- El Problema
- La importancia de la formación ética
- Los métodos formales de Instrucción
- ¿Cuál es su finalidad (de la enseñanza)?
- ¿Qué es la ciudadanía?
- Metodología (sugerencias).
- Bibliografía
Al proponerme unos amigos, hace unas semanas que preparara una charla sobre el tema de la enseñanza, específicamente de la Historia, no pude detener, como me sucede en otras áreas del conocimiento, la sensación y -con frecuencia- la convicción del fracaso de un sistema educativo y sus consecuencias, que vivimos –sufrimos- en las actuales circunstancias.
No soy historiador, mi campo es la filosofía de la educación. Voy a ofrecer algunas reflexiones y comentar algunos aspectos un poco más técnicos, de la Enseñanza, y tratar de enlazarlos con la actualidad. Esto con el objeto de tener la posibilidad de hacer juicios y formar un antecedente sólido, para concluir o recomendar algunas cosas en el ámbito de la docencia.
Así nos metemos de lleno, para un evento de este tipo, en el problema de la verdad. En este caso, de la verdad histórica. Howard Gardner escribe en uno de sus recientes textos: "La verdad es esencialmente una propiedad de las declaraciones, de las proposiciones. Las declaraciones pueden referirse a cualquier tema: el pasado, el tiempo, las aspiraciones personales, el miedo ( ) puede estar relacionado con la ratificación de un escrito con testigos, o la comprobación personal de un hecho, o la sugestión de una persona con poder sobre otras". (9% ED). Esto completa la afirmación clásica de que la verdad es la adecuación del intelecto y la cosa.
Cuál sería la posición prudente de una persona que investiga o que quiere conocer adecuadamente. Leer, en cualquier caso, el original del texto que describe o justifica el tema propuesto. Obviamente esas lecturas, no pueden ser superficiales, sino que requieren una cierta preparación remota, y próxima de los hechos, las circunstancias y las personas. Sigue escribiendo Gardner: "De hecho, lo que distingue la ciencia de la ficción o del folclore es la posibilidad del lector de rectificar, refutar o alterar el modelo. Eso lo han enseñado los historiadores de la ciencia". (11% ED)
Para abundar en estos aspectos, leemos el cuidado al escribir, las recomendaciones para mantenerse y la advertencia en la búsqueda. Leemos en algunas introducciones a textos: Escribe Lucas evangelista: "Habiendo muchos tratados de componer una narración de las cosas plenamente confirmadas entre nosotros según lo que nos han transmitido aquellos que fueron, desde el comienzo testigos oculares, me ha parecido conveniente también a mí, escribirlo todo en forma ordenada, óptimo Teófilo " (Lc I, 1-4). Otro texto, de motivación; Séneca Epístolas Morales, Libro I,2) " Por las nuevas que me das, y las que escucho de otros concibo buena esperanza en ti: no vas de acá para allá ni te inquietas por cambiar, agitación propia de un alma enfermiza: te considero un espíritu equilibrado, mantenerte firme en la verdad de lo que escribes " ; Un texto diferente que nos puede servir de cuidado al leer, y lo escribe Julián Marías (El oficio del Pensamiento) "Unamuno opinaba que muchos se dedican a contarle las cerdas al rabo de la esfinge por miedo de mirarla a los ojos. La información y la erudición son, por otra parte, las grandes simuladoras, porque fingen vida intelectual donde sólo hay manejo de inertes objetos intelectuales ( ) ahora me refiero a la fácil deglución del error -cuando no es un dato equivocado, sino una idea falsa-, a la aceptación de las confusiones a la insensibilidad sobre todo para lo que es efectivo pensamiento, rigurosa y clara teoría" (p 13)
Con ese preámbulo, quizá un poco largo, pero creo necesario, nos metemos en nuestra Historia, en nuestros empeños por hacerla vida.
Ya decía el Libertador en su discurso de angostura "Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio; no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder ni virtud". ¿Qué significado tiene todo esto? No hemos logrado buscar ni adquirir conocimientos suficientes; la función más natural y propia del ser humano; no hemos adquirido el arte del buen gobierno que es la relación social mínima con el otro en la ciudad, (pues el hombre es animal de naturaleza social) y tampoco hemos llegado a adquirir buenos hábitos para la acción corporal (artesanías y producción de artefactos) ni para la acción intelectual (discurso y pensamiento lógico, para la deliberación ciudadana y sus acuerdos posteriores).
Esto sigue siendo real y angustiante. A doscientos años del discurso de Angostura, nos preguntamos ¿por qué no hemos logrado esas metas? ¿Será un sistema de instrucción deficiente, o un sistema educativo sin fines claramente definidos o diseñados torpemente? o lo que sería peor, ¿pensados con poco tino? ¿Hay algo en nuestra estructura social que puede estar en la parte nuclear que es la familia, o en la estructura de las tradiciones, o en nuestra constitución natural de raza, o en las fuerzas de tradiciones o tendencias atávicas que no está funcionando bien?, ¿y que impiden la verdadera formación del buen ciudadano, de la persona productiva para un desarrollo cónsono con los anhelos del hombre?
Las preguntas que surgen, cuestiona inequívocamente los métodos utilizados en la enseñanza de la Historia y nos hacen meternos en la investigación de tal manera que se puedan elaborar o sugerir soluciones o caminos. No estamos acertando en la formación de ese ciudadano requerido por la patria en estos momentos. Escribe Ortega en La Historia como Sistema, unas consideraciones que nos pueden ayudar en esta búsqueda: "El hombre necesita una nueva revelación. Porque se pierde dentro de su arbitraria e ilimitada cabalística interior cuando no puede contrastar ésta y disciplinarla en el choque con algo que sepa a auténtica e inexorable realidad. Este es el único verdadero pedagogo y gobernante del hombre. Sin su presencia inexorable y patética, ni hay en serio cultura, ni hay Estado, ni hay –y es lo más terrible- realidad en la propia persona humana". (67 ED)
La importancia de la formación ética
La formación de la estructura ética de la persona está inicialmente en la presentación de modelos a seguir, pero también en el entorno social e incluso el entorno natural. La importancia del estudio de la historia tiene mucho que ver con la identidad nacional y regional. Sólo puede ser inteligible conocer un hecho social, en la medida en que se conoce su cultura, es decir, la aplicación de los valores válidos para una región en una época. El descuidar este aspecto sería fatal para la unificación de los criterios necesarios para un consenso o un disenso en la administración de recursos.
Aquí tiene un papel fundamental la escuela. Y allí, en el centro de enseñanza, los maestros deben tener la formación suficiente como para hacer de la historia, no simplemente una recopilación de datos cronológicos, sino una fuente de reflexión e interpretación de datos para la formación del ciudadano.
Con frecuencia me encuentro en clase o en conversaciones con colegas, o amigos que usan la expresión "sociedad enferma". Me hace reflexionar esa suerte de lamento social. Recordé un texto de Ortega y Gasset (España Invertebrada) "Y ¿en qué consiste esa enfermedad? Se oye hablar a menudo de inmoralidad pública y se entiende por ella la falta de justicia en los tribunales, la simonía en los empleos, el latrocinio en los negocios que dependen del poder público. Yo no dudo que padezcamos una abundante dosis de inmoralidad pública; pero al mismo tiempo creo que un pueblo sin otra enfermedad más honda que esta podría pervivir. Nadie que haya deslizado la vista por la historia universal puede desconocer esto" (Ortega y Gasset 61% ED)
Comencé a reflexionar con los recursos de la academia que son importantes de no perder, en su perspectiva real, la claridad en los conceptos y la necesidad de asentarlos con fuerza teórica, con "argumentos que obligan" como decía Maturana en una de sus publicaciones sobre epistemología genética, revisando a Jean Piaget.
Sobre todo, y es un peligro grande, nos podemos acostumbrar a seguir viviendo de una manera ignominiosa, indigna, humillante, como pueblo. Podemos llegar incluso a justificar esos errores, algunos de los cuales son delitos tipificados en nuestros códigos de Derecho.
Y creo que es el sentido de una actividad como esta en la que estamos presentando algunas ideas, ante colegas calificados, es lo que podríamos llamar comunidad de saberes. Vuelvo a recurrir a Ortega en "España Invertebrada": "Los grupos se integran un Estado viven juntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades. No conviven por estar juntos, sino para hacer algo juntos" (29% ED). Surge necesariamente una pregunta, ¿Somos una comunidad de saberes? ¿Lo constituimos al pensar en la educación de nuestros hijos? ¿Los formamos para poder vivir junto a ellos? Es decir, ¿los hacemos ciudadanos?
A efectos de este rato de conversación, quizá valdría la pena concretar o puntualizar algunos términos que usaremos y así entendernos mejor.
Los métodos formales de Instrucción
¿Qué es la Enseñanza? La etimología nos dice que esta palabra viene del latín in signo sensibilis. Consiste en las señales externas que percibo. Es el primer nivel de la transmisión, lo estrictamente empírico: lo que se oye, lo que se ve y hace en el salón de clases. Es la función del profesor en aula y del ambiente de la escuela. En caso que sean clases expositivas o de material de vídeos o películas, es el nivel de captación sensible. Pero eso no asegura el aprendizaje, simplemente constituye la experiencia sensible.
En la actualidad, lo que se nos presenta, por supuesto incluye a los niños y jóvenes actualmente: lo que se enseña, no es precisamente edificante. Cuando se diseña una propaganda, o se hacen unos letreros, o se estimulan unos espectáculos, se está enseñando. Esto incluye lamentablemente, el lenguaje torpe, el tono y el desprecio hacia el otro, de los dirigentes actuales de nuestra patria. Resulta por tanto muy difícil de excusar esos elementos deseducadores, pues no existe acción humana neutra.
"La educación implica un fin, un ideal que se quiere realizar y unos medios para realizar ese fin. La determinación del fin lo establece la ética; los medios los determina la pedagogía" (Pablo Natorp, Pedagogía Social. p 75) y otro autor dice: "en último término, la educación procede de los modelos proporcionados por las instituciones, las costumbres y las leyes. Sólo en un Estado justo serán estos, los modelos y las formas, adecuados para la educación" (Dewey, Democracia y Educación, 99)
Y aquí nos encontramos con una serie de aspectos sociales y políticos, conocidos por todos y que repudiamos en las actuales circunstancias. Recurrimos a Ortega y Gasset para este aspecto: "Las épocas de decadencia son las épocas en que la minoría directora de un pueblo –la aristocracia- ha perdido sus cualidades de excelencia, aquellas precisamente que ocasionaron su elevación. Contra esa aristocracia ineficaz y corrompida se rebela la masa justamente. Pero confundiendo las cosas, generaliza y tiende a eliminar todo intento aristocrático. Así la nación prosigue aceleradamente su trayectoria de decadencia" (Ortega y Gasset 64% ED)
"Después de haber mirado y remirado largamente los diagnósticos que suelen hacerse de la mortal enfermedad padecida por nuestro pueblo, me parece hallar el más cercano a la verdad en la aristofobia u odio a los mejores" (España Invertebrada). Ortega y Gasset 74% ED)
¿Cuál es su finalidad (de la enseñanza)?
Parecería que la finalidad de la Educación es la formación del ciudadano en sus derechos y deberes próximos, respetando su dignidad intelectual y procurando que vaya hacia una felicidad social. Dice a esto J Maritain: "El fin primario de la Educación es la conquista de la libertad interior y espiritual a que aspira una persona o en otros términos, la liberación de esa persona por medio del conocimiento, la sabiduría, la buena voluntad y el amor" ( Maritain, J. fines de la Educación. ,22)
¿Qué es la Historia? ¿Puede generar disposición a la formación de hábitos, la enseñanza de esa materia o asignatura?
Historia, del griego informe o información. Posiblemente, entendemos la historia como la memoria de un pueblo, y particularmente, la memoria particular. Aquí nos metemos en áreas interesantes porque, al no vivir una época, conocemos esos hechos por otras personas. Dice Briceno Iragorry: "El hombre es ante todo y sobre todo historia. Como ser implantado en la dimensión temporal, el ente humano se mide y juzga por la proyección de su libertad en el plano de la historia" (La hora Undécima, 195)
Surge una pregunta, que hemos oído todos en algún momento: ¿hay historia? ¿Tenemos historia en Venezuela? Sin caer en ese relativismo de Unamuno "No hay Historia sino historias", podemos decir, que al no leer, al no estudiar y por tanto al no interpretar críticamente, personas, circunstancias y momentos en el tiempo, no existe historia realmente sino unos decires Volvemos de nuevo a Briceño Iragorry: "La Cultura de superficie ha sido y sigue siendo nuestro fardo más pesado " (La Hora Undécima).
Cabe poner la lupa en un aspecto en este momento, la consideración de que si se elige esta rama del saber para un currículum, debe estar implícita la finalidad de la misma, que no se puede reducir a una simple información. Creo que debe ser, en su más íntima finalidad, ofrecer un modelo digno a los alumnos, de manera que se pueda convertir en "norte" para la conducta de ese alumno. En todo caso, conocimiento, convertidos en experiencia, que sostenga la prudencia en el actuar y no cometer los errores de ese pasado.
Nos conseguimos con un problema de tipo metodológico para esa enseñanza, y es el tipo de preparación que debe hacer un docente de esa materia, por la dificultad al conceptualizarla. "¿Cómo puede ser posible una filosofía de la historia si la historia no es una ciencia? La historia solo se ocupa de lo singular y lo concreto, de lo contingente (hechos y personas individuales) ( ) mientras que la ciencia trata de lo universal y lo necesario "(Filosofía de la Historia. Maritain, 18)
¿Qué es la ciudadanía?
Lo reflejaba, de manera poética, pero profunda y radical, Jesús de Nazareth en la parábola del Buen Samaritano como lo recoge el evangelista Lucano, Lc 10, 25-37. También autores contemporáneos. Dice Dewey (Democracia y educación) que la actitud del individuo es un modo de conocer al otro y un modo de comportase en cada circunstancia social. La ciudadanía es piedra angular de la democracia, o del sistema de vida que es la democracia. "En términos generales, el ciudadano puede ser definido como aquél que comparte la toma de decisiones o el gobierno, ya sea porque ocupe un cargo o porque goce del derecho al voto en las asambleas públicas" (Historia de la Filosofía Política. Strauss, L. 1992:142)
Supone también, que ese ideal de vida tenga un método educativo anexo, para procurar su transmisión, una subsistencia no simplemente, rutinaria sino con posibilidad de perfeccionarla constantemente. Ese ideal educativo supone una organización deliberada y sistemática, para formar lo que hemos mencionado como ciudadanía.
En el plano educativo formal, el estudio crítico de la Historia hace conceptualmente ciudadanos, que descubren su real nacimiento y entonces pueden luchar verdaderamente contra algunos fallos o desaciertos de los sistemas actuales o en los que le corresponde vivir a cada uno. Solo de esta manera se comprenden algunos de los requisitos sociales que definen a un ciudadano determinado y también les da las armas adecuadas para luchar contra esos errores. Para eso volvemos a Briceño Iragorry, en otro ensayo: "Hay crisis de virtudes. Y las virtudes políticas son prolongación de esas modestísimas virtudes que crecen al amor del hogar, sobre el limpio mantel donde se congrega la familia " (El caballo de Ledesma).
Lo que es un verdadero crimen en el campo educativo formal, es decir, en las aulas, consiste en desfigurar la historia o hacerla tan tediosa que no haga surgir el interés de los alumnos por sus raíces. No digamos si se interpreta de forma mítica, colocando a los protagonistas de esa historia en un olimpo de dioses a los cuales se debe dar culto. Otro de los fallos del sistema consiste en no formar un hábito de lectura selectivo y exigente a los alumnos, con lo que se percibe una cultura de superficie, llena de lugares comunes, frases y dichos, muletillas que impiden el razonamiento discursivo y fecundo en las relaciones interpersonales de los habitantes de un mismo sitio o comunidad. Metodológicamente se sugiere incorporar el cultivo de buenas disposiciones como las que plantearé.
Estos aspectos, que llamaremos disposiciones —el hábito de la deliberación, el arte de saber informarse y la capacidad hermenéutica— se refieren a hábitos intelectuales que se han constituido, desde hace años, en el centro de atención de pensadores sociales, sobre todo los que han puesto su mira en conseguir estadios valederos en un estilo de vida de corte democrático. El problema lo centramos en la posibilidad de formación -a través del cultivo intencional- de estas tres disposiciones interiores que llevarán a formar una actitud estable en los individuos que conforman un enclave social y que denominaremos ciudadanía
La costumbre de no leer con profundidad hace que se lean sólo algunas cosas del periódico y se vea mucha televisión, sobre todo los programas que no dejan en la persona un mayor interés cultural, sino que son exclusivamente frívolos cuando no vulgares y llenos de ordinarieces, destruyendo el lenguaje y el razonamiento de nuestra población. Nos apoyamos en Ortega nuevamente. "La aberración visual que solemos padecer en las apreciaciones del presente queda multiplicada por las erróneas ideas del pretérito que tenemos. Es tan desmesurada nuestra evaluación del pasado que por fuerza ha de deformar nuestros juicios del presente" Historia como Sistema. (Ortega y Gasset 18% LD)
Los métodos y el estilo de los distintos profesores pueden variar, y de hecho deberían variar según los grupos y las circunstancias de cada uno. Es decir, el profesor debe usar la Historia como una fragua que sirva para el modelaje y ayude a profundizar en los valores propios de nuestra identidad. Así tenemos textos como el Simón Bolívar de Gerar Masur, que ofrece capítulos donde aparecen claramente juicios comparativos: Bolívar y Miranda, Piar y Páez, Páez y Santander. De allí se toman frases como "Mientras Bolívar se identificaba con la Revolución, Miranda identificaba la Revolución con él. Así para uno los obstáculos eran ocasión de mayor fuerza, para otro eran motivo de depresión y tristeza".
Es uno de los métodos de transmisión, para la aplicación del docente, juicios intelectuales sobre el actuar de un personaje
La importancia del estudio de la historia tiene mucho que ver con la identidad nacional y regional. Sólo puede ser inteligible conocer un hecho social, en la medida en que se conoce su cultura, es decir, la aplicación de los valores válidos para una región en una época. El descuidar este aspecto sería fatal para la unificación de los criterios necesarios para un disenso en la administración. Aquí tiene un papel fundamental la escuela. "El hombre es lo que le ha pasado, lo que ha hecho. Pudieron pasarle, pudo hacer cosas, pero he aquí que lo que efectivamente le ha pasado y ha hecho constituye una inexorable trayectoria de experiencias, que lleva a sus espaldas." (58% (ED)
Y allí, en la escuela, los maestros deben tener la formación suficiente como para hacer de la historia, no simplemente una recopilación de datos cronológicos, sino una fuente de reflexión e interpretación de datos para la formación del ciudadano. Así concreta el maestro Ortega de nuevo en la Historia como Sistema: "La vida es un gerundio no un participio; un faciendum no un factum. La vid es un quehacer." (Pos 265 DG)
Usaremos una categoría aristotélica, la relación, para tratar de aproximarnos a la posible respuesta hecha al comienzo. ¿Porqué elegí la relación, como categoría de pensamiento para este análisis? (Aristóteles Organon 8b) Aristóteles decía que "junto a la calidad, la relación constituyen las más importantes categorías de acercarnos a la realidad". Sirve en este caso, al definir un ser humano. Es la manera de estar en el mundo real. Su posibilidad de dar forma a unas materias, y formar a otras personas para hacerlo. Con frecuencia fue una relación con una persona, viva o muerta, que cambió la visión del mundo e hizo que tomara un rumbo diferente quizá al que había decidido. Son las relaciones vinculantes, las que ofrecen un cambio al ser mismo de la persona. Sorprendentemente Ortega ofrece un concepto nuevo: "En suma, que el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia. O, lo que es igual: lo que la naturaleza es a las cosas, es la historia –como res gestae- al hombre" (58% ED)
Si revisamos un poco nuestro país y su estructura educativa formal, nos encontramos en que es precisamente lo contrario a la formación para la democracia lo que se implementa. Quizá falta la madurez necesaria en los dirigentes y en los educadores, entendida ésta como la suficiente capacidad de pensamiento crítico y serenidad en las pasiones que den cauce para el diálogo, y por vía de consecuencia, produciendo la flexibilidad necesaria para educar en la libertad, a los educandos, produciendo al final en los jóvenes las características enunciadas antes, (serenidad de espíritu y pensamiento crítico) de manera proporcional. En todo caso, el sistema educativo nuestro en su fracaso, es palpable y trágico. "La vida como realidad, es absoluta presencia: no puede decirse que hay algo si no es presente, actual. Si, pues, hay pasado, lo habrá como presente y actuando ahora en nosotros" (Briceño Iragorri. El Caballo de Ledesma.)
La verdad de la historia es fáctica, no racional, por consiguiente, sólo puede ser sustanciada mediante signos, según el modo en que cada dato individual y existencial haya de ser considerado, propiamente no puede conocerse ni mediante la demostración, es una variante que depende de la verdad de la filosofía adoptada por el historiador (Marrou)" Filosofía de la Historia. Maritan, 23
Creo que actividades como esta mantienen viva a la patria. La pregunta que impulsa a mejorar una acción, un método, una forma de vivir, es lo único, que puede hacernos volver a tomar un rumbo acertado.
Para concluir creo firmemente que necesitamos docentes con verdadero amor a la patria y eso lo entiendo así: espíritu de servicio, estudio serio y constante, responsabilidad en la labor hecha, y competencia para la transmisión, que incluye erudición en los textos originales y arte pedagógico.
Aristóteles (1967) Obras. Organon. Ediciones Aguilar. Madrid
Briceño Iragorry, Mario. El Caballo de Ledesma. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas.
Bolívar, Simón (1984) Discurso de Angostura. De 1819. Ediciones El Ancora. Bogotá.
Dewey, John. (2002) Democracia y Educación. Ediciones Morata. Madrid
El Nuevo Testamento. Traducción Juan Estraubinger. Club de Lectores
Marías, Julián. (1968) El Oficio del Pensamiento. Colección Austral. Espasa Calpe
Maritain, Jaques. La Educación en este momento crucial. Ediciones del Club de Lectores. Buenos Aires.
Masur, Gerard. (2008) Simón Bolívar. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas
Natorp, Pablo (2006) Pedagogía Social. Editorial Biblioteca Nueva.
Ortega y Gasset, José (1935) Historia como Sistema. Revista de Occidente. Madrid
Ortega y Gaset, José.(1921) España Invertebrada. Revista de Occidente
Seneca (1994) Epístolas Morales a Lucilio. Libro I. Biblioteca Clásica Gredos.
Strauss, Leo (2003) Historia de la Filosofía Política. FCE.
Nota: algunas referencias se titulan ED (edición Digital)-
Autor:
Fernando Vizcaya Carrillo.
Junio 2016