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Totalitarismo e individualismo: dos visiones de sociedad. Análisis popperiano al modelo de sociedad platónica (página 2)

Enviado por Orlando Chirinos


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El primer paso del tribalismo, al humanitarismo (de la sociedad cerrada a la sociedad abierta) lo ubica Popper en la Grecia antigua.

Entre las sociedades cerradas (y respetando las diferencias que se dan por razones de la propia identidad) se pueden extraer algunas características comunes. Estas se refieren a su actitud imbuida de magia o irracionalidad hacia las costumbres de la vida social y la correspondiente rigidez de estas costumbres.

El principal elemento de la actitud mágica ante la costumbre social lo constituye la falta de diferenciación entre las uniformidades convencionales proporcionadas por la vida social y las uniformidades proporcionadas por la naturaleza. Estas uniformidades, muy a menudo, van emparejadas con la creencia de que ambas son impuestas por una autoridad sobrenatural.

En el tribalismo se presenta, como elemento característico, la rigidez. No quiere significar esta rigidez que no pueda producirse ningún tipo de cambio, sino que estos cambios son poco frecuentes, teniendo el carácter de conversiones o reacciones religiosas que introducen nuevos tabúes mágicos. No están basados en una actitud racional a mejorar la vida social, si no que un tabú es reemplazado por otro. Los tabúes regulan y dominan la vida. Existen pocos problemas morales ya que la actitud correcta a seguir se halla claramente determinada, su fuente se halla en los tabúes.

Según Popper, este temor a la violación de un tabú, aún sobrevive en muchos sentidos. Las decisiones personales pueden llevar a la alteración de los tabúes, la pauta, en estas decisiones, viene dada por la decisión de reflexión racional. De este modo, el autor identifica como sociedad cerrada o mágica a los modelos tribales y colectivista, en contraposición a la sociedad donde la individualidad rige las conductas sociales.

Popper compara la sociedad cerrada con un organismo. Este tipo de sociedad puede describirse como una unidad semiorgánica, cuyos miembros se hallan unidos por vínculos semibiológicos, como por ejemplo: el parentesco, la convivencia, la participación equitativa en los trabajos, peligros, alegrías y desgracias comunes. Se trata -dice Popper- de un grupo concreto de individuos concretos, relacionados unos a otros no sólo por abstractos vínculos sociales (como la división del trabajo, trueque de bienes, etc.) sino por relaciones físicas concretas.

En la "sociedad abierta", los individuos luchan por elevarse socialmente y lograr desplazar de sus lugares a otros miembros. Esto da como resultado importantes fenómenos sociales, como la lucha de clases. En una sociedad cerrada, tal como en un organismo biológico, esta lucha entre sus miembros no es posible.

Popper ejemplifica muy bien esta posición: "Puede ser, quizás, que las células o tejidos de un organismo -de los cuales se dice que corresponden a los miembros de un estado– compitan por el alimento, pero evidentemente no existe ninguna tendencia por parte de las piernas a convertirse en el cerebro, o por parte de otros miembros a convertirse en el vientre" (Popper, 1984).

De acuerdo a esta reflexión, no hay nada en esta teoría organicista que pueda corresponder a las características de la "sociedad abierta".

En la evolución de una "sociedad abierta" y como consecuencia de la pérdida de su carácter orgánico, puede llegarse a lo que Popper denomina sociedad abstracta. En este tipo de sociedad se presenta la pérdida del carácter de grupo concreto de hombres. Popper pone como ejemplo de esta posibilidad -y aclara que se trata de una exageración- una sociedad donde los hombres no se encontrasen nunca cara a cara, donde los negocios se realizaran a través de individuos aislados a través de vía telefónica o telegráfica y que se trasladasen de un lugar a otro, en automóviles herméticos. Esta sería una sociedad completamente abstracta, despersonalizada.

Sin embargo -dice Popper-, nunca habrá ni podrá haber una sociedad completamente abstracta o preferentemente abstracta, como tampoco habrá una sociedad completa o preferentemente racional. A la vez infiere que nuestras modernas sociedades abiertas funcionan, en gran medida, mediante relaciones abstractas (como el intercambio o la cooperación).

La transición de la "sociedad cerrada" a la "sociedad abierta"

Popper define la transición de la sociedad cerrada a la sociedad abierta como una de las más profundas revoluciones experimentadas por la humanidad. Esta transición repercute de una manera determinante en los pueblos.

El aceptar que la democracia occidental nace en la Grecia antigua, significa, a la vez aceptar que este pueblo inició una formidable revolución; revolución que determinó que el cambio de una sociedad a otra. El derrumbe del tribalismo se remonta a la época de cuando el aumento de la población comenzó a sentirse entre la clase gobernante (los terratenientes). Esto creó fuertes tensiones en la sociedad cerrada, que se trataron de eliminar con la formación de ciudades satélites. Esta solución solo logró postergar la caída, al establecer nuevos contactos culturales que llevaban al descubrimiento de lo que quizás fue el más grande peligro para la sociedad cerrada: el comercio, con su nueva y pujante clase de mercaderes y navegantes.

Este nuevo desarrollo llevó (por el Siglo VI a.c.) a la eliminación parcial de viejas formas de vida y a revoluciones y reacciones políticas. A la vez provocó, dentro del seno de la sociedad cerrada, el surgimiento de una lucha por retener esa forma de sociedad. Se descubren los síntomas de una nueva inquietud, la invención de la discusión crítica y del pensamiento libre de obsesiones mágicas.

Apunta Popper que esta inquietud aún se siente, en especial en épocas de cambios sociales: "Es la tensión creada por el esfuerzo que nos exige permanentemente la vida en una sociedad abierta y parcialmente abstracta, por el afán de ser racionales, de superar por lo menos algunas de nuestras necesidades sociales emocionales, de cuidarnos nosotros solos y de aceptar responsabilidades. En mi opinión debemos aceptar esta tensión como el precio pagado por el incremento de nuestros conocimientos, de nuestra razonabilidad, de la cooperación y la ayuda mutua y, en consecuencia, de nuestras posibilidades de supervivencia y del número de la población. Es el precio que debemos pagar para ser humanos" (Popper, 1984).

Popper considera que esa tensión, esa inquietud, persistirá en la sociedad abierta. Uno de los factores que determina la caída de la sociedad cerrada está relacionado con la tirantez entre las clases. Dentro de la sociedad cerrada la esclavitud, las castas y el gobierno de clases, eran aceptados como algo "natural" y a nadie se le ocurriría cuestionarlos. Con su caída, esta convicción desaparece, pero al mismo tiempo, se pierde la sensación de seguridad que se da en la comunidad tribal, donde el miembro de la tribu se siente seguro. Estando rodeado de enemigos y de fuerzas mágicas peligrosas, es en el seno de su colectivo donde se siente completamente seguro.

Por otra parte, al mismo tiempo que el miembro del pueblo manifiesta esta fuerte tensión, la mayor parte de inquietud se presenta en la clase gobernante, que se ve ahora seriamente amenazada por la clase que no gozaba de ningún privilegio. Tomemos esta frase de Popper donde se refleja la inquietud de todos los miembros de la sociedad: "Todos temían, en mayor o menor grado, el derrumbe de su universo "natural" "" (Popper, 1984).

Probablemente la razón que determinó en gran medida la caída de la "sociedad tribal" fue el desarrollo de las comunicaciones y del comercio marítimo. Al tener contacto con otros grupos (con otras tribus) se va eliminando esa sensación de dependencia con la tribu. El comercio, parece esgrimirse como una de las actividades donde resulta determinante la iniciativa y la independencia individual. La navegación y el comercio fueron la principal característica del imperialismo ateniense y su pujanza corría paralela con el desarrollo de esa nueva forma de gobierno. Comerciantes y navegantes inmediatamente fueron etiquetados por los oligarcas griegos (II) como peligrosísimos enemigos. Los oligarcas captaron el peligro en toda su magnitud, vieron que la actividad comercial de Atenas, su mercantilismo monetario, su política naval y sus nuevas tendencias políticas formaban parte de un solo movimiento al que se debía combatir.

Tampoco todo era humanitarismo y altruismo en la recién establecida sociedad ateniense de corte imperialista. Popper acepta y a la vez justifica al naciente imperialismo ateniense: "Lejos de mí está la intención de defender todo lo que hizo Atenas para la construcción de su imperio, especialmente los ataques injustificados o los actos de brutalidad; tampoco se me olvida que la sociedad ateniense se basaba todavía en la esclavitud, pero, a mi juicio es necesario comprender que la esclavitud y autosuficiencia tribalista sólo podían ser superadas mediante alguna forma de imperialismo. Y debe admitirse también que algunas de las medidas imperialistas adoptadas por, Atenas eran bastante liberales" (Popper, 1984).

La revolución política e ideológica que culmina con la transición sociedad tribal esclavista a la sociedad tribal feudal, alcanzó su culminación en el Siglo V, con el estallido de la guerra del Peloponeso. Esta revolución, a esas alturas, se había convertido en una violenta guerra de clases y, a la vez, en una cruenta guerra entre las dos ciudades rectoras de Grecia; representativas de las dos formas de sociedad en pugna, la sociedad ateniense y la sociedad espartana.

El movimiento patriota

En el comienzo la instauración de la "sociedad abierta", se empezaron a implantar nuevos valores y nuevas formas de vida. Sin embargo, para su normal funcionamiento faltaba "algo", especialmente para la clase "culta". Popper señala que este "algo" que faltaba era la nueva fe de la sociedad abierta (y su única fe posible, añade): el humanismo. Esta doctrina comenzaba a imponerse, pero no estaba todavía claramente formulada. La reacción contra los movimientos democráticos no se hizo esperar por parte de los oligarcas. La razón que se esgrimía estaba basada en la tradición, la defensa de las viejas virtudes y la antigua religión.

Por esta razón, estas tendencias recibieron el apoyo de muchos hombres y su popularidad, dio lugar a una corriente que gano el favor de muchos hombres ilustres (III), aún en la misma Atenas.

El lema de este movimiento era: "De nuevo al estado de nuestros abuelos" o "De nuevo al antiguo estado paterno". Surge el movimiento de los patriotas.

Las creencias que se pregonaban en este movimiento "patriota" fueron desfiguradas por los mismos oligarcas, quienes no vacilaron en entregarle su propia ciudad al enemigo, con la esperanza recuperarla. Aún aceptando como nobles los deseos de este movimiento, como por ejemplo, la búsqueda de retornar a formas de vida consideradas más estables, a la religión, a la decencia, etc.; llevaba en sí una gran corrupción moral ya que la antigua fe se había perdido.

La gran generación y la fundación del individualismo

La gran generación: se denomina así a la generación que brilló en Atenas un poco antes y durante la guerra del Peloponeso. Esta generación señaló un punto culminante en la historia de la humanidad.

Entre sus miembros se encuentran los siguientes pensadores:

Grandes conservadores como Sófocles o Tucídides.

De ideología intermedia (representativa del período de transición) como Euríspides y Aristófanes.

El gran rector de la democracia: Pericles, quien formuló los principios de la igualad ante la ley y del individualismo político.

Heródoto: aclamado en la ciudad de Pericles como autor de una obra que elogiaba estos principios.

Protágoras: quien adquirió notable influencia en Atenas.

Demócrito: quien junto con Protágoras formuló la teoría de que las instituciones humanas del lenguaje, la costumbre y el derecho no son tabúes sino producto del hombre, no naturales, sino convencionales y el hombre es responsable de los mismos.

A los integrantes de la escuela de Georgias: Alcidamas, Licofrón y Antístenes, quienes desarrollaron los conceptos fundamentales contra la esclavitud, en favor del proteccionismo racional y contra del nacionalismo.

Sócrates: el más grande de todos (en opinión de Popper), quien enseñó a tener fe en la razón humana y a prevenirse del dogmatismo, al mismo tiempo a desconfiar de aquellos que hacen de la sabiduría un ídolo y que, para su mayor gloria, señaló que el espíritu de la ciencia es la crítica.

Estos grandes pensadores, la mayoría de los cuales o se inclinaban o eran vehementes partidarios de la "sociedad abierta", permitieron que se produjera un enfrentamiento de opiniones valiosas, que fortalecieron el desarrollo de las nuevas ideas.

Popper extrae de Pericles y Demócrito ciertos principios representativos de la sociedad democrática ateniense

Demócrito decía: ""No por miedo, sino por el sentimiento de lo que es justo, debemos abstenernos de hacer el mal"".

"Cada hombre constituye un pequeño universo propio".

"Debemos hacer todo lo posible para ayudar a aquellos que hayan padecido injusticias".

"Ser bueno significa no hacer el mal, y también, no querer hacer el mal".

"Son las buenas acciones, no las palabras, las que cuentan".

"La pobreza en una democracia es mejor que la presunta prosperidad que acompaña a la aristocracia o a la monarquía, así como la libertad es mejor que la esclavitud".

En su famosa oración fúnebre -pronunciada por lo menos medio siglo antes de que Platón escribiera La República – Pericles decía:

"Nuestro sistema político no compite con instituciones que tienen vigencia en otros lugares".

"Nosotros no copiamos a nuestros vecinos, sino que tratamos de ser un ejemplo".

"Nuestra administración favorece a la mayoría y no a la minoría: es por ello que la llamamos democracia".

"Nuestras leyes ofrecen una justicia equitativa a todos los hombres por igual, en sus querellas privadas, pero esto no significa que sean pasados por alto los derechos del mérito".

"Cuando un ciudadano se distingue por su valía, entonces se lo prefiere para las tareas públicas, no a manera de privilegio, sino de reconocimiento de sus virtudes, y en ningún caso constituye obstáculo la pobreza".

"Nuestra ciudad tiene las puertas abiertas al mundo, jamás expulsamos a un extranjero".

"Amamos la belleza sin dejarnos llevar de las fantasías, y sin bien tratamos de perfeccionar nuestro intelecto, esto no debilita nuestra libertad".

"Admitir la propia pobreza no tiene entre nosotros nada de vergonzoso, lo que si consideramos vergonzoso es no hacer ningún esfuerzo por evitarla".

"El ciudadano ateniense no descuida los negocios públicos por atender sus asuntos privados".

"No consideramos inofensivos, sino inútiles, a aquellos que no se interesan por el estado, y si bien sólo unos pocos pueden dar origen a una política, todos nosotros somos capaces de juzgarla".

"No consideramos la discusión como un obstáculo colocado en el camino de la acción política, sino como un preliminar indispensable para actuar prudentemente".

"Creemos que la felicidad es el fruto de la libertad y la libertad, el del valor, y no nos amedrentamos ante el peligro de la guerra".

Las máximas de Pericles son interpretadas por Popper en la forma que las interpreta un pensador liberal. La democracia no se agota en la frase (según Popper, carente de significado) "quien debe gobernar el pueblo", sino que ésta forma de gobierno debe basarse sobre la fe en la razón y en el humanitarismo. De igual manera exclaman que esas afirmaciones constituyen la expresión de un verdadero patriotismo, de un justo orgullo por una ciudad (Atenas) que se había fijado la meta de ser un ejemplo y que, se convirtió en la escuela de la humanidad en los siglos pasados, presentes y futuros.

Según Popper, el discurso de Pericles constituye no sólo un programa político, sino también una defensa y hasta un ataque

La crítica socrática

Según Popper, es Sócrates el miembro de la Gran Generación que mayormente contribuyó a la expansión de la nueva doctrina, llegando, incluso, a morir por ella.

No fue un jefe de la democracia ateniense (como Pericles), ni tampoco un teórico de la sociedad abierta (como Protágoras). Él fue un crítico de Atenas y de sus instituciones democráticas

Más, el hecho de haber sido un crítico de la democracia y de sus instituciones, no justifica el ubicarlo dentro de los enemigos de la "sociedad abierta". Hay una diferencia radical entre la crítica democrática de la democracia (como la de Sócrates) y la crítica totalitaria. Una crítica a la manera de Sócrates en lugar de perjudicar a la democracia, la beneficia.

Diversas enseñanzas socráticas lo ubican como un amigo de la "sociedad abierta". Su teoría igualitaria de la razón humana como medio universal de comunicación, su insistencia en la honestidad intelectual y en la autocrítica, su teoría igualitaria de la justicia, su idea de que es mejor ser victima de una injusticia que cometerla con los demás. En su doctrina se encuentra todo un credo individualista.

Se debe aclarar que no es Sócrates con quien comienza la filosofía que ubica al hombre como centro de interés, ésta filosofía se inicia con Protágoras. De Sócrates parece partir la idea de darle importancia a los demás hombres individuales y la tendencia de los hombres a respetarse mutuamente y sí mismos.

Sócrates por otra parte combatía la autosatisfacción y la autocomplacencia. Exigía que el individualismo no se remitiera solamente a la eliminación del tribalismo, sino que el individuo debía demostrar que era digno de esa liberación. Por eso insistía en que el hombre era más que un cuerpo. En el hombre hay algo más, una chispa divina, la razón y el amor a la verdad, a los sentimientos de bondad y de humanidad. El hombre es, ante todo, inteligencia (decía Sócrates). Es la inteligencia lo que lo hace humano, la que lo hace más que un puñado de deseos y ansiedades, la que lo hace que se baste de sí mismo y a sustentar que él es un fin en sí mismo.

Lo que Sócrates criticaba a los demócratas atenienses era su imperfecta comprensión de estas cosas, de su falta de honestidad intelectual al dejarse obsesionar por el poder.

Uno de los factores que provocó la sentencia de Sócrates y la consideración de ser un enemigo de la democracia, fue su amistad con algunos jefes antidemócratas. Entre sus amigos se cuentan no sólo Alcibíades (que se pasó al lado de Esparta), sino también Critias y Cármides, ambos tíos de Platón, quienes se constituyeron más tarde en jefes de los Treinta Tiranos.

Sin embargo, nadie ha hecho juicios ligeros sobre Sócrates por el hecho de tener estas amistades y, por supuesto, tampoco esta vinculación fue la causa del ataque de Sócrates a la democracia ateniense.

El ataque de Sócrates contra los políticos democráticos de su tiempo se debió, en gran parte a su afán de poner de manifiesto el egoísmo y ansias de poder de los demagogos del pueblo, dentro de los cuales se encontraban principalmente los jóvenes aristócratas. Estos se hacían pasar por demócratas pero en el fondo sólo se veían en el pueblo el instrumento adecuado para saciar su sed de poder. Y no sólo se limitó a desenmascarar y a atacar a estos hombres, su carácter lo llevaba a tomarse un interés real por ellos, intentando convertirlos al bien y al desinterés. Sócrates -como maestro político- llegó incluso a desviarse de su camino para atraer a los jóvenes y adquirir influencia sobre ellos, especialmente cuando los consideraba aptos para la conversión y creía que algún día podrían llegar a desempeñar cargos de responsabilidad en la ciudad.

Para su perjuicio, estas vinculaciones con los jóvenes que traicionaron la democracia, le valieron la muerte. Perdida la guerra del Peloponeso, fue acusado de haber educado a los hombres que habían traicionado la democracia y conspirado con el enemigo para provocar la caída de Atenas. Restaurada la democracia, se inició la causa contra Sócrates. Los cargos eran claros: haber tenido participación en la educación de los enemigos más temibles del estado (Alcibíades, Critias y Cármides).

Probablemente los acusadores no procuraban tanto castigar a Sócrates, ya que incluso ellos sabían que los acontecimientos políticos pasados habían ocurrido contra sus intenciones; sino impedirle que continuara con sus enseñanzas.

Por esta circunstancia se formuló el cargo (vago y carente de sentido, según Popper) de que Sócrates corrompía a la juventud, de que era impío y de que había tratado de introducir nuevas prácticas religiosas en el Estado (IV).

Sócrates en su defensa insistió en que no guardaba ninguna simpatía hacia el gobierno de los Treinta Tiranos y que, inclusive, había arriesgado su vida, desafiando algunas invitaciones. Hizo además, recordar al jurado que entre sus mejores amigos y discípulos se contaban ardientes demócratas, al menos uno de los más efusivos combatientes contra los Treinta, Querofonte.

Sócrates, aún en el final del proceso, no se desvió nunca de sus principios. Se limitó a luchar por lo que consideraba justo y por la obra de toda su vida. No era su intención socavar la democracia, por el contrario, había tratado de darle la fe que le faltaba, esa había sido la obra de su vida, y que había tratado de defender al verla seriamente amenazada. Fue la traición de algunos de sus ex compañeros los que lo hicieron aparecer a él y su obra, bajo el manto de la deslealtad.

El juicio al que fue sometido, constituiría un elemento más a través del cual Sócrates demostraría su infinita lealtad y respeto hacia la sociedad ateniense. Esto se nota cuando teniendo oportunidad de huir no lo hizo. De haberlo hecho, habría faltado a las leyes de la democracia y al convertirse en exiliado político, se convertiría, a la vez, en enemigo de la naciente democrática. En "El Critón" de Platón encontramos las razones que dio (a manera de postrer testamento) para no huir: "Si me voy -decía Sócrates- violaré las leyes del estado y acto de esta naturaleza me pondría en oposición a esas leyes, probando mi deslealtad y dañando al estado. Sólo permaneciendo aquí puedo demostrar mi lealtad al estado y también a la democracia, y demostrar que jamás he sido su enemigo. Creo que no puede haber mejor prueba de mi lealtad que mi decisión de morir por ella".

De haber aceptado Sócrates la invitación para huir habría dado la razón a los jueces que lo habían condenado, pues aquel, que desobedece a las leyes y las corrompe, puede, de igual manera, corromper a la juventud.

Los conflictos de Platón

En opinión de Popper, Platón también sufrió la tensión o inquietud que produce la lucha entre dos sociedades en pugna y sus conflictos se vieron agravados por una serie de situaciones, donde la más grave, se refiere a la traición que sentía estaba llevando a cabo contra su maestro, Sócrates.

Para Popper, Sócrates sólo tuvo un sólo sucesor digno, su viejo amigo Antístenes, el ultimo miembro de la Gran Generación. Y Platón, en cambio, lo traicionó, al igual que sus tíos, Critias y Cármides. "Platón, su discípulo mejor dotado, no tardaría en demostrar que era el menos fiel "(Popper, 1984).

Platón trató de implicar a Sócrates en su tentativa de construir la teoría de la sociedad tribal y esto es más grave si consideramos que estando ya muerto Sócrates, no tenía oportunidad de contradecirlo.

A manera de justificación de su juicio sobre la traición de Platón, Popper expresa: ".este juicio parecerá excesivamente duro, aún a aquellos que mantienen una posición altamente crítica con respecto a Platón. Pero si consideramos la "Apología" y el "Critón" como la última voluntad de Sócrates, y comparamos estos testamentos con el de la vejez de Platón, las "Leyes", entonces no resulta fácil juzgar de otro modo" (Popper, 1984).

No era sólo la muerte de Sócrates lo que deseaban los enemigos de la sociedad abierta, necesitaban la teoría en la cual basar su idea de sociedad ideal. Platón esgrime esta teoría. "El pensamiento libre, la crítica de las instituciones políticas, que enseña nuevas ideas a la juventud y las tentativas de introducir nuevas practicas religiosas e incluso nuevas opiniones son todos delitos capitales. En el modelo de Estado de Platón, Sócrates jamás hubiera tenido la oportunidad de defenderse públicamente" (Popper, 1984). El Estado ideado por Platón era diametralmente opuesto al régimen social defendido por Sócrates, el primero era defensor de un totalitarismo cerrado, este, se esgrimía en paladín de una sociedad abierta, donde la crítica racional fuera el motor que hiciera funcionar la vida social.

La utilización de Sócrates en "La República" como principal expositor de sus propias ideas, demuestra las intenciones de Platón de implicarlo (V).

A manera de excusa a Platón, Popper afirma que si queremos comprender su actitud, debemos tener presente la situación de la época. La tensión de la vida de la sociedad civilizada se dejó sentir con mayor fuerza que nunca. Todavía se palpaban las viejas esperanzas oligárquicas y la derrota de Atenas las había alentado. Las luchas de clase continuaban. Platón sintió que hacía falta una reconstrucción completa del programa primitivo. La derrota de los Treinta Tiranos había sido, más que otra cosa, una derrota moral, en virtud de haber injuriado el sentido de justicia de los ciudadanos. Los Treinta Tiranos no tenían nueva fe que ofrecer, moralmente, era nihilistas.

Platón debió sentir que no se podría revivir el viejo programa oligarca sin basarlo en una nueva fe, en una nueva doctrina que reafirmase los viejos valores del tribalismo, en oposición a la sociedad abierta. Debía enseñarse a los hombres que la justicia es desigualdad y que la tribu, lo colectivo, está por encima del individuo. Y, como la fe de Sócrates era demasiado fuerte para ser desafiada abiertamente, Platón debió reinterpretarla como una fe en la sociedad cerrada.

Platón descubrió que era posible conferirle gradualmente un nuevo sentido a las enseñanzas de Sócrates, el miembro más influyente de la gran generación, y presentar, a un adversario, cuya abrumadora fuerza jamás se hubiera atrevido a atacar directamente, como un aliado.

Según Popper esto no le resultaba a Platón algo muy sencillo, desde el punto de vista de su conciencia. "A mi juicio, Platón debe haber sentido, allá, en lo hondo de su alma, que la enseñanza de Sócrates era muy diferente, por cierto, de la que él le atribuía, lo cual significaba que lo estaba traicionando" (Popper, 1984).

Platón se debatía entre grandes conflictos y, Popper lo interpreta así en los continuos esfuerzos que Platón lleva a cabo por hacer que Sócrates se reinterprete a sí mismo, lo cual significaría, un esfuerzo por apaciguar su conciencia intranquila. "Con su afán permanente de demostrar que sus pérdidas no eran sino el desarrollo lógico de la verdadera doctrina socrática, Platón, en realidad, trataba de convencerse de que no era un traidor" (Popper, 1984).

En la lectura de Platón se puede captar un hondo conflicto íntimo, una verdadera lucha librada por un espíritu atormentado. Y quizá el mayor conflicto de Platón surge por la profunda impresión causada por el ejemplo de Sócrates en contraposición a sus propias inclinaciones oligárquicas, desgraciadamente todavía más fuertes. Su tendencia a burlarse cuando combate la teoría igualitaria de la justicia, su vacilante prefacio a la defensa de la mentira, a la exposición del racismo y a la definición de la justicia, son todos síntomas, según Popper, del gran número de tensiones e inquietudes, que afectaban a Platón.

Su lucha contra la sociedad abierta estaba determinada, en gran parte, por la impresión que le habían causado, las ideas de los grandes pensadores democráticos, como Pericles. A pesar de ocultar sus sentimientos con el recurso de la ironía y el desprecio, no puede dejar de mostrar hasta que punto le habían impresionado las ideas de Pericles. Platón, en el Menexeno (V), revela la profunda impresión que le produjo el credo de la sociedad abierta y la ardua lucha que debió librar para recobrar sus sentidos y comprender dónde se encontraba, esto es, en el campo de sus enemigos.

Los enemigos del individualismo

El colectivismo, el totalitarismo, el antiindividualismo, y, en general, todo lo que atente a la libertad individual del hombre, es representativo de sus enemigos.

En el aparte d) de este mismo Capitulo, en donde se analiza el papel de la gran generación en la fundación del individualismo democrático, se extrajeron del pensamiento de Demócrito y de Pericles, algunos principios que pueden ser considerados como pilares fundamentales de la sociedad abierta.

Anotemos a continuación algunos enunciados que corresponden al basamento de la sociedad cerrada. Estos fundamentos de la sociedad cerrada son tomados por Popper de los principios que sostenían la política espartana:

1) Protección al tribalismo: cerrarse a toda influencia extranjera que pudiera poner en peligro la rigidez de los tabúes tribales.

2) Autarquía: no depender del comercio.

3) Anti-universalismo o particularismo: sostener la diferenciación entre la propia tribu y todas las demás; no mezclarse con los inferiores.

4) Dominación: someter a los vecinos.

5) Expansión moderada: la ciudad debe crecer sólo mientras pueda hacerlo sin alterar su unidad. Con esto se trataba de controlar el problema del mantenimiento de un índice demográfico constante.

Según Popper, al comparar estas tendencias con las del totalitarismo moderno, encontraremos una coincidencia casi perfecta, con la excepción del último punto. Esta diferencia se debe a que el totalitarismo moderno parece presentar tendencias imperialistas de expansión.

La sociedad abierta

"Sócrates se rehusó a transigir por su integridad personal. Platón se vio conducido a lo largo de una senda en la cual debió transigir por su integridad a cada paso. Así, se vio forzado a combatir el libre pensamiento y la búsqueda de la verdad. Se vio obligado a defender la mentira, los milagros políticos, la superstición tabuísta, la supresión de la verdad y, finalmente, la más burda violencia" (Popper, 1984). Sócrates transitó el camino que correspondía a la sociedad abierta, su recompensa fue el no tener que renegar nunca de sus principios e, incluso ante la muerte, contar con una visión clara de lo que se debía hacer. No había confusión en Sócrates, no había mancha en su actuación ni conflictos en su espíritu.

Platón debió apartar en diversos momentos muchas convicciones propias, enfrentar una lucha interna ante la traición a las enseñanzas socráticas y, para colmo, sentir el fracaso, ya que no consiguió con su programa político, detener la transformación de la sociedad. "Por el contrario, terminó ligándose, por su propio influjo, a aquellas potencias que en otro tiempo había aborrecido" (Popper, 1984).

Bibliografía

  • 1)  POPPER, Karl R. 1984. La Sociedad Abierta y sus Enemigos. (Tomo I). Ediciones Orbis S.A., Barcelona (España).

NOTAS

  • (I) Se refiere Popper a R. Crossman, escritor y político británico, autor de la obra "Plato to Day". (1973).

  • (II) Los oligarcas eran los miembros de las clases, hasta ese momento, privilegiadas en Atenas.

  • (III) Entre estos encontramos a Tucídides, gran historiador griego.

  • (IV) El cargo por el que primeramente se había acusado dejó de ser, en razón de una amnistía que se sancionó para todos los delitos políticos cometidos antes de la instauración de la democracia. Por esa razón, y dado el interés de los gobernantes de eliminar a Sócrates a toda costa, debieron recurrir a esa nueva acusación.

  • (V) Popper advierte que no hay seguridad si esa tentativa de implicar a Sócrates, fuera o no consciente, además, eso no constituye obstáculo para desviar el hecho de que sí hubo traición en Platón.

  • (VI) El Menexeno es una réplica despectiva a la oración fúnebre de Pericles.

 

 

 

Autor:

Orlando José Chirinos

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