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Resumen del libro Inteligencia emocional, de Daniel Goleman (página 14)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14

4. LeDoux proporciona la corroboración científica de la especial persistencia de estos recuerdos en "Indebility of Subeortical Emotional Memories",JournalofCognitive Neuroscience (1989), vol. 1 ,págs.238-243.

5. Mi entrevista con el doctor Charney se publicó en The New York Times del l2de junio de 1990.

6. Los experimentos con parejas de animales de laboratorio me los refirió el doctor John Krystal, y se han realizado en diferentes laboratorios científicos. Los estudios más amplios los ha efectuado el doctor Jay Weiss en la Universidad de Duke.

7. La mejor descripción de los cambios cerebrales provocados por los TEPT y por el papel que desempeña la amígdala en ellos puede encontrarse en Dennis Charney ci al., "Psychobiologic Mechanisms of Postraumatic Stress Disorder", en Archives of General Psvchiaírv, 50 (abril de 1993), págs. 294-305.

8. Algunas de las pruebas de los cambios inducidos por los sucesos traumáticos en la red de los circuitos cerebrales proceden de ciertos experimentos en los que se inyectó a veteranos de Vietnam una sustancia llamada yohimbina con la que los nativos suramericanos impregnan la punta de sus flechas para paralizar a sus presas. En dosis mínimas, la yohimbina inhibe la acción de un receptor específico (situado en el lugar en el que la neurona recibe el neurotransmisor)

que, en condiciones normales, frena la acción de las catecolamínas.

Así pues, bajo los efectos de la yohimbina estos receptores son incapaces de registrar la secreción de catecolaminas produciéndose, en consecuencia, un considerable aumento de los niveles de catecolaminas. Una vez que el freno neurológico de la ansiedad fue desmantelado por la inoculación de yohimbina, la acción de esta subsancia disparó ataques de pánico en nueve de cada quince pacientes aquejados de TEPT y la irrupción de escenas retrospectivas en seis de ellos. Un veterano experimentó una alucinación en la que pudo ver cómo un helicóptero caía derribado envuelto en una estela de humo y llamas, mientras que otro paciente rememoró la explosión de un jeep en el que iban varios de sus compañeros, la misma escena que le atormentaba en sueños desde hacía más de veinte años. El estudio con la yohimbina lo realizó el doctor John Krystal, director del Laboratory of Clinical Psychopharmacology de The National Center for PTSD de West Haven, Connecticut. VA Hospital.

9. Escasez de receptores alfa-2 en hombres aquejados de TEPT: véase, en este sentido, Charney, "Psychobiologic Mechanism".

10. El cerebro, en su intento de hacer descender el nivel de secreción de HCT, disminuye la cantidad de receptores que liberan dicha hormona. La prueba de que esto es que lo que les ocurre a las personas afectadas por el TEPT la ofrece un estudio en el que se inyectó HCT a ocho pacientes que estaban siendo tratados de este problema. En condiciones normales, una inyección de HCT dispara un flujo de ACTH, una hormona que se difunde por todo el cuerpo para liberar catecolaminas. Pero, a diferencia de lo que ocurría con los participantes de un grupo de control integrado por sujetos normales, en el caso de los pacientes aquejados de TEPT no se apreció ningún cambio detectable en los niveles de ACTH, un síntoma de que sus cerebros han anulado la acción de los receptores de la HCT porque ya se hallan sobrecargados con la hormona del estrés. Esta investigación me fue referida por el psiquiatra Charles Nemeroff de la Universidad de Duke.

11. Mi entrevista con el doctor Nemeroff se publicó en el New York Times del 12 de junio de 1990.

12. Algo similar parece ocurrir en el caso del TEPT: por ejemplo, en un determinado experimento se pasaba una película de quince minutos de duración especialmente diseñada que recogía escenas de combate procedentes de la película Platoon a veteranos de la guerra del Vietnam diagnosticados de TEPT. A los componentes de uno de los grupos se les inyectó naloxona -una sustancia que bloquea la acción de las endorfinas- e, inmediatamente después de ver la película, estos sujetos no mostraron ningún cambio apreciable en su sensibilidad ante el dolor. Sin embargo, en los sujetos del grupo al que no se le administró ningún bloqueador de la endorfina, la sensibilidad hacia el dolor disminuyó un 30% (un indicador del aumento de la secreción de estas sustancias). Por otra parte, estas mismas escenas no surten efecto alguno en los veteranos que no han sido diagnosticados de TEPT; lo cual sugiere que las vías nerviosas que regulan las endorfinas en las personas aquejadas de TEPT se hallan hiperactivas o hipersensibilizadas, un efecto que sólo se hizo evidente cuando se les volvió a exponer a un estímulo que evocó el trauma original. En esta secuencia es la amígdala la que evalúa primeramente la carga emocional de lo que vemos. Este estudio, realizado por el doctor Roger Pitman, psiquiatra de Harvard, demostró que, al igual que ocurre con otros síntomas del TEPT, este cambio cerebral no sólo se aprende bajo condiciones de extrema dureza, sino que puede suscitarse nuevamente cuando algún estímulo recuerda el suceso traumático original. Por ejemplo, Pitman descubrió que, cuando las ratas de laboratorio recibían descargas eléctricas en una determinada jaula, desarrollaban la misma analgesia endorfinica constatada en los veteranos de Vietnam que habían asistido a la proyección de la película Platoon. Semanas después, cuando las ratas se devolvían a las jaulas en las que habían recibido las descargas eléctricas se volvían tan insensibles al dolor como cuando recibieron las descargas por primera vez (aunque esta vez sin descarga eléctrica). Véase, a este respecto, Roger Pitman, "Naloxone-Reversible Analgesis Response to Combat-Related Stimuli in Posttraumatic Stress Disorders and Other Allied Psychopathologic States", en Journal of Traumatic Stress. 5,4 (1992).

13. Los datos cerebrales revisados en esta sección están basados en el excelente artículo de Dennis Charney, "Psychobiologic Mechanisms.

14. Charney, "Psychobiologic Mechanisms", pág. 300.

15. El papel del córtex prefrontal en el miedo: en un estudio realizado por Richard Davidson se midió el grado de sudoración de los voluntarios (una suerte de termómetro de la ansiedad) mientras oían un sonido que iba seguido de un ruido estridente y desagradable que siempre provocaba un aumento de la sudoración. Al cabo de un tiempo la simple emisión del sonido bastaba para provocar un incremento de sudoración similar, demostrando que los voluntarios habían aprendido una respuesta de aversión hacia el sonido. Más tarde, a medida que fueron acostumbrándose a escuchar el sonido sin la presencia del ruido, el miedo condicionado fue desvaneciéndose y el sonido dejó de provocar un aumento del sudor. Y, cuanto mayor era la actividad del lóbulo prefrontal izquierdo del córtex de los voluntarios, más rápida era la extinción del miedo aprendido.

En otro experimento llevado a cabo por Maria Morgan -alumna de Joseph LeDoux en el Center of Neural Science, de la Universidad de Nueva York- que trataba de demostrar el papel que desempeñan los lóbulos prefrontales en el proceso de extinción del miedo, se condicionó a las ratas de laboratorio a temer un sonido que iba acompañado de una descarga eléctrica. Luego se sometía a algunas de las ratas a una especie de lobotomia, una intervención quirúrgica del cerebro que secciona las conexiones entre los lóbulos prefrontales y la amígdala. Los días siguientes a la intervención, todas las ratas oyeron el mismo sonido (aunque esta vez sin recibir ninguna descarga eléctrica). Así, las ratas en las que se había inducido un miedo aprendido fueron perdiéndolo gradualmente. No obstante, las ratas que habían sido sometidas a la lobotomía tardaron el doble de tiempo en desaprender la respuesta de miedo, un hecho que sugiere el papel fundamental que desempeñan los lóbulos prefrontales en el control del miedo y, en un sentido más amplio, en el dominio de todas las habilidades emocionales.

16. La recuperación del TEPT: este estudio me lo refirió Rachel Yehuda, neuroquimica y directora del Programa de Estudios sobre Estrés Postraumático de la Facultad de Medicina del Monte Sinaí (Manhattan). En un artículo aparecido el 6 de octubre de 1992 en The New York Times expongo los resultados de esta investigación.

17. El trauma infantil: Lenore Terr, Too Sca red to Crv (Nueva York: Basic Books, 1992).

18. Vías para la recuperación del trauma: Judith Lewis Herman, Trauma andRecovery (Nueva York: Basic Books, 1992).

19. «Dosificación» del trauma: Mardi Horowitz, Stress Response Syndromes (Northvale, Nueva Jersey, Jason Aronson, 1986).

20. Otro nivel en el que tiene lugar el reaprendizaje -al menos en el caso de los adultos- es el filosófico. Para ello hay que afrontar la eterna cuestión de « ¿por qué a mi?» que corroe a la víctima. Convertirse en víctima de un trauma mina la confianza de la persona en que el mundo es un lugar en el que se puede vivir y de que la vida es justa o, dicho de otro modo, de que si uno lleva una vida correcta puede ejercer cierto control sobre su destino. Pero la respuesta a este problema no tiene por qué ser religiosa ni filosófica; lo único que se requiere es reestablecer un sistema de creencias que permita que el sujeto afectado pueda volver a confiar en el mundo y en los demás.

21. Existen estudios que demuestran que el miedo original persiste, aunque se haya superado. En estos estudios se condiciona a las ratas de laboratorio a temer un determinado sonido (como, por ejemplo, el de una campana) que va acompañado de una descarga eléctrica.

Poco a poco, en el transcurso de un año -un periodo de tiempo muy largo para una rata, (aproximadamente un tercio de su vida) -, las ratas van perdiendo el miedo al sonido de la campana. Pero, a pesar de que la extinción del miedo aprendido es un proceso que requiere varios meses, éste reaparece inmediatamente con una sola reexposición al sonido acompañada de una nueva descarga eléctrica. En el caso de los seres humanos, esta misma situación se produce cuando algún estimulo evoca ocasionalmente el trauma original que se ha mantenido latente durante años.

22. La investigación de la terapia de Luborsky se expone detalladamente en Lester Luborsky y Paul Crits-Christoph, Understaiding Traiísjéren ce: The CCRTMenhod (Nueva York: Basic Books, 1990).

Capitulo 14. El temperamento no es el destino

1. Véase, por ejemplo, Jerome Kagan et al., "Initial Reactions to Unfamiliarity", Current Directions in Psychological Science (diciembre de 1992>. La descripción más completa de la biología del temperamento puede encontrarse en el libro de Kagan, Galen s Propheqy.

2. bm y Ralph, los prototipos del tímido y el sociable, respectivamente son descritos por Kagan en Galens Prophecy, págs. 155-157.

3. Los problemas vitales y los niños vergonzosos: Iris Belí, "Increased Prevalence of Stress-related Symptoms in Middle-aged Women Who Report Childhood Shyness", en Annais of Behavior Medicine, 16(1994).

4. El aumento del ritmo cardiaco: Iris R. Belí et al., "Failure of Heart Rate Habituation During Cognitive and Olfactory Laboratory Stressors in Young Adults With Childhood Shyness", en Annais of Behavior Medicine, 16 (1994).

5. Pánico en la pubertad: Chris Hayward et al., "Pubertal Stage and Panic Attack History in Sixth and Seventh-grade Girís", en American Joarnal of Psychiatrv. vol. 149 (9) (septiembre de 1992), págs. 1239-1243; Jerold Rosenbaum et al., "Behavioral Inhibition in Childhood: A Risk Factor for Anxiety Disorders", en Harvard Review of Psychiatry (mayo de 1993).

6. La investigación sobre la personalidad y las diferencias interhemísféricas la realizaron el doctor Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin, y el doctor Andrew Tomarken, psicólogo de la Universidad de Vanderbilt. Véase Andrew Tomarken y Richard Davidson, "Frontal Brain Activation in Repressors and Nonrepressors en Journal of Abnormal Psvchologv, 103 (1994).

7. La observación de la forma en que las madres pueden contribuir a que sus hijos tímidos se vuelvan más seguros la realizó Doreen Arcus. Para mayores detalles, véase Kagan, Galen"s Prophecv.

8. Kagan, Galen"s Prophecv, págs. 194-195.

9. Crecer con menos timidez: Jens Asendorpf, "The Malleability of Behavioral Inhibition: A Study of Individual Developmental Functions", en Developmental Psvchology. 30,6 (1994).

10. Hubel y Wiesel: David H. Hubel, Thorsten Wiesel y 5. Levay, "Plasticity of Ocular Columns in Monkey Striate Cortex, en Philosophical Transactions of the Royal Societv of London, 2788 (1977).

11. La experiencia y el cerebro de las ratas: el trabajo de Manan Diamond y otros se describe en Richard Thompson, The Brain (San Francisco: W. H. Freeman, 1985).

12. Cambios cerebrales en el tratamiento de los trastornos obsesivo-compulsivos: L. R. Baxter el al., "Caudate Glucose Metabolism Rate Changes With Both Drug and Behavior Therapy for Obsessive-Compulsive Disorder", en Archives of General Psvchiatrv, 49 (1992).

13. El aumento de la actividad de los lóbulos prefrontales: L. R. Baxter et al., "Local Cerebral Glucose in Obsessive-Compulsive Disorder", Archives of General Psychiatrv, 44 (1987).

14. La maduración de los lóbulos prefrontales: Bryan Kolb, "Brain Development, Plasticity, and Behavior", en American Psychologist, 44 (1989).

15. Experiencia infantil y «podado» prefrontal: Richard Davidson, "Asymmetric Brain Function, Affective Style and Psychopathology: The Role of Early Experience and Plasticity", en Development andPsychopathology, vol. 6(1994), págs. 741-758.

16. Conexión biológica y desarrollo del cerebro: Sehore, Affect Regulation.

17. M. E. Phelps et al., "PET: A Biochemical Image of the Brain at Work", en N. A. Lassen et al., Brain Work and Mental Activitv: Quantitative Studies with Radioactive Tracers (Copenhagen: Munksgaard, 1991).

PARTE V: LA ALFABETIZACIÓN EMOCIONAL

Capítulo 15. El coste del analfabetismo emocional

1. Escribí acerca de los cursos de alfabetización emocional en The New York Times del 3 de marzo de 1992.

2. Las estadísticas sobre los delitos cometidos por adolescentes proceden del Uniforme Crime Reports, Crime in the U.S., 1991, publicado por el Departamento de Justicia.

3. Delitos violentos en la pubertad: en 1990, la proporción de arrestos juveniles por delitos violentos ascendió a 430 cada 100.000, un aumento del 27% con respecto a la proporción alcanzada en 1980. Los arrestos por violaciones se incrementaron desde el 10,9 por 100.000 de 1965 hasta alcanzar el 21,9 por 100.000 en 1990. El indice de asesinatos se cuadruplicó en el periodo comprendido entre 1965 y 1990, ascendiendo desde el 2,8 hasta el 12,1 por 100.000. Asimismo, tres de cada cuatro asesinatos de adolescentes acaecidos en 1990 tuvieron lugar por arma de fuego, lo que indica un aumento del 79% a lo largo de esta década. En el periodo comprendido entre 1980 y 1990, los delitos con agravantes se incrementaron un 64%. Véase, a este respecto, Ruby Takanashi, "The Opportunities of Adolescence", en American Psvchologist (febrero de 1993>.

4. El indice de suicidios entre los jóvenes de edad comprendida entre los quince y los veinticuatro años fue, en 1950, de un 4,5 por 100.000 pero esta misma causa alcanzó, en 1989, el 13,3 un indice tres veces superior. En lo que respecta a los niños entre los 10 y los 14 años, la proporción de sucicidios casi se triplicó en el período comprendido entre 1968 y 1975. Las cifras sobre suicidios, victimas de homicidio y jóvenes embarazadas se han tomado de Healrh. 1991, US. Department of Health and Human Services, and Children"s Safety Network.

A Data Book of Child andAdolescent Jn¡urv (Washington, DC: National Center fon Education in Maternal Child Health, 1991).

5. En las últimas tres décadas, el indice de gonorrea se ha multiplicado por cuatro en los niños de entre 10 y 14 años de edad, y esa misma cifra se ha triplicado entre los adolescentes entre 15 y 19 años. En 1990, el 20% de los pacientes afectados de sida tenían alrededor de veinte años, lo cual significa que muchos de ellos se habían infectado a eso de los diez años. Por otra parte, también ha aumentado la tendencia a tener relaciones sexuales a edades cada vez más precoces y una investigación llevada a cabo en 1990 demostró que más de un tercio de las adolescentes entrevistadas confesó que se decidieron a tener su primera relación sexual a causa a la presión de sus compañeros, algo que, una generación anterior, sólo afirmaba el 13% de las adolescentes. Véase, a este respecto, Ruby Takanashi, "The Opportunities of Adolescence", y Children"s Safety Network, en A Data Book of Child and Adolescence Injury.

6. El uso de la cocaína y la heroína se ha triplicado entre los blancos desde una tasa del 18 por 100.000 en 1970 hasta el 68 por 100.000 en 1990. Más alarmante todavía ha sido el aumento de esta proporción entre los negros en este mismo periodo, que se ha incrementado desde el 53 por 100.000 en 1970 hasta el 766 por 100.000 de 1990, un aumento 13 veces superior. Los datos referentes al abuso de las drogas se han extraído de Crime in the U.S., 1991, US. Department of Justice.

7. Según encuestas realizadas en los Estados Unidos, Nueva Zelanda, Canadá y Puerto Rico, uno de cada cinco niños tiene problemas psicológicos que, de un modo u otro, alteran el equilibrio de sus vidas.

El problema más común entre los menores de trece años de edad es la ansiedad, que aflige al 10% con fobias lo suficientemente graves como para interferir el curso de su vida normal, otro 5% padece ansiedad generalizada y precupación constante, y un 4% manifiesta una intensa ansiedad provocada por el hecho de vivir separados de sus padres. Por otra parte, la embriaguez aumenta durante los años de la pubertad hasta alcanzar un porcentaje del 20% a la edad de veinte años. La mayor parte de los datos sobre los trastornos emocionales que aquejan a los niños se publicaron en The New York Times del 10 de enero de 1989.

8. Con respecto al estudio nacional sobre los problemas emocionales de los niños y la comparación con otros paises, véase Thomas Achenbach y Catherine Howell, "Are America"s Children"s Problems Getting Worse? A 13-Year Comparison", en Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psvchiatry (noviembre de 1989).

9. La comparación de los datos procedentes de diferentes países ha sido realizada por Une Bronfenbrenner, en Michael Lamb y Kathleen Sternberg, Child Care in Context: Cross-Cultural Perspecti ves (Englewood, Nueva Jersey: Lawrence Erlbaum, 1992).

10. Une Bronfenbrenner estuvo hablando en un simposio celebrado en la Universidad de Cornelí el 24 de septiembre de 1993.

11. En lo que respecta a los estudios proplongados de los niños agresivos y violentos véase, por ejemplo, Alexander Thomas et al., longitudinal Study of Negative Emotional States and Adjustments from Early Childhood Through Adolescence", en Child Development, vol. 59 (septiembre de 1988).

12. El experimento de los niños pendencieros: John Lochman, "Social Cognitive Processes of Severely Violent, Moderately Agressive, and Nonagressive Boys". Journal of Clinical and Consulting Psychology, 1991.

13. La investigación sobre los muchachos agresivos: Kenneth A. Dodge, "Emotion and Social Information Processing", en J. Garber y K. Dodge, The Development of Emorion Regulation and Dvsregulation (Nueva York: Cambridge University Press, 1991).

14. El rápido rechazo de los niños pendencieros: J. D. Coie y J. B. Kupersmidt, "A Behavioral Analysis of Emerging Social Status in Boys" Grups", en Child Development, 54(1983).

15. Más de la mitad de los niños indisciplinados: Dan Offord et al.,"Outcome, Prognosis, and Risk in a Longitudinal Follow-up Study", Journal of the American Acadetny of Child and Adolescent Psychiatry, 31(1992).

16. Delincuencia y agresividad infantil: Richard Tremblay et al.. Tredicting Early Onset of Male Antisocial Behavior from Preschool Behavior", en Archives of Getieral Psychiatrv, (septiembre de 1994).

17. Los sucesos que jalonan la vida familar de un niño durante el periodo preescolar resultan decisivos para determinar su predisposición a la agresividad. Por ejemplo, cierta investigación demostró que los niños cuyo nacimiento había tenido complicaciones y que habían sufrido el rechazo de sus madres cuando tenían alrededor de un año de edad, revelaban una mayor propensión a cometer delitos violentos a la edad de dieciocho años. Adriane Raines et al., "Birth Complications Combined with Early Maternal Rejection at Age One Predispose to Violent Crime at Age 18 Years", en Archives of General Psychiatry (diciembre de 1994).

18. Aunque una baja puntuación en las pruebas de aptitud verbal del CI parece ser un predictor eficaz de la delincuencia (un estudio mostró, en este sentido, una diferencia promedio de ocho puntos entre los delincuentes y los no delincuentes), existen también pruebas de que la impulsividad es la causa directa más determinante, tanto de la delincuencia como de la baja puntuación del CI. Hay que decir que los niños impulsivos tienden a no prestar la atención necesaria para el aprendizaje del lenguaje y de las capacidades de razonamiento sobre los que se basa el CI y, por consiguiente, es su elevada impulsividad lo que propicia estas bajas puntuaciones. En el Pittsburgh Youth Study, un proyecto prolongado muy bien diseñado, se midió el CI y el nivel de impulsividad en niños de edad comprendida entre los diez y los doce años, comprobándose que la impulsividad era tres veces superior al CI como predictor de una futura tendencia a la delincuencia. Véase, a propósito de este debate, Jack Block, "On the Relation Between IQ, Impulsivity, and Delinquency", en Journal of Abnormal Psychology, 104 (1995).

19. Adolescentes embarazadas: Marion Underwood y Melinda Albert, "Fourth-Grade Peer Status as a Predictor of Adolescent Pregnancy", ponencia presentada en la reunión de la Society for Research of Child Development, Kansas City, Missouri (abril de 1989).

20. La trayectoria que conduce a la delincuencia: Gerald R. Patterson, "Orderly Change in a Stable World: The Antisocial Trait as Chimera ",en Journal of Clinical and Consulting Psvcholo gv, 62 (1993).

21. El escenario mental de la agresividad: Ronald Slaby y Nancy Guerra, "Cognitive Mediators of Aggression in Adolescents Offenders en Developmental Psychology, 24 (1988).

22. El caso de Dana: véase Laura Mufson el al., Inrerpersonal Psychotherapyfor Depressed Adolescenís (Nueva York: Guilford Press, 1993).

23. El aumento de la tasa mundial de depresión: Cross-National Colaborative Group, "The Changing Rate of Major Depresion: CrossNational Comparisons", en Journal of the American Medical Associa tion (2 de diciembre de 1992).

24. Una probabilidad diez veces superior de sufrir depresión: Peter Lewinsohn el al., "Age-Cohort Changes in the Lifetime Occurrence of Depression and the Other Mental Disorders", en Journal of Abnormal Psychology, 102 (1993).

25. Epidemiología de la depresión: Patricia Cohen et al., New York Psychiatric Institute, 1988; Peter Lewinsohn el al., "Adolescent Psychopathology: 1. Prevalence and Incidence of Depression in High School Students", en Journal of Abnormal Psvchology, 102 (1993); véase también Mufson el al., Interpersonal Psychotherapv.

Para una revisión de las estimaciones más bajas, véase E. Costello, "Developments in Child Psychiatric Epidemiology", en Journal of íhe Academy of Child and Adolescení Psychiatry, 28 (1989).

26. Pautas de la depresión infantil: Maria Kovacs y Leo Bastiaens, "The Psychotherapeutic Management of Major Depressive and Dysthymie Disorders in Childhood and Adolescence: Issues and Prospects", en 1. M. Goodyer, ed., Mood Disorders in Childhood and Adolescence (Nueva York: Cambridge University Press, 1994).

27. La depresión infantil: Kovacs, op. cil.

28. La entrevista con Maria Kovacs se publicó en The New York limes el 11 de enero dc 1994.

29~El retraso social y emocional de los niños deprimidos: Maria Kovacs y David Goldston, "Cognitive and Social Development of Depressed Children and Adolescents", en Journal of the Amencali Academv o Child and Adolescent Psvchiaírv (mayo de 1991).

30. La impotencia y la depresión: John Weiss el al., "Control-related Beliefs and Self-reported Depressive Symptoms in Late Childhood" en Journal of Abnormal Psvcholo gv, 102 (1993).

31. El pesimismo y la depresión infantil: Judy Garber. Vanderbilt University. Véase, por ejemplo, Ruth Hilsman y Judy Garber, "A Test of the Diathesis Model of Depression in Children: Academic Stressors, Attributional Style, Perceived Competence and Control", en journal of Personaliíy and Social Psvchologv, 67 (1994); Judith Garber, "Cognitions, Depressive Symptoms, and Development in Adolescents", en Journal of Abnorníal Psychology, 102 (1993).

32. Garber, "Cognitions".

33. Garber, "Cognitions".

34. Susan Nolen-Hoeksema el al., "Predictors and Consequences of Childhood Depressive Symptoms: A Five-Year Longitudinal Study", en Journal of Abnorníal Psvchologv, 101 (1992).

35. El descenso a la mitad del indice de depresión: Gregory Clarke, Health Sciences Center de la Universidad de Oregón, "Prevention of Depression in At-Risk High School Adolescents" ponencia presentada en la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, (octubre de 1993).

36. Garber, "Cognitions".

37. Hilda Bruch, "Hunger and Instinct", en Journal of Nervous and Mental Disease, 149(1969). Su primer libro, The Golden Cage: The Enigma of Anorexia Nervosa (Cambridge, MA: Harvard, University Press), no se publicó hasta 1978.

38. La investigación sobre los trastornos de origen alimenticio: Gloria R. Leon el al., "Personality and Behavioral Vulnerabilities Associated with Risk-Status for Eating Disorders in Adolescents Girís", en Journal of Abnormal Psvchology, 102 (1993).

39. La niña de seis años que se sentía gorda era paciente del doctor William Feldman, pediatra de la Universidad de Ottawa.

40. Observación de Sifneos, "Affect, Emotional Conflict, and Deficit".

41. La escena del desaire de Ben procede de Steven Asher y Sonda Gabriel, "The Social World of Peer-Rejected Children", articulo presentado en el congreso anual de la American Educational Research Association, San Francisco (marzo de 1989).

42. La tasa de marginación entre los niños socialmente rechazados: Asher y Gabriel, "The Social World of Peer-Rejected Children".

43. Los datos referentes a la escasa competencia emocional de los niños rechazados proceden de Kenneth Dodge y Esther Ecídman. "Social Cognition and Sociometric Status", en Steven Asher y John Coie, eds., Peer Rejecrion in Childhood (Nueva York: Cambridge University Press, 1990).

44. Emory Cowen er al., "Longterrn Follow-up of Early Detected Vulnerable Children", en Journal of Clinical and Couísulíing Psvchology,41 (1973).

45. Amigos íntimos y niños rechazados: Jeffrey Parker y Steven Asher, "Friendship Adjustment, Group Acceptance and Social Dissatisfaction in Childhood", ponencia presentada en el congreso anual de la American Educational Research Association, Boston (1990).

46. El adiestramiento de los niños socialmente rechazados: Steven Asher y Gladys Williams, "Helping Children Without Friends in Home and School Contexts", en Children "s Social Development: Injórinarion for Parents and Teachers (Urbana and Champaign: University of Illinois Press, 1987).

47. Resultados similares: Stephen Nowicki, "A Remediation Procedure for Nonverbal Processing Deficits", manuscrito inédito, Universidad de Duke (1989).

48. Dos quintas partes son bebedores habituales: encuesta de la Universidad de Massachusetts realizada para el Proyecto Pulse, recogida por The Daily Hampshire Gazeite el 13 de noviembre 1993.

49. La embriaguez: datos proporcionados por Harvey Wechsler, director del College of Alcohol Studies de la Harvard School of Public Health (agosto de 1994).

50. Las mujeres que beben hasta emborracharse y el riesgo de sufrir una violación: informe del Center on Addiction and Substance Abuse de la Universidad de Columbia (mayo de 1993).

51. La principal causa de mortalidad: Alan Marlatt, informe del congreso anual de la American Psychological Association (agosto de 1994).

52. Los datos sobre la adicción a la cocaína y al alcohol proceden de Meyer Glantz, director en funciones del Etiology Research Section del National Institute for Drug and Alcohol Abuse.

53. Angustia y toxicomanía: Jeanne Tschann, "Initiation of Substance Abuse in Early Adolescence", en Healíh Psychology, 4(1994).

54. Mi entrevista con Ralph Tarter se publicó en The New York Times del 26 de abril de 1990.

55. Niveles de estrés en los hijos de padres alcohólicos. Howard Moss cl al.."Plasma GABA-like Activity in Response to Ethanol Challenge in Men at High Risk for Alcoholism", en Biological Psyquiatry 27 (6) (marzo de 1990).

56. Deficiencias del lóbulo frontal en los hijos de padres alcohólicos: Philip Harden y Robert Pihí. "Cognitive Function, Cardiovascular Reactivity, and Behavior in Boys at High Risk for Alcoholism", en Jour,íal of Abnorníal Psychology 104(1995).

57. Kathleen Merikangas ci al Familial Transmission of Depression and Alcoholism", en Archives of General Psychiatry (abril de 1985).

58. La inquietud y el alcohólico compulsivo: Moss el al.

59. La cocaína y la depresión: Edward Khantzian, "Psychiatric and Psyhodynamic Factors in Cocaine Addiction" en Arnold Washton y Mark GoId, eds., Cocaine: A Cli,íician s Handbook (Nueva York: Guilford Press, 1987).

60. El enojo y la adicción a la heroína: estos datos, basados en más de doscientos pacientes tratados por su adicción a la heroína, me los refirió Edward Khantzian, de la Facultad de Medicina de Harvard en una conversación privada.

61. No más cruzadas: la frase me fue sugerida por Tun Shriver del Collaborative for the Advancement of Social and Emotional Learning at the Yale Child Studies Center.

62. El impacto emocional de la pobreza: "Economic Deprivation and Early Childhood Development" y "Poverty Experiences of Young Children and the Quality ofThcir Home Environments", dos artículos aparecidos en Child Developmení (abril de 1994), publicados, respectivamente, por Greg Duncan y Patricia Garrett.

63. Rasgos emocionales característicos de los niños más resistentes: Norman Garmezy. The itivulnerable Child (Nueva York: Guilford Press. 1987). Escribí acerca de los niños que se esfuerzan a pesar de las dificultades en The New York Times del 13 de octubre de 1987).

64. Prevalencia de los desórdenes mentales: Ronald C. Kessler el al., "Lifetime and 12-month Prevalence of DSM-III-R Psychiatric Disorders in the US.", en Archives of General Psychiaírv (enero de 1994).

65. Las cifras relativas a los Estados Unidos sobre las niñas y los niños que han denunciado abusos sexuales proceden de Malcolm Brown, miembro del Violence and Traumatie Stress Branch of the National Institute for Mental Health; el número de casos comprobados se ha extraído del National Committee for the Prevention of Child Abuse 484485 1 and Neglect. Una encuesta a nivel nacional ha mostrado que el porcentaje anual de abusos infantiles es del 3,2% en el caso de las niñas y deI 0,6% en el de los niños. Veáse David Finkelhor y Jennifer Dziuba-Leatherman, "Children as Victims of Violence: A National Survey", en Pedía trics (octubre de 1984).

66. La encuesta nacional sobre los programas de prevención de los abusos sexuales a menores la realizó David Finkelhor, sociólogo de la Universidad de New Hampshire.

67. Las cifras relativas al número de abusos infantiles me las proporcionó Malcolm Gordon, psicólogo del Departamento de Violencia y Estrés Traumático del National Institute of Mental Health.

68. W. T. Grant Consortium para la Promoción Escolar Basada en la Competencia Social, "Drug and Alcohol Prevention Curricula", en J.David Hawkins et al., Communities That Care (San Francisco: Jossey-Bass, 1992).

69. W. T. Grant Consortium, "Drug and Alcohol Prevention Curricula", pág. 136.

Capitulo 16. La escolarización de las emociones

1. Mi entrevista a Karen Stone McCown se publicó en The New York Times dcl 7 de noviembre de 1993.

2. Karen F. Stone y Harold Q. Dillehunt, SeljScience: The Subject Is Me (Santa Monica: Goodyear Publishing Co., 1978).

3. Comité para la Infancia: "Guide to Feelings", Second Step 4-5 (1992), pág. 84.

4. Child Development Project: véase, por ejemplo, Daniel Solomon et al., "Enhancing Children"s Prosocial Behavior in the Classroom", en American Educational Research Journal (invierno de 1988).

5. Los beneficios de Head Start: informe realizado por la High/Scope Educational Research Foundation. Ypsilanti, Michigan (abril de 1993).

6. El ritmo del desarrollo emocional: Carolyn Saarni, "Emotional Competence: How Emotions and Relationships Become Integrated", en R. A. Thompson, ed., Socioemotional Development/Nebraska Symposium on Motivation 36 (1990).

7. La transición de la escuela primaria a la enseñanza media: David Hamburg, Today"s Children: Creating a Futurefor a Generation in Crisis (Nueva York: Times Books, 1992).

8. Hamburg, Today"s Children, págs. 171-172.

9. Hamburg. Todav~s Children, págs. 182.

10. Mi entrevista con Linda Lantieri apareció en The New York Tinies del 3 de marzo de 1992.

11. Los programas de alfabetización emocional como principal medida de prevención: Hawkins et al.. Communities That Care.

12. La escuela como una comunidad respetuosa: Hawking et al., Coinnunities That Care.

13. La historia de la muchacha que no estaba embarazada: Roger P. Weisberg et al., "Promoting Positive Social Development and Health Practice in Young Urban Adolescents" en M. J. Elias, cd.. Social Decision-makin~ in the Middle Scliool (Gaithersburg. MD: Aspen Publishers, 1992).

14. La forja del carácter y la conducta moral: Amitai Etzioni, The Spirit of Co,nniunitv (Nueva York: Crown, 1993).

15. Lecciones morales: Steven C. Rockefeller. John Dewev: Religious Faith and Democratic Humanism (Nueva York: Columbia University Press, 1991).

16. Hacer el bien a los demás: Thomas Lickona, Educatingfor Character (Nueva York: Bantam, 1991).

17. Las artes de la democracia: Francis Moore Lappe y Paul Martin DuBois, The Quickcning of America (San Francisco: Jossey-Bass, 1994).

18. El cultivo del carácter: véase Amitai Etzioni etal.. Character Rialding fr>r a Democratic, Civil Society (Washington, DC: The Communication Network, 1994).

19. El aumento de un 3% de los asesinatos: "Murder Across Nation Rise by 3 Percent, but Overalí Violent Crime is Down", en The New York Times del 2 de mayo de 1994.

20. Con respecto al aumento de los delitos juveniles véase "Serious Crimes by Juveniles Soar",Associated Press (25 dejulio de 1994).

Apendice B. Particularidades de la mente emocional

1. En diversas ocasiones he tratado, en The Ncw York Times el modelo del «inconsciente experiencial» propuesto por Seymour Epstein. La mayor parte de las consideraciones presentadas se basan en conversaciones y en la correspondencia que he mantenido con Epstein en su articulo "1ntegration of Cognitive and Psychodinamic lnconscious (American Psvchologist 44 [1994]), y en el libro que ha escrito con Archie Brodsky y que lleva por titulo York Smarter Than You Think (Nueva York: Simon & Sehuster, 1993). Sin embargo, aunque mi modelo de la «mente emocional» se basa en su modelo de la mente experiencial, yo tengo mi propia interpretación al respecto.

2. Paul Ekman, "An Argument for the Basic Emotions", Cognition and Emotion, 6, 1992, pág. 175. La lista de rasgos que diferencian las emociones es mucho más amplia, pero éstos son los rasgos que, en el presente contexto, más pueden interesarnos.

3. Ekman, op. ch., pág. 187.

4. Ekman, op. ch., pág. 189.

5. Epstein, 1993, pág. 55.

6. J.Toobey y L. Cosmides, "The Past Explains the Present: Emotional Adaptations and the Structure of Ancestral Environments", en Ethology and Sociobiology, 11, págs. 418-4 19.

7. Aunque pueda parecer evidente que cada emoción responde a una determinada pauta biológica, este hecho ha pasado inadvertido para los estudiosos de la psicofisiología de la emoción. Todavía sigue abierto el debate sobre si todas las emociones provocan idéntica excitación emocional o si cada una de ellas responde a un patrón especifico. Sin entrar en mayores detalles sobre esta polémica, mi propia posición se almea con quienes afirman que existe un perfil biológico característico de cada una de las principales emociones.

RECONOCIMIENTOS

La primera persona a quien oí hablar del concepto de «alfabetización emocional» fue a Eileen Rockefeller Growald, a la sazón fundadora y presidenta del Institute for the Advancement of Health. Fue esta conversación casual la que despertó mi interés y determinó la investigación que ha terminado dando origen al presente libro. A lo largo de todos estos años ha sido un placer ver la forma en que Eileen ha ido cultivando este campo incipiente.

El apoyo del Feizer Institute de Kalamazoo, Michigan, me ha proporcionado la posibilidad de disponer de un tiempo precioso para explorar más detenidamente lo que pueda significar la «inteligencia emocional» y estoy especialmente agradecido al crucial y temprano apoyo de Rob Lehman, presidente del Institute y a la continua colaboración de David Sluyter, director del programa. Fue precisamente Rob Lehman quien me alentó a escribir un libro sobre alfabetización emocional.

Tengo una deuda muy profunda con los cientos de investigadores que, a lo largo de los años, han compartido conmigo los descubrimientos que he tratado de revisar y sintetizar en este libro. A Peter Salovey, de Yale, debo el concepto de «inteligencia emocional». Agradezco también lo mucho que he aprendido del continuo trabajo de tantos educadores y practicantes del arte de la prevención primaria que están a la vanguardia del naciente movimiento de alfabetización emocional. Su comprometido esfuerzo por aumentar la capacitación emocional y social de los niños y por remodelar las escuelas para convertirlas en entornos más humanos han sido sumamente inspiradores. Entre ellos, debo destacar a Mark Greenberg y David Hawkins, de la Universidad de Washington; David Schaps y Catherine Lewis, del Developmental Studies Center de Oakland, California; Tim Shriver, del Yale Child Studies Center; Roger Weissberg, de la Universidad de Illinois, en Chicago; Maurice Elias, de Rutgers; Shelly Kessler, del Goddard Institute on Teaching and Learning, de Boulder, Colorado; Chevy Martin y Karen Stone McCown, del Nueva Learning Center, de Hillsborough, California y Linda Lantieri, directora del National Center for Resolving Conflicts Creatively, de New York City.

Estoy especialmente en deuda con aquéllos que han revisado y comentado partes de este manuscrito: Howard Gardner, de la Graduate School of Education de la Universidad de Harvard; Peter Salovey, del departamento de psicología de la Universidad de Yale; Paul Ekman, director del Human Interaction Laboratory de la Universidad de California, en San Francisco; Michael Lerner, director de Commonweal, en Bolinas, California; Denis Prager, ex-director del programa de salud de la John D. y Catherine T.

MacArthur Foundation; Mark Gerzon, director de Common Enterprise, de Boulder, Colorado; Mary Schwab-Stone, MD, del Child Studies Center, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale; David Spiegel, del departamento de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford; Mark Greenberg, director del Fast Track Program, de la Universidad de Washington; Shoshona Zuboff, de la Harvard School of Business; Joseph LeDoux, del Center for Neural Science, de la Universidad de Nueva York; Richard Davidson, director del laboratorio de psicofisiología de la Universidad de Wisconsin; Paul Kaufman, del Mmd and Media, de Point Reyes, California; Naomi Wolf y, especialmente, Fay Goleman.

También debo agradecer los útiles comentarios académicos ofrecidos por Page DuBois, catedrático de griego de la Universidad del Sur de California; Matthew Kapstein, filósofo de la ética y de la religión de la Universidad de Columbia y Steven Rockefeller, biógrafo intelectual de John Dewey, del Middlebury College. Joy Nolan se encargó de recoger las escenas que ilustran algunos de los episodios emocionales, Margaret Howe y Annette Spychalla prepararon los apéndices sobre los efectos del programa de alfabetización emocional y Sam y Susan Harris se encargaron de conseguir el equipo esencial para llevar a cabo este provecto.

Agradezco también a mis editores del New York Times quienes me han apoyado durante la última década en mis investigaciones sobre los nuevos descubrimientos realizados en el campo de las emociones que han aparecido en las páginas de este periódico y que conforman gran parte de este libro.

Doy también las gracias a Toni Burbank, mi editor de Bantam Books, por haberme brindado el entusiasmo editorial y la agudeza que me han obligado a refinar mi pensamiento.

Y, por último, agradezco a mi esposa, Tara Bennet-Goleman, por ofrecerme el entorno de calor, amor e inteligencia que han permitido que este proyecto terminara viendo la luz.

 

 

Autor:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®

edu.red

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2014.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14
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