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El conflicto Indo Pakistan (página 2)


Partes: 1, 2

Pakistán:

Estado de Asia meridional situado entre la China al NE, la India al Este y SE, Irán al Oeste y Afganistán al Oeste, NO y Norte. Se distinguen tres regiones:la montañosa del Norte y NE (Karakorum y parte del Hindu-Kush y del Himalaya), las altas tierras del Baluchistán y el valle del Indo. El gran río pakistaní es el Indo, al que afluyen caudalosos afluentes. Clima tropical, excepto en el Norte que es de tipo alpino.

El Pakistán, junto con la actual Unión India y Bangla Desh (el antiguo Pakistán Oriental), formó parte del imperio británico de la India, hasta 1947 en que se convirtió en dos Dominios autonómos dentro de la Mancomunidad Británica de Naciones. Estuvo integrada por dos provincias, Pakistán Oriental y Pakistán Occidental, separadas por la Unión India, hasta marzo de 1971, en que la provincia Oriental se declaró independiente con el nombre de Bangla Desh, declaración que, tras una cruenta guerra, se ratificó en enero de 1972.

Las divisiones administrativas de la República Islámica de Pakistán contemplan la existencia de cuatro provincias federadas, Baluchistán, la Provincia de la Frontera del Noroeste, Punjab y Sindh, a lo que se agrega el Area Tribal (en el extremo Noroeste) administrada federalmente y el territorio de la capital federal: Islamabad.

Las provincias, de manera fundamental, toman cuerpo a partir de su entidad étnica predominante ("subnacionalidad"). Sin embargo, durante las décadas que siguieron a la partición, se fue produciendo un intercambio entre las provincias federadas por parte de determinados estratos socio-demográficos. De esta manera, numerosas familias punjabis o pathanas han echado raíces en Sindh.

Si bien todas las fuentes consultadas insisten en destacar que uno de los problemas más graves de Pakistan consiste en las rivalidades provinciales, es preciso destacar que las mismas toman cuerpo de manera muy definida a partir de los múltiples conflictos, no sólo entre provincias, sino entre sus diferentes representantes al interior de cada provincia.

Durante miles de años, la región geopolítica de Pakistan fue una suerte de crisol donde se fundían pueblos de origen ario, dravidio, turco, afgano, persa, árabe, mogol, y otros, aunque el tipo predominante es el de tronco indo-ario. Los baluchis y pathanes, por ejemplo, tienen como ancestros a turcos e iranios.

Con el decursar del tiempo fueron adquiriendo fisonomía propia y lengua común los hoy baluchis, pathanes, punjabis y sindhis. Quiere ello decir que si bien el urdu es la lengua oficial de Pakistan, sólo una pequeña minoría tiene a este idioma como su lengua madre; tal es el caso de la mayoría de los habitantes de Sindh que, provenientes de India, fueron asentándose en las nuevas tierras tras la partición.

A todo ello se une la influencia que el "sello de lo indio" tiene en el pueblo paquistano, principalmente en el orden histórico y sociocultural, y sobre todo, en provincias de tanto peso como Punjab y Sindh.

Por otra parte conviene apuntar que el 70% de la población general del país es islámica de corte sunnita mientras que aproximadamente el 20% es chiíta.

Al interior de la comunidad chiíta, muy fuerte económicamente y con gran ascendencia en Baluchistán (fronterizo con Irán), se destaca la secta Ismaelita, cuyos fieles son seguidores del Agha Khan y cuyo representante en Islamabad es el Emir de Huirza. Por lo tanto, en las diferentes provincias encontramos las lógicas contradicciones socio-clasistas, así como las intraclasistas; el ropaje que asumen es bien conocido: pugnas político-partidistas, luchas étnicas, religiosas y sectarias, exponentes todas de la fragmentación política típica de Pakistán.

Estas características generales son comunes a todas las provincias del país. Viendo a Pakistán como un todo, podría decirse que el llamado subnacionalismo unido a la tradición de gobiernos militares, han contribuído con la alienación de la población, sometida por demás a las propias barreras que impone la ideología islámica.

Modelo de país dependiente del capital occidental, carente de recursos y con una economía basada casi en un 100% en el sector privado, Pakistán es hoy uno de los países más pobres del tercer mundo. Sólo una exigua élite exhibe niveles de vida altos, mientras que el pueblo, en su inmensa mayoría, está sometido a una pobreza considerable. Sindh, y sus famosas ciudades de Karachi y Hyderabad son muestras vivientes de lo dicho.

Jammu Kashmir:

Jammu Kashmir, es el nombre del territorio situado en la región septentrional del subcontinente indio. Limita al norte con Afganistán y China, al este con China, al sur con India y al oeste con Pakistán. Jammu y Kashmir es el estado más situado más al norte de la Unión India.

Los desfiladeros tortuosos que la separan del subcontinente por el Sur la preservaron durante siglos de conquistadores foráneos. Por centurias pudieron preservarse las huellas de lo que fue el centro budista (siglos II-III) de Srinagar, cuyo nombre significa literalmente ciudad de la sabiduría. En el siglo XVI, sin embargo, la vida de la zona sufrió cambios significativos con la entrada de las huestes mongolas. La invasión del Islam conllevó los movimientos tribales de los afganos y pathanes a través del paso de Kaiber. Los sikh, dueños ya de todo el Punjab, se apoderaron del valle del oro y ejercieron su poder hasta la derrota de Ranjit Singh frente a los británicos.

Como estado, Jammu y Cachemira nació luego de la guerra entre el poderoso jefe político-militar-religioso Ranjit Singh y los británicos en 1846. Cachemira (Kashmir) fue separada del Punjab y entregada a Gulab Singh, el maharaja de Jammu. Desde entonces, los descendientes dogras del rey hindú ejercieron el poder sobre una población en la cual el credo islámico había logrado prender con fuerza, particularmente en los sectores más pobres de la región.

Durante las décadas de los años 20 al 30, se creó en Cachemira un fuerte sentimiento nacionalista que se mantuvo vivo durante la década que preludió la independencia. La población, mayoritariamente musulmana, se encontraba sometida a la doble explotación del rey dogra y su nobleza, y la de sus amos ingleses. La lucha por la independencia en la región cobró un relieve nacionalista muy fuerte, consecuencia lógica del grado de miseria crónica prevaleciente.

Tras la partición del Raj Británico le fue concedida la independencia a todos los territorios, incluyendo a los cerca de 500 principados, ahora en libertad de decidir su acceso a India o a Pakistan.

Seis de estos estados solicitaron su incorporación a la nación islámica, a los que se sumaron las tribus del Noroeste antiguamente sometidas formalmente a Inglaterra; el resto, se integró a India con excepción de Hyderabad, Djunagadh y Cachemira. Los dos primeros terminaron accediendo a la Unión India dada su mayoría poblacional hindú. Ello no ocurrió con Cachemira

India controla la mayor parte de Cachemira, territorio organizado como el Estado de Jammu y Kashmir. Pakistán administra el resto (la parte noroeste), que se denomina Azad Kashmir (Cachemira Libre). La capital del Estado de Jammu y Kashmir es Srinagar. El centro administrativo de Azad Kashmir es la ciudad de Muzaffarabad. La extensión del Estado de Jammu y Kashmir es de unos 138.430 kms2 y su población, según estimaciones para 1991, 7.718.700 habitantes. Por su parte, la extensión de Azad Kashmir es de 84.160 kms2, y su población, según estimaciones para 1985, sería de 2.800.000 habitantes. El territorio en disputa tiene una extensión de 222.236 km2, aproximadamente.

Partición y conflicto:

En realidad, el conflicto indo-pakistaní toma forma desde que el Acta de Independencia fue aprobada por el Parlamento Británico el 16 de julio de 1947 en el cual se daba por terminado el poder colonial sobre el subcontinente a partir del 15 de agosto de ese año.

Al amparo del Acta de Independencia nacieron los dos Estados, India y Pakistán y desde ese mismo momento Asia Sur se convirtió en un área conflictiva.

En 1885 la creación del Congreso Nacional Indio (CNI) en fue un reclamo de los sectores de la burguesía india, principalmente de los terratenientes y la clase media, con vistas a obtener una representación en la Administración colonial, así como garantías en cuanto a ciertas libertades económicas, después de concluir la Primera Guerra Mundial, la tendencia independentista se había logrado imponer con toda la urgencia de la necesidad histórica.

El movimiento de resistencia no violenta, a la cabeza del cual se encontraba Mohandas K. Gandhi (1869-1948), alcanzó un punto cimero con el llamamiento al satyagraha (desobediencia civil) y al swadeshi (boicot a las mercancías inglesas) que dominó la década del 30.

La actividad del Partido Comunista (PCI) y sus organizaciones sindicales y campesinas, se unía al parovico comandado por Gandhi. Manifestaciones obreras por la independencia se produjeron en centros tan importantes como Calcuta y Bombay, y en numerosas aldeas a todo lo largo y ancho de la colonia. El movimiento popular de la ciudad y el campo fue tomando una radicalización progresiva que devenía, necesariamente, prolegómeno de la independencia de la India Británica.

Fue en este contexto que las autoridades coloniales autorizaron de manera oficial la vida partidista de la Liga Musulmana, resorte infalible -hasta ahora en reserva- para promover la división en el seno del heterogéneo movimiento independentista. Ya en esta década, la idea de un Estado Islámico separado había permeado la ideología de los líderes musulmanes.

Posteriormente, en 1940 sería formalmente adoptado por la Liga Musulmana encabezada por Quaid-i-Azam Muhammad Ali Jinnah (1876-1949).

Pero aquel no fue el primero de los pasos emprendidos por la corona británica para "auspiciar" la guerra fratricida entre hindúes y musulmanes. Ya desde 1909, las Reformas Morley-Minto estipulaban la conveniencia de los derechos electorales por separado. En este espíritu se concibieron y ejecutaron las Reformas Montagu-Chelmsford y las leyes Rowlat en 1919. Esta última excedía, por cierto, el marco de las querellas entre hindúes y musulmanes, para regular y reprimir cualquier intento que pudiese ser calificado de terrorista por las autoridades británicas, así como toda forma de demanda de autonomía.

La respuesta de la Metrópoli a la efervescencia independentista que se multiplicaba por la vasta colonia, fue La Constitución de 1935 Esta ejerció una influencia decisiva en las ulteriores deformaciones socio-políticas inherente al paso del autogobierno a la independencia definitiva. Las cláusulas de la Constitución, a la vez que acortaban y ataban más fuerte la cadena de la dependencia, desataban el mayor número de contradicciones posibles entre el Congreso Nacional Indio y la Liga Musulmana, generando enfrentamientos irreconciliables entre ambas organizaciones.

El trato preferencial otorgado a la Liga Musulmana contribuyó a cimentar la ideología del Pakistán como necesidad histórica, vital, de los musulmanes que habitaban la colonia y de esta manera, el nacionalismo islámico comenzó a anteponer el separatismo a toda solución o fórmula de independencia.

Jawaharlal Nehru (1889-1964), llamó a boicotear la Constitución de 1935 y encontró toda una muralla de intereses adversos por parte de los sectores más conservadores del CNI. La oligarquía nativa (hindú y musulmana) le dio la bienvenida al autogobierno y con éste, a la ideología del Pakistán. De manera creciente el conflicto confesional fue ubicado en el mismo centro de la vida nacional, asegurando para los contrarios la hegemonía político-religiosa y clasista en el seno de sus respectivas comunidades.

La situación de la India británica, se fue tornando cada vez más crítica en la década de los años 40. En el año 1942 se intensificaron las huelgas obreras y las manifestaciones campesinas bajo las banderas del movimiento gandhiano conocido como "Quit India Movement"; en el ejército anglo-indio crecía la protesta contra el reclutamiento forzoso destinado a defender los territorios de la Corona frente a la avanzada japonesa y ya en diciembre de 1945, una revuelta en gran escala estremeció a diversos centros industriales y emporios agrícolas de la colonia.

La celebración de elecciones en ese invierno sirvió para separar más al movimiento independentista indio; aunque el CNI obtuvo votos mayoritarios, en la práctica, quedaba demostrado el ya insalvable abismo entre éste y la Liga Musulmana, la que acaparaba el 30% de los asientos en la Asamblea Legislativa Central. El llamado gobierno interino quedó abortado por la lucha entre los dos punteros por una mayor representatividad en el gabinete.

El proceso de Partición del subcontinente, en realidad, se instrumentaba bajo cuerdas. El Virrey Wavel, con la expresa aprobación del gabinete de Winston Churchill, anunció el 14 de junio de 1945, que se darían los primeros pasos efectivos para la "pax britannica".

Entre tanto, Bengala, provincia de alta densidad de población islámica y teatro de enfrentamientos muy agudos entre hindúes y musulmanes, fue la primera en estallar tras la convocatoria de la Liga Musulmana a la "Acción Directa" es pos de la nación musulmana. La carnicería desatada pronto se extendió por todos los rincones de la India británica.

Lord Mountbatten, quien dispuso, junto con la independencia, la Partición del Raj , alteró drásticamente la decisión colonial de "entregar el gobierno a manos responsables" antes de junio de 1948, El trazado de las nuevas fronteras no incluía a Bengala y al Punjab completos en tierras musulmanas sino que ambos serían, a su vez, cercenados en dos partes "lo más iguales posibles" atendiendo a las composiciones poblacionales.

Después de un siglo de dominio británico, la independencia del subcontinente indio venía acompañada de guerra civil comunal, migraciones masivas y "particiones".

El Parlamento Británico aprobaba el Acta de Independencia de India en julio de 1947, la misma estipulaba la división del subcontinente en dos porciones. Los días 14-15 de agosto de 1947, quedaba disuelto el quizás mayor imperio del mundo, el que durante siglos se había conformado como crisol de pueblos y culturas.

Con el nacimiento de la Unión India y de Pakistán; el sueño del poeta musulmán Iqbal (Sir Muhammad Iqbal 1876-1938) devenía acontecimiento histórico. Delhi, asiento de 21 dinastías y cementerio de 17 imperios dejaba de ser la capital del Raj.

Este poeta, sostenía que era imposible aunar bajo una fórmula de gobierno unitaria a tantas formas de vida social en la vastedad de la India de entonces. Se debía tomar en cuenta, ante todo, la comunidad religiosa como base de toda identidad. Demandó la creación de una forma confederada de Unión que diera cabida a un Estado Musulmán compuesto por el Punjab -completo-, Sindh, Baluchistán y la Provincia de la Frontera. En todas sus obras se reiteraba la necesidad de agrupar a los musulmanes en una "nación basada en unidad de lengua, raza, historia, religión e identidad de intereses económicos…". –

La Partición fue considerada por los líderes musulmanes -y los líderes del CNI, finalmente-, como la puerta de escape a la tensión comunalista. Alí Jinnah, el Quaid-i-Azam, devendría jefe supremo de la "tierra prometida", del hogar que albergaría a más de 100 millones de "musulmanes libres". Según la percepción de la Liga Musulmana, su triunfo se proyectaba doble: sobre los ingleses y sobre los hindúes.

Las aspiraciones de la Liga Musulmana se habían concentrado en un Estado conformado por áreas mayoritariamente islámicas y entre ellas, el Punjab, que por entonces se encontraba conformado por 29 distritos agrupados en 5 divisiones (Multán, Rawalpindi, Lahore, Jullundur y Ambala). Del total poblacional de la provincia (28,4 millones), 16,2 millones eran musulmanes y 12,2, hindúes y sikh. Sin embargo, la comisión de demarcación de las fronteras presidida por Radcliffe, determinó su división en dos porciones.

Bengala, por su parte, que durante siglos fue una unidad integrada de cultura en su sentido más amplio, también fue viseccionada. De sus 60 millones de habitantes, el 98% agrupaba a hindúes (25%) y a musulmanes (33%). El resto, pertenecía a población tribal, cristianos, budistas y otros.

Tanto el Punjab como Bengala y Assam fueron sometidos a los rigores de la Partición. La nación pakistaní venía al mundo dividida a su vez por la masa enorme de territorio indio, que en línea recta cubre unos 1700 km. Karachi, su primera ciudad capital, se encontraba a 2,400 km. del Pakistán Oriental, sólo accesible por las vías aéreas -aún no desarrolladas-, o las marítimas.

Pero esta carencia de integridad territorial fue tan sólo uno de los serios problemas que debió enfrentar Pakistán.

Entre las numerosas consecuencias que conllevó la ‘Partición’ y cuyos efectos se mantienen vivos a las puertas del tercer milenio se pueden destacar:

Los éxodos y deportaciones masivas que ocasionaron el desarraigo de millones de seres humanos. Se estima que éste ha sido el mayor intercambio poblacional de la historia.

El odio comunal entre hindúes y musulmanes recibió una fuerte inyección en ambos países; durante años, las carnicerías se extendieron también a los sikh.

A pesar de haber surgido un estado islámico llamado a albergar a la población musulmana del subcontinente, del lado indio de la frontera quedaron cerca de 50 millones de musulmanes.

Una de las características del Pakistán de entonces, que es hoy destacada por muchos estudiosos es el problema relativo a la identidad nacional. El mayor Estado musulmán del mundo después de Indonesia, se concibió como la unidad federativa de cinco provincias: Baluchistán, Sindh, La Frontera del Noroeste, así como las porciones de Bengala y Punjab que de acuerdo con el plan de Mountbatten quedaron en la parte pakistaní.

Cada una de estas provincias se encierra en un universo propio y el criterio de unidad e integridad obedece -de manera esencial- a la común filiación al credo islámico.

Resulta interesante señalar que el Punjab y la Provincia de la Frontera del Noroeste, que desempeñan un papel relevante en la vida Pakistana actual, fueron las últimas en aceptar la existencia del nuevo estado. Por su parte, los musulmanes de Bihar y Uttar Pradesh, que eran las voces más altas en el reclamo por la nación islámica, quedaron, en un gran número, en territorio indio.

Si el desarraigo y el hambre que siguió a la Partición fueron un serio problema para India, del otro lado de la frontera alcanzó proporciones alarmantes. Uno de cada cinco pakistaníes era refugiado. El vacío que dejaron los comerciantes e industriales hindúes, principalmente en Sindh, asiento de su primera capital, Karachi, sólo pudo ser llenado con el paso de los años merced, en buena medida, a los llamados muhajires procedentes de varias provincias indias, principalmente de Bombay.

Pakistán, además, tuvo que partir de cero en su nacimiento como país independiente. Carecía de todo tipo de infraestructura; la capital hubo de ser improvisada; las nuevas oficinas destinadas al gobierno se fueron instalando de manera muy rudimentaria, así como mantener durante algunos años funcionarios y oficiales británicos en puestos claves de la administración (y de las fuerzas armadas).

La propia organización del gobierno fue un proceso doloroso en la vida nacional.

La Liga Musulmana evidenció su falta de preparación para el ejercicio del gobierno debido a que su propósito cardinal había sido la lucha por el Pakistán. Alí Jinnah, padre del Pakistán, retuvo las funciones ceremoniales como Jefe de Estado en su nueva condición de Gobernador General. Sin embargo, la maquinaria del naciente poder político estaba en manos del primer ministro, Liaquat Alí Khan, conocido como el Quaid-i-Millet o Líder de la Nación, quien se mantuvo al frente de la Liga Musulmana y de la Presidencia de la Asamblea Constituyente.

Alí Jinnah, por improntas del destino, falleció en Septiembre de 1948, a sólo 13 meses de la conquista del Pakistán, dejando a sus sucesores el gran problema -aún no resuelto- de la identidad nacional del nuevo país.

Carente de programas económicos, políticos y sociales, Pakistán debió enfrentar el holocausto del Punjab, la entrada inicial de 8 millones de refugiados, la desarticulación económica y sus implicaciones socio-políticas en las diferentes provincias; pero de manera muy aguda en el propio Punjab y Bengala, la parálisis nacional acaecida como resultado de la caída de los precios del yute y el algodón, la falta de entendimiento entre los líderes de la Liga Musulmana en torno al futuro constitucional del país y la crisis de liderazgo producida, primero por la muerte de Alí Jinnah y Liaqat Ali Khan.

Punjab perdió sus canales de irrigación (aspecto de dura fricción con India en el período inicial) y a su burguesía compradora sikh; y Bengala, el puerto de Calcuta, más toda la infraestructura industrial del procesamiento del yute y de los cueros.

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Oneida Georgina Benítez Menéndez

Licenciada en Educación en la especialidad de Marxismo Leninismo e Historia.

Master en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales, actualmente me desempeño como profesor instructor del ISP Rafael María de Mendive, de la provincia Pinar del Río

 

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