclinada hacia el lado de la libertad, lo cual únicamente era humanitario en los casos de duda. Así mismo la liberación de un esclavo era irrevocable, el antiguo amo perdía todos sus derechos sobre el esclavo liberado. Pero si el esclavo seguía siéndolo se sometía al tribunal doméstico regido por el padre, el amo de la casa.
Socialmente, el esclavo no tenía derecho a la familia pues ésta era derecho exclusivo de los ciudadanos libres, vivían como un rebaño, y el amo no tenía más que alegrarse cuando su rebaño se multiplicaba. Los nombres propios que les asignaban solían ser de origen griego, nombres que los mismos griegos no usaban entre ellos: Mirza, Melania, Medoro, Sidonia,…frecuentemente deformaciones romanas de los originales griegos. Sin embargo no es que los esclavos no tuviesen vida privada, pues tenían libre acceso a la religión y podían, si era su deseo, ordenarse sacerdote de alguna de ellas, inclusive de la cristiana que "jamás pensó en abolir la esclavitud". Los días festivos todos libraban: esclavos, funcionarios y rebaños, e iban frecuentemente a las arenas, a los teatros o al circo.
Habían también malos esclavos, delincuentes o mal criados, que por lo general debían llevar cadenas toda su vida; incluso podía demandarse a terceros por haber pervertido a su esclavo, constituía un delito dar asilo a un fugitivo o haberlo estimulado a desobedecer o escapar; se decía que los esclavos no tenían autonomía y que por lo tanto eran una especie de reflejo del amo, si el último era gandul, también lo sería su esclavo, por eso, el padre, que por lo general era el amo de la domus, debía dar siempre el ejemplo.
Los esclavos tomaban su condición con resignación, sometiéndose al destino, y puesto que siempre había sido así y "más valía servir que ser libre pero morirse de hambre", no quedaba más que agradar al amo, quien siempre tenía el poder de liberarlo, a él y a su futura descendencia; entonces las luchas y trampas entre esclavos eran frecuentes, lo mismo que las adulaciones y el constante miramiento hacia los amos, a quienes llamaban entre ellos el "mismísimo" (ipsimus, ipsisimus). Aunque hay que reconocer que también hubo un par de famosas revueltas, como la de Espartaco o la de Sicilia; lo curioso es que ninguna de las dos tenía por finalidad abolir la esclavitud sino más bien fundar una propia jurisdicción dentro del imperio para gozar de los mismos privilegios que los ciudadanos romanos.
El otorgar la libertad a un esclavo probaba la bondad del amo, pero el esclavo no tenía ningún derecho a pedir y mucho menos a exigir su libertad; otorgarla era un acto meritorio pero en ningún caso era un deber del amo, un acto meritorio no solo ante los esclavos sino también ante los hombres libres. Los únicos que podían interceder a favor de los esclavos eran otros hombres libres que pedían al amo o lo aconsejaban para que otorgara la preciada libertad; de hecho el esclavo que se refugiaba en casa de un amigo libre de su amo no era considerado fugitivo. Leamos las palabras de Trimalción: "Amigos míos, los esclavos son también hombres y han mamado la misma leche que nosotros, aunque la Fatalidad los haya postrado; pero no van a saborear menos el agua de la libertad antes de que sea demasiado tarde (si bien no hemos de tentar a la mala suerte hablando de estas cosas, porque yo quiero seguir viviendo); en una palabra, les doy a todos la libertad en mi testamento".
La crueldad para con los esclavos era bastante común en Roma, incluso por parte de las esposas que mandaban azotar a sus esclavas en sus ataques de celos. Como dijimos, muchos vivían miserablemente, con hambre y sin derechos particulares, eran simplemente una posesión del amo. Sin embargo, también se observa una paulatina suavización del trato con el cambio que se produjo en Roma con el acento, al parecer espontáneo, que se puso sobre la pareja. El autor recalca que dicha suavización no fue producto del miedo a la rebelión, ni de una toma de conciencia vis a vis de la esclavitud sino que fue el producto "autónomo" del cambio sucedido en las relaciones de pareja. Vemos, en efecto, como los esclavos adquieren el derecho al matrimonio, que antes hubiese sido inconcebible, el derecho a la familia, el esfuerzo de los amos por vender paquetes de esclavos (para no amputar a los miembros de la familia), y ciertos cambios legales de todas maneras crueles: el amo debe ir preso si y solo si no justifica ante los tribunales el asesinato del esclavo. Así mismo, los esclavos tuvieron derecho, sobretodo con la llegada del cristianismo y el estoicismo, a sepultar a sus seres queridos. Se produjo una especie de atribución de deberes morales al esclavo, se aceptó que los esclavos podían poseer y cumplir ciertas reglas morales, y así, tuvo deberes para con su mujer y sus hijos. Pero siguió viviendo en la miseria, y su vida y libertad siguieron dependiendo del amo.
Igual que los espartanos, los romanos tenían auténtico temor a sus esclavos que a través de los siglos llegaron a ser mayoría absoluta dentro de la población en la península itálica. Por esta razón la legislación romana concerniente a la esclavitud fue enormemente dura y daba a los amos derecho absoluta sobre la vida o muerte de su "propiedad mobiliaria", equiparando sus esclavos con sus caballos, vacas o otro tipo de ganado. Es siempre difícil establecer relaciones causa-efecto y por esto no sabemos con certeza si la legislación fue el resultado de los muchas rebeliones y revueltas de esclavos que hubo en la historia romana (solamente en los 120 años anteriores a la famosa rebelión de los Gladiadores de Espartaco, hubo 5 grandes rebeliones y miles de revueltas locales) o que, al revés, fue la legislación y su aplicación exagerada lo que provocó las rebeliones. De todas formas ya hubo críticos (Cicerone y otros muchos) que señalaron la total ineficacia del sistema. El continuo sabotaje de baja intensidad por parte de los esclavos bajó el rendimiento del campo itálico a un tercio de lo que había sido antes de la introducción del latifundio. A largo plazo, la esclavitud tuvo un curioso efecto sobre la composición étnica de la población. A partir del siglo II a.C. se introdujeron esclavos de todas las etnias y tribus conocidas, un total de casi 100, desde el Sur subsahariano al Norte Germánico, desde el Occidente Celta hasta el Oriente Persa. Entre todos llegaron a constituir el 70% de la población itálica antes de la caída del Imperio; si a este número añadimos la masa de invasores bárbaros, habrá que llegar a la conclusión que la población de la Italia actual es probablemente la más mestiza, o mejor "plurimestiza", de la Historia- exceptuando quizás Grecia – en donde los genes romanos han virtualmente desaparecidos. Una Justicia poética, ya que la verdadera Historia de Roma es más que otra cosa la historia de sus esclavos; los arquitectos que diseñaron sus edificios y monumentos fueron esclavos griegos, y también fueron esclavos los que con su sudor los construyeron.
Por mucho que la gran mayoría de los esclavos eran extranjeros ya hemos visto que tampoco los ciudadanos romanos se liberaron completamente; muchos fueron esclavizados por deudas o vendieron sus hijos por esta razón. Pero también los demás pudieron convertirse en esclavos, especialmente los viajeros, comerciantes y marineros que cubrieron las rutas del Mediterráneo, coto de caza de los piratas que operaban desde el Norte de África (Berbería) y, por mucho que fueran destruidos con regularidad, resurgieron con igual regularidad a través de los siglos, y hasta milenios. En el mundo clásico no había seguridad para nadie, o casi nadie.
Cuando a partir del año 312 d.C. el cristianismo fue penetrado por la alta burguesía romana y terminó fusionándose con el Mitraísmo formando la Iglesia Apostólica Católica Romana, se olvidó por completo de su temprana inclinación a favor de mujeres y esclavos y se puso – como nunca ha cambiado desde entonces- firmemente al lado del poder. Hasta el siglo XIX los cristianos en general han justificado su defensa de la esclavitud principalmente en muchos versículos del Antiguo Testamento en donde la esclavitud ha sido regulada con todo detalle. Para los que tienen interés en estudiarlos doy aquí una relación pormenorizada:
Génesis16:1-2,17:13,17:27,21:1-4,21:7-8,30:3-4,30:9-10;Éxodo20:17,21:20-21,21:26-27;Deuteronomio5:21,15,12-18,20:14,21:10-14,23:15-16;Levítico19:20-22,25:39,25:44-46,25:48-53;Números 31:28-47 etc.
Desde mediados del siglo XIX la Iglesia se ha opuesto a la esclavitud adoptando los argumentos humanísticos sobre su inmoralidad y a partir de allí, con su inimitable capacidad para la manipulación histórica, ha manifestado que el cristianismo siempre ha estado opuesto a la esclavitud y, por lo tanto, nunca ha cambiado de idea. La verdad es bien diferente: en los Evangelios no hay ninguna mención en contra y Pablo de cierta forma lo condonó. En el Concilio de Gangra (340 d.C.) se aprobó la siguiente resolución: "Si alguien, usando la fe como pretexto, enseña a un esclavo ajeno a escaparse y no servir a su amo con total entrega y respeto, será anatema". Esta resolución fue incorporada a la Legislación Canónica y aceptada como verdadera hasta finales del siglo XVIII. Alrededor del año 600 el Papa Gregorio I escribió: "Los esclavos ………deben aceptar que no son nada más que esclavos". En 655 el IX Concilio de Toledo, tratando de imponer el celibato a los clérigos, legalizó que " todos los hijos de clérigos serán automáticamente esclavizados" (sic!). la masa esclava provenía mínimamente de las guerras o de su trata en las fronteras, se incrementaba más bien por la reproducción entre ellos mismos: todo hijo de esclava, sea quien fuere el padre, es propiedad del amo; también eran esclavizados los niños abandonados y la venta de hombres libres que no podían demostrar su condición de libertad. Así mismo, debido a la pobreza, los propios esclavos vendían a sus hijos a los tratantes (quienes los compraban recién nacidos, sanguinolentos), o algunos pobres libres se vendían incluso a sí mismos para asegurarse el pan y el abrigo a la sombra de algún amo; otros inclusive, más ambiciosos, se vendían como esclavos para asegurarse alguna buena posición de administrador de algún noble, o como tesoreros imperiales; se dice que tal fue el caso de Pallas, descendiente de una noble familia de Arcadia, que se vendió como esclavo a una dama de la familia imperial, llegando posteriormente a ser ministro de finanzas muy cercano al emperador Claudio.
Recordemos, para terminar con el tema, que la esclavitud era considerada una fatalidad del destino, que sin embargo se debía respetar; el propio Séneca lo tomaba de esta manera, afirmando que incluso los nobles podían caer en la esclavitud si perdían alguna guerra, como de hecho sucedió después.
LAS REVUELTAS DE LOS ESCLAVOS ROMANOS.
En diverso grado a lo largo de la historia de Roma, la existencia de una fuente de trabajo barato en forma de esclavos fue un factor importante en su economía, que se definió por Marx como un modo de producción esclavista. Los esclavos se adquirían de varias formas diferentes, entre ellas la compra a mercaderes extranjeros y la esclavización de poblaciones extranjeras tras la conquista militar. Con la gran implicación de Roma en guerras de conquista en el primer y segundo siglos a.C., se importaban a la economía romana decenas o cientos de miles de esclavos de una vez. Aunque el uso de esclavos como sirvientes, artesanos y asistentes personales fue limitado, un enorme número de esclavos trabajaba en las minas y en las tierras agrícolas de Sicilia y el sur de Italia.
En general, los esclavos fueron tratados con crueldad y opresión durante el periodo republicano. Bajo el Derecho romano, un esclavo no era considerado una persona sino una propiedad. Los amos podían abusar, herir o incluso matar a sus esclavos sin consecuencias legales. Aunque había muchos grados y tipos de esclavos, los grados inferiores —y más numerosos—, que trabajaban en los campos y las minas, estaban sujetos a una vida de duro trabajo físico.
Esta gran concentración de la población de esclavos y el trato opresivo al que eran sometidos dieron como resultado varias revueltas. En 135 a. C. y 104 a. C. estallaron en Sicilia la Primera y la Segunda Guerras Serviles, respectivamente, en las que pequeñas bandas rebeldes encontraron decenas de miles de seguidores voluntariosos que deseaban escapar de la vida opresiva del esclavo romano. Aunque el Senado las consideró como serios disturbios civiles, y fueron necesarios varios años de intervenciones mili-tares directas para sofocarlos, nunca se consideró que fueran una amenaza seria para la República. El centro de los dominios de Roma, la provincia de Italia, nunca había presenciado un levantamiento de esclavos, ni tampoco estos habían sido nunca una amenaza potencial a la ciudad de Roma. Esto cambiaría con la Tercera Guerra Servil.
Primera guerra contra los esclavos (134-132 a.C)
La primera tuvo lugar 134 al 132 a. J. c. en Sicilia y en ella los esclavos deseando una libertad que se les negaba eligieron como jefe a Euno y armados con utensilios agrícolas, bastones y otras armas entraron en la ciudad de Euna hoy Castrogiovani que fueron bien recibidos por los esclavos de allí saqueando casas y acabando con la vida de personas no sujetas a su condición de esclavos.
Cogieron como prisioneros a Damófilo y a su mujer Megálida que se habían caracterizado por su despiadado trato a los esclavos y los llevaron encadenados al teatro de la asamblea por ordenes de Euno para ser juzgados y cuando Damófilo intentaba defenderse delante de aquella asambles dos esclavos a los que había tratado muy cruelmente Hermesías y Zeuxis lo asesinaron. Su esposa Megalida fue entregada a las esclavas sufriendo todo tipo de tormentos y después la arrojaron a un acantilado.
Los amos viendo que sus campos eran quemados y sus casas saqueadas pidieron ayuda al ejercito romano que a las ordenes del pretor Manilio con una legión romana que se enfrentó a los esclavos sublevados pero fue vencido y tuvo que darse a la fuga. En los dos años siguientes el Senado de Roma envió tres ejércitos más de romanos a las ordenes de los pretorios P. C. Lentulo y C. pisón pero también fueron derrotados. Los esclavos sublevados a las ordenes de Euno cogieron fama y un tal Cleón de Cilicia le entregó 5000 hombres para aumentar sus filas.
Roma envió después al pretor L. P. Ipseo se encontró con un ejercito de 60000 esclavos armados que pudiera a llegar a 200000 con otros esclavos de la isla pero en el primer enfrentamiento los sublevados dispersaron al ejercito romano compuesto de 8000 legionarios y sitiaron y tomaron la ciudad de Taurominium. Posteriormente Roma envió al cónsul C. Fulvio pero que no consiguió vencer a los sublevados.
El siguiente cónsul L. C. Pisón logró levantar el sitio de Messana plaza fuerte de los sublevados y acabó con la vida de 6.000 esclavos pero no acabó con esta guerra de esclavos a pesar de la vistoria que estaba reservada esta victoria definitiva contra los esclavos sublevados a P. Rupilio que comenzó sitiando por hambre Taurominium que situada en una altura inaccesible era inexpugnable solo utilizando a las legiones y los sitiados decidieron morir antes que rendirse llegando al extremo de comerse unos a otros.
No obstante esto debido a la traición de un esclavo llamado Serapión la plaza fue tomada por las legiones romanas y el cónsul mandó precipitar desde lo alto de la fortaleza al gobernador y a la guarnición de esclavos que había.
Luego fue a sitiar la ciudad de Ennua donde estaban Eunno y los suyos intentando Cleón una salida contra los romanos de gran valor pero fueron rechazados y Cleón murió al cabo de unos días. El cadáver fue expuesto por el cónsul romano para inspirarles temor y muchos de aquellos esclavos se acobardaron y entregaron la plaza a los romanos que pasaron a cuchillo a todos lo esclavos que encontraron. Rupilio al acabar la guerra se quedó algún tiempo más como procónsul e hizo lo siguiente:
Sitió y tomó otras ciudades en manos de los rebeldes
Los amos recobraron a sus esclavos fugitivos
Devolvió orden y paz a la isla
Escribió un nuevo código de leyes para Sicilia.
Segunda guerra contra los esclavos (102-99 a.C)
La segunda tuvo lugar entre el 102 a. J. c. al 99 a. J. c. en Sicilia ya que las victimas de la primera dejaron en la conciencia de los esclavos la lucha armada para conseguir la libertad y los sufrimientos por ser esclavos era cada vez más evidentes y como anécdota histórica ya hubo en el 104 a. J. c. un caballero que armando a sus esclavos se proclamó rey pero se dio muerte.
La segunda guerra la inició la actitud del pretor Nerva que si dio la libertad de pleno derecho a 800 esclavos se negó a hacer lo mismo con los demás y dos adivinos Salvio y Atenion se proclamaron reyes presentándose con la purpura y la diadema delante de los esclavos iniciando la guerra pero Atenión abdicó y Salvio que se apellidaba El rey Trifón se hizo dueño cuatro años de Triocala. El cónsul Aquilio derrotó a Atenión y en el 99a. J. c. fue derrotado Salvio.
Posteriormente quedaron unos numero de insurrectos al mando de Satiro que sitiaron Lilibea pero al fin fueron exterminados por las legiones romanas al mando de Aquilio. El numero de muertos en esta guerra fue la de un millón de esclavos recobrando la isla la calma.
Tercera guerra contra los esclavos (73-71 a.C)
En la República de Roma del siglo I a. C., los juegos de gladiadores eran una de las formas de entretenimiento más populares. Con el fin de suministrar gladiadores para los combates, se establecieron varias escuelas de entrenamiento, o ludi, por toda Italia. En estas escuelas, los prisioneros de guerra y los criminales convictos —que eran considerados como esclavos— eran entrenados en las habilidades necesarias para luchar hasta la muerte en los juegos de gladiadores. En 73 a. C., un grupo de unos 200 gladiadores de la escuela de Capua, pertenecientes a Lentulus Batiatus, planearon una fuga. Cuando se reveló su plan, una fuerza de unos 70 hombres se armaron con utensilios de cocina (hachuelas y espetones), lucharon hasta escapar de la escuela y se apoderaron de varios carros de armas y armaduras de gladiador.
Una vez libres, los gladiadores fugados eligieron líderes, seleccionando a dos esclavos galos —Criso y Enomao— y a Espartaco, que se dice que era o bien un antiguo auxiliar tracio de la legión romana, condenado posteriormente a la esclavitud, o bien un prisionero capturado por las legiones.8 Sin embargo, hay ciertas dudas sobre la nacionalidad de Espartaco, ya que "tracio" era un tipo de gladiador romano.
Estos esclavos huidos consiguieron vencer a una pequeña fuerza de tropas enviada tras ellos desde Capua y equiparse con el material militar que capturaron, además de con sus armas de gladiador.10 Las fuentes son un tanto contradictorias sobre el orden de los acontecimientos que siguieron inmediatamente después a la huida, pero en general están de acuerdo en que esta banda de gladiadores se dedicó al pillaje en la región de los alrededores de Capua, reclutando a muchos otros esclavos en sus filas, y que finalmente se retiró a una posición más defendible en el Monte Vesubio.
Derrota de los ejércitos pretorianos.
La revuelta y los asaltos en Campania —que era una región vacacional para la gente rica e influyente de Roma y en la que se localizaban muchas fincas—, llamaron rápidamente la atención de las autoridades romanas. A Roma le llevó cierto tiempo darse cuenta de las escala del problema, ya que percibían que la revuelta de esclavos era más una ola de crímenes que una rebelión armada.
Sin embargo, en 73 a. C., Roma envió una fuerza militar bajo mando pretoriano para terminar con la revuelta. Un pretor romano, Clodio Glabro, reunió un cuerpo de 3.000 hombres, no como legiones sino como milicias "escogidas con prisa y azar, porque los romanos todavía no consideraban esto como una guerra, sino como un asalto, algo parecido a un ataque de robo". Las fuerzas de Glabro asediaron a los esclavos en el Monte Vesubio, bloqueando el único camino conocido que descendía de la montaña. Con los esclavos contenidos de esa manera, Glabro estaba dispuesto a esperar hasta que el hambre forzara a los esclavos a rendirse.
Como los esclavos carecían de entrenamiento militar, las fuerzas de Espartaco mostraron cierto ingenio en su uso de los materiales locales disponibles, que a su vez resultó en un uso de tácticas inventivas y poco ortodoxas, al enfrentarse a la disciplina de los ejércitos romanos.En respuesta al asedio de Glabro, los hombres de Espartaco hicieron cuerdas y escalas a partir de las parras y los árboles que crecían en las laderas del Vesubio y las usaron para descolgarse por los precipicios del lado de la montaña opuesto al de las fuerzas de Glabro. Se desplazaron alrededor de la base del Vesubio, atacaron al ejército por el flanco y aniquilaron a los hombres de Glabro.
Tras esto se envió contra Espartaco una segunda expedición bajo el mando del pretor Publio Varinio. Por alguna razón, parece que Varinio dividió sus fuerzas poniéndolas al mando de sus subordinados Furio y Cosinio. Plutarco menciona que Furio comandaba a unos 2.000 hombres, pero no se conoce la fuerza numérica de las tropas restantes, ni si la expedición estaba compuesta de milicias o legiones. Estas fuerzas también fueron derrotadas por el ejército de esclavos: Cosinio murió, Varinio casi fue capturado y los esclavos se apoderaron del equipamiento de los ejércitos. Gracias a estos éxitos, más y más esclavos se unieron a las fuerzas de Espartaco, al igual que "muchos de los arrieros y pastores de la región", engrosando sus filas hasta unos 70.000 hombres.Los esclavos rebeldes pasaron el invierno de 73 a. C. armando y equipando a sus nuevos reclutas y expandiendo su territorio de pillaje para incluir las ciudades de Nola, Nuceria, Turios y Metaponto.
Sin embargo, las victorias de los esclavos rebeldes no se obtuvieron sin coste. En algún momento de estos sucesos, o posiblemente durante los asaltos del invierno a finales de 73 a. C., perdieron a su líder Enomao —quizás en batalla— y no se menciona más en las historias.
Motivaciones y liderazgo de los esclavos fugados.
A finales de 73 a. C., Espartaco y Criso comandaban un gran grupo de hombres armados con demostrada habilidad para resistir a los ejércitos romanos. Lo que pretendían hacer con esta fuerza es algo difícil de determinar para los lectores modernos. Como la Tercera Guerra Servil fue finalmente una rebelión sin éxito, no existe un relato de primera mano sobre los motivos y objetivos de los esclavos, y los historiadores que escriben sobre la guerra proponen teorías contradictorias.
Muchos relatos populares modernos de la guerra afirman que existía una división en dos facciones de los esclavos fugados: los que comandaba Espartaco, que querían escapar por los Alpes hacia la libertad, y los de Criso, que deseaban permanecer en el sur de Italia para seguir asaltando y saqueando. Esto parece una interpretación de los eventos basada en lo siguiente: las regiones que Floro lista como las que estaban siendo atacadas por los esclavos incluyen Turios y Metaponto, que están geográficamente distantes de Nola y Nuceria. Esto indica la existencia de dos grupos: Lucio Gelio Publícola atacó finalmente a Criso y a un grupo de unos 30.000 seguidores que fueron descritos como separados del grupo principal de Espartaco. Plutarco describe el deseo de algunos de los esclavos fugados de saquear Italia en lugar de escapar por los Alpes.Aunque esta división en facciones no se contradice con las fuentes clásicas, no parece que exista ninguna evidencia directa que la apoye.
A veces, los relatos ficticios —como la película Espartaco de Stanley Kubrick, 1960— retratan a Espartaco como un libertador que lucha para cambiar una sociedad romana corrupta y para terminar con la institución romana del esclavismo. De igual manera, esto no se contradice con los historiadores clásicos, pero ningún relato histórico menciona que el objetivo de los esclavos rebeldes fuera terminar con la esclavitud en la República, ni ninguna de las acciones de Espartaco parece específicamente dirigida a terminar con la esclavitud.
Incluso entre los historiadores clásicos, que escribieron sus relatos solo unos años después de los propios sucesos, parecía haber división sobre cuáles eran las motivaciones de Espartaco. Apiano y Floro escriben que pretendía marchar sobre la misma Roma, aunque esto puede no haber sido más que el reflejo de los miedos de Roma. Si Espartaco pretendió realmente marchar sobre Roma, debió de ser un objetivo que abandonó más tarde. Plutarco escribe que Espartaco simplemente deseaba escapar hacia el norte a la Galia Cisalpina y dispersar a sus hombres de vuelta a sus hogares.
No está claro si los esclavos fueran un grupo homogéneo bajo el lide- razgo de Espartaco. Aunque es una suposición tácita de los historiadores romanos, puede que los romanos estuvieran proyectando su propia visión jerárquica del poder militar y la responsabilidad sobre la organización ad hoc de los esclavos. De hecho, se mencionan otros líderes esclavos- Criso, Enemao, Cánico y Casto- y no podemos saber, a partir de la evidencia his- toriográfica, si fueron ayudantes, subordinados o incluso iguales que lide- raban grupos propios y viajaban en convoy con la gente de Espartaco.
Derrota de los ejércitos consulares (72 a. C.)
En la primavera de 72 a. C., los esclavos fugados abandonaron sus campamentos de invierno y empezaron a moverse al norte hacia la Galia Cisalpina. El Senado, alarmado por el tamaño de la revuelta y la derrota de los ejércitos pretorianos de Glabro y Varinio, envió un par de legiones consulares bajo el mando de Lucio Gelio Publícola y Cneo Cornelio Léntulo Clodiano.
En un principio, los ejércitos consulares tuvieron éxito. El ayudante de Gelio, el propretor Arrio, atacó a un grupo de unos 30.000 esclavos, bajo el mando de Criso, cerca del Monte Gargano, y mató a dos tercios de los rebeldes, incluyendo a Criso, con solo una legión. Según cuentan los histo- riadores los esclavos rechazaron el ataque de la legión y tras la victoria se embriagaron bebiendo vino celebrando, cuando los romanos volvieron los encontraron ebrios y los masacraron.
En este punto de la historia existe una divergencia en las fuentes clá- sicas sobre el curso de los sucesos que no se puede reconciliar hasta la entrada de Marco Licinio Craso en la guerra. Las dos historias más deta- lladas (existentes) de la guerra, de Apiano y Plutarco, detallan sucesos muy distintos. Sin embargo, ninguno de los relatos contradice directamente al otro, sino que simplemente informa de sucesos distintos, ignorando algunos sucesos del otro relato y ofreciendo sucesos que son únicos de ese relato.
De acuerdo con Apiano,la batalla entre las legiones de Gelio y los hom- bres de Criso cerca del Monte Gargano fue el inicio de una larga y com- pleja serie de maniobras militares que casi tuvieron como resultado que las fuerzas de Espartaco asaltaran la misma ciudad de Roma.
Tras su victoria sobre Criso, Gelio se desplazó hacia el norte siguiendo al grupo principal de esclavos de Espartaco, que se dirigía a la Galia Cisalpina.Se desplegó el ejército de Léntulo para obstruir el paso de Espar- taco, y los cónsules esperaban encerrar a los esclavos rebeldes entre ellos. El ejército de Espartaco se enfrentó a la legión de Léntulo, la derrotó,se dio la vuelta y destruyó el ejército de Gelio, forzando a las legiones romanas a retirarse desbaratadas.Apiano afirma que Espartaco ejecutó a unos 300 soldados romanos capturados para vengar la muerte de Criso, forzándoles a luchar entre ellos hasta la muerte como los gladiadores.Tras esta victoria, Espartaco avanzó hacia el norte con sus seguidores (unos 120.000) tan rápido como pudo, "después de haber quemado todo su material inútil, matado a todos sus prisioneros y masacrado a sus bestias de carga para acelerar su movimiento".
Los ejércitos consulares derrotados regresaron a Roma para reagruparse mientras los seguidores de Espartaco se movían hacia el norte. Los cónsules volvieron a atacar a Espartaco en algún lugar de la región del Piceno, y de nuevo fueron derrotados.
Apiano afirma que en este momento Espartaco cambió su intención de marchar sobre Roma -dando a entender que ese era el objetivo de Espartaco tras la confrontación de Piceno-porque "no se consideraba preparado todavía para ese tipo de lucha, ya que su fuerza no estaba armada adecuadamente, porque ninguna ciudad se le había unido, solo esclavos, desertores y chusma", y decidió retirarse al sur de Italia de nuevo. Asedia-ron la ciudad de Turios y la campiña de los alrededores armándose,asal- tando los territorios circundantes, cambiando los botines por bronce y hie- rro con mercaderes (con los que manufacturar más armas) y enfrentándose ocasionalmente con fuerzas romanas, que siempre acababan derrotadas.
De acuerdo con Plutarco, tras la batalla entre las legiones de Gelio y los hombres de Criso (a quienes Plutarco describe como germanos ) cerca del Monte Gargano, los hombres de Espartaco atacaron a la legión comandada por Léntulo, la derrotaron, se apoderaron de sus suministros y equipa-miento, y avanzaron directamente hacia el norte de Italia. Tras esta derrota, ambos cónsules fueron relevados del mando de sus ejércitos por el Senado Romano y regresaron a Roma. Plutarco no menciona en absoluto el ataque de Espartaco a las legiones de Gelio, ni que Espartaco se enfrentara a las legiones combinadas consulares en el Piceno.
Luego Plutarco detalla un conflicto no mencionado en la historia de Apiano. De acuerdo con Plutarco, el ejército de Espartaco prosiguió hacia el norte hasta la región de los alrededores de Mutina (la actual Módena). Allí, un ejército de unos 10.000 soldados comandados por el gobernador de la Galia Cisalpina, Cayo Casio Longino, intentó bloquear el avance de Espartaco y también fue derrotado.
Plutarco no hace mención de ningún otro suceso hasta la confrontación inicial entre Marco Licinio Craso y Espartaco en la primavera de 71 a. C., omitiendo la marcha sobre Roma y la retirada hacia Turios descritas por Apiano. Sin embargo, como Plutarco describe que las fuerzas de Craso forzaron a las de Espartaco a retirarse hacia el sur desde el Piceno, uno podría inferir que los esclavos rebeldes se acercaron a Piceno desde el sur a principios de 71 a. C., implicando que se retiraron hacia el sur desde Mutina para pasar el invierno en el sur o el centro de Italia.
Por qué harían algo así, cuando aparentemente no había razón para no escapar por los Alpes -el objetivo de Espartaco según Plutarco -, es algo que no se explica.
Los sucesos de principios de 71 a. C. Marco Licinio Craso recibe el mando de las legiones romanas, se enfrenta a Espartaco y fuerza a los esclavos rebeldes a retirarse a través de Lucania hacia los estrechos cercanos a Mesina. Plutarco afirma que esto ocurrió en la región del Piceno, mientras que Apiano sitúa las batallas iniciales entre Craso y Espartaco en la región del Samnio.
A pesar de las contradicciones de las fuentes clásicas con respecto a los sucesos de 72 a. C., parece haber un consenso general sobre que Espartaco y sus seguidores estaban en el sur de Italia a principios de 71 a. C.
El Senado, alarmado ya por la aparentemente imparable revuelta del sur de Italia, le encomendó a Marco Licinio Craso la tarea de sofocar la rebelión. Craso había sido pretor en 73 a. C. y, aunque era conocido por sus conexiones políticas y su familia, no tenía ninguna reputación como comandante militar.
Le fueron asignadas seis nuevas legiones además de las dos anteriores legiones consulares de Gelio y Léntulo, sumando un ejército de unos 40.000 soldados romanos entrenados.Craso trató a sus legiones con una disciplina férrea, incluso brutal, recuperando el castigo de la decimatio (castigo mediante el cual se diezma a un grupo de soldados, matando a 1 de cada 10 de ellos en castigo por su cobardía). Apiano no tiene claro si aplicó la decimatio a las dos legiones consulares por cobardía cuando fue nombrado su comandante, o si se la aplicó a todo el ejército por alguna derrota posterior (un suceso en el que hasta 4.000 legionarios habrían sido ejecutados). Plutarco sólo menciona la decimatio de 50 legionarios de una cohorte como castigo tras la derrota de Mimio en la primera confrontación entre Craso y Espartaco. Al margen de lo que sucediera realmente, el trato de Craso a sus legiones demostró que "era más peligroso para ellos que el enemigo" y los espoleó para lograr la victoria y no correr el riesgo de disgustar a su comandante.
Cuando las fuerzas de Espartaco se desplazaron hacia el norte de nuevo, Craso desplegó seis de sus legiones en las fronteras de la región (Plutarco afirma que la batalla inicial entre las legiones de Craso y Espar- taco se dio cerca de la región del Piceno, Apiano afirma que sucedió cerca de la región del Samnio )y destacó a dos legiones bajo el mando de Mumio, su legado, para que maniobrara por la retaguardia de Espartaco, pero le dio la orden de no atacar a los rebeldes. Cuando se le presentó la oportunidad, Mumio desobedeció a Craso y atacó a las fuerzas de Espartaco, pero fue derrotado. A pesar de esta derrota inicial, Craso atacó a Espartaco y le derrotó, matando a unos 6.000 rebeldes.
La marea de la guerra parecía haber cambiado de dirección. Las legio- nes de Craso salieron victoriosas en varios enfrentamientos, matando a miles de esclavos rebeldes y forzando a Espartaco a retirarse al sur a través de Lucania hacia los estrechos de Mesina. Según Plutarco, Espartaco hizo un trato con piratas cilicios para transportarle a él y a unos 2.000 hombres a Sicilia, donde pretendía incitar una revuelta de esclavos y conseguir refuer- zos. Sin embargo, fue traicionado por los piratas, que recibieron el pago pero abandonaron a los esclavos rebeldes. Fuentes menores mencionan que hubo algunos intentos de construir barcos y balsas entre los rebeldes como medio de escape, pero que Craso adoptó medidas sin especificar para asegurar que los rebeldes no pudieran cruzar a Sicilia, y como consecuen-cia de esto abandonaron sus esfuerzos.
Entonces las fuerzas de Espartaco se retiraron hacia Rhegium. Las legiones de Craso las persiguieron y al llegar construyeron fortificaciones a lo largo del istmo de Rhegium, a pesar del hostigamiento de los esclavos rebeldes. Los rebeldes fueron asediados y aislados de todo suministro.
Los últimos sucesos de la guerra en 71 a. C., en los que el ejército de Espartaco rompió el asedio de las legiones de Craso y se retiró hacia las montañas cercanas a Petelia. Muestra las escaramuzas iniciales entre ele- mentos de ambos bandos, el giro de las fuerzas de Espartaco para la confrontación final.Nótense las legiones de Pompeyo incorporándose desde el norte para capturar a los supervivientes.
En este momento, las legiones de Pompeyo volvían a Italia tras haber sofocado la rebelión de Quinto Sertorio en Hispania. Las fuentes discrepan sobre si Craso había solicitado refuerzos o si el Senado simplemente se aprovechó del regreso de Pompeyo a Italia, pero se le ordenó esquivar Ro- ma y dirigirse al sur para ayudar a Craso.El Senado también envió refuer- zos bajo el mando de "Lúculo", que Apiano confundió con Lucio Licinio Lúculo, comandante de las fuerzas implicadas en la Tercera Guerra Mitri- dática en aquel momento, pero aparentemente se trataba del procónsul de Marco Tenterio Varro Lúculo, el hermano pequeño del anterior.Con las le- giones de Pompeyo marchando desde el norte y las tropas de Lúculo desde Brundisium, Craso se dio cuenta de que si no ponía fin a la revuelta con ra- pidez,el mérito de la guerra iría para el general que llegara con los refuer- zos, y por tanto espoleó a sus legiones para que dieran rápidamente fin al conflicto.
Al parecer el plan romano era cercar a los esclavos desde tres frentes: noroeste (Pompeyo con 7 legiones), suroeste (Craso con 8 legiones) y este (Lúculo con 5 legiones) En total, los romanos sumarían unas 20 legiones (alrededor de 120.000 hombres).
Tras saber del acercamiento de Pompeyo, Espartaco intentó negociar con Craso para dar fin al conflicto antes de que llegaran los refuerzos romanos. Cuando Craso se negó, una parte de las fuerzas de Espartaco rompieron el confinamiento y huyeron hacia las montañas al oeste de Petelia (la actual Strongoli) en Bruttium, con las legiones de Craso en persecución. Las legiones consiguieron alcanzar a una parte de los rebeldes –bajo el mando de Cánico y Casto- separada del ejército principal, matando a 12.300 de ellos. Sin embargo, las legiones de Craso también sufrieron pérdidas, ya que algunos de los esclavos en huida se dieron la vuelta para enfrentarse a las fuerzas romanas bajo el mando de un oficial de caballería llamado Lucio Quicio y el cuestor Cneo Tremelio Escrofa, derrotándolas. En cualquier caso, los esclavos rebeldes no constituían un ejército profesional y habían llegado a su límite. No querían huir más y varios grupos de hombres se separaron de la fuerza principal para atacar de manera independiente a las legiones de Craso. Con la disciplina echándose a perder, Espartaco dio la vuelta a sus fuerzas y empleó toda su potencia para aguantar a las legiones vinientes. En esta última batalla, las fuerzas de Espartaco fueron derrotadas completamente, y la gran mayoría de sus hombres murieron en el campo de batalla. Se desconoce el destino final del propio Espartaco, ya que nunca se halló su cuerpo, pero los historiadores cuentan que pereció en batalla junto a sus hombres.
Consecuencias de la revuelta de Espartaco.
La revuelta de la Tercera Guerra Servil había quedado aniquilada a manos de Craso. Las fuerzas de Pompeyo no atacaron directamente a las de Espartaco en ningún momento, pero sus legiones, acercándose desde el norte, consiguieron capturar a unos 5.000 rebeldes que huían de la batalla, "a los que dio muerte". A causa de esto, Pompeyo envió un mensaje al Senado diciendo que, aunque fue ciertamente Craso quien había vencido a los esclavos en batalla abierta, él había terminado la guerra, reclamando así una gran parte del mérito y ganándose la enemistad de Craso.
Aunque la mayor parte de los esclavos rebeldes murieron en el campo de batalla, las legiones de Craso capturaron a unos 6.000 supervivientes. Todos ellos fueron crucificados a lo largo de la carretera de Roma a Capua.
Pompeyo y Craso obtuvieron beneficios políticos por haber sofocado la rebelión. Ambos volvieron a Roma con sus legiones y se negaron a disolverlas, acampándolas fuera de la ciudad en su lugar. Ambos se presentaron a cónsul en 70 a. C., aunque Pompeyo no tenía derecho a ello por su edad y por no haber servido como pretor o cuestor.No obstante, ambos hombres fueron elegidos cónsules ese año,en parte por la amenaza implícita de sus legiones acampadas fuera de la ciudad.
Los efectos de la Tercera Guerra Servil sobre la actitud de los romanos hacia la esclavitud y la institución de la esclavitud en Roma son difíciles de determinar. Desde luego, la revuelta había conmocionado al pueblo romano, que "a partir de un miedo absoluto parecían haber empezado a tratar a sus esclavos con menos dureza que antes". Los ricos dueños de los latifundia empezaron a reducir el número de esclavos agrícolas, optando por emplear al gran conjunto de hombres libres desposeídos en contratos de mediería. Con el fin de la Guerra de las Galias de Julio César en 52 a. C., las grandes guerras de conquista romanas cesarían hasta el reinado del emperador Trajano (que reinó del 98 d. C. al 117 d. C.), y con ellas el abundante y económico suministro de esclavos provenientes de la conquis- ta militar, promoviendo el uso de trabajadores libres en las fincas agrícolas.
El estatus y los derechos legales de los esclavos romanos también empe- zaron a cambiar. Durante la época del emperador Claudio (que reinó del 41 d. C. al 54 d. C.) se promulgó una constitución que convertía el hecho de matar a un esclavo viejo o enfermizo en un acto de asesinato y decretaba que si esos esclavos eran abandonados por sus amos, se convertían en hombres libres. Con Antonino Pío (que reinó del 138 d. C. al 161 d. C.) se extendieron más los derechos legales de los esclavos, haciendo responsa- bles a los amos del asesinato de sus esclavos,forzando la venta de los escla- vos cuando se podía demostrar que estaban siendo maltratados, y propor- cionando una autoridad tercera (teóricamente) neutral a la que podía apelar un esclavo. Aunque estos cambios legales se dieron muy tarde como para que fueran resultado directo de la Tercera Guerra Servil, representan la codificación legal de unos cambios en la actitud de los romanos hacia los esclavos que habían evolucionado durante décadas.
Es difícil determinar en qué medida contribuyeron los sucesos de esta guerra a los cambios en el uso y los derechos legales de los esclavos romanos. Parece que el fin de las Guerras Serviles coincidió con el fin del periodo más importante del uso de esclavos en Roma, y el comienzo de una nueva percepción del esclavo dentro de la sociedad y el derecho. La Tercera Guerra Servil fue la última de las Guerras Serviles y Roma no vería nunca más un levantamiento de esclavos de este tipo.
Mosaico que representa a dos esclavos trabajando en el campo.
La trata de esclavos en la Edad Moderna y Contemporánea
Hasta ahora me he limitado a la esclavitud de nuestro propio entorno cultural/religioso, pero en otros partes del mundo la situación era, si no exactamente igual, por lo menos muy parecida. El mundo Islámico se adelantó en muchos siglos al cristiano en prohibir esclavizar a sus propios correligionarios, prohibición cumplida a medias. Por otra parte la esclavi- tud tuvo poca importancia entre los nómadas que, en general, prefirieron matar a sus enemigos sin más, quizás porque suponían una carga en sus constantes desplazamientos. Cuando tribus nómadas se asentaron en otras culturas crearon formas de esclavitud sorprendentes por su originalidad. Dos de los ejemplos más relevantes son el Imperio Otomano y los Mamelucos en Egipto.
Cuando los turcos otomanos ocuparon Anatolia después del hundimiento de los Seleúcidas de Rum, los sucesivos sultanes se encontraban con una situación nueva e imprevista: ¿cómo podría una pequeña minoría islámica dominante de origen nómada controlar una gran mayoría de cristianos ortodoxos sometidos, dedicarse al mismo tiempo a la expansión territorial, y, además, apartar sus indisciplinados súbditos turcos de los quehaceres del Estado? Para lograr esto último convirtió a sus seguidores en los terrate- nientes y propietarios agrícolas del país, convirtiéndoles en una nueva aris- tocracia. Para lograr lo demás adaptaron sus viejos conocimientos nómadas de control de manadas de ganado a la nueva situación. Necesitaban por lo tanto "perros pastores", fieles solamente a su amo. A este fin crearon una administración del Estado y un ejército (los famosos jenízaros= "tropa nueva") constituidos solo y exclusivamente por esclavos. Compraron,rap- taron y secuestraron niños cristianos en Rusia y los Balcanes, les convirtie- ron al Islam, y después de un largo proceso de educación y entrenamiento, les incorporaron a la administración y al ejército. Jurídicamente todos eran esclavos personales del Sultán y hacían carrera a base de sus méritos; hasta el gran visir, el segundo poder del Estado, era técnicamente esclavo de su señor. Todos estos "esclavos" tuvieron, para atender sus necesidades, sus propios esclavos domésticos. Pero hay más, como los sultanes, excepto los primeros dos, no se casaban formalmente pero procreaban con sus concubi- nas/esclavas, los sultanes posteriores fueron, ellos mismos, hijos, nietos y bisnietos de esclavas. Para evitar cualquier forma de nepotismo, los hijos de todos estos esclavos fueron automáticamente libres, y solamente podían heredar los bienes materiales de sus padres. Algo parecido ocurrió en Egipto con los Mamelucos (lit. "esclavos blancos"). Estos fueron un cuerpo militar creado en el siglo XII por Saladín, a partir de esclavos georgianos, teniendo este pueblo de origen muy antiguo la reputación de ser el más resistente y guerrero de todos los tiempos. Este cuerpo se convirtió en me- nos de un siglo en una auténtica casta militar dominante, eligiendo de entre ellos el Sultán de turno y limitando el poder del Califa a los asuntos religio- sos. Fueron una sociedad de esclavos auto propagadora, manteniendo su fuerza numérica con la compra y/o secuestro de niños de su mismo origen étnico. Tenemos aquí el concepto de esclavos que se pertenecen mutua- mente. Tan fuerte fue su agarro étnico que mantuvieron su lengua georgia- na a través de los 6 siglos de su existencia y muchos de sus componentes nunca aprendieron el árabe. Como fuerza militar formaban el ejército más temido de Oriente, salvaron al Islam derrotando a los mongoles, los turco- manos de Timur y todos los que se les pusieron delante.Cuando finalmente sucumbieron ante Bonaparte no fue por falta de valor o ferocidad, sino simplemente por atraso tecnológico. Estarán de acuerdo que estos dos ejemplos demuestran un aspecto muy diferente y poco conocido del término "esclavitud".
Al empezar el siglo XV el tráfico de esclavos negros ya tenía una larga tradición, 3000 años antes los egipcios ya importaban esclavos nubios, y en el siglo VI a.C. Cartago ya incorporaba esclavos sudaneses (los subsaha- rianos actuales) a sus plantaciones. La era moderna del tráfico de esclavos africanos empezó a partir de la conquista de Ceuta (1415) por parte de los portugueses. Usando esta ciudad como punto de partida, Portugal empezó sus viajes de descubrimiento navegando por la costa africana occidental, llegando a Cabo Verde(1444), Sierra Leona(1460), Ghana(1482) y Angola (1483), abriendo a la influencia europea todas las tierras que en el futuro iban a figurar de forma significativa en el tráfico de esclavos. A mediados del siglo anterior todo el continente Eurasiático sufrió la famosa epidemia de la Peste Negra, en la cual Portugal perdió aproximadamente el 40% de su población; si a esto añadimos la guerra civil y la guerra contra Castilla de la década de los ochenta(1385), además de la expansión ultramar poste- rior, no es de sorprender que a Portugal le seguía faltando mano de obra agrícola seis décadas después y que aprovechó su expansión por las costas africanas para adquirir esclavos.
La esclavitud de masas organizada que más debate a generado ha sido la que perpetraron las naciones europeas desde el descubrimiento del Nuevo Mundo.Se estima que un mínimo de 15 millones de personas fueron secuestradas, muertas por inanición, asesinadas, afectadas por enferme- dades, … desde los inicios del siglo XV principalmente africanos pero muchos indígenas también, sobre todo en los comienzos. Para todos ellos, nadie construyó un museo del holocausto.
Portugal fue uno de los países comerciantes y navegantes más impor- tante de todos los tiempo. Ya a principios del siglo XIV, Portugal había llevado adelante varias expediciones en busca de nuevas regiones que le suministraran recursos para su desarrollo económico y comercial.
Una de aquellas expediciones estaba al mando de Lanzarote de Freitas que regreso a Portugal, ya en 1444, con 235 esclavos. Este hito se conside- ra como el inicio de la etapa "moderna" en la trata de esclavos negros en la Península Ibérica y poco tiempo después en América.
Una vez se corrió la voz y las autoridades se dieran cuenta del beneficio que les suponía disponer de mano de obra gratuita, se dispuso regularizar aquel nuevo "comercio". Esta regularización quedo especificada cuando en 1473 se presentó un proyecto de ley por el cual todos los esclavos que se obtuviesen de África deberían ser llevados en primera instancia a Portugal.
Siguiendo estas especificaciones, en 1486, se funda en Portugal la Casa dos Escravos, con el fin de normalizar la concesión de licencias y grabar con impuestos dichos intercambios "comerciales". En tan sólo tres años, los que van entre 1493 y 1495, se registran en en la Casa dos Escravos de Lisboa tres mil seiscientos esclavos.
España no tarda en enterarse del lucrativo negocio y en 1479, establece el Tratado de Alcaçovas a través del cual se autoriza la venta de esclavos en España. El principal centro de venta se sitúa en Sevilla. Los primeros esclavos que arriban al Nuevo Mundo lo hacen al Caribe, concretamente a la isla de La Española hacia 1502.
Ya en el año 1510, se daban síntomas alarmantes de una rápida despo- blación en la isla Española y puesto que la avaricia colonizadora iba en aumento, era más necesario que nunca un mayor volumen de mano de obra tanto para trabajar las minas, como la construcción de fortalezas y cual- quier tipo de trabajo que necesitara esfuerzo físico. Así a partir de estas fechas, se lleva a cabo un rápido aumento de la población negra esclava.
Fernando el Católico autorizará, el 22 de enero de 1510 en Valladolid, el envío de 50 esclavos negros a la isla de La Española para ser vendidos allí y trabajar en las minas. Fernando dejaba bien claro que los esclavos debían de ser "los mejores y los más fuertes disponibles". Al mes siguiente la Casa de la Contratación solicitó un nuevo envío de doscientos esclavos, para ser enviados a Santo Domingo.
En este preciso periodo se inician las plantaciones de azúcar que han caracterizado la actividad económica de ciertas islas del Caribe desde entonces hasta nuestros días. Pero poco tiempo después, se produce una epidemia de viruela en el Caribe (entre 1518 y 1519) que se extiende causando una gran devastación y que afecta principalmente a la población indígena.
La primera rebelión de esclavos de la que se tenemos conocimiento, es a través de Gonzalo Fernández de Oviedo. El acontecimiento ocurre en el navio del gobernador Diego Colón que los transportaba a su destino, hacia 1522, y en las siguientes décadas del siglo XVI se registran documental- mente numerosas rebeliones. Entre ellas caben destacar la sublevación de esclavos en la ciudad panameña de Acla, los motines de esclavos africanos de 1532 en Venezuela, de 1533 en Cuba y en Panamá hacia aquella fecha.
En 1547 se produce una prolongada rebelión que acaeció en La Española liderada por Sebastián Lemba y tres años después otra que protagonizó Juan Criollo y que se prolongó durante varios años. Como este caso, hubo al menos algún otro caso increible en el que los esclavos consi- guieron la libertad colectiva firmando un tratado de paz con los colonos españoles. Actos de este tipo están documentados como es el caso de los negros rebeldes en Portobelo (Panamá) hacia 1579.
Aunque estas rebeliones fueron excepcionales si las comparamos pro- porcionalmente con la cantidad de esclavos y las explotaciones existentes así como las condiciones que soportaban, estas pudieron ser llevadas a cabo gracias al enorme aumento de la población negra en todo la región del Caribe. El ejemplo de Puerto Rico, que contaba con 327 blancos y 2292 esclavos hacia 1530, viene a poner de relieve este caldo de cultivo para el fomento de rebeliones.
Los grandes olvidados de esta historia suelen ser los habitantes indígenas de la zona, que recibieron en su mayoría a Colón y al resto de "comerciantes – guerreros" amable y pacíficamente. Para el año 1600, la población original de la zona prácticamente había desaparecido del Caribe.
Con el aumento de afluencia de colonos europeos al Nuevo Mundo y más concretamente a la zona del norte de América,la introducción de escla- vos no se hace esperar. Un barco holandés arriva a las costas de la colonia de Jamestown y se ve obligado a cambiar los esclavos que transporta por provisiones, teniendo lugar de esta manera la primera entrada de trabaja- dores forzados en la "Tierra de las Oportunidades".Hasta los inicios de 1680, no quedará regulada la situación de los esclavos del norte de América.
El empleo de mano de obra esclava era importante en la acuñación de monedas de oro y plata. Se constituían cuatro hornazas para el proceso técnico de acuñación, había "cuatro esclavos" en cada uno de ellas a cargo de un capataz como afirma Cañete (1952:161). Sin embargo, Burzio menciona que eran "indios esclavos". Lo cierto es que la Casa de Moneda contaba con esclavos en sus locales y eran negros y no indios que traba- jaban en las hornazas, donde el individuo estaba bajo el dominio de un hornacero.
Como mano de obra, la Casa de Moneda dependía de los esclavos ne- gros. En una Provisión Real de 30 de agosto de 1575, expedida en Arequi- pa, encontramos a los primeros doce esclavos negros que trabajaron en las tres hornazas que se habilitaron a cargo de los capataces siguientes:
A cargo de Pedro Real cuatro esclavos llamados | A cargo de Pedro de Salazar otros cuatro esclavos de los nombres siguientes | A cargo de Lucas Martín capataz otros cuatro esclavos de los nombres siguientes |
Cristóbal Sape Lorenzo Negro Juan Congo Portugues Martín | Martín Sape Miguel Sape Domingo Sape Cristóbal Congo | Antón Congo Antón Sape Salvador Tolofo Pedro Tolofo |
Esclavos negros que fueron dotados con fondos de la Real Hacienda para fundar la Casa de Moneda a riesgo de los capataces y vayan pagando a la corona del braceaje por el precio y costo de los esclavos a la real caja. En el mismo documento se autorizaba la compra de otros esclavos negros para la habilitación de una cuarta hornaza. Durante los últimos años del siglo XVI, del XVII y principios del XVIII, la trata de esclavos negros para la Casa de Moneda era frecuente.
Encontramos testimonios sobre el tráfico legal de esclavos negros, el 23 de octubre de 1577, cuando el clérigo Gonzalo García Garzón, a través de su apoderado Francisco Palomino de Cárdenas, vende al capataz Juan Rodríguez, un negro en 350 pesos de plata ensayada y marcada, con las siguientes características: "de edad de veinte años pocos más o menos… sujeto a servidumbre, habido de buena guerra por borracho, huidor enfermo y por facineroso y revoltoso y por tener las demás tachas y defectos y enfermedades".
Por lo que los tratantes negreros llegaban a la Villa Imperial de Potosí trayendo gente negra desde Guinea por vía Brasil. En 1601 ingresó un lote de 50 piezas de esclavos negros internados por Manuel Enrriquez en representación del AdministradorGeneral de la Contratación de los Negros, don Pedro Gómez Remel; adquiriendo el Tesorero Luis de Izunsa seis piezas de ambos sexos: " Juan de edad de 17 a 18 años, Pedro de la misma edad, Lorenzo de la misma edad, María de 16 años, Catalina de la misma edad y Violante de 14 años de edad".
Al ser la ceca un establecimiento muy rústico, el espacio donde se fabricaba la moneda macuquina era básicamente un taller artesanal donde casi todo el proceso de la fabricación de la moneda se llevaba a cabo con un mínimo de herramientas y en un único local, que se llamaba la hornaza. Esta sala era relativamente pequeña y dirigida por un hornacero, o capataz de hornaza, que era una especie de empresario autónomo que aportaba operarios y herramientas, recibiendo un porcentaje sobre el volumen de acuñaciones para cubrir sus gastos y ganancias.
Para el funcionamiento de la Casa de Moneda, Toledo dispone inicial- mente la construcción de tres hornazas, cada uno con cuatro esclavos ne- gros. Esto se debió a las bases económicas y a la disponibilidad de mano de obra barata. La compra de gente negra para las hornazas era con el propósi- to de abaratar costos de producción en el proceso técnico de acuñación de la moneda macuquina. Además la mano de obra indígena que existía en estos lugares fue afectada por la "mita", situación que obligó a la utiliza- ción de esclavos negros para que trabajen en la ceca potosina.
El local de la hornaza donde trabajaban los esclavos, se dividía en cuatro espacios contiguos pero bien diferenciados, que por orden de tamaño eran los siguientes:
1. La hornaza propiamente dicha, donde se hacía la fundición del metal, el aplanamiento del metal con martillos, recorte de cospeles con tijeras y reconocimiento.
2. El portal,donde se llevaba a cabo la acuñación de los cospeles con marti- llos, o sea la amonedación.
3. Recinto de blanquición, donde se daba un lavado químico a los cospeles antes de ser acuñados.
4. Oficina de talla, donde se producían los punzones y se grababan los cuños o troqueles necesarios para acuñar la moneda.
Resulta obvio que a lo largo de los años, el esclavo negro encerrado en cuatro paredes de la hornaza, se convirtiera en un ser muy hostil o renega- do.Las riñas o peleas entre ellos eran constantes y autoridades que adminis- traban la Casa de Moneda, regulaban la relación entre el esclavo y los hor- naceros (capataces de hornaza) emitiendo órdenes para intervenir en la administración y evitar peleas; ratificando así, que el esclavo negro era en un ser antagónico en el escenario de la vida colonial potosina.
Recogiendo testimonios de los manuscritos coloniales, localizamos al Alcalde Mayor don Domingo de Asterrica el 6 de septiembre de 1640, ordenando se encierren en sus hornazas a los esclavos negros después de oír misa los días domingos y de fiesta, justamente para evitar peleas entre ellos, justificando que "resultan ordinariamente entre los negros de alboro- tos y de ellos muertes y heridos que se dan los de las unas hornasas contra los otros como sucedió el domingo pasado que hubo alboroto grande entre todos los negros los unos con los otros y los otros contra los otros de que resultó salir heridos cinco o seis negros".
El 4 de enero de 1649, se prohíbe a los esclavos negros salir los días domingos o de fiesta, para precautelar y evitar peleas, disponiendo la pena de 200 azotes en la calle pública, si infringieran dicha orden, en el enten- dido de que los "negros alborotan la billa con pendenzias que tienen con otros negros y negras con quien tratan de los qual resulta grande escándalo y alboroto". En 17 de diciembre de 1649, a través de un Auto, el Goberna- dor don Diego Manuel Manrrique, inicia proceso contra Juan de Santama- ría, portero merino, porque sin motivo "avia dado quatro o cinco puñaladas a Juan Franco berberisco esclavo de don Barme de Yebra".
El 3 de noviembre de 1653, como era de costumbre los domingos y fiestas los esclavos salían al patio, y en esta ocasión existió cierta pelea "y alboroto entre los dhos negros los unos contra los otros de que resulto que saliesen malcridos los negros de la hornaça de don Gabriel de Cárdenas que fueron siete los descalabrados y heridos y algunos de riesgo de la vida y otros dos de la hornaça de Agustín de Ortega otros dos otros y par que se castiguen", ordenando averiguar las consecuencias de pelea. El 22 de febre- ro de 1661, hubo un disgusto entre Francisco, esclavo del capitán Sebastián Camacho y un indio, donde el último salió "descalabrado en la cabeza o rostro de que le a salido sangre", emitiéndose una orden "para que se aberigue la verdad y la causa del disgusto". Y el domingo 18 de febrero de 1663, Martín de César libre mulato, con riesgo de perder la vida, de una puñalada de cuchillo que recibió del esclavo Jacinto Congo moreno, perte- neciente de la hornaza de don Gabriel de Cárdenas.
En una sociedad donde la plata era el principal objeto de mercancía, era sujeto a tentaciones para descompensar su aleación legal, falta de peso o de ley en el proceso técnico de acuñación de la moneda, llamándose moneda feble. Pues el esclavo negro procedía a la alteración de la moneda, falsificando o acuñando moneda feble. El 29 de octubre de 1641, son condenados los esclavos Juan de Santana y Pedro de la Daga, por el delito de acuñar moneda feble en la hornaza de Santiago de la Vega, con "doçientos açotes a cada uno. y en diez años de galeras a cada uno que los cumpla en el puerto del Callao al remo y sin sueldo a orden del Excelen- tísimo Sr Marqués de Mansera Virrey de estos reinos.".
Los documentos testimonian que como consecuencia de los robos de plata y moneda sellada, la fuga de esclavos negros de las hornazas de la Casa de Moneda eran frecuentes. El 6 de marzo de 1642, se inicia proceso para investigar el robo de marcos de plata y posterior fuga de esclavos negros de la hornaza de Juan Bautista Rodríguez. El 19 de septiembre de 1651, esclavos negros escalando paredes, roban del aposento del Ensaye "seis rieles de plata y dos talegas de escobillas y cortaduras" quitando palos de los techos de la oficina de Ensaye y de la hornaza de Diego Moro. El 21 de junio de 1660, se investiga el robo de plata y posterior fuga de esclavos negros de la hornaza de Antonio García Cantero, haciendo "un agujero y barreno por la pared de dicha hornaza" donde se tenía cantidad de plata en cizalla y en otros géneros de plata. El 26 de febrero de 1674, se fugan cua- tro esclavos negros mulatos y un indio de la hornaza de Pedro Ponce, rompiendo la pared y subiendo al tejado para saltar a la calle.
Es posible que el lector tenga una idea mítica y lejana de la esclavitud en la Villa Imperia de Potosí. Quizá por eso le sorprenda que la trata de esclavos se dio en el periodo colonial, donde la esclavitud era legal especialmente en la Casa de Moneda por imposición del Virrey Toledo.
La trata de esclavos y el comercio negrero fue acompañado, en la mayo- ría de los casos, por una fuerte ideología racista, los negros eran conside- rados seres inferiores, asimilados frecuentemente a animales, sin ni siquiera poder ser considerados sujetos de derecho y por lo tanto considerados,jurí- dicamente, como cosas. En el caso de los indígenas se había decidido que tenían alma por lo que no se les podía esclavizar.
Los esclavos permanecían años en las hornazas, siendo trágicos prota-gonistas de la vida social potosina. Sabemos que Fray Bartolomé de las Casas, luchó por la dignidad de los indios, y que sin embargo no incluyó a los negros en esa lucha. Peor aún: propugnó la importación de esclavos africanos para liberar a los indios de trabajos pesados. En 1517, pide a Carlos V que sustituya a los indios por negros en el trabajo de las minas y en 1518 se autoriza a Lorenzo de Garrevod a pasar 4.000 negros a América.
Ahora sabemos que en la Villa Imperial existió la esclavitud de gente negra traída del África, que a lo largo del siglo XVII, se sintió con mayor impacto en la sociedad colonial, donde el esclavo se convirtió en un muerto viviente o fantasma, que se sentía separado de su tierra, de su lengua,de sus costumbres y de su cultura. De ahí que se convirtió en un ser hostil y rene- gado, por el trabajo duro que desarrollaba y el trato que recibía en las hor- nazas de la Casa de Moneda, donde el individuo estaba bajo el dominio de un hornacero, perdiendo la capacidad de disponer libremente de sí mismo.
En 1562, John Hawkins, un navegador inglés,debido a la falta de esclavos en las Indias Occidentales, decidió entrar en el tráfico de la pira- tería. Varios caballeros de Londres contribuyeron con fondos generosamen- te para la empresa. Hawkins con tres barcos y 100 hombres navegó hasta la costa de Guinea, donde, por el soborno, el engaño, la traición, y la fuerza, se procuró por lo menos 300 negros y los vendió a los españoles en La Española o Santo Domingo, regresando a Inglaterra con una rica carga de perlas, azúcar y jengibre.
Los esclavos negros ya había sido introducido por los españoles en las Indias Occidentales. Primero esclavizaron a los nativos, pero éstos no soportaban el duro trabajo,y pronto estuvieron casi extinguido por el trabajo duro y la crueldad. Carlos V de España había concedido una licencia a un negrero flamenco para importar 4.000 negros cada año en las Indias Occidentales. Éste vendió su licencia a los comerciantes geno- veses, quienes comenzaron un comercio regular de seres humanos entre África y las Antillas. Se determinó que continuara la trata de esclavos negros ya que eran más fuertes que los nativos indios. El dominico P. Las Casas y otros estuvieron a favor del sistema como un medio para salvar a las tribus indias de su extinción. Los ingleses entran en este comercio de seres humanos con fuerza, desde mediados del siglo XVI. Se sabe que los reyes de Inglaterra de la dinastía Stuart colaboraban con compañías privilegiadas para este comercio, e incluso Carlos II y su hermano James eran miembros de una de ellas.
Después de la revolución de 1688 el comercio se abrió, y en 1713 una compañía de inglesa va a obtener el privilegio de abastecer las colonias españolas en América Central y del Sur, durante treinta años, estipulando entregar 144.000 esclavos negros dentro de ese plazo. Una cuarta parte de las acciones de la compañía fue absorbida por el rey Felipe V de España, y la reina Ana de Inglaterra se reservó para sí la cuarta parte restante. Así que los dos monarcas se convirtieron en grandes traficantes de esclavos.
LA ESCLAVITUD EN NORTEAMÉRICA.
Los primeros esclavos fueron introducidos en las colonias americanas por un comerciante neerlandés, que, en 1619, vendió veinte de ellos a los colonos de Jamestown, Virginia. Después de que el comercio entre América del Norte y África se realizó de forma bastante vigorosa, algunas colonias protestaron, y en el Congreso Continental, y también en la mente del público, hubo un fuerte deseo evidenciado la abolición de la trata de esclavos. Lawrence y Southwick Cassandra fueron expulsados de la colo- nia de Massachusetts, en 1658, bajo pena de muerte si vuellven. Su crimen fue abrazar los principios y el modo de culto de los cuáqueros. Sus dos hi- jos se quedaron en la pobreza extrema. Ellos fueron multados por no asistir a la adoración pública llevada a cabo por sus perseguidores. Los magistra- dos insistieron en que la multa debe ser pagada, y aprobado el orden si- guiente:"Considerando que, Southwick Daniel y Southwick Disponiéndose, hijo e hija de Lawrence Southwick, ausentarse de las ordenanzas públicas, después de haber sido multados por los tribunales de Salem y de Ipswich, fingiendo que no tienen propiedades, y la resolución de no trabajar, el tribunal, da lectura previa de una ley que se hizo por cuenta de las deudas, en lo que debe hacerse para la satisfacción de las multas, se resuelve, que los tesoreros de varios condados son y estarán plenamente facultados para vender dichas personas a cualquiera de los nativos de Inglés en Virginia o Barbados a responder a las multas" . Endicott, se dice, instó a la ejecución de la medida con vehemencia, pero para el honor del servicio marítimo, ningún capitán de barco en el puerto de Boston podría ser inducido a convertirse en un tratante de esclavos a favor del Tribunal General. Ellos se salvaron de la brutal medida.
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