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Genealogía fundamental

Enviado por Jesús Castro


Partes: 1, 2

  1. Lucas, el evangelista
  2. Genealogía mesiánica
  3. El evangelio lucasiano
  4. Erasmo de Rotterdam
  5. Alta crítica
  6. Genealogía del Génesis
  7. Conclusión

Existe una gran discordancia entre lo que la antropología evolutiva entiende por "hombre primitivo" (u "hombre prehistórico": homo sapiens anterior al aparecimiento de la escritura, desde 150×103 hasta 6×103 años antes de la EC aproximadamente) y la información aportada por el Génesis en este sentido (cuya cronología arroja unos 6×103 años atrás como el punto inicial de la existencia del hombre o de la aparición del primer ser humano, por creación, a partir de los elementos químicos presentes en el suelo terrestre). Los métodos arqueológicos de datación (absolutos y relativos) son la principal herramienta científica con la que cuenta la antropología evolutiva para recomponer la vida del "hombre prehistórico", pero tales métodos son apenas fiables cuando nos remontamos a un pasado de 5 ó 6 mil años. Esto hace que el relato histórico del Génesis sea más relevante, útil y fidedigno, pues no ha podido ser desmentido por los antropólogos evolutivos.

Por otra parte, la Genealogía (como técnica auxiliar de la Historia) aporta documentación de mucho peso a favor del relato creativo del Génesis. Un ejemplo lo tenemos en el libro evangélico e histórico de Lucas, donde se detalla la ascendencia materna de Jesucristo, hasta alcanzar al mismísimo primer hombre, Adán. La línea genealógica mencionada es la siguiente, según la TNM (Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, publicada por la Sociedad Watchtower Bible And Tract en inglés, español y otros idiomas en 1987):

«[…] Jesús mismo, cuando comenzó [su obra], era como de treinta años, siendo hijo, según se opinaba, de José [el esposo de María], [hijo] de Helí [el padre de María], [hijo] de Matat, [hijo] de Leví, [hijo] de Melquí, [hijo] de Janaí, [hijo] de José, [hijo] de Matatías, [hijo] de Amós, [hijo] de Nahúm, [hijo] de Eslí, [hijo] de Nagai [hijo] de Maat, [hijo] de Matatías, [hijo] de Semeín, [hijo] de Josec, [hijo] de Jodá, [hijo] de Joanán, [hijo] de Resá, [hijo] de Zorobabel, [hijo] de Sealtiel, [hijo] de Nerí, [hijo] de Melquí, [hijo] de Adí, [hijo] de Cosam, [hijo] de Elmadam, [hijo] de Er, [hijo] de Jesús, [hijo] de Eliezer, [hijo] de Jorim, [hijo] de Matat, [hijo] de Leví, [hijo] de Simeón, [hijo] de Judas, [hijo] de José, [hijo] de Jonam, [hijo] de Eliaquim, [hijo] de Meleá, [hijo] de Mená, [hijo] de Matatá, [hijo] de Natán, [hijo] de David, [hijo] de Jesé, [hijo] de Obed, [hijo] de Boaz, [hijo] de Salmón, [hijo] de Nahsón, [hijo] de Aminadab, [hijo] de Arní, [hijo] de Hezrón, [hijo] de Pérez, [hijo] de Judá, [hijo] de Jacob, [hijo] de Isaac, [hijo] de Abrahán, [hijo] de Taré, [hijo] de Nacor, [hijo] de Serug, [hijo] de Reú, [hijo] de Péleg, [hijo] de Éber, [hijo] de Selah, [hijo] de Cainán, [hijo] de Arpaksad, [hijo] de Sem, [hijo] de Noé, [hijo] de Lamec, [hijo] de Matusalén, [hijo] de Enoc, [hijo] de Jared, [hijo] de Mahalaleel, [hijo] de Cainán, [hijo] de Enós, [hijo] de Set, [hijo] de Adán, [hijo] de Dios» (Evangelio de Lucas, capítulo 3, versículos 23 a 38).

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Evidentemente, para que este documento genealógico sea convincente deberá responder a una serie de preguntas que permitan acreditarlo como fidedigno. Básicamente, las preguntas serían: ¿De dónde proviene esta lista genealógica? ¿Es confiable su fuente de origen? ¿Ha sido alterada dicha lista con el paso de los años? ¿Tiene, esa fuente, detractores contemporáneos? ¿Qué reputación final habría que otorgar a la susodicha fuente después de examinar el peso argumental de la crítica efectuada por sus detractores y las pruebas aportadas por sus defensores?

Lucas, el evangelista.

El libro PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 2, página 253, editado en inglés, español y otros idiomas en 1991 por la Sociedad Watch Tower Bible And Tract, explica que el Lucas al que nos estamos refiriendo, en calidad de historiador y evangelista (o evangelizador), era un médico y fiel compañero del apóstol cristiano Pablo, allá en el primer siglo de la EC. Escribió el evangelio que lleva su nombre y los "Hechos de apóstoles". Sus escritos dejan manifiesto que tenía una buena educación académica, y el que empleara términos médicos en sus relatos históricos da prueba de sus antecedentes en esta profesión.

El mismo libro PERSPICACIA, tomo 1, páginas 886 y 887, señala que el término EVANGELIZADOR proviene del griego "euagguelion", que significa "buena nueva" o "evangelio". Un "evangelizador" (o evangelista), por tanto, es un predicador del evangelio o proclamador de "buenas nuevas" (buenas noticias). Tales buenas noticias no se refieren a cualquier anuncio optimista, sino más bien a un tipo de buenas noticias relacionadas con la liberación de la humanidad de su esclavitud innata al error, la decrepitud y la muerte. En este sentido, el evangelista Lucas, como cualquier cristiano primitivo, era un predicador que anunciaba buenas noticias para la humanidad, en el sentido de que Dios había revelado al mundo el medio por el cual salvaría en el futuro al ser humano de su enfermiza condición heredada de Adán y Eva tras la rebelión en Edén. Dicha salvación gira en torno a la figura de Jesucristo según las Sagradas Escrituras, quien ofreció su vida como rescate y así despejó el camino para la reconciliación con Dios. Por este motivo, el evangelio de Lucas, y los demás evangelios también, narran la vida y enseñanzas del personaje clave para dicha liberación, a saber, Jesucristo.

El libro evangélico de Lucas abre con las siguientes palabras: "Puesto que muchos han emprendido la recopilación de una declaración de los hechos que entre nosotros están plenamente acreditados, así como nos los entregaron los que desde [el] principio llegaron a ser testigos oculares y servidores del mensaje, yo también, porque he investigado todas las cosas desde el comienzo con exactitud, resolví escribírtelas en orden lógico, excelentísimo Teófilo, para que conozcas plenamente la certeza de las cosas que se te han enseñado oralmente" (Lucas 1: 1-4).

Lucas dirigió su evangelio a una persona llamada Teófilo (nombre propio de origen griego, cuyo significado es "amado por Dios o amigo de Dios"). El que se le trate de "excelentísimo" tal vez indique que ocupaba una posición importante, o puede que simplemente sea una expresión de aprecio. Al parecer, Teófilo era cristiano, y se le había enseñado verbalmente acerca de Jesús y de su ministerio. El documento escrito de Lucas sirvió para corroborar lo que había aprendido anteriormente por transmisión oral (ver Nota, a continuación).

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NOTA:

¿Quién fue Teófilo? La revista La Atalaya del 15-11-2007, página 19, editada por la Sociedad Watchtower, comenta: «Lucas dirige a Teófilo tanto el libro de Hechos de Apóstoles como su Evangelio, donde lo llama "excelentísimo Teófilo" (Lucas 1:3). "Excelentísimo" era un epíteto para dirigirse a alguien muy acaudalado o a los altos funcionarios del gobierno romano. Por ejemplo, el apóstol Pablo se dirigió a Festo, procurador romano de Judea, en términos similares (Hechos 26:25).

Según parece, Teófilo había oído acerca de Jesús y se había interesado en su mensaje. Lucas tenía la esperanza de que su Evangelio lo ayudara a "conocer plenamente la certeza de las cosas que se le habían enseñado oralmente" (Lucas 1:4).

Según el helenista Richard Lenski, es poco probable que Teófilo fuera cristiano cuando Lucas lo llamó "excelentísimo", porque "jamás en la literatura cristiana a ningún hermano en la fe se le menciona con títulos de distinción terrenal". Cuando tiempo más tarde escribió el libro de Hechos, ya no usó el título "excelentísimo", sino que simplemente dijo: "Oh Teófilo" (Hechos 1:1). Por lo tanto, Lenski llega a la siguiente conclusión: "Cuando Lucas escribió su Evangelio a Teófilo, este distinguido personaje no era todavía cristiano, aunque estaba grandemente interesado en los asuntos cristianos; pero cuando Lucas le envió el Libro de Los Hechos, Teófilo ya había sido convertido"».

Lucas dijo haber "investigado todas las cosas desde el comienzo con exactitud" al preparar su Evangelio, lo que tal vez signifique que consultó los registros disponibles para trazar la genealogía de Jesús (La Atalaya del 15-3-2009, página 32, revista editada por la Sociedad Watch Tower Bible And Tract). Así mismo dijo a su amigo Teófilo: "Resolví también, porque he investigado todas las cosas desde el comienzo con exactitud, escribírtelas en orden lógico" (Luc. 1:3). Por lo tanto, habiendo investigado, o habiendo recogido un gran número de hechos relacionados con su asunto, se puso a organizarlos en orden o secuencia entendible (Libro "Guía para la Escuela del Ministerio Teocrático", página 44, editado por la misma Sociedad Watch Tower en 1992).

¿Cuándo escribió Lucas su Evangelio?

"Hechos de apóstoles" 1:1 indica que el escritor de este libro (Hechos), que también fue Lucas, ya había compuesto "el primer relato", el Evangelio. Lo más probable es que Lucas completara "Hechos" alrededor de 61 EC mientras estaba en Roma con Pablo, quien esperaba que se atendiera su apelación a César. Esto indica que Lucas quizás escribió el relato del Evangelio en Cesarea alrededor de 56-58 EC, después de haber regresado con Pablo de Filipos al final del tercer viaje misional de Pablo y mientras éste esperaba dos años en prisión en Cesarea antes de ser llevado a Roma debido a su apelación. Puesto que Lucas estaba allí en Palestina, se encontraba bien situado para hacer una "investigación de todas las cosas desde el comienzo con exactitud" acerca de la vida y el ministerio de Jesús (Libro "Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa", página 187, párrafo 4, editado en 1990 por la Sociedad Watchtower).

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El libro "La Biblia… ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?", páginas 80-82, impreso en 2006 por la Sociedad Watchtower, comenta lo siguiente:

«Un hombre muy [bien] educado [intelectualmente] del primer siglo que dio consideración cuidadosa a las pruebas [acerca del testimonio cristiano] fue Lucas, un médico (Colosenses 4:14). Lucas escribió dos libros que ahora son parte de la Biblia: uno fue un Evangelio, o historia del ministerio de Jesús, y el otro, llamado los Hechos de Apóstoles, fue una historia de la propagación del cristianismo en los años posteriores a la muerte de Jesús.

En la introducción a su Evangelio Lucas alude a muchas pruebas que le estuvieron asequibles, pero que ya no lo están a nosotros. Habla de los documentos escritos que consultó acerca de la vida de Jesús. También indica que habló con testigos oculares de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. Entonces dice: "He investigado todas las cosas desde el comienzo con exactitud" (Lucas 1:1-3). Es patente que la investigación de Lucas fue minuciosa. ¿Era buen historiador?

Muchos han atestiguado que lo era. Allá en 1913, en un discurso, sir William Ramsay comentó sobre la historicidad de las obras de Lucas. ¿A qué conclusión había llegado? "Lucas es un historiador de primera categoría; no sólo porque se puede confiar en los hechos que expone, sino también porque tiene verdadero sentido histórico". Investigadores más recientes han llegado a la misma conclusión. "The Living Word Commentary" (Comentario sobre la Palabra viva), al introducir sus tomos sobre Lucas, dice: "Lucas fue tanto historiador (e historiador fiel) como teólogo".

El Dr. David Gooding, ex profesor de griego del Antiguo Testamento en Irlanda del Norte, declara que Lucas fue "un historiador antiguo a la manera de los historiadores del Antiguo Testamento y a la manera de Tucídides [uno de los historiadores más estimados del mundo antiguo]. Como ellos, él habrá hecho grandes esfuerzos por investigar sus fuentes y escoger y ordenar su material. […] Tucídides combinó este método con una pasión por la exactitud histórica: no hay razón para creer que Lucas hizo menos que eso"».

Genealogía mesiánica.

El libro PERSPICACIA, tomo 1, página 1007, apunta: «En el capítulo 1 [del evangelio] de Mateo hallamos la genealogía de Jesucristo desde Abrahán en adelante, y en el capítulo 3 [del evangelio] de Lucas su genealogía se remonta hasta "Adán, hijo de Dios". La genealogía de Jesús es la única que consta en las Escrituras Griegas Cristianas [o Nuevo Testamento]. Parte de ella aparece en los capítulos 1 al 3 [del Primer libro] de las Crónicas, comienza desde Adán y pasa a través de Salomón hasta llegar a Zorobabel. Los libros de Génesis y Rut combinados proporcionan la línea desde Adán hasta David.

Las listas de Génesis-Rut, 1 Crónicas y Lucas concuerdan por completo desde Adán hasta Arpaksad, con diferencias menores con respecto a ciertos nombres, como Quenán, que en Lucas 3:37 es "Cainán". Las listas de Génesis-Rut y Crónicas siguen concordando hasta David, mientras que la de Lucas intercala otro "Cainán" entre Arpaksad y Selah (Lu 3:35, 36)».

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La genealogía mesiánica, o de Jesucristo, por ascendencia materna hasta llegar a Adán, facilitada por el evangelista Lucas, nos interesa especialmente porque nos lleva hasta el mismísimo primer hombre, con lo cual obtenemos un importante argumento contra la noción de hombre prehistórico o primitivo de más de 6 mil años de antigüedad. Al grado que esta lista genealógica se pueda probar verdadera, a ese mismo grado quedaría desmentida la teoría del hombre primitivo defendida por la antropología evolutiva.

El libro PERSPICACIA, tomo 1, página 1008, comenta: «Cuando el apóstol Pablo escribió a Timoteo entre los años 61-64 EC, le dijo que no prestase atención a "cuentos falsos ni a genealogías, que terminan en nada, pero que proporcionan cuestiones para investigación más bien que una dispensación de cosa alguna por Dios con relación a la fe" (1Ti 1:4). La fuerza de esta advertencia puede apreciarse mejor conociendo los extremos a los que posteriormente llegaron los judíos en la investigación de las genealogías, y la meticulosidad con que investigaban cualquier posible discrepancia. El Talmud Babilonio (Pesajim 62b) afirma que "entre "Azel" y "Azel" [1 Crónicas 8:38–9:44, una de las listas genealógicas de la Biblia], la enorme cantidad de interpretaciones exegéticas equivalía a la carga de ¡cuatrocientos camellos" (Hebrew-English Edition of the Babylonian Talmud, traducción de H. Freedman, Londres, 1967).

[Desde el punto de vista del cristianismo primitivo, no] tenía sentido el envolverse en un estudio y consideración de tales asuntos, y menos cuando Pablo escribió a Timoteo. En aquel entonces ya no importaban los registros genealógicos, pues Dios no reconocía ya ninguna distinción entre judíos y gentiles dentro de la congregación cristiana (Gál 3:28). Además, los registros genealógicos ya habían establecido el linaje de Cristo por medio de la línea de David. Por otra parte, Jerusalén iba a ser destruida en breve y junto con ella, los registros judíos. Dios no los conservó. Por consiguiente, Pablo no quería que Timoteo y las congregaciones se desviaran malgastando el tiempo en investigaciones y controversias acerca de asuntos de linaje personal que no contribuían nada a la fe cristiana. La genealogía provista por la Biblia es suficiente para probar que Cristo es el Mesías, y ésta es la cuestión genealógica de mayor importancia para los cristianos. Las otras genealogías de las Escrituras permanecen como testimonio de la autenticidad e historicidad del registro bíblico».

El pasaje recién citado del libro PERSPICACIA nos muestra la extrema seriedad que la cultura judaica daba los temas genealógicos, pues la organización sociorreligiosa del pueblo hebreo dependía por completo de la fiabilidad de las listas de ascendientes de los hombres que componían la nación. Por ejemplo, la correcta ubicación del sacerdote o levita en el árbol genealógico era fundamental a la hora de asignar los deberes sagrados, puesto que la Ley de Moisés exigía que tales deberes sólo recayeran en miembros pertenecientes a la tribu de Leví; y dentro de ésta, para el caso de los sacerdotes, sólo eran aceptos los pertenecientes a la familia de Aarón. El incumplimiento de estos requisitos, aún en un solo y raro caso de impostura, corrompía e invalidaba gravemente la forma de adoración de los hebreos, pudiéndoles acarrear el desamparo divino y consecuentemente el desastre como pueblo escogido. También, por otra parte, cualquier individuo que reclamara su condición de israelita pero fuera incapaz de acreditar su linaje en los registros genealógicos oficiales, era considerado extranjero o gentil y recibía un estigma social peyorativo, así como un rebajamiento total en cuanto a privilegios relacionados con la adoración sagrada.

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Por todo ello, para el primer siglo de la EC, se consideraban de extrema importancia (social y religiosa) las genealogías de la nación, de manera que no se escatimaban medios ni vigilancia en cuanto a la preservación de las mismas. La ingente cantidad de investigaciones y consultas que diariamente se efectuaban en torno a dichas genealogías pudiera dar la impresión de que había una "obsesión nacional" a este respecto. Esta norma social podía eclipsar el progreso cristiano de algunos judíos que habían abrazado la fe en Jesucristo (quien, según las profecías, con su muerte abolía el viejo pacto y sus genealogías obligatorias).

Habida cuenta de este panorama, es fácil entender que el evangelista Lucas no tuviera muchas dificultades para encontrar información abundante, documentada y fidedigna respecto a la genealogía del Cristo. En consecuencia, la pregunta "¿De dónde proviene la lista genealógica de Lucas acerca de Jesucristo?" queda contestada. La siguiente cuestión a despejar es: ¿Es confiable la fuente de origen de dicha lista?

Genealogía bíblica.

El libro PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 1, páginas 1006-1008, contiene los siguientes comentarios:

«La genealogía bíblica es confiable. Los estudiantes cuidadosos y sinceros de la genealogía bíblica no pueden acusar a los cronistas bíblicos de descuido, inexactitud o exageración por haber glorificado a su nación, a una tribu o a determinado personaje. Debe tenerse en cuenta que aquéllos que registraron genealogías (como, por ejemplo, Esdras y Nehemías) se remitieron al archivo nacional y obtuvieron su información de las fuentes oficiales disponibles. Después de hallar los datos necesarios, usaron estas listas para probar de manera satisfactoria lo que interesaba en aquel entonces. Sus contemporáneos, que conocían los hechos y podían acceder a los registros, aceptaron plenamente estas listas genealógicas. También debe tenerse presente el contexto histórico. Esdras y Nehemías vivieron en tiempos de reorganización, y las genealogías que compilaron eran esenciales para el funcionamiento de la nación.

[…] Podemos tener una confianza completa en las genealogías registradas en la Biblia. Suministraron información fundamental, no sólo para cuando se escribieron, sino también para nosotros hoy. Por medio de ellas, podemos tener la seguridad, desde el punto de vista genealógico, de que Jesucristo es la Descendencia prometida de Abrahán por tanto tiempo esperada. Nos ayudan a determinar la cronología hasta Adán, una cronología que no puede hallarse en ningún otro lugar […]; y las genealogías bíblicas nos ayudan a comprender cómo están emparentadas todas las naciones».

El mismo libro PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 1, páginas 1002-1003, ofrece los siguientes datos:

«[En cuanto a los archivos oficiales, parece] ser que en Israel se guardaban registros nacionales de genealogías, además de los registros que mantenían las mismas familias. En el capítulo 46 de Génesis hallamos la relación de los miembros de la casa de Jacob hasta la muerte de éste después de su entrada en Egipto. En Éxodo 6:14-25 aparece una genealogía, principalmente de los descendientes de Leví, que debió copiarse de un registro anterior. El primer censo de la nación se efectuó en el desierto de Sinaí en 1512 antes de la EC, al segundo año de su salida de Egipto, cuando se realizó "el reconocimiento de su descendencia respecto a sus familias en la casa de sus padres" (Números 1:1,18; véase también Números 3). El único otro censo nacional de Israel

que Dios autorizó antes del exilio, y del que hay registro, es el que se efectuó unos treinta y nueve años más tarde en las llanuras de Moab (Números 26).

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Además de las genealogías registradas en los escritos de Moisés, están las listas hechas por otros cronistas oficiales, como por ejemplo: Samuel, que escribió Jueces, Rut y parte de Primero de Samuel; Esdras, que escribió Primero y Segundo de las Crónicas y el libro de Esdras, y Nehemías, el escritor del libro que lleva su nombre. En esos mismos escritos hay prueba de que otros mantuvieron registros genealógicos: Idó (2 Crónicas 12:15) y Zorobabel; este último debió encargarse de que se hiciesen registros genealógicos entre los israelitas repatriados (Esdras 2). Durante el reinado del justo rey Jotán, se hizo un registro genealógico de las tribus de Israel que vivían en la tierra de Galaad (1 Crónicas 5:1-17).

Estas genealogías se conservaron con cuidado hasta el principio de la era común. Esto lo prueba el hecho de que cada familia de Israel pudo ir a censarse a la ciudad de la casa de su padre, en conformidad con el decreto de César Augusto promulgado poco antes del nacimiento de Jesús (Lucas 2:1-5). Se sabe que Zacarías, el padre de Juan el Bautista, era de la división sacerdotal de Abías, y su esposa, Elisabet, de las hijas de Aarón (Lucas 1:5). Se informa que Ana, la profetisa, era "de la tribu de Aser" (Lucas 2:36). Y, por supuesto, las extensas listas de los antepasados de Jesús que se encuentran en Mateo, capítulo 1, y Lucas, capítulo 3, muestran claramente que tales registros se guardaban en los archivos públicos y podían ser consultados.

El historiador Josefo da testimonio de que los judíos tenían registros genealógicos oficiales, pues dice: "No sólo soy oriundo de una línea de sacerdotes, sino de la primera de las veinticuatro líneas, y de la principal familia de mi línea". Después de señalar que su madre era descendiente de los asmoneos, concluye: "He anotado la línea de descendencia de mi familia tal cual aparece asentada en los registros públicos, haciendo caso omiso de los que nos calumnian" (Vida de Flavio Josefo, sección 1)».

¿Es confiable la fuente de origen de la lista genealógica facilitada por el historiador cristiano Lucas en el capítulo 3 del evangelio que lleva su nombre? Evidentemente sí, en virtud de la información recién aportada. Sin embargo, cabe preguntarse lo siguiente: ¿Ha sido alterada dicha lista con el paso de los años? Es decir, ¿ha habido modificaciones en la lista desde el siglo I de la EC hasta nuestros días? Esto realmente equivale a cuestionar la integridad del texto evangélico de Lucas, por lo que la pregunta pertinente sería más bien: ¿Es el evangelio lucasiano de nuestras biblias actuales una traducción fiel del que escribió el evangelista Lucas?

El evangelio lucasiano.

El libro RAZONAMIENTO A PARTIR DE LAS ESCRITURAS, publicado en inglés, español y otros idiomas por la Sociedad Watchtower Bible And Tract en 1989, páginas 66 y 67, pregunta: «¿Cómo podemos estar seguros de que la Biblia no ha sido cambiada?»; y a continuación responde:

«"En la cantidad de MSS. [manuscritos] antiguos que adveran [o certifican que es auténtico] un escrito, y en la cantidad de años que habían pasado entre el original y los MSS. adverantes, la Biblia disfruta de una decidida ventaja sobre escritos clásicos [como los de Homero, Platón y otros]. […] En conjunto, los MSS. clásicos son sólo un puñado en comparación con los bíblicos. Ningún libro antiguo está tan bien adverado como la Biblia" (The Bible From the Beginning [La Biblia desde el principio], Nueva York, 1929, P. Marion Simms, págs. 74, 76).

Un informe publicado en 1971 muestra que posiblemente haya 6.000 copias manuscritas de las Escrituras Hebreas en su totalidad o en parte; las más antiguas son del siglo III antes de la EC. De las Escrituras Griegas Cristianas, hay unas 5.000 en griego, y la más antigua se remonta al principio del siglo II EC. También hay muchas copias de traducciones antiguas a otros idiomas.

En la introducción de su obra The Chester Beatty Biblical Papyri (Los papiros bíblicos de Chester Beatty), que consta de siete tomos, sir Frederic Kenyon escribió: "La primera conclusión, y la más importante, a que se llega al examinarlos [los papiros] es la conclusión satisfaciente de que confirman la validez esencial de los textos existentes. No se muestra ninguna variación notable o fundamental ni en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo. No hay omisiones ni añadiduras importantes en los pasajes, ni variación alguna que afecte hechos ni doctrinas vitales. Las variaciones del texto afectan asuntos menores, como el orden de las palabras o la cuestión de precisamente qué palabras se usaron […] Pero la importancia esencial de ellos es que confirman, mediante pruebas de una fecha más temprana que la de las pruebas hasta ahora disponibles, la integridad de nuestros textos existentes" (Londres, 1933, página 15)».

La revista LA ATALAYA del 1-7-1986, página 29, expone, en parte, lo siguiente:

«Un arqueólogo que apreció la verdad bíblica [ha dicho:] "Se ha removido ahora la última base para cualquier duda del hecho de que las Escrituras [o las páginas de la Biblia] nos han llegado sustancialmente como fueron escritas". Estas palabras de sir Frederic Kenyon, extraídas de la página 289 de su libro The Bible and Archæology (de 1940), se citan en la página 53 del libro de la Sociedad Watchtower intitulado "Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra". ¿Por qué llegó Kenyon a esta conclusión? Fue porque manuscritos de papiro recientemente descubiertos databan de una fecha tan cercana a la composición de las Escrituras que él consideró el intervalo de tiempo como "insignificante". Sin embargo, estos papiros no mostraron diferencias significativas de otros manuscritos más recientes. Este hecho confirmó "la autenticidad e integridad general" de los textos posteriores de los cuales se ha traducido la Biblia.

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"En 1948 sir Frederic publicó el libro The Bible and Modern Scholarship para contrarrestar un libro del Dr. Barnes, obispo de Birmingham, quien calificaba algunas porciones de la Biblia […] como "folklore". En el prefacio de su libro el Dr. Kenyon dice: "Un examen detallado del libro del obispo me ha convencido de que éste no es una representación actualizada de los resultados de la erudición moderna, sino, por el contrario, es una revitalización de una escuela de crítica que estuvo en boga hace unos setenta años y que descartaba casi totalmente los resultados de las investigaciones de los últimos cincuenta años". Con relación a su propio libro, Kenyon dijo: "Opino que ha llegado el momento […] de restaurar la confianza en la Biblia como guía a la verdad y base para la conducta humana […] Sólo puedo esperar que [este libro] sirva de ayuda a los que ven al cristianismo como la única esperanza para el mundo enloquecido y a la Biblia como el fundamento sólido de las creencias cristianas".

"Este erudito en asuntos bíblicos de renombre internacional […] fue un hombre humilde y genuinamente bondadoso. […] En 1889, después de sobresalir como estudiante en Oxford, ingresó en el Museo Británico como asistente en el Departamento de Manuscritos. Posteriormente, ascendió a asistente del conservador de manuscritos y en 1909 a Director y Bibliotecario Principal del Museo Británico. En la primera parte de sus largos años de ejercicio, su interés principal fueron los manuscritos bíblicos y el descubrimiento de papiros; más adelante, fue el Director a cargo de las expediciones arqueológicas a Carquemis y Ur. Después de su jubilación, tomó parte en la adquisición del Código Sinaítico y en la publicación de los papiros Chester Beatty, que ayudaron a probar la autenticidad de las Escrituras Griegas.

"En conclusión, es apropiado citar lo siguiente de su libro The Story of the Bible: "La Biblia contiene historia humana así como inspiración divina. Es una historia sumamente interesante y que todo el que aprecie su Biblia debería conocer. […] Proporciona tranquilidad saber que el resultado general de todos estos descubrimientos y de todo este estudio es para reforzar la prueba de que las Escrituras son auténticas y reforzar nuestra convicción de que tenemos en nuestras manos, sustancialmente íntegra, la verdadera Palabra de Dios""».

La Wikipedia informa: «Frederick G. Kenyon fue un arqueólogo y papirólogo británico nacido el 15 de enero de 1863 y fallecido el 23 de agosto de 1952. Trabajó en excavaciones importantes en el Oriente Próximo (en Tell es Sultán, Jericó) en los años 1920, lo que inició los estudios prehistóricos sobre el Neolítico. Otras expediciones en Ur y Carquemis contaron con su colaboración experta.

Fue director del Museo Británico desde 1909 a 1930, colaborando en la edición de papiros que contenían grandes obras de la literatura griega clásica, así como en la difusión del conocimiento sobre manuscritos bíblicos (como los de la colección Chester Beatty, siglo II). Su hija Kathleen Kenyon [1906-1978] colaboró extensamente en sus proyectos arqueológicos, siguiendo sus pasos en el campo de la investigación prehistórica.

De 1917 a 1921 fue presidente de la Academia Británica. También publicó diversos libros sobre arqueología y la Biblia».

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¿Es el evangelio lucasiano de nuestras actuales biblias una traducción fiel del que escribió el evangelista Lucas? La respuesta general es que los escritos bíblicos son confiables y no están alterados, como hemos visto en los párrafos inmediatos anteriores; y la respuesta particular, respecto al evangelio lucasiano, es obviamente la misma (puesto que dicho evangelio forma parte de la Biblia).

Erasmo de Rotterdam.

Desiderio Erasmo de Rotterdam (1466-1536) fue un humanista, filósofo, filólogo y teólogo holandés, autor de importantes obras, escritas en latín. Después de ser ordenado sacerdote católico (es decir, a partir de 1490), Erasmo estudió en la Universidad de París, que se encontraba en ese momento experimentando con gran fuerza el Renacimiento de la cultura de Grecia y Roma. Posiblemente en esta etapa se encuentren los comienzos del pensamiento humanista de Erasmo, que convirtieron al joven en un pensador libre y profesor de ideas independientes.

Erasmo viajó a Londres entre 1499 y 1500. Lo más importante de este viaje fue la oportunidad que tuvo de escuchar a John Colet dando una gran exposición sobre la vida del apóstol Pablo en la Universidad de Oxford. Una vez terminada, Erasmo se acercó a John Colet y mantuvo con él una larga conversación sobre el modo de efectuar una lectura verdaderamente humanista de la Biblia, lo que marcaría profundamente su forma de pensar.

NOTA:

El HUMANISMO es un movimiento intelectual, filosófico y cultural europeo estrechamente ligado al Renacimiento y cuyo origen se sitúa en el siglo XIV en la península Itálica (especialmente en Florencia, Roma y Venecia), en personalidades tales como Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio. Busca la Antigüedad Clásica y retoma el antiguo antropocentrismo griego del siglo de oro, y mantiene su hegemonía en buena parte de Europa hasta fines del siglo XVI, cuando se fue transformando y diversificando a merced de los cambios provocados por la evolución social e ideológica de Europa.

Algunos de los rasgos ideológicos del humanismo son: El antropocentrismo o consideración de que el hombre es importante (su inteligencia es superior, al servicio de la fe que le une con el Creador). La razón humana adquiere valor supremo. Se ve como legítimo el deseo de fama, gloria, prestigio y poder (valores "paganos" que mejoran al hombre. Existe fe en el hombre: la idea de que merece la pena pelear por la fama y la gloria en este mundo incita a realizar grandes hazañas y emular las del pasado. La fe se desplaza de Dios al hombre. El retorno a las fuentes primigenias del saber, la lectura de los clásicos en los textos originales y no a través de la opinión que dieron sobre ellos los "santos padres" y la religión católica. Búsqueda de una espiritualidad más humana e interior, más libre y directa y menos externa, rechazando las imposiciones de la Inquisición y del poderío de la Iglesia.

Erasmo empezó a dictar una cátedra como profesor titular de Teología en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, durante el gobierno del Rey Enrique VIII, donde haría amistades que le durarían toda la vida: Tomás Moro, John Colet y Thomas Linacre. Se le ofreció un trabajo vitalicio en el Queen's College de la Universidad de Cambridge y es posible que, de desearlo, hubiera podido pasar el resto de su vida enseñando Ciencias Sagradas a lo mejor de la realeza y la nobleza inglesas. Sin embargo, su naturaleza inquieta y viajera y su espíritu curioso, junto a un incontrolable rechazo a todo lo que significara rutina, lo hicieron declinar ese cargo y todos los que se le ofrecieron en adelante.

Entre 1506 y 1509 Erasmo vivió en Italia, la mayor parte del tiempo trabajando en una imprenta. Varias veces más se le ofrecieron trabajos serios y bien pagados, especialmente como profesor, a lo cual él respondía que prefería no aceptarlos, porque lo que ganaba en la imprenta, si bien no era mucho, le resultaba suficiente.

A partir de esas conexiones con universidades y con escritores que iban a la imprenta, Erasmo comenzó a rodearse de quienes pensaban igual que él y rechazaban los abusos de la Iglesia. La fama de Erasmo se extendió progresivamente por toda Italia, y sus ideas sobre la elevación intelectual y religiosa comenzaron a conocerse y discutirse.

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No sabemos cuál de las tres instituciones educativas, en las que estuvo internado Erasmo en su juventud, fue la causante del profundo rechazo que sintió toda su vida hacia el autoritarismo que impedía pensar libremente. Pudo ser la escuela primaria (de los 8 a los 13 años), el convento agustino (de los 16 a los 22) o la Universidad de París (a mediados de la década de 1490, cuando tenía más de 24 años).

Como resultado de su estancia en alguna de ellas, o en las tres, Erasmo desarrolló un sentimiento de rechazo frente a la Iglesia Católica y llegó a la conclusión de que tanto los colegios como las Universidades y, en general, la misma Iglesia, impedían pensar libremente. Desde entonces se opuso a cualquier tipo de autoridad y buscó mayor libertad leyendo a los escritores de Grecia y Roma, puesto que ellos vivieron en los tiempos en que todavía el cristianismo no había triunfado. Quizá fueran los métodos de disciplina que en las tres escuelas se aplicaba (como en todas partes, en aquella época) para "quebrar la voluntad" de los alumnos, lo que le llevó a distanciarse de las autoridades. Lo que nadie podía prever era que la voluntad de Erasmo se resistiría a ser "quebrada" hasta el mismísimo día de su muerte. Por otra parte, se enfurecía al ver la "disciplina" que se aplicaba con los niños, mientras los monjes disfrutaban relajadamente contrariando hipócritamente los propios principios morales que enseñaban.

Las polémicas de Erasmo contra la Iglesia han sido malinterpretadas con frecuencia. Erasmo, que estaba de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, quería utilizar su formación universitaria y su capacidad para transmitir ideas, con el fin de aclarar las doctrinas católicas y hacer que la Iglesia permitiera más libertad de pensamiento. Pero estos objetivos no eran compartidos por los obispos del siglo XVI.

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Desde su trabajo de académico versado tanto en la doctrina como en la vida monacal, Erasmo creyó su obligación liberar a la Iglesia de la parálisis a que la condenaban la rigidez del pensamiento y las instituciones de la Edad Media, ya que él creía que el Renacimiento era una manera de pensar fundamentalmente nueva. La tradición y las ideas de la Edad Media no tenían ya lugar en el mundo, y él, creyéndose el "cruzado de la rectitud", debía ser el encargado de cambiar el estado de cosas.

Martín Lutero fue el primer hombre que se rebeló con éxito contra la jerarquía católica y, con sus ideas, creó una Iglesia distinta de la católica. Lutero dijo en muchas ocasiones que una de sus fuentes de inspiración era la traducción que Erasmo había hecho de la Biblia; esa traducción había llamado de inmediato la atención del gran reformador y la analizó detalladamente hasta el final de su vida. El amor de Lutero por esta versión desató una catarata de traducciones que por primera vez puso al "Nuevo Testamento" al alcance de la gente que no sabía leer el latín. En 1522, seis años después de la publicación de Erasmo, Lutero la tradujo por primera vez al alemán. A su vez, la versión alemana de Lutero fue la base de la primera traducción de William Tyndale al inglés en 1526.

Los seguidores de Martín Lutero se propagaron por toda Europa un año después de la publicación del "Nuevo Testamento" en latín de Erasmo de Rotterdam, lo que puso al traductor en una difícil situación de exposición pública. Lutero clamó a los cuatro vientos que el trabajo de Erasmo le había ayudado a ver la verdad, por lo que la mirada de la Iglesia comenzó a caer sobre Erasmo, que supuestamente había dado el paso inicial de la Reforma que terminaría por dividir al cristianismo.

Esta situación no fue fácil para Erasmo, siendo como era su carácter y la poca simpatía que sentía por la Iglesia y por el Papa. El conflicto entre la Iglesia y los luteranos se hizo evidente para todo el mundo, y ambos bandos exigieron de inmediato a quienes no habían tomado partido que eligiesen un bando.

Esto mismo le sucedió a Erasmo, que para colmo estaba en la cúspide de la fama por sus importantes obras literarias. Lo que ni Lutero ni el Papa comprendían era que, en la mentalidad individualista del sabio, ponerse del lado de católicos o de protestantes le resultaba igualmente repugnante. No estaba dispuesto a colaborar con ninguno de los dos bandos, porque le importaba más su libertad de pensamiento y su independencia individual e intelectual. Sabía, por supuesto, que esa libertad se perdería si se unía a cualquiera de los bandos. Se negó a tomar partido y ésa fue una jugada peligrosa.

A través de toda su vida, Erasmo había sido consecuente en sus críticas a los poderes establecidos y a los abusos que los malos religiosos hacían de ellos. Al verse involucrado en la trampa de tomar partido, tuvo que dar explicaciones y decir públicamente que sus ataques jamás se habían dirigido contra la Iglesia como institución ni menos contra Dios como fuente de inteligencia y justicia, sino sólo contra los malos obispos y frailes que ganaban dinero vendiendo el paraíso y cometían otros delitos religiosos como la simonía.

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