La familia bitácora anticuada desprovista de polo magnético
La familia, en esta etapa, ha dejado de ser el lugar preferido donde se busca información. Ésta ha sido sustituida por medios de comunicación y por el impacto de la afiliación a grupos. Fuentes conjuntas, que actúan como crisoles.
Fraguas, donde fundir y donde templar nuevas direcciones a viejas inquietudes — el joven moderno, navega al garete en su añoranza incierta.
Porque la adolescencia, es asimismo un período de duelo y de tristeza. Duelo y tristeza por la pérdida del paraíso que la niñez, no muy lejana, antes, constituyera.
Confrontamos con ello nuevas perspectivas.
La identificación idealizada con la generación anterior estalla, y a diferencia de lo que ocurrió en los años 60s con la llamada emancipación sexual, cuyo catalizador implicaba una confrontación. Hoy las pautas de las generaciones anteriores ya no interesan, ni siquiera en términos de oposición, y la asimetría se genera entre esas figuras pasadas y quienes deben acceder a la autonomía estable de ser adulto.
De ahí también la importancia que tiene para los adolescentes, los conciertos y los "raves", que constituyen modos de ensayo, de formas y opciones, en búsqueda de esa utopía tan elusiva que, para ellos, significa el ser feliz. (Véase mi ponencia: La Guerra Contra las Drogas en monografias.com).
Nadie me entiende… a nadie le importo…
En una ponencia, ya vieja, una vez propuse: "The task of adolescence is to grow up and away…" (La tarea de la adolescencia es crecer y partir) — Lo que para muchos de entre los jóvenes en tan triste como dificultoso. (Julio 11-13, 1980: 32nd Annual Scientific Assembly-The Missouri Academy of Family Physicians. Lake of the Ozarks: "An Overview of the Management of Behavioral Disorders of Children and Adolescents".
La emancipación, simultánea aunque subrepticia, de los padres. A, veces, toma forma de una rebelión donde se cuestionan los valores de la generación vieja. Donde se resaltan las falsedades y donde se demanda un derecho de autonomía. Autonomía que puede expresarse como libre albedrío en materias del sexo, del uso de las drogas o del cigarrillo, de desdeñar la educación universitaria, o de sumergirse en la profundidad caótica de la anorexia o de cualquier otra disorexia — el ciego, guiando al (otro) menos ciego — que los grupos, para tantos, significan. (Aquí recomendamos: Anorexia Nervosa: Let me Be! Por A. Crisp).
Estas opciones pueden ser ilusorias
La renuncia a los principios de la generación anterior, aunque ésta sea mínima o simbólica, y la recomposición de valores –– que fueron aceptados y que ahora son rechazados, simplemente, por provenir de los padres o de sus representantes — resultan actualmente más complejos que en otros tiempos. Es como si la generación anterior fallara en dar los ejemplos constantes y válidos que son esenciales para proveer una identidad madura, sólida y duradera.
No puede esperarse que se viva por ejemplos que son frágiles.
Pero el proceso no avanza sin tropiezos, entre ellos aparece, el descubrimiento inesperado de la cesación del vínculo matrimonial de algunos padres, cuyo maridaje, a menudo se disuelve cuando los hijos entran esta etapa.
La caracterización de los progenitores, como figuras que viven crisis existenciales ellos mismos, asimismo aparece como obstáculo en sus vidas confusas y desprevenidas.
Y la confusión que produce en la mente del joven, la tendencia de algunos papás de abusar de las drogas, mientras condenan el uso de las mismas por la juventud — o de hacerse la vista gorda, si respecta a las actividades sexuales. A todos confunde, especialmente a los hijos. (Véase mi ponencia: Crisis Existencial).
La sociedad dominicana, como la de tantos países, atravesada por acontecimientos históricos aún no asimilados y cuyo movimiento no garantiza que se encuentre en tránsito hacia lugar previsible alguno, no puede determinar el marco visual en el cual se inserten las generaciones que transitan entre la infancia y la juventud.
Los procesos de alienación de los adultos, obligados a reubicarse cotidianamente para garantizar su inserción en la cadena productiva –– sino en el proceso social en su conjunto —– constituyen un obstáculo mayor para la elaboración de propuestas que no dejen a los adolescentes y jóvenes tempranos a la merced de la alienación social.
No es todo lo que es crítico
He señalado en otras ocasiones la diferencia entre los procesos de auto conservación y de auto preservación, que constituyen los fulcros de la ecuanimidad personal.
Siendo el ego un elemento de identificación que toma a su cargo y metaforiza la totalidad de los procesos de establecer la realidad suprema; sus bases se estabilizan alrededor de dos mojones:
- aquél que tiene que ver con la identidad sexual y
- aquél que determina la garantía de la independencia madura.
Ambos, actuando como conjunto de fuerzas, articulan el ser cohesivo y consciente del individuo, y no sólo su existencia.
En tiempos de estabilidad emocional, siempre viajan juntas, y se puede preservar la identidad sin por ello dejar de ser quien se es. En otras palabras, manteniendo el sentimiento y la noción de una individualidad basada en la conciencia personal. (Véase: The Feeling of What Happens: Body and Emotion in the Making of Consciousness por A. Damasio).
Pero, en épocas históricas separadoras, ambos ejes entran en contradicción y la supervivencia biológica se contrapone a la vida psíquica. Lo que obliga a optar entre sobrevivir a costa de dejar de ser, o seguir siendo quien se es, a costa de la vida emocional.
A este fenómeno, Erikson llamó "la difusión de la identidad", significando la abolición de la misma.
La crisis de identidad de la sociedad dominicana pone de manifiesto que esta contradicción acecha al conjunto. En la disminución de quienes se ven lanzados al mercado laboral tempranamente en la búsqueda o conservación del trabajo. Mientras quedan atrapados en el sostenimiento de lo insatisfactorio y, paradójicamente, con temor a perderlo.
Si los adultos están confusos… ¿dónde queda el adolescente?
El trabajo: el trabajar como deber — y — el trabajo: el trabajar, como etapa de maduración consolidada…
En nuestro medio, el trabajo se repudia, y el joven, en su forma más ferviente, lo evade.
La separación generacional entre mayores e hijos, se agrava por el hecho de que el país se ha convertido en un lugar transitorio para los jóvenes que aún piensan en un futuro posible, y en un espacio sin sentido para quienes tienen vedada incluso esa perspectiva.
Pero el signo más notable del vacío ideológico en el que se ven sumergidos los adolescentes radica en que el discurso de los padres se ha deslizado hacia el plano auto conservativo — a lo auto conservativo inmediato, cuando temen que anden por las calles porque les pueden robar o matar o porque pueden matarse o quedar librados a situaciones de desprotección extrema. Y a lo auto conservativo mediato, cuando se les plantea que todo el sentido de su vida actual está regido por la necesidad de no caer de la cadena laboral en el futuro cercano; sino que se diviertan lo que puedan, pero que al mismo tiempo
que sueñen que sobrevivirán económicamente.
Despojado el estudio formal de todo valor simbólico, permanece propuesto, en las representaciones dominantes de la sociedad, como medio de acceder a posibilidades de supervivencia — Y si el robo no es propiciado como salida posible, ello no es sólo por los recatos morales que la sociedad aún conserva, sino por la inviabilidad de su ejercicio exitoso sin acceso al poder económico o político.
"Me gusta leer, me gusta leer, me gusta leer…" Es mensaje huero, a menudo proferido por aquéllos quienes nunca apartan las cubiertas de un libro.
Hecho triste… (Véase mi ponencia: La Personalidad Mimética en monografías.com y en Psikis).
Muchos jóvenes en este u otros países insulares en su psicología, como tienden a ser los países de Latinoamérica, confrontan a diario las contradicciones incongruentes de figuras en autoridad que se proyectan a sí mismas en los periódicos como modelos de virtud a seguir. Mientras que se enriquecen del dolo y el ardid, mantienen amantes públicamente y no tratan de disfrazar sus ambiciones políticas y de riquezas producto del latrocinio. (Véase mi ponencia ¡Libres al fin! Que aparece en monografias.com).
En este respecto la venalidad eclesiástica contribuye enormemente, porque los clérigos endosan, ambos, los comportamientos inmorales y a quienes los proyectan — siempre y cuando sean poderosos, adinerados o — preferiblemente — ambas cosas.
El aceleramiento en la pubertad, de la pubertad misma, por la sobrealimentación desregulada y la de tareas vinculadas a la adolescencia, de temas que deberían ser incumbencia de edades más avanzadas, no es sino el efecto de la angustia que rige al conjunto — la angustia resultante es tanto de padres como de hijos. Entrelazados al temor de que los goces no alcanzados en el presente ya no tengan lugar en el futuro.
Lo que subyace un moralismo de conveniencia y de apariencias. Un moralismo vinculado a admitir que algo no funciona, pero que no existe modo para remediarlo.
Un ejemplo, a mi mente brota, en este respecto.
En las clases pudientes dominicanas — ya que aquí no existen "clases medias" — se acostumbra a permitir relaciones amorosas, con todo lo que éstas conllevan, entre mujeres de menos de quince años, en espera de su celebración "quinceañera" con hombres casados, divorciados y que, a menudo, duplican o aun triplican la edad de la niña inexperta.
El adolescente dominicano vive, a menudo, un estado de confusión existencial
No se debe, sin embargo, suponer que los adolescentes están sometidos a la ausencia de un universo modulador posible. Las instituciones mediadoras de la identificación han variado y de ellas depende la recomposición de procesos de identidad que enfrenten la desintegración.
Los padres mismos, por razones extrañas, temen el ejercicio de su autoridad, confundiendo aun más a sus hijos confusos.
Algunos gestionan soluciones — tratando de hacer "algo"…
En nuestro entorno, siguen operando micro grupos que proponen establecer modos de cohesión y de re-identificación para los adolescentes y jóvenes e incluso para los adultos. Pero, no se vislumbran aún grandes proyectos capaces de articular una reestructuración en conjunto de la sociedad, la cual, actualmente, sólo se unifica en el sentimiento general compartido.
Lo que es milagroso es que aún se conserven, luego de traumatismos reiterados y desilusiones innumerables, rasgos de solidaridad y espíritu de recomposición donde pueden apoyarse los tres pilares de la identidad: las representaciones, los fines compartidos y los afectos vinculantes.
Los restos de un país solidario, que se define por la producción de bienes simbólicos, emergen en los intersticios donde se insertan las posibilidades plasmadoras de los adolescentes; desde los movimientos de rescate específico de su historia –– en la cual la Noche Larga de la Indiferencia de los padres, ocupa un lugar definitivo como símbolo de una generación que trasciende –– hasta la participación, fundidos en una masa que abarca varias generaciones, en razón de que el trabajo, o su carencia, amalgama más allá de las particiones que la educación impone.
Sin dejar de lado las formas espontáneas de recomposición de la marginalidad, en la cual las identificaciones recíprocas se proponen por la concepción de códigos convenientes, que intentan liberar el robo, concebido como trabajo; de la tutela corrompida de los adultos que hacen usufructo del mismo.
El caso reciente de los tantos bancos de quiebras fraudulentas y de tantos desfalcos al gobierno — y al público. Que, por todos conocidos, no dejan de afectar a la juventud, siempre en búsqueda ansiosa por modelos de probidad y justicia.
Como tantas veces hemos dicho en nuestras ponencias al tema, a nadie satisface la absurdidad implícita en el adagio malgastado de, "Haz como yo digo, pero no como yo hago".
Como alguien conocido dijera: "Siendo mi pariente, y habiendo engañado a papi… ¡que ahora quiera ser presidente es algo increíble!" — lo peor siendo, que esta observación puede aplicar a cualquiera de ambos sexos.
Pero más inverosímil aún es que pueda llegar a suceder — porque, es este el país donde todo lo imposible sucede…
Son muchas las veces que hallo drogas en tus ropas…
Todo ello ocurre mientras que muchos padres e hijos pretenden ignorar lo que todos saben — que el papá y la mamá viven una mentira matrimonial y que los logros monetarios gozados por la familia fueron mal habidos. En estos recitales dramáticos en los cuales las palabras de la realidad suplantan al discurso político para el público consumidor, muy poco les queda a los padres, que puedan hacer cuando sus sermones caen en oídos indiferentes — sino sordos.
Tú saliste con mi novio, ¡chopa!
Invitemos a Melania de nuevo
Melania ha aparecido en otras ponencias, como algunos recordarán.
En esta lección solamente requerimos su presencia para ilustrar un aspecto incongruente de la relación con su madre.
Algo que, a muchos les sonará familiar como ya veremos.
La madre tuvo a Melania por accidente. La tuvo porque la concibió resultado del sexo desprotegido. En su propia manera de entenderlo, la mamá se sintió traicionada por su propia madre por no haber enseñado a tres hijas cómo no salir embarazadas, si nada más.
Cuando Melania nació, la madre, aun muy joven y sin haber terminado el bachillerato, contrajo nupcias con el padre de la niña, salió de él y pronto reanudó su juventud interrumpida dejando la recién nacida bajo el cuidado de su propia madre.
A medida que Melania creciera y se tornara en el torbellino emocional y de comportamientos que fuera, la mamá se distanció progresivamente de ella.
Más adelante, habiendo comenzado terapia y llegado a un equilibrio emocional que le permitiera, por vez primera en su vida disoluta, querer protegerse contra embarazos imprevistos, la mamá rehusó dar su consentimiento, en bases de que de así hacerlo, sería dar "luz verde para el sexo" — añadiendo sobriamente, "yo sé que es puta, pero no con mi permiso…" (Para entender mejor este asunto, léase mi artículo: Temas de la Neurociencia: Coherencia en la Educación).
Prosigamos
Los requisitos de una reestructuración personal tienen así bases en las que sostenerse, y ello desde un proceso de unificación recíproca del conjunto, ya que no hay condiciones para proponer una perspectiva de identificación a los adolescentes si no se recomponen las grandes líneas de la cohesión emocional que se ven fracturadas en los adultos mismos. Identidad ésta, que no puede modularse sino en el continuo de una recuperación social de los preceptos que, más allá de sus fallas y capitulaciones, formaron a varias generaciones.
El país aún se alimenta de su capital simbólico, al cual no debemos renunciar sin una revisión profunda que nos permita saber quiénes somos, sin una asimilación de los hastíos e impasses a las cuales fuimos conducidos, con las dosis de verdad con las cuales lo más lúcido del siglo pasado se identificó.
No mientas… estás tomando la píldora… y, ¿para qué?
En resumen
En este país vive una adolescencia frustrada y acrimoniosa por lo poco que hemos hecho para guiarlos con firmeza y para comprenderlos con ternura.
Les ofrecemos oportunidades de estudio, sin preguntarles cómo les va en sus carreras y qué notas están sacando en la universidad — lo que no hacemos por miedos de molestarlos, y porque tememos que nos digan: "Y, a ti, ¿qué te importa?"
Les tememos porque sus fallos, para siempre serán los nuestros, ya que a nosotros nos tocará recoger las piezas del debacle.
Los que se gradúan — luego de cambios caprichosos de carreras — lo hacen, a menudo por vis a tergo, y sin saber cómo llegaron a lograrlo.
El post graduado es rutinario. Por medio de influencias políticas se asegura de que los nuevos profesionales trabajen en sinecuras sin significado moral, para que ellos simplemente existan, y esperando que entonces, ellos las tomen como labores genuinas, dignas y provechosas.
Esperamos muy poco de ellos. Mientras que los preparamos para nada de utilidad con qué enfrentar un futuro — Un futuro que sea independiente de nuestro subsidio sin interrupción.
Nuestro monstruo es que nuestros hijos jóvenes, son reflejos de nuestra apatía — como padres, y descuido emocional — como modelos de identificación — ya que nos jactamos de vivir la vida, como nos place a nosotros, y ¿qué más da?
Sad…
Amor adolescente: ¿Antes? o ¿después… del himeneo?
Dr. Félix E. F. Larocca
El amor, como apego, es un proceso de naturaleza esencial para el desarrollo equilibrado de la mayoría de los vertebrados superiores — especies entre la que la nuestra se encuentra, y en las que de alguna forma intercalada, muchas de las castas de animales sociales como las hormigas, las termitas y las abejas, asimismo se pueden contar. (Para el entendimiento de esta lección, recomendamos las siguientes ponencias, por mí escritas: John Bowlby: Apunte Biográfico, Apego: ¿Servilismo o Amor Sano? y Apego Humano).
Capaz de abnegación, nepotismo y de altruismo… sin mencionar la embriaguez…
El amor como objeto del estudio de las neurociencias es un sujeto fascinante que ocupa otras ponencias. (Véase: La monogamia y sus aspectos de adaptación).
Pero el amor y el sexo no son iguales
El amor y el sentimiento sexual, aunque se consideran sincrónicos y armónicos, no siempre lo son.
Los sentimientos sexuales son instintivos para la reproducción y comienzan mucho antes de la pubertad — vide supra. Como ha sido notado por Havelock Ellis, S. Freud, San Agustín y Alfred Kinsey. Los niños bien pequeños y hasta los bebés de dos y tres meses experimentan sensaciones eróticas. (Véanse mis ponencias al respecto).
El sexo y la sexualidad
El sexo en la adolescencia nunca se debe considerar con reproche o exclusión por parte de los adultos. La transparencia es esencial ya que pocos adolescentes modernos gozan de suficiente desarrollo emocional, conocimiento específico, o poseen la madurez para estar sensiblemente envueltos profundamente; formulando compromisos serios, con una compañera o compañero sexual.
Para los adolescentes y los adultos por igual, el estar envueltos sexualmente siempre debe juzgarse con una norma de lo que es ventajoso o de lo que no lo es. Las experiencias sexuales serias que brindan crecimiento y felicidad, mediante el intercambio de valores objetivos, son generalmente benéficas sin importar la edad. Pero las relaciones sexuales casuales, que no se fundamentan en valores éticos o que se forman desde una base hedonista, son dañinas para todos, porque socavan la autoestima y obstruyen los sentimientos valiosos.
Concebido así, se entiende que el comportamiento sexual del ser humano posee matices psicológicos profundos.
Los adolescentes que inician relaciones sexuales antes de que sean maduros, como viéramos en el caso de Melania, o que deseen envolverse en relaciones serias sin preparación alguna, van a comprometer su futura capacidad para lograr el amor sensible. La pérdida de autoestima que resulta de entregar casualmente el cuerpo, milita en contra de los placeres emocionales, del amor romántico y de la felicidad de pareja a largo plazo. De igual manera, el sexo casual o manipulador debilita la autoestima, independientemente de la edad. (Véanse mis ponencias: Bebé Obeso y Temas de las Neurociencias: Sensatez en la Educación).
La vie blue. Pablo Ruiz Picasso
El matrimonio…
El matrimonio de por sí no es el único criterio para comenzar relaciones sexuales. De hecho, el evitar el sexo hasta el matrimonio, para un creciente número de personas, es una decisión invalidada por la costumbre actual. Es así, porque ahora se cree que en cualquier relación seria de amor romántico, el sexo satisfactorio es requerido para el completo crecimiento y la intimidad emocional. (Véase mi ponencia: El Himeneo, ceremonia trivial ¿o tribal?…).
Que el sexo prematrimonial y casual existe, es una realidad que hay que acatar — y no, que atacar.
Es una realidad y hay que reconocer su existencia para asimilarla.
En adición al logro del crecimiento emocional completo, muchos proponen, que el sexo prematrimonial orientado meramente hacia los placeres, entre personas maduras y preparadas para practicarlo, les ayuda a eliminar la dañina ansiedad de ejecución sexual frecuentemente experimentada en los matrimonios vírgenes e ingenuos. Esa liberación de ansiedades sexuales permite, dicen ellos, que ambos en la pareja se concentren en asuntos no-sexuales que son importantes en las relaciones románticas que producen duración. (Una obra de aparición reciente, apropiada a este tema, y de interés literario: On Chesil Beach por I. McEwan).
Nada más absurdo. El veredicto final es, que pesar de todo lo que se ha dicho: La infidelidad y el divorcio, entre estas parejas casuales, siguen un curso inexorable de progresión sin interrupciones, porque parten de la convivencia experimental y sin obligaciones mutuas. (Véanse mis ponencias: Virgen, El Himeneo… y La Monogamia y sus Aspectos de Adaptación).
sexo da la vida. Pero, no es todo lo que hay en la vida
Para muchos, obsesionados con el sexo, como actividad de placer, este se convierte en fuente de recreo y nada más. Para ellos, por ser mal ajustados, se reservan los terapeutas del campo impreciso de la sexología.
Y para los que, usando la comida como sustituto al sexo, se empachan por razones similares, existen los dietistas — profesionales que son asimismo improbables desde el punto de vista natural.
Brueghel. Boda del pobre
Las relaciones sexuales no-maritales pueden proveer una gama completa de valores sensuales y placeres mixtos y complejos, ya que a veces permanecen incompletas con excitaciones diferentes al sexo marital, convencional y fiel. Las aventuras sexuales no-maritales ofrecen importes nimios que, aunque satisfacen la sensualidad, no exaltan la vida, mientras evitan el sacrificio de la felicidad que domina los matrimonios cerrados que se basan en el deber mutuo y en el culto de la honestidad.
Las relaciones sexuales no-maritales generalmente permiten poco tiempo y roban libertad para el trabajo creativo y el desarrollo del ego maduro, lo que a su vez puede conducir a una merma de valores, seguridad y fortaleza — eso opinan quienes conciben el sexo como parte del desarrollo total del ser humano. (Véanse los trabajos de Erik H. Erikson al respecto).
Oralidad sexual temprana…
La seducción como técnica
El primer manual sexual (Ars Amatoria) conocido fue escrito alrededor del Siglo II AC por el poeta romano, Ovidio. Este breviario enfatiza las técnicas de seducción para el sexo casual. Además de esto, el manual promueve agresivamente la perspectiva de diversión, de "don Juan" o del "play boy" en cuanto al sexo; mientras que enseña varios juegos en los cuales se desempeñan roles o se actúan libretos con técnicas manipuladoras para seducir a las mujeres. Shakespeare lo menciona en The Taming of the Shrew (La Fierecilla Domada).
Lo mismo de siempre…
Los enfoques de Don Juan y del "play boy" hacia el sexo, hoy usan champaña, carros lujosos, manipulaciones recreativas del compañero o compañera sexual y el profesar "sinceridad" y "seriedad", pragmáticamente, cuando ésta resulta conveniente, estratégicamente. Pero la mayoría de los don Juanees modernos sólo pueden fingir lujuria mientras realmente están aterrorizados de su propia ineptitud sexual — porque el don Juan, a menudo es homosexual latente, impotente, o ambas cosas. Algo a lo que asimismo Shakespeare alude en su drama The Two Gentlemen of Verona (Los Dos Caballeros de Verona).
Muchos don Juanees nunca han experimentado éxtasis psicológicos/eróticos/sensuales y toda su vida permanecen siendo vírgenes psicosexualmente — porque ellos nunca desarrollan la capacidad de despertar ni de recibir placeres sincrónicos.
Por eso, muchos, al fin y al cabo, terminan engordando y usando Viagra, comenzando a una edad temprana. Mientras que los que reverencian la relación madura entre parejas, prescinden de su uso de por vida. (Véase mi ponencia: Sexo después de los 65 años en monografías.com).
Ovidio, en su vida disoluta, pudo ser candidato al sexólogo de hoy o a mantener un portal de erotismo en el Internet.
Lo que es bueno saber y darse por enterado
Tras cada relación sexual, psicológicamente, existe un motivo saludable o indirecto, aunque frecuentemente ese motivo permanezca escondido o subconsciente. Una persona debe percatarse del motivo que él o ella tiene para las relaciones entre los sexos. El esconder un motivo no saludable o neurótico para una relación sexual, o no sexual, es destructivo para ambos en la pareja. (Véase: The Tangled Wing: Biological Contrains in the Human Spirit por M. Konner).
Donde el hipotálamo hace su entrada
Las emociones negativas posteriores, son señales naturales de alarma, provenientes del hipotálamo cerebral. Si una persona hace algo que no es ventajoso para ella física o psicológicamente, el hipotálamo, luego de haberlo registrado por los lóbulos pre-frontales y el sistema límbico, lo va a comunicar con reacciones de malestar o incomodidad, similares al desasosiego que se experimenta después de una hartura o exceso epicúreo de cualquier tipo. Sentimientos posteriores al hecho, transmitidos por este sistema regulador, normalmente indican con precisión si las acciones ejecutadas fueron últimamente ventajosas o no ventajosas. El sexo inmaduro es conflictivo y no colma al que lo practica con nada más que resacas de remordimientos. (Véase mi ponencia: El precio de una "jartura").
La seducción y la atracción — cosas diferentes
El atractivo seductivo y la sensualidad son dos condiciones diferentes. El atractivo seductivo o la seducción tradicional, involucran estrategias astutas para lograr un fin, frecuentemente con propósitos egoístas. Por otro lado, el sensualismo envuelve la franqueza y la expresión de sí mismo sin culpabilidad. La sensualidad es una característica saludable y deseable, mientras que la seducción generalmente es una característica artificiosa y corrompida.
sensualidad, cuando se utiliza para realzar el poder personal y el control sobre alguien más, nunca contribuye a la felicidad y al placer total. La seducción, cuando se usa para manipular al compañero o compañera sexual, socava la autoestima y destruye el derecho a la felicidad de la otra persona.
Joao Miró
Sin embargo, las técnicas de seducción para el sexo serio pueden ser laudables y beneficiosas. Esas técnicas son no-manipuladoras y se pueden contener una vez que la naturaleza del sexo maduro es comprendida. Los hombres y mujeres que adoptan los conceptos maduros pueden desarrollar técnicas efectivas de ascendiente sensual. Las técnicas envuelven el integrar el vestido, los cosméticos y el acicalamiento con las expresiones del cuerpo y la voz de la persona — todas combinadas para proyectar mayor atractivo sexual. Una vez adquiridas, esas técnicas, que logran ventajas, están disponibles para usarlas siempre.
Pero, cuando aquí, hablamos de la adolescencia, refiriéndonos asimismo al sexo, no lo hacemos obedeciendo al deseo de hablar por hablar; sino que lo hacemos por la razón específica de que creemos que padres, que hayan tenido la paciencia de leer esta ponencia hasta este lugar, son padres que desean un punto de partida para no sólo explorar los sentimientos de sus hijos creciendo en un mundo repleto de enigmas y de posibilidades inciertas, sino para igualmente asistirlos en su búsqueda por soluciones a sus inquietudes normales — de lograr, algún día, ser maduros.
Las fuerzas primarias de atracción, entre personas que se mueven camino a relaciones de amor romántico, son los rasgos únicos de la personalidad. Toda relación romántica basada en el sexo maduro generalmente progresa convirtiéndose en un proceso de fascinación mutua en el cual ambas personas en la pareja se esfuerzan en proyectar creciente atractivo sensual y sexual entre ambos.
Las seducciones no manipuladoras no son seducciones en el sentido del Don Juan, sino que son proyecciones de atractivo amoroso combinadas con confianza, honestidad y, sobre todo, con ternura.
clase de donaire ayuda a ambas personas en la pareja a ser sexualmente libres y recíprocos, entre ellos, física y emocionalmente.
Edvard Munch, Flirt
En resumen
Como todo en la vida del ser humano, el sexo requiere discernimiento y enseñanza. Quizás, de todas las cosas importantes que hay que aprender en la vida, el conocimiento sexual es el que más se descuida por quienes tienen, como deber, enseñarlo.
Por su parte la madurez psicosexual natural, que en todos, debe de progresar armoniosamente, falla en su cometido porque, a menudo, los padres y los que, a los niños educan; no son ellos mismos maduros, no saben, o no desean impartir este conocimiento.
El sexo maduro es libertad, no licencia — como la mamá de Melania creyera…
Estoy embarazada y voy a tener mi bebé…
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Epílogo:
¿Por qué quo vadis en el título de esta lección?
La expresión es latina, significando ¿Hacia dónde vas? Refiriéndose al encuentro entre San Pedro y Jesucristo en la Vía Appia. Pedro, huía sus perseguidores, soldados del Emperador Nerón, cuando tuvo una visión de Cristo a quien preguntara, "Domine, quo vadis?" (Señor, ¿hacia dónde vas?). Jesús le contestó, "Hacia donde yo voy, ahora, tú no puedes seguirme; pero tú me seguirás después" (Juan 13:36). Pedro entendió que Jesús le decía que iba camino a Roma para ser crucificado de nuevo. El santo apóstol, entonces, acatando su propio destino, volvió a Roma donde fue crucificado en la faldera de la Colina Vaticana, sitio que hoy ocupa la Basílica de San Pedro.
El deber, parece tema apto para dar fin a esta lección…
El deber
D Dr. Félix E. F. Larocca
Sociólogos y otros investigadores de las relaciones humanas han emitido la voz de alarma: el deterioro en la convivencia social que distancia a algunos padres de sus hijos y a los educadores de sus alumnos, y que, en su peor versión, llenando las páginas de los noticieros, tiene mucho que ver con el hecho de que las últimas dos generaciones han transformado parte de un sistema de valores que parecía asumido, o percibido como positivo, en sociedades desarrolladas como la nuestra.
La incontenible violencia machista, los desencuentros entre padres e hijos y entre estos y sus profesores, el culto que rinden a la violencia ciertos sectores juveniles, el nuevo fenómeno de adolescentes descontrolados durante fines de semana llenos de drogas y alcohol. Sumados al creciente fracaso escolar y la consiguiente desmotivación de los jóvenes, la competitividad inhumana en algunas empresas… son manifestaciones de una problemática que tiene muchas y complejas causas, una de las cuales podría ser la quiebra de algunos principios universales despreciados por su esencia a caduco o poco moderno, como el respeto a las personas mayores, el cuidado con las cosas que son de todos o la cultura del esfuerzo como medio para el progreso material y personal.
Más de un sociólogo y pedagogo comienza a reivindicarlos, aun a costa de cargar con una imagen negativa de reaccionario o contrario a la moda y a las creencias en boga; como el individualismo egoísta, la satisfacción inmediata de cualquier deseo o la diversión a toda costa.
Parte de nuestra sociedad parece solicitar que quienes tenemos responsabilidades, entre otros, padres, educadores y medios de comunicación, rescatemos esos principios imperecederos que promueven la vida en sociedad y dotan de un sentido humano, urbano y coherente a nuestras vidas.
Los principios nos hacen más maduros y más libres
Tengamos presente que la escala de valores y creencias de cada persona es la que determina su forma de pensar y su comportamiento. La carencia de un sistema de preceptos definido y compartido por la mayoría de la población instala al sujeto, especialmente al menos maduro, en la indefinición e indefensión y en un vacío existencial que le deja dependiente de otros y de los criterios de conducta y modas más raros.
Por el contrario, los valores asumidos como cultura, como los que compartimos con los seres humanos que nos rodean y con todos en general, nos ayudan a saber quiénes somos, a dónde vamos, qué queremos y qué medios o herramientas nos pueden conducir al logro fundamental de nuestra existencia: el bienestar emocional, uno de los elementos esenciales de eso que denominamos calidad de vida.
Estos valores no dependen de los tiempos ni de las circunstancias, porque nada tiene que ver con el sistema económico o político vigente ni con las contingencias concretas o modas del momento. Son intemporales, esencialmente humanos y promovedores de la sociabilidad y del equilibrio en la relación entre las personas que resultan. Están por encima de las corrientes, por su sólida vinculación con la dignidad de la persona. Y porque promulgan el respeto a las opiniones y necesidades de los demás. Son valores del ego, que no puede desarrollarse si uno no vive en libertad y en coherencia con unos principios íntimamente relacionados con la responsabilidad de entender que todos somos seres humanos, con nuestra dignidad, nuestras necesidades, nuestros gustos y nuestra propia emotividad. En suma, iguales en nuestras diferencias.
Enseñar por precepto
En las últimas décadas han primado, acaso como reacción a las anteriores, planteamientos más coercitivos que dialogantes, con posturas pedagógicas más permisivas y abiertas, basadas en el dejar hacer y en el principio de no coacción a la espontaneidad de la persona. Esto se ha percibido especialmente en las relaciones entre padres e hijos y entre estos y sus profesores. Hay muchas causas sociales, políticas e incluso económicas — la mujer se incorpora al trabajo remunerado y los padres apenas tienen tiempo para ver, y mucho menos para educar, a sus hijos — que explican esta evolución, pero no nos detengamos ahí. La sensación que predomina en algunos padres y educadores es que la experiencia liberal no ha sido del todo positiva. A los adolescentes les cuesta reconocer la autoridad moral de padres y educadores y los problemas de convivencia afloran en muchas familias. Como resultado, son demasiados los jóvenes (y mayores, por supuesto) que se comportan ignorando los más elementales principios de solidaridad y de respeto a los demás.
De un distante y frío autoritarismo, poco inclinado a las explicaciones y menos aún a escuchar al niño o joven, hemos pasado a una permisividad del todo va y se estima que quizá tardemos toda una generación en recuperar la autoridad dialogante, una autoridad que fija y marca límites justos, razonables y negociables. Límites que son necesarios para el aprendizaje de la libertad personal y la convivencia social. Si no se discute que es difícil educar en valores cuando se mantiene una actitud controladora y represiva, cada día está más claro que no es más sencillo conseguirlo desde la tolerancia casi sin límites que parece reinar hoy en muchos hogares. No son pocos los padres y educadores, y en general adultos, que temen contrariar a los jóvenes, aunque la razón les asista.
Ahora bien, no se trata de auto culpabilizarnos, ni de culpar a nadie de por qué y cómo hemos llegado donde estamos, si no de que cada uno, como parte involucrada, asuma la porción de responsabilidad que le corresponde en la educación en esos principios. Pero sólo en la medida en que vivamos los valores que queremos trasmitir conseguiremos el objetivo. Porque educar es, fundamentalmente, comunicar a través del ejemplo, trasmitir actitudes y comportamientos.
Valores importantes:
1) Respetar a las personas mayores: lo hemos vivido casi como una imposición "por ser el padre o madre, abuelo o abuela". Cambiemos esa obediencia ciega por el sincero respeto hacia quienes, con una vida de esfuerzos, nos han trasmitido la próspera sociedad que disfrutamos. 2) Honrar a los educadores: volver a revestirles de la dignidad y respeto que su profesión merece y aceptar su autoridad. Es imprescindible. 3) Simpatía hacia los débiles que nos rodean. 4) Respeto a los bienes y servicios públicos. Protegerlo, como nuestro el patrimonio común. 5) No permitirnos ser víctimas del consumismo. 6) Aprender a escuchar y ponernos en el lugar de con quienes dialogamos. (Véase mi ponencia: La empatía y su entendimiento neural). 7) Aprender a esperar, a respetar el turno, y a no insistir en ser siempre el primero. 8) Aprender a perder, a fallar, a asumir el fracaso como proceso básico de todo aprendizaje de crecimiento personal. 9) Desarrollar el sentido de responsabilidad. Organización, puntualidad, empeño por hacer bien las cosas… son actitudes positivas. 10) Incrementar la autoestima, cuidar de nosotros mismos. Practiquemos las virtudes de aceptación, valoración y disciplina con uno mismo. |
En resumen
Los dictámenes morales son esenciales, y como parte de nuestra historia evolutiva, funcionan para asistirnos en adaptar a los rigores de nuestras vidas y en lograr ser flexibles con nosotros mismos y en el trato con los demás.
Ser justos y dignos nos proyectará una imagen envidiable, como miembros especiales de todo grupo al que pertenezcamos.
¡Marchemos, entonces!
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Dr. Félix E. F. Larocca
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