Durante el transcurso del siglo decimoséptimo, prosiguió la obtención de los terrenos próximos al territorio que nos ocupa: en 1671 Juan de la Gama o Agama fundó la hacienda San Julián; en 1679, el corral San Antón fue propiedad de Luis Justiniani Osorio; Tiburcio Díaz Pimienta había adquirido desde 1633 el Cajunagua; y Luis de Soto El Cangre desde 1629… También aparecieron otros apellidos de propietarios, tales como Juan Lemus, Diego González de la Torre, Hernando Pérez Barreto, Manuel Antúnez…Así, lentamente prosiguió el proceso de propiedades, que después se testan, venden, dividen o fraccionan, etc.
Sabido es también, que nuestro mencionado y querido río, el mayor de las provincias habaneras, fonéticamente se confundía con los vocablos Onicajina o Güinicajina, (que con una amplia gama de combinaciones, como aparece en los documentos, se escribía unas veces con "j", con "g", y con "x", y otras terminando o no con la "l", y en ocasiones con la sílaba tónica al final o en la penúltima); por otra parte, el prefijo o apócope de Güinicajina, -en este caso "güini"-, dio por resultado al nombrado corral Los Güines mercedado a don Diego de la Rivera el 22 de octubre de 1598
Durante la etapa colonial, los muy variados afluentes y efluentes de la cuenca hidrográfica del río, tomaba diversas denominaciones acorde con el sitio, lugar, hacienda o corral por los cuales transitaba; así, en los anales aparecen múltiples toponímicos: Bayamo, Bija, Vija o Rija, Culebra, Mal Potón o Mampostón, de La Catalina, de los Güines, Ojo de Agua, Yamaraguas, etc., etc.
No fue hasta después de mediados el siglo XIX, cuando el río que desembocaba en la playa llamada de Mayabeque, en la costa sur de Melena del Sur, tomara el nombre del "río del Mayabeque", comenzando así a denominarse en la nomenclatura de la cartografía, con el patronímico de Río Mayabeque.
Esta amplia cuenca hidrográfica dio lugar al nacimiento de un amplio territorio que se irradió a lo largo de la historia colonial, neocolonial y seudorrepublicana, que forjó raíces de una común idiosincrasia y una identidad cultural, que se incrementó y fortaleció con el nombre de una amplia región tras el triunfo revolucionario de 1959 en el fragor de la construcción de nuestra sociedad socialista.
De los once municipios que ocupan territorialmente la provincia Mayabeque, ocho de ellos están fuertemente imbricados, y tres han mantenido sólidas relaciones de todo tipo: corresponden los primeros a Batabanó, Güines, Jaruco, Madruga, Melena, San José de las Lajas, Nueva Paz y San Nicolás. Y en los segundos de hayan Bejucal, Quivicán y Santa Cruz del Norte. Todas contarán con una digna cabecera capitalina; es incuestionable que San José de las Lajas posee un amplio desarrollo de sus fuerzas productivas en diversos planos de la economía: agropecuario, industrial, y comercial, además del aspecto cultural y educacional.
Existen muchas expectativas, muy pocas insatisfacciones y sí muchas satisfacciones. A esta iniciativa decidida de la nueva división política administrativa le auguramos rotundos éxitos, ya que gracias a la misma se incrementará el control, la inspección, la fiscalización, la desagregación más equitativa de los presupuestos, uso más racional de las personas capacitadas, nuevas fuentes de ingreso, incremento de la fuerza de trabajo con múltiples posibilidades además de la necesaria optimización de los recursos con mayor eficiencia, en un amplio territorio con terrenos muy fértiles, clima benigno, abundantes aguas y una población muy emprendedora y muy laboriosa. A la provincia mayabequina le auguramos rotundos éxitos.
¡Soy mayabequino!
Tras sabios estudios calculados con amplia lógica, y por muchas razones, celebro la novedosa realidad que vivimos los emprendedores y laboriosos moradores de las dos nuevas provincias que se fueron organizando y se crearon ya con real existencia a partir y desde las doce horas de la noche, – 0:00 horas-, del 1ro de enero del 2011.
Entre los motivos muy principales, la Provincia Mayabeque, con sus 11 municipios en la nueva y actual división político-administrativa del país, se justifica, y mucho que convence por obvias razones indiscutibles de diversas índoles, sobre todo a saber por aspectos geográficos, históricos y culturales, además de sus interrelaciones asentadas por añejos lazos de raíces identitarias comunes que en realidad las unen patrimonialmente.
Además, otros motivos justifican la existencia de estas dos nuevas provincias hermanadas, ya que se optimizan recursos humanos y fuerzas laborales, económicas y productivas, y una distribución justa, racional y equitativa, tanto de sus valores como del presupuesto.
A través de años, el territorio que estuvo connotado por el apelativo brindado primero por ser una zona aborigen siboney, bañada entre otras por las aguas marinas de las playas que tuvo el mismo nombre, y posteriormente más acuñado por su enorme río que desemboca en dicha costa, se hizo costumbre masiva y popular, -y por ende de generalizado uso en todos los aspectos-, y reiterado por todas las manifestaciones culturales, -por poetas escritores y artistas de todas las tendencias-, el utilizar el gentilicio del Mayabeque, como MAYABEQUINO.
Asombra y suena de muy mal gusto, que algunos novedosos inventores pretendan, de forma forzosa y superficial, poner en uso un nuevo gentilicio: "mayabequense", el cual atenta contra los valores de nuestras raíces de la cultura popular tradicional, contra nuestra identidad, y lo hacen por puro regionalismo, chovinismo u snobismo.
Es por todo esto que me uno al clamor de nuestros habitantes, y saludamos nuestra nueva Provincia MAYABEQUE, y digo con ellos, con justo y merecido orgullo: "¡SOMOS MAYABEQUINOS!".
-Caballo: aunque, -cosa que me alegra-, suene a EQUINOS, pero… ¡somos MAYABEQUINOS! (SIC).
Acerca de la identidad mayabequina
Para adquirir conciencia sobre si mismo, el hombre precisa concientizar primero las raíces de los estados emocionales y conductuales los cuales, combinados con el sistema de costumbres y tradiciones, definen la personalidad social del individuo o al conjunto de ellos.
Siguiendo estos caminos se arriba a la conclusión de que somos unos en tanto nacionalidad, y al propio tiempo diversos, como individuos insertados en espacios geohistóricos diferentes. Esa es la concepción prístina del Universo (según la etimología y la semántica), lo diverso en lo uno.
La especificidad dentro de lo homogéneo está determinada por la concomitancia de factores que atañen tanto a la propia geografía específica del lugar, como a las peculiaridades de su poblamiento, o sea, a su historicidad factual como núcleos político-administrativos.
Estos rumbos indagativos nos conducen a tipificar tres niveles de relación al aludir el perfil psicosocial del cubano .Dichos raseros son:
– el macrocomunitario (espacio nacional) ,
el mesocumunitario (espacio provincial), y
– el microcomunitario (espacio regional específico).
A la vera de las reflexiones anteriores se deduce un presupuesto teórico: la identidad sociocultural, en tanto objeto de estudio, debe ser abordada desde dos perspectivas bien diferenciadas, pero interrelacionadas armónicamente.
Las dos opciones antedichas, pueden enmarcarse en las dos cláusulas siguientes:
1ra.- lo que nos iguala y convierte en cuerpo social único y semejante, y
2da.- aquello que nos especifica e individualiza del conglomerado comunitario al cual pertenecemos..
Por tal motivo, para conceptualizar acerca de identidad en los términos antes planteados, deben descomponerse y después sintetizarse los caracteres étnicos, psicológicos, sociológicos y culturales de la comunidad humana foco de atención, concebidas estas cualidades tanto en su unidad como en su diversidad.
Tal empeño impone serios retos, pues la literatura local carece de un enfoque sistémico sobre el asunto. Urge, por consiguiente, dilucidar un prontuario de temas que permitan diseñar el perfil sicosocial del güinero, como eslabón del complejo sociocultural llamado mayabequino.
La tarea antes enunciada escapa al propósito de estos apuntes tanteadores, que sugieren, más que afirman, aristas tipificadoras de la conducta sociológica y social del poblador de esta huerta, la principal perla de la diadema mayabequina.
Insistimos en esta expresión generalizadora, ligada al río que marcó el curso del poblamiento regional, porque más que un tipo genérico güinero, buscamos aquello que nos define como miembros de una comunidad supraadministrativa llamada Mayabeque.
Aclarada la inquietud insinuante de las acotaciones que siguen, estamos en disposición de ir al diseño de un perfil caracterológico del güinero (mayabequino). Antes, es necesario reiterar el carácter tanteador de estos apuntes, pues no se pretenden dictar afirmaciones conclusivas.
La cubanía cultural se asienta en la simbiosis de influencias diversas, destacando la europea española, la africana y la asiática. Las dos primeras dejaron huellas más hondas en la composición demográfica güinera, porque si bien es cierto que un nutrido grupo de coolíes chinos trasegó por estos lares, predominó en ellos la conducta trashumante, una vez manumitidos de sus obligaciones contractuales.
La herencia española se localiza en muchos rasgos del comportamiento social del güinero, no obstante que con el tiempo se han venido deteriorando algunas costumbres, y el impacto del período especial ha puesto en crisis muchos paradigmas conductuales.
Las normas de cortesía y hospitalidad de los primeros habitantes de esta comarca y sus descendientes, es un remanente de la forma de ser española. Un viajero norteamericano, John G. Wurdemann, hacía notar esa influencia de la "cortesía española " que hace a todos los habitantes de la Isla "hospitalarios y bondadosos"(1). El médico norteamericano que suscribió esos apuntes, visitó la villa de Güines y fue objeto de las atenciones de los convecinos.
Otro atributo de nuestra hispanidad tiene que ver con los hábitos alimentarios: un desayuno frugal, un almuerzo más reforzado y una cena temprana, generalmente hacia el atardecer.
Aprovechemos este momento para anotar que Güines no posee, (al menos reconocido oficialmente), un plato típico autóctono, sino que incorporó a su menú tradicional las propuestas elaboradas en otras regiones. Claro que cuando se trata de fechas señaladas, tiene sus predilecciones, como son el arroz moro o congrí (la mayor de las veces mal llamados así o confundidos), la carne de cerdo, asada o frita y la yuca hervida con aliño de aceite, naranja ácida y ajo.
Al entresacar estas hilachas sobre nuestros orígenes, es oportuno recordar que al poblamiento inicial de los hatos y corrales mercedados entre los quinientos y los seiscientos, siguió un período de intensificación del colonato ibérico, aunque también llegó mucho isleño hispánico procedente de Islas Canarias.
El labriego insular y su descendencia cubrió de vegas de tabaco las tierras de Güines y nos dejó como herencia laboral el machete y la guataca de cabo corto, entre otros implementos. Incorporó además al perfil personológico del lugareño, su honestidad, disposición laboral, espíritu de pequeño propietario y rebeldía congénita.
Desde el punto de vista puramente cultural, el canario nos legó el apego a la décima, cánticos de cuna, serenatas e himnos laborales. La espinela, acriollada en las improvisaciones del campesino de origen canario, venía a ser – según señala Jorge Ibarra- "la expresión más idónea de su enraizamiento en la tierra y en la naturaleza de su existencia cotidiana. Su trasfondo lo constituía la ideología campesina espontánea que se había formado progresivamente en la soledad de los vegueríos y sitios de labor, verdaderos islotes dentro de las vastas sabanas de los hatos de la clase terrateniente.(2)
A partir de esta conciencia presentista e improvisadora, pueden explicarse otras características del lugareño, como son sus inclinaciones por el jolgorio (guateques) y la disputa, no importa el tema de esta última siempre que de polemizar se trate. La combinación de ambos rasgos de la personalidad local explica la preferencia por la controversia campesina.
No puede olvidarse en este recuento aproximativo, la conversión del gran veguerío territorial en un extenso manto de caña de azúcar. El llamado "boom" azucarero en el crucero de los siglos dieciocho y diecinueve, implicó el aumento de la población africana, con la introducción de mano de obra esclava.
En este abigarrado proceso de poblamiento, se fueron mezclando las costumbres, los cantos, los bailes, la narrativa mágico-religiosa, entre otras formas de expresión cultural que trajo el esclavo desde su patria natal.
La marca africana se hizo notable no sólo en sus reflejos puramente semánticos, al cambiar la coloración epitelial de los güineros, antes bien, el mayor impacto se produjo en las proyecciones conductuales de este pueblo mestizo por mandato histórico.
De esta suerte nos hicimos rumberos por excelencia, pues en el barrio de Leguina, núcleo primigenio de la Villa, quedó atrapado para siempre el retumbar de los tambores que en Día de Reyes y otras festividades se dejaban escuchar.
No por accidente , Helio Orovio puede señalar una temprana presencia de buenos rumberos en Güines ,"donde se daban grandes rumbas en el barrio de Leguina, y donde hubo columbianos como Frijolito, Tutuyo, Jacinto y Jorge Zaldívar".(3)
También Leonardo Acosta ha reparado en la preeminencia de la rumba en Güines cuando escribe:" en el siglo actual la rumba es una música eminente urbana y suburbana, concentrada sobre todo en Matanzas y La Habana (sin olvidar a Guanabacoa, Regla, Marianao, Güines…)". El mismo autor menciona entre "los rumberos más destacados" a El Guinero y a Arístides Soto (Tata Güines).(4)
En este ambiente se cultivó la fértil imaginación de Gonzalo Ascencio, (Tío Tom) el mejor y más prolífico autor que ha dado nuestro país en esa popular variante de la rumba que se llama guaguancó .Ascencio residió en Güines en la década del cincuenta en una casa de la antigua calle Reina (actualmente avenida 91).
Necesariamente, sólo en medio de una atmósfera rumbera como la descrita, pudo nacer como artista el versátil guitarrista José Ángel Navarro Izquierdo, que con su original técnica "armónico apagada mano izquierda" pretende incorporar el sonido de los tambores a la guitarra. El propio intérprete confiesa haber despertado su "instinto" musical escuchando mucho toque de tambor en fiestas populares y religiosas de la localidad.(5)
En el cuerpo lexical del güinero también quedaron incorporadas expresiones propias de la jerga afrocubana, tales como los vocablos "abicú", "cuerú" y "zapatú", entre otras. Dichas expresiones se emplean en esta zona con mayor frecuencia que en cualquier otra, y en muchas se desconocen.
A los ancestros africanos adeudamos el culto a la Santa Bárbara, deidad del Santoral Católico que en Cuba se sincretizó con Changó, orisha del panteón yoruba.
Fue obra de la perseverancia y el fervor de las dotaciones de negros esclavos, en especial del cabildo lucumí, que se entronizara en Guines la devoción de esta divinidad mítico-religiosa, en su versión de Santa Bárbara-Changó, por encima e incluso, de San Julián y San Francisco Javier, patrono y copatrono de la Villa respectivamente.
Un cuarto factor nacional completa la mixturación étnica-cultural que conforma la identidad güinera: los yucatecos, introducidos en Cuba como mano de obra barata, en condiciones de semiesclavitud.
La huella de los indígenas mexicanos es apenas imperceptible, pero indagaciones futuras quizás revelen mayores puntos de contacto.
Una señal promisoria, o al menos una pista para continuar las indagaciones, es el empleo del término "caniques" para identificar el juego de pequeñas esferas de cristal llamados "canicas" en el más puro castizo, y que en otras zonas del país de conoce simplemente como juego de bolas.
No es este el único mexicanismo incorporado al habla cotidiana del güinero. Aquí se acostumbrar a utilizar la expresión " la contra", en lugar del término español adehala (propina). También hay otros préstamos del léxico nahua (aguacate, tomate, chocolate, sinsonte, entre otros), que resulta muy difícil de precisar el momento y vías de adopción, pero que están insertas en el lenguaje coloquial y literario del güinero.
La presencia mexicana en la zona es mucho más amplia de lo que a primera vista parece, pues no es únicamente la huella del jornalero yucateco, sino una relación más plena de interinfluencias. No debe extrañar, por consiguiente, que algún viajero anotará en sus apuntes, la presencia en el mercado de lo localidad de varias aves de "plumaje verde claro y cabezas amarillas traídas de México"(6).
Tampoco sorprendería conocer que en la primera mitad del siglo XIX, uno de los ingenios azucareros de la zona, llevase el nombre de "Nuestra Señora de Guadalupe", la patrona de México. Actualmente el sitio conserva la toponimia y es un residuario arqueológico.(7)
Otras señales de la presencia azteca en Güines, es la existencia de dos mexicanos domiciliados en la villa hacia los años cuarenta del siglo XIX, don Andrés Claro Rodríguez, próspero comerciante, propietario de la tienda "La Miscelánea" y el médico Francisco Havá, vacunador oficial de la gobernación .(8)
Probablemente, a través de este contacto sistemático con los naturales de México, fue echando raíz en la localidad algunas de sus costumbres, como la afición por las lidias de gallos, verdadera pasión en el territorio y el hábito de dormir en hamacas que adquirieron algunos campesinos de la localidad.
La amalgama de etnias, costumbres y sicologías, entremezcladas y mixturadas, fue conformando un conglomerado social homogéneo dentro de la microcomunidad, aunque no por ello monolítico. Siempre existieron diferencias socioclasistas y celos interraciales. No obstante, con independencia de algunas sublevaciones de esclavos en los años cuarenta del siglo XIX, el conflicto nunca llegó a desembocar en grandes tragedias sociales que crearan un abismo insalvable entre ambos componentes étnicos.
En realidad, desde el mismo ochocientos existió una tendencia más bien a tolerar las ansias de superación de la raza negra, siempre y cuando no trasgrediera los límites establecidos para su desenvolvimiento, y siempre que manifestasen un actitud asimiladora de la llamada "cultura blanca". El viajero norteamericano Wurdemann, autor ya citado con anterioridad, notaba " monteros y las clases más bajas de lugareños, con libertad entremezclados con negros y pardos"(9)
Aún antes de ser borradas las barreras jurídicas de la esclavitud en 1886, se le permitió a la clase negra y mulata de la localidad integrarse en sociedades de instrucción y recreo exclusivas para ese segmento poblacional. De esa fecha son los proyectos " La Paz" y " La Bella Unión", por citar los más antiguos.(10)
La pequeña burguesía mulata y negra, al parecer fuerte en la zona si atendemos a la connotación que tuvieron en ella los sucesos de la llamada Conspiración de la Escalera (11)), imprimió otro sesgo al perfil cultural del güinero al entronizar el danzón como el género bailable preferido por la población.
El danzón, música mulata por excelencia, fue concebida por Miguel Faílde en 1879, fecha oficial de sus inicios, y arraigó rápidamente en Güines, donde el músico de la localidad Nicolás González ejecutaba y componía danzas largas que rompían con el formato danzario europeo, e incluso, con el molde saumelliano. La orquesta de Nicolás González data de l867.
Años más tarde el danzón echa raíces definitivas cuando se crea la Orquesta de Pedro Rojas González en l885. Desde ese entonces hasta el presente, siempre ha existido en la localidad una orquesta danzonera vinculada a la familia Rojas.(12)
La sicología del lugareño del Mayabeque ha sido permeada desde sus orígenes por la propensión hacia el protagonismo político-administrativo. En particular este sentimiento está muy arraigado en la villa de Güines. Téngase presente que en el deslinde de los siglos XVIII y XIX la zona alcanzó gran prosperidad económica, gracias a la presencia de importantes intereses capitalinos en la producción azucarera local, empezando por la figura del protocapitalista de la hora, Francisco Arango y Parreño, propietario del ingenio " Las NInfas". Pero no sólo era el Marqués de la Gratitud, también invirtieron en estos lares Nicolás Calvo de la Puerta, dueño del " Nuevo Holanda", Pedro Pablo de OReilly , propietario nominal del " Alejandría"(13) y don Luis de las Casas , flamante rector del ingenio "Amistad", obsequio- (soborno, según otros)- de los sacarócratas occidentales al Gobernador General de la Isla.
Además de las propiedades productivas, algunas encumbradas familias tenían inmensas mansiones campestres, donde pasaban breves temporadas. La más notoria de estas viviendas era la llamada "Casa Herrera", perteneciente a Ignacio Calvo y Herrera, Marqués de Almendares.
Este trasiego habitual de familias ricas por la zona, favoreció el crecimiento infraestructural de la Villa, que se urbanizó y contó con las más novedosas técnicas de producción y transportación, como el primer ferrocarril de Iberoamérica.
Para proteger tan cuantiosas fortunas, se reforzó la guarnición militar, lo cual le dimensionó jurídicamente, convirtiéndose en centro de la actividad política-militar en la comunidad mayabequina.
De entonces, Güines es cabecera principal en el sureste habanero y sus vecinos han tenido siempre sueños de erigirse en capital de provincia.(14)
El crecimiento económico de la Villa estuvo acompañado del progreso cultural. Figuras como Francisco Calcagno, José Trujillo, Fernando Valdés Aguirre, marcaron pautas en el quehacer científico y cultural de esos años. Al concierto hay que agregar los aportes de Nicolás Azcárate, Anselmo Suárez y Romero, Raimundo Cabrera, entre otros, que sin ser güineros, tienen una parte de su vida ligada al terruño.
Este desarrollo cultural se ha mantenido de forma sostenida a lo largo de nuestra historia, unas veces con fases más distinguidas que otras, pero siempre presentes, con lo que se ha mantenido la autoestima del güinero.
Conclusiones
Al reflexionar sobre los elementos que conforman la identidad del güinero,( y del mayabequino, por extensión), se nos ocurre hacer un alto en los factores que pueden incidir en obstaculizar el logro de una completa identidad regional.
Ciertamente, existe en los últimos años un deterioro de la imagen del lugareño como personalidad específica dentro del conglomerado provincial y nacional, diluyéndose los rasgos de nuestra identidad. Al respecto, consideramos que hay elementos de nuestro devenir histórico que están impactando en ese diseño personalizador. Entre ellos se destacan los siguientes:
a.- un permanente flujo poblacional motivado por contingencias perentorias, relacionadas con movilizaciones agrícolas, militares, estudiantiles, laborales y otras, que han creado una modalidad nueva de absentismo, con el consiguiente perjuicio y desapego a las costumbres del terruño y a su sentido de pertenencia, al tiempo de vivenciar otros hábitos que incorpora a su idiosincrasia particular.
b.- El proceso migratorio fluctuante o definitorio, que discurre en dos sentidos, aunque con propósitos similares : mejorar las condiciones de vida, de trabajo y de realización personal. Este movimiento incluye tanto a los naturales del Mayabeque que emigran hacia la capital del país (o hacia el exterior) como a los naturales de otras provincias, que se domicilian en la zona como escala para un futuro asentamiento en la urbe capitalina.
c.- un débil trabajo de las instituciones culturales y educacionales con relación a las tradiciones locales, que impone un urgente trabajo de rescate y consolidación.
No debe olvidarse que durante un largo período del quehacer cultural y social de la localidad, se suprimieron tradiciones que ya no se avenían al espíritu de los nuevos tiempos, pero que no tuvieron su correlato lógico, en otras que fueran eficaces y reflejaran nuestra especificidad.
Después de estas disquisiciones con las que hemos querido fundamentar históricamente algunas de las características del güinero, se impone recapitular las principales, con el objeto de perfilar un prototipo de personalidad local. A saber somos
* un pueblo mestizo, fruto de la entremezcla de varios componentes étnico-nacionales.
* mítico-religiosos, abiertos a varias interpretaciones, credos y dogmas.
* devocionarios de Santa Bárbara, expresión del sincretismo religioso del güinero.
* fiesteros y buenos bailadores, eminentemente rumberos y danzoneros.
* ingeniosos, improvisadores y repentistas.
* discutidores, alborotadores y pleiteros.
* localistas, sin que ello dañe nuestro sentido de solidaridad nacional, amamos al terruño, aunque no siempre lo exterioricemos correctamente.
* abiertos a la integración racial, no obstante la presencia de prejuicios racistas en algunos sectores de la población.
* predispuestos para el quehacer artístico y literario.
* trabajadores, trashumantes y buenos caminadores.
*amigos del éxodo cuando encontramos trabas a nuestra realización personal.
* poseemos expresiones lexicales propias, o adaptadas al territorio.
Estos son, a nuestro modo de ver, algunos rasgos que personalizan al güinero., y resume una sugerencia de caracterización que puede ser enriquecida o enmendada en posteriores análisis, pero que constituye un punto de partida para el debate esclarecedor.
Si algunos de los elementos antes apuntados no parecen ser exclusivos del nacido en esta comarca objeto de estudio, no nos extrañaríamos, porque como ya dijimos, somos uno y diversos.
Datos generales de la provincia
Referencias bibliográficas
(1) Ver Wurdemann, John G.-Notas sobre Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989. Sobre Güines en las páginas 6-9, 15-16, 8l-114 y 115-ll7.
(2) Ibarra, Jorge.- Un análisis psicosocial del cubanao: l898- 1925. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, l985. p.l97
(3) Ver: Orovio, Helio.-La conga, la rumba: columbia, yambú y guaguancó. Ediciones Letras Cubanas, l987. pp.l4 15
(4) Acosta, Leonardo.- Del tambor al sintetizador. Editorial Letras Cubanas. La Habana. Cuba. 1989. p.82
(5) La explicación ha aparecido en varios órganos de prensa, y también una entrevista concedida por el músico al autor de páginas para un reportaje radial realizado y trasmitido por la Emisora Territorial CMBU Radio Güines.
(6) Wurdemann, John G.-ob… cit…, p.9l
(7) Como curiosidad anotemos que en los años cincuenta, en el tramo comprendido entre Güines y Catalina, en el fondo de la finca de recreo que aún existe, se estableció una fábrica embotelladora de agua mineral que también llevó el nombre de la patrona de México.
(8) En ambos casos, la descendencia de estos mexicanos domiciliados en Güines, fueron personalidades prominentes en la historia nacional y local.
(9) Wurdemann, John G.-ob… cit…,p.113
(10) " La Paz" fue la primera de ellas, aunque no hemos podido precisar con exactitud su fecha de radicación. "La Bella Unión" fue fundada el 12 de diciembre de 1884.
(ll) Escapa al objeto de nuestro trabajo el examen de estos pormenores históricos. Para el caso baste decir que la represión desatada en la localidad fue reseñada por la prensa de la época. Dos músicos prominentes de la hora, el maestro Pepé, sastre, y Nicolás González (El Sinsonte Güinero), debieron abandonar la villa. En el caso particular de Pepé, además de perder sus propiedades, sufrió la pérdida de un hijo.
(12) Para noticias históricas sobre estas primeras agrupaciones, sugerimos consultar: Rojas Rodríguez, Pedro Rafael: Boceto histórico de la Música en Güines. Imprenta Tosco. Güines, l945.
(13) Se afirman que los propietarios reales eran el mismísimo don Luís de las Casas, Gobernador General de la Isla, quien también era codueño del "Amistad".
(14) Esta idea no surge con la actual división política-administrativa. En la prensa local de los años veinte ya se contempla esta posibilidad, manejada con astucia por políticos como parte de sus rejuegos electorales.
BIBLIOGRAFÍA
1. Acosta, Leonardo.- Del tambor al sintetizador. Editorial Letras Cubanas. La Habana. Cuba. 1989.
2. Ibarra, Jorge.- Un análisis psicosocial del cubano: l898-1925. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, l985.
3. Orovio, Helio.- La conga, la rumba, columbia, yambú y guaguancó. Ediciones Letras Cubanas, l987.
4. Rojas Rodríguez, Pedro Rafael: Boceto histórico de la Música en Güines. Imprenta Tosco. Güines, l945.
5. Wurdemann, John G.-Notas sobre Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1989
Autor:
Lic. Abilio González González;
Ing. Noel Ascanio Montero
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