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Pensamiento Económico de José Martí


  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Contra el colonialismo económico
  4. Conclusiones
  5. Bibliografía

Introducción

Acercarse al pensamiento de los grandes revolucionarios, para valorar el significado y trascendencia de sus ideas, significa también revelar su contenido. En José Martí, líder político que consagró su fecunda existencia a encabezar el movimiento revolucionario latinoamericano, encontramos un conjunto de proyecciones de política económica, que adquiere en la perspectiva histórica, el rango de un pensamiento económico de penetración, audacia y vigencia sorprendentes.

Durante el periodo de la llamada seudo república cubana se publicaron varios trabajos que abordaron las ideas socioeconómicas de José Martí. Quizás los más destacados aparecieron en las décadas del cuarenta y cincuenta, casi todos escritos desde la perspectiva ideológica de la burguesía nacional cubana de entonces, citemos, por ejemplo, "Las ideas sociales y económicas de Martí", escrito por Antonio Martínez Bello; "Las ideas económicas de Martí", de Felipe Pazos, así como otro artículo de igual título, publicado por Mario Fernández Roque en 1941. Mención especial merece el artículo "El pensamiento económico de Martí", publicado por Jacinto Torras en 1953, tal vez el primero que aborda su pensamiento económico desde las posiciones marxistas.

Este trabajo pretende hacer un análisis de la proyección universalista de José Martí en lo económico y de su preocupación por un nuevo diseño de las relaciones económicas internacionales, particularmente de la relaciones entre los Estados Unidos y Latinoamérica. Le prestamos además atención a la estrategia martiana para el desarrollo socioeconómico de América Latina y a la posición de vigilancia de Martí ante la amenaza del colonialismo económico.

Este trabajo tiene como cuerpo teórico dos momentos: un primer análisis va encaminado al desarrollo del pensamiento económico de José Martí durante su estancia en México y un segundo aspecto dedicado a su proyecto de progreso económico en oposición al colonialismo económico.

Desarrollo

Cualquier análisis que se realice acerca del pensamiento económico, filosófico o de otro carácter de una figura histórica, presupone, necesariamente, el estudio de aquellas premisas y circunstancias fundamentales que sirvieron de base y fundamento en su conformación, pues el hombre refleja, por medio de su pensamiento, las más variadas y complejas relaciones que se dan en la naturaleza y en la sociedad.

José Martí, nacido en el año 1853, vive en una época convulsa. La segunda mitad del siglo XIX es testigo de un acelerado proceso de concentración y centralización de la producción y el capital en los principales países capitalistas, aparejado consecuentemente con la internacionalización de las relaciones de producción capitalistas.

José Martí, quien se inició como revolucionario a través de duras pruebas– cárcel, deportación- comenzó en España sus estudios universitarios de Derecho en 1971. Tuvo la posibilidad de conocer no sólo lo que la burguesía industrial le interesaba pensar y divulgar de sí misma, sino además de obtener rudimentos de la historia de la economía política. La influencia de algunos postulados de los fisiócratas trasciende en Martí, porque le permitirá pensar en términos de economía, fuera de las tendencias del capital industrial., lo cual le ayudó a distinguir las prioridades de desarrollo de la realidad económica latinoamericana y a evitar la tendencia a un mimético industrialismo a toda costa. Si el pensamiento liberal le orientaba positivamente hacia la búsqueda del progreso económico, incluido el industrial, las ideas fisiocráticas le permitían pensarlo en términos de autoctonía y de acción inmediata y concreta. Los estudios de economía política de Martí en España establecieron un notable antecedente para el surgimiento y desarrollo de su pensamiento económico.

1- Desarrollo del pensamiento económico en México

Una breve estancia en París, y otra en Nueva York, culminan con su llegada a México en febrero de 1875. Es en México donde pone en acción todas las habilidades y conocimientos recientemente adquiridos. Poco después de su llegada, Martí escribía los Boletines Parlamentarios y varios editoriales de importancia. La asistencia del joven cubano a las sesiones públicas del Parlamento Mexicano le colocaba en una posición óptima para conocer y valorar las distintas fuerzas políticas, corrientes de pensamiento y personalidades del país, así como para enfocar sus problemas en un amplio sentido nacional. Y el hecho de que en la Cámara se estuviesen discutiendo distintos proyectos de ley de contenido económico – ferrocarriles, presupuestos, aranceles y alcabalas-, resultaba una información de primera mano para el joven y un estímulo para su reflexión.

1.1 El progreso económico

El pensamiento económico de Martí comienza con la exhortación al estudio de las vías globales y rápidas para el progreso económico de México. Y advierte: "nadie olvide que sin la vida sólida económica es imposible el progreso y toda seguridad en la nación". Si Martí recomienda estudio de las vías de progreso es porque los debates de la cámara no le han parecido convincentes. Frente a la tendencia no proteccionista del Congreso, Martí sugiere la protección arancelaria: "Cuán fructífero sería el sencillo cuidado de proteger cada fuerza protectora que se despierta de la nación".

Refiriéndose a la minería de oro y plata, la rama industrial más importante del país, tanto por l magnitud de sus explotaciones como por ser la unica que logra exportar con éxito, Martí critica el lugar que ocupa la minería en la economía del país y el uso a que se destina su producción. De lo primero es evidente la hipertrofia: "confiada a los exuberantes dones de la tierra, a ellos fía la perezosa naturaleza de los mexicanos un porvenir que un día ha de extinguirse con lo accidental que la enriquece y la alimenta": y el peligro de hacer depender al país de las riquezas agotables. De lo segundo, advierte el pobre papel que desempeña en el crecimiento económico de la nación: "Las minas no son hoy un alimento de la riqueza nacional: sus productos se exportan, en pago de los efectos de consumo que se importan a México (…..); el pago de las más sencillas necesidades materiales y domésticas." La monoproducción lleva necesariamente a la multiimportación y al consumo parasitario, y ello impide que la riqueza nacional se acumule productivamente en el país, que "no es todavía útilmente rico". Cuando muchos años más tarde afirme "el pueblo que compra, manda; el pueblo que vende, sirve", tendrá presente sin duda realidades como ésta en que México vende su riqueza no renovable para comprar aquello que pudiera producir –"las más sencillas necesidades…."-, careciendo así de poder y voluntad legítimos de compra. El tema de la monoproducción es criticado por Martí, denunciado como funesto y rechazado.

A la inconstancia y la inseguridad de la minería de plata y oro, Martí opone: "Fuerzas constantes y productoras, elementos creadores, industrias transformadoras de los elementos que hoy existen". Aquí apreciamos que se introduce un nuevo vector en el pensamiento martiano: el problema del progreso económico, el reconocimiento del retrazo de un pueblo y la necesidad de buscar las vías para superarlo. Este es el tema principal de todos los trabajos económicos de Martí en México, y la motivación inmediata que le conduce al pensamiento económico.

Para lograr el avance industrial, Martí fía en el mecanismo de la competencia; pero no a través de su libertad irrestricta, sino de su control por medio de la política arancelaria estatal. ¿Quién debía "alentar y premiar" incluso "de manera extraña y desusada" el desarrollo de la industria mexicana? Desde luego que el Estado. La burguesía comercial importadora, y todos aquellos sectores ligados al comercio exterior dependiente, estaban a favor de la libre introducción de mercancías extranjeras; los industriales y los artesanos, por su parte, reclamaban altos derechos de entrada, e incluso la prohibición absoluta para los productos ingleses, alemanes, yanquis, franceses, etc., que por su precio inferior y su superior calidad le hacían a sus negocios una competencia insostenible. Martí constata que: "Abiertos los puertos mexicanos al comercio extranjero libre (…) se comprarán siempre en México los productos extranjeros" y "Morirán nuestras industrias por falta de mercado". Por eso "alentar y premiar" a la industria es, ante todo, protegerla, no con la prohibición absoluta, pero si con derechos de aduana elevados. Porque su propuesta es la de un sistema flexible.

1.2 Agricultura y autoctonía

Martí llega al tema de la autoctonía interiormente llevado por su preocupación por el progreso independiente de México. Critica la situación de la industria mexicana:"las industrias no se desarrollan, los artefactos extranjeros llenan el mercado". "La industria nacional anda perezosa; débil en el emprender, y en lo de fabricar apegada a costumbres añejas, y en malhora para ella, rutinaria"; "México es en la fabricación trabajosísimo"; "la industria no crece". Estas cualidades negativas-pereza, debilidad, rutina, impericia, timidez- que el periodista va descubriendo en la industria mexicana, le impiden mantenerse en aquella primera posición de esperanza en su desarrollo inmediato.

El interés de Martí se desplaza de la industria a la agricultura. Sólo que "la escasísima agricultura de México en nada progresa": "Consúmese sobre esta tierra mucho más de lo lo que la tierra produce:-única riqueza real…" El desplazamiento no se produce por lo tanto, porque el periodista encuentre en la agricultura mexicana una mayor prosperidad que en la industria: el estancamiento es uniforme para todas las ramas de la economía. La causa parece estar en concebir la tierra como "única riqueza real", indudable arrastre fisiocrático, comprensible desde el punto de vista de que Martí encuentra en México un panorama económico muy parecido al que enfrentaban los fisiócratas e la Francia de Luís XV: industria primitiva, balanza de pagos desfavorable, agricultura estancada, sobrevaloración de los metales preciosos.

En el análisis de los trabajos periodísticos mexicanos de Martí encontramos los logros fundamentales de su pensamiento económico: el estudio, por primera vez para él, de las contradicciones de una economía de mercado latinoamericana y dependiente. Su reflexión económica enuncia su objetivo primordial: el progreso económico de Latinoamérica, definido como un proceso autóctono y de amplio carácter democrático y popular. Se afilia, en general, al proyecto liberal clásico para el progreso latinoamericano, que ve su punto de arranque en la pequeña propiedad territorial. La agricultura aparece en su pensamiento como la vía inmediata para el crecimiento económico de nuestros pueblos aunque prevalece en este periodo una intensa preocupación por el desarrollo industrial, que permanece en la perspectiva.

1.3 Martí y la amenaza yanqui.

Detrás de los motivos de orden político que en las reclamaciones contra México por los problemas fronterizos, autorizaba al presidente de los Estados Unidos a invadir a México, Martí descubre "la mano de los especuladores que desean de una manera rápida, nuevo cuerpo donde ejercer su comercio y sus explotaciones. La cuestión de México, como la cuestión de Cuba, dependen en gran parte en Estados Unidos de la imponente y tenaz voluntad de un número no pequeño ni despreciable de afortunados agiotistas, que son los dueños naturales de un país en que todo se sacrifica al logro de una riqueza material".

Martí distingue dos de las raíces económicas de las amenazas yanquis: el papel de los especuladores, que aspiran a revender las tierras que robarían a México y explotar los altos precios de bienes y servicios que el proceso de colonización engendraría; y el "desborde mercantil", la "plétora" de productos invendibles, generados en Estados Unidos por los mecanismos proteccionistas y por el decisivo fenómeno de la superproducción, cuyo destinatario debía ser México. Es ya ostensible la comprensión martiana de que, además de un riesgo político, existe un riego de tipo económico en las relaciones entre México y Estados Unidos, puesto que este último país desea "asegurar su vacilante potencia mercantil" a costa de la economía y aun la soberanía mexicanas.

La identificación de este riego no llevó a Martí, desde luego, a ningún fatalismo económico, ni tampoco a abandonar sus esperanzas de un intercambio provechoso entre ambas naciones y propone "una empresa necesaria para la existencia de los Estados Unidos, y los países de las Américas Central y del Sur. El comercio norteamericano morirá de plétora si no encuentra en las otras repúblicas consumo para su excesiva producción. A la vez las repúblicas centrales y meridionales, se extinguirán por pobreza, si la exportación de sus productos naturales no llena el déficit que en todas ellas resulta entre su producción y sus necesidades. Y en cambio, los Estados Unidos y las restantes Americas, vivirán bien complementándose".

Se aprecia aquí la búsqueda de una relación comercial equilibrada, mutuamente provechosa, entre Latinoamérica y Estados Unidos. Martí sabía que había una "plétora yanqui"; ahora sabe además que hay un peligro latente e inminente en ella y que ese peligro puede ser enfrentado victoriosamente. Martí no promueve el aislamiento, sino la relación de intercambio comercial y de todo tipo entre ambas Américas. En ello observamos la apertura explícitamente latinoamericanista de Martí ligada a la problemática de la economía y a la preocupación por el significado y el destino de las relaciones entre Estados Unidos y Nuestra América.

Contra el colonialismo económico

Después de sus estudios y experiencias en México, Venezuela y Guatemala Martí completa su proyecto de progreso económico para Latinoamérica. Para comprender la maduración del pensamiento económico de Martí en esta primera época, es importante destacar que, con su llegada a Estados Unidos en 1880- proveniente de Europa después de su segunda deportación y con el objetivo de participar en los preparativos de la nueva guerra en Cuba-, un nuevo y más amplio estilo de reflexión se inaugura en él. Con la radicación definitiva en el país reconocido como la vanguardia del progreso humano, nuestro héroe completaba en un primer balance su visión del mundo contemporáneo, y a partir de entonces se desarrolla su reflexión sobre el sentido de la historia y el destino humano en ella.

Es lo que podríamos llamar el momento internacional en el pensamiento de Martí, que se enfrenta al fenómeno de la mundialización del mundo propio de esos años y distingue cuatro zonas distintas en el movimiento histórico contemporáneo: América Latina, los pueblos coloniales de África y Asia, Europa y Estados Unidos.

Es en los artículos de La América, "revista mensual de industria, comercio y agricultura e intereses generales hispanoamericanos", en la que Martí trabajó desde marzo de 1883 hasta julio de 1884 donde podemos encontrar su meditación plena sobre los asuntos económicos. En La América aparece la propaganda de las "nuevas doctrinas" –el pensamiento histórico, humanista y progresista de Martí-; la "transferencia de tecnología" –de técnicas agrícolas y de los últimos avances de la electricidad, por ejemplo-; y la propaganda comercial –la exhibición de los productos latinoamericanos en Estados Unidos. Pero lo esencialmente nuevo es la posición de vigilancia de Martí ante la amenaza del colonialismo económico. Martí señala el peligro creciente que representa para América Latina el comercio con Estados Unidos en las nuevas condiciones históricas y declara su actitud de vigilancia ante la amenaza del colonialismo económico. El trabajo de nuestro autor en la revista está organizado en torno a esa preocupación y es significativo que en el primer número del mensuario en que colabora-marzo de 1883- aparezca su fundamental "El tratado comercial entre Estados Unidos y México". El "tratado", aunque referido a las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos, es entendido por él como asunto de interés continental: "No ha habido en estos últimos años (…) acontecimiento de gravedad mayor para los pueblos de nuestra América Latina que el tratado comercial que se proyecta entre los Estados Unidos y México" por las afectaciones que podrían traer a los países latinoamericanos, productores de mercancías semejantes a las que México haría entrar libres de derecho en Estados Unidos, esas facilidades que aquel obtendría, en virtud del acuerdo, en la competencia por el mercado norteamericano: "en la competencia de frutos iguales por llegar a un mercado común llevaría la ventaja, por precios de flete, frescura del fruto y oportunidad del arribo, al país más cercano".Por ello señala: "no hablemos aquí de riesgos de orden político (…) hablemos de riesgos económicos. Apuntarlos será bastante, puesto que el tratado comercial con México no está más que apuntado todavía".

Martí está en presencia de un tratado de "reciprocidad" comercial típico, y de inmediato centra su atención la esencial desigualdad que el supuesto trato igualitario lleva implícito: "Nada dará una tan efectiva de la magnitud del suceso en proyecto como la enumeración de los artículos que cada uno de ambos países se obliga a aceptar en su territorio libre de derechos." Y expone la lista de los productos mexicanos que habrían de ser beneficiados: todos ellos productos agropecuarios; se estipulaba incluso que la madera de fábrica "no han de estar trabajadas"; la inmensa mayoría es materia prima industrial. En contraste, Martí renuncia a enumerar la lista yanqui, pues "es tan extensa, que absorbería todo nuestro espacio". "En cambio de estas ventajas, México abre sus puertas a todos los productos de hierro que por la mala obra y falaz beneficio del sistema proteccionista sobrecarga hoy a los mercados americanos, enfermos de plétora…". Así denuncia el desequilibrio que presupone esta relación de intercambio y demuestra como los beneficios del tratado pertenecerían, en lo fundamenta inmediato y en la perspectiva a la parte norteamericana.

En el análisis del comercio exterior latinoamericano, Martí propone una política de intercambio basada en las relaciones comerciales múltiples, ante el descubrimiento del peligro latente en el choque de nuestras débiles economías con el desborde mercantil de Estados Unidos.

Conclusiones

El pensamiento económico y antiimperialista de José Martí estuvo condicionado por el desarrollo histórico del momento que le correspondió vivir- la gestación del imperialismo yanqui. Es por ello que uno de los méritos de Martí es la denuncia del peligro yanqui sobre los pueblos de la América española.

Su pensamiento económico fue precisamente un conjunto de soluciones, esa Economía práctica y autóctona creada especialmente para las necesidades del progreso económico latinoamericano. Al problema del atraso había que contestar con un modelo de desarrollo democrático, popular y antiimperialista, abierto hacia Latinoamérica y los restantes pueblos pobres del mundo. Es la respuesta integracionista actual de nuestros pueblos ante los intentos del imperio yanqui de imponer a nuestros países, tratados de libre comercio que en nada beneficiarían a las grandes mayorías.

La aplicación consecuente del proyecto martiano de desarrollo socioeconómico para América Latina no era posible en el marco en que se dio debido, sobre todo, al acelerado proceso de desarrollo y consolidación del imperialismo norteamericano, que supeditó económica y políticamente a la región a sus intereses y necesidades, quebrando así las débiles opciones de un desarrollo propio y autóctono. Hay que señalar, sin embargo, que en la actualidad se dan las posibilidades de emprender el desarrollo social y económico a que aspiraba Martí para todos los países latinoamericanos. .

Bibliografía

  • Martí, José: Obras Completas, ED Ciencias Sociales, La Habana, 1975

  • Gálvez Camacho , Ileana M, Folleto El Antimperialismo de Martí ,2008

  • Almanza Alonso Rafael. En torno al pensamiento económico de José Mart, Ciencias Sociales, La Habana,1990

  • Portuondo, José A: Vigencia del latinoamericanismo de José Martí, en Cuba Socialista, ED Política, La Habana, 1983.

  • Colectivo de Autores. Antología del Pensamiento Económico Cubano. Ed Félix Varela, La Habana 2007

 

 

Autor:

Eloísa González Álvarez