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Modo de producción doméstico, capitalismo y racismo en el Sudáfrica Colonial y neocolonial (página 2)

Enviado por Sebastian Negrelli


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Ahora bien, ¿cómo ven los africanos a su propia comunidad?, la comunidad doméstica es para el individuo, el marco que brinda la seguridad que le es negada, "el vínculo con la tierra tribal es de la mayor importancia para un individuo. La dependencia en relación con la tierra y con las relaciones sociales que provienen de ella, les brinda a los africanos la seguridad contra las vicisitudes del empleo en la industria"[10]

Entonces tenemos, por un lado, la comunidad doméstica; en ella las actividades están orientadas hacia el logro de la subsistencia; las nociones de propiedad privada son mínimas o no están presentes; las actividades mercantiles, allí donde existen, ocupan un lugar reducido; la tierra, sacralizada, es un bien colectivo y "las desigualdades se manifiestan más en el nivel del prestigio y del poder que en el nivel de la riqueza detentada"[11].

En este sentido, Wolf, plantea, refiriéndose al modo ordenado por el parentesco[12], que

"los agrupamientos sociales edificados por el parentesco, de ningún modo están exentos de diferenciaciones internas y de presiones externas encauzadas al cambio. La diferente distribución de participaciones de trabajo social favorece el surgimiento de administradores influyentes; al mismo tiempo, el contacto con otros grupos puede dar importancia a personas con aptitudes para enfrentar diferencias de intereses y conflictos personales. Estas tendencias a las desigualdades en funciones se acrecientan mucho cuando los grupos ordenados conforme al parentesco entran en relación con sociedades tributarias o capitalistas"[13].

Esta idea se aparta de aquellas que hacían de la comunidad doméstica una parte integrante del capitalismo, por lo tanto no la consideraban como un modo de producción distinto de él. Sin embargo, el capitalismo mismo tiene necesidad de no integrarla para poder servirse de ella y explotarla.

No obstante, la comunidad doméstica, directa o indirectamente, opondrá resistencia. Primero quizás por su tradición, ya que alejada del tipo de mercado que nosotros conocemos, no lo necesita, todo lo necesario ya estaba por ella desarrollado. Los hombres, las mujeres y los niños; con diferentes matices según las regiones, lograban su objetivo básico –la subsistencia- dentro de su esfera.

Por ello el colonialismo primero, y el imperialismo después tuvo que recurrir a mecanismos diferentes, según iba evolucionando el proceso, para lograr su cometido.

Una primera etapa significó poner en marcha los aparatos políticos y la fuerza para lograr desplazar al campesino de su comunidad e integrarlo en las actividades capitalistas. En esta primera etapa, los capitalistas, recurrieron a la coerción por medios administrativos con el fin de reclutar mano de obra para sus explotaciones[14]. "El trabajo forzado se practicó ampliamente bajo la forma de prestaciones o a través del impuesto de capitación"[15]. Aquí, los capitalistas se sirvieron del aparato político-administrativo, "que se convirtió de hecho, en una gran empresa de abastecimiento de mano de obra…"[16]

Otro mecanismo que se generalizó luego y con mayores resultados fue la coerción nacida del impuesto. "Gran idea" ya que por un lado permitía recaudar fondos para la colonia y, por otro lado, "obligar a los campesinos a ganar dinero". Medida que los forzaba al abandono de las prácticas tradicionales. Más adelante se ampliará esta cuestión.

Los africanos no eran inconscientes de lo que estaban viviendo, aunque este pesar se mostró desde un comienzo, es característico el pensamiento de Kwame Nkrumah quien escribía en 1947:

"el drama comienza con la aparición de los misioneros y etnólogos, comerciantes, concesionarios, y administradores. Mientras que los misioneros, con su cristianismo deformado, le piden al sujeto colonial que amase su fortuna en el cielo, donde no la destruyen ni la polilla, ni el óxido; los comerciantes, los concesionarios y los administradores disponen de sus recursos minerales y agrícolas, destruyen sus artesanías, oficios e industrias locales".[17]

A pesar de oponer algunas resistencias el final estaba cantado, ¿que podían hacer ante la fuerza avasalladora de las potencias y sus técnicas?.

Además, especialmente en África del Sur, el capitalismo va a poner en marcha otro mecanismo un tanto más brutal todavía. El racismo aparece desde el principio de la colonización, pero su desarrollo adquiere su plenitud con la constitución de la Republica Sudafricana, surge como medio de "asegurar la superioridad de la raza blanca y la necesidad de salvaguardar su supremacía política y económica"[18].

Los capitalistas encontraron en el racismo un medio seguro y rápido de explotación por diversas causas: como instrumento de expropiación, como medio para obtener mano de obra barata (por medio de la superexplotación del trabajo[19]), como medio para legitimar su "superioridad" y su papel "tutelar", y como un posible mecanismo por el cual trasladar el costo del mantenimiento de la reproducción del obrero negro a este último mediante su "liberación" gracias a la conformación de estados "autónomos" (los homelands o bantustanes).

Llegado a este punto es imperioso explicar la articulación entre los modos de producción doméstico y capitalista. Meillassoux, quien nos muestra el camino de manera genial, sostiene que "las relaciones entre ambos sectores no pueden considerarse como relaciones entre dos ramas del capitalismo, lo que es suficiente para explicar el intercambio desigual: la relación es entre sectores donde dominan las relaciones de producción diferentes".

De esta forma, para entender la manera en que se articula el sector doméstico con la economía capitalista debe observarse, por un lado, que la "fuerza de trabajo se efectúa, hasta en el sistema capitalista, en el marco de las relaciones sociales de tipo doméstico"; y por otro, como se produce la transferencia de la fuerza de trabajo desde un sector al otro.

Así el capitalismo mantiene una relación orgánica con el sector doméstico, no lo destruye, pero lo mantiene al nivel de la subsistencia. De esta forma, el capitalismo depende de las relaciones domésticas para su reproducción; por su parte, el imperialismo interviene en esta relación de producción entre los distintos sectores, consiguiendo, en beneficio del capital, los medios de reproducción de la fuerza de trabajo barata que en última instancia (para nuestro autor) sería la causa del subdesarrollo en los países dominados.

Meilliasoux, además, analiza el asunto del salario que percibe el trabajador una vez que es "liberado" del sector doméstico, este le plantea una serie de problemas al capitalismo.

En principio debemos conocer cuales son los componentes de valor de la fuerza de trabajo, según Meillasoux, los componentes son tres: 1) sustento del trabajador durante su periodo de empleo (o reconstitución de la fuerza de trabajo inmediata); 2) mantenimiento del trabajador en los periodos de desempleo (desocupación, enfermedad, etc.) y 3) reemplazo del trabajador mediante el mantenimiento de su descendencia (reproducción).

Sin embargo, en la práctica solo el primero "contribuye a la reconstitución de la fuerza de trabajo en tanto que mercancía inmediatamente disponible en el mercado"[20]

El problema del capitalismo está centrado, entonces, en la necesidad de proveer al mantenimiento y a la reproducción de la fuerza de trabajo, estas según el autor, no pueden ser solucionadas solo mediante el pago del salario directo. Es aquí donde, en búsqueda de dicha solución intervienen instituciones situadas al margen del sector capitalista como la familia[21]. De esta forma surge lo que se denomina el "salario directo" y el "salario indirecto" el primero es pagado directamente al asalariado por sus horas de trabajo, este estaría cubriendo las necesidades señaladas en el punto (1). El segundo, no es pagado en el marco de una relación contractual, entre empleador y asalariado, sino distribuida por un organismo socializado -corresponde a los puntos 2 y 3- (por ejemplo, el Estado, o la familia).

Esto plantea otro problema. ¿Qué pasaría si el asalariado solo percibiera el salario directo?, ¿la producción y la reproducción de la fuerza de trabajo estarían aseguradas?. Es evidente que no. Aquí es donde interviene el sector doméstico.

Es decir, al trabajador cuando, por diversos motivos (enfermedad, retiro por edad, etc.) ya no es utilizado por la explotación capitalista, y por lo tanto no le es útil, no le queda más remedio que recurrir a la asistencia de su comunidad, ya que en este caso, la asistencia que es brindada a los trabajadores "integrados" de los países desarrollados (por medio de los seguros sociales, del Estado, etc.) le es negada. El costo total de su mantenimiento corre por cuenta de dicha comunidad.

Lo mismo ocurre con "el futuro trabajador", una vez que ha alcanzado las condiciones que la empresa capitalista exige, siente la obligación de integrarse a ella, esta obligación esta dada por la necesidad de procurarse el monetario que le permitirá adquirir en el mercado los productos que la comunidad doméstica ya no puede producir y para pagar el gravamen de capitación que fue impuesto por el Estado colonial. Los gastos de su mantenimiento y formación, sin embargo, habían corrido también por cuenta de su comunidad, por lo tanto el capitalista, que se beneficiará con su fuerza de trabajo, no ha realizado ningún gasto en su formación.

Una vez planteados los conceptos intentaré cotejarlos con la situación empírica. Dedicaré el siguiente apartado a la realización de una breve introducción de los momentos previos a la llegada de los europeos; esto, aunque escapa del marco temporal más arriba detallado, se hace necesario para comprender (aunque superficialmente) los rasgos mas importantes de las sociedades que habitaban la región, especialmente los de los pueblos conocidos con el nombre de bantúes[22] y bosquimanos[23].

Además abarcará la descripción de la penetración de los primeros europeos, es decir, como se produjo; los conflictos que se suscitaron; tanto entre estos como con los nativos (Boérs-británicos-africanos); la lucha por los recursos; etc.

También, irá asociado en el desarrollo del mismo, una explicación acerca de las ideologías imperantes en cada uno de los sectores, especialmente las referidas a la visión que cada grupo tenía del otro; sus comportamientos, etc.

II

En general, las poblaciones que habitaban el África precolonial, a pesar de la diversidad de sus estructuras sociales, sus economías presentaban características semejantes. Sus actividades estaban orientadas a conseguir aquello que les era imperioso para lograr la subsistencia del grupo. Las actividades mercantiles, en algunos lugares un poco más desarrolladas que otros, eran mínimas. Así había determinadas sociedades que trocaban algunos elementos que poseían por otros que no podían ser obtenidos en la zona donde habitaban. En aquellos casos donde las actividades mercantiles habían adquirido mayor importancia, por ejemplo aquellas relacionadas al tráfico de esclavos, esas actividades quedaban bajo el control directo de las personalidades que detentaban el poder dentro del grupo.

En tal sentido Wolf plantea que:

"el comercio de esclavos, antes de la dominación colonial, se injertó en sociedades que tenían una base ecológica similar en el cultivo de tumba-roza y-quema de tubérculos, plátanos, mijo, sorgos, y cría de ganado… hubo intercambio de artesanías y de recursos locales, tales como mineral de hierro, cobre, sal, y productos de palma, por medio de amplias redes de intercambio y de mercados. Los linajes controlaban el acceso a la tierra y a otros recursos; representaban unidades continuas de antecesores y descendientes. Los ancianos manejaban estos linajes; también se encargaban de la concertación de alianzas entre linajes mediante el intercambio de derechos por razón del matrimonio sobre las aptitudes de reproducción de las mujeres y sobre su descendencia. En esta adaptación el factor que escaseaba no era la tierra sino el trabajo; los derechos al trabajo se conservaban en acuerdos de parentesco que manipulaban los mayores como representantes del linaje"[24]

de forma tal que las desigualdades mínimas que existían entre los miembros de la comunidad precolonial no se manifestarían por condicionamientos económicos, se revelaban, más bien, en el prestigio; por ejemplo el que le daba a cierto individuo su edad, es decir la persona más longeva del grupo era valorada como la más sabia[25].

Como las nociones de jerarquía no se basaban en la riqueza, la tierra, por lo tanto, no constituía un bien individual. La tierra, considerada sagrada, era un bien colectivo.

De esta forma la estructura social del grupo imponía ciertos "frenos a la formación de clases" en su interior. En estas sociedades el individualismo no tenia sentido, hombres y mujeres adquirían cierta coherencia en cuanto pertenecieran a un grupo, el aislamiento o la individualidad eran entendidos como un elemento negativo, las estructuras familiares y sociales complejas mantenían la cohesión del grupo. Incluso aquellos individuos que eran capturados por otros en la guerra, se relacionaban con el grupo captor mediante ciertos convencionalismos, pese a que su condición de esclavo lo colocaba como un miembro diferente a la familia, existían arreglos que permitían a éste relacionarse con el grupo hasta alcanzar una mejor condición. Por ejemplo, los descendientes del esclavo, en la mayoría de estas sociedades, alcanzaban el estatus de los hombres libres y por lo tanto se integraban al grupo. Wolf afirma, en su estudio de la esclavitud en el África precolonial, que

"una vez en posesión del linaje de su propietario un esclavo podía llegar a ser un miembro activo del grupo doméstico, aun cuando se le negara la vinculación con el linaje de su dueño. Es decir que la esclavitud podía tener consecuencias relativamente benignas, sin ninguna de las características de la esclavitud descarnada, que fue característica del Hemisferio Occidental"[26]

Este tipo de relaciones esclavistas se verán seriamente modificadas con el desarrollo de la trata atlántica.

Así, África del Sur precolonial estuvo caracterizada por un impulso vigoroso proveniente del mismo interior. "Vigorosas jefaturas hicieron su aparición, tendiendo a imponer su hegemonía a sus vecinos. Pero el proceso no llegó a su término al ser violentamente interrumpido por la intrusión de los voortrekkers"[27]. Los diversos pueblos que la habitaban; se caracterizaban por sus continuas migraciones, algunas producidas por las presiones que ejercían algunos grupos un tanto más poderosos que iban desplazando a los otros en la lucha por los recursos especialmente por la tierra.

Sin embargo, los contactos que se establecían entre los distintos grupos, no siempre eran conflictivos, por ejemplo, "los contactos entre agricultores bantúes y cazadores bosquimanos parece que fueron amistosos durante más de dos siglos, tolerándose recíprocamente. Los bantúes entre los cuales, al igual que entre los otros negros, la propiedad de la tierra no existe, sino solamente un derecho temporal de uso agrícola, rendían siempre homenaje a los "señores de la tierra", reconociendo su privilegio de primeros ocupantes"[28].

Los sotho eran pueblos de pastores que mantenían un contacto constante con otros grupos del África central. Estos vivían en grandes aldeas concentradas en la región que comprendida entre el Limpopo y el Orange. Sus actividades estaban orientadas al comercio de grandes distancias intercambiando ganado y productos artesanales, pero no el de hombres.

La presión ejercida por el reino zulú los obligará a realizar continuos desplazamientos. Moshweshwe, por entonces uno de los jefes sotho, unificó al pueblo sotho y en 1824 fundó su cuartel general en la colina llamada Thaba Bosiu. Desde entonces, y hasta su muerte en 1870, Moshweshwe fue el dirigente indiscutible de los sotho y, como jefe supremo, asoció a sus sucesores al trono. Desde 1838 Moshweshwe se enfrentó a la expansión de los bóers en numerosas luchas fronterizas.

Adaptándose al tráfico de armas del siglo XIX, se organizó Lesotho (Basutolandia), este nuevo estado fue el resultado de la organización de los grupos sotho desarraigados y rechazados por los disidentes de la revolución zulú.

El reino zulú fue "la formación más original y más fuerte de la región durante la primera mitad del siglo XIX"[29].

"Eran cazadores y agricultores y también hábiles pastores que se desplazaban en búsqueda de pastos, con un hábitat disperso en poblados de veinte a cuarenta chozas dispuestas en semicírculo en torno a un área de ganado circular"[30].

Al parecer, no se ocuparon del gran comercio como los sotho, sus continuos desplazamientos y las presiones que ejercían a otros pueblos, al parecer, eran fruto de un crecimiento demográfico sostenido desde el siglo XVIII, el cual les obligaba a buscar nuevas tierras y por las características de la cría de ganado que les demandaba nuevos pastos[31].

Los xhosa fueron los pueblos que, quizás, mantuvieron un contacto más temprano y regular con los comerciantes europeos. Estos habitaban la zona que cubren los ríos Kei y Gamtoos.

"El instrumento esencial de este pueblo fue el comercio de ganado, destinado al aprovisionamiento de carne para los navíos de paso, y gracias al cual obtenían el metal, las perlas, los alcoholes, los fusiles y los caballos"[32].

Todo cambió con el asentamiento de los europeos, los primeros que llegaron fueron los holandeses, estos llegaron a Sudáfrica en 1652, y se asentaron en la punta meridional del continente, donde fundaron la Ciudad de El Cabo.

Entre 1837 y 1838 acabaron con la resistencia zulú, ocuparon la costa oriental y el Alto Veld interior. Más tarde se mezclaron con los refugiados protestantes franceses (hugonotes) y surgió la población bóer original. De creencias religiosas calvinistas, los bóers plantearon desde un principio severas medidas exclusionistas respecto de los grupos negros; ya en la época de la ocupación británica en 1795 habían desahuciado a la mayoría de los pobladores primitivos.

"Los bóers que habían conseguido "domesticar" a algunos hotentotes[33] y hacerles guardar rebaños de los propietarios blancos, no pudieron jamás encontrar una manera de entenderse con los bosquimanos, no consiguieron inculcarles el sentido del trabajo, ni el de la propiedad ajena"[34].

Los problemas fueron recrudeciendo, la llegada de los europeos fue traumática para aquellos pueblos que no supieron o no quisieron adaptarse al nuevo marco, la lucha colonial había comenzado, se incrementaba las luchas por la obtención de territorios, en este sentido Berteaux afirmaba: "a medida que los bóers llevaban sus rebaños mas lejos, los hotentotes que querían seguir haciendo pacer sus rebaños, se veían obligados a emigrar más lejos en dirección noroeste".

De esta forma "las poblaciones del África del Sur eran victimas de una evolución que presentaba en todas partes análogas características: a las formaciones políticas preexistentes… sucedió una fase de violentas transformaciones consecutivas a la intrusión de la economía occidental. A pesar de la notable capacidad de absorción o de resistencia de los pueblos afectados, la penetración europea acabó provocando un cambio irreversible, esbozado mucho antes de la conquista colonial"[35].

No obstante se produjo un hecho que complicaría aun más las cosas, "la intervención británica (anexión del Natal en 1843) orientó definitivamente el porvenir del país, dominado en lo sucesivo por los antagonismos africano-bóers-ingles, exacerbados, a su vez, por la mezcla de pueblos y culturas"[36].

Desde 1836 hasta 1838 las tensiones entre los británicos y los colonos bóers se intensificaron, esto produjo una emigración de los bóers que junto a sus servidores avanzaron hacia el norte en protesta de la política británica y el relativo liberalismo del dominio británico, para establecer republicas propias en tierras supuestamente desocupadas.

El problema estaba planteado en términos ideológicos entre ambos grupos de europeos; "los bóers replegados sobre sí mismos, imbuidos de su convicción de estar predestinados y de constituir una raza elegida, tuvieron una tendencia de reaccionar con una especie de fiebre obsesiva, mediante una nueva llamarada de fe antigua… se insistía más en la rígida interpretación de la Sagrada Escritura, rechazando toda concepción de las ideas modernas"[37].

Con su visión un tanto menos "negativa" del proceso, Berteaux afirma que "la colonización británica, de base mercantil, era generalmente respetuosa de las costumbres y tradiciones locales, a condición de que no turbasen la paz pública y la seguridad del comercio"[38]. Sin embargo, parece no tener en cuenta que los intereses de Gran Bretaña estaban orientados a una explotación de los recursos de las colonias, asegurando el lucro pero con el menor gasto posible para la metrópolis. Su política, de dominio indirecto, iba en contra de la de los bóers, estos últimos rehusaban obstinadamente a los no blancos toda existencia política y todo derecho de ciudadanía.

El dominio indirecto era el canal por el cual se cargaba a jefes locales los gastos de la administración colonial, a la vez que aseguraba la cohesión de los trabajadores y su disciplinamiento.

Esta relativa autonomía, dispensada por los ingleses, anhelaba el acceso de cada uno de los pueblos tutelados a su propia administración, pero siempre sujetos a las relaciones económicas y monetarias; a la fidelidad a la corona británica y a la lengua inglesa.

Los conflictos entre ambos sectores de población blanca derivaron en un enfrentamiento armado denominado la guerra de los boérs. Desde el punto de vista militar, el conflicto entre fuerzas británicas y bóers puede dividirse en dos etapas: primero un periodo de éxitos bóers, rápidamente revertidos a la llegada de la principal fuerza británica en enero de 1900. Después vino una etapa guerrillera en que los bóers se reagruparon después de la caída de Pretoria y continuaron la lucha durante dos años antes de aceptar de mala gana los términos de paz con los británicos.

No obstante, a pesar del triunfo de los británicos, los bóers supieron encausar su fortaleza política en su propio beneficio. Todo esto se logró fundamentalmente en contra de los intereses de los africanos, excluidos del poder político y forzados a devolver gran parte de las tierras que habían recuperado durante la guerra.

En este conflicto hay un hecho importante relacionado con la cuestión que nos compete; en las luchas también se disputaron la mano de obra bantú que era muy importante para el funcionamiento de las plantaciones y en las minas.

La unificación del Sur de África, que Gran Bretaña intentará, una vez finalizada la guerra; tendrá un marco extremadamente complejo por la heterogeneidad con que se caracterizan todas las estructuras que la componen.

"Desde el punto de vista racial, hay bóers y hay colonos de origen británico; divergen en la apreciación del problema racial, hablan lenguas diferentes y se detestan cordialmente. Hay bantúes en plena expansión demográfica, que proporciona la mano de obra indispensable a los blancos, hay hindúes, malayos, chinos, hay incluso hotentotes, y quedan algunos bosquimanos…"

…"desde el punto de vista social hay ganaderos bóers y plantadores británicos del Natal; hay buscadores de oro, empleados blancos y obreros negros. Existe la población de las ciudades, los funcionarios, los comerciantes. Todas estas categorías tienen intereses divergentes, si no opuestos" (…). "Desde el punto de vista lingüístico y desde el religioso, se encuentra también la misma heterogeneidad, el mapa político no está simplificado. El hecho de que la guerra tuviera un desenlace claro no quita la supervivencia de la animosidad y el rencor" [39].

Luego de finalizada la contienda bélica entre británicos y bóers, Sudáfrica había quedado englobada en la Comunidad británica. En 1910, el general Botha era nombrado primer ministro, como líder del Partido Sudafricano. En torno a él se fueron conformando figuras que van a tener un peso particular en la evolución del Estado sudafricano. Por ejemplo, en su gobierno estaba Hertzog un ultra portavoz de los afrikáners de Orange.

En 1912 fundó el Partido nacionalista, en sus premisas destacaba la secesión de Gran Bretaña. Sin embargo, Hertzog participó al mando de las fuerzas británicas en contra de los alemanes durante la Primera Guerra Mundial, lograron el triunfo conquistando el sudoeste africano alemán. Esto permitió a la Unión Sudafricana recibir de las sociedades de Naciones[40] el permiso de mando sobre ese territorio. En 1919 muere Botha, fue reemplazado por el general Smuts, quien ya se encontraba integrando su gobierno, pero era menos popular, este último debió enfrentarse a graves disturbios, por ejemplo una huelga general de mineros europeos que habían logrado ocupar enteramente la región aurífera. Smuts logró aplastar a los revoltosos. Smuts se ganó el mote de "sanguinario" y a partir de allí el partido racista inicio una marcha irreversible.

En las elecciones de 1924, Hertzog se hizo con el poder, logró que se votaran leyes que establecían una bandera nacional y al afrikáans como segunda lengua nacional, no obstante aceptó formar parte de de la Commonwealth. De esta forma un gobernador británico se instaló en Sudáfrica en nombre del rey, y un alto comisario representó al gobierno británico. "Esto pondrá las bases de la industria pesada, para satisfacer a sus aliados laboristas"[41]

Con la crisis económica de 1929, Hertzog se vio obligado a formalizar una alianza con Smuts, pero este acercamiento tuvo como resultado la separación de las dos alas más extremas del los partidos. De allí nacerán el Partido del Dominion[42] y el Partido nacionalista puro del Doctor Malan.

Con la influencia de este último, Hertzog acentuó la política racista: "arrebato a los negros instruidos el derecho al voto, y la población negra, en adelante, será representada por los blancos en el parlamento"[43].

En la Segunda Guerra Mundial, Smuts se asoció a los aliados, Hertzog se abstuvo. El Parlamento se decidió por la guerra y Smuts volvió al poder.

No obstante, en 1946 Malan logró hacerse con el poder acentuando la política racista, apartando a los mestizos de las listas electorales de los blancos, etc.

III

En 1866 se habían hallado diamantes en el territorio bóers del Afrikaaner, después Estado Libre de Orange, en África del Sur, y 20 años después se descubrió oro en el Witwatersrand de Transvaal. En 1874 trabajaban en las minas de diamantes unos 10000 africanos, y diez años después del descubrimiento del oro había unos 97000 en las minas de ese metal. En 1910 su número subió a 255000 y en 1940 llegó a 444000[44].

Como la prosperidad de la industria de extracción de esos minerales necesitaba de la mano de obra barata africana, los capitalistas debían primero disciplinar esta mano de obra y separarla por tiempos limitados de sus comunidades.

"La pacificación de la población africana fue simultánea al crecimiento de la industria minera de África del Sur."[45]

Para proporcionar esta mano de obra barata los capitalistas se sirvieron de diferentes mecanismos, en particular fueron de gran relevancia una serie de leyes que se pusieron en práctica, por ejemplo entre 1910 y 1934, "época en la cual no existía todavía una nacionalidad sudafricana y cuando Gran Bretaña disponía aun de derechos teóricos sobre la política de la Unión Sudafricana, se forjó un cuerpo completo de leyes que determinaban sobre la base de adscripción racial, los derechos de propiedad territorial, las condiciones de trabajo y de salario, el lugar y la índole de la residencia, la libertad de circulación, los derechos políticos, la calidad de enseñanza, etc."[46] En este sentido fue de suma importancia la ley de tierras de 1913 que:

"asignaba como "inquilinos trabajadores" de los dueños de fincas, a los africanos que aun permanecían en tierras propiedad de blancos. Estos inquilinos debían dar a los granjeros ciertas cantidades de trabajo a cambio de su permiso para residir en sus tierras. Esta mano de obra permitía a los campesinos blancos ampliar la producción comercial de cosechas alimenticias, sobre todo maíz para abastecer las pujantes minas y ciudades a la vez que se limitaban las ventas de cultivos comerciales a los africanos que vivían en las reservas".[47]

Las "reservas nativas", por su parte, "consistían en territorios reservados específicamente para su ocupación por africanos. Ocupaban un territorio compuesto aproximadamente por el 13 % de la superficie total de la Unión de África del Sur, así como el área de los protectorados ingleses de Bechuanalandia (hoy Botswana) Basutolandia (hoy Lesotho) y Suazilandia. Se supuso que estas regiones darían trabajo migratorio para las minas y subsistencia básica para las familias de los inmigrantes y de los ancianos. Lo cierto es que la institución de las reservas nativas fue tan solo un componente de un sistema mayor de control del trabajo que combinó simultáneamente la organización de un abasto africano de trabajo para los campesinos blancos y el negar a los africanos la residencia permanente en poblados y ciudades[48].

Los efectos de tales leyes fueron muy positivos para los capitalistas, tanto para los que se dedicaban a la agricultura comercial, como para los que explotaban los recursos minerales de la región.

"La ley de Tierras engrandeció la agricultura comercial de los blancos y frenó el crecimiento de los cultivos comerciales de los campesinos africanos, pues circunscribió a las reservas a la producción de subsistencias y nada más"[49].

Sin embargo, estas no fueron las únicas medidas, "otra piedra angular de la política de control de la mano de obra fueron las leyes que exigían a los africanos portaran pases de residencia, de permisos de inquilinos, certificados de sus patrones, y pases para después del toque de queda, y que le permitía al Estado mudar de un lugar a otro a los africanos que juzgara supernumerarios. Estas leyes imposibilitaban la libertad de movimientos, y otras posteriores convirtieron en actos delictuosos el abandono del empleo y el quebrantamiento de la disciplina[50].

La expropiación de las tierras ya había comenzado con los inicios mismos de la colonización, sin embargo, durante la última mitad del siglo XIX y la primera del XX, este proceso se da por completado. Las familias que eran desalojadas de sus tierras se veían obligadas a emigrar hacia las reservas.

En las tierras expropiadas, que por cierto eran las mejores, los colonos blancos pusieron en marcha explotaciones extensivas de cultivos comercializables, este tipo de explotación sumada a aquellas porciones de tierras que una vez expropiadas, sin embargo, no fueron utilizadas; tuvo como corolario la superoblación de las reservas.

Las reservas fueron ideadas como puntos de reunión y agrupamiento de mano de obra barata. Mediante la conformación de estas reservas, los capitalistas, se aseguran un aporte continuo de mano de obra barata, ya que las condiciones a las que son reducidos los seres humanos que las habitan hacen que sea imperioso dejarlas durante algún tiempo para poder procurarse un salario con el cual completar la subsistencia que obtienen de las pequeñas parcelas que ellos mismos explotan dentro de las mismas. No obstante, tampoco les es permitido abandonarlas definitivamente ya que mediante las leyes, mencionadas más arriba, el sistema les obligaba a regresar a las reservas periódicamente. El fin de esto último era, por un lado, evitar la formación de una clase trabajadora africana estable en condiciones de oponer resistencias al modelo explotador, y por otro lado, descargar los gastos de "salario indirecto" en las comunidades domésticas. Al referirse a las Reservas, Meillassoux plantea que:

"Con el pretexto de preservar las condiciones de vida tribal las autoridades intentan impedir en ellas, mediante leyes apropiadas, la emergencia de una propiedad privada de la tierra y la emergencia de relaciones de producción capitalistas. Para su subsistencia cada familia recibe, en principio, una parcela de tierra en función de su dimensión. Estas parcelas están sometidas a restricciones precisas: son inalienables, para evitar su eventual concentración en manos de una clase de propietarios de tierras autóctonos no esta permitido emplear asalariados en ellas, ni practicar cultivos de rendimiento. Por otra parte la circulación monetaria está reducida al mínimo con la finalidad de evitar una concentración del capital que conduciría a una transformación de las relaciones de producción y a un desvío de la fuerza de trabajo hacia actividades remunerativas en el interior de las reservas…

…"el principio es evidente: es necesario preservar, por medios legales y represivos, un lugar donde la fuerza de trabajo pueda reproducirse por si misma, pero en el nivel estricto de la subsistencia. Atraídos fuera de la reserva para procurarse el numerario que solo es distribuido en el sector de empleo capitalista a cambio de fuerza de trabajo, sin embargo los trabajadores solo son aceptados en él durante períodos cortos, con la finalidad de que no queden a cargo de los empleadores, de esta manera se instituye, entre dichas reservas y las zonas mineras e industriales, un va y viene permanente de millones de trabajadores."

…la necesidad de dinero (para pagar los impuestos, comprar los productos naturales que antes se trocaban, reemplazar los productos artesanales por mercaderías industriales, etc.) obligan a estas poblaciones a entrar en el mercado capitalista. Como por otra parte la tierra permanece disponible y las condiciones de la producción alimenticia cambian poco, las relaciones domésticas de producción persisten como las únicas capaces de asegurar la sobrevivencia y la perpetuación de las comunidades"[51].

De esta forma la comunidad doméstica se convierte en "pre-requisito del capital" de ella extrae no solo la plusvalía, fruto del trabajo durante el proceso productivo, sino también un "plusvalor extraordinario"[52] cuando deposita la reproducción de la fuerza de trabajo en el sector doméstico. Esto se ve reflejado en los niveles de los salarios que van a percibir los trabajadores.

Este ir y venir de trabajadores se reforzó aun más en las explotaciones mineras. Los propios contratos de trabajo privilegiaban los desplazamientos de miles de trabajadores que eran llevados a las minas desde las diferentes reservas "tribales", y cuando expiraban sus contratos se les obligaba a regresar a sus lugares de origen.

En el caso de la explotación minera en África del Sur, al principio, estuvo basada en la extracción de superficie de oro y diamantes, los empresarios blancos organizaban equipos de trabajo; para que un africano obtuviera el permiso de trabajar como escavador debía pagar una licencia, pero ya para 1876 los trabajos especializados mejor pagados estaban completamente en manos de los blancos, a los africanos ya se los contrataba únicamente por periodos cortos de unos tres meses.

Con la "Guerra de los Bóers" se produjo una caída en la producción minera y redujo a la mitad la fuerza de trabajo disponible. Pero ya para 1906, la producción volvía a los niveles anteriores y se incrementaba velozmente.

Los explotadores blancos generalizaron el uso de mano de obra inmigrante de china, para este año había casi 50000 chinos trabajando en condiciones semiserviles que sumados a los trabajadores negros mal pagados proporcionaban grandes lucros a los capitalistas. Este fenómeno causó el descontento de unos 18000 trabajadores mineros blancos ya que gracias a la competencia fomentada por la mano de obra barata podían mantenerse bajos los salarios y ponían en peligro la continuidad del trabajo en este último sector.

"En 1907, trabajadores blancos adiestrados declararon una huelga para oponerse a los planes de la gerencia de aumentar la inmigración de chinos y de sustituir con negros el trabajo de los blancos. Para romperla se mandó traer afrikáners desempleados. El resultado duradero de ella fue la repatriación de los mineros chinos y el robustecimiento de las prohibiciones de empleo a los negros.

A partir de 1921, la mayoría de los mineros blancos llegaron de fuera de África del Sur: de Inglaterra, Australia, Estados Unidos y otras partes. Estos blancos eran la fuerza de trabajo capacitada. Por el contrario los africanos eran trabajadores migratorios no capacitados, que recibían contratos con duración de seis meses a dieciocho meses y salarios diez veces menores que los de los blancos.

Esta idea de emplear trabajadores africanos se estableció en la primera década de la minería. En la década de 1880 se aunó con la práctica de confinar a los africanos a barrios residenciales durante la vigencia de sus contratos…

… desde sus comienzos la industria minera atrajo trabajadores desde sitios tan distantes como Niasalandia y Mozambique o tan cercanos como la propia África del Sur. En la segunda década del siglo XX, las minas empezaron a atenerse más y más a la importación de trabajadores temporales por contratos provenientes de las llamadas Reservas Nativas[53].

Quizás la utilización de mano de obra migrante temporaria de otras regiones fuera de la Unión, que tiene para el capitalismo la ventaja de descargar los gastos de su reproducción en su comunidad de origen, sea la base de la estrategia que la República de Sudáfrica pondrá en práctica más adelante con la constitución de los homelands u hogares nacionales[54].

Los contratos temporales y precarios cumplían muy bien con el objetivo de evitar una clase trabajadora negra que, a su vez, pudiera competir por mejores condiciones de empleo con los trabajadores blancos. En tal sentido Berteaux subraya:

"En África del Sur y en las Rodhesias los jefes de explotación, pero también los obreros y técnicos blancos, quieren evitar la formación de una clase de mineros africanos profesionales; prefieren una mano de obra no especializada, temporera, reclutada en la campiña circundante y que después de un año se vuelva a vivir entre los suyos. Esta mano de obra no tiene tiempo de cualificarse y su rendimiento es débil, pero también el trabajador tiene menos tendencia a perder el contacto con la tribu"[55]

Berteaux, si bien, es conciente de la estrategia puesta en práctica por los capitalistas, utilizando esa mano de obra no especializada, no explica, o evita hacerlo, los factores efectivos que disimulan tal elección. Observa, sin embargo, en este proceso un rasgo "positivo", "el contacto permanente del obrero negro con su tribu". Así parece responder a la ideología que presentaba "el regreso al tribalismo" como condición necesaria para perpetuar las tradiciones culturales de los pueblos africanos. Sin embrago, no advierte que la cultura africana precolonial ya ha sido desestructurada, y que en las condiciones impuestas por el capitalismo colonial no hay posibilidad de retorno a lo antiguo. Habrá que esperar hasta el despertar de los nacionalismos africanos después de la Segunda Guerra Mundial, que harán de la vuelta a las costumbres ancestrales el leitmotiv de los movimientos panafricanos.

Pero volviendo al problema que nos compete, el trabajador africano se vio envuelto entonces en un complejo sistema que se le imponía desde fuera, sin protección alguna, más que recurrir de vez en cuando a su comunidad, estaba obligado, por necesidad, a aceptar estas condiciones.

Pero como el sistema necesita constantemente argumentos con el cual perpetuarse, los capitalistas pusieron en práctica todos los recursos que tenían a mano. Así intervino una razón de índole ideológica para justificar la conformación de las reservas y la explotación a la que eran sometidos los obreros africanos.

En parte esta legitimización provino de la misma ideología Afrikaaner que planteaba la superioridad de la raza blanca, desde su perspectiva, para los afrikáners su misión radicaba en la tarea "civilizadora" de los pueblos africanos, por tal motivo establecía la separación de las razas; sostenía que "el pueblo elegido, no puede mezclarse con los otros pueblos, razón por la cual se habían incorporado a la legislación prohibiciones sexuales"[56].

"La idea directriz es que Dios mismo ha colocado a los afrikáners en África, el mismo les ha dado la lengua afrikáans y la misión de extender la civilización en África"[57].

Los colonos ingleses se opusieron, si bien "teóricamente", a la discriminación racial, pero en la práctica, como buenos capitalistas, y donde pesaron más los intereses económicos, terminaron por aceptar los términos propuestos por los afrikáners.

La discriminación racial se perfeccionó mediante el sistema denominado Apartheid[58]. "En lengua afrikáans significa separación, acción de poner aparte. Durante la posguerra fue utilizada políticamente y traducida a: desarrollo separado de cada raza en la zona geográfica que le está asignada"[59]

Con la institución del apartheid, "se cumplía con los objetivos de la ideología afrikáners de superioridad de la raza blanca y la necesidad de salvaguardar su supremacía política y económica".[60]

IV

"El 31 de Mayo de 1910 es proclamada la Unión Sudafricana, cuya constitución había sido adoptada el año anterior. Esta unión está basada sobre una serie de compromisos. No hay capital única. El Parlamento se reúne en Capetown, el ejecutivo reside en Pretoria, el Tribunal Supremo en Bloemfontein. La unión es un dominio británico, el único en que la mayoría de la población no es blanca. El Primer Ministro es Botha. Este se esfuerza en hacer viable la federación, al menos de lograr el consenso entre los dos sectores blancos, bajo su égida, los elementos menos extremistas de los dos bandos se reúnen en un partido, "Partido Nacional Sudafricano", que se convertirá en 1913, en el "South African Party"[61].

En 1919 muere Botha, en esa fecha ya es fuerte el ala nacionalista dirigida por Hertzog, la premisa de este sector extremista es que se debe evitar la contaminación del principio británico de liberalismo y tolerancia en el espíritu tradicional afrikánder. Cuando en 1924, Hertzog, gana las elecciones con el apoyo del Partido del Trabajo, Smuts se retira.

La evolución y generalización del racismo en África del Sur va de la mano con su evolución política, cada vez son más fuertes los sentimientos segregacionistas de los sectores blancos, por ejemplo el Partido del Trabajo (por cierto de izquierda) profundamente racista, sostenía la necesidad de "proteger al proletariado blanco de la concurrencia del trabajador negro, siendo el único privilegio del blanco el color de su piel"[62].

La crisis económica de 1929 causa graves trastornos a la economía sudafricana, esto también repercutirá en la producción minera, en las cuestiones laborales y por supuesto en la evolución política y social.

Con la crisis, Hertzog ve la necesidad de aliarse al Partido de Smuts, esta alianza funda un partido centrista, el United African Nacional Party, pero en su ala izquierda surgirá una nueva ala extremista afrikánder, dirigida por el Reverendo Dr. Daniel Francois Malan, predicador perteneciente a la secta de los doppers.

"Otros grupos extremistas fundan organismos de acción directa que se inspiran en el nacional socialismo racista, entonces en el poder en Alemania.

Cuando Hitler reclama en 1935 colonias para el tercer Reich, Malan y los extremistas apoyan en principio la reivindicación alemana. No obstante cuando en 1938 Hitler reivindica expresamente el Sudoeste africano ex alemán en torno al cual habían tejido su leyenda los nacionalistas alemanes, los extremistas sudafricanos empiezan a dudar sobre que partido seguir. Cuando Alemania invade Polonia, Smuts obtiene en el Parlamento de El Cabo una mayoría de 80 votos contra 67 a favor de la entrada en la guerra junto a los aliados. Smuts, asume los cargos de primer ministro, ministro de Asuntos exteriores y ministro de la Guerra hasta 1948, fecha en que se retira con el titulo de mariscal del Imperio británico"[63].

Momentos antes de las elecciones de 1938, el congreso del Partido Nacional había examinado cual debía ser la postura a seguir con respecto a las poblaciones indígenas en la futura República Afrikaaner. Los resultados de esa discusión señalaban que el camino que se debía seguir era, por un lado, sostener la posición de predominio de la raza blanca, manteniendo un compromiso de tutela de las poblaciones negras; por otro lado, destacaba la necesidad imperiosa de preservar la "pureza racial" de la sociedad blanca.

Malan ya había señalado, "queremos asegurar que África del Sur seguirá siendo un país del hombre blanco"[64] .

Con el transcurso de los años y a pesar del triunfo de Smuts, el Partido de Malan se hacia cada vez más fuerte. La fortaleza del mismo, por un lado, quizás se encontraba en la misma situación demográfica de la región. A principios del siglo XX, la situación entre los dos sectores de población blanca (británicos y afrikáners) era muy semejante. Sin embargo, a mediados del mismo siglo, la natalidad de los afrikáners fue más fuerte, pasando así a ocupar aproximadamente el 60% de la población blanca.

"Un índice de aumento demográfico más fuerte, un sistema electoral que favorecía al Dr. Malan en 1948, todo contribuye a reforzar progresivamente el poderío de los nacionalistas afrikánders"[65].

Por otro lado, muchas de sus ideas y acciones no representaban una ruptura con el pasado. Además, aunque el PN no había inventado la segregación, la cual ya existía desde los comienzos mismos de la colonización, supo encausarla para fortalecer su imagen y obtener los votos de los empresarios y de los obreros blancos, la mayoría de ellos afrikáners.

Estos últimos, "lograron aniquilar la fuerza económica de los blancos anglófonos y aniquilar la fuerza numérica y la fuerza de trabajo de los negros, para transformarlos en simples instrumentos, sin que se les deje posibilidad alguna para dar vuelta la situación"[66]

Con este sistema el PN lograba una mayoría blanca purgando las listas de electores negros; pero, también, económicamente; el Apartheid retenía el control de la economía en manos de los blancos, restringiendo el acceso a los puestos privilegiados a los de color.

El sistema asignaba a la población de color áreas donde asentarse y prohibía totalmente la libre circulación de estos en las áreas restringidas. Solo podían circular por ellas con la debida autorización extendida por el Estado. Esta autorización era otorgada por tiempo limitado, según los casos, a las personas de color que servían como mano de obra de las diferentes explotaciones.

Como muchas veces los lugares de trabajo quedaban alejados de las reservas, hecho que dificultaba la asistencia de los trabajadores, a la vez que ocasionaba problemas al empleador; los ideólogos del sistema aconsejaban trasladar los centros industriales cerca de las reservas. De esta manera, el obrero de color, podía regresar a su comunidad la cual le brindaba asistencia en momentos de paro o enfermedad sin ocasionar gasto alguno al capitalista.

V

La sociedad colonizada "puede ser considerada como una sociedad globalmente alienada, atacada en su propia organización sociocultural (en diferentes grados según la capacidad de resistencia de esta última) y tanto más sometida a la presión de la sociedad dominante cuanto mayor es su degradación"[67].

Como este trabajo es un intento por tratar de comprender el problema de la explotación en África, con el propósito de explicar la situación del individuo africano, y la de su comunidad, en su relación con el trabajo y con el nuevo marco impuesto por las potencias coloniales capitalistas he dejado, sin embargo, muchas cosas sin mencionar, pero que, no obstante, merecen alguna consideración.

Este nuevo marco produjo serios cambios en todos los aspectos de las sociedades africanas. Fue a, su vez, la causa de procesos de aculturación y de contraculturación.

También, las presiones coloniales produjeron cambios en las estructuras políticas, económicas, ideológicas, etc., de las poblaciones nativas que tuvieron que adaptar sus tradicionales ritmos a las nuevas condiciones impuestas por la fuerza de los acontecimientos. En cuanto a lo económico, se produjo el acaparamiento de los recursos del suelo y de la mano de obra, además de modificaciones más profundas de la economía local que se verá, en adelante, estrechamente ligada a la economía de las metrópolis. En cuanto a lo político-institucional, se produjo el reemplazo de las autoridades locales por los administradores coloniales en todos sus aspectos: administrativo, judicial, etc.

Lo ideológico también sufrió una seria transformación, se intentó, con cierto grado de éxito, de exterminar toda tentativa de resistencia; se transmitieron los modelos culturales que solventaban el dominio colonial o se aceptó la permanencia de aquellos que aportaban algún beneficio al grupo dominante y "al programa".

En cuanto a lo cultural y religioso, la colonización produjo "la desnaturalización de la cultura tradicional y la disolución de los sistemas religiosos vinculados con ella"[68].

Pero todos estos factores, son a mi entender, herramientas con las cuales el capitalismo supo resolver los diferentes problemas que encontraba en su marcha y encontrar los medios justificadores o legitimadores para lograr su más importante objetivo; como sostuve más arriba, explotar los países colonizados con el menor costo posible para los grupos dominantes.

De esta forma es importante comprender el proceso de la explotación de la mano de obra en dichos países colonizados, entendiendo como opera el capitalismo; como logra servirse de la comunidad doméstica hasta dejarla casi extenuada, y como logra luego adaptar el sistema para seguir exprimiendo a las clases desposeídas. Aunque este último punto no fue, sino escuetamente mencionado en este trabajo, Meillassoux si lo explica en su obra (citada más arriba). Una vez que el capitalismo ha exprimido todo el jugo de la comunidad doméstica se sirve de las migraciones temporarias de miles de seres humanos.

En el África del Sur, se produjo con el movimiento de miles de personas desde las regiones próximas a ella, hacia los centros mineros y a las plantaciones; luego, la Republica sudafricana pondrá en marcha políticas segregacionistas más complejas, otorgando cierta "autonomía" a nuevos "Estados independientes" –los bantustanes-, pero autonomía para solventar los graves problemas que el proceso conlleva. En un futuro no muy lejano, ¿tendremos que lamentar también la desaparición de estas nuevas "comunidades domesticas", a mayor escala, que son los países llamados del tercer mundo?. ¿Hasta donde pueden millones de seres humanos resistir tremendo fraude?

La delimitación temporal del trabajo no es arbitraria, el trabajo termina allí donde comienza una etapa muy compleja y difícil de soportar por parte de los africanos del sur; 1948 marca el año en donde el PN logra imponer el Apartheid. A partir de allí la historia africana se verá envuelta en un conglomerado más complejo aún de fuerzas que intervienen.

Parece un pecado dejar de lado la explicación de la evolución posterior a esa fecha, pero el proceso es largo y merece un estudio aparte. Solo puedo, y me veo en la obligación de hacerlo, referirme brevemente a un asunto que arbitrariamente he dejado de lado.

Los pueblos africanos no se mantuvieron como simple espectadores pasivos del proceso, desde el comienzo de la colonización fueron muchas las resistencias que opusieron a este sistema explotador. Por ejemplo, en los años 1850 se produjo un movimiento de los pueblos xhosa de resistencia en donde, luego de sucesivas luchas con los colonizadores y ante la inminente derrota, sacrificaron todo el ganado con la esperanza de que los dioses brindaran la tan ansiada abundancia y ocasionar un grave daño a los blancos y a sus aliados.

Los zulúes también fueron un pueblo difícil de dominar para los conquistadores, pero las fuerzas invasoras lograron derrotarlos en 1880. Con el final del Estado zulú, el camino a la explotación del África del Sur estaba abierto; a partir de allí se produjo la caída de una población africana tras otra bajo el control de los europeos.

Sin embargo la resistencia se mantendrá latente, como esperando el impulso que la haga estallar; este impulso se produjo luego de la Segunda Guerra Mundial. Son muchas los motores que los historiadores, antropólogos, etc., manifiestan como causas del nacimiento de los nacionalismos africanos. Aquí no pretendo esbozar una discusión de ellos, lo más importante, sin embargo es que debemos considerar que la misma sujeción a la que estuvieron sometidos estos pueblos, una vez que supieron comprender que aquellos que los dominaban no eran tan diferentes, ni más "civilizados", ni mucho menos "superiores" y por lo tanto desterrar para siempre el "complejo de inferioridad inicial"; lograron poner en marcha sus capacidades previas y las nuevas para, por lo menos, cuestionar el orden imperante e intentar una salida.

También quedaron de lado otros aspectos muy importantes como el papel de las iglesias holandesas en apoyo a la segregación racial, por ejemplo en las elecciones que llevaron a Malan al poder, las tres iglesias reformadas holandesas[69] le brindaron todo su apoyo. De sus filas salieron muchos de los dirigentes políticos que apoyaban el Apartheid; influyeron en las decisiones electorales de los votantes que asistían a sus celebraciones religiosas, etc. Además, aspecto importante, brindaron, con su modo de interpretar las sagradas escrituras, la ideología que legitimaba la separación entre las razas.

Aquellos que consideran que la intervención de los europeos trajo "progreso" a esos pueblos "atrasados", "congelados" o "sin historia" olvidan, consciente o inconscientemente, la explotación, la miseria, la segregación, el abandono, la injusticia, etc., a la que fueron sometidos miles y miles de seres humanos.

Negarles la historia significa legitimar la dominación, la explotación, el robo, etc., ¿no será que la negación de la historia africana provenga del interés de los dominadores por esconder su condición de sociedad (su pertenencia al género humano) y por lo tanto justificar su dominio?. Balandier afirma que:

"la sociedad colonizada pierde no solo la posibilidad de ejercer una real acción sobre su propia historia sino que deviene siempre más dependiente de la potencia colonial que controla las fuentes de ingresos y de bienes de consumo al mismo tiempo que la vida política"[70].

El capitalismo se sirvió del colonialismo primero, se sirve del imperialismo ahora para responder a su lógica "acumular más y más riquezas para lo propietarios de los medios de producción" sin importar a costa de qué.

Lo hizo y lo hace en todo el globo, tenemos muchos de ejemplos pasados y actuales de ello, por ejemplo lo vimos es China, su intervención modificó de raíz todas las estructuras de la sociedad china, las cuales habían mantenido durante siglos sus tradicionales cambios dinásticos y propiciado una de las sociedades culturales más sorprendentes del globo.

Grave también fue su intervención en las sociedades aborígenes americanas, en el pasado fueron prácticamente escamoteadas; hoy los países Latinoamericanos sufren la explotación por los países poderosos que se sirven de ellos, de la misma manera pero a un nivel macro, como lo hicieron de las comunidades domésticas que vimos en el África. De esos países salen diariamente miles de obreros que van a trabajar en las industrias extranjeras en condiciones infrahumanas con el sueño de mejorar su situación; abandonando sus seres queridos, corriendo graves peligros, para que al final puedan darse cuenta de que no les quedó nada. Al cabo de un tiempo, cuando al sistema se le ocurra, volverán a sus hogares solo con el sudor de muchas horas de trabajo, esfuerzo y el amargo sabor de la discriminación.

De esta forma el capitalismo hizo del colonialismo un instrumento por el cual logró obtener, de manera creciente grandes beneficios que fueron repartidos entre los sectores privados, principalmente, y los encargados de asegurar el lucro por medio de la sujeción política-administrativa, asegurando a un sector de la población blanca la obtención de recursos en contra de la explotación, expropiación, etc., sufrida por la población negra.

Los mecanismos que hicieron esto posible fueron la incorporación de mano de obra barata asegurada, primero mediante el trabajo forzado y el impuesto de capitación -logrando incorporar un sector autosubsistente a la economía de mercado-, y el racismo, como medio de asegurar la expropiación de las mejores tierras y de mantener sin calificación a la mano de obra negra para, de esa forma, mantener bajos los salarios.

El racismo también fue la plataforma desde la cual logró descargar los gastos de reproducción de esa mano de obra barata en la comunidad doméstica.

Esto último llegará a su perfección bajo la puesta en práctica de los homelands o bantustanes, estos "Estados independientes" aportaron el trabajo, a muy bajo costo para el capitalista, de miles de seres humanos, descargando en sus propias administraciones lo que antes era aportado por la comunidad doméstica una vez que esta última ya estaba prácticamente extinguida. Con las migraciones temporales, el capitalista se beneficia de horas de trabajo a muy bajo costo; no gasta en la manutención de la familia del obrero, ni se hace cargo de él cuando se enferma. Además cuando el mercado de trabajo esta saturado, simplemente le niega el acceso.

BIBLIOGRAFÍA:

Ø      BERTAUX, Pierre. África. Desde la prehistoria hasta los Estados actuales. Editorial Siglo XXI. México. 2001.

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Ø      CORNEVIN, Marianne. Apartheid: poder y falsificación de la historia. UNESCO. 1980.

Ø      GODELIER, M. "modos de producción, relaciones de parentesco y estructuras demográficas". En: BLOCH, M. (comp.) Análisis Marxistas y Antropología Social. Anagrama, Barcelona, 1977.

Ø      KI-ZERBO JOSEPH. Historia del África Negra. Del siglo XIX a la época actual. Alianza Editorial. Madrid. 1980

Ø      MEILLASSOUX, C. Mujeres, graneros y capitales. Siglo XXI. México. 1977

Ø      RODNEY, W. "La Economía Colonial" en: Autores Varios. Historia general de África. Tomo VII. Ed. Tecnos/UNESCO. Paris. 1985

Ø      TRINCHERO, H. Antropología económica. Ficciones y producciones del hombre económico. Eudeba. Bs. As. 1998.

Ø      WOLF, ERIC. Europa y la gente sin historia. Fondo de cultura Económica. México. 2005

 

Sebastián Negrelli

 

Partes: 1, 2
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